El silencio es oro. Pueblos abandonados.

Montesquiu ( Lleida)



1abc.jpg



Agradecimiento para Margarita Serra de Casa Jan Antoni, amable informante de Montesquiu del que marchó a los 18 años pero al que siempre ha tenido presente en sus recuerdos y para su hijo Joan Capdevila gran colaborador en la elaboración de este reportaje aportando multitud de datos y fotos antiguas.

Montesquiu es un despoblado perteneciente al municipio de Isona situado en una colina a la vera de la montaña de Sant Corneli. El pueblo está actualmente en mal estado de conservación y muy desdibujado de cómo llegó a ser en sus buenos tiempos. Donde antes había buenos ejemplares de casas, calles y plazas hoy son la vegetación y los muros caídos los que se han adueñado del lugar, se hace casi imposible caminar por su interior.
En siglos pasados llegó a haber más de 30 viviendas, reducidas a 15 en el siglo XX, dedicadas al cultivo de trigo, cebada, viñas y olivos principalmente. Había dos molinos de aceite para su elaboración, uno de casa Jan Antoni y otro de casa Andreu. La ganadería la conformaban ovejas y cabras.
El día 25 de mayo celebraban la festa major donde hacían una procesión a la ermita de Sant Serni, una misa y baile con el acordeonista de Suterranya. Venían muchos familiares y amigos de los pueblos vecinos (Basturs, Sant Romá d´Abella, Orcau, Suterranya) y se acostumbraba a matar un cordero para la ocasión.

El 30 de noviembre tenían otra fiesta para San Andrés.
El cura venia a realizar los oficios religiosos desde Suterranya y había que ir a buscarle con una mula a Orcau.
El médico acudía desde Tremp en casos muy necesarios.
Aunque estaban a medio camino entre la Pobla de Segur y Tremp, a este último se solían desplazar los vecinos de Montesquiu para cualquier asunto o realizar compras.

En 1913 se inició la construcción del pantano de Sant Antoni por una empresa conocida popularmente como la Canadiense, lo que a algunos pueblos benefició sobre todo en lo relativo a bares y fondas para alojamiento de todos los empleados, a otros pueblos les perjudicó como es el caso de Montesquiu que se quedaron sin sus tierras más fértiles junto al Noguera Pallaresa donde tenían numeroso cultivo de regadío, además de sepultar el pueblo de Susterris. En compensación por este descalabro la empresa instaló la luz eléctrica sin coste alguno para Montesquiu y otros pueblos afectados.
Toda la montaña de Sant Corneli y lugares cercanos fue zona de frente en la guerra civil, y los vecinos más viejos recuerdan los numerosos bombardeos que hubo en la zona y de una cruenta batalla que hubo en Sant Corneli que dejó más de 600 muertos en un solo día. Hoy día quedan restos de bunkers y trincheras por los alrededores.

"En los años posteriores a la guerra, estábamos jugando un día todos los niños y niñas del pueblo cerca de la ermita de Sant Serni, tirábamos piedras a un extraño artefacto que cosas de la edad no sabíamos que era, y luego resultó ser una bomba, pero quiso la suerte que ningún niño acertara a pegarle una pedrada, ese día creo que apareció un ángel de la guarda que no quiso que nadie tuviera buena puntería porque si llega a haber explotado la catástrofe hubiera sido horrible con todos los niños del pueblo allí presentes". MARGARITA SERRA.

Así fueron transcurriendo los años y a pesar de que no se vivía mal y que iba menguando la población, no fue hasta la década de los 60 que llegó la decadencia total del pueblo. La gente fue marchando debido al auge industrial que había por aquel entonces en las ciudades que supuso el abandono del mundo rural. Sus habitantes marcharon unos para Barcelona, Tremp, La Pobla de Segur y alguna familia a Francia y para 1966 el pueblo se quedó completamente vacío.



