El silencio es oro. Pueblos abandonados.

Larequi ( Navarra)




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Asentado en la parte sur del valle de Urraul Alto y lindante con Longuida se encuentra este pequeño pueblo de Larequi, recóndito y oculto entre lomas y cerros, que tiene o tenía por vecinos a dos pueblos más escondidos y aislados aun si cabe como eran Sastoya y Artanga de los que ya poco queda.
Cuatro casas componían el lugar (hacia el siglo XIX llegaron a ser nueve), en donde sobresale por su envergadura e importancia Casa Isquerrena. Se dedicaban al cultivo de trigo y cebada además de viñedos. La ganadería tenía su mayor volumen en la oveja, ganado que en algunos casos se bajaba para Todos los Santos hacia las Bardenas y se subía para el pueblo a mediados de mayo, en otras ocasiones se dejaba al ganado todo el invierno en los pastos del pueblo. Al mercado de Urroz acudían para vender los corderos.

En sus montes de encinas y enebros abundaban los conejos que servían de caza a los habitantes de Larequi y que se llevaban a vender a Pamplona, en otras ocasiones eran cuadrillas de cazadores venidos de la capital los que venían a cazar este animal.
Larequi celebraba sus fiestas patronales el 24 de agosto (San Bartolomé).

El martes antes del Corpus en la llamada fiesta de las Reliquias acudían junto con todos los pueblos del valle en romería a la basílica de Santa Fé. Cada pueblo iba con su cruz procesional y cantando letanías. A las diez de la mañana llegaban a la basílica, donde se celebraba una misa, una procesión llevando a la virgen del Rosario alrededor del templo para posteriormente realizar una comida campestre y las cinco de la tarde vuelta cada uno a sus pueblos.
El domingo de Ramos se llevaba a bendecir el ramo y el mimbre a la iglesia. El ramo era colgado en las ventanas de las casas y con el mimbre se hacía cruces y una vez bendecida se ponía en los campos para asegurar buena cosecha.

La víspera de Reyes había costumbre de ¨echar el reinado¨: la familia se colocaba en torno a la mesa dejando un puesto para Dios y otro a la Virgen, el padre repartía las cartas de la baraja y al que le tocaba el rey de espadas era ¨rey¨ para todo el año. En algunas casas las mujeres se asomaban a la ventana haciendo sonar el almirez y gritando el nombre del elegido.

Otra costumbre que había era la de encender un tronco
(chuquil) la víspera de Navidad en el hogar y se tenía que conservar con llama hasta el día de Reyes.
En la noche de San Juan se encendía una hoguera en el pueblo y los niños saltaban por encima de ella.
No había escuela y los niños iban a la escuela de Artajo y también a la de Irurozqui.
El chute y la calva eran los entretenimientos que había en los pocos ratos libres.
En 1959 se cerró la última casa en Larequi a cargo de Felipe Redin y su familia que marcharon hacia el pueblo de Artieda.

Fuentes de información:
-Larequi, memoria de un pueblo que tuvo vida, Fernando Hualde.
-Estudio etnográfico del valle de Urraul Alto, Luis Pedro Peña Santiago y Juan San Martin.




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Mendinueta ( Navarra)



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Antiguo lugar de señorío nobiliario situado en el valle de Izagaondoa. Propiedad desde siglos atrás de la familia Beaumont (marqués de Claromonte y vizconde de Mendinueta), actualmente pertenece a Alberto Pérez de Rada, marqués de Zabalegui.
Es por ello que sus habitantes eran renteros. Cada familia pagaba 35.000 pesetas de renta al año al administrador del marqués.
Situado sobre un pequeño promontorio a 545 metros de altitud, cuatro casas componían el caserío, con el añadido de la casa del pastor, antigua abadía.
Contaron con luz eléctrica en las viviendas desde 1936 por una línea de baja tensión proveniente de la fabrica del molino de Urroz, no así agua corriente, para lo cual se abastecían de una fuente cercana.

Cada casa tenía su horno antiguamente para la elaboración del pan, incluida la del pastor, pero con el paso de los años dejó de hacerse en cada casa y era el panadero de Urroz-Villa el que llevaba el pan dos días a la semana a Mendinueta.
Asimismo cada casa llegó a tener una prensa en la bodega para hacer vino, siempre para consumo local.

Buenas tierras de cultivo había en su término que estaban dedicadas mayormente al cereal (trigo, cebada, avena).
Se iba a moler el grano a la harinera de Urroz.

La oveja era el animal más numeroso en la ganadería. Había un pastor comunal que sacaba a pastar el ganado ovino de todas las casas, el último fue Villanueva que era natural de Artaiz, anteriormente se recuerda a Fonseca del pueblo de Turrillas. Le pagaban entre las cuatro familias y se le permitía tener unas cuantas ovejas propias.

No faltaba un par de vacas en cada casa para abastecimiento de leche.

"Nosotros teníamos concertadas alrededor de una decena de casas en Urroz a las cuales llevábamos una botella de leche de vaca, las cargábamos en unos serones en el macho, antes de ir a la escuela las repartíamos, unas nos devolvían el envase en el momento y otras había que pasar a recogerlo al salir de la escuela".
MANUEL AGUDO.


Suma importancia tenían los bueyes para los trabajos del campo y las yeguas y los machos para las faenas de carga y de traslado de personas. Acudía periódicamente un tratante de Huarte por allí para vender bueyes y de paso comprar los que ya estaban viejos, los cuales los llevaba a la fábrica cárnica Mina en aquel pueblo.
Otro animal importante en las casas de Mendinueta era el cerdo.

"En mi casa se llegaban a matar hasta cinco cerdos al año en algunas ocasiones, éramos muchos en casa y era el sustento primordial para todo el año. Aparte de eso íbamos a vender algunas veces. Me acuerdo de ir con mi hermano en una galera (carruaje) llevando seis cerdos a Aoitz a venderlos a los carniceros de allí". MANUEL AGUDO.


"Con txerris (cerdos) de casa Txantxo,
de Txiberri y Mayorazgo
y alguno de Antxón
he completado un vagón.
Tratante no seas lerdo
y fíjate en la cuarteta.
Si quieres encontrar buen cerdo,
lo encontrarás en Mendinueta".

(DICHO POPULAR QUE DABA CUENTA DE LA IMPORTANCIA QUE TENÍA ESTE ANIMAL EN MENDINUETA).


Muy importante en el apartado ganadero era la feria de ganado que se celebraba los días 14 de cada mes en Urroz-Villa (excepto en julio y agosto). Gran afluencia de gentes de toda la comarca donde se aprovechaba para negociar la compra-venta de animales (potros, mulas, cerdos, ovejas...).
Asimismo a Urroz acudían semanalmente a abastecerse de productos de primera necesidad que no tenían en Mendinueta y de paso vender huevos o pollos, en otras ocasiones el desplazamiento era a la capital.

"Mi madre se desplazaba una vez por semana a Pamplona a vender huevos. Iba con alguna de mis hermanas hasta Urroz y allí cogían el Irati (tren) que las llevaba hasta Pamplona. Algunas veces llevaban algún cordero o pollos y de paso aprovechaban para comprar otros productos que no había en Mendinueta como era el pescado, para alegría de mi padre que así variaba un poco de comer siempre carne". MANUEL AGUDO.

"Mi madre solía ir algunas veces a Pamplona. Unas veces con mi padre y otras sola. Llegaba hasta Urroz donde cogía un taxi que hacía el traslado a la capital. El vehículo tenía cabida para diez personas y solía ir lleno casi siempre.
Mi madre acudía a la Plaza Vieja y allí vendía lo que llevaba: huevos, alguna gallina o algún conejo y de paso aprovechaba para comprar cualquier cosa que se necesitaba. Después se iban a comer a casa Paco y por la tarde vuelta a Urroz y a Mendinueta. A ella la venía bien por salir un poco de la rutina del pueblo".
JESÚS MARÍA AGUDO.


Pocos vendedores ambulantes se dejaban ver por Mendinueta, alguno que venía desde Reta o desde Lumbier con una caballería vendiendo fruta principalmente.

