El silencio es oro. Pueblos abandonados.

Aldehuela de Santa Cruz ( Zaragoza)



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También llamado Aldehuela de Grio. Es una pedanía de Santa Cruz de Grio, del que se encuentra a unos tres kilómetros. Situado en las alturas del valle que forma el río Grio en su margen izquierda.

Pueblo escalonado en una ladera a resguardo de los vientos. Estaba compuesto de unas quince viviendas orientadas hacía el sur.
Sembraban trigo, cebada y judías en sus campos, pero la base principal de la agricultura eran los olivos y las viñas. Para la elaboración del aceite acudían a los molinos de Santa Cruz de Grio (hasta cuatro molinos de aceite llegó a haber en este pueblo). En ocasiones hacían intercambio de aceite por harina con algunos pueblos del valle del río Perejil (Villalba, Belmonte, Mara).

Las viñas eran la otra fuente principal de producción. Gentes de Santa Cruz venían a comprar las uvas para elaborar el vino o también compraban el vino ya hecho como era el caso de la familia Torcal de Morata de Jalón.
A moler el grano se desplazaban indistintamente a los molinos de Tobed y Santa Cruz de Grio.
La ganadería tenía en las ovejas su punto fuerte.

Celebraban sus fiestas el 24 de agosto dedicadas a su patrón San Bartolomé con una duración de tres días.
La misa y la posterior procesión eran los actos religiosos en dicha festividad. El baile se hacía en el interior del salón dedicado para tal uso que en muchas ocasiones se quedaba pequeño debido a la gran cantidad de gente que acudía.

Músicos de Paniza, Morata de Jalón o Almonacid de la Sierra eran los encargados de poner la nota musical.
Con el vecino Viver de Vicort tenían una sana rivalidad que se hacía patente en las fiestas, pues así cuando los mozos de Aldehuela acudían por abril a las fiestas de San Jorge en Viver tenían por costumbre apagar todos los candiles que ese día iluminaban el pueblo y en particular el baile. Los mozos de Viver les devolvían la "pelota" cuando venían a la fiesta de San Bartolomé a la Aldehuela para lo cual bajaban hasta la fuente y allí desplazaban de sitio la piedra movible que había para acceder al interior de la cámara donde se limpiaba la fuente. La piedra, de buen volumen caía al interior de la cámara, con lo cual posteriormente los mozos de la Aldehuela tenían que hacer esfuerzos ímprobos para rescatar la piedra en el interior de la cámara dentro de un espacio reducido y volverla a poner en su sitio.

Tuvieron cura residente hasta la guerra civil, el cual fue ejecutado en la contienda. Posteriormente subía el cura de Tobed y en los últimos años se acercaba por allí el cura de Santa Cruz de Grio pero ya solo a oficiar misa con ocasión de las fiestas patronales.
Hubo escuela en la Aldehuela pero ya los últimos tres o cuatro niños que quedaban en el pueblo iban a la de Santa Cruz, lo que ocasionó que alguna familia de estos niños se mudara a vivir a Santa Cruz para evitar a los hijos el traslado diario a la escuela y desde allí podían seguir atendiendo las faenas agrícolas.
El médico venía de Santa Cruz en casos muy extremos, había que ir a avisarle y llevar una caballería para que se desplazara a la Aldehuela a visitar al enfermo. Si el caso no revestía gravedad era el enfermo el que iba a consulta a Santa Cruz. Del mismo pueblo venía el cartero a traer la correspondencia.
Iban a hacer compras a Santa Cruz de Grio adonde acostumbraban a llevar huevos para su venta.
Uno de los mayores inconvenientes que tenían en la Aldehuela era el que tenían las mujeres para lavar la ropa. Las tocaba desplazarse una medía hora de trayecto hasta el Barranco del Val con lo cual empleaban prácticamente todo el día para realizar el lavado y el secado de la ropa. Este hecho se mantuvo hasta los años 60 en que hicieron el lavadero en la parte baja del pueblo.

El pueblo se fue quedando sin población en las décadas de los 60 y los 70. Santa Cruz de Grio absorbió gran parte de la población de la Aldehuela debido a su cercanía. Allí podían vivir en un pueblo con más servicios e infraestructuras a la vez que podían seguir acudiendo a trabajar las tierras a la Aldehuela. Algunos fijaron su residencia en Tobed y otros dieron el salto hasta Zaragoza buscando un acomodo en la ciudad y un trabajo alejado del mundo rural. Pero no fue hasta mediados de los 90 cuando dejo de haber población permanente en La Aldehuela debido al fallecimiento de Silvestre Castillo Salanova en su propia casa. Fue el último de Aldehuela de Santa Cruz.


Agradecimiento a José María Gimeno descendiente de Aldehuela de Santa Cruz por parte materna. Ameno y cordial informante de todo lo relativo al pueblo. Investigador y cronista de toda la historia de Santa Cruz de Grio en sus diversas variantes. Plasmadas en una magnifica pagina web:josemariagimeno.es

Otra fuente de información: Vecino de Santa Cruz de Grio.

Visita realizada en marzo de 2009 y en compañía de José María Gimeno en septiembre de 2015.


PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.



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Iglesia de San Bartolomé. Fachada oeste.Esta puerta no es la original, anteriormente tenía su acceso por el lado sur. Los objetos de culto fueron trasladados a la iglesia de Santa Cruz de Grio.


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Calle de Aldehuela de Santa Cruz.


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El salón de baile en la planta baja y la planta de arriba la vivienda de la maestra.


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La última casa que se cerró en La Aldehuela. Casa de los Castillo-Salanova.


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Vista parcial del pueblo (barrio de La Solana). Preciosa panorámica con la disposición de las casas en hilera. Las fachadas traseras de las viviendas formaban calle con las fachadas delanteras del nivel superior.


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La plaza de La Aldehuela. Aquí se encontraba la casa más pudiente del pueblo. Vivía en ella el matrimonio formado por Antonio Lahoz y Beni Roy. Emigraron a Zaragoza.


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La casa del tío Paco (Francisco Lahoz). Estaba casado con María Romea originaria del pueblo de Ruesca. Se marcharon para Santa Cruz. A la derecha estaba adosada la fragua, de la que apenas queda la fachada de acceso. Unas veces venía el herrero de Santa Cruz (Primitivo o Celestino) y otras veces lo hacía el de Tobed.


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Barrio bajo. Subiendo desde la fuente, la parroquial en lo alto. La casa del tío Paco a la derecha. En esta parte del pueblo, a la izquierda de la calle, estaba la escuela de la que apenas queda nada en pie.


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La fuente de La Aldehuela. Abrevadero a la izquierda.


 
Barués ( Zaragoza)



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Pardina de considerable tamaño perteneciente a Sos del Rey Católico. Situada en la confluencia de los barrancos de Barués y Vandunchil llegó a contar con un número cercano a las treinta viviendas, con algo más de cien habitantes.

Se vivía de la agricultura por medio del cultivo de cereal (trigo y cebada principalmente) y de la ganadería con las ovejas como animal referente. Los carniceros de Sos acudían periódicamente por Barués para abastecerse de corderos para la venta de carne.
Un buen complemento era la caza, donde el conejo, la liebre, la perdiz o el jabalí suponían un alimento extra en las despensas de las casas.
Para proveerse de los productos que no tenían en la pardina se desplazaban a Sos o a Castiliscar a realizar compras.
Realizaban intercambio con unos vendedores ambulantes que venían de Sangüesa, les daban huevos a cambio de pescado y fruta.
Llegó a haber tres hornos en la pardina, pero cuando ya se dejó de hacer pan lo traían una vez a la semana desde Castiliscar en un remolque tirado por un caballo.
A moler el grano iban a Castiliscar o a la harinera de
Sangüesa (Navarra).

No tuvieron electricidad en Barués, los carbureros (lámparas de carburo) y los candiles de aceite y petróleo eran su fuente de iluminación.
El agua para consumo tenían que desplazarse a la fuente que estaba en el río (a 10 min.), allí también iban las mujeres a lavar la ropa, donde utilizaban la técnica de usar la ceniza del fuego para blanquear la ropa.

Todos los domingos se oficiaba misa en la iglesia de Barués. Los curas venían desde Sos del Rey Católico. Don Amado, don Benito y don José fueron algunos de los sacerdotes que celebraban los actos religiosos. Unos iban montados a caballo y otros andando.
En tiempos más recientes fueron sacerdotes de Castiliscar los que venían a dar misa. Entre otros don Máximo, don José y don Longinos.
El médico venia en caballería desde Sos.
El cartero residía en la pardina. Todos los días iba andando hasta Sos a recoger la correspondencia y la repartía además de en Barués, en Novellaco y Castillo Barués.

En fechas más recientes ya no había que desplazarse hasta Sos a por la correspondencia, sino que se recogía en Novellaco junto a la carretera, realizando tal cometido José Fuertes, siendo ayudado en la época veraniega por su hija Conchita. A la jubilación de este fue una mujer de casa La Arcona de Novellaco la que desempeño tal función, siendo la última en ejercer dicha tarea.
Había fragua en Barués (ya totalmente caída), el herrero vivía en la pardina (Leandro Sanjuán). En los últimos años el herrero venía de Petilla de Aragón.

San Gregorio era el patrón de Barués al que celebraban fiesta el 9 de mayo. Tenían una duración de tres días. Se sacaba al santo en procesión y se realizaba la bendición de los campos.
Muy típicas esos días eran las tortas que se hacían en el horno de casa La Victorina.
Había costumbre de plantar el mayo (árbol) en la calle. Se untaba en su parte baja de jabón y en su cúspide se ponía un pollo para el que consiguiera trepar a lo alto. Había buenos piques entre los mozos para ver quien conseguía el trofeo. Un año mientras que estaban todos en misa llegó un mozo forastero, no esperó a que se realizara el concurso, trepó por el tronco del árbol y se llevó el premio. Cuando salió la gente de la iglesia ya no había pollo alguno en lo alto del mayo.

Los bailes se hacían en el interior de casa El Fraile donde estaba la taberna. Los músicos venían desde Sos (trompeta, saxofón y violín), en fechas más recientes era un acordeonista de Castiliscar el que acudía para animar el baile.
Las dos pardinas cercanas (Novellaco y Castillo Barués) acudían casi en su totalidad a participar de las fiestas. Con las dos había muy buena relación, pero eso no quitaba para que hubiera también una sana rivalidad dentro de la gran armonía reinante:

"Castillo Barués es triste
Novellaco no lo es tant
y la pardina Barués se lleva la flor del campo".


En épocas pasadas llegó a haber dos tabernas, en casa Restituto y en casa Jarano, en la primera hacían baile los domingos con gramola y en la segunda lo hacían con gramófono. Al cerrar estas dos tabernas se abrió una en casa El Fraile donde también hacían baile para la juventud los domingos con la música de un gramófono.

Al finalizar la guerra civil ya empezaron las primeras familias a marcharse. Un éxodo constante fue mermando la población. Muchas familias como tenían casa en Sos para allí emigraron y desde allí podían seguir acudiendo a realizar las tareas del campo. Otros se fueron a los pueblos de colonización como Campo Real y unos pocos a Zaragoza.