DSCF9153abc.jpg



DSCF9144abc.jpg



DSCF9129abc.jpg



DSCF9170abc.jpg



DSCF9148abc.jpg



DSCF9157abc.jpg



DSCF9113abc.jpg



DSCF9179abc.jpg



DSCF9195abc.jpg



 
Montlleó ( Lleida)



IMG_2533abc.jpg




Conocido popularmente entre las gentes de la comarca como Mulió, se asienta esta población recostada sobre una colina en cuya cima había un castillo del cual nada queda.
Cal Joanet, cal Graells, cal Pont, cal Riera, cal Moliner, cal Melgosa, cal Panar, cal Mastret y la rectoría eran las nueve viviendas que componían el núcleo de Montlleó en la comarca de la Segarra, aunque en tiempos anteriores fueron unas cuantas más.
Algunas casas tenían rebaños de ovejas pero la dedicación principal era la agricultura, aunque hay que decir que no tenían muchas tierras cultivables. Trigo, cebada, centeno, patatas y viñas era lo que más sembraban.
En las casas tenían bodegas y ellos mismos elaboraban el vino, siempre para consumo propio, aunque algunas veces lo llevaban a vender a los mercados de Sant Guim o al de Cervera.

No hubo nunca luz eléctrica en el pueblo, aunque dos casas si la tenían de modo muy precario gracias a un molino generador de electricidad que poseían. Tampoco había agua corriente. El agua para consumo tenían que ir a buscarlo a la font de la Mare de Déu, situada a quince minutos del pueblo.
Hasta esta fuente iban en procesión desde la iglesia en tiempos de sequía para pedir que lloviera.
Casi todas las casas tenían aljibes que se llenaban con agua de lluvia. Utilizaban este agua para beber, solamente el que recogían en invierno.
Hasta la guerra civil había un horno comunal en el cual hacían el pan. Después dejó de utilizarse y bajaban a Sant Antolí a comprarlo.

Alrededor de una quincena de niños bajaban en los años 40 a la escuela de Sant Antolí para lo cual tardaban cuarenta y cinco minutos de bajada y algo más a la vuelta que era de subida, sobre una hora.
Se llevaban una tartera y comían en la casa de algún familiar.
De Sant Antolí subía el médico cuando la situación era muy grave, sino era el enfermo el que tenía que hacer el camino a la inversa.
Para hacer compras iban regularmente al mercado de Sant Guim de Freixanet y en ocasiones se desplazaban a la capital comarcal: Cervera. Solían comprar bacalao, sardinas y congrios y aprovechaban para vender huevos, conejos o gallinas.
Celebraban la festa major el 8 de septiembre en honor a la Nativitat de la Mare de Déu.
Como curiosidad a los niños cuando se les quería asustar les decían que vendría el barón Aimeric a llevárselos (la familia Aimeric fueron los amos de estos territorios en el siglo XVI).

Sin luz, sin agua y con unos caminos intrincados y muy precarios el futuro de Montlleó estaba echado. Las gentes fueron emigrando en busca de mejores condiciones de vida. Unos se quedaron en Sant Antolí, otros lo hicieron en Cervera, y los demás se marcharon a Lleida o Barcelona.
Los de cal Melgosa fueron los últimos en marchar de Montlleó, lo hicieron en 1958.
Cuando hacía más de treinta años que no vivía nadie en el pueblo llegó la electricidad (1992).
Desde hace unos años hay una familia viviendo en cal Mastret procedentes de Cervera.
Actualmente forma parte del municipio de Ribera d´Ondara.



IMG_2552abc.jpg



IMG_2415abc.jpg



IMG_2544abc.jpg



IMG_2421abc.jpg



IMG_2502abc.jpg



IMG_2448abc.jpg



IMG_2423abc.jpg



IMG_2427abc.jpg



IMG_2431abc.jpg


 
Sant Romá de Tavèrnoles ( Lleida)



PB290415abc.jpg




Impresionante ubicación la de Sant Romà de Tavèrnoles en una cornisa sobre el valle del Noguera Pallaresa en su vertiente derecha. Atalaya de difícil acceso, nunca conoció camino rodado que hiciera la vida más fácil a sus habitantes y solo caminos de caballería llegaron hasta el pueblo, lo que fue la causa principal de la despoblación de este aéreo lugar.

Seis viviendas llegaron a conformar Sant Romà dedicados a una difícil economía de subsistencia por medio de la agricultura (centeno, avena, trigo, patatas, judías) y la ganadería (ovejas, cabras y vacas).