No había escuela en Mendinueta por lo cual y según la época se desplazaban un buen número de niños hasta la de Urroz.

"En una casa eran trece hermanos, en la nuestra nueve y en las otras casas también había niños, aunque por edad no coincidimos todos a la vez yendo a escuela aún así en los años 40 hasta quince niños nos desplazábamos por la mañana hasta Urroz. Eso sí antes de ir a la escuela ya nos tocaba hacer alguna faena de ayudar en la casa, generalmente subir dos o tres cantaros de agua desde la fuente. Nos llevábamos una tartera y comíamos en una casa que tenían amistad con mis padres. A la ida cada uno salía de Mendinueta por su cuenta pero a la vuelta si solíamos volver todos juntos". MANUEL AGUDO.

"En los primeros años de los 60 íbamos siete niños a la escuela de Urroz, cinco de Antxón y mi hermano y yo de Txiberri.
Había veces que estaban acampados antes de llegar a Urroz los gitanos que iban con sus carromatos por los pueblos (los húngaros se les decía), tenías que pasar por medio del campamento y te daba un poco respeto, aunque nunca pasó nada.
Comíamos en Urroz, en casa Miguel que tenían amistad con mis padres. Algo tendrían acordado.
Recuerdo un día que no queríamos ir a la escuela mi hermano y yo. Mi abuelo nos acompañó hasta mitad de camino y nos dio un billete de peseta para que lo gastáramos en golosinas en casa Marcos de Urroz y así nos contentamos. Cosas de niños". JOSÉ ANTONIO AGUDO.


La iglesia parroquial estaba dedicada a la Virgen del Pilar. Debido a su progresivo deterioro y falta de mantenimiento se construyó una iglesia nueva a escasos metros de la anterior. Se construyó en los años de la guerra civil y era un edificio que constaba de cuatro graneros, dos a cada lado y la iglesia en medio.
El cura (don Gregorio) venía desde Reta a oficiar los actos religiosos. Llevaba los pueblos de Reta, Zuazu y Mendinueta. Había que ir a buscarle con una caballería. En ocasiones era un cura de Urroz el que acudía hasta el pueblo.

"Íbamos con dos yeguas a buscarle a Reta, una para nosotros y otra para que fuera montado el cura, pero en ocasiones llevábamos solamente una yegua".
MANUEL AGUDO.

"Resultaba chocante ver a mi abuelo andando con casi 70 años tirando del ramal de la yegua en la cual iba montado el cura que andaría por los 40 años".
JESÚS MARÍA AGUDO.


El cartero, Saturnino venía desde el pueblo de Ardanaz montado en una yegua. Después le sustituyó Olegario que venía desde el mismo pueblo en bicicleta.
En numerosas ocasiones se dejaba la correspondencia y el periódico en una casa de Urroz y desde allí cualquiera del pueblo la llevaba a Mendinueta.
En Urroz residía el médico. Eran dos hermanos (Huarte), naturales de Lumbier. Uno era para el pueblo de Urroz-Villa y para el valle de Lizoain y el otro para el valle de Izagaondoa. Don Santos era el que se desplazaba por todos los pueblos del valle. Lo hacía en moto.

"Un día mi madre se puso de parto, estaba para nacer mi hermano Jesús María. Se fue mi padre a buscar al médico a Urroz pero no lo encontró porque resulta que estaba cazando. Así que hubo que recurrir a las buenas artes de Margarita de Casa Antxón que tenía conocimientos de partera". JOSÉ ANTONIO AGUDO.

"Cuando Aurora se puso de parto me tocó a mí ir a buscar a toda prisa a su madre que vivía en Zunzarren. A pesar de que yo no sabía llegar hasta aquel pueblo mi hermano me dijo: no te preocupes que una vez que pases Urroz el caballo solo te llevara hasta allí (el animal se conocía el camino de memoría pues había ido muchas veces cuando mi hermano iba hasta aquel pueblo a cortejar a la que luego sería su esposa). Así fue, recogí a su madre y a la vuelta vinimos los dos montados en la grupa hasta Mendinueta". MANUEL AGUDO.


Las fiestas patronales eran el 12 de octubre en honor a la Virgen del Pilar. Solían durar tres días y se nombraba a dos mayordomos que eran los encargados de organizarlas.
Empezaba con una diana mañanera donde se hacía el recorrido por las casas del pueblo acompañados de los músicos. En cada casa obsequiaban con moscatel y galletas. Misa a continuación, un poco de baile por la mañana y después de comer baile por la tarde y baile por la noche.
Los hermanos Olaverri (Vidal y Josecho), provenientes de Astrain, con un acordeón cada uno eran los encargados de amenizar el baile, el cual se realizaba en una era. Algunos años venía Bruno, un acordeonista de Almandoz.

Después de comer estos días de fiesta se acostumbraba a jugar a la Carteta (juego de naipes). Se ponía una mesa y unas sillas en una era y se formaban buenas partidas. Los de Artaiz eran muy aficionados a este juego así como gente de los pueblos de alrededor que habían acudido a la feria ganadera de Urroz. Los dos mayordomos estaban encargados de cobrar el 20 % de las ganancias. Dinero que servía para pagar los músicos.
Mucha juventud de otros pueblos acudían a las fiestas de Mendinueta, venían de Urroz, de Artáiz, Idoate, Reta, Zuazu, Lizarraga...

"En mi casa nos juntábamos alrededor de veinticinco personas, aparte de los que éramos en casa, tanto mi padre como mi madre tuvieron varios hermanos por lo cual teníamos bastantes primos repartidos por diversos pueblos y luego venían amigos y allegados de pueblos cercanos.
Venía una cocinera de Urroz para ayudar en la cocina, matábamos dos ovejas para abastecer a todos los presentes. A la hora de dormir pues en cualquier sitio nos apañábamos. Hasta tres durmiendo en una cama, aunque también hay que decir que algunos no se quedaban a dormir, cuando se acababa el baile, de madrugada regresaban a sus pueblos.
Todo se hacía con muchísima ilusión, era la única ocasión que teníamos de vernos con muchos parientes".
MANUEL AGUDO.


Los de Mendinueta no faltaban a la cita anual en la concurrida romería que se hacía el segundo día de Pascua a la ermita de San Miguel de Izaga en término de Zuazu. Allí se juntaban las gentes de todo el valle. Cada pueblo iba con su cruz procesional. En Mendinueta cada año era una casa la encargada de llevarla. Primero iban los penitentes con sus túnicas negras, detrás las cruces parroquiales y por último toda la comitiva.

"Nosotros salíamos desde Mendinueta hasta Zuazu, allí nos juntábamos con los de este pueblo y con los de Artaiz. Los tres pueblos juntos subíamos hasta Izaga, por este orden: Mendinueta, Zuazu y Artaiz. Después llegaban Ardanaz, Iriso y Beróiz. Por último Induráin, Turrillas y Urbicáin.
Comíamos un bocadillo, se hacía una misa y a continuación una comida campestre alrededor de la ermita.
Ya por la tarde cada uno se volvía a su lugar de origen. Era tradición que los pueblos salieran en orden inverso al de llegada. Al llegar a Zuazu había costumbre de hacer un baile por la tarde con un acordeonista. Los de Mendinueta nos quedábamos al baile. Pero yo esa vez no me pude quedar porque me tocó irme con el macho hasta Mendinueta para llevar la cruz. Como era uno de los pequeños (tenía 11 años) me tocó a mi". MANUEL AGUDO.


Era costumbre desde antaño en Mendinueta el día de la Cruz de mayo (día 3) poner cruces (que previamente habían sido bendecidas el Domingo de Ramos) en todos los campos, para así librar a las cosechas de las tormentas.

Los domingos era el día de escapar de la rutina del trabajo y buscar un poco de entretenimiento, aunque no abundaban mucho.