La falta de perspectivas en el trabajo del campo, sobre todo para la gente joven y la ausencia de servicios básicos (luz, agua, carretera) fue lo que motivo a las gentes de Barués a empezar una nueva vida en otros lugares.
Aun así Barués se mantuvo con vida hasta los albores del año 2000 con la presencia allí permanente de los hermanos Gayarre (los Gayarricos), Marino y Jesús. Con el fallecimiento del primero que era soltero, Jesús optó por irse a vivir a Castiliscar por estar casado con una de allí, donde falleció hace unos años. Fueron los últimos de Barués, hablando de vivir allí de manera continuada, durante todo el año.
Los Gayarre contaron siempre con la vecindad de los dos hermanos Gale (Jesús y Magdalena) de casa El Aguau que aunque se trasladaron a vivir a Sos, todos los días acudían a la pardina donde pasaban gran parte del tiempo.

Ellos dos han sido los que han seguido manteniendo la presencia humana en Barués hasta la actualidad.
El día de San Gregorio no se dejó de celebrar nunca y actualmente se siguen reuniendo en Barués los antiguos vecinos de la pardina y sus descendientes para celebrar un día de convivencia y mantener viva la memoria de Barués. Se realiza una misa, un recuerdo a los fallecidos, la bendición de los campos y un convite todos juntos en los porches de la iglesia con productos alimenticios y bebidas aportados por las diferentes familias.

Visitas realizadas en marzo de 2009 y en mayo de 2015.

PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.


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Barués visto desde arriba.


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Calle de Barués. Centro neurálgico de la pardina. La taberna y la iglesia frente por frente.


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La iglesia parroquial de Santa María, conocida popularmente como Santa Te. De planta rectangular y rodeada de un porche perimetral por su lados sur y oeste. Su elemento principal es su ábside de estilo románico. En 1954 adquirió categoría de parroquia. La pila bautismal fue donada por la familia Sánchez Remón de casa Isabelico. La imagen original de la Virgen se conserva en la iglesia de Sos.


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Porche de la iglesia (el patín). Lugar de intensa vida social en la pardina. Sitio elegido para charlar entre la gente, para ponerse a resguardo en días de lluvia, para juegos de chapas (niños), juegos de barra, pelota y bolos (mayores).


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Enfrente de la iglesia se sitúa casa El Fraile. Aquí estaba la taberna que había en la pardina. En la sala donde da el balcón era donde se realizaba el baile en las fiestas patronales, así como baile a nivel local los domingos por la tarde. Emigraron a Zaragoza.

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Casa Isabelico. Nada queda de ella actualmente porque años atrás precisamente en la fiesta de San Gregorio vieron los vecinos como se venía abajo por completo. En una primera emigración se fueron a Sos para posteriormente trasladarse a Castiliscar.


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Calle de Barués.


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Muchas edificaciones agonizan lentamente. Se mantienen en frágil equilibrio por lo que se puede esperar lo peor en cualquier momento.


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Casa El Santico.


 
Castillo Barués ( Zaragoza)




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Una de las pardinas más alejadas de Sos del Rey Católico es Castillo Barués. Situada sobre un meandro que forma el arroyo Valdunchil, de menor tamaño y entidad que la vecina Barués con la que tenían una estrecha relación.
Alrededor de quince viviendas llegaron a componer esta aldea en sus mejores tiempos.
Nunca llegó la electricidad hasta Castillo Barués. Los carbureros (lámparas de carburo) y los candiles de aceite y de petróleo les aportaban la iluminación.
Dedicados por entero a la labor agropecuaria, sus campos se sembraban principalmente de trigo y cebada. Para moler el grano se desplazaban hasta Castiliscar.

Cuadrillas de segadores murcianos aparecían en los meses de verano para trabajar en las duras labores de la siega.
La oveja era el animal mayoritario en la ganadería. Los carniceros de Sos eran los encargados de comprar los corderos resultantes en los rebaños.
Conejos, liebres o perdices que previamente se habían cazado suponían un añadido más en las cocinas de las casas.

La estrecha relación con Barués se debía a que para los oficios religiosos tenían que desplazarse hasta allí. Asimismo los niños en edad escolar tenían que recorrer diariamente los dos kilómetros y medio que había entre ambas poblaciones para asistir a la escuela de Barués.
Participaban de lleno en las fiestas de San Gregorio, patrón de Barués, el 9 de mayo.
A Casa El Fraile de Barués acudía la gente joven de Castillo los domingos por la tarde para participar de los bailes que allí se celebraban con música de gramófono.

De Barués acudía el cartero a repartir la correspondencia.
El médico lo hacía desde Sos del Rey Catolico.
Para realizar compras se desplazaban hasta Castiliscar que les pillaba más cerca que su cabecera municipal.

La cercanía (relativa) de Sos y Castiliscar desde donde podían seguir acudiendo a trabajar las tierras unido a la ausencia de servicios básicos (luz, agua, carretera, escuela, médico) propició que las gentes fueran marchando en busca de mejores comodidades. La mecanización del campo también supuso un hándicap para los más jóvenes, la tierra ya no daba trabajo para todos. Estos buscaron futuro en Zaragoza y Barcelona.
El matrimonio formado por José Vidagarin e Isabel Lejarre con sus tres hijos fueron los últimos de Castillo Barués. A principios de los años 80 cerraron la puerta de Casa Ripalda y marcharon para Sos.

Visitas realizadas en marzo de 2009 y septiembre de 2015.

PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.



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Ya se avistan las primeras casas de la aldea. Camino delimitado por los muros de cultivo.


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Entrando a Castillo Barués.


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Otra visión de Casa Mínguez.


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Casa Jovitos. Marcharon a Castiliscar.


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Casa Mínguez y Casa Jovitos frente a frente formando una pequeña calle. Contrasta la magnitud y el volumen de una con otra.


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Horno a la izquierda y paso cubierto sobre la calle, por donde se accedía a dos viviendas, en ruinas desde hace tiempo.


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El sol de poniente refleja sus últimos rayos de luz sobre Casa Juan de Biel y sus construcciones auxiliares (corral, cuadra, pajar) dando una tonalidad en color oro a las piedras.


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Entrando a la aldea por el camino de Barués.


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Casa Ripalda, la última que se cerró en Castillo Barués. Portón de acceso al patio.


 
Esco ( Zaragoza)


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Agradecimiento extraordinario para José Luis Clemente, fundador de la Asociación pro reconstrucción de Esco, por su colaboración incondicional en la elaboración de este reportaje.



El tercero de los pueblos sacrificado por la construcción del pantano de Yesa fue el precioso pueblo de Esco (los otros dos son Tiermas y Ruesta), era el más pequeño de los tres pero fue el único que nunca ha llegado a quedarse completamente despoblado. De una casa siempre ha salido humo por la chimenea en los fríos días de invierno para enseñar a todos los que pasan a toda prisa por la carretera que Esco aunque ha estado agonizando durante muchos años no ha llegado a morir nunca, por lo menos en lo que se refiere a presencia humana.
Se presenta este pueblo de Esco en forma de media luna apoyado en un cerro denominado el Calvario. Formado por dos barrios (Alto y Bajo), se distribuyen sus 60 casas en tres calles (Baja, Media y Alta).

Buenas tierras de cultivo tuvieron a la vera del río Aragón (donde hoy se encuentran las aguas del embalse), dedicadas a cosechas de regadío como eran alubias, patatas, berzas, acelgas, tomates, etc. quedando las tierras más alejadas del río para el cultivo de secano (cebada, trigo y avena principalmente), mientras que los montes situados por encima del pueblo eran para el pastoreo de las ovejas, cabras y vacas.
Era un pueblo que gozaba de autosuficiencia, debido a los buenos productos que arrancaban a la tierra y a la calidad de la carne que criaban, donde no faltaba el cerdo, conejos, pollos y palomas, se consumía también carne de cordero que vendían las gentes que tenían ovejas y en menor medida carne de ternera que era más difícil de conseguir. Había una casa donde vendían pescado (casa Pellón) y otra donde estaba la tienda del pueblo (casa Tiopedro) y se podía adquirir un poco de todo en general, incluso hacían pan los de esta casa para la venta cuando la gente dejó de hacer su propio pan en los hornos que había en cada casa.

Además tenían dos bares, aunque en tiempos anteriores llegó a haber hasta cuatro.
A partir de los años 50, debido a la buena comunicación de autobuses que había en la carretera se desplazaban a Sangüesa a realizar las compras de más envergadura y a proveerse de plantas para los huertos.

Contaron con luz eléctrica en las casas desde antes de la guerra, proveniente de una pequeña central que había en Tiermas. A principio de los años 50 hubo una riada que se llevó la central por delante y tuvieron que volver a la luz de los carburos, hasta que sobre el año 57 se hizo un transformador para traer la luz desde Jaca.

No fue el mismo caso para el agua. Hubo un proyecto de llevar el agua hasta la entrada del pueblo, pero como quiera que el pueblo estaba sentenciado no se llevo adelante. El agua se traía en cántaros transportados en onganetas (cestos de mimbre), bien fuera en caballos o en burros. En las casas había tinajas de barro de unos ciento cincuenta litros y allí se almacenaba.

Hubo cura residente en Esco hasta el año 1950, a partir de entonces fue el de Sigüés el que venía a oficiar los oficios religiosos. También hubo siempre maestro y maestra residiendo en el pueblo, a partir del año 63 cuando ya había pocos niños en edad escolar, la escuela se hizo mixta y solo había maestra.
El cartero también residía en el pueblo, lo mismo que el herrero.
El médico venia desde Tiermas, lo mismo que el veterinario, en los últimos años ya el primero venia de Sigüés mientras que el segundo lo hacía desde Salvatierra de Esca.

Las fiestas patronales se celebraban el día de San Miguel (29 de septiembre), pero como era época de mucho trabajo con el ganado se cambiaron de fecha a principios del siglo XX, pasando a ser el día 30 de noviembre, para San Andrés.
Fiestas muy animadas, donde no faltaba el baile que se hacía en un salón de Casa Marcelo, amenizado bien por músicos del pueblo o bien por orquestas provenientes de otros pueblos, como eran los músicos de Lumbier.

No faltaban tampoco las rondas, donde los mozos tocando la guitarra y la bandurria cantaban jotas a las puertas de las casas y la comitiva recogía viandas que les ofrecían en cada casa (huevos, tocino, longaniza, etc.) con lo que realizaban una cena. Las mozas hacían chocolate para merendar y los más trasnochadores solían juntarse de madrugada, ya acabado el baile a comer unas migas hechas en el momento.
Cada 8 de septiembre, día de la Natividad de la Virgen había costumbre de realizar una procesión a la ermita de la Virgen de las Viñas, distante unos 800 metros del pueblo, procesión que se repetía el último día de la Ascensión.

Los entretenimientos eran los propios de esa época, en los pocos ratos libres que había, los hombres iban a echar un trago de vino y jugar a las cartas en los bares, los mozos y mozas organizaban baile los domingos, se recurría a Judas (Matías Figoli) que tocaba la bandurria y a Rebolé que tocaba el violín, junto con algún mozo que trasteaba un poco la guitarra y ya tenían la orquesta. Cada mozo aportaba lo que podía y con eso pagaban a los músicos y hacían una merienda.

