Elecciones en Estados Unidos 2020

Biden y Sanders: Dos candidatos en edad de pandemia

Joe Biden logra titulares al prometer una mujer vicepresidenta en un debate que aflora la dificultad para unir a los demócratas

Biden y Sanders: Dos candidatos en edad de pandemia

Joe Biden y Bernie Sanders se saludan al inicio del debate en un estudio de la CNN en Washington (MANDEL NGAN / AFP)

Francesc Peirón | Miami, Miami
16/03/2020 18:08 | Actualizado a 17/03/2020 08:59


Una de las primeras imágenes del debate demócrata celebrado la noche del domingo en la cadena CNN consistió en ver cómo Joe Biden le ofrecía el codo a Bernie Sanders para saludarse. Este era el debate en la era del coronavirus, que marcó buena parte de la noche.
También fue la primera confrontación cara a cara entre los dos aspirantes a la nominación demócrata para las presidenciales del próximo noviembre. La última vez que se encontraron en un escenario había ocho candidatos. Pero las primarias de Carolina del Sur (29 de febrero) dieron un vuelco a la situación: forzaron retiradas, destronaron a Sanders y dispararon las opciones del hasta ese momento perdedor Biden.

Biden- Sanders

Sea quien sea el ganador, afrontará el reto de restaurar la unidad de un partido fraccionado

Sea quien sea el ganador, afrontará el reto de restaurar la unidad de un partido fraccionado y con un alto nivel de desconfianza de los unos con los otros.
Es una de las conclusiones de la cita que se produjo este domingo, a un par de días de otro martes importante, en el que entran en juego cuatro estados.
A pesar de las circunstancias, está previsto que haya primarias en Arizona, Ohio, Illinois y Florida, la auténtica guinda del pastel con el reparto de 219 delegados.

Visto desde Miami, las opciones siguen igual. Sanders insistió en su elogio a Fidel Castro, pese a su condena de los autoritarismos, por lo que el voto latino se mantiene a favor de Biden. Esta inamovilidad parece la tendencia general.Según los analistas, Bernie Sanders no logró un cambio de posiciones entre el electorado que le catapulte de nuevo en esta carrera.

Según los analistas

Bernie Sanders no logró un cambio de posiciones entre el electorado que le catapulte de nuevo en esta carrera.

La velada, que se ha celebrado en Washington sin público, se desarrolló bajo la rara atmósfera de un país que afronta la incertidumbre de la pandemia y las dudas sobre la capacidad para afrontarla de una Casa Blanca dirigida por un septuagenario obsesionado con su éxito económico, ahora en peligro. Así que Biden, de 77 años, favorito hoy por hoy, y Sanders de 78 años, el líder ideológico según su descripción, hablaron de su buen estado de salud y de las precauciones que adoptaron para evitar el contagio. Se lavan las manos como nunca.

Uno y otro ofrecieron una visión muy crítica respecto a la tarea del presidente Donald Trump al encarar este asunto. El senador aprovechó para llevar el agua a su molino. Criticó la “debilidad y disfuncionalidad médica” en Estados Unidos. Recetó adoptar con urgencia una sanidad universal para todos. En la réplica, Biden propuso desplegar el ejército y disparó fuerte a su rival. “Esto no tiene nada que ver con la sanidad universal”, dijo. Citó el caso de Italia, que disfruta de esa seguridad social y donde se han disparado los casos y los muertos.“La gente quiere resultados, no revoluciones”, apostilló Biden.

La gente quiere resultados, no revoluciones”

Joe Biden
Sin embargo, de haberse celebrado el debate en California, ni el exvicepresidente ni el senador por Vermont deberían haber asistido al debate de seguir los consejos de Gavin Newson, gobernador de ese estado, que ha pedido a los mayores de 65 años que adopten la medida preventiva de aislarse y confinarse en sus casas.
Esta cuestión no deja de ser un reflejo de la distancia que puede haber entre ambos y sus electores. Biden se sacó un as de la manga al anunciar que, en caso de ser el elegido, colocará a una mujer como vicepresidenta.

“Me comprometo a escoger a una mujer. Hay un número de ellas que están cualificadas para ser presidentas mañana”, subrayó Biden. A Sanders pareció cogerle en fuera de juego. Expresó una opinión favorable a esa medida, pero no se comprometió.
Esta promesa de Biden logró el objetivo de difuminar las carencias de su candidatura. Además de su historial en el Senado, donde votó medidas de dudoso progresismo, Biden es consciente del agujero generacional. Bernie tiene precisamente su caladero entre las generaciones más jóvenes. En el supuesto de perder, uno y otro se comprometieron a apoyarse desde el primer minuto en la lucha contra Trump, “un mentiroso patológico, racista, xenófobo, homófobo, el presidente más peligroso que ha habido en la historia de Estados Unidos”, en la descripción de Sanders.

