Elecciones en Estados Unidos 2020

Ayer el departamento de Justicia confirmó que el FBI está investigando a Hunter Biden por lavado de dinero. ¿Habéis leído algo en la prensa sobre ello? ¿Visto en el Telediario?...Exacto…

 

Más de 86 millones de personas ya emitieron su voto anticipado para las elecciones en EEUU​

La mayoría de los expertos electorales vaticinan que participarán entre 150 y 160 millones de personas​

31 de Octubre de 2020



Colegio electoral en Pensilvania, EEUU (Europa Press)
Colegio electoral en Pensilvania, EEUU (Europa Press)

Hasta el viernes por la noche, 86,8 millones de personas ya habían votado en las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Esto equivale al 63% del total de boletas presentadas en los comicios de 2016.

La mayoría de los expertos electorales cree que en estos comicios participarán entre 150 y 160 millones de personas, lo que supondría que se ha superado el ecuador de la votación.

En Texas, ya se han emitido más votos de los que hubo hace cuatro años. Los 9 millones de texanos que sufragaron constituyen más de la mitad de todos los votantes registrados en el estado. La gran mayoría de esos votos fueron en persona.


Los demócratas tienen una importante ventaja sobre el Partido Republicano en el voto anticipado -47% frente al 33%-, según el análisis realizado por la agencia de noticias AP con datos de la consultora política L2. Esto no significa que los demócratas vayan a ganar, pero sí incrementa la presión sobre los republicanos para lograr una ventaja similar, o mayor, el 3 de noviembre.


Arizona, Florida, Georgia, Hawái, Montana, Nevada, Nuevo México, Carolina del Norte, Oregón, Tennessee y el estado de Washington informaron que al menos el 80% del total de votos de 2016 en esos estados se ha entregado.

Si bien los números de votación anticipada están alcanzando niveles récord, todavía hay millones de boletas por correo que aún no se han devuelto. El análisis del Proyecto de Elecciones encontró 35 millones de boletas por correo pendientes hasta el viernes.

Un hombre llena una papeleta durante la votación anticipada en Our Lady Help of Christians, en Staten Island, Nueva York, Estados Unidos. 25 de octubre, 2020. REUTERS/Andrew Kelly
Un hombre llena una papeleta durante la votación anticipada en Our Lady Help of Christians, en Staten Island, Nueva York, Estados Unidos. 25 de octubre, 2020. REUTERS/Andrew Kelly

LOS NUEVOS VOTANTES PARTICIPAN

La gran pregunta sobre participación en todos los comicios es: ¿qué partido está convenciendo a los nuevos votantes? Los datos muestran que los demócratas estarían ganando en ese campo, pero no necesariamente de una forma tan dramática como podrían sugerir algunos de los grandes datos globales.


Según el análisis de AP, en más de 1 de cada 4 boletas presentadas por el momento, el 27%, eran de votantes nuevos o infrecuentes, personas que o bien nunca han votado antes o que lo han hecho menos de la mitad de las veces que pudieron participar. Parece una gran cifra, pero no es mucho más alta que en los últimos años. La firma de datos demócrata Catalist halló que en 2016 aproximadamente un cuarto del electorado no había votado en las anteriores presidenciales.

Sin embargo, podría seguir subiendo ya que los novatos y los no habituales tienden a votar más cerca de la jornada electoral o el propio día. E incluso los pequeños cambios pueden marcar la diferencia en los estados donde la batalla entre Trump y el aspirante demócrata, Joe Biden, está más ajustada.


Un aumento en ese sentido parece ser una buena noticia para los demócratas. El 43% de los votantes en esta categoría están registrados como demócratas, frente a un cuarto que se identifican como republicanos. El tercio restante aparece como independientes o de un partido minoritario, un grupo que suele favorecer a los demócratas.

Los votantes se congregan en la región conocida como Cinturón del Sol, especialmente en estados como Florida, Carolina del Norte y sobre todo en Texas, que los demócratas esperan ganar movilizando a una gran parte del electorado que se abstiene en la mayoría de las elecciones.


“Los demócratas ya están expendiendo su electorado”, dijo Tom Bonier, de la firma de datos demócrata TargetSmart. “Esto parecería favorable a Biden, pero hay que tener en cuenta la advertencia que hemos escuchado un millón de veces antes: no sabemos cuánta gente votará el día de las elecciones”.

Imagen de archivo de personas haciendo fila para emitir sus sufragios afuera del Madison Square Garden, que es utilizado como local de votación, en el primer día de votación anticipada en Manhattan, Nueva York, Estados Unidos. 24 de octubre, 2020. REUTERS/Jeenah Moon/Archivo
Imagen de archivo de personas haciendo fila para emitir sus sufragios afuera del Madison Square Garden, que es utilizado como local de votación, en el primer día de votación anticipada en Manhattan, Nueva York, Estados Unidos. 24 de octubre, 2020. REUTERS/Jeenah Moon/Archivo

LOS VOTANTES AFROAMERICANOS SE MANTIENEN FIELES


El destino de Biden podría estar ligado a una fuerte participación de los votantes afroamericanos en los estados en disputa. Por el momento, alrededor del 9% de las boletas anticipadas son de afroestadounidenses, casi a la par con el 10% de 2016, de acuerdo con una estimación de votantes realizada por Pew Research entonces.

Los votantes afroamericanos están manteniendo su cuota en varias zonas en disputa. En Carolina del Norte suponen el 21% tanto en voto anticipado como en registros, mientras que en Georgia constituyen el 30% voto adelantado y el 32% de los electores registrados.

Un ligero descenso en la elevada participación de los afroestadounidenses en 2008 y 2012 repercutió en la derrota de los demócratas cuatro años más tarde, y la formación y sus seguidores están observando atentamente qué ocurre en esta ocasión.

Por el momento, los datos son ambiguos. Ha subido el número de afroestadounidenses mayores que han votado. Los de 65 años o más son ya una de los grupos demográficos más fiables en lo comicios, pero según los datos de TargetSmart, han mejorado su participación en seis estados clave: Arizona, Florida, Georgia, Nevada, Carolina del Norte y Texas.

Al mismo tiempo, de acuerdo con el Sindicato Internacional de Empleados de Servicios (SEIU, por sus siglas en inglés), los votantes afroamericanos más jóvenes, que son menos fiables, han depositado ya más votos que en 2016. Este es un indicio del aumento del compromiso de un sector del electorado que bajó en 2016.

Según el sindicato, los votantes afroamericanos se están recuperando de los efectos de la pandemia del coronavirus y del colapso de la economía, que golpeó especialmente a su comunidad, además de las movilizaciones contra el racismo en el país. Esto les motiva a superar los persistentes obstáculos para votar, dijo Mary Kay Henry, presidenta internacional de SEIU.

[IMG alt="Un grupo de personas espera en fila para votar en el condado de Marion en Indianápolis, Indiana, Estados Unidos, el 23 de octubre de 2020. EFE /EPA /JUSTIN CASTERLINE
"]https://www.infobae.com/new-resizer.../infobae/LJ2XLRFAFND3NGJA6GO2HWHPCY.jpg[/IMG] Un grupo de personas espera en fila para votar en el condado de Marion en Indianápolis, Indiana, Estados Unidos, el 23 de octubre de 2020. EFE /EPA /JUSTIN CASTERLINE

LOS DEMÓCRATAS ESPERAN UN BUEN RESULTADO ENTRE LOS JÓVENES

El análisis de AP mostró que, hasta el viernes, el 11,3% el voto anticipado había sido emitido por electores de entre 18 y 29 años. Esto supone un ligero incremento con respecto a este punto de la carrera electoral de hace 4 años, cuando los menores de 30 habrían presentado el 9,6% de las boletas, según TargetSmart.