A pesar de la apacible vida del pueblo, la espada de Damocles ya pendía sobre Esco, puesto que desde 1930 ya estaba en marcha el proyecto de realizar el pantano, se les advirtió a los vecinos que no realizaran mejoras en las viviendas que no se las iban a pagar. A primeros de los años 50 se expropiaron las tierras más fértiles, que estaban junto al río, con lo que quitaron a las gentes su principal medio de sustento. En la ley de expropiación forzosa de 1953, incluyeron una cláusula en la que permitían que los expropiados pudieran pedir que se les expropiara otros bienes para sacar algún dinero y poder empezar de nuevo en otro lugar, puesto que las tierras inundadas no se pagaron a precio de oro, con lo cual no solo se quedaban sin su medio de vida de siempre sino que además no conseguían suficiente dinero para empezar una nueva vida en otro lugar. Se les animó a que el ayuntamiento pidiera la expropiación del pueblo, diciendo que si alguno quería volver podía hacerlo cuando quisiera, pero la realidad fue otra.

"Ya en 1978 solicitamos la reversión de la casa con mi abuelo y la respuesta fue el NO rotundo porque dicen que la expropiación fue voluntaria. Con posterioridad en 1998 inicié un contencioso contra la CHE y en 2006 el Tribunal Superior de Justicia de Aragón me dio respuesta negativa y por consejo del abogado no recurrí al Tribunal Supremo (si me hubiera tocado la lotería, de verdad que aún estaría pleiteando).
De siempre nos han indicado la prohibición de entrar en las casas y de ahí la frustración de no haber podido hacer nada legal para mantenerlas".
JOSÉ LUIS CLEMENTE.


Una decisión traumática para los pelaos (apodo con el que se conocía a los habitantes de Esco), el tener que dejar atrás toda una vida y unas raíces que se quedarían para siempre enterradas con la marcha de los vecinos.

"Yo muchas veces le comentaba a mi padre el porqué de no haber plantado cara. Las respuestas estaban claras: Eran otros tiempos, si se hubieran opuesto habrían mandado a la guardia civil a desalojarlos, simplemente hicieron lo que les aconsejaron, además les inculcaron que tenían que salir del pueblo para darles una vida mejor a sus hijos, en lo tocante a este tema ¿qué padre no se sacrifica por sus hijos? Así que la inmensa mayoría hizo lo que les dijeron, obrando de buena fe, y optaron por la salida, la gente fue marchando escalonadamente en cuanto pudieron hacerse con otra propiedad, puesto que les habían animado a salir diciéndoles que si alguno se arrepentía podía volver cuando quisieran, cosa que los posteriores dirigentes de la CHE no tuvieron en cuenta".
JOSÉ LUIS CLEMENTE.


A mediados de los años 60 había mermado mucho la población, pero aún en 1965 hubo un nacimiento en Esco, como fue el de Marisa Sánchez de Casa Cantón, la cual fue la última nacida en el pueblo.
También en el año 1965 hubo un hecho anecdótico, como fue el del primer coche que hubo en Esco, un Seat 850 propiedad de Mario Sánchez y María Momó de Casa Tiopedro.

Así las cosas, siguió viviendo gente en Esco hasta la década de los 70. Los pelaos marcharon en su mayoría a Pamplona y Zaragoza, algunas familias a San Sebastián, y alguna otra a Barbastro, Reus y Madrid.
Solamente Félix Guallar con su familia optaron por quedarse en el pueblo. Como tenían ovejas que era su medio de vida no quisieron marchar, Félix era originario de Casa Buyero pero al quedarse solos en el pueblo optaron por trasladarse a vivir a Casa Guallar, que reunía mejores condiciones. Félix falleció en 2010 pero tres de sus hijos (Félix, Baltasar y Evaristo) han continuado con el ganado y siguen dando presencia humana diariamente por las calles de Esco.
Los antiguos vecinos y sus descendientes solicitaron en algunos casos la reversión de las casas, a lo que no se les ha hecho ningún caso, lo que unido al deterioro acelerado que estaban llevando las casas y el patrimonio del pueblo, hizo que se organizaran y en 1999 crearon la Asociación pro reconstrucción de Esco, consiguiendo rehabilitar la ermita de la Virgen de las Viñas que se encontraba en ruinas, así como el cementerio y velar por los intereses del pueblo, como pudiera ser una recuperación y reconstrucción de los edificios, además de rescatar e impulsar las costumbres y tradiciones que había en el pueblo.

Para todo ello han creado una página web con toda la historia del pueblo, un blog, unos cuadernos con toda la toponimia de Esco y publican periódicamente el Heraldo de Esco (muy interesante esta publicación) donde dan cuenta de todas las actividades de la asociación, retazos de la historia del pueblo y todo tipo de noticias que están relacionadas con el pueblo.
Los escotanos que se fueron y sus descendientes se reúnen cada año el día 1 de mayo, donde celebran un día de confraternización, hacen una misa en la ermita, una comida campestre y otras actividades culturales y de entretenimiento, todo ello para que no se pierda la memoria y las raíces de Esco.

Para saber más sobre Esco, imprescindible visita a la página: http://www.deesco.org/

Visitas realizadas en diciembre de 1989, mayo de 2009, octubre de 2011, mayo de 2014 y mayo de 2017.

PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.



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Vista de Esco desde el camino.


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Calle Baja. Casa Lobera. En la década de los 40 la compró Dª Ramona Mayayo (antigua maestra de Esco) junto con su esposo. En los últimos años se trasladaron a ella los de Casa Orduna.


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Escuela de Esco. La planta baja era la de niños y la planta de arriba la de niñas. En los años 60 cuando ya quedaban una docena de alumnos se hizo mixta.


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Calle Media. Casa Momó. Era una de las casas fuertes del pueblo. Era una casa enorme, con muchas dependencias. Vivían tres hermanos en ella (Leopoldo, Alejandro y Rufina Odériz). Preciosa portalada con un rosal en el escudo situado en la clave del dintel, apenas visible ya. Esta inscripción unida a que había un rosal al lado de la puerta motivó que los mozos cuando iban de ronda cantaran esta jota cuando llegaban a la puerta de esta casa:
"En la puerta de Momó,
hay una rosera fina,
no puedes coger la rosa,
sin permiso de Rufina".



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Iglesia parroquial de San Miguel.


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Barrio Bajo. En primer lugar Casa Torrea, marcharon a Pamplona, al fondo Casa Ventura.


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Barrio Alto. Precioso zigzagueo de la calle. Casa Buyero a izquierda y Casa la Escuela a derecha.


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Barrio Alto. Casa la Escuela. Llamada así porque aquí estaba la antigua escuela de Esco. Al fondo el pantano de Yesa.


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El pocete. Una de las numerosas fuentes que había en el término municipal de Esco. El abrevadero es de construcción anterior a la fuente.


 
Junez ( Zaragoza)




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A 550 metros de altitud, se sitúa este bonito despoblado de las Cinco Villas sobre una repisa rocosa unos metros por encima del barranco de Junez.
Se componía este barrio de Luna de catorce viviendas, iglesia, escuela y dos hornos para hacer el pan, uno comunal y otro en el interior de Casa El Rey.
Había tres trujales para hacer el vino. Eran de Casa El Rey, Casa Marco y Casa Laguarta.
Vivían básicamente de la ganadería (ovejas y cabras) y la agricultura (trigo y cebada principalmente).
A moler el grano iban al molino del pueblo de El Frago.
Nunca tuvieron luz eléctrica en las casas, ni tampoco agua, para lo cual iban a cogerla directamente del río Junez (a 200 metros), río al que acudían las mujeres a lavar.

Hubo cura residente en Junez hasta los años 40. Vivía en una dependencia de Casa El Rey llamada el Cuarto del cura. A partir de esos años venía de Luna, aunque solo lo hacía para celebraciones especiales como eran las fiestas, bodas o bautizos.
El médico también venía desde Luna cuando la ocasión lo requería.
El cartero, Matías, residía en Luna y llevaba la correspondencia a Junez y a Lacasta.

San Lorenzo era el patrón de Junez, pero al pillarles las fechas en plena temporada de trabajo en el campo, pasaron la fiesta grande al 13 de junio (San Antonio).
Tenían una duración de tres días. La misa era el principal acto religioso y el baile lo era en lo festivo. Se realizaba en la plaza amenizado por los músicos de Luna.
De Lacasta, Lacorvilla y El Frago era de donde acostumbraba a venir más juventud a participar de las fiestas juneras.
Ternasco, cabrito o pollo eran los platos principales esos días en la gastronomía para compartir con familiares y allegados.
Fiel a su cita de todos los años acudía Paulino desde Luna para poner un chiringuito con bebidas.
Algunos domingos por la tarde y festivos solían hacer baile a nivel local en el interior de Casa El Rey con una gramola propiedad de esta casa.

A Luna se desplazaban para realizar compras en los comercios que allí había.
Algún vendedor ambulante se dejaba ver por allí, como era uno que venía desde Erla vendiendo productos de menaje y de cacharrería.

La vida era bastante dura en Junez debido a la falta de servicios básicos, a los precarios accesos y a la lejanía del médico. Por ello el pueblo iba perdiendo población paulatinamente debido a que sus habitantes fueron tomando el camino de la emigración. A ello se le unió el cierre de la escuela cuando quedaban pocas familias, lo que obligó a tener que desplazarse a la de Luna a los pocos niños que quedaban.
Luna y Zaragoza fueron los destinos principales de los juneros para empezar una nueva vida.
Pascual Pérez de Casa El Pollo fue el último de Junez. Estuvo viviendo unos años en solitario hasta el año 1973 aproximadamente en que decidió trasladarse a vivir a Luna y desde allí seguía acudiendo diariamente a su pueblo a trabajar las tierras.

Agradecimiento a Conrado Alegre Gay, descendiente de la familia de Casa El Rey

Visitas realizadas en enero de 2001 y marzo de 2013.

PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.


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Llegando a Junez. Amplios volúmenes de Casa Marco por su parte trasera. Profusión de vanos para recibir la luz solar. Tiene un piso más con respecto a su fachada delantera. El muro del corral forma una especie de muralla protectora.


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Entrando en Junez por el viejo camino de Lacasta. Casa El Royo la primera en aparecer (había dos con el mismo nombre). Vivía en ella el matrimonio y cuatro hijos.

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Casa Chan Antón. Fue la penúltima vivienda que se cerró en Junez. La habitaba el matrimonio formado por Emiliano que era originario de Lacasta y Carmen que era la heredera de la casa. Tuvieron tres hijos. Se marcharon a Luna.


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Plaza de Junez. Suelo de piedra granítica natural. A la izquierda trujal de Casa El Rey, al fondo se deja ver Casa Marco.


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Casa El Pollo, Casa Laguarta y Casa El Rey. Al fondo sobre un montículo, la parroquial.


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La iglesia parroquial de San Francisco Javier. Atípica edificación casi cuadrangular que rompe un poco los moldes rectangulares con los que suelen estar construidas las iglesias. Espadaña de un solo ojo en su lado sur. La pila de agua bendita se trasladó a la iglesia de Santiago de la Corona en Luna.


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Escalinata y portada de acceso al templo en arco de medio punto. Había una minúscula antesala antes de entrar a la nave. A la derecha granero de Casa El Rey.

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Visión de la iglesia por su lado noreste.


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Patio y galería solanera de Casa El Pollo. Al fondo había un paso elevado sobre la calle que ya desapareció.


 
Lacasta ( Zaragoza)



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Agradecimiento a Ángel Alegre de Casa Silvestre, alma máter de que Lacasta tenga un mínimo soplo de vida. Con su empeño y tesón está haciendo lo imposible porque el pueblo no caiga en el abismo del olvido.