Pero el senador, consciente en esta ocasión de la ventaja que lleva el exvicepresidente, no puso tanto el énfasis en ganar, sino en atraer a más gente a las urnas, en especial a jóvenes y obreros.
“Joe ha ganado más delegados, pero nosotros hemos ganado la batalla ideológica”, remarcó en reconocimiento de que el electorado observa más capacidad en Biden que en él para enfrentarse a Trump. Aunque mostró más disposición a luchar por Biden que lo que hizo por Hillary Clinton, Sanders dudó que su rival sea capaz de arrastrar a esos jóvenes a votar para derrotar a Trump.

 
Bernie Sanders abandonó su campaña presidencial en Estados Unidos y Joe Biden sería el candidato demócrata contra Donald Trump
El senador de Vermont no pudo aprovechar su impulso inicial en la carrera después de las victorias en New Hampshire y Nevada, así como el empate virtual en Iowa. Luego perdió una serie de estados y el ex vicepresidente consolidó el apoyo de los moderados

8 de abril de 2020





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(REUTERS/Caleb Kenna/archivo)

El senador estadounidense Bernie Sanders abandonó el miércoles la carrera por la nominación presidencial del Partido Demócrata y prometió “trabajar” con su rival Joe Biden para desalojar al republicano Donald Trump de la Casa Blanca en las elecciones de noviembre.


“Llegué a la conclusión de que esta batalla por la nominación demócrata no será exitosa”, dijo Sanders a sus seguidores en una transmisión en vivo, señalando que el ex vicepresidente Biden “será el nominado”.

Y agregó: “Felicito a Joe Biden, un hombre muy decente, con quien trabajaré para impulsar nuestras ideas progresistas”.

El senador de Vermont no pudo aprovechar su impulso inicial en la carrera después de las victorias en New Hampshire y Nevada, así como el empate virtual en Iowa, y luego perdió una serie de estados ante Biden después de que el ex vicepresidente consolidara el apoyo de los demócratas moderados.



La partida marca el segundo intento fallido de Sanders en la nominación demócrata después perder las primarias de 2016 contra la ex secretaria de Estado Hillary Clinton.

El presidente estadounidense Donald Trump, quien en noviembre competirá para la reelección, reaccionó a la noticia en Twitter. “¡Bernie Sanders está fuera! Gracias a Elizabeth Warren. ¡De no ser por ella, Bernie habría ganado casi todos los estados el Supermartes! Esto terminó justo como los demócratas y el Congreso Nacional Demócrata querían, igual que la deshonesta de Hillary. El pueblo de Bernie debería venir al Partido Republicano, ¡INTERCAMBIO!”, escribió el mandatario. Trump también insinuó que Sanders “no quiere entregar sus delegados” y que Biden podría tener problemas en cosechar el voto progresista huérfano del senador de Vermont.


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(@realDonaldTrump)

Inicialmente, Sanders superó las altas expectativas sobre su capacidad para recrear la magia de su candidatura presidencial de 2016, e incluso superó un ataque al corazón en octubre pasado en la campaña electoral. Pero se encontró incapaz de convertir el apoyo inquebrantable de los progresistas en un camino viable para la nominación en medio de los temores de “elegibilidad” alimentados por preguntas sobre si su ideología socialista democrática sería aceptable para los votantes de las elecciones generales.

Sin embargo, Sanders logró encuestas contundentes y una recaudación de fondos sólida, recaudada casi en su totalidad de pequeñas donaciones hechas en línea, a los que dudaban más que los primeros. Como la primera vez, atrajo un amplio apoyo de los votantes jóvenes y pudo hacer nuevos avances dentro de la comunidad hispana, aun cuando su atractivo con los afroamericanos seguía siendo pequeño.

Sanders acumuló la mayor cantidad de votos en Iowa y New Hampshire, que abrió la votación primaria, y logró una victoria fácil en Nevada, aparentemente dejándolo bien posicionado para correr hacia la nominación demócrata mientras un campo de alternativas profundamente abarrotado y dividido se hundió a su alrededor.

Pero un respaldo crucial de Biden por parte del influyente representante de Carolina del Sur Jim Clyburn, y una posterior victoria mayor de lo esperado en Carolina del Sur, impulsó al ex vicepresidente en el Supermartes, cuando ganó 10 de los 14 estados.


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Imagen de archivo de los aspirantes presidenciales demócratas Joe Biden (izq) y Bernie Sanders saludándose con los codos antes del comienzo de un debate en Washington, EEUU. 15 marzo 2020. REUTERS/Kevin Lamarque

En cuestión de días, sus principales ex rivales demócratas se alinearon y anunciaron su respaldo a Biden. La campaña del ex vicepresidente había aparecido al borde del colapso después de New Hampshire, pero encontró una nueva vida a medida que el resto del establecimiento más moderado del partido se unió a su alrededor como una alternativa a Sanders.

Las cosas solo empeoraron la semana siguiente cuando Sanders perdió Michigan, donde había hecho una fuerte campaña. También fue golpeado en Missouri, Mississippi e Idaho la misma noche y los resultados fueron tan decisivos que Sanders se dirigió a Vermont sin hablar con los medios de comunicación.