Y en los estados en disputa de Florida, Georgia y Carolina del Norte, el 30% o más de los jóvenes han participado ya, de acuerdo con los datos de la AP.

Esto es, de nuevo, un buen indicio para los demócratas, aunque muy preliminar. Los jóvenes tienden hacia el Partido Demócrata y, cuando los demócratas se movilizan para votar, no es inusual que sus números sean más altos.

El electorado joven batió récords en 2018, con una participación del 36% de su franja demográfica, según el censo de Estados Unidos. Esto ayudó a los demócratas a recuperar el control de la Cámara de Representantes.

Existía cierta preocupación porque la pandemia causase un fuerte descenso de los registros de personas de 18 y 19 años, que podrán votar por primera vez. Sin embargo, el registro de jóvenes para votar es más alto en casi todos los estados esta vez que en 2016, según el Center for Information Research and Civic Learning and Engagement de la Universidad Tufts. Esto refleja tanto el aumento de la población como el alza de los registros para las elecciones de mitad de legislatura de 2018.

¿UNA ALTA PARTICIPACIÓN INFLUIRÁ EN EL RESULTADO?

Los republicanos sostienen que la participación récord que se prevé no tendrá mucha importancia en los estados en disputa. Según la campaña de Trump, cuando todas las boletas se hayan contado la participación en esas regiones clave será similar a la de 2016.

Es bastante predecible lo que han llevado al electorado”, afirmó Nick Trainer, director de estrategia para estados en disputa en la campaña del presidente, acerca de los demócratas. “Nosotros también movilizaremos a nuestros nuevos votantes”.

Esta opinión disiente mucho de la mostrada por varios expertos electorales, que ven indicios de más entusiasmo en las zonas clave, tanto en el voto anticipado como en las encuestas.

John Couvillon, un encuestador republicano que rastrea el voto anticipado, dijo que la campaña de Trump está siendo demasiado despectiva. “Oigo la misma actitud que en 2008, cuando los republicanos negaban la impresionante participación anticipada que estaba generando Obama”, apuntó.

McDonald señaló que no hay forma de saberlo hasta el día de las elecciones.

Sin embargo, destacó que, si la participación es baja, eso no es necesariamente una buena noticia para Trump dada la gran ventaja que tienen acumulada ahora los demócratas. Esto significaría que la campaña del presidente necesitaría ganar el martes por un margen aún mayor. “Es mejor que esperen estar equivocados”, afirmó.

(Con información de AP)

 

La última hora de las elecciones en Estados Unidos, en vivo | Joe Biden: “Para acabar con la covid-19 primero hay que acabar con Donald Trump”​

El presidente se lanza a un último ‘sprint’ para intentar revertir los resultados de las encuestas | ’Texas ya registra más participación electoral que en 2016 | La pandemia se desboca a tres días de las presidenciales con más de nueve millones de contagios​



El País
Washington - 31 oct 2020 - 17:18 ART

A tres días de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, algunos puntos del país registran altísimas tasas de participación. Texas ha sido uno de los que ha batido récord en estos comicios. Allí ya han votado anticipadamente más de nueve millones de personas, una cifra superior al total de 2016. Las encuestas en el segundo Estado más poblado, que aporta 38 de los 270 votos electorales necesarios para conseguir la presidencia, dan una ligera ventaja para el presidente Donald Trump. Mientras la campaña se adentra en la recta final, la pandemia en el país continúa desbocada con más de nueve millones de contagios. Solo este viernes se registraron al menos 98.000 nuevos casos. El avance desatado del coronavirus está empujando al límite el caótico sistema sanitario de Estados Unidos, y por eso sigue en el centro de los discursos en los mítines de ambos partidos.

Donald Trump tiene una agenda cargada este sábado. El presidente tiene previsto abandonar la Casa Blanca a las diez de la mañana de la costa Este de EE UU para volar en el Marine One hasta la base militar de Andrews, desde donde viajará en el avión presidencial a Pensilvania. A lo largo del día tendrá cuatro mítines en total: al mediodía, a las 12.15, a las 17.30 y a las 20.15. Todos ellos en Pensilvania. A las 11 de la noche el presidente volverá a Washington. Trump se ha lanzado a un último sprint cuando Biden llega a la recta final con una holgada ventaja en los sondeos, de casi ocho puntos respecto al presidente, según el promedio de encuestas nacionales de Real Clear Politics. Pero el recuerdo de 2016 está muy presente en las filas del Partido Demócrata y la agenda de Joe Biden, hasta ahora de perfil bajo por las precauciones que exige el coronavirus, se va a volcar en Estados como Wisconsin o Michigan, donde se estrellaron hace cuatro años.

 
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Trump y Biden multiplican sus actos en un clima de alta tensión

El candidato demócrata llega a la recta final con una holgada ventaja en los sondeos, de casi ocho puntos respecto al presidente, según el promedio de encuestas nacional​


Un hombre camina frente a anuncios de Trump en las calles de Washington.
Un hombre camina frente a anuncios de Trump en las calles de Washington.HANNAH MCKAY / Reuters

Amanda Mars|Sonia Corona
Washington - 30 oct 2020 - 20:30 ART

Los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, el republicano Donald Trump y el demócrata Joe Biden, se han lanzado a un sprint final a tres días de las elecciones con múltiples actos de campaña en un clima de gran crispación. Los comercios de las grandes ciudades están tapiando sus escaparates y edificios de viviendas están contratando servicios de seguridad privada ante el temor a disturbios el 3 de noviembre. La gran cadena de hipermercados Walmart ha retirado de sus estanterías las armas y la munición. Los estadounidenses están llamados a las urnas, además, en pleno repunte de la pandemia.

Biden llega a la recta final con una holgada ventaja en los sondeos, de casi ocho puntos respecto al presidente, Donald Trump, según el promedio de encuestas nacionales de Real Clear Politics, pero el recuerdo de 2016 está muy presente en las filas del Partido Demócrata y su agenda, hasta ahora de perfil bajo por las precauciones que exige el coronavirus, se va a volcar en los lugares donde se estrellaron hace cuatro años. El candidato tenía previsto visitar solo este viernes Wisconsin, Iowa y Minnesota, cruzándose con su rival en dos Estados, Wisconsin y Minnesota. Trump está también en Michigan, y Biden le pisará allí los talones el sábado. Es una señal elocuente de lo que sus equipos de datos ven en juego estos días.

Estos Estados se inclinan, según los sondeos, hacia el candidato demócrata, pero Biden ha decidido no dejar fuera a ninguno de ellos para no desalentar a sus votantes. “No estoy súper seguro de nada, solo quiero asegurarme de tener todos los votos posibles”, declaró ante la prensa.