Siempre tuvo muy difíciles los accesos esta recóndita población de las Cinco Villas, distaba catorce kilómetros de su cabecera municipal, el pueblo de Luna, y no conoció nunca una pista de acceso mientras estuvo con vida, seguramente el pueblo más aislado de toda la provincia de Zaragoza.
Unas doce casas conformaban este hermosísimo pueblo situado sobre una suave faja rocosa en los limites con la provincia de Huesca.
Alrededor de ochenta personas llegaron a vivir en Lacasta en sus mejores años, dedicados a la ganadería (ovejas y cabras) y la agricultura (trigo, cebada y avena principalmente).

Tratantes de Luna, Ayerbe y Huesca venían cada cierto tiempo a comprar cabritos y corderos.
Se recogían ramas verdes de chaparro, se juntaban en fajos y se almacenaban para dar de comer en invierno a las ovejas.
Algunas familias eran fabricantes de carbón, el cual lo obtenían de las ramas de encina. Una vez elaborado lo vendían en Luna, Ayerbe y Biel entre otros pueblos.

En la época de trilla se daba la particularidad de que venían gentes desde el pueblo de Ejea de los Caballeros a trillar para poder llevarse la Paj* con la cual dar de comer a sus animales, pues allí escaseaba el cereal.
Tres maquinas aventadoras traídas a lomos de caballerías hicieron un poco más fácil la trilla en los últimos años de vida en el pueblo.
A moler el grano se desplazaban al molino de El Frago o al de Biel, a seis horas de distancia.
Algunas familias poseían olivos y llevaban la aceituna a moler a Santa Eulalia de Gállego para obtener aceite.
Varias casas tenían trujales para hacer vino.

Nunca conocieron la luz y el agua en las casas, ni buenas comunicaciones para desplazarse a pueblos cercanos, ni un carro ni un tractor llegaron nunca hasta las puertas de Lacasta. Como avance de la modernidad solamente la llegada de un transistor permitió a los vecinos estar un poco más al día de lo que ocurría en el exterior. Fue comprada por Félix Alegre de Casa Silvestre y supuso todo un acontecimiento en el pueblo, especialmente entre las personas más mayores que nunca habían visto un aparato semejante.

"La compró mi padre en Ayerbe, era una radio Philips. Para ello vendió treinta y seis corderos. En las tardes-noches de verano se juntaban las gentes en la plaza de la fuente a escuchar lo que transmitía aquel aparato innovador en aquellos años". ÁNGEL ALEGRE.

Los candiles de aceite, las velas y las teas fueron las fuentes de iluminación en las viviendas castinas.
El candil de carburo solo se usaba en ocasiones especiales como eran las fiestas o visitas familiares.

Celebraban sus fiestas patronales para la Virgen de Agosto (día 15). Dos días duraban. Se celebraba una misa y acto seguido una procesión.
En las casas había costumbre de matar un par de pollos o un cordero para tan celebrada ocasión. No se quedaba ningún forastero sin comer, de ello se encargaban los castinos, se disputaban en el buen sentido para llevarse a casa a alguna persona que no hubiera encontrado acomodo en la comida o cena.
Subía Paulino desde el pueblo de Luna y montaba un bar en la escuela para estas fechas.

Solía venir la juventud de Júnez, El Frago y Lacorvilla, también de Agüero (Huesca) acudían algunos jóvenes. Todos ellos participaban del baile que se celebraba en una era, el cual era amenizado por los músicos de Luna con Alejandro y su acordeón a la cabeza, acompañado de guitarra y bandurria.
Para San Jorge, el 23 de abril también tenían día festivo. En esa ocasión iban todos a la era Jorge y allí realizaban una comida y un poco de baile. En esta era había un frontón de dos caras.

Otra fiesta muy celebrada eran los Carnavales. Se colocaban calabazas huecas con velas en su interior en las ventanas de cada casa. Los jóvenes iban casa por casa tocando la música y cantando canciones y les daban huevos, tocino, longaniza, etc. Con ello preparaban una suculenta cena en alguna casa.

"Ramón de Casa El Maestro tenía un laúd y Aurelio de Casa Gregorio tenía una guitarra. En las noches de verano ambos se ponían en el balcón de sus respectivas viviendas a tocar los instrumentos. Era muy emocionante en el silencio de la noche escuchar las melodías que entonaban en una especie de pique sano, terminaba uno y empezaba el otro". ÁNGEL ALEGRE.


Mosén Victorino venía desde el pueblo de El Frago a oficiar misa una vez al mes. Había que ir a buscarle con un burro y llevarle de vuelta una vez terminado.

"A últimos de los años 40 vino el obispo de Jaca, don José María Bueno Monreal a dar la confirmación a los niños y niñas. Ese día todos con sus mejores ropas y el pueblo bien adecentado. Hubo que ir a buscarle con un burro hasta El Pinarón en término de Agüero ya que de allí ya no podía pasar un vehículo. Comió en nuestra casa, puesto que mi padre era el alcalde pedáneo". ÁNGEL ALEGRE.

El médico venia desde Luna, había que ir a buscarle con una caballería. En algunos casos se agravaba mucho la situación del enfermo, porque entre bajar a buscar al médico, que éste estuviera disponible y vuelta a Lacasta podían haber transcurrido más de seis horas, que en algunos casos podían resultar fatales.
El cartero, Matías, venía desde Luna, aunque más tarde fijó su residencia en Casa Montori de Lacasta y acudía a Luna a recoger la correspondencia. Llevaba a su cargo también el pueblo de Júnez.

Para realizar compras se desplazaban en contadas ocasiones a Luna o Agüero. Algún vendedor ambulante se dejaba ver por Lacasta como era Faustino, un gallego que iba con una cesta de mimbre y vendía mantequilla y chocolate entre otros productos y a su vez compraba huevos.
Otro vendedor llegaba en un burro vendiendo telas, hilos, agujas y paños.

"Los gitanos venían una o dos veces al año, se les esperaba como agua de mayo puesto que eran muy apañados, hacían cestas, restañaban ollas, arreglaban botijos, etc. ÁNGEL ALEGRE.


Con todo ello, la vida seguía siendo muy dura en Lacasta, los servicios básicos no llegaban, la lejanía de Luna, los difíciles accesos y la industrialización de las grandes ciudades fue llevándose a todos los castinos en un lento goteo migratorio.
Se repartieron principalmente por Luna, Zaragoza, Barcelona y algunos pueblos de colonización.
Hacia 1973 se marchó el último habitante que quedaba en Lacasta, un hijo de Casa Silvestre (Juan Alegre).
Posteriormente nuevos descendientes de esta casa dieron un nuevo soplo de vida al pueblo con su presencia allí durante grandes temporadas donde mantuvieron ganadería hasta los años 90.

"A principios de los 80 le propuse a mi hermano Juan volver a dar vida a Lacasta. Aceptó y se vino con mi madre. Yo iba todos los fines de semana. Compramos cabras y ovejas, hicimos una amplia nave para el ganado, llevamos un vehículo oruga y acondicionamos el camino puesto que no se podía llegar hasta allí si no era con tractor. Arreglamos los tejados de las casas y pusimos el pueblo muy apañado. Pasamos unos años muy buenos pero una enfermedad de mi hermano hizo que tuviéramos que vender todo y dejar el pueblo". ÁNGEL ALEGRE.


Hace unos cinco años Lacasta saltó a la fama por ser noticia en prensa y televisión de que se ponía en venta el pueblo. Noticia que no era del todo cierta, porque era solo una parte del pueblo: cuatro casas, algunos corrales y unas hectáreas de terreno. Esto lo habían comprado anteriormente unas gentes de Madrid con la idea de hacer allí algún tipo de turismo rural alternativo pero desistieron de la idea por no verlo viable y lo pusieron en venta.

Visitas realizadas en enero de 2001 y en marzo de 2013.

PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.



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Llegando a Lacasta. Casa Gregorio la primera en verse.


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Magnifica belleza la que atesora la fachada de Casa Silvestre. De amplios volúmenes. Puerta de la vivienda en arco de medio punto y entrada a la cuadra (puerta azul). Balcones en la planta superior. Tejado a tres vertientes. Aquí se alojaban de patrona algunas maestras y pernoctaba la pareja de la guardia civil cuando estaba de ronda por estos lugares.
Félix Alegre y Emilia Bernués eran sus propietarios. Se marcharon a Luna.



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Horno comunal.


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La fuente de Lacasta. Hueco en arco apuntado. Tejadillo inclinado de madera. En ocasiones en verano se secaba y había que ir a buscar el agua a Pozo Roya, a cinco minutos del pueblo.


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La espléndida iglesia parroquial de San Nicolás de Bari. De una sola nave. Espadaña de dos vanos. Situada en lo más alto del pueblo, construida sobre la pura roca. Delante y delimitado por el murete los restos del cementerio junto al olivo.


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Portada de acceso al templo. Según García Omedes, experto del románico aragonés, lleva la firma del maestro de Agüero, escultor y arquitecto del siglo XII que dejó su huella en numerosas iglesias románicas de las Cinco Villas, de zonas limítrofes de Navarra y Huesca.


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Pila bautismal. A decir de García Omedes una pequeña obra de arte. Su borde interior está decorado con moldura de bocel.


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La escuela de Lacasta. Quedaba en la planta baja. La de arriba era la vivienda de la maestra. Una quincena de niños y niñas acudían en los años 50. Palmira, Maruja e Irene del pueblo de Castiliscar que fue la última, son algunas de las maestras que se recuerdan.


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El Castillazo, era propiedad de Casa Castán y se usaba como granero y corral. El acceso se hace por un pequeño puente de piedra. En el extremo de este espolón rocoso parece ser que hubo un castillo en tiempos remotos del que nada queda.



 
Mamillas ( Zaragoza)




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Unos metros antes de la confluencia de los barrancos de Fonteta y de Mamillas sobre un terreno llano cerca del limite provincial con Navarra se asienta esta pedanía de Sos del Rey Católico.

Once viviendas sin una orientación definida (excepto hacía el norte, si lo estaban hacia cualquiera de los otros tres puntos cardinales) componían esta pardina que superaba los cien habitantes antes de la guerra civil.

¨Les oí contar a mis padres que en tiempos pasados llegó a haber veintidós casas, pero con el tiempo fueron menguando porque hubo casos en que de dos se hizo una y en otros casos algunas acabaron usándose para guardar animales".
ÁNGEL LEDENDEGUI.


Los carbureros (candil de carburo), los candiles de petróleo y de aceite y en los últimos tiempos de gas butano fueron sus fuentes de iluminación ante la ausencia de luz eléctrica.
Leña de carrasca y de roble era lo que utilizaban en las cocinas para calentar la lumbre del hogar.

Trigo y cebada eran sus principales producciones agrícolas, aunque en tiempos pasados tenía mucha importancia la vid.

"En la época de la siega se contrataba a segadores que venían principalmente de la provincia de Albacete, luego ya se trajo maquina segadora y se adelantó mucho en estas faenas agrícolas". ÁNGEL LEDENDEGUI.

Las ovejas y las cabras se repartían el grueso de la ganadería en el pueblo. Se formaba una dula y se contrataba un pastor que las sacaba a pastar. Esteban del pueblo de Sofuentes se encargó durante años de realizar tal cometido.
Los corderos y cabritos se vendían a carniceros de Carcastillo, Sos y Castiliscar.
Se cazaba la perdiz y el conejo en los terrenos aledaños al pueblo.