"Las chicas jóvenes salían a la carretera de Urroz a Lizarraga a pasear los domingos por la tarde y los chicos revoloteando tras ellas o bien nos íbamos a Urroz a dar una vuelta a ver que había por allí, si nos apetecía echábamos unos tragos en El Ventorro o nos íbamos a la estación del Irati a ver quien llegaba o se iba. No había bailes, solamente en la posguerra, en los años de los maquis hubo un destacamento del ejército instalado en Urroz y estuvo más animada la cosa pues si se hicieron bailes dominicales y más de un soldado se hizo novio de alguna de las chicas.

Otras veces en vez de ir a Urroz nos íbamos a recorrer los pueblos donde estuvieran en fiestas. Nosotros éramos cuatro hermanos varones y no siempre tirábamos todos para el mismo sitio. Llevábamos una bicicleta y según las amistades o los intereses por alguna chica que nos gustara nos íbamos para un sitio u otro. Me acuerdo de las fiestas de San Martin en noviembre, se celebraba en Artáiz y en Ardanaz. Íbamos primero a Artáiz y después de cenar nos acercábamos hasta Ardanaz. Aquí hasta que se acababa, después vuelta para Mendinueta. A lo mejor llegábamos a las dos de la mañana a casa y a las cuatro ya había que levantarse para realizar las faenas del campo, incluso en ocasiones sin haber dormido nada. Los padres no te prohibían ir ningún sitio pero tu ya sabías que a tal hora había que levantarse para empezar las tareas". MANUEL AGUDO.


Con la llegada de los años 60 y la fuerte emigración que se estaba dando en todo el valle, Mendinueta no podía ser ajeno a ello. Aunque el marqués les ofreció la posibilidad de seguir como renteros, aumentando la renta a 125.000 pesetas anuales por familia o bien la compra de todo el pueblo y sus fincas por 10.000.000 de pesetas a pagar entre las cuatro casas, siempre que fueran todas las familias en conjunto, no hubo acuerdo entre los vecinos que ya tenían el pensamiento de buscar un mejor futuro en Pamplona y así a últimos de 1964 se cerraban tres de las cuatro casas del pueblo, quedándose solo un tiempo más los de Casa Mayorazgo que lo hicieron en los primeros meses del año 65. El pastor y su familia se habían ido unos años antes.

"Los de casa Mayorazgo (Inocencio, su hermana Pilar y una tía materna, Filomena) se fueron unos meses después que los demás porque tenían que esperar a que la casa que tenían en Urroz-Villa fuera desalojada por el inquilino al que la tenían alquilada".
JESÚS MARÍA AGUDO.



En la actualidad los que un día se fueron y sus descendientes siguen reuniéndose el 12 de octubre en Mendinueta para que no se apague la memoria del pueblo.
Las tierras siguen siendo trabajadas por agricultores que las tienen arrendadas.

"Nos juntamos alrededor de unas veinte personas. Un día de confraternización, de recordar, de seguir manteniendo un vínculo con el lugar donde nacimos. Lanzamos unos cohetes, hacemos una comida y echamos unos tragos, así pasamos un día agradable". JOSÉ ANTONIO AGUDO.


Visita realizada en mayo de 2017.

Agradecimiento a los hermanos Agudo, José Antonio y Jesús María de casa Txiberri, amenos informantes del pueblo que les vio nacer y donde pasaron los primeros años de sus vidas.
Agradecimiento para Manuel Agudo de casa Txiberri (tío de José Antonio y Jesús María). Excelente informante del pasado de Mendinueta. A sus 86 años una memoria lucida le permite rememorar muchos detalles y recuerdos vividos.
Otra fuente de información: Libro- Izagaondoa; Memoria de un valle, de Fernando Hualde.

PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.




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Mugueta ( Navarra)



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Dos viviendas acompañan a la iglesia y la abadía en esta aldea escondida del valle de Lónguida.
Situada al borde del barranco de Mugueta, sus casas muestran el señorío que tuvieron en tiempos pasados. Pertenecían a gente importante de Pamplona y Huarte que las tenían arrendadas, por lo que los habitantes de Mugueta eran renteros, no eran dueños ni de las casas ni de las tierras.
Dedicados principalmente a la ganadería con amplios rebaños de ovejas y teniendo sus tierras cultivadas de cereal (trigo, avena y cebada).
Los pastores y ganaderos de los valles pirenaicos han sido desde hace muchos siglos protagonistas de la trashumancia de sus ganados hacia las tierras próximas al Ebro. En el caso del valle de Salazar hay una ruta que une este valle con la Ribera de Navarra, que recibe el nombre de Cañada de los Salacencos. En muchas ocasiones estos ganaderos se establecían en puntos intermedios de paso obligado, como en este caso lo es Mugueta, aprovechando de esta forma los pastos de este lugar.
Celebraban sus fiestas patronales el 11 de noviembre para San Martín.

El pueblo de Artajo era su recurso más natural para todo tipo de servicios, así a este pueblo bajaban a la escuela los niños de Mugueta y desde Artajo subía el cura a oficiar la misa y el médico a visitar algún enfermo grave.

A Artajo tenían que bajar también para coger el Irati (tren que hacía el recorrido Pamplona-Aoiz-Sangüesa) cuando querían desplazarse a la capital o a alguno de los pueblos grandes. Con el cierre de esta línea ferroviaria su medio de transporte pasó a ser la Lumbierina (coche de línea que hacía el recorrido Lumbier-Pamplona). Les tocaba madrugar para estar a las ocho de la mañana en Artajo, hora en que pasaba el mencionado transporte.
También a Artajo bajaban a buscar el pan que les dejaban aquí los panaderos de Murillo de Longuida y de Artieda, debido a que no había buen acceso a Mugueta (apenas un deficiente camino de caballerías). En Mugueta se abastecían de agua de un regato que circulaba por el barranco, pero en época de sequía venia completamente seco por lo que tenían que bajar con las caballerías a por agua a Artajo para consumo y las mujeres bajar con la ropa para lavarla en el rio Irati.

Al molino de San Vicente les tocaba acudir a moler el grano.
Acudían a la feria de ganado de Urroz especializada en todo tipo de animales que se celebraba el día 13 de noviembre más otra que se celebraba todos los días 14 del año en este mismo pueblo.

Debido a la falta de luz y agua en las casas añadido a un deficiente acceso al pueblo sus habitantes se marcharon sobre la década de los 70 aunque el pueblo siguió siendo utilizado por pastores y se siguieron labrando sus tierras.


PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.


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Uli Bajo ( Navarra)



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Pueblo perteneciente al valle de Lónguida, situado en un altozano y dividido en dos pequeñas agrupaciones de casas.
Seis viviendas componían este núcleo en el que sus habitantes eran renteros (excepto una vivienda), tenían arrendadas las casas y las tierras.
Dedicados a la agricultura (trigo, cebada, avena) y a la ganadería (ovejas), llevaban una vida con pocas comodidades en este bonito pueblo de Uli Bajo, puesto que el acceso era por un deficiente camino de caballerías, no conocieron la luz y el agua en las casas, agua que tenían que bajar a buscarla a un regato que pasaba por el barranco y que algunos veranos se llegaba a secar por lo que tenían que ir a buscarla a Artajo con garrafones y cantaros, además de tener que bajar las mujeres a lavar la ropa.

Artajo era su salida natural al exterior para todo, pues allí bajaban los niños a la escuela, y el cura y el médico subían desde éste pueblo.
Los panaderos de Murillo y Artieda dejaban allí el pan que recogía cualquier vecino de Uli.
A Artajo también bajaban cuando se tenían que desplazar a Pamplona, Aoiz o a Lumbier pues por allí pasaba el tren (Irati) y el coche de línea (Lumbierina).
Acudían a la feria de ganado de Urroz el día 13 de noviembre y todos los días 14 del año para la compra-venta de todo tipo de animales.
Les tocaba acudir al molino de San Vicente a moler el grano.

Celebraban sus fiestas patronales el día 8 de diciembre para La Purísima.
Se mantuvo habitado aproximadamente hasta el año 1980 cuando se cerró la última casa. Sus vecinos se habían ido marchando principalmente a Pamplona y otros puntos de la provincia debido a la ausencia de los servicios básicos como la luz, el agua y un buen acceso al pueblo, complementado además con que la tierra ya no daba trabajo para todos en familias con un elevado número de hijos.