Celebraban las fiestas patronales el tercer domingo de octubre en honor a Sant Quirze pero después de la guerra civil ya no se celebró fiesta alguna debido a que la población había menguado mucho y las pocas familias que quedaban en el pueblo no quisieron continuar con la tradición festiva, además de que en algunas casas por esas fechas se guardaba luto por la muerte de algún familiar.

El cura acudía a celebrar oficios religiosos desde el pueblo de Surp y después de Llavorsí.
El médico llegaba en casos muy extremos desde Sort, pero había que bajar a buscarle con una caballería al puente de Gulleri junto a la carretera.
El cartero venía desde Rialp.

Siempre les tocaba hacer grandes recorridos andando o con las caballerías por caminos difíciles para llegar hasta cualquier pueblo. Rialp era el pueblo con el que más contacto tenían a nivel de servicios, y hasta ese pueblo bajaban los vecinos de Sant Romà a moler el grano y a la feria de ganado, así como los jóvenes acudían los domingos por allí porque se celebraban unos animados bailes.
A Sort el pueblo más importante de la comarca bajaban los martes que era día de mercado adonde llevaban los excedentes de sus productos agrícolas para vender y a su vez compraban productos de primera necesidad que no había en Sant Romà.

El futuro no era muy halagüeño para el pueblo ante tanta incomodidad: faltaban servicios básicos como la luz y el agua y una carretera que estuvo proyectada pero nunca llegó, lo que hizo que la gente se fuera marchando hacia distintos lugares (Lleida, Andorra, Francia, Rialp) pero aun así se mantuvo con vida hasta el año 1995 con los tres habitantes de Casa Batlle, el matrimonio formado por Jacinto Masa y Teresa Carrera además de Teresa Masa, la hija de ambos.

Jacinto fue un hombre muy apegado a su tierra y nunca quiso marchar ante la incertidumbre de lo que se podía encontrar fuera de su pueblo y a pesar de tener trabajo asegurado en Llavorsí no abandonó Sant Romà de Tavèrnoles hasta el día de su fallecimiento. A partir de esa fecha su mujer y su hija pensaron que ya no había nada que hacer en el pueblo y decidieron bajarse a vivir a Sort. A partir de aquí se produjo el consabido y habitual expolio de lo que quedaba por el pueblo.
Así se acabó la vida para este bonito y pintoresco agregado de Llavorsí.

Trabajosa caminata de 90 minutos no apta para caminantes poco avezados la que hay que emprender para llegar a Sant Romà de Tavèrnoles, visible desde la carretera, hay que salvar un desnivel de 500 metros hasta llegar al pueblo por un sendero muy exigente pero a la vez muy bonito por el paisaje que se va viendo según se va ascendiendo.



PB290568abc.jpg



PB290555abc.jpg



PB290522abc.jpg



PB290474abc.jpg



PB290463abc.jpg



PB290461abc.jpg



PB290479abc.jpg



PB290512abc.jpg





PB290495abc.jpg


 
El Alamin ( Madrid)



P1190215abc.JPG




Corta pero intensa vida la que tuvo el pueblo de El Alamin. Con poco más de sesenta años de existencia ha conocido el sinsabor de la derrota frente a la despoblación.

Pueblo fundado en la década de los 50 por don Juan Claudio Güell y Churruca, conde de Ruiseñada, aunque por su temprano fallecimiento fue su hijo don Juan Alfonso Güell y Martos, IV marqués de Comillas el que figuró como propietario y alma máter del poblado de El Alamin.
Diseñado de forma parecida a los pueblos de colonización que se crearon hacia la mitad del siglo XX en muchas zonas del país. De forma casi cuadriculada, con tres calles paralelas, dos perpendiculares y una gran plaza.

Sus habitantes eran jornaleros (no tenían nada en propiedad) que se dedicaban a trabajar las tierras, a atender la ganadería de reses bravas y a cuidar el coto de caza.
Fue creado para albergar a los trabajadores de la extensísima finca de El Alamin que ocupaba un vasto territorio en las inmediaciones del río Alberche, una parte pertenecía a la provincia de Madrid y otra a la de Toledo. Había edificaciones muy dispersas dentro de la finca donde vivían varios trabajadores pero sin ningún tipo de infraestructuras. Se optó por construir el pueblo para albergar a gran parte de los trabajadores en un mismo sitio y dotarles de los servicios que carecían.