Sanders posteriormente programó un mitin en Ohio, pero lo canceló en medio de temores sobre la propagación del coronavirus, y el brote lo mantuvo en casa ya que su campaña parecía insegura de su próximo movimiento. El senador se dirigió a los periodistas al día siguiente, pero también sonó como un candidato que ya sabía que había sido golpeado.

“Si bien nuestra campaña ha ganado el debate ideológico, estamos perdiendo el debate sobre la elegibilidad”, dijo Sanders entonces.

 
Trump y Biden sufren camino a las elecciones
Los candidatos estadounidenses se preparan para una extraña campaña sin globos ni papelitos, sin poder dar la mano de sus seguidores ni besar bebés

Por Gustavo Sierra
3 de Mayo de 2020
Especial para Infobae America


El presidente Trump tuvo una muy dura conversación telefónica con su jefe de campaña después de que éste le mostrara encuestas que lo mostraban perdiendo en estados clave ante el demócrata Joe Biden. REUTERS/Carlos Barria

El presidente Trump tuvo una muy dura conversación telefónica con su jefe de campaña después de que éste le mostrara encuestas que lo mostraban perdiendo en estados clave ante el demócrata Joe Biden. REUTERS/Carlos Barria

Con 30 millones de desempleados cualquier campaña por la reelección de un presidente puede resultar en una enorme frustración. Si a eso se le suma que el candidato, desde el podio de la Casa Blanca, recomienda desinfectante para combatir el coronavirus, y que está enfrentado con los gobernadores de varios estados por querer levantar la cuarentena antes de tiempo, la tarea de cosechar la mayor cantidad de votos, se convierte en una empresa titánica. Pero no para Donald Trump o para la imagen que tiene de sí mismo. El presidente estadounidense está convencido de que todo esto es una cuestión pasajera y que en noviembre va a recibir nuevamente el voto de confianza de la mayoría del colegio electoral como ocurrió en 2016.

Esa confianza ciega es la que llevó esta semana a Trump a enfrentarse duramente con su jefe de campaña, Brad Parscale, cuando éste le presentó las últimas encuestas que lo mostraban empatado o detrás del candidato demócrata, Joe Biden, en varios estados clave. El New York Times y la CNN reprodujeron una furiosa conversación telefónica entre el presidente en la Oficina Oval y su mánager en Florida. Trump reprochó a Parscale no estar haciendo lo suficiente para mantener la buena imagen que tenía antes de la pandemia, amenazó con echarlo y desechó las encuestas porque “están mal hechas”.


El presidente estadounidense había comenzado el año con una economía robusta y grandes perspectivas de continuar en su puesto por otros cuatro años. Pero después de su errático manejo de la crisis provocada por el Covid-19, hasta sus aliados del Partido Republicano están muy nerviosos ante la posibilidad no solo de perder la elección presidencial sino el control de ambas cámaras del Congreso. Creen que la presencia diaria de Trump en el pódium de la sala de prensa de la Casa Blanca, fue desastrosa. En vez de presentar un plan creíble para superar la crisis, se dedicó a atacar a los demócratas y a los periodistas, dicen. Su peor momento fue cuando sugirió la utilización de desinfectantes de cocina y baños para eliminar el virus. Incluso algunos de sus seguidores más acérrimos difundieron memes riéndose del consejo presidencial.

Otro momento complicado para Trump fue cuando la CIA, la agencia de inteligencia, se negó a avalar una teoría sin fundamento de que un laboratorio del gobierno chino en Wuhan, fue el origen del brote de coronavirus. Trump, funcionarios de su Administración y legisladores republicanos están tratando de culpar a China por la pandemia, en parte para desviar las críticas de la mala gestión de la administración de la crisis en Estados Unidos, que ya tiene más casos de coronavirus que cualquier otro país. Más de un millón de estadounidenses están infectados y más de 60.000 murieron a causa del virus.


El candidato demócrata y ex vicepresidente Joe Biden charlando con trabajadores de la planta de Fiat Chrysler Automobiles en Detroit. ¿Como será ahora la campaña sin poder acercarse a la gente?. REUTERS/Brendan McDermid/File Photo

El candidato demócrata y ex vicepresidente Joe Biden charlando con trabajadores de la planta de Fiat Chrysler Automobiles en Detroit. ¿Como será ahora la campaña sin poder acercarse a la gente?. REUTERS/Brendan McDermid/File Photo

La mayoría de las agencias de inteligencia occidentales se muestran escépticas de que se pueda encontrar evidencia concluyente del vínculo con un laboratorio, y los científicos que han estudiado la genética del coronavirus dicen que la probabilidad abrumadora es que saltó de un animal a un humano en un entorno natural y no de una probeta. En ese sentido, es exactamente lo que ocurrió también con anteriores coronavirus como el HIV, ébola y SARS. Pero el secretario de Estado, Mike Pompeo, ex director de la CIA, insistió, según las fuentes consultadas por el Washington Post y ABCNews, en que los agentes debían encontrar la conexión político-conspirativa. Otro funcionario, Matthew Pottinger, el asesor adjunto de Seguridad Nacional, que fue corresponsal en Beijing durante los brotes del SARS, presionó a las agencias de inteligencia para recopilar información que pueda respaldar cualquier teoría de origen vinculada a un laboratorio. Y Anthony Ruggiero, el jefe de la oficina de seguimiento de armas de destrucción masiva del Consejo de Seguridad Nacional, desde que se conocieron los primeros reportes de una epidemia en China estuvo discutiendo el tema con otros funcionarios de inteligencia y tratando de que hagan propia la teoría conspirativa .