Uli Bajo, otro pueblo que se extingue: excelente reportaje de Fernando Hualde sobre la rica historia de este pueblo.

PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.



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Llegada a Uli Bajo.


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Casa Galé. Fue adquirida por la Diputación Foral de Navarra.


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Casa de aire nobiliario, siempre se la conoció deshabitada. Era usada como almacén.


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Barrio alto de Uli, cuatro viviendas y la parroquial lo componían.


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Casa La Viuda. Fue la última que se cerró en Uli Bajo.


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La iglesia de la Purísima Concepción.


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Interior de la parroquial. Presbiterio. Altar mayor. Púlpito. Apenas visible algún resto de las pinturas murales en la pared. Suelo de madera.



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Confesionario y escalera de subida al coro.


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La abadía.


 
Urbicain ( Navarra)




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Agradecimiento para Ildefonso Ascunce de Casa Pedroz, último vecino en marchar de Urbicain, con sus 96 años espléndidamente llevados, excelente informante sobre el pasado de su pueblo.


Urbicain es un pueblo situado en llano en una pequeña prominencia del valle de Izagaondoa a la vera de la Peña Izaga.
Siete viviendas componían este lugar, algunas de ellas de buen porte y todavía en relativo buen estado, dedicadas a la agricultura (avena, trigo y cebada) y a la ganadería con la oveja como animal fundamental. Ovejas dedicadas a la cría del cordero, muy apreciado para su venta que llevaban a vender a Aoiz y a Lumbier.
No conocieron nunca escuela en el pueblo por lo que los niños bajaban diariamente hasta la de Turrillas.
Tuvieron cura residente (don Narciso) que años más tarde se bajó a vivir a Turrillas.

"El cura vivía aquí en Urbicain en la abadía y llevaba nuestro pueblo y el de Izanoz porque en aquel entonces un cura no podía llevar más de dos pueblos, cuando ya se amplió esa normativa se bajó a vivir a Turrillas porque también le adjudicaron aquel pueblo además de Indurain". ILDEFONSO ASCUNCE.

El médico acudía en casos necesarios desde el pueblo de Urroz montado a caballo.
El cartero lo hacía desde el pueblo de Artajo.
Celebraban sus fiestas patronales el día 2 de septiembre en honor a su patrón San Esteban.

"Cuatro días duraban las fiestas en los que además de misa y procesión se hacia una ronda con los músicos por las casas del pueblo donde se obsequiaba a la comitiva con moscatel y rosquillas. El baile se hacía en la calle o en el interior de alguna casa si llovía y solía ser amenizado unas veces por el ciego de Aibar con bandurria acompañado de su hijo y otras veces por un acordeonista de Aldunate. Cada año era una casa distinta los que hacían de mayordomos y se encargaban de dar comida y alojamiento a los músicos.
El último día de la fiesta los mozos pagaban una cena para todo el pueblo". ILDEFONSO ASCUNCE.


Llegaron a conocer la luz eléctrica procedente del molino de San Vicente en Urraul Bajo, pero ello no fue impedimento para que las gentes de Urbicain se fueran marchando en busca de un mejor futuro, principalmente a Pamplona, lo que unido al envejecimiento de la población, el pueblo iba agonizando y así en los años 70 todas las tierras y casas de Urbicain excepto Casa Pedroz fueron vendidas a un hacendado catalán que lo utilizó como explotación agrícola y ganadera. Hasta hace pocos años salía humo de alguna chimenea en Urbicain pues hubo presencia humana hasta el año 2004 en que Ildefonso Ascunce y su mujer Rosario Cía cerraron la puerta de su casa (Casa Pedroz) debido a su avanzada edad y se marcharon a vivir a Lumbier.


PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.


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Foto cedida por Fernando Hualde
Placa en azulejo situada a la entrada del pueblo.


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Entrada al pueblo por la carretera.


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Entrada al pueblo por el camino de Izánoz.


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San Esteban de Urbicain, adosada a ella la abadía.


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Casa Melchor. Era la más pudiente del pueblo.
Fernando Hualde hace una descripción de la casa y de su pasado en un excelente reportaje: El ventanillo de Casa Melchor.


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Calle de Urbicain. Al fondo Casa Pedroz.


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Casa Icurgui, soberbia edificación.


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Casa Echalaz y lateral de Casa Icurgui a la derecha.


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Foto cedida por Fernando Hualde
Entrada al molino de Urbicain, se encuentra en ruina y devorado por la vegetación, era propiedad de Casa Melchor y en el siglo XX lo adquirieron los de Casa Icurgui. Aquí venían a moler los de Turrillas y los de Izánoz.


 
Cabaloria ( Salamanca)



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En la falda de un cerro en la margen izquierda del río Alagón se asienta la aldea salmantina de Cabaloria. Perteneciente al municipio de Sotoserrano, llegó a contar en sus buenos tiempos con treinta casas. Apenas cuatrocientos metros la separan del limite provincial con Cáceres.

"La vida en Cabaloria era muy dura, pero muy bonita". AMADORA MARTÍN.

"No teníamos ningún lujo pero éramos muy felices". JOSÉ SÁNCHEZ.

Sus principales producciones eran el trigo, la cebada y los olivos.
Para moler el grano iban a los molinos que había junto al río Alagón en Sotoserrano.
Para la molienda de la aceituna había almazara en Cabaloria. Se elaboraba el aceite para consumo propio.
La ganadería estaba conformada mayoritariamente por las cabras y alguna vaca.
Carniceros de Sotoserrano y Cepeda venían a comprar los cabritos.
Cazaban conejos y perdices en sus montes y del río obtenían barbos, bogas y cachos. Peces que se aprovechaban para consumo casero y también para vender.
Se solía matar una media de dos cerdos al año en cada casa.

"Cada vez que se hacía matanza en una casa íbamos los niños a pedir el rabo del animal una vez que ya estaba churrascado". JOSÉ SÁNCHEZ.

Casi todas las casas tenían horno para hacer el pan aunque ya en los últimos años no se hacía y se iba a comprar fuera.

"Cada tres días antes de ir a la escuela tenía que ir a comprar el pan a la panadería de Las Mestas (Cáceres) que estaba a cinco kilómetros. Iba con la mula y llevaba un saco a cada lado del animal con ocho o diez panes en cada uno. Compraba pan para varias casas". JOSÉ SÁNCHEZ.

Había dos tabernas en Cabaloria y para hacer compras se desplazaban a Sotoserrano o a Riomalo de Abajo donde había una tienda pequeña.
Nunca conocieron la luz eléctrica y así los candiles de aceite para las casas y los faroles para cuando había que salir a la calle o ir a las cuadras fueron sus fuentes de iluminación.

El agua para consumo la cogían de una fuente que había junto al río pero cuando este venía crecido la tapaba y tenían que ir a buscarla a un arroyo más lejano.
Algunos vecinos iban a segar a pueblos cercanos a Salamanca para ganarse un jornal cuando era el tiempo de ello.

Un cura que estuvo destinado un tiempo en Sotoserrano quiso hacer una capilla en Cabaloria pero al final la cosa quedó en nada.
Para todo tipo de oficios religiosos (misa dominical, bodas, bautizos, comuniones) iban al cercano pueblo de Riomalo de Abajo, ya en la provincia de Cáceres, del cual les separaba poco más de un kilómetro.

"En Navidad bajábamos los niños tocando los cencerros hasta el río y los de Riomalo acudían también a la otra orilla tocando sus cencerros. Así estábamos un buen rato, haciendo mucho alboroto y ruido". JOSÉ SÁNCHEZ.

Don José, el médico de Sotoserrano acudía a visitar a un enfermo cuando la ocasión lo requería. Había que ir a buscarle llevando una caballería para que el doctor pudiera hacer el desplazamiento hasta Cabaloria.
Abelardo, el cartero venía andando desde Sotoserrano a repartir la correspondencia.