Se construyó en un terreno baldío, junto a la antigua carretera que unía Escalona con Villa del Prado, a este pueblo pertenecía como ayuntamiento y de allí recibía servicios religiosos y sanitarios, asimismo el Marqués puso a disposición de los vecinos un autobús de la época (la pava) que comunicaba a los vecinos de El Alamin con Villa del Prado.

Llegó a contar con iglesia, convento, escuela, bar, peluquería, oficina de correos y un número aproximado de unas cuarenta viviendas, en las que sus inquilinos no tenían que pagar nada por el uso de la casa excepto la luz.
Todos los curas que oficiaron misa en El Alamin vinieron de Villa del Prado, desde don José que fue el primero hasta don Luis Miguel el último.
El médico (don Guillermo) venia una vez a la semana desde Villa del Prado. Para cualquier imprevisto sanitario de poca importancia había un pequeño dispensario que administraban las monjas del convento. Monjas que también dieron clase en la escuela hasta que se marcharon del pueblo y asimismo tenían una pequeña guardería en el convento donde algunas familias podían dejar a sus hijos pequeños cuando tenían que ausentarse del pueblo.
Los vendedores ambulantes no faltaban por el pueblo y en ocasiones eran los vecinos los que se desplazaban a Villa del Prado a realizar cualquier compra.
El panadero venia diariamente desde el pueblo toledano de Almorox.

Las fiestas patronales eran para San Juan, el 24 de junio, fiestas que se celebraban por todo lo alto, con todo el pueblo engalanado con banderines, e incluso varios años no faltaba una plaza de toros portátil.
El Marqués se dejaba ver a menudo por El Alamin, donde asistía muchos domingos a misa.

El día 18 de diciembre de 1957 fue una fecha muy señalada en la corta historia de El Alamin, pues ese día contrajo matrimonio una hermana del Marqués en la iglesia del pueblo, con la consiguiente presencia de autoridades civiles y militares y gente de la alta nobleza española, con gran parafernalia de vehículos de alta gama de la época allí congregados (mercedes, rolls royce entre otros).

La vida era muy apacible y serena en El Alamin donde se dio una gran mezcolanza de costumbres, de formas de hablar, de dichos, de hábitos, debido a que sus gentes procedían de distintas regiones de España y sirvió para enriquecer cultural y socialmente a todos sus pobladores.
El domingo era el día de descanso, lo que aprovechaban para reunirse los hombres en el bar a echar un trago y jugar la partida, los jóvenes a realizar algún baile con tocadiscos o desplazarse a Villa del Prado donde había cine y baile, quedando para los más pequeños el jugar al fútbol y las sesiones de cine en la escuela que todos los domingos ponía el cura (don José) con un proyector.

El trabajo en El Alamin no propiciaba que se ampliara el número de trabajadores, al contrario, la agricultura iba en decadencia, los dueños ya no consideraban rentable la producción agrícola, por lo que los jóvenes tenían que emigrar en busca de trabajo en la ciudad, lo que en muchos casos conllevaba que acabaran arrastrando a los padres con ellos, otros decidieron marcharse cuando ya veían el futuro muy negro en El Alamin y se fueron en busca mejores oportunidades, y otros aguantaron hasta casi el final, hasta que les llegó la jubilación.

La mayoría de la gente emigró a Villa del Prado y a Madrid, la despoblación definitiva de El Alamin se produjo en los albores del 2000.
Las diversas particiones que se hicieron entre los descendientes del Marqués hizo que la finca y el pueblo quedara repartido por lo que se dejo sin uso el pueblo de El Alamin, que posteriormente fue vendido a un grupo inmobiliario. Hay diversos rumores sobre el futuro que se le vaya a dar a este pueblo, pero de momento no hay nada de nada, ningún movimiento.

En estos últimos años El Alamin ha sido visitado por expoliadores, graffiteros, jóvenes para realizar botellón y fiestas, aficionados a la parapsicología, practicantes de airsoft, etc.
Este pueblo es algo más que todas estas actividades que allí se vienen realizando, El Alamin tiene que ser recordado por la corta historia de vida que tuvo el pueblo forjada por un grupo de gentes que dieron vida al lugar y dejaron allí los mejores años de sus vidas. Todo lo demás es secundario así como la nueva vida que pueda tener próximamente.
Hay que disfrutar recorriendo pausadamente las calles del pueblo, dejarse llevar por el silencio e imaginarse cómo era la vida allí.