El aluvión de voto anticipado por correo hace posible que el recuento total de votos se demore y, también, que los primeros resultados conocidos durante la madrugada se puedan ver corregidos días después. Esa incertidumbre, en un país altamente polarizado y con un presidente que agita el fantasma del fraude electoral, es dinamita. Después de un verano marcado por la ola de protestas raciales con graves episodios vandálicos, las calles de muchas ciudades han vuelto a tapiar sus cristales. Walmart tomó la decisión de retirar el armamento de sus estanterías, por segunda vez en los últimos meses, después de que una de sus tiendas fuera saqueada en Filadelfia (Pensilvania) en plena movilización por la muerte de un afroamericano a manos de la policía. “Hemos visto revueltas aisladas y, como hemos hecho en varias ocasiones en los últimos años, hemos quitado las armas y las municiones de la tienda como medida de precaución por la seguridad de nuestros empleados y clientes”, dijo un portavoz a The Wall Street Journal.

Casi 86 millones de estadounidenses han depositado ya su voto, el 62% de todos los votos que se contabilizaron en 2016, pero los aspirantes a la Casa Blanca van a pelear hasta el final por los que faltan.

Biden se hará acompañar el fin de semana del expresidente Barack Obama en dos mítines en Detroit y Flint, en Michigan. Los demócratas buscan recuperar el Estado después de que en 2016 Trump ganara allí por un margen mínimo: un poco más de 10.000 votos. La campaña de Biden ha detectado que parte de esa derrota se debió a que la candidata Hillary Clinton desistió de buscar el voto afroamericano. Ahora, según los sondeos, el demócrata tiene una ventaja de casi seis puntos.

Obama se implica​

La de este sábado será la primera vez que Obama y Biden hagan campaña juntos. El expresidente intentó mantenerse alejado de la promoción del candidato demócrata al principio de este año, pero desde el verano ha tomado un papel más relevante en la campaña, primero, con potentes discursos y, desde hace dos semanas, viaja por los Estados bisagra para pedir el voto por Biden y atacando sin ninguna restricción al actual ocupante de la Casa Blanca.

Los refuerzos también están en el sur del país, donde la candidata demócrata a la vicepresidencia, Kamala Harris, recorrerá tres ciudades de Texas —Houston, Fort Worth y McAllen—, un Estado tradicionalmente republicano pero que, en algunas encuestas, ha mostrado su preferencia por el candidato demócrata. En el sureño Estado más de nueve millones de personas han votado por correo o en persona de manera anticipada, una cifra ya mayor a todos los votos emitidos en las elecciones de 2016.

Trump busca en Michigan conservar el voto de las zonas residenciales y trastocar los sitios en los que Biden se ha mostrado confiado. Su equipo de campaña reconocía este viernes que el presidente no celebrará una fiesta el día de las elecciones en el Trump Hotel, en el centro de Washington, como inicialmente había anunciado. “El 3 de noviembre pasará a la historia como la noche en que ganamos CUATRO AÑOS MÁS. Será absolutamente ÉPICO, y lo único que podría mejorarlo es tenerle a USTED allí”, decía una solicitud del presidente en un correo que incluía una imagen de Trump y la primera dama, Melania Trump, bajo la frase “Únase a nosotros en la noche de elecciones”.

Trump explicó a la prensa que ha cancelado la fiesta por las restricciones que el Ayuntamiento del Distrito de Columbia mantiene por el avance del coronavirus. “Washington DC está cerrado, es una locura”, comentó a los reporteros. En la capital de Estados Unidos el aforo permitido en restaurantes es del 50% y el uso de la mascarilla es obligatorio. Trump ha comentado que es probable que espere los resultados de la noche electoral en la Casa Blanca, lo que también se interpreta como una señal de que, al menos esa noche, quizá no espera celebrar nada.
 

Viaje a los 80.000 votos que cambiaron la historia de Estados Unidos​

EL PAÍS recorre, cuatro años después, condados de los tres Estados clave en la victoria de Donald Trump en 2016 y en los que Joe Biden se juega media presidencia​

La casa de Scott W. Moses en Mount Clemens, Michigan, el pasado 11 de octubre.
La casa de Scott W. Moses en Mount Clemens, Michigan, el pasado 11 de octubre.Mónica González
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Amanda Mars
Wilkes-Barre (Pensilvania) - 25 oct 2020 - 06:38 ART
Una calle de Kenosha, un suburbio de Detroit y un precioso pueblo llamado Wilkes-Barre, donde los ciervos pasean por el cementerio en pleno centro urbano, cambiaron hace cuatro años la historia de Estados Unidos. La demócrata Hillary Clinton sacó en las elecciones de 2016 casi tres millones más de sufragios que Donald Trump, pero el sistema estadounidense prima el peso de unos territorios sobre otros y el pinchazo en el cinturón industrial estadounidense la liquidó. En un país de 330 millones de habitantes, menos de 80.000 votos en un puñado de condados de Wisconsin, Michigan y Pensilvania inclinaron la balanza hacia el republicano con márgenes que no llegaban ni al 1%.

Hoy, esos tres territorios pendulares, que pasaron de Barack Obama a Trump, vuelven al centro de la batalla. EL PAÍS comienza con ellos una serie sobre los Estados que van a decidir la presidencia del país más poderoso del mundo.

“Yo era demócrata, pero me he pasado a los republicanos. En 2016 no voté a Clinton, no voté a nadie, pero en noviembre pienso votar a Trump. Lo que pasó aquí en Kenosha me hizo cambiar de opinión, además, la gente comenta que el partido rival pagó a la gente para hacer los destrozos”, explica Griselda Román, una peluquera de 47 años que emigró de México siendo adolescente y regenta un salón de belleza.

Kenosha, en el Estado de Wisconsin, al norte del país, es una de las ciudades golpeadas por los disturbios de este verano. La mecha prendió un domingo de agosto, cuando la policía disparó por la espalda siete veces a un hombre negro al que iba a detener, tras meses de protestas por la muerte del afroamericano George Floyd. Las manifestaciones contra el racismo se toparon con la presencia de milicias privadas. Un chico blanco de 17 años acudió con un rifle a poner orden por su cuenta y mató a dos personas.

La gran avenida 22, colindante al salón de Grisela Román, es hoy un camino de solares, establecimientos quemados e inmuebles tapiados por tablones. “Trump ha prometido mano dura, en lo militar y en lo económico es un hombre fuerte. Y he oído que Joe Biden quiere subir los impuestos”, explica la empresaria.

Es sábado, 10 de octubre, y la peluquería disfruta de un cierto trajín, agua de mayo para uno de esos negocios familiares que tuvieron que cerrar por la pandemia. En el televisor suena el diálogo de un culebrón en español. El 99% de su clientela habitual es latina. Cuando se pregunta por los comentarios insultantes del presidente hacia los hispanos, especialmente los mexicanos, ella responde: “Yo sé que no nos quiere mucho, pero…” y rompe a reír.

No elegía el condado de Kenosha a un presidente republicano en 44 años y en 2016 se decidió por Trump, quien supo leer la frustración de la clase trabajadora blanca, empobrecida y castigada por la fuga de la producción industrial, temerosa de la inmigración.

Joe Biden busca revertir ese voto. En el ámbito nacional, aventaja a Trump en los sondeos por siete puntos, según el promedio de Real Clear Politics, y en estos tres sitios clave, Wisconsin, Pensilvania y Michigan, le adelanta en cuatro, cinco y casi ochos puntos, respectivamente. Tras la sorpresa de hace cuatro años, sin embargo, las encuestas despiertan recelos y los expertos predicen con la boca pequeña. La peluquería de Kenosha muestra que, frente a los republicanos desencantados, el presidente aún puede seducir a nuevos votantes inesperados.