No había fiesta patronal en la aldea y por ello los Carnavales eran las celebraciones de mayor importancia.
Duraban tres días y venía la juventud de Martinebrón y Riomalo.
De la música para el baile se encargaba Francisco, el tamborilero de Valdelageve.

"Los niños íbamos a un altillo del terreno a divisar la llegada del tamborilero, cuando le veíamos aparecer corríamos hacía Cabaloria gritando: ¡ya viene el tamborilero! Este entraba tocando al pueblo para hacer notar su presencia.
Se hacía una ronda con el músico por las calles y en cada casa sacaban unas rosquillas o unas perrunillas con un poco de aguardiente a la comitiva.
En el baile nos poníamos los mejores mantones y sayas". AMADORA MARTÍN.


La construcción del pantano de Gabriel y Galán y la amenaza de que alguno de sus brazos de agua podía llegar a sepultar Cabaloria supuso el principio del fin para el pueblo y sus gentes.

Es por ello que se hizo una expropiación voluntaria/forzosa para que las gentes abandonaran el pueblo.
Aún cuando el pueblo no iba a quedar nunca bajo las aguas, todos los vecinos fueron pensando en aceptar (unos de manera voluntaria y otros no tanto) lo que les ofrecían y buscar la manera y el lugar para empezar una nueva vida.
Madrid, País Vasco, Sotoserrano o Béjar fueron alguno de los lugares elegidos para comenzar una nueva etapa laboral y social.
1965 fue el año que se puso para la expropiación definitiva de Cabaloria.
El matrimonio formado por Celedonio Martín y Amadora Martín y las tres hijas que tuvieron fueron los últimos de Cabaloria. Se marcharon a Béjar.

"Nos quedamos solos en el pueblo durante un año y pico. Teníamos cabras y las niñas iban a la escuela de Riomalo. Pasaba a menudo por aquí Epifanio, el guarda del pantano y nos decía que nos teníamos que marchar. No nos metía prisa pero tenía orden de los ingenieros de que desalojáramos el pueblo. Nos decía que ellos (los ingenieros) no iban a venir nunca por aquí pero que teníamos que ir pensando en marchar. Le dábamos un queso o una botella de leche para contemporizar un poco la situación.
Así que al final acabamos vendiendo las cabras, un burro y también una cerda de cría que era buenísima, paría trece lechones y solo tenía doce t*tas. Nos dio mucha lástima, sobre todo a mis hijas que el día que vinieron a por ella se bajaron corriendo hacía el río para no ver como se la llevaban". AMADORA MARTÍN.


Informantes: José Sánchez y Amadora Martín. Gracias a ambos por los valiosos recuerdos aportados para dar forma al reportaje sobre su pueblo.


PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.



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Llegada a Cabaloria por el camino de Martinebrón.


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Vista de Cabaloria desde arriba.


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No es posible transitar por lo que un día fueron calles.


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En esta vivienda estaba una de las dos tabernas que hubo en Cabaloria. Los hombres acostumbraban a jugar al tute y echar unos tragos de vino.


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Detalle de una vivienda. Sin tejado, vigas que se balancean, los muros aquejados de "reuma", la vegetación avasallando.... De frente Las Hurdes, ya en la provincia de Cáceres.


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Escuela y casa del maestro


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Escuela de Cabaloria. Entre veinticinco y treinta niños según el año asistían en los años cuarenta y cincuenta. Don Ignacio estuvo muchos años impartiendo enseñanza aquí.


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La casa del maestro. Aquí vivía don Ignacio con su mujer y sus tres hijos.


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Cementerio. Ante la marcha de sus vecinos y la situación de desamparo en que iba a quedar el camposanto, se tomó la determinación de cubrirlo con una capa de hormigón.


 
Aldealafuente ( Segovia)


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Unas doce casas de sencilla construcción conformaban esta aldea típicamente castellana. Era un barrio de San Pedro de Gaillos, del que han dependido siempre para todo tipo de servicios (oficios religiosos, medico, cartero, escuela, etc..).
Cultivaban trigo y cebada (el grano lo llevaban a moler a San Pedro). También eran buenos productores de garbanzos que venían a comprarlos de pueblos de la comarca.

Cada casa tenía su rebaño de ovejas aunque en pequeñas cantidades. Eran ovejas para la cría del cordero que luego vendían en Sepúlveda y Cantalejo.
Había por costumbre también la cría de pollos que luego los intercambiaban por aceite y otros productos básicos con los mantequeros que venían de Valleruela, Aldealcorvo y San Pedro.

Aunque participaban de las fiestas de San Pedro de Gaillos en junio y septiembre, tenían un día que celebraban su sencilla fiesta particular. Se hacía el domingo siguiente a Resurrección que solía ser en abril y era el único día que se abría la ermita para oficiar una misa, se hacía una comida con familiares venidos de pueblos de alrededor, terminando con un baile al son de la dulzaina y el tambor de los músicos que venían de San Pedro de Gaillos.
El pueblo contaba con luz eléctrica aunque muy escasa.

En los años 60 se produjo la emigración masiva de los vecinos que marcharon en su mayoría a San Pedro de Gaillos y alguna familia a Madrid, esto fue debido a la mecanización del campo y a que no había suficiente tierras para trabajar para todos. Se fueron al pueblo cabecera en busca de un mejor futuro e infraestructuras y desde allí podían seguir yendo todos los días a Aldealafuente a continuar con sus tareas agrícolas y ganaderas.

En el año 1976 sucedió la marcha del último vecino, Ricardo (originario del cercano pueblo de Consuegra de Murera), con su mujer y sus dos hijos, dedicado al pastoreo de las ovejas, estuvieron unos años viviendo solos en el pueblo, incluso al final sin luz eléctrica pues la compañía que suministraba la energía en esa época la cortó, argumentando que para una familia no les salía rentable mantener la instalación y ponerla nueva.
Las casas se siguieron utilizando como almacén por los vecinos, pero el expolio y los años de olvido fueron haciendo mella en las edificaciones.


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Entrada a la aldea por el camino de Aldearraso.


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Entrada a la aldea por el camino de El Rebollar.


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La ermita de San Antonio, sus muros aguantan como pueden.


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Antaño calle trajinada por personas, carros y animales, hoy taciturna y triste.


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Pequeña plazuela de Aldealafuente, lugar de reunión de los vecinos, las mujeres se sentaban a coser y a hablar en el carasol de la fachada derecha, la fachada de la izquierda servía de improvisado frontón para los jóvenes, también aquí se celebraba el baile el día de la fiesta. De frente la ultima vivienda que se cerró en la aldea que contaba con un patio interior que la preservaba de la calle.



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La fuente. Nunca dejó de dar agua, ni siquiera en verano.


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Vivienda en aparente buen estado que se siguió usando como almacén agrícola, con puerta carretera a la derecha para permitir el paso de los carros que daba acceso a los corrales y las cuadras.


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Bien diferente seria la visión hace 60 años cuando abrieran la puerta, donde antes veían a sus vecinos hoy hay cardos, zarzas y pintadas de mal gusto.


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Por Blas Bravo y Casimira García año 1908. Algunas viviendas tienen en el dintel de la puerta el nombre de los propietarios y el año de construcción. Típica puerta castellana de madera con doble hoja y tachonada con clavos de cabeza redonda.


 
Fuentes ( Segovia)



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Sobre un altozano se encuentran tres o cuatro edificaciones agonizantes acompañando a una iglesia. Son los escasísimos restos que quedan del pueblo de Fuentes. Poco queda ya de los tiempos en que este pueblo contaba con unas treinta viviendas aproximadamente, escuela, dos tabernas y dos hornos de hacer cal. Casi todo ha desaparecido y solamente la parroquial es la que permanece altiva y domina todo el paisaje.

Pedanía de Carbonero el Mayor, por eso se le conocía como Fuentes de Carbonero. Vivían de la ganadería, principalmente de la oveja y del cerdo. Los porcinos tenían muy buena salida debido a los diversos mataderos que llegó a tener Carbonero. Los corderos se vendían a carniceros que venían desde Segovia a comprarlos.