P1190057abc.jpg



P1190094abc.jpg



P1190119abc.jpg



P1190016abc.jpg



P1190156abc.jpg



P1190180abc.jpg



P1190190abc.jpg



P1190050abc.jpg



P1190029abc.jpg



 
La Junquera ( Murcia)



DSCF5644abc.jpg




Agradecimiento inestimable para Juan Navarro Fernández, antiguo vecino de La Junquera. A sus 81 años cuenta con una memoria prodigiosa. Nombres, datos y fechas resaltadas a la perfección, posibilitando con ello dar forma a un excelente reportaje sobre la memoria de La Junquera y de los que allí vivieron.

A 1105 metros de altitud se sitúa la pedanía caravaqueña de La Junquera. A 42 km. de Caravaca de la Cruz y casi en los limites con la provincia de Almeria.
Es una finca de propiedad privada. Desde hace 200 años es propiedad de dos familias: los Melgarejo dueños de nueve partes y la familia Chico de Guzmán propietarios de tres partes.

A partir del año 1943 el conde de Peñalva (Joaquin Febrel) pasó a administrar la parte de la finca de la familia Melgarejo al casarse con María Elena Melgarejo.

Algo más de quince viviendas formaban La Junquera. Ocupadas por labradores (en número de 10), guarda y algunos pastores, más las dos viviendas de las familias propietarias. De sesenta a setenta personas según el año llegaron a vivir en el pueblo.
Tenía iglesia, escuela, posada, molino y dos hornos comunales (uno por cada familia).

No hubo luz eléctrica en La Junquera hasta el año 1972.
Para el consumo de agua se abastecían de la fuente de la Cimbra situada a cinco minutos del pueblo.
Sus habitantes eran renteros. No pagaban nada por la casa y de renta entregaban a los dueños una cuarta parte del producto en el cultivo de secano y una tercera parte en el cultivo de regadío. Cada casa solía tener uno o dos muleros y un pastor.
Buenas tierras para la agricultura, en ella sembraban maíz, patatas, trigo, cebada, hortalizas entre otros productos). En época de siega venían cuadrillas de Moratalla, Aledo, La Paca y otros lugares para trabajar.

Las ovejas era el animal predominante en la ganadería. En principio cada casa tenía su rebaño de ovino, pero a mediados de los 40 el conde decidió quedarse con la zona de pastos y llevar él por su cuenta la ganadería. Venían marchantes de Caravaca o del Campo de Cartagena a comprar los corderos.
Varios vecinos eran aficionados a la caza para lo cual se aprovechaban de los conejos, liebres y perdices que había en buen número en el término de La Junquera. Suponía un aporte gastronómico extra en las cocinas de las casas.

Había escuela en La Junquera. Estaba situada en la sacristía de la iglesia. Variaba dependiendo del año, pero alrededor de una quincena de alumnos asistían a ella. Venían niños de algunos cortijos cercanos como la Casa de Selvalejo o la Casa de la Venta, incluso algún año vinieron unos niños de La Casa Mula (Almeria) por estar el padre trabajando de pastor en La Junquera.
Casi veinte años estuvo ejerciendo el mismo maestro, desde el año 41 hasta finales de los 50 cuando se quedó La Junquera sin población. Grato recuerdo dejó esta persona entre sus gentes.

"Se llamaba don Martin Martínez Rodríguez. Era natural de Velez-Blanco (Almeria). Manco del brazo derecho y con problemas de movilidad en las piernas, ello no era obstáculo para que fuera una persona muy mañosa y muy dispuesta para todo. Sabía arreglar cantaros que tuvieran algún desperfecto y él mismo se hacía su propio calzado. En el armario de la sacristía se hizo un catre y allí dormía. Comía cada día en una casa establecida por turnos según los niños escolares que hubiera en cada casa. Asimismo se encargaban de lavarle la ropa.
Fue una persona muy querida en La Junquera y los niños de aquellos años lo poco que aprendimos a leer y a escribir fue gracias a él. Tenía muy pocos medios para impartir enseñanza pero muchísima voluntad". JUAN NAVARRO.