“Las elecciones se ganan por los márgenes, especialmente en épocas de partidistas y polarizadas como esta, cuando muy poca gente cambia de lado. Trump aún gana entre los trabajadores de mono azul con un amplio margen, aunque no tan amplio como en 2016. O podría ser un error de los sondeos”, apunta Larry Sabato, director del Centro de Políticas de la Universidad de Virginia.

El condado de Macomb, a 25 minutos en coche de Detroit, en Michigan, es el máximo exponente de este giro de parte de la clase trabajadores hacia el Partido Republicano. Es aquí donde el investigador Stan Greenberg identificó y bautizó en 1985 a los demócratas reaganianos, en referencia a las familias trabajadoras que abandonaron a los demócratas alvotar a Ronald Reagan. Mayoritariamente blanco, católico y muy sindicalizado, era uno de los condados más demócratas en la década de los sesenta; tras la revolución de Reagan ya no volvió a ganar un demócrata hasta Bill Clinton, en 1996.

Un paseo de Mount Clemens, una de las poblaciones del condado, transporta a ese tiempo dorado del gran suburbio americano, símbolo poderoso del empuje de la clase media. Las hileras de casas con banderas de barras y estrellas, los cortacéspedes en los jardines, las delicadas decoraciones de Halloween. Chicos de formación media encontraban un buen trabajo en algunos de esos gigantes automovilísticos de Detroit, podían comprar una casa, un coche y formar una familia, sin lujos pero sin calamidades.

Uno de los vecinos de ese barrio, Scott W. Moses, de 44 años, que se gana la vida reparando motocicletas, no está entusiasmado por Trump pero piensa votarle por segunda vez. "Le seré sincero, no me gustan todas sus políticas y creo que debería dejar de tuitear a las tres de la madrugada, pero ha cambiado la economía para mejor. “Nafta [el tratado comercial entre EE UU, México y Canadá, que data de 1994] es algo horrible que nos pasó y él trata de revertirlo. Quiere dar incentivos fiscales a las empresas que se queden. Es solo un ejemplo. Y, sobre la inmigración, la gente no deja de decir que él quiere que dejen de venir, pero lo que él dice es que vengan por la vía legal”, explica desde su porche, decorado con dos grandes carteles de apoyo al presidente.

Biden no quiere dejar a Trump la exclusiva del discurso económico nacionalista. Frente al “América, primero” del republicano, el demócrata ha colocado el lema del “Made in America” en el dentro de su programa económico. El discurso del Partido Demócrata sobre la globalización también ha cambiado. Ya empezó a hacerlo en 2016, cuando Hillary Clinton admitió los efectos adversos y avanzó cambios sobre el redactado del acuerdo comercial del Pacífico que Barack Obama acababa de promover y nunca se impulsó. Pero no funcionó. Michigan escogió a su primer presidente republicano desde Reagan.

Mike Bradley, un vecino que vive a cuatro manzanas de Scott, cree que esta vez escogerán al demócrata. “La gente, hace cuatro años, no se lo tomó en serio, hay quien lo veía hasta gracioso, y no pensaban que fuera a ganar, pero ahora es diferente y el partido parece mucho más unido”, señala este hombre de 38 años, nacido y criado en el Estado, hijo de un empleado de General Motors. “En esta zona, en concreto, antes veía muchos carteles de Trump, pero ahora veo más de Biden”, añade.

Ante el temor de las encuestas, hay muchos que estos días analizan el número de anuncios en favor de uno u otro candidato en los jardines de las casas. Cada uno tiene sus razones. Desde el porche, muchos no tienen problema en sentarse en las escaleras un rato para contárselas a una periodista desconocida, otro de esos sellos distintivos del suburbio americano. Ese, y las calabazas de Halloween, único símbolo común estos días en los hogares estadounidenses. Hay quien elige a Donald Trump por su mensaje de ley y orden, quien lo hace por haber aprobado la mayor rebaja de impuestos desde la era Reagan, quien lo elige porque simplemente es republicano y ha votado a los republicanos toda su vida. El presidente goza de un ratio de aprobación del 94% entre los votantes de su partido.

“A los estadounidenses les gustan los líderes fuertes y Trump proyecta fuerza. Pero también produce división y caos y eso no les gusta. Él ha disfrutado tres años de prosperidad económica y, aunque ahora hay una recesión, aún se le reconocen méritos por el crecimiento. La pandemia ha sido un desastre para él, ningún presidente la podía parar, pero él la ha empeorado, incluso después de haberse contagiado él mismo, sigue sin dar ejemplo sobre las mascarillas y otras políticas”, apunta Larry Sabato.

Republicanos contra Trump, una plataforma que hace campaña contra el presidente, ha recibido muchos testimonios de votantes arrepentidos. Bill O’Boyle, un veterano reportero y columnista de Times Leader, el diario de Wilkes-Barre (Pensilvania), uno de esos sitios cruciales en 2016, cree que son la minoría. No cree que haya que fijarse, dice, en el desgaste de Trump, sino en el empuje demócrata, para tratar de adivinar lo que puede ocurrir el 3 de noviembre. “Sigue siendo muy popular aquí, sus seguidores no han desaparecido, la diferencia la pueden marcar los demócratas que salgan a votar. Donald Trump podría obtener en Wisconsin, Michigan y Pensilvania cada uno de los votos que obtuvo en 2016 y, aún así, perder las elecciones”, opina.

Wilkes-Barre, de 40.000 habitantes, es la principal ciudad del condado de Luzerne, que no escogía un presidente republicano desde 1988; había votado a Barack Obama en 2008 y 2012, pero hace cuatro años dio un vuelco. El paisaje verde y montañoso, la pequeña universidad y las casas cuidadas lo retratan como un punto idílico de Pensilvania, aunque las naves cerradas y los locales vacíos dan cuenta de los estragos económicos de las últimas décadas. The Forgotten (Los olvidados), un libro de Ben Bradlee Jr. escrito justo después de las elecciones, describe la crisis sufrida cuando las minas de carbón empezaron a cerrar y las fábricas en las que trabajaban los familiares de esos mineros siguieron el mismo camino. La fábrica de lápices Eberhard Faber se fue a México a mediados de los ochenta. Los ingresos de los hogares del condado quedaron estancados desde 2000 y, en paralelo, la población hispana se multiplicó por 10.

Que Trump, un magnate inmobiliario de Nueva York, hijo de un millonario, famoso por su ostentación fuese el hombre que conectase con esos anhelos constituye uno de esos fenómenos políticos de 2016. Joe Biden trata de cambiar el relato. El candidato demócrata, que nació en una ciudad Pensilvania llamada Scranton, otrora también bastión industrial, agita la idea de que estas son las elecciones de “Scranton frente a Park Avenue”. “Bueno, aquí nadie sabía que Biden era de Scranton hasta que se presentó a candidato por primera vez, en 2008”, se queja O’Boyle.

Este año, Pensilvania es uno de los Estados en los que estos días se pueden observar largas colas de ciudadanos esperando a votar de forma anticipada. La enfermera Bonnie Fasulka, de Wilkes-Barre, lo hizo el pasado miércoles por la mañana, y lo hizo a Joe Biden. Lleva cuatro años preguntándose lo que ocurrió en 2016. “Aún estoy sorprendida, conozco a mucha gente que le votó, y no sé, decían que era porque Trump no es un político, porque es provida… Ahora, en realidad, ya casi no hablamos de política”, explica la mujer, de 61 años. Trabaja en un laboratorio, precisamente con pruebas de covid-19 y percibe la particular brecha política en la concienciación sobre la enfermedad. “No es que crean que es un invento, pero sencillamente no lo ven tan grave”, apunta.