Celebraban las fiestas patronales en mayo o junio (según el año) para la Santísima Trinidad.
Ese día se hacía una romería a la cercana ermita de la Virgen de Serún.
Mosén José venía este día desde Sofuentes para realizar la misa.
Se celebraba baile en el pueblo amenizado por los músicos que venían de Sos.
Acudía la juventud de Sos, Castiliscar, Sofuentes y de las pardinas de Vico y de Barués.
Los domingos se hacía baile a nivel local en alguna casa del pueblo con música de gramola.

Para todo tipo de actos religiosos (misas, bodas, entierros) se desplazaban hasta la cabecera municipal, Sos del Rey Católico al cual tardaban dos horas andando.
Tres horas tenían de trayecto hasta Sangüesa en Navarra adonde se desplazaban en ocasiones (ferias o mercado).
No había escuela en Mamillas y los niños en edad escolar se desplazaban a la de Sofuentes.

"Yo fui a la de Sofuentes, pero mi hermano pequeño fue a tres escuelas distintas: la de Sofuentes, una que hubo poco tiempo en la pardina Vico y ya a lo último a la de Sos". ÁNGEL LEDENDEGUI.

El médico venía desde Sofuentes cuando la ocasión lo requería, hacía el desplazamiento montado en un mulo.
De Sofuentes también venía Lorenzo, el cartero a repartir la correspondencia. Realizaba el trayecto andando o en bicicleta.
El herrero venía desde Sos a realizar cualquier trabajo de forja.
Para realizar compras se desplazaban a Sos, Castiliscar y en ocasiones a Sangüesa.
Cuando querían cortarse el pelo iban hasta Sofuentes o a Sos.
Había taberna en Mamillas, en la casa de Francisco y Benita.

"A la taberna acudían los hombres a jugar al guiñote, allí se echaban unos vinos o unas gaseosas". ÁNGEL LEDENDEGUI.

Después de la guerra la emigración ya hizo su aparición por toda la comarca y Mamillas no fue ajeno a ello.
La falta de servicios básicos, la ausencia de escuela y las ganas de cambiar de vida buscando trabajo en las ciudades hizo que las gentes del pueblo fueran marchando de manera progresiva. Unos se quedaron en la cabecera municipal, Sos y otros pusieron rumbo a Pamplona y a Barcelona.
Los hermanos Ledendegui Serrano (Ángel y José) nacidos en casa Callejinos pero residentes en los últimos años en Casa Las Boteras fueron los últimos de Mamillas.

"Nos fuimos a Sos en el 2002 porque tuvimos un incendio de manera fortuita en nuestra casa y se nos dañó gran parte de la estructura interior así como el mobiliario, sino habríamos seguido en Mamillas porque aquí es donde hemos hecho siempre nuestra vida, de hecho seguimos subiendo diariamente aquí desde Sos". ÁNGEL LEDENDEGUI.

Aunque hay que decir que en los últimos años de vida del pueblo hubo un residente más. Cuando ya se habían ido casi todos apareció por allí una persona venida de Andalucía que conocía a alguien de Mamillas y allí se quedó. Este hombre era Antonio Moreno y vivía de manera muy precaria, con la sola compañía de los hermanos Ledendegui cuando venían a diario desde Sos. Solo su fallecimiento le sacó del lugar que había elegido para vivir sus últimos años de vida.

Informante: Ángel Ledendegui de Casa Callejinos.

Visita realizada en abril de 2017.

PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.




Una de las entradas al núcleo central del pueblo se hacía por este callejón que pasa junto a Casa Las Boteras (izquierda) la última que se cerró en el pueblo.


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Al otro flanco de la calle se encuentra esta vivienda que estaba habitada por dos matrimonios: por un lado el formado por Ángel y Pascuala y por otro lado el que formaban Donato y Máxima. Las dos mujeres eran hermanas. Mientras que los primeros emigraron a Igualada (Barcelona) los segundos se quedaron en Sofuentes.



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Casa Callejinos. La primera edificación con el tejado nuevo correspondía al lagar quedando al fondo la vivienda. Junto a la puerta estaba el buzón de correos. La habitó el matrimonio formado por Juan Ledendegui e Isabel Serrano. Tuvieron cuatro hijos: Ángel, José, Puri y Candido. Los dos primeros cuando se quedaron solos en el pueblo se pasaron a vivir a casa Las Boteras que reunía mejores condiciones.



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Pocilga (llamada aquí tocinera). Edificación destinada a la cría del cerdo. Era propiedad de Casa Callejinos. Al fondo la fuente.


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Vista parcial de diversos edificios auxiliares.


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Calle de Mamillas.


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La misma calle vista en sentido inverso.

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Casa Corrales. Tocinera a la derecha haciendo angulo.


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Bonito rincón urbano.


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La balsa de Mamillas. Se llenaba con agua de lluvia y servía para beber los animales.



 
Pardos ( Zaragoza)



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Agradecimiento para Policarpo Aranda, su mujer Carmen Aranda, su hija Mari Carmen Aranda y para Aurora, todos ellos antiguos vecinos de Pardos. Encantadora tarde pasada en su casa de Abanto rememorando tiempos pasados de su pueblo. Multitud de recuerdos.
Agradecimiento para Mariano Calejero, exquisito informante de Pardos, donde están muchos recuerdos de su infancia y del que habla con verdadero cariño a la vez que con tristeza por ver el camino hacia la nada que lleva su pueblo.


Otro de los pueblos míticos de la despoblación en España, por su ubicación, envergadura, belleza y por ser noticia en varios medios de comunicación en los años 90 (Televisión, El Periódico de Aragón, Interviú) debido a un singular personaje que vivió varios años en el pueblo después de que se hubiera quedado vacío.

Un paseo por sus calles y plazas nos permite imaginar la belleza pasada de sus edificaciones en este recóndito lugar, en el que a pasos agigantados la maleza y los escombros van recortando cada vez más su fisonomía.
Cuarenta viviendas componían este pueblo, pedanía de Abanto, situado en la embocadura de un barranco que forma el arroyo Trescastillo entre medias de un farallón rocoso en su salida hacia el arroyo de la Veguilla.

Trigo, cebada y centeno conformaban los principales cultivos en sus campos. Iban a moler el grano al molino de Abanto.
Por sus montes pastaban rebaños de ovejas y cabras, de las que se hacia un exquisito queso de cabra para consumo y venta en Munébrega y Olvés, así como los corderos que se llevaban a Abanto para venderlos a carniceros llegados de Calatayud y Calamocha.
Abundante caza había en sus montes sobre todo de perdices, conejos y liebres, así como muchas carrascas de las que se extraía leña para consumo propio y para vender a pueblos como Abanto, Monterde y Munébrega que andaban más escasos de ella.
Muy curioso era el llamado "tren de Pardos" que consistía en una reata de burros y mulas del tío Colás cargadas de leña que había cogido previamente en el monte de Pardos y la llevaba a vender por los pueblos cercanos.

Bien surtidos de fiestas estaban los pardeños, hasta en número de cuatro celebraban al año.
Las fiestas patronales eran el 31 de agosto en las que honraban a San Ramón. Fiestas muy concurridas, pues venia gente de Abanto, Castejón de Alarba, Acered y Cubel entre otros pueblos. Procesión con el santo por las calles del pueblo, misa y el rosario eran los actos religiosos, quedando para los actos festivos el baile y los concursos, entre los que se encontraban las carreras pedestres también llamadas carreras de pollos, por ser ese el regalo que se daba a los vencedores. También se celebraba una carrera muy típica en la comarca como eran las carreras de burros, que se hacían sin albardas y con el jinete del revés.
Los músicos de Cimballa eran los encargados de amenizar el baile en la plaza por la tarde. Tambor, clarinete, saxofón entre otros instrumentos eran los utilizados por esta orquesta. Este baile era organizado por el ayuntamiento y por la noche se organizaba otro baile en el interior de alguna de las dos tabernas sufragado por estas y aquí venían los músicos de Munébrega a tocar con guitarra y bandurria.

"La víspera por la tarde se hacía una misa en la que participaban los músicos de Cimballa tocando en el coro de la iglesia. A esto se le llamaba "las completas".
Después de cenar se hacía baile en la plaza hasta la medianoche y luego en los salones que había en los cafés, el del tío Dámaso y el de la tía Juliana, solía ser un día en cada uno.
Al día siguiente se hacía una misa cantada con los músicos y por la tarde y noche repetición de baile como el día anterior, en la plaza y en el salón de baile.
Subía Domingo de Abanto y vendía carne de cordero a las casas que se lo solicitaran, además se mataban esos días pollos y conejos para agasajar a familiares y amigos que venían de fuera, Nadie se quedaba sin comer, igual que a la hora de dormir, para todo el mundo había algún acomodo para descansar".
FELISA CORTÉS.


El 25 de noviembre celebraban a Santa Catalina subiendo hasta la ermita de dicho nombre, a la que iban en procesión al compás de la música procesional y con los pendones por delante, en la ermita celebraban una misa y acto seguido bajaban al pueblo donde las cofradías invitaban a un vermouth, por la tarde hacían el baile en la plaza con los músicos de Cimballa. También había costumbre de hacer una gran hoguera donde se asaban unas suculentas morcillas.
El 17 de enero le tocaba el turno a San Antón, subían en procesión a la ermita y allí celebraban una misa para bajar otra vez al pueblo, donde nuevamente las cofradías invitaban a un vermouth y por la tarde el baile en la plaza.
El 25 de abril hacían la romería a la ermita de la Virgen de Guía al Guerrero situada en el pueblo de Cubel, solo iban andando los que portaban los pendones, el resto iban en cualquier tipo de caballería. Al llegar se les obsequiaba con rosquillas y vino. Allí celebraban una misa y recitaban los célebres gozos a la Virgen de Guía al Guerrero, después realizaban una comida campestre alrededor de la ermita y por la tarde vuelta a Pardos.

De Abanto venia andando el cura (don Natalio) a efectuar los oficios religiosos.
El médico subía desde Abanto, había que ir a buscarle con una caballería.

"Cuando estaba de parto de mi hijo Mariano, bajó mi marido a buscar al médico a Abanto pero allí no estaba, le dijeron que estaba de caza en Cubel, para allá que se fue Ángel a buscarle, en aquel pueblo le dejaron una mula para ir a buscarlo por los montes donde estaba cazando. Cuando al fin lo encontró los dos vinieron a Pardos, pero con las prisas llegó sin botiquín ni nada, solo ¡con la escopeta! Menos mal que por aquel entonces paríamos casi solas o con la ayuda de alguna vecina que tuviera buenas mañas de partera". FELISA CORTÉS.

El cartero (Manuel) venia andando desde Acered a repartir la correspondencia. A la jubilación de este al poco de terminar la guerra civil el correo llegaba a Pardos por el cartero de Abanto. Pablo subía todos los días andando, tarea que más tarde desempeñó su hijo, también de nombre Pablo.

"Desde los catorce años subía andando desde Abanto todos los días el correo. Recuerdo perfectamente todas las casas y las personas que vivían en ellas. Me encantaba su hospitalidad, cada vez que iba me ofrecían pasar para calentarme en la lumbre en el invierno. Me acuerdo de las chimeneas encendidas con leña que le daba un aspecto muy acogedor. Siempre me ofrecían galletas, mantecados y una copa de clarete para que entrara en calor". PABLO MARTÍNEZ.