El cura primeramente venia de Singla y más tarde de Los Royos en la persona de don Julián Chicano Peñaranda. Había que ir a buscarle todos los domingos con el macho hasta la ermita de los Poyos de Celda en La Capellanía donde le tocaba previamente oficiar la misa. Acabado el acto religioso en La Junquera se le llevaba hasta Los Royos. Posteriormente se compró una moto y ya hacía los desplazamientos por su cuenta.
El médico residía en Topares (Almeria). Se llamaba don Juan García y hacía los desplazamientos en un Citroën, salvo cuando se encontraban los caminos en mal estado para vehículos y recurría al caballo. Se le pagaba por la modalidad de iguala (una vez al año y en dinero o en especies, según lo que hubieran acordado).

El cartero residía en El Moralejo, andando salía hasta la carretera general y allí recogía la correspondencia. Tenía un recadero que se encargaba de repartirla por La Junquera y algunas cortijadas cercanas.
Germán el barbero, venía una vez por semana (los jueves) desde Topares. Cada semana realizaba su trabajo en una casa diferente y como quiera que lo hacía ya por la tarde cuando los vecinos habían acabado las tareas del campo, se le daba de cenar y alojamiento en la casa en cuestión. Antes de la guerra había realizado el mismo cometido su suegro, Fermín.

Una persona muy importante en la vida cotidiana de La Junquera fue Juana María Parra, con sus buenas dotes de partera ayudó a venir al mundo a muchos de los niños nacidos en aquellos años en el pueblo.

Había una posada en el pueblo que además hacía las veces de taberna. La regentaban Juan Parra y Tomasa Castillo. En ella se alojaba toda la gente que les pillaba de paso como el caso de vendedores ambulantes que por allí pasaban: un señor de Benablon que iba por las aldeas con un carro vendiendo arroz, garbanzos, sardinas, etc. En algunos casos era intercambio de productos y así este vendedor se llevaba de La Junquera pollos y huevos a cambio de lo que le solicitaran.
Otro vendedor al que apodaban "el Solo" llegaba desde Velez-Blanco con un burro vendiendo telas, agujas, hilos y otros productos de costura.
También los vecinos de La Junquera se desplazaban a El Moralejo donde había tres comercios a realizar algunas compras.
Para compras de mayor porte quedaban los desplazamientos a Caravaca de la Cruz aprovechando los lunes que era día de mercado.

"Durante un tiempo varios niños de mi generación nacíamos un día cualquiera pero oficialmente era otro distinto el que constaba en nuestra partida de nacimiento. Ello era debido a que cada vez que un niño venía al mundo se tenía que inscribir al recién nacido en el Registro de Caravaca antes de que se cumpliesen veinticuatro horas del nacimiento. Como quiera que a Caravaca no se podía estar yendo siempre porque quedaba lejos y había que ir andando diez kilómetros hasta el cortijo de Casablanca situado en la carretera general para coger el coche de línea que hacía el recorrido Huescar-Caravaca, la gente aprovechaba para desplazarse el lunes y siempre decían que el recién nacido había nacido en la noche del domingo al lunes, aunque llevase ya varios días con vida". JUAN NAVARRO.

Celebraban las fiestas patronales para el Corpus en junio. Se hacía una misa, procesión y baile en alguna plazuela. Venían gentes de El Moralejo, La Capellania y de todos los cortijos cercanos.
Varios domingos y festivos se organizaban bailes locales (parrandas) entre la juventud amenizados por algunos mozos que sabían tocar la guitarra.
Acudían por mayo a la romería de San Isidro que se realizaba en la ermita de Los Poyos de Celda donde se juntaban gentes de toda la comarca.
Jueves y Viernes Santo iban las mozas hasta el cerro de la Cruz rezando el Rosario.

La Navidad como en cualquier parte eran fechas muy señaladas en La Junquera. Los jóvenes acostumbraban a ir casa por casa, haciendo sonar la guitarra y alguna botella y cantando algunas coplas alusivas a alguno de los moradores de la casa. Se les obsequiaba con rollos, mantecados y una copita de aguardiente o de mistela.