El candidato Biden y su esposa, Jill, volvieron a hacer campaña por el condado de Luzerne este sábado. Tenían previsto hacerlo acompañados de Jon Bon Jovi. Hace unos días, también contaron con Magic Johnson para Michigan. Como ocurrió en 2016, los nombres conocidos apoyan a la candidatura demócrata, pero el 3 de noviembre su voto vale tanto como el de la peluquera de Kenosha, el columnista de Wilkes-Barre o el vecino de Macomb.



 
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El Nueva York cubano​

Hialeah, al norte de Miami, es la ciudad racial y lingüísticamente más homogénea de Estados Unidos​

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Enric González
Hialeah (Florida) - 23 oct 2020 - 19:13 ART
La gente hace fila en la mesa de votación de la Biblioteca John F. Kennedy, en el inicio de la votación anticipada en Hialeah, Florida, el 19 de octubre de 2020.
La gente hace fila en la mesa de votación de la Biblioteca John F. Kennedy, en el inicio de la votación anticipada en Hialeah, Florida, el 19 de octubre de 2020.MARIA ALEJANDRA CARDONA / Reuters

“Que apenas unos meses después se fuera a vivir con aquel tipo a un apartamento inmundo de la inmunda Hialeah, nada más y nada menos que Hialeah, resultó ser para la madre la prueba definitiva de la insania mental que afectaba a su hija”.

Este es un párrafo de Como polvo en el viento, la novela recién publicada de Leonardo Padura sobre la diáspora cubana. Habrá opiniones para todos los gustos, pero puede afirmarse con cierta seguridad que Hialeah, al norte de Miami, no es un lugar inmundo. Sí se trata de un lugar muy especial: es la ciudad racial y lingüísticamente más homogénea de Estados Unidos (blancos, hispanoparlantes y de origen cubano de forma casi unánime) y es la única ciudad industrial del país que no ha dejado de crecer. Un vecino la define como “la Nueva York de Cuba”.

Aquí no vive la rancia aristocracia del exilio cubano, la que toma café en la calle 8 de Miami y sueña con recuperar la propiedad de la isla. Tampoco vive aquí la nueva aristocracia cubano-americana de los Marco Rubio, los Mauricio Claver-Carone, los John Barsa o los Carlos Trujillo. En esta ciudad bulliciosa de 243.208 habitantes, según el último censo, se congrega gente ni muy boyante ni muy pobre (los ingresos anuales medios ascienden a 24.192 dólares) con ganas de trabajar y prosperar. En Hialeah arrasa Donald Trump. Por razones muy diversas y en conjunto bastante comprensibles.

La familia Rosales-Hernández resulta peculiar porque sus orígenes no son cubanos, sino salvadoreños. Hace solo un mes, en plena pandemia, invirtieron sus ahorros en la compra de un restaurante de cocina cubana, Las Pavas 2, y ahora intentan fusionar el menú de antes con sus propias especialidades y un popurrí continental. En la carta se mezclan el lechón, el chicharrón, el choripán y los refrescos colombianos. “No es fácil”, comenta una de las hijas. Necesitan sacar el negocio adelante. Lo último que desean son cierres y cuarentenas. Y eso, los cierres y las cuarentenas contra el coronavirus, se identifica con Joe Biden. Mejor, por tanto, Donald Trump.
Aylín dirige una agencia de viajes especializada en vuelos a Centroamérica y el Caribe (muy especialmente a Cuba) y ahora, por la pandemia, apenas tiene actividad. Llegó de Cuba en 2013. Su marido se había establecido poco antes en Hialeah. Rubia y de ojos claros, Aylín se aparta del cliché físico caribeño. Casi toda su familia se quedó en Cuba, mantiene frecuentes contactos con ellos y, pese a “la tristeza por el comunismo”, no se siente exiliada sino emigrante. También se aparta del cliché local porque no comparte el entusiasmo mayoritario por Donald Trump: no piensa votar, los dos candidatos le parecen malos. Pero cree que “Trump tiene razón al decir que si gana Biden este país dará un paso hacia el socialismo y la pobreza”. Y si la obligaran a votar, no dudaría: Trump. “Donald Trump va a ganar en Florida, segurísimo”, afirma.
El joyero Mike compra y vende oro. Reconoce que su negocio va bien: “Unos tienen que vender, otros quieren comprar”. Su acento es cubano pero con matices. “Nuestra familia tiene raíces en Cuba, España y Portugal y yo soy de Miami. Lo que usted escucha”, explica, “es el acento de Hialeah”. Como en otros lugares visitados, Mike y su familia derrochan amabilidad con el reportero. Amabilidad y café cubano. Después de varios dedalitos de ese brebaje delicioso y explosivo (y legal, a diferencia de la cocaína), al corresponsal le tiemblan las manos y apenas comprende sus propias notas.

Aylín, la directora de la agencia de viajes, había comentado antes que no todo el mundo se acostumbraba al ruido y la actividad constante de Hialeah (no saquen de ello conclusiones erróneas: es una población limpia y ordenada). A Mike le encanta esta ciudad “donde si quieres cenar a las tres de la madrugada, tienes muchos restaurantes donde elegir” y donde “las cosas buenas son muy buenas y las cosas malas tienen remedio”. “Esto es el Nueva York cubano”, proclama. El joyero, sin mascarilla, estrecha la mano al reportero. Es escéptico sobre la pandemia. “Lo importante”, dice, “es seguir trabajando y que la economía no se detenga”.

Resumida en dos palabras, esa frase significa “Donald Trump”.

 

Retrato de un presidente desatado​


Bob Woodward
Trump, durante un discurso electoral en Jacksonville (Florida) el 24 de septiembre.
Trump, durante un discurso electoral en Jacksonville (Florida) el 24 de septiembre. Tom Brenner Reuters

31 OCT 2020 - 06:24 ART
Verborreico, indiscreto y mentiroso. Sin proyecto para su país. Así se muestra Trump ante el periodista que destapó el Watergate. Este es un avance de ‘Rabia’, el libro sobre un mandatario egocéntrico… y peligroso.



"He traído algo que nunca le he enseñado a nadie. Te lo voy a enseñar a ti”. Eso fue lo que me dijo Trump el 5 de diciembre de 2019. “Vas a ver algo genial”. Cogió el teléfono del escritorio del Despacho Oval. “Traedme alguna foto con Kim Jong-un cruzando la línea. De esas bonitas en color que acabo de ver”.

La entrevista de 74 minutos de aquella tarde se produjo tres meses antes de que la pandemia del coronavirus consumiera a Estados Unidos y al resto del mundo. Sería el primero de mis 17 encuentros con él para este libro.

—Todo esto quedará grabado para el libro —dije yo—. Estoy aquí para escuchar sus argumentos. Y quiero hablar de política. Porque después de abordar a nueve presidentes, la política es lo que importa. Es la columna vertebral y la definición.
—Estoy de acuerdo —dijo Trump—. Pero la política también puede cambiar, ¿sabes? Algunos dicen que yo cambio. Y lo hago. Me gusta la flexibilidad, no alguien que tiene una política y es capaz de atravesar un muro de ladrillo por ella, cuando puedes cambiar fácilmente y no tener que atravesarlo.
Mencioné que la CIA había llegado a la conclusión de que Kim es “astuto y hábil pero, en el fondo, estúpido”.