Las reuniones o juntas de vecinos se hacían en la escuela.
El pueblo era muy frecuentado por gentes de paso como los vendedores ambulantes, tal es el caso del tío Pepe de Monterde que iba con una mula vendiendo ropas y sábanas, el tío Alejo de Munébrega vendiendo vajillas o los alfareros de Villafeliche, también aparecían por allí los de Campillo de Aragón para comprar lanas y pieles.
Llegaron a contar con luz eléctrica en los últimos años de vida en el pueblo, pero hubo un factor determinante para que los pardeños se fueran marchando del pueblo.

"La falta de una carretera que nunca llegó, que nos hubiera sacado un poco del aislamiento que padecíamos, nos teníamos que desplazar a menudo a Abanto y teníamos una hora de camino andando y algo más a Acered, había que ir al médico por ejemplo y en invierno era muy dificultoso, así que a pesar de que aquí se vivía bien tuvimos que dejarlo todo para irnos a otro sitio y empezar de cero. Una carretera a tiempo no habría hecho desanimarse a la gente y más de uno habríamos seguido en el pueblo".
POLICARPO ARANDA Y CARMEN ARANDA.

"Cuentan mis padres y más gente de Pardos que hasta en dos o tres ocasiones estuvo marcada la carretera para hacerla, incluso hasta había partida presupuestaria, pero hubo algunos que se opusieron. Por supuesto no eran de Pardos claro. Hicieron una pista más o menos transitable cuando el pueblo estaba ya prácticamente deshabitado. ¿Y para que sirvió? Para que la gente de los pueblos cercanos pudiera entrar con remolques y desvalijaran las casas. En casa de mis padres se llevaron todo, hasta la forja de las ventanas".
MARIANO CALEJERO.


Los pardeños emigraron principalmente a Abanto, Zaragoza y Barcelona.
Manuel Gómez y Adelina López fueron los últimos en marchar de Pardos en los albores de 1980 marchándose a Abanto.
Pero un hecho significativo vino a sacar a Pardos de su letargo, como fue la llegada al pueblo del archiduque de Austria Hugo de Habsburgo hacia el año 1995.

"Este hombre se encontraba pasando una temporada en el Monasterio de Piedra y allí le informaron de que había un pueblo abandonado cerca, Hugo iba buscando una temporada de retiro espiritual, vino a ver el pueblo y allí se quedó.
Nunca se me olvidara la primera vez que le vi, había ya rumores de que alguien muy extraño estaba viviendo en Pardos, y un día fuimos por el pueblo mi marido y yo y allí nos lo encontramos, estaba lavando la ropa en la fuente, ahí dio comienzo a una grandísima amistad con nosotros que siguió manteniéndose por correspondencia años después de su marcha.

A nuestra casa de Abanto venia muy a menudo, a lo mejor se quedaba hasta la una o dos de la mañana y se iba para Pardos a esa hora, otras veces nos acompañaba a Calatayud. Era una persona excepcional, adelantado a su tiempo, con una bondad infinita y una cultura superior, sabedor de varios idiomas y dispuesto a ayudar a cualquiera, al principio como era normal causó un poco de recelo entre las gentes de Abanto y de los pueblos de alrededor, pero en seguida se ganó la simpatía de todo el mundo.


El señor Manuel (el último vecino que vivió en Pardos), le cedió su casa en Pardos y un huerto cercano, alguien le regaló una cabra, y con eso le era suficiente para vivir, con lo que cultivaba, la leche y obsequios varios que le hacia la gente, hay que decir que era una persona que estaba muy bien respaldado económicamente por su familia pero no le hacía falta. Allí estuvo dos o tres años hasta que dio un nuevo giro a su vida y se marchó".
MARI CARMEN ARANDA.

"Con el archiduque solo he coincidido dos o tres veces que fui con mi padre a dar una vuelta, o buscar setas, si no te conocía era muy reservado, pero lo recuerdo como una persona muy educada, culta y amigo de la naturaleza. En una de esas ocasiones después de haber estado con mi padre buscando setas, a la hora de comer hicimos una fogata en una era y nos asamos unas costillas y unos chorizos, cuando nos vio Hugo se acercó, nos saludó y hablamos un rato, mi padre le ofreció repetidamente que cogiera "un bocao pa echar un trago", ¡¡pero hombre tu sabes lo bueno que esta así a la brasica!! no hubo manera, al final se cogió unas naranjas que llevábamos, él era vegetariano".
MARIANO CALEJERO.


En la actualidad un grupo de personas intenta sacar a Pardos del olvido y han creado la Asociación de Amigos de Pardos para luchar por mantener vivo el espíritu del pueblo. Todos los pardeños se reúnen el mes de junio en la restaurada ermita de San Antón y allí celebran una misa y una comida de confraternización.


Visitas realizadas en marzo de 2009 y noviembre de 2010.

PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.


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Calle de San Francisco. En primer plano a la derecha la casa del tío Vicente y la tía Raimunda. Tuvieron siete hijos (Plácido, Cándido, Julia, Vicenta, Raimunda, Carmen y Montse). La mayoría de ellos se marcharon a Barcelona.
Vicente falleció en Pardos y Raimunda años después en Barcelona.


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La replaceta. Activa vida social se daba en este rincón pardeño.
La casa de la tía Isidora de frente. En ella vivía el matrimonio formado por Rosindo e Isidora con sus hijos.
Poyo de piedra junto a la puerta donde la gente acostumbraba a echar la tertulia o sentarse a la fresca. En la parte superior derecha había un reloj de sol muy apreciado por todos los pardeños. Solo la varilla que con su sombra marcaba la hora es lo que ha resistido al paso del tiempo. Nada queda de los doce radios numerados y pintados que había en el interior de la circunferencia.
Este era el lugar de encuentro de las mozas jóvenes, mientras que los varones les gustaba juntarse en la plaza mayor.


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Calle del barrio de El Cantón, en la parte alta del pueblo.

Ya llegamos al Cantón,
al cantón del remolino,
donde se remolinea
tu corazón con el mío



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Barrio de El Cantón. La casa de Policarpo y Carmen. Tuvieron una hija (Mari Carmen). Se bajaron a Abanto.


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La plaza mayor de Pardos. A la izquierda la casa del tío Carlos, de frente la casa del tío Dámaso y a la derecha la escuela con el tejado ya hundido. A este lado se encontraba el frontón que un día de mal tiempo se cayó.
"Estábamos los niños en el Portejado porque era un día muy desapacible, con viento y lluvia, y vimos de repente como se desplomaba la pared del frontón, hubo suerte de que no le cayera a nadie encima. Durante mucho tiempo estuvieron los escombros en la plaza". MARIANO CALEJERO.


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La escuela de Pardos, nada queda prácticamente de ella, situada en la planta de arriba, se accedía a ella por una escalera con barandilla. Junto a la puerta estaba el buzón de correos.


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Calle Real.

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La fuente de la Carrasca y transformador de la luz.

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La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Una campana (la otra fue expoliada), la pila bautismal y los santos se consiguieron poner a buen recaudo y están en Abanto.


 
Rodén el viejo ( Zaragoza)


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Otro pueblo que sufrió las consecuencias de la fratricida guerra civil fue el pueblo de Rodén. Menos conocido que Belchite y Corbera d´Ebre, se diferencia de estos en que aquí no hubo bombardeos que lo masacraran sino que fue el desmantelamiento de sus viviendas para aprovechar las vigas, puertas y toda la madera posible con que hacer chabolas de guarnicionamiento y fortificación de trincheras en el cercano frente de Belchite, Quinto, Mediana y otros pueblos.
Con la llegada del ejercito republicano al pueblo, muchos de sus habitantes huyeron en desbandada hacía Zaragoza y otros pueblos bajo control de los nacionales. Al cabo de siete meses volvieron una parte de los que se habían ido pero el pueblo estaba completamente arrasado y asolado. Apenas quedaban unas pocas casas en pie, las cuales eran insuficientes para albergar a todos los vecinos, por lo que cada familia se acomodó como pudo, muy en precario y carente de cualquier atisbo de comodidad. No tenían luz eléctrica (cuando antes de la guerra si la tuvieron) y el agua tenían que ir a buscarla al río.
En penosas condiciones estuvieron viviendo en la década de los 40 hasta la llegada de Regiones Devastadas (organismo creado para inspeccionar y reparar los pueblos y monumentos que habían sido seriamente dañados durante la contienda). Se decidió que no tenía sentido rehabilitar por entero el pueblo debido a su lamentable estado y a su difícil trazado urbano escalonado en la ladera del cerro.
Se construyó el nuevo pueblo de Rodén en la parte baja, en terreno llano y dotándole de algunas infraestructuras. Algunos vecinos pasaron a vivir aquí y otros se fueron al cercano pueblo de Fuentes de Ebro.

Rodén el viejo (llamado así para diferenciarlo del nuevo) se componía de unas ochenta casas que formaban una media luna en la falda de un cerro que estaba coronado por la iglesia y el castillo.
Se situaba en la vega del río Ginel (afluente del Ebro). Tenía ayuntamiento, escuela, comercios, molinos harineros y de aceite.
La agricultura era su punto fuerte, basado en el cultivo de trigo, cebada, avena, viñas, olivos y patatas.
Asimismo mantenían rebaños de ovejas.

Tenían sus fiestas patronales el 8 de mayo en honor a San Gregorio y el 11 de noviembre en honor a San Martin. Muy afamados eran los dances que se realizaban en dichas fiestas.
En la actualidad unas 25 personas viven en Rodén nuevo teniendo sobre sus cabezas las ruinas del antiguo pueblo.
Un grupo de vecinos y descendientes del pueblo han creado una asociación con la finalidad de restaurar la torre de la iglesia así como de dar a conocer, salvaguardar y conservar el patrimonio de la zona que incluye el yacimiento del Cabezo de la Horca.
http://torreroden.blogspot.com.es/

Visita realizada en junio de 2015.

PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.



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Llegando a Rodén el viejo por su parte alta. Por debajo el pueblo nuevo de Rodén y detrás el viaducto del AVE.


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En la parte más alta, en terreno llano se encuentra la iglesia parroquial y el castillo de "los moros".


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Parroquial de San Martin de Tours. De estilo mudéjar. Exterior reforzado con contrafuertes. Se restauró la torre de la iglesia en 2014. Tiene la particularidad de estar construida con piedra de alabastro. Un Cristo crucificado y dos campanas se bajaron a la iglesia del pueblo nuevo.


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Interior de la iglesia desde la puerta. No tiene cubierta. Ábside poligonal.


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Interior de la iglesia. Hornacinas y altar lateral.


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Viviendas escalonadas a diferentes niveles asentándose sobre el terreno, con la iglesia y el castillo en la parte más alta.


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Vivienda de cuatro plantas. Agonizante. Brillan las piedras de alabastro en su fachada.


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Ruinas. La torre de la iglesia estirándose como cuello de jirafa hacía el cielo.


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Las bodegas donde se guardaba el vino y los productos de la matanza son la única huella visible para mostrar donde había una casa.