Estos episodios ventilados por lo que Trump llama “la prensa embustera”, son los que comenzaron a esmerilar la imagen del “presidente de teflón” al que nada se le pega. Las encuestas marcan que lo que advirtió Parscale es lo que está sucediendo. Un reciente sondeo de la Quinnipiac University muestra que Joe Biden estaría derrotando a Trump en el estado crucial de Florida por 46% a 42%. Y Fox News, la cadena de noticias preferida del presidente, mostró otra encuesta en la que Biden lidera en Michigan 49% a 41%.

A pesar de esto, Biden no la tiene tan fácil. Tara Rade, una mujer que trabajó con él en su oficina del Senado, asegura que en 1993 fue objeto de asalto sexual por parte del candidato demócrata. Y, según sus abogados, habría otras dos mujeres que abalarían la denuncia. Los cargos presentados por Rade no parecen tener mucho fundamento, pero lo que agravó la situación es que Biden se negó por casi dos meses a hablar del tema. El New York Times informaba el jueves que un grupo de organizaciones que luchan por los derechos de las mujeres enviaron una carta al demócrata para que diera su versión de los hechos cuanto antes. “Es muy difícil para las víctimas de este tipo de actos ver que una mujer que tiene más fuentes que corroboran su versión que la mayoría de las sobrevivientes en situaciones similares, está siendo desoída y atacada por actores políticos cínicos”, dijo Shaunna Thomas, fundadora de UltraViolet, un grupo feminista que apoya la campaña demócrata.


Tara Reade, la mujer que acusa a Biden de asalto sexual hace 27 años cuando trabajaba en su oficina del Senado.
Tara Reade, la mujer que acusa a Biden de asalto sexual hace 27 años cuando trabajaba en su oficina del Senado.

Desde que Reade denunció en marzo que Biden la había penetrado con los dedos en una oficina del Senado hace 27 años, el candidato no abordó el tema. Sus portavoces aseguraron que la denuncia es “falsa”. Y los asesores de campaña dicen que no sólo la señora Reade “es una oportunista manejada por el comité de reelección de la Casa Blanca” sino que no vale la pena que Biden salga a defenderse. “El electorado no es tonto, saben que Biden es una figura pública desde hace décadas y demostró siempre ser un hombre que ama a su familia”, escribieron. Y por lo bajo dicen que “si de acoso se trata, Trump tiene decenas de denuncias”.

Hasta el viernes, que salió a defenderse por donde pudo. “Reconozco mi responsabilidad de ser una voz, un defensor y un líder para el cambio en la cultura que ha comenzado, pero es un trabajo que no está terminado”, escribió Biden haciendo referencia a las leyes que presentó en el Congreso a favor de las mujeres. “Así que quiero abordar las acusaciones de un ex miembro del personal que trabajó conmigo de que cometí una mala conducta hace 27 años. No es verdad. Esto nunca sucedió”. Y pidió a los responsables de los Archivos Nacionales que publiquen cualquier información existente relacionada con el caso. Y en una entrevista en el popular programa “Morning Joe” de la cadena de noticias MSNBC, Biden fue aún más contundente: “No, no es cierto. Estoy diciendo inequívocamente que nunca, nunca sucedió”.



Donald Trump no ve la hora de volver a los actos de campaña. Aunque va a ser muy difícil que pueda acercarse a la gente, dar la mano o besar bebés. (AP Photo/Jeff Roberson)

Donald Trump no ve la hora de volver a los actos de campaña. Aunque va a ser muy difícil que pueda acercarse a la gente, dar la mano o besar bebés. (AP Photo/Jeff Roberson)

Lo de Biden puede tener, todavía, muchas vueltas. Trump está preparando el terreno para los que serán unos debates cruciales entre los candidatos. Y para tratar de mejorar su situación en las encuestas, está trabajando en paralelo con su consejera Kellyanne Conway, una consultora política que oficia también de portavoz informal de la Administración. Y ya se pudo ver su mano cuando el presidente rechazó una campaña diseñada por Brad Parscale en la que se vincula a Biden con China mostrando unas fotos del ex vicepresidente en visitas oficiales a Beijing. La otra asesora de campaña, informal pero muy influyente, es Marcia Lee Kelly, la organizadora de la Convención Republicana programada para agosto en Charolotte, Carolina del norte, si es que se puede hacer.