—Espero que lo escribas —dijo—. Y espero que escribas mi respuesta. Yo no estoy de acuerdo. Es astuto. Es hábil. Es muy listo. Y es muy duro.
—¿Y por qué dice eso la CIA?
—Porque ellos no saben —contestó—. ¿Vale? No tienen ni idea. Yo soy el único que lo sabe. El único con el que trata. No quiere tratar con nadie más
En aquel momento, Trump había tenido tres reuniones con Kim. Posteriormente descubrí que el principal experto de la CIA sobre Corea del Norte coincidía con el presidente en que Kim era inteligente y manipulador, y también bastante listo.
Un ayudante trajo las fotos. Todas habían sido publicadas y habían circulado bastante.
—Estos somos yo y él. Esa es la frontera, ¿no? Pues justo después, la crucé. No está mal, ¿eh? Esa es la línea entre Corea del Norte y Corea del Sur. Esa línea son palabras mayores. Nadie ha cruzado esa línea. Jamás.
Muchas otras personas habían cruzado la frontera hacia Corea del Norte, pero Trump fue el primer presidente de Estados Unidos en ejercicio en hacerlo.
—Yo dije: “¿Le gustaría que pase?”. Él dijo sí, me gustaría que pasara. Nunca lo ha hecho nadie. O sea, que estas fotos molan cuando…, o sea, como fotos icónicas, ¿qué te parece?
—Aun así, es una relación peligrosa —dije yo—. ¿Está de acuerdo?
—Sí , pero menos peligrosa que antes. Porque le caigo bien. Y él a mí también. Nos llevamos bien. Eso no significa que esté siendo ingenuo. No significa que piense ¡ah, esto va a ser maravilloso! Es un tipo difícil. Y es listo, muy listo.
—¿Está convencido de que es listo?
—Más que listo. Mira, con 27 años se puso al mando de un lugar inestable donde la gente es muy lista. Igual que en Corea del Sur. Son iguales. ¿Vale? La misma gente. Muy lista.
Trump no negó que Kim fuera también violento y despiadado. Según decía.
—Kim me lo cuenta todo. Lo sé todo de él. Mató a su tío y puso el cadáver en la misma escalera por la que salían los senadores. Y tenía la cabeza cortada, puesta sobre el pecho. ¿Te parece duro? Pues ellos creen que la política en este país es dura. Nancy Pelosi dijo: “Venga, vamos a procesarle”. ¿Te parece duro? Esto es duro. Son unas fotos geniales —señaló una de las imágenes—. Mira, ¿Le habías visto sonreír antes?
Los medios de comunicación de Corea del Norte publican regularmente imágenes de Kim sonriendo en distintos eventos.
—El comandante del NorthCom en Colorado Springs tiene la autoridad presidencial para derribar un misil que pueda golpear el territorio continental estadounidense desde Corea del Norte —dije—. Esto solo ocurriría si el secretario de Defensa no estuviera disponible. ¿Le parece bien delegar esa autoridad en el NorthCom?
—Claro. A ver, hay que estar preparado. Yo no espero a nada. Si lo hiciera, hace un año que ya no estaría aquí. Llevan tres años intentando destituirme. No, más. Desde el día en que bajé por las escaleras mecánicas, ¿sabes? —Aludía al lanzamiento de su campaña electoral—. Han estado intentando librarse de mí desde entonces.
Me mostró una fotografía.
—Mira qué bonita foto. La relación es buena.
—Ahora una pregunta difícil, presidente Trump — dije—. Tengo entendido que estuvimos cerca de entrar en guerra con Corea del Norte.
—Sí, más cerca de lo que nadie sabe. Mucho más. O sea, él lo sabe mejor que nadie —respondió refiriéndose a Kim—.
—¿Se lo dijo usted?
—No voy a decírtelo. Pero él lo sabe. Tengo una relación genial con él, pongámoslo así. Pero ya veremos lo que pasa.
Durante una reunión sobre temas educativos en la Casa Blanca, diciembre de 2019.
Durante una reunión sobre temas educativos en la Casa Blanca, diciembre de 2019.

Entonces comentó que, en dos años, Corea del Norte no había realizado pruebas nucleares o con misiles balísticos intercontinentales. La última prueba con ICMB había sido en noviembre de 2017.
—Todavía no puedo decirte cuál será el final, cómo acabará la cosa. Ha probado misiles de corto alcance. Y por cierto, todos los países tienen misiles de corto alcance. ¿Vale? No es para tanto. Eso no significa que a partir de enero no vaya a hacer cosas. Veremos qué. Pero tengo una relación genial con él.
Figuras destacadas de asuntos exteriores han dicho que Trump hizo demasiadas concesiones a Kim al acceder a un encuentro sin condiciones oficiales por escrito.
—¿Cree que ha dado demasiado poder a Kim? —le pregunté. El norcoreano había dicho que no lanzaría más misiles balísticos intercontinentales—. Si se vuelve desafiante y dispara uno de esos ICBM, ¿qué hará, señor?
—Si dispara, dispara —contestó—. Y entonces tendrá serios problemas, pongámoslo así. Problemas muy serios. Más serios de los que nadie ha tenido nunca.
Entonces, se desvió del tema para revelar algo extraordinario: un nuevo sistema armamentístico secreto.
—He construido un sistema nuclear, un sistema de armas que nadie ha tenido antes en este país. Tenemos cosas que no has visto jamás, ni siquiera te suenan. Cosas que ni les suenan a Putin o a Xi. Nadie… Lo que tenemos es increíble.
Más tarde, varias fuentes me confirmaron que el Ejército estadounidense tenía un nuevo sistema armamentístico, pero nadie quiso ofrecer detalles y les sorprendió que Trump lo hubiera revelado. Había solicitado y conseguido enormes aumentos para la financiación de la Administración Nacional de Seguridad Nuclear, que mantiene las reservas de armamento nuclear.
Trump me dijo que lo único que había concedido a Kim era una reunión.
—Mira, mira qué buena foto. Se lo está pasando bien. ¿Lo ves? Nadie le ha visto sonreír. Se siente feliz.
—¿Cree que fue como lo de Nixon con China? —pregunté, en referencia a la apertura hacia China en 1972.
—No, no quiero ni hablar de Nixon y China. Creo que China ha sido algo horrible para este país. Porque les hemos dejado convertirse en una potencia económica.
Entonces comenté que el Ejército siempre afirma que las alianzas con la OTAN y Corea del Sur son el mejor acuerdo de Estados Unidos, una gran inversión en la defensa conjunta.
—El Ejército se equivoca —contestó—. No diría que son estúpidos, porque nunca diría eso de nuestros militares. Pero si alguien dijo eso, quienquiera que lo dijera se comportaba como un estúpido. Es un trato horrible. Nosotros estamos protegiendo a Corea del Sur de Corea del Norte, y ellos están haciendo una fortuna con televisores, barcos y todo lo demás. ¿No? Nos cuesta 10.000 millones de dólares. Somos tontos.
A EE UU le supone un gasto anual aproximado de 4.500 millones de dólares (más de 3.800 millones de euros) apostar tropas en Corea del Sur, 920 de los cuales los paga el Gobierno surcoreano.
—Ahí fuera hay indignación —dije, refiriéndome al país—. Y usted está aquí, sentado en el Despacho Oval. ¿Por qué? ¿Por qué tanta indignación?
—Vale —contestó—, creo que es por varias razones. Pero antes de acceder a contestar esa pregunta, ¿eh?, tengo que decir esto: también habrá muchos demócratas que me votarán en secreto. Igual que la última vez. Los demócratas de Obama que salieron…, iba a decir, de Barack Husein, pero mejor no, porque quiero que esto sea superagradable. Los demócratas de Obama que salieron y me votaron a mí fueron un porcentaje enorme. Y los de Bernie Sanders también me votaron.
Bob Woodward. Sus crónicas en 'The Washington Post' junto a Carl Bernstein hicieron caer a Nixon por el caso Watergate. Ha publicado libros sobre los últimos nueve presidentes de Estados Unidos. 'Rabia' es su segunda obra sobre Trump.
Bob Woodward. Sus crónicas en 'The Washington Post' junto a Carl Bernstein hicieron caer a Nixon por el caso Watergate. Ha publicado libros sobre los últimos nueve presidentes de Estados Unidos. 'Rabia' es su segunda obra sobre Trump.