 
Tiermas ( Zaragoza)



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Agradecimiento para José García Buey de Casa Serafina de Los Baños por su colaboración. Magnifico y entusiasta informante en todo lo relativo a Tiermas. Autor de un excelente libro titulado: ¨Tiermas, puerta del reino de Aragón¨. donde en un impresionante trabajo de documentación hace un recorrido por la historia de Tiermas, por sus casas detalladas una a una, de quienes las habitaron y hacia donde marcharon y concluye con un pequeño diccionario de palabras autóctonas de Tiermas y demás pueblos de alrededor, por problemas editoriales no vio nunca la luz pero está disponible su descarga en internet para todo el que quiera leerlo.

La despoblación del siglo XX en el mundo rural cuenta con la histórica villa de Tiermas como uno de los gigantes a los que devoró. Pero fue gracias a los tentáculos de la Administración que engancharon a esta maravilla de pueblo situada en plena ruta del Camino de Santiago y no le permitieron seguir con vida.
Porque el caso de este pueblo no fue una emigración voluntaria sino una emigración forzosa como ocurrió en tantos pueblos españoles debido a la construcción de un pantano. Pueblo que nunca se habría quedado despoblado sino hubiera sido por la expropiación de las fértiles tierras de cultivo que tenían los tiermenses a orillas del rio Aragón. Así la construcción del pantano de Yesa terminó con la vida de los cuatro barrios que componían Tiermas: El Pueblo, Los Baños, Aringo y las casas de Eso, puesto que sus habitantes al privarles de su medio de vida se vieron envueltos en una expropiación forzosa también de sus casas al quedar inundados Los Baños y Aringo y el Pueblo dentro del perímetro del pantano.

Tampoco se salvó de la inundación el histórico puente medieval que salvaba el cauce del río. Antiquísima población esta de Tiermas (Thermae fue el primitivo pueblo junto a las fuentes termales de la época romana).Fundada por Pedro II de Aragón en 1201 para proteger a la población de las frecuentes guerras que había en esos años por encontrarse a la entrada del reino, decidió construir el nuevo pueblo en un terreno elevado donde estuviera mejor protegido dotándole además de murallas y castillo.

Terminada la época de guerras la gente que vivía en el pueblo, debido a que tenían que subir y bajar una empinadísima cuesta por tener las tierras de cultivo abajo en el llano poco a poco fueron edificando almacenes, cuadras, corrales y pequeñas edificaciones a la vera del río junto al balneario de Tiermas del que se tiene constancia de su funcionamiento desde el siglo XIV, lo que más tarde se fue traduciendo en viviendas para estar junto a las tierras, así se dio la duplicidad en muchos casos de gente con vivienda en el pueblo y en los Baños.
En el siglo XX Tiermas constaba de unas ciento cuarenta y cinco viviendas contando entre 700 y 1.000 habitantes.
Buenas tierras de cultivo dedicadas al cultivo de trigo, cebada, maíz, avena, patatas, judías y en los últimos años a la remolacha azucarera.
La oveja era el animal más abundante en la ganadería y en menor medida vacas, cabras y cerdos.
Había gente que trabajó en la construcción del embalse y en la nueva carretera, pero lo que dio gran impulso y enriqueció económica y socialmente a Tiermas fue el balneario de Los Baños.

"Al balneario, abierto de junio a septiembre acudía todo tipo de gente: gobernadores provinciales, médicos, escritores y muchas personas del mundo rural. Tenía habitaciones y comedor de 1ª clase y lo mismo de 2ª, así como una cocina donde el personal compraba los productos en las tiendas del pueblo y se lo cocinaban ellos mismos o la encargada de la cocina. Venían de toda España pero principalmente de las tres provincias aragonesas, Navarra y el País Vasco.
Hubo una época en que los dueños fueron los condes de Coello por lo que atraían mucha gente de la aristocracia. En el año 1906 estuvo allí durante unos días la infanta Isabel conocida popularmente como ¨la Chata¨.
Las gentes de Tiermas, Ruesta y Esco tenían entrada libre de pago siempre que no usaran las habitaciones y el comedor". JOSÉ GARCÍA.


Tiermas estaba bien abastecido de todo tipo de servicios: así en el pueblo había cuatro tiendas de ultramarinos, tres bares, una carnicería, un salón de baile y un horno para cocer el pan mientras que en los Baños había tres tiendas de ultramarinos, un bar, una carnicería, un salón de baile y un fonda.
Además contaba con cura, médico, practicante, servicio de correos, telegrafía en el balneario, dos peluquerías de señoras y dos de caballeros, puesto de guardia civil y coche particular de servicio publico.
Escuela en los Baños y dos escuelas en Tiermas.
Ermita de Nuestra Señora del Pilar en los Baños y la ermita de los Santos Justo y Pastor al pie de la sierra de Leyre.
Había molino para moler el grano que además producía electricidad para Tiermas y varios pueblos más.
Las fiestas de Tiermas se celebraban el 25 de noviembre honrando a su patrona Santa Catalina de Alejandria.

"Se hacia una misa solemne celebrada con tres sacerdotes - uno el párroco de Tiermas y los otros dos de los pueblos cercanos, Ruesta, Esco, Sigües...- Había sermón, normalmente sobre la vida de la Santa y su martirio. El sermón lo daba algún fraile capuchino de Sangüesa o algún otro sacerdote de la zona. No había procesión. Después de la misa se tomaba un vermut en los bares del pueblo y se hacia una comida especial esos días donde no faltaba el pollo y en menor medida el cordero o cabrito. Había costumbre de pasar los mozos con los músicos a rondar a las mozas a sus casas y se les obsequiaba con unas pastas abizcochadas acompañadas de un moscatel o anís. Por la tarde- noche se hacia el baile, en los salones de baile, uno en los Baños y otro en el pueblo. Los músicos venían de fuera, unos años vinieron unos hermanos de Layana, otras veces de Huesca o Pamplona.
Las fiestas menores eran en Carnaval y aunque en la dictadura de Franco estaban prohibidas en toda España, aquí nunca se dejaron de celebrar pese a haber guardia civil". JOSÉ GARCÍA.


Había bailes todos los domingos y acudían comediantes y titiriteros a realizar funciones, además los jóvenes se entretenían con los juegos de naipes y pelota vasca en el frontón.
Los habitantes de Tiermas eran conocidos con el apodo de canterudos.
Así transcurría plácidamente la vida en Tiermas a pesar de que desde el año 1924 estaba proyectada la construcción del embalse, proyecto que estuvo paralizado bastantes años pero que después de la guerra civil se volvió a impulsar por las autoridades franquistas lo que supuso un mazazo para la población de Tiermas.

"Ya no se permitió construir o modificar las viviendas porque se amenazaba con que todo aquel que hiciera alguna modificación o edificación nueva no lo cobraría en el pago final, como fue el caso del Gran Hotel Infanta Isabel del balneario que quedó arrasado por un incendio y ya no se restauró. A pesar de todo hubo quien se arriesgo y edificó o arregló bajo su responsabilidad. Las necesidades obligaban. Aunque algunos pensaban que no se llegaría a hacer, la mayoría sabíamos que tarde o temprano llegaría la hora. Se empezó a buscar un nuevo lugar de traslado y se encontró en El Bayo, nuevo pueblo de colonización adonde fueron a parar la mitad de las familias de Tiermas que quisieron seguir con la agricultura, el resto se repartió entre Zaragoza, Pamplona y Sangüesa mayoritariamente.
Nadie que no haya sufrido nada parecido podrá comprender el sufrimiento y sobre todo la impotencia de tener que dejarlo todo a la fuerza: tu casa, tus tierras y tantos recuerdos que quedaron allí enterrados para siempre.
Las personas mayores fueron los que peor lo pasaron, el caso particular de mi padre, que durante el primer año en Zaragoza creíamos que no lo superaba, la tristeza le embargaba y aun hoy me emociono de recordarlo".
JOSÉ GARCÍA.


Así en el año 1959 empezó a llenarse de agua las zonas más bajas por lo que la población que todavía quedaba tuvo que irse marchando escalonadamente en los primeros años 60 dejando atrás toda su vida, recuerdos y raíces.
Bartolomé Torrea tuvo el ¨honor¨ de ser el último habitante de Tiermas, nunca quiso marchar, se quedó en el pueblo hasta su fallecimiento, hecho que aconteció el día 24 de diciembre de 1992 (un familiar lo encontró muerto en su casa). Se dio la circunstancia de que tuvo por único vecino durante años a Honorio de Casa Juan de Juana que tampoco había marchado y pese a la soledad de ambos no se dirigían la palabra, años más tarde, a últimos de los 70 tuvo por vecinos a una colonia de hippies que se asentaron en el pueblo, iban desnudos y montados a caballo, tenían una vaca y con la leche hacían queso que vendían a los veraneantes del camping, además de pulseras y baratijas.

En el año 1993 se creó la Asociación pro defensa de Tiermas con el objetivo de conseguir de la Confederación Hidrográfica del Ebro la reversión de las casas, lo que no pudo llevarse a cabo porque todo el pueblo de Tiermas y sus terrenos había sido vendido al pueblo de Sigües con el objetivo de dinamizar la zona y recuperar un poco el uso turístico que tuvo en la antigüedad aunque hasta el momento nada de ello se ha llevado a cabo y así Tiermas con su rica historia y su pasado que fue declarado Bien de Interés Cultural sigue en el más absoluto de los abandonos y devorado completamente por la vegetación, y sus tres barrios además del bello puente construido en el siglo XI para salvar el cauce del río Aragón a todos los vecinos y a los peregrinos que hacían el recorrido porque Tiermas se encuentra en el Camino de Santiago yacen en el fondo del pantano descansando para siempre.


Visitas realizadas en diciembre de 1989, mayo de 2009, octubre de 2011 y mayo de 2017.

PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.

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Portal de las Brujas o del Duende. Único resto que queda la primitiva muralla, era uno de los accesos a Tiermas. Según cuentan los más ancianos nadie se había atrevido a entrar en esa casa por los ruidos que en ella se oían atribuidos a personajes legendarios e incluso había una leyenda que dicen que había un túnel que comunicaba este edificio con el río, túnel que nadie llegó a ver nunca.



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La majestuosa iglesia parroquial de San Miguel Arcángel, con la escuela de las niñas a la izquierda.


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Pórtico con dos arcos. Portada de acceso al templo de arcos apuntados. La puerta era de roble macizo cuyas dos hojas estaban claveteadas con grandes tachuelas de forja acabadas en punta. Encima del pórtico se encontraba la antigua escuela de niños a la que se accedía por una escalera de piedra adosada a la pared, estuvo en uso hasta mediados de los años 20.


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Presbiterio de la parroquial donde se encontraba el altar mayor presidido por la figura de San Miguel Arcángel, teniendo a ambos lados en sendos pedestales las figuras del Sagrado Corazón de Jesús y de la Virgen María, quedando a un lado del altar la peana donde se situaba San Virila.
Un fresco de la Santísima Trinidad destacaba sobre el retablo del altar.

El altar mayor se encuentra actualmente en la iglesia parroquial de Broto (Huesca). Algunas imágenes de los santos fueron llevadas por el obispado al pueblecito de Arto (Huesca) y la imagen de Santa Catalina que estaba en una capilla lateral fue llevada en primera instancia al pueblo de Latras (Huesca) que también tenía la misma patrona y cuya imagen había sido quemada durante la guerra civil, pero después de muchos ruegos y esfuerzos se logró llevar a El Bayo "el nuevo Tiermas" donde actualmente se encuentra.