La agricultura estaba dedicada en su mayoría al cereal (trigo y cebada principalmente).
Tuvieron luz eléctrica proveniente de una fábrica de electricidad junto al río Eresma en el término de Bernardos.
Celebraban las fiestas patronales el día 15 de agosto en honor a Nuestra Señora de la Asunción y luego en octubre a la virgen del Rosario.
Fiestas muy concurridas, donde acudían en gran número gentes de Bernardos y de Carbonero el Mayor. No faltaba una orquesta de cuatro o cinco músicos del pueblo de Coca para amenizar el baile.

Don Pedro, el cura, venia montado a caballo desde el pueblo de Bernardos a oficiar la misa, algunas veces era un coadjutor de Carbonero el Mayor el que realizaba dicho acto.
El médico acudía desde Carbonero el Mayor, había que ir a buscarle con una mula.

Una veintena de niños aproximadamente asistían a la escuela para recibir enseñanza de doña Pilar, la maestra, que venía desde Carbonero el Mayor de donde era natural, lo hacía montada en bicicleta y aprovechaba para llevar a Fuentes la correspondencia o bien la traía algún otro vecino que hiciera desplazamientos frecuentes entre los dos pueblos.

Con Carbonero era mucha la relación que había dada la cercanía entre los dos pueblos ( 2 km.), así acudía allí la juventud de Fuentes los domingos buscando un poco de diversión (cine y baile), a por el pan también les tocaba ir hasta el pueblo vecino (más tarde ya era el panadero el que lo llevaba a Fuentes), también les tocaba acudir a la fragua, a las ferias de ganado y a cualquier asunto administrativo.
De Bernardos solía venir Julio Núñez, primero en bicicleta y más tarde en moto vendiendo sardinas, merluza y diversos tipos de pescado que se daba en aquellos años.

Al molino del Arco en Bernardos iban a moler el grano.
Carbonero el Mayor fue el que absorbió a la práctica totalidad de habitantes de Fuentes. Se fueron porque en Carbonero había mejores servicios y desde allí podían seguir trabajando las tierras y atendiendo el ganado.
Los hermanos Álvarez (Domingo, Luis y Pedro) fueron los que aguantaron en Fuentes hasta el final, siendo Pedro con su mujer los últimos en marchar de Fuentes, a mediados de los 60.

En muchos casos, los propios vecinos de Fuentes fueron desmantelando sus casas para extraer las mejores piedras, vigas y tejas para construir nuevas viviendas en Carbonero el Mayor y del resto se encargaron los expoliadores clandestinos, así es como el pueblo presenta esta desoladora visión actual, donde en pocos años solo la presencia de la iglesia señalará donde estuvo el pueblo de Fuentes.

PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.


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Entrando a Fuentes por el camino de Bernardos.


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Vivienda e iglesia.


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La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Según cuenta un panel explicativo, se construyó en 1741 sustituyendo a la que había anteriormente, que fue destruida por un rayo.


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Foto cedida por David Al.
Interior del templo.


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Foto cedida por David Al.
Interior del templo.


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Enmarcada.


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Fue un bonito pueblo a decir de quienes lo conocieron, pero a duras penas dos o tres fachadas muy disminuidas quedan en pie, por lo que es difícil hacerse una idea de la composición del lugar.


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Horno de pan en el interior de una casa.


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La fuente de Fuentes. El tener que acarrear diariamente el agua por la empinada cuesta hasta llegar a las casas, fue otro de los problemas que empujó a los vecinos a emigrar.


 
Guijasalbas ( Segovia)




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**Pueblo de propiedad privada**
**Esta vallado**
**Explotación ganadera**


Guijasalbas es un anejo de Valdeprados situado a orillas del río Moros. Pueblo con sabor y con historia que ya aparece citado en documentos del siglo XI. Perteneció durante varias generaciones a la familia del conde Puñonrostro hasta que en el siglo XX pasó a ser propiedad de don Alfonso Velarde de la Piñera, conde de Velarde.

Sus habitantes eran renteros, tenían arrendadas las casas y las tierras al conde.
Quince viviendas conformaban Guijasalbas, entre las que sobresalía la casona, conocida también como el hotel de los Velarde, donde el conde se instalaba en sus visitas al pueblo.
Tenía buenas tierras de labor y de pastos dedicadas mayoritariamente al cultivo de trigo y cebada y a la explotación de numeroso ganado vacuno.

Celebraban sus fiestas patronales para San Martín el 11 de noviembre. Misa, procesión y baile eran los actos principales de estas fiestas. El baile se realizaba en una amplia nave acondicionada para la ocasión y estaba amenizado por los músicos de Vegas de Matute al son de dulzaina y tambor para hacer bailar a todos los presentes jotas, seguidillas, pasacalles, etc. Acudía gente de todos los pueblos de alrededor, como Vegas de Matute, Zarzuela del Monte, Valdeprados entre otros. Era costumbre también elaborar unos exquisitos bollos en los hornos, que se consumían acompañados de un refresco y en la comida no podía faltar el pollo de corral bien engordado para la ocasión.
Tenían una fiesta pequeña el día 8 de diciembre para la Inmaculada Concepción.

El cura venia desde Valdeprados a oficiar la misa.
Había escuela en el pueblo, primero estuvo situada en una dependencia de la casona y luego se construyó otra en un lateral de una casa. El maestro residía en el pueblo (Don Nemesio).
El médico venia desde Vegas de Matute.
El cartero residía en Valdeprados, recogía la correspondencia para su pueblo y para Guijasalbas.

Todo dio un cambio radical en el año 1954 cuando don Alfonso decidió rescindir el contrato de los renteros, y aunque estuvieron en pleitos estos tuvieron que abandonar el pueblo. El conde cambió los métodos de trabajo, trajo la maquinaria agrícola y contrató trabajadores a sueldo que estuvieron durante años viviendo en el pueblo, pero esto también se acabó y el pueblo al día de hoy está dedicado a la explotación de ganado vacuno pero sin habitantes permanentes en el pueblo.

"Era un pueblo donde se vivía muy bien, con buenas tierras y buen ganado, había mucha caza en el término y abundante pesca en el río Moros. El pueblo estaba muy bien comunicado pues todos los días pasaba por allí a las nueve de la mañana el coche de línea (Correo), que hacía el recorrido Ávila-Segovia, para todo aquel que tuviera que desplazarse a la capital haciendo el viaje de vuelta en el mismo transporte por la tarde.
Había molino, tienda y taberna, lo que no había en otros pueblos de alrededor, hacíamos unas fiestas de las mejores del contorno pero al llegar la mecanización del campo el conde prescindió de los renteros y optó por sacarle él todo el rendimiento a la producción agrícola y ganadera".
(Antiguo vecino de Guijasalbas).

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PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.

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La casona, conocida también como el hotel de los Velarde, donde el conde se alojaba cuando venía a Guijasalbas.



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La casona y sus construcciones auxiliares vistas por detrás. Pese al buen aspecto exterior, se encuentra en ruinas como todas las casas del pueblo.


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La iglesia parroquial de San Martín, sin tejado se encuentra en ruina total. A la izquierda anexa a ella estaba la casa del cura que al no residir aquí era utilizada como vivienda por el maestro.


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La casa del tío Alejandro.


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Vista trasera de la casa del tío Alejandro, con la espadaña de la iglesia asomando tímidamente por encima de los tejados. Las cuatro columnas del potro de herrar quedan como vestigio de un rico pasado ganadero.


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Peanas que sujetaban dos cruces de piedra, otra huella del pasado.


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Calle de Guijasalbas.


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En la prolongación de la nave se construyó otra de las nuevas viviendas que también está en ruinas actualmente.


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Fachada del molino harinero del tío Jacinto. Aquí venían también a moler los del pueblo de Valdeprados.


 
La Alameda ( Segovia)



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La Alameda es uno de los cinco barrios que forman el municipio de Orejana, es el único que se encuentra deshabitado, situación a la que llegó por ser el más pequeño de ellos y el más aislado, aunque el resto de barrios no se ha librado tampoco de la sangría de la despoblación.
Cinco viviendas componían esta aldea, dedicadas al cultivo de trigo, cebada y centeno y al pastoreo de las ovejas.