Según los sondeos a pie de urna, alrededor de un 9% de los votantes que se identificaban como demócratas votaron a Trump en 2016, y cerca de un 7% de los que se identificaban como republicanos votaron a Clinton.
Mencioné al expresidente Obama y dije que muchos le consideraban un hombre listo.
—No sé. No creo que Obama sea listo —respondió—. Mira, yo creo que está muy sobrevalorado. No creo que sea un gran orador. Es muy de… “Eh, mira, he ido a las mejores universidades, lo he hecho superbién”. Yo tuve un tío que fue profesor en el MIT durante 40 años, uno de los más respetados. Hermano de mi padre. Y mi padre era más listo que él. Es buena ascendencia. Y hablan de la élite. En serio, ¡de la élite! Oh, tienen casas bonitas. No. Las mías son mucho mejores. Yo lo tengo todo mejor que ellos, incluida la educación.
https://elpais.com/elpais/2020/10/29/eps/1603983371_777316.html—Estamos en un momento importante de la historia —dije—, en que se va a iniciar un proceso para destituirle, la Cámara le va a destituir.
—Sí.
—Y ahora mismo estamos en el Despacho Oval. Y le veo satisfecho, feliz, orgulloso.
—Sí.
El subsecretario de prensa interrumpió diciendo:
—Caballeros, nos quedan cinco minutos. El secretario del Tesoro espera.
—No pasa nada —dijo Trump—. Adelante. Me encanta este tío. Aunque escriba mierda sobre mí.
—¿Cuál es la estrategia Trump-Pence para ganarse al votante indeciso en los próximos 11 meses?
—No lo sé —contestó—. ¿Sabes? Te diré cuál. Hacer un buen trabajo. Eso es todo. Es muy sencillo. No es… No tengo una estrategia. Simplemente lo hago bien.
—¿Por qué no me muestra sus impuestos? En serio.
Repitió su argumento de siempre de que la IRS estaba revisando sus declaraciones de impuestos, pero yo sabía que, si quería, eso no le detendría para enseñarlas.
—¿Sabes lo que gané el año pasado? —preguntó Trump—. 488 millones, o algo así. 488 millones. Y es porque no estoy ahí. Quiero decir, que habría ganado mucho más. Cuatro ocho ocho.
Según la declaración financiera presentada ante la Oficina de Ética Gubernamental en mayo de 2019, en 2018 Trump declaró ingresos por valor de al menos 434 millones de dólares.
Mencioné el efecto de pantalla partida del debate sobre el impeachment en la Cámara de Representantes y nuestra entrevista en el Despacho Oval. Sabía que aquello era un número preparado. Tenía todo su atrezo sobre el escritorio: los pergaminos con las órdenes de nombramiento de jueces en el centro de la mesa, sus fotos con Kim y un archivador con las cartas de Kim. Ya había entrevistado a Carter, Clinton, George W. Bush y a Obama en el Despacho Oval. Todos se sentaron en el sillón presidencial junto a la chimenea, y ninguno tenía atrezo.
—Es como si hubiera ganado el mayor premio de la lotería de la historia —dije.
—Sí. La ganaba cada día. Nancy Pelosi ha disparado mis números en las encuestas. Y sale diciendo: “Yo rezo por nuestro presidente”. No ha rezado por mí en su vida.
—De acuerdo. En una sola frase, ¿en qué consiste el trabajo del presidente? ¿Cuál es su trabajo?
—Tengo muchos trabajos.
Le ofrecí mi definición estándar.
—Yo creo que es averiguar cuál es la siguiente etapa de provecho para una mayoría de personas en el país.
—Es buena —dijo Trump.
—Y luego decir: vamos hacia allí, y este es el plan para llegar.
—Correcto. Pero, a veces, el camino cambia. O sea, mucha gente es inflexible. A veces el camino tiene que cambiar, ¿sabes? Tienes un muro delante y has de rodearlo en vez de atravesarlo: es mucho más fácil. Pero en realidad, el trabajo de un presidente es mantener a salvo nuestro país, que siga siendo próspero. ¿Vale? La prosperidad es importante. Aunque, a veces, hay tanta prosperidad que la gente quiere usarla mal, y tienes que tener cuidado con ella.
Mientras le escuchaba, me sorprendió la vaguedad y la falta de rumbo de los comentarios de Trump. Llevaba casi tres años siendo presidente, y no parecía capaz de articular una estrategia ni un plan para el país. Me sorprendía que afrontase 2020, año en que esperaba ser reelegido, sin un mensaje más claro.
—Por cierto, ¿puedo hacerte una pregunta? —dijo inquisitivamente Trump. Quería saber quién creía que sería designado candidato demócrata a la presidencia.
Mi historial con ese tipo de predicciones era lamentable y preferí pasar.
—¿Quién cree que va a ser su adversario? —le pregunté.
—Voy a serte sincero, creo que los candidatos son malísimos. Me avergüenzan los candidatos demócratas. Puede que tenga que presentarme contra uno de ellos y, quién sabe… Son unas elecciones. Pero, por ahora, pinta muy bien para mí. —
Rabia, de Bob Woodward, sale a la venta el 2 de noviembre en versión digital y el día 5 en papel, en Roca Editorial.

 

Trump mejora sus niveles de aceptación en la comunidad afroamericana en la recta final de las elecciones​

A cuatro días de los comicios, una nueva encuesta mostró un incremento de tres puntos porcentuales en el nivel de apoyo al actual presidente por parte de este demográfico​

30 de Octubre de 2020



El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Foto: REUTERS/Carlos Barria
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Foto: REUTERS/Carlos Barria


A solo cuatro días de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, el presidente Donald Trump recibió una encuesta con un resultado positivo que probablemente no esperaba: un incremento de tres puntos porcentuales en sus niveles de aceptación por parte de la comunidad afroamericana.

La preferencia de este demográfico por el partido demócrata es de larga data. En 2016, el 89 por ciento de los votantes afroamericanos eligió a Hillary Clinton. Tradicionalmente se estima que al menos un 65 por ciento de la comunidad vota por el partido en cualquier elección contemporánea. Su importancia está lejos de ser menor. Según el Pew research center, este año llegarán a una cifra récord de 30 millones de votantes.