En tanto, va a ser muy interesante ver si Trump y Biden pueden hacer una campaña sin dar la mano a miles de personas o sin besar a unos cuántos bebés. Es difícil imaginar un acto proselitista con todos los presentes separados por dos metros de distancia, sin los carteles ni globos ni papelitos. Aunque Jon Grinspan, experto en historia política del Smithsonian’s National Museum, recordó que los primeros cien años de democracia estadounidense fueron sin candidatos haciendo campaña. En un editorial del New York Times de 1892 decían que un hombre haciendo promoción de su figura es “una actitud que desagrada mucho a la gente”. Las campañas las hacían los partidos y los candidatos esperaban tranquilos los resultados en sus casas.

 
Las protestas en EE.UU., nuevo interrogante a la reelección de Trump


Miles de estadounidenses han salido en masa a las calles para reclamar justicia racial
Trump declarará organización terrorista al movimiento antifascista

Las protestas en EE.UU., nuevo interrogante a la reelección de Trump
“Dejad de matarnos”, pide esta manifestante frente a una Casa Blanca que se ha visto rodeada de violencia por primera vez en mucho tiempo (JIM LO SCALZO / EFE)





Beatriz Navarro | Washington, EE.UU:. Corresponsal
01/06/2020 06:00 | Actualizado a 01/06/2020 11:09


Coches en llamas, centros urbanos devastados, comercios saqueados, tenderos y manifestantes apaleados, toque de queda en una docena de ciudades, intentos de asalto a la Casa Blanca... No, las imágenes con que ayer se desayunó Estados Unidos después de cinco días de protestas no son exactamente la idea de esa América grandiosa que Donald Trump prometió a los estadounidenses hace cuatro años.

La muerte bajo custodia policial de otro negro desarmado más– George Floyd, de Minneapolis– ha sido la gota que ha colmado el vaso para muchos estadounidenses, que han salido en masa a las calles para reclamar justicia racial. Que las grandes manifestaciones, en su mayor parte pacíficas pero ensombrecidas por violentos disturbios y saqueos, se estén produciendo sobre todo en ciudades y estados gobernados por demócratas es una feliz coincidencia para el presidente estadounidense. A cinco meses de las elecciones, Trump no ha dejado pasar la oportunidad para agraviar a sus rivales y presentarse como el único salvador posible de la espiral de caos en que se está hundiendo el país.

¿Una nueva versión de la promesa de “restaurar la ley y el orden” que en el 1968 llevó a Richard Nixon a la Casa Blanca? Las comparaciones son inevitables con aquel año de protestas, tensiones raciales y tragedias como el asesinato de Martin Luther King y la llegada del hombre a la Luna mientras en tierra los afroamericanos morían reivindicando igualdad. Las respuestas, sin embargo, son menos claras en este 2020, con una pandemia descontrolada que se ha cobrado más de 104.000 vidas y más de 40 millones de estadounidenses en el paro, una cifra no vista desde la Gran Depresión.

Las tensiones raciales son un contexto en el que Trump se siente cómodo. Han sido su trampolín político desde que en 1989 el magnate amplió su cuota mediática en Nueva York publicando un anuncio a toda página en cinco grandes diarios para pedir la reinstauración de la pena de muerte en el Estado para ejecutar a cinco jóvenes negros acusados de violar a una mujer blanca.
No pidió perdón cuando fueron exculpados e indemnizados con 40 millones, igual que nunca se disculpó por sus insidiosas afirmaciones sobre la nacionalidad de Barack Obama, que le convirtieron a él y a Melania en los mejores portavoces del movimiento racista birther, o por su balance de la marcha de supremacistas blancos en Charlottesville en el 2017 cuando dijo que había “buena gente en los dos lados”.

Político de confrontación

El presidente explotó la tensión racial y social para ganar las elecciones en el 2016

En el 2016 Trump supo capitalizar las tensiones sociales y raciales a su favor para llegar a la Casa Blanca. “Las vidas de los blancos importan”, “todas las vidas importan”, afirman muchos de sus seguidores como réplica al movimiento Black Lives Matter (Las vidas de los negros importan) a raíz de varios episodios de brutalidad poicial contra afroamericanos. Ahora la situación es diferente. ¿Puede realmente un presidente jugar la carta del outsider que encandiló entonces a muchos votantes, unidos por el desengaño hacia la política como única ideología? “No asumáis que los disturbios ayudarán a la reelección de Trump”, advertía ayer, algo contracorriente, Philip Klein en el diario conservador The Washington Examiner .

No es imposible que, como dicen muchos analistas, el clima de agitación social refuerce el voto de los blancos en los Estados bisagra que el presidente necesita para ganar la reelección pero “no es algo evidente”, afirma Klein. A diferencia de Nixon, “Trump ya es presidente” y en las actuales circunstancias es difícil defender él que es la persona que acabará con el caos. “Si ahora no ha sido capaz de superar el descontrol urbano de los demócratas y restaurar el orden en su primer mandato, ¿por qué iba a hacerlo en un segundo?”.