Toda la noche me tienes
mirando para el tejado
esperando verte venir
con el plato del mantecado.


La víspera de Reyes por la noche, los mozos acostumbraban a pedir "la tajada" casa por casa. Se les daba chorizo, morcillas, tocino, etc. Con lo obtenido hacían al día siguiente una merienda en alguna casa que daba paso a un animado baile.
En estas fechas tampoco faltaba la Cuadrilla de Topares, que con guitarras y laudes y con la voz de algún trovador iban casa por casa cantando coplas. Se les daba algo de dinero o bien una cantidad de grano y con lo recaudado ayudaban al mantenimiento de la iglesia del citado pueblo.

Por estar a bastante altitud eran muy rigurosos los inviernos, lo combatían con abundante leña proveniente de chaparros y enebros.
Muy recordada fue la nevada acontecida a finales del año 1944. Estuvo nevando sin parar desde el 25 de diciembre hasta el 30 del mismo mes, lo que dio lugar a que se acumulara metro y medio de nieve y estuvieran incomunicados varios días. Este hecho tuvo un final trágico para un vecino del pueblo que había ido a ver a una hija que vivía en el cortijo Espin ya en la provincia de Almeria.
Iba con un burro y se desorientó por lo que desaparejó el animal y se echó varias mantas encima pero las bajas temperaturas hicieron que falleciera congelado. Al cabo de varios días lo encontraron unos vecinos que previamente habían visto al burro solamente. En un principio pensaron que podía ser el maestro que acostumbraba a utilizar dicho animal prestado para desplazarse a Velez-Blanco, su pueblo, pero luego descubrieron que no, que era el dueño del animal el fallecido.

El final para los habitantes de La Junquera llegó cuando el conde de Peñalva decidió cambiar los métodos de trabajo, acabar con las rentas y hacerse él cargo de toda la producción. Rescindió el contrato de los labradores por lo que estos se tuvieron que marchar del pueblo. Apenas se quedaron un par de ellos y algún pastor pero ya como asalariados en vez de renteros. Trajo maquinaria agrícola (de los primeros tractores que hubo en la provincia fueron los que llegaron a La Junquera) con lo cual ya le sobraba mano de obra. Esto sucedió sobre el año 53 y pocos años más tarde la familia Chico de Guzmán decidió utilizar el mismo sistema de trabajo (prescindir de los renteros y contratar trabajadores a sueldo), por lo que para últimos de los 50, primeros de los 60 ya no quedaban vecinos viviendo en el pueblo salvo las dos o tres familias que siguieron trabajando allí.
Así se acabó el ciclo de vida en La Junquera como pueblo pasando a ser una finca.
En la actualidad el pueblo sigue siendo de propiedad privada, está vallado y se continua con la producción agrícola-ganadera, dos familias de origen extranjero residen en el pueblo.



DSCF5615abc.jpg



DSCF5614abc.jpg



DSCF5613abc.jpg



DSCF5631abc.jpg



DSCF5617abc.jpg



DSCF5628abc.jpg



DSCF5616abc.jpg



P9040147abc.jpg



DSCF5648abc.jpg


 
Moralejo de Arriba ( Murcia)


DSCF5608abc.jpg




Moralejo de Arriba es un barrio de El Moralejo, el cual a su vez es una pedanía de Caravaca de la Cruz.
Aldea que nunca conoció la luz eléctrica ni el agua en las casas.
Constaba de unas diez viviendas agrupadas en un núcleo compacto con forma casi cuadrangular, adosadas unas a otras.

Trigo y cebada era la principal producción agrícola.
La oveja era el animal sobre el que se sustentaba la ganadería.
Algunos vecinos también se dedicaban a la recogida del esparto.

Hasta 1955 se desplazaban al pueblo de La Junquera para cualquier acto religioso (misa, bodas, bautizos, etc). En ese año construyeron una iglesia en El Moralejo por lo cual empezaron a asistir a esta parroquia.
También acudían a El Moralejo los niños a la escuela.
El médico venía desde Topares (don Juan García).

Para realizar compras bajaban también a El Moralejo dada su cercanía (1 km.) donde había tres comercios y para compras de mayor envergadura se desplazaban hasta Caravaca de la Cruz los lunes que era día de mercado. Para ello tenían que ir hasta el cortijo Casablanca en la carretera general y allí coger el coche de línea.