Para todos los servicios dependían del ayuntamiento de Orejana y más en concreto de El Arenal donde está la cabecera del municipio.
No tenían fiestas patronales, pero participaban conjuntamente con el barrio de Orejanilla de las fiestas de El Rosarillo que se celebraban a últimos de septiembre y cada tres años les tocaba hacer de anfitriones.

En 1971 se cerró la última casa a cargo de la señora Juana y su marido. El pueblo se fue quedando vacío a causa del envejecimiento de la población, varios vecinos ya mayores se fueron muriendo, ello unido al aislamiento que padecían y la falta de servicios básicos hizo que los que quedaron se marcharan a Madrid y alguna familia a Francia.


Información incompleta. Si eres nacido/a en La Alameda o tienes algún vínculo con este pueblo y quieres aportar más datos sobre su vida cotidiana y costumbres para ampliar el reportaje me gustaría que me escribieras al correo electrónico que hay en la columna de la derecha o bien me facilitaras algún tipo de contacto. Gracias.


Visita realizada en noviembre de 2009.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.



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Plaza central de La Alameda.


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Vivienda en el centro del pueblo en buen estado todavía y conservada por sus propietarios. Cochera a la izquierda y horno anexo a la derecha.


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Por una corta calle se llega a la vivienda más grande del pueblo, con la cochera adosada en la parte trasera.


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En su parte izquierda tiene los corrales y otra pequeña edificación complementando a la vivienda.


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Por la misma calle hay que volver a la plaza. Piedra natural en forma de banco para sentarse y disfrutar de un remanso de paz y tranquilidad dejando pasar el tiempo.


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Otra vivienda totalmente cercada por la vegetación en la que se intuye que tenía una bonita portalada de acceso. Imposible llegar a ella.


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Lo único que deja ver la muralla de maleza es este ventanuco enrejado con fecha escrita en el dintel.


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Otra vivienda con patio delantero donde contrasta la diferencia de la puerta de la cochera (izquierda), con la puerta de la vivienda (derecha)


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Fuente con abrevadero para los animales en el centro del pueblo. Un buen y refrescante chorro sale de ella.


 
Matandrino ( Segovia)




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Agradecimiento a Mariano San Juan, antiguo vecino de Matandrino, buen informante en todo lo relativo a su pueblo.


Matandrino es un barrio perteneciente al pueblo de Prádena, situado en terreno llano en una vega que forma el arroyo Matajudíos.
Nueve viviendas llegaron a formar este núcleo que vivían de la agricultura (trigo, avena y cebada principalmente) y la ganadería (vacas y ovejas), para lo cual había una buena dehesa boyal de pastos comunes.
A moler el grano iban a cualquiera de los tres molinos que había en Prádena y de allí venían los carniceros a comprar terneros o corderos.
Para cualquier tipo de servicio religioso (boda, bautizo, entierros, misas dominicales, etc), se desplazaban a la cabecera de municipio.

"Cuando una persona fallecía, trasladaban su cuerpo en un carro hasta la "Cruz de la Nava", hoy abandonada y cubierta de zarzas, situada en un cruce de caminos. Allí esperaban las cofradías de vecinos de Prádena al difunto, ya fuera de Matandrino o de El Villar, y le trasladaban en cortejo hasta la iglesia y posteriormente al cementerio". JESÚS MARTÍN.

De allí también venia el médico (don Frutos) cuando la enfermedad era grave, en caso contrario era el enfermo el que se desplazaba a Prádena.
Asimismo iban a la escuela de Prádena por carecer de suya propia en Matandrino. Cuatro niños y niñas acudían en los últimos años de vida del pueblo.
La gente joven solía ir los domingos a Prádena buscando un poco de diversión en los bailes que allí se celebraban.

El mismo recorrido hacía la gente para realizar compras y abastecerse de los productos de que carecían, pero aun así también aparecían por Matandrino vendedores ambulantes como los Ricoberos de Valleruela que llegaban con caballerías y compraban huevos y pollos a los vecinos y a su vez les vendían fruta y otros productos (en muchas ocasiones era un trueque o intercambio de productos), también en alguna ocasión se dejaba ver por allí un vendedor ambulante que venía desde la provincia de Ávila vendiendo todo tipo de telas y paños.

El día 3 de mayo celebraban su particular fiesta (La Cruz de mayo), en la que se oficiaba una misa junto a la cruz situada en el centro del pueblo, se rezaba el rosario y por la tarde se hacia un pequeño baile en una era con los músicos que venían unas veces de La Matilla y otras de Matabuena.
Ante la falta de luz eléctrica y agua, unido a los malos accesos al pueblo, y la cercanía de Prádena desde donde podían seguir viniendo a trabajar las tierras, la gente fue optando por emigrar.

"Mis padres decidieron que era mejor irse a vivir a Prádena. Aquí no había luz ni agua, ni infraestructuras de ninguna clase. Desde el pueblo podíamos seguir viniendo a trabajar el campo".
MARIANO SAN JUAN.

"Mis padres ya optaron por marchar de aquí, los hijos se estaban yendo todos, ya solo quedaron los pequeños, para cualquier cosa había que desplazarse a Prádena, el pueblo se estaba quedando sin gente, así que decidieron que lo mejor era irse".
TERESA BERMEJO.

"Tuve problemas con un bebé que vino de parto antes de tiempo, todos los días el médico tenía que venir a Matandrino, hasta que un día nos aconsejó que nos fuéramos a vivir a Prádena que allí estaríamos mejor atendidos, puesto que él no podía estar todos los días desplazándose hasta aquí".
AGUSTINA SANZ.


En pocos años (últimos de los 50 y primeros años 60) Matandrino se quedó vacío. La aldea estuvo con vida hasta el año 1963 en que la señora Gregoria, la única vecina que quedaba se marchó para Prádena, aunque esta mujer siguió acudiendo durante unos años a Matandrino a diario para atalantar un pequeño ganado que allí tenia volviendo por la noche a Prádena a dormir.

Después de muchos años de silencio, soledad y abandono, un grupo de descendientes de Matandrino y amigos de Prádena se pusieron manos a la obra para sacar a Matandrino del olvido y recuperar la fiesta de La Cruz de Mayo.
El sábado 7 de mayo de 2016 han organizado la fiesta del pueblo con gran asistencia de gentes (alrededor de 200 personas) que de una manera u otra tienen algún vínculo con Matandrino. No ha faltado la caldereta de cordero, el baile o una misa al aire libre entre otros actos.
Fiesta que se pretende seguir celebrando en años venideros.

Visitas realizadas en noviembre de 2009, mayo de 2010 y mayo de 2016.

PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.




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Llegando a Matandrino.


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La casa del tío Cándido con su horno exterior. Vivía en ella el matrimonio formado por Cándido González Martín y Juliana San Juan González. Tuvieron 3 hijos. Tiempo después se trasladaron a la casa de la madre de Cándido al fallecer esta. En el año 62 se fueron para Prádena.



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En el vial principal del pueblo se encuentra la cruz de madera sobre varios peldaños de piedra.

"Fue mandada construir en el año 1948 por un cura de Bernuy de Porreros que estaba ejerciendo en Prádena y quería que en Matandrino hubiera algún símbolo religioso". MARIANO SAN JUAN.
Los años de abandono y el azote de las inclemencias meteorológicas la hicieron hincar la rodilla y se partió por la mitad.


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En mayo de 2016 se construyó la nueva cruz de piedra que sustituyó a la antigua de madera.


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La vieja cruz de madera se recompuso y se la buscó una nueva ubicación.


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Calle de Matandrino.


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Corral y cuadra de la casa del tío Cándido. La parte izquierda de la fachada se ha hundido recientemente.


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Entrada a Matandrino por el camino de la Fuentecilla con la trasera de la casa del tío Ambrosio en primer lugar.


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La fuente de Matandrino. Actualmente presenta un aspecto mucho más saludable. Se ha desenmalezado todo el contorno.