Joe Biden podría reivindicar lo mismo “sin un lenguaje incendiario”, añade el director ejecutivo de este diario. Las encuestas dan al exvicepresidente entre cinco y diez puntos de ventaja sobre Trump pero todo puede decidirse en unos pocos estados y si algo han demostrado por ahora las protestas es que los demócratas no pueden dar por sentado el apoyo negro, en especial de los jóvenes. “La ausencia de Trump no basta”, advertía ayer el histórico activista y político negro Jesse Jackson en The New York Times .

Esta es una presidencia en llamas, un país incendiado por una cólera incubada durante años de injusticias sociales, brutalidad policial e impunidad, extremadamente dividido. “Estoy aquí, las vidas de los negros importan y el Gobierno y el sistema no nos han apoyado. Se supone que el movimiento por los derechos civiles terminó hace 50 años pero aún pasan las mismas cosas”, criticaba anteanoche Jay, una afroamericana de 36 años. “Hemos intentado ser educados y adaptarnos al statu quo pero nos están matando a plena luz del día, asesinados. Tengo un hermano mayor y tengo miedo cada vez que sale de casa”, comentaba esta mujer llegada de Maryland para protestar frente a la Casa Blanca a una distancia segura del grupo de manifestantes, blancos y negros, que durante horas buscó el choque con los agentes desde la primera fila.

Revelación del ‘New York Times’

Trump fue trasladado al búnker de la Casa Blanca el viernes por la noche

“La gente como yo tenemos que apoyar a estos jóvenes” comentaba en el mismo lugar Bibek, un abogado blanco de 50 años residente en los afluentes suburbios de Washington. “Va a ser la única manera de conseguir que algo cambie. Nada funciona. Hay más y más incidentes. Piensa en toda la violencia que antes de los teléfonos móviles no veíamos”, comentaba este manifestante poco antes de que se autorizara el despliegue del ejército en Washington para dispersar las protestas, que causaron graves destrozos a comercios, monumentos y mobiliario urbano, como en muchas otras ciudades. Más de una docena han decretado toque de queda para intentar frenar la violencia. Desde anoche, a la vista de que las manifestaciones pacifistas de la tarde volvieron a dar paso a episodios de violencia la alcaldesa, también la capital del país.

De acuerdo con fuentes de la Administración citadas por The New York Times, el primer día de grandes protestas en Washington, el servicio secreto llevó al presidente al búnker de la Casa Blanca, un lugar apenas utilizado. El vicepresidente Dick Cheney, recuerda el diario, fue trasladado al subterráneo durante los atentados del 11-S y George W. Bush, que ese día estaba fuera de la ciudad, unos días después por una falsa alarma terrorista.

La Casa Blanca valoró ayer la posibilidad de que Trump pronunciara un discurso a la nación para hacer un llamamiento a la unidad nacional como algunos asesores le sugerían. Se impuso la opinión de quienes, como su yerno Jared Kushner, creen que no servirá nada y podría ser incluso contraproducente. Algunos políticos demócratas expresaron sus dudas sobre la capacidad de Trump de conectar con el sentir general del país (un hermano de Floyd contó ayer que el presidente no le dejó hablar cuando le llamó para darle sus condolencias) y aplacar la cólera después de que la víspera avivara las protestas con su amenaza de recurrir a “temibles armas” para responder a los manifestantes, que podrían haber salido –recalcó–”gravemente heridos”.

Carrera a la Casa Blanca

Biden lleva una ventaja de hasta diez puntos sobre Trump en las encuestas

“No hace más que empeorar las cosas. No se trata de usar la fuerza militar. Se trata de dónde estamos como país, América está desbordada y su retórica no hace más que inflamar todo eso, a veces lo que debería hacer es callarse”, reclamó la alcaldesa de Atlanta, la demócrata negra Keisha Lance Bottoms. En lugar de intervenir desde el despacho oval para hablar a los estadounidenses, el presidente tiró de Twitter para atacar a los medios, a los que acusó de “fomentar el odio y la anarquía”. En los últimos días, la policía ha atacado y detenido sin motivo aparente a numerosos periodistas. Trump anunció además que planea declarar “organización terrorista”, al nivel del Estado Islámico o Al Qaeda, a los Antifa, un movimiento de lucha antifascista formado por diferentes grupos sin una estructura definida que puede llevar a la criminalización de ciertas manifestaciones. “La violencia instigada y practicada por Antifa y otros grupos relacionados con los disturbios es terrorismo doméstico y se tratará como tal”, dijo el fiscal general, William Barr, en un comunicado. Ley y orden, versión 2020.