El actual candidato demócrata, Joe Biden, goza de altos niveles de aceptación entre los miembros de la comunidad afroamericana. De hecho, su repunte en las primeras se debió en gran medida a su apoyo en el sur del país, siendo el estado de Carolina del Sur el caso más emblemático.



No obstante, según un reciente estudio publicado por Rasmussen, 30 por ciento de votantes afroamericanos registrados indicaron que tienen intención de votar por el Presidente Donald Trump. Es un avance relevante comparado con lo mal que le fue a Trump con esta comunidad 4 años atrás. El número está llamando la atención también porque en menos de una semana la cifra creció un 3 por ciento.

En qué consiste el plan de última hora de Trump por conquistar el voto afro-americano

En buena medida, la asociación de la imagen del presidente con íconos culturales populares de la comunidad parece estar dando sus frutos. Ayer mismo Trump se presentó en el centro de Florida junto al rapero Dwayne Carter Jr, más conocido como Lil Wayne.

Lil Wayne. Foto: Jeff Hanisch-USA TODAY Sports
Lil Wayne. Foto: Jeff Hanisch-USA TODAY Sports

El artista de 38 años, oriundo de Nueva Orleans, se reunió con el presidente en Tampa y compartió la foto a con sus 13 millones de seguidores no sólo que piensa votar por Trump, sino que lo apoya específicamente por el plan de reforma al sistema judicial que su administración presentó.

Pero Lil Wayne no es el único rapero que se acercó a Trump. O’Shea Jackson, conocido popularmente como Ice Cube, anunció semanas atrás junto al presidente un plan de inversión federal de 500 mil millones de dólares para empresas fundadas por afro-americanos y se negó a participar de una llamada via Zoom con Kamala Harris, candidata a la vice-presidencia de Joe Biden.


Juaquin Malphurs, cuyo nombre artístico es Waka Flocka Flame, fue citado por diversos medios de la industria del entretenimiento asegurando que el Presidente Donald Trump ha hecho más por la comunidad afro-americana que el propio Presidente Barack Obama (primer presidente afroamericano en la historia del país). Waka Flocka Flame fue criticado por este comentario pero lo defendió en sus redes sociales.

El propio Kanye West ha apoyado públicamente al Presidente Trump, y si bien luego se desdijo cuando anunció su propia carrera a la Casa Blanca, aún en las entrevistas pide a la gente que voten por Trump si no lo harán por él.


Está claro que Trump no ganará la mayor parte del voto afro-americano, pero mejorar su performance con esta comunidad puede ser de gran ayuda en estados donde el voto es muy reñido.

 

Trump presentó el que será su “plan del sueño americano para la comunidad hispana” si logra la reelección: sus principales puntos

En un claro esfuerzo por acercarse más al demográifoc, que puede definir el voto en estados clave como Florida, Arizona y Nevada, la campaña del mandatario reveló su proyecto para impulsar la creación de 500 mil nuevas empresas latinas​


Por Soledad Cedro
29 de Octubre de 2020
Desde Miami, Florida, Estados Unidos

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"Una hombre sostiene una pancarta de Latinos por Trump este, martes 27 de octubre, durante el mitin de Ivanka Trump, hija y asesora del presidente y candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos en Miami, Florida. (EFE/Giorgio Viera)
"
La comunidad latina es la principal minoría en los Estados Unidos. Compuesta por 57,5 millones de personas, representan el 17,9 por ciento de la población total, lo que les concede un importante grado de poder político y económico. Según un reporte del Instituto Pew, es la minoría con menor dependencia de la asistencia estatal y son los principales emprendedores en la nación, al tener en cuenta la cantidad de pequeños negocios iniciados por hispanos.

Si bien la relación de Donald Trump con los latinos fue turbulenta durante su campaña y sus primeros años al mando del ejecutivo -sobre todo por comentarios relacionados a temas migratorios, particularmente con relación a los mexicanos- con el correr del tiempo recuperó terreno. Aunque los latinos suelen inclinarse por el partido demócrata, se espera que en las próximas elecciones Trump tenga un mejor nivel de aceptación, fundamentalmente gracias al apoyo de buena parte de comunidades como la cubano-americana y la venezolano-americana.


En un claro esfuerzo por acercarse más a esta comunidad, que además puede definir el voto en estados clave como Florida, Arizona y Nevada, la campaña del Presidente Trump reveló su “plan del sueño americano para hispanos”. La iniciativa promete que, en caso de ser reelecto, su administración implementará políticas para facilitar la creación de 500 mil empresas latinas, propiciar un ambiente económico que produzca más de 2 millones de nuevos empleos en esta comunidad, y entregar becas y oportunidades de acceso a educación. También anticipa nuevas sanciones para regímenes como los de Venezuela, Cuba y Nicaragua, y una promesa migratoria para los Dreamers.


“El Presidente quiere sentar las bases para que la comunidad hispana prospere. No solamente a través de fondos para pequeños negocios (que llegarían con préstamos de bancos y otro tipo de instituciones financieras), sino también mediante la capacitación y la asistencia a estos comerciantes”, le contó a Infobae Lourdes Aguirre, miembro de la Junta Directiva de Latinos por Trump.

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Donald J. Trump, durante un mitin en la crucial Arizona, uno de los estados en los que el presidente compite por el voto latino (EFE/EPA/RICK D'ELIA)

Una de las mayores dificultades para el progreso financiero de la comunidad latina tiene que ver con un menor acceso a educación de calidad. Si bien en los últimos años muchos más hispanos acceden a la universidad –hoy el 22,7 por ciento de todos los estudiantes universitarios en Estados Unidos son de ascendencia latina-, el acceso a educación superior sigue siendo considerablemente menor que el que tienen otras comunidades.

“Estamos aquí para ayudar a quitar las barreras que muchos creen que tienen para buscar una mejor educación. Hay fondos y becas disponibles que muchos no están utilizando y el Presidente quiere que nos aseguremos de que todos tengan acceso a este tipo de ayuda”, agregó Aguirre.


Buena parte del terreno ganado con comunidades como la cubano-americana y la venezolano-americana tiene que ver con la política exterior hacia los regímenes de esos países. Cortar lazos con La Habana o reconocer a Juan Guaidó como Presidente de Venezuela, sumado a la gran cantidad de sanciones impuestas a miembros de estos regímenes, le han ganado simpatía al Presidente de parte de muchos miembros de la comunidad que viven en Estados Unidos.

“¿Qué puede llegar a hacer Donald Trump en cuatro años más que lleve a una democracia en países como Venezuela?”, preguntó Infobae.


“Al Presidente le gusta decir que guerra avisada no mata soldado. Donald Trump tiene una forma de negociar única y tiene un plan. Lo va a hacer, créanme que lo va a hacer. Pero no podemos anunciar todos los pasos ahora”, respondió Aguirre.

Igualmente críptica, aunque con promesa incluida, fue la respuesta cuando Infobae consultó acerca de las posibilidades de que, en caso de reelección, haya una reforma migratoria.


“Nos gusta hablar más de resolución que de reforma. Necesitamos una solución nacional, que beneficie a todos los estadounidenses. Cuando el Presidente quiso una resolución para DACA (la legislación que otorgaría estatus migratorio a los Dreamers), los demócratas la bloquearon. Nuestra recomendación al Presidente fue que espere hasta la reelección porque todo lo que quería hacer iba a estar manchado de política. Después de la reelección la solución va a venir, pero la tiene que anunciar el propio Presidente”, concluyó Aguirre.

 
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