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La fuente octogonal, conocida como la fuente del pueblo, edificada en el centro de la plaza mayor, canalizada desde la fuente de la ermita de San Justo, empezó a manar agua en 1926 ante la incredulidad de los vecinos que no pensaban que el agua podría salvar el desnivel existente. León Martínez de Casa Marchueta fue el principal promotor de esta obra.


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Casa Coroz, la iglesia y la escuela de niñas a la derecha.


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Calle de Tiermas.

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O esta bellísima escalera de piedra de peldaños de media luna.


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La fontaza. Situada debajo del pueblo en el camino que llevaba a los Baños, dicen que aliviaba los ardores de estomago.


 
Torre Baró ( Huesca)



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A 815 metros de altitud en las alturas del valle del Noguera Ribagorzana se sitúa el hermosísimo despoblado de Torre Baró.
Configurado sobre un montículo, ocho viviendas (seis en el núcleo urbano y dos en los alrededores) dieron vida a esta población ribagorzana.
Su trazado urbano se articulaba en torno a una pequeña calle que en sentido ascendente desembocaba en una plaza adonde daban la mayoría de las casas.

Leña de roble y carrasca era lo que utilizaban para la calentar la lumbre de los hogares y así combatir el rigor del invierno.

"Las noches invernales eran muy frías aquí. A la hora de dormir nos echábamos encima varías mantas de las buenas, de las que se fabricaban en Pont de Suert, pero ni con esas, costaba mucho entrar en calor". JOSEP BUIXADÈ.

Sus tierras estaban sembradas de cereal (trigo, cebada y avena).
Iban a moler el grano a la harinera de Puente de Montañana. Allí les daban el equivalente en panes una vez que ya se dejó de hacer pan en el horno del pueblo.

Cada casa tenía viñas y olivos.
Había una prensa portátil para todo el pueblo con la cual elaboraban el vino.
La ganadería quedaba en un plano secundario. Solo dos casas, Adrià y Ramón de la Aldea tenían rebaño de ovejas.
Se acostumbraba a matar dos cerdos al año en cada casa.
Carniceros de Benabarre y Arén venían a comprar los lechones.
Conejos y perdices era lo que se cazaba en la zona de monte.
Se hacía una lifara (merienda) para todo el pueblo cuando alguien cazaba un conejo.

"Mi padre cazaba conejos y los vendía en el Puente de Montañana y con ello compraba botes de leche condensada para alimentarme a mí cuando yo era pequeño". JOSEP BUIXADÈ.

Bajaban a Puente de Montañana para realizar compras de manera periódica.
La dieta alimenticia tenía poca variedad, se consumía mucha verdura, patata y carne de cerdo.

El cura subía desde Puente de Montañana a oficiar los actos religiosos. Para la misa dominical venía una vez al mes o cada tres semanas dependiendo de las circunstancias.
Mosén Josép Camps estuvo realizando dicho cometido durante varios años. Se desplazaba a pie desde el Puente.
El médico subía también desde Puente de Montañana cuando tenía que visitar algún enfermo. Se desplazaba en un dos caballos para lo cual los vecinos tuvieron que hacer una rudimentaria pista a golpe de pico y pala.
Ramón Peris era el cartero, subía desde Puente de Montañana a repartir la correspondencia. Solía hacer el desplazamiento andando o en bicicleta.
Venían dos hermanos de Castigaleu que eran herreros para herrar las caballerías.
Acudía periódicamente un vendedor ambulante de Puente de Montañana vendiendo ropa.

No había escuela en Torre Baró por lo cual los niños en edad escolar tenían que asistir a la de Chiró.

"Alrededor de ocho o diez niños íbamos desde aquí, de Chiró iban una decena aproximadamente, así que nos juntábamos casi una veintena en la escuela.
Tardábamos una hora en llegar. Nos llevábamos la comida y comíamos en la escuela. Por la tarde vuelta para el pueblo. Sí hacía tormenta o llovía mucho nuestros padres nos bajaban a buscar al barranco, a mitad de camino.
La maestra que yo recuerdo de aquellos años era doña Luisa Braña Rodríguez, natural de Pontevedra". JOSEP BUIXADÈ.


Celebraban las fiestas patronales el tercer domingo de septiembre en honor a su patrona: la Virgen de Valdeflores.
Tenían una duración de dos días.
El primer día, después de la cena se hacía una ronda con el músico por las casas.
Se hacía el baile en la plaza amenizado por el acordeón de Ramiro Lampurdanés que venía desde el pueblo de Alsamora en el Pallars Jussà de Lleida.
Había que bajar a buscarle con una caballería al Puente y luego volverle a llevar.
Si hacía mal tiempo el baile se realizaba en el salón de casa Adrià.
El baile se hacía después de misa y luego por la tarde- noche.
Se mataba un cordero o un pollo en cada casa para agasajar a todos los invitados. De postre no faltaban unos suculentos flanes.
Acudía la juventud de Puente de Montañana, de Almunia de San Lorenzo, de Viacamp, de Litera....

"Cuando acabamos la escuela, yo tenía catorce años y me puse a trabajar. Estuve yendo durante tres años a plantar pinos a los montes de Chiró. Íbamos cinco o seis del pueblo. Ganábamos cuarenta pesetas diarias". JOSEP BUIXADÈ.

La búsqueda de un mejor futuro y una mayor comodidad de vida unido a la falta de servicios básicos fue lo que hizo que las gentes de Torre Baró se tomaran muy en serio la opción de emigrar.
Adrià, Baró y Gabarrella fueron los primeros en marchar. Con un intervalo de diez años lo hicieron las tres restantes: Mestre, Julio y Manelet.
Estas tres casas vieron como el progreso llegaba a cuenta gotas y así tuvieron nevera de gas butano.
Las trajeron desde Barcelona hasta Puente de Montañana y de allí a Torre Baró en tractor.
Incluso llegaron a gozar de la televisión en alguna casa (Mestre).

"Le tocó a mi padre una televisión en la feria de Binéfar pero como no teníamos luz les dijo que si se la podían cambiar por una que tuviera baterías de butano". JOSEP BUIXADÈ.

Se dio la cruel paradoja de que la luz eléctrica llegó a Torre Baró cuando ya no había nadie viviendo en el pueblo. Se instaló porque ya estaba proyectada desde años antes y costó ochocientas mil pesetas a las tres familias que vivieron en los últimos años en el pueblo.
Las gentes ya tenían pensado emigrar y ni siquiera la llegada de este gran invento que era la luz eléctrica en las casas les hizo cambiar de opinión.
Benabarre, Lleida y algún pueblo del contorno fueron los lugares elegidos para iniciar una nueva etapa en sus vidas.
En 1985 se puso punto final al ciclo de vida en Torre Baró cuando el matrimonio formado por Julio y Ramona después de llevar dos años viviendo en soledad cerraron la puerta de casa Julio y se marcharon a Barcelona.

Informante: Josep Buixadè de casa Mestre.

Visita realizada en mayo de 2018.

PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.


Casa Ramón de la Aldea. Solitaria vivienda a unos ochocientos metros del pueblo. Era de las más pudientes de Torre Baró. La habitó el matrimonio formado por Ramón e Isabel. Tuvieron dos hijos: Ramón y Elisa. Se marcharon para Lleida.



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Entrando a Torre Baró.

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La iglesia parroquial de Nuestra Señora de Valdeflores.

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Interior del templo. Presbiterio. Altar Mayor. Pinturas murales en la pared. Puerta de la sacristía.


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Casa Mestre. Vivió en ella el matrimonio formado por José y Antonia (natural de Castigaleu). Tuvieron dos hijos: Josep y Carmen. En 1983 cerraron la casa y se fueron a Benabarre.

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Casa Julio. Fue la última que se cerró en Torre Baró. La habitó el matrimonio formado por Julio y Ramona. Tuvieron una hija: Lourdes. En 1985 cerraron la casa y se fueron a Barcelona.


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Plaza Mayor de Torre Baró.


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Horno comunal. Se elaboraba en su interior pan, panadones y tortas. Tejado y chimenea de casa Gabarrella detrás.


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Casa Gabarrella. A la derecha había un pequeño molino de aceite que utilizaban los de esta casa y los de Mestre. La habitó el matrimonio formado por Miguel y Nati. Tuvieron dos hijos: Ana Marí y Miguel. Vivían también los abuelos: Benjamin y Dolores. Emigraron a Lleida.


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Era de trillar. Los colores de la primavera se mezclan con los últimos rayos de sol al atardecer.


 
Libros que he leido que tratan sobre la despoblación

Faustino Calderón



Adónde vamos - Ana Tena Puy


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Adónde vamos es un excelente relato de ficción, ejemplo representativo de los últimos años de vida de una persona cualquiera en uno de tantos pueblos que agonizaban en la segunda mitad de siglo XX.
Juan Naval (protagonista del relato) va escribiendo en unos apuntes (para quien lo quiera leer una vez que él haya fallecido) todo lo que ha dado de si su vida desde su niñez hasta su vejez.

Su noviazgo, su posterior boda, los años felices con su esposa y los dos hijos, las fiestas patronales, los trabajos vecinales, las faenas del campo, los años de la guerra, la marcha paulatina de sus convecinos. Todo va fluyendo en su memoria mientras busca la manera de entretenerse y matar el tiempo haciendo algo para no morirse de aburrimiento.

¡De joven faltaban horas y de viejo sobran!
Entre los recuerdos constantes a su esposa fallecida hace unos años va desgranando un modo de vida que se va para siempre.
Asiste al ocaso de su pueblo (solo quedan cuatro personas y todas mayores) viendo como lentamente va llegar el final. El cierre de muchas casas, el desmoronamiento de la iglesia, los campos yermos, ausencia de animales para cazar, las acequias sin agua....

¡Qué duro es ser uno de los últimos!
Acepta con resignación el cambio que trae el progreso pero no lo comparte, se niega a formar parte de ese "nuevo mundo" que él no quiere. Lamenta que su generación haya sido la última en formar parte de esa cadena familiar y social que se mantuvo durante siglos.

¿Por qué nos tuvo que tocar a nosotros?
Todo vale, nada se tira, la comida más suculenta para los invitados y para las fiestas, lo nuevo no hay que darle mucho uso para que no se estropee y dure más años.
Sabe que el fin esta próximo, lo asume con naturalidad, pero se mantiene firme en su negativa a irse a vivir a Barcelona con los hijos, tal y como hicieron muchos de sus vecinos. Su vida está en el pueblo y allí quiere esperar el final.

Acepta la soledad si es el precio que tiene que pagar para no salir del pueblo pero está deseando que vengan a visitarle los hijos o los nietos.
Ve con curiosidad todos los adelantos que estos van trayendo en sus visitas pero eso le hace recordar que antiguamente sin todas esas cosas eran más felices que ahora.
¡Mucha más armonía que ahora aunque no faltaban las rencillas y disputas, casi siempre por temas de tierras!

Como dice el protagonista del libro, es una persona de ayer en un mundo de hoy. Lo suyo es el pasado. Esto que va llegando no va con él.

La escritora ribagorzana Ana Tena Puy consigue con esta hermosísima narración hacer un estudio detallado de una manera de vivir que no había cambiado apenas durante siglos hasta que el progreso fue transformando todo para mejorar la vida.
Está escrito en forma de monologo interior. Las reflexiones y los recuerdos son el eje principal de la obra.


Publicado por Faustino Calderón
 
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