¿Los conflictos sociales y raciales en EE.UU. irán a más?
  • Sí 93.74% (8579)
  • No 6.26% (573)
Han votado 9152 personas


https://www.lavanguardia.com/intern...vo-interrogante-a-la-reeleccion-de-trump.html
 
Biden acusa a Trump de avivar el odio y promete cerrar heridas
“La presidencia es un trabajo enorme, nadie hará todo correctamente, y yo tampoco, pero sí les prometo esto: yo no propagaré temor y división”, afirma el candidato en un discurso desde Filadelfia

El candidato presidencial demócrata Joe Biden, en Filadelfia. En vídeo, Biden acusa a Trump de avivar el odio. JOSHUA ROBERTS (Reuters) | Efe

Amanda Mars
Washington - 02 jun 2020 - 14:27 ART

Joe Biden se dirigió este martes a los estadounidenses como la alternativa a Donald Trump ante la virulenta crisis social desatada en el país a raíz de la indignación por la brutalidad policial contra los afroamericanos. Biden, candidato in pectore de los demócratas para las elecciones de noviembre, condenó la derivada violenta de las manifestaciones pero atacó con dureza al presidente, que el lunes había ordenado disolver una concentración pacífica para poder retratarse ante Saint John, una famosa iglesia frente a la Casa Blanca que había sido atacada la noche anterior.

“Cuando se dispersa a manifestantes pacíficos por orden del presidente desde el umbral de la casa del pueblo, la Casa Blanca, usando gas lacrimógeno y granadas de detonación, con el fin de escenificar una foto en una iglesia noble, perdonará que pensemos que el presidente está más interesado en el poder que en los principios”, afirmó el exvicepresidente de la era Obama en un discurso desde el Ayuntamiento de Filadelfia, una ciudad que ha vivido duros altercados en los últimos días, con una fila de banderas estadounidenses a la espalda. “La presidencia es un trabajo enorme”, añadió, “nadie hará todo correctamente, y yo tampoco, pero sí les prometo esto: yo no propagaré temor y división. No avivaré las llamas del odio”.

Con el mismo aire presidencial que ha querido imprimir a su campaña de primarias, usó un tono solemne, de mandatario que se dirige a la nación, aunque, al tiempo, fue muy duro contra el republicano. “Donald Trump ha convertido este país en una batalla desgarrada por viejos resentimientos y nuevo miedos. ¿Es esto lo que queremos ser? ¿Es esto lo que queremos dejar a nuestros hijos y nuestros nietos? ¿El miedo, el enfado, los dedos apuntando a otros, en lugar de la búsqueda de la felicidad?”, dijo. La presidencia, recalcó, “es el deber de cuidar, no solo a los que nos han votado, sino a todos, no solo a nuestros donantes, sino a todos”.

Biden, que no es un orador de altura, gana enteros en las distancias cortas y es especialmente bueno en transmitir calidez en momentos de duelo, tras una vida marcada por tragedias personales, como el fallecimiento de su primera esposa y una hija en un accidente de tráfico. Este martes hubo también una muestra de ello. Comenzó su discurso citando las últimas palabras de George Floyd, el afroamericano que murió en un arresto brutal en Minneapolis (Minnesota) el pasado lunes, encendiendo una mecha que ha provocado una oleada de movilizaciones a nivel nacional y que ha traspasado ya fronteras, con actos de protestas en otros países. “No puedo respirar”, decía Floyd, inmovilizado en el suelo, mientras un agente le presionaba el cuello con la rodilla. El mundo entero pudo verlo a través de vídeos grabados por viandantes.

El demócrata, de 77 años, vio su campaña congelada por la irrupción del coronavirus en Estados Unidos y ha pasado los dos últimos meses prácticamente recluido en su casa de Delaware, desde donde ha tratado de hacer un hueco en la atención mediática con discursos a través de redes sociales e intervenciones en programas televisivos. Desde hace unos días, ha empezado a salir. Presentó respetos a los caídos por el Memorial Day, el pasado 25 de mayo, día de homenaje a los muertos en batalla, y ha vuelto a hacerlo a raíz de esta ola de protestas. El lunes se reunió con líderes afroamericanos en la iglesia de Delaware en medio de las protestas y rezó junto a ellos, en una imagen que no tardó nada en tener la réplica de Trump con el ya famoso episodio de la Iglesia de Saint John.

El éxito entre los votantes afroamericanos ha sido uno de los elementos que han dado la victoria en las primarias, aunque hace unos días tropezó al afirmar en una entrevista que una persona negra que dudaba entre él y entre Trump “no era negro”. Ante el alud de críticas, se disculpó.

 
Trump no se rinde y está dispuesto a utilizar el populismo patriótico para ganar las elecciones


Por Antoni Gutiérrez-Rubí
21 de Junio de 2020



El presidente de EEUU, Donald Trump, relanzó su campaña electoral con un acto en Tulsa, Oklahoma. (Reuters)
El presidente de EEUU, Donald Trump, relanzó su campaña electoral con un acto en Tulsa, Oklahoma. (Reuters)

Donald Trump ha recuperado la iniciativa en un mítin ayer en el conservador Estado de Oklahoma donde ganó en 2016 por más de 36 puntos. Durante dos horas de puro “show”, y con el doble objetivo de remontar en las encuestas y mostrar una gran vitalidad y energía (tras los insistentes rumores de la semana pasada sobre su estado de salud), Trump mostró todo su repertorio electoral: populismo de testosterona, bromas imprudentes y peligrosas sobre el COVID 19, ataques groseros a la prensa y desprecio profundo a los demócratas y a su candidato Joe Biden. En definitiva: división, provocación y manipulación.