 
Acrijos ( Soria)




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Cayendo suavemente en cascada por la ladera de un monte se sitúa este escondido y recóndito pueblo de Acrijos. Ubicado en lo más profundo de las Tierras Altas sorianas, allá donde la despoblación primero voluntaria y luego forzosa causó auténticos estragos hasta el punto de convertirse en la comarca más despoblada de la provincia de Soria. Hoy día por los desolados montes de la sierra de Alcarama dormitan entre pinos de dudosa repoblación más de una decena de pueblos a los que una política mal gestionada por parte de las administraciones empujó a convertirse en almas en pena a merced de un abandono y un silencio brutal.

En una curva del barranco de Zanzano unas ciento sesenta personas en 1950 daban vida a las cuarenta casas que formaban este bonito pueblo de Acrijos.
Se les conocía con el apodo de esteperos debido a la abundante cantidad de estepas que había en su término.
Las ovejas y las cabras era su principal recurso en una tierra áspera y dura con inviernos muy crudos, donde en ocasiones se quedaban totalmente incomunicados durante más de quince días a causa de la nieve.
Trigo, cebada, lentejas y patatas era lo que principalmente producían en la agricultura.
Llevaban a moler el grano a los numerosos molinos que había en el curso del río Linares entre San Pedro Manrique y Vea.
La luz eléctrica fue la única infraestructura de renombre que llegó hasta los muros de Acrijos. este hecho acaeció en 1956, atrás quedaron los candiles de carburo y de aceite.

San Pedro Manrique y Cornago eran sus dos salidas naturales al mundo exterior. A San Pedro acudían en buen número los lunes que era día de mercado. Día de colectividad social de toda la comarca, donde se veían las gentes de todos los pueblos y se enteraban un poco de lo que iba pasando por el mundo. Llevaban cabritos, corderos, cerdos, cabras viejas, huevos, quesos a vender en el mercado y de paso se abastecían de los productos que necesitaran para consumo, útiles de labranza o ropa.

Hacia el pueblo riojano de Cornago iban a comprar vino. Algunos se desplazaban más lejos y alargaban el viaje hasta Fitero o Gravalos para lo cual empleaban el día entero. En algunas ocasiones también llevaban cabritos a vender a Cornago que luego eran transportados hasta Barcelona.
Aunque numerosos vendedores ambulantes se dejaban ver por el pueblo para ofrecer sus productos, como vendedores de aceite, frutas, verduras y telas que venían desde Igea y Cornago. El cacharrero de San Pedro Manrique aparecía de cuando en cuando por allí ofreciendo cantaros, botijos y todo tipo de vasijas.
Había una costumbre desde muy antiguo y es que cada año un vecino estaba obligado a tener una taberna en casa, más que nada para todo aquel forastero o gente del pueblo que quisiera echarse unos tragos de vino.
El maestro de Sarnago venía los domingos e instalaba un pequeño comercio en la planta baja de un edificio donde vendía pastas, anís y otros licores.
En los años más recientes fue Mario de San Pedro Manrique el que puso una tienda en Acrijos en casa de su tía Consuelo. Vendía un poco de todo, desde bebidas, comestibles a productos de limpieza.

San Sebastián era el patrón de Acrijos, al que celebraban fiesta el 20 de enero. Pero como quiera que caía en lo más severo del invierno, estas fiestas quedaban muy disminuidas y no se celebraba ni baile porque los músicos no podían llegar. Solo la misa y la procesión cuando se podía era lo que daba un poco de solemnidad al día.
La fiesta grande de Acrijos se celebraba en torno al 10 de septiembre. Una diana con los músicos y el volteo de campanas anunciaba el comienzo de las fiestas. La misa y la procesión con música marcaban los actos religiosos. En la comida se sacrificaba un cabrito, conejo o cordero para compartir con parientes venidos de fuera y allegados. Pero era el baile lo más concurrido de las fiestas, por la mañana, por la tarde y por la noche. Los Patos (Félix y José Luis, dos hermanos de Cornago con violín y guitarra, algunas veces se hacían acompañar de bombo y platillos) eran los encargados de hacer sonar la música para que bailaran las parejas en la plaza.

Todo el vecino pueblo de Fuentebella al completo acompañaba a los acrijeños en esos días tan señalados. Prácticamente era del único pueblo que venían a participar de las fiestas, alguno de Vea y poco más.
Los mozos tenían la costumbre de matar esos días una oveja machorra, la noche anterior se la corría por el pueblo con gran profusión de ruido debido a los numerosos cencerros que llevaba al cuello. Durante un día entero daban buena cuenta de la carne del animal, solo participaban los mozos varones y solteros que formaran parte de la cuadrilla.

El día de la Trinidad era muy celebrado también en Acrijos. Al igual que en San Pedro y en Sarnago existía la costumbre de las mondidas y el mozo de ramo, tradición que se fue perdiendo poco a poco en cuanto la gente joven comenzó a emigrar.
Se celebraba una misa y una procesión con el santo y la virgen del Rosario, se engalanaban algunas calles con altares y arcos engalanados. El baile por la tarde en una era completaba el día festivo.
El juego de la calva en una era o la baraja acompañada de unos tragos de vino en la improvisada taberna solían ser los entretenimientos de los acrijeños.

El cura venía a oficiar misa desde Sarnago, llevaba también el pueblo de Fuentebella. Posteriormente fue don Livino el que oficiaba los actos religiosos y estableció su residencia en Acrijos. En los últimos años era el cura de Matasejún (don Alejandro) el que venía a dar misa dos veces al mes. Venía montado a caballo y se traía su propio monaguillo.
El médico venía cuando no había más remedio montado a caballo desde San Pedro Manrique, de allí también acudía el veterinario.
El cartero (Pedro) residía en Acrijos, iba por la mañana hasta San Pedro a por la correspondencia y por la tarde la llevaba a su pueblo y a Fuentebella.
El herrero venía periódicamente desde San Pedro Manrique.

Muchos jóvenes fueron emigrando en los años 50 buscando la mejor calidad de vida que se daba en las ciudades. Fue a partir de esa década y sobre todo la de los 60 cuando la emigración fue galopante debido además del auge de la ciudad, al aislamiento que padecían con malos caminos, la dureza del clima y la ausencia de servicios que no llegaban a Acrijos lo que hacía cada vez más difícil la vida en el pueblo, para colmo la política de repoblación forestal tan inadecuada que se llevó a cabo en toda la comarca de Tierras Altas empujó a los más remisos a ir marchando fuera. Les compraron sus fincas para la replantación de pinos por lo que ya tenían muy complicado salir a pastar con el ganado.

La emigración repartió a los acrijeños por muchas partes del país e incluso America, un buen numero se establecieron en Tudela, Alfaro, Logroño, Zaragoza, Barcelona o el País Vasco.
Pedro Hernández y su sobrino José Luis Ortega fueron los últimos de Acrijos. Con ellos se acabó el ciclo de vida en el pueblo. Corría el año 1974.
A partir de entonces lo de siempre, pistas forestales que se abren donde nunca las hubo, expolio demoledor, olvido y silencio.

Para conocer más sobre la historia de Acrijos imprescindible la visita a la página web del pueblo: http://acrijos.blogspot.com.es/


Visita realizada en mayo de 2014 en compañía de Blas Gonzalo.

PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.



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Llegando a Acrijos.


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Entrada a Acrijos. Dos letreros anuncian el nombre del pueblo, los dos en su actual situación dan idea del desgaste que producen los años de soledad.


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Rincón acrijeño.


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La última casa que se cerró en Acrijos.


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Calle de Acrijos.

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Abrevadero, fuente y casa de la maestra (puerta azul).


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La iglesia parroquial de San Sebastián.


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Espadaña de la iglesia. La coronaba un Cristo, que seguramente en algún día desapacible se vino abajo. Vanos sin campanas. Debajo había un reloj del que solo queda el letrero que lo acompañaba.

CUANDO DOY LAS HORAS
RECUERDA A TUS BIENHECHORES
HERMANOS JONAS Y

MAXIMO ORTEGA


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Como la vegetación está en su máximo apogeo en esta época del año se hace difícil caminar por algunos rincones.


 
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