No tenían fiesta patronal pero participaban activamente de las de la virgen de Fátima de El Moralejo en mayo.
Debido a la falta de servicios básicos como la luz y el agua, además de la dificultad que tenían los niños para desplazarse en invierno a la escuela debido a las frecuentes nevadas que se daban en los rigurosos inviernos, todo ello motivó que la gente se fuera a vivir a El Moralejo donde tenían mejores servicios y desde allí el cabeza de familia podía seguir acudiendo a la aldea a trabajar las tierras.
La gente se terminó de marchar entre 1980 y 1985 pero las casas se siguieron manteniendo como apoyo a las tareas agrícolas.



DSCF5571abc.jpg



DSCF5579abc.jpg



DSCF5593abc.jpg

La otra calle de Moralejo de Arriba.



DSCF5596abc.jpg



DSCF5586abc.jpg



DSCF5580abc.jpg



DSCF5601abc.jpg



DSCF5610abc.jpg



 
Retamalejo ( Murcia )



DSCF5754abc.jpg




Agradecimiento para Antonio Marín Martínez, excelente y dispuesto informante sobre su pueblo.

Pedanía de Caravaca de la Cruz situada en un pequeño llano junto a la loma de Retamalejo.
Población situada a bastante altitud (por encima de los 1000 metros) que padecía unos inviernos muy fríos con abundantes nevadas.
Veinticinco viviendas conformaron Retamalejo que vivieron siempre del cultivo de cereal (cebada) y de los almendros, complementándose en la ganadería con el ganado ovino. Los corderos se vendían a marchantes que venían a por ellos de Barranda, de Los Royos y de Caravaca.
En los años 60 disfrutaron de la luz eléctrica (cuando ya habían cerrado la mitad de las casas) por medio de una línea que venía del pueblo de La Almudema y que pasaba por Los Royos.

No pudieron sin embargo disfrutar de agua corriente en las casas, y no solo eso sino que además tenían que ir a buscarla a un manantial llamado la zanja que estaba a unos 800 metros del pueblo con el añadido de que con el tiempo se secó y tenían que hacer desplazamientos más largos a buscarla, concretamente a la fuente de La Capellania.
No tenían iglesia y acudían a oír misa a la ermita de Los Poyos de Celda, distante a una media hora en las cercanías del pueblo de La Capellania.
Tampoco tuvieron nunca escuela y a los niños les tocaba ir a la de Los Royos.

"A la escuela irían desde Retamalejo una decena de niños aproximadamente, yo no podía ir porque me tocaba ayudar a mi padre en las faenas del campo, después cuando ya tenía tiempo de ir apenas quedábamos unos tres niños en edad escolar, pero resulta que los otros niños no querían sus padres que fueran a estudiar por lo que mi padre no quiso que fuera yo solo porque la escuela estaba a cinco kilómetros de distancia. Lo poco que aprendí a leer y escribir fue por medio de un maestro rural que venía de Benablon una vez por semana, con esta persona dábamos clase por la noche tres niños, al final me quedé yo solo dando clase, hasta que un día le dijo a mi padre que no iba a venir más, porque según él yo le hacía muchas preguntas que no sabía explicarme". ANTONIO MARIN.

El médico venia del pueblo almeriense de Topares, pero solo en casos extremos, venia en un coche de caballos y luego en un biscuter, por lo general eran los retamalejeros los que iban en mulo o en bici a consulta a Topares que está a unos 15 km.
El cartero venia de Los Royos, pero solo cuando era algo certificado, sino la correspondencia la mandaba con alguien que subiera para Retamalejo.
Para hacer compras acudían a Los Royos y también los lunes aprovechaban para ir a Caravaca que era día de mercado, llevaban a vender los borregos y de paso aprovechaban para comprar todo lo que necesitaran.

Para ir a Caravaca de la Cruz tenían que ir hasta Los Royos y allí coger el coche de línea.
Aunque también aparecían vendedores ambulantes por Retamalejo, como podían ser el tío Ravisco que venía con un carro desde el pueblo de Navares vendiendo un poco de todo o intercambiando productos por almendras, debido a la abundancia de