El mítin celebrado en Tulsa (en el pabellón BOK, con capacidad para 19.000 personas) recibió mucho menos público del previsto, pero nada impidió la exhibición de Trump para deleite de sus fervientes seguidores. Durante dos horas, Trump hizo un ensayo general del ataque de lo que parece será su estrategia más recurrente: los demócratas se han doblado a la izquierda radical y no son suficientemente patriotas. Si ganan, el caos se apoderará de América, según el mandatario.


Hubo un gran momento. “Nosotros nunca hincaremos la rodilla en el suelo durante el himno nacional o ante nuestra gran bandera”
, arengó. Hincar una rodilla en el suelo es un gesto protagonizado en 2016 por Colin Kaepernick, exjugador de la liga profesional de fútbol americano (NFL), para protestar contra la violencia policial contra las minorías mientras sonaba el himno estadounidense antes de iniciar un partido. “No voy a levantarme y mostrar orgullo por la bandera de un país que oprime a la gente negra y a la gente de color. Para mí esto es algo más que fútbol y sería egoísta por mi parte mirar hacia otro lado”, afirmó.

Un gesto con unos poderosos antecedentes simbólicos como sucedió en 1965, cuando Martin Luther King se arrodilló durante un rezo frente al Palacio de Justicia del condado de Dallas, en Alabama, después de que un grupo de manifestantes fueron arrestados durante una marcha al tribunal para pedir el derecho al voto de los afroamericanos.

Pero a Trump, lo que realmente le interesa, es asociar la idea de hincar la rodilla a la rendición y claudicación de los demócratas frente a los alborotadores. Hace muy pocos días, poco antes de presentar un paquete legislativo de reformas policiales, una docena de dirigentes demócratas de la Cámara de Representantes y del Estado, con la poderosa Nancy Pelosi al frente, se reunieron en el Salón de Emancipación del Capitolio de los Estados Unidos para arrodillarse en silencio durante 8 largos minutos y 46 segundos en la memoria de George Floyd que sufrió ese mismo tiempo de larga agonía.

Los demócratas, con este gesto de respeto y empatía buscaban conectar con las protestas y manifestaciones que han sacudido Estados Unidos en las últimas semanas y ofrecer una vía para canalizar la rabia y el cansancio frente a la discriminación y la violencia policial contra los afroamericanos: el voto en las próximas elecciones presidenciales de noviembre.

Hincar la rodilla como gesto de protesta, respeto y solidaridad se ha convertido en un icono global más allá del deporte. Lo realizaron los jugadores del Liverpool durante un entrenamiento, así como los 22 titulares del Borussia Dortmund que se arrodillaron junto al círculo central poco antes de un partido, mientras los jugadores del Bayern lucían brazaletes negros con la frase ‘Black Lives Matter’ sobreimpresa en sus crespones. También lo han escenificado políticos como el alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti; el candidato demócrata a la presidencia, Joe Biden; o el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.

En 2017, Trump ya había criticado la acción de Kaepernick y a la NFL por no prohibir lo que consideraba “una total falta de respeto”. Incluso llegó a pedir que se despidiera a todos los jugadores que se arrodillan cuando suena el himno y fue la mano invisible que truncó la carrera deportiva de Kaepernick. Ahora, el republicano vuelve a la carga con uno de sus grandes temas: el orgullo nacional y contrapone, intencionadamente, derechos garantizados por la Constitución norteamericana al patriotismo que cualquier candidato presidencial debe exhibir, promover y defender. Se viene una campaña electoral en clave patriótica. Los demócratas creen que el fracaso sanitario y social en la pandemia pasará factura a Trump. Pero podrían equivocarse, de nuevo, si no entienden las emociones de una parte significativa de los electores.

Trump, enardecido, recreando el clima de combate que tanto le favorece, dijo nada más comenzar el discurso en Oklahoma: “¡Empezamos nuestra campaña! Sois unos guerreros, hay gente mala ahí fuera, pero sois unos guerreros” e insufló optimismo para justificar las gradas parcialmente vacías: “La mayoría silenciosa es mayor que nunca”, aseguró. Trump no se rinde y está dispuesto a utilizar el populismo patriótico, replicando la fórmula electoral de “ley y orden” con la que Richard Nixon ganó las elecciones en 1968.

*El autor de este artículo es asesor de comunicación

@antonigr


 
NO ha hecho nada, no le han dejado, de lo que quería hacer
ni muro, ni deportaciones a millones, ni cargarse el Obama-care.

Ay estos jueces constitucionales.

¿NOS PODRÍAN MANDAR A UNOS CUANTOS a España? Nos urge, gracias.

¿qué ha hecho el pato Donald? ¿pasear a la hija mema y el yerno Kosher?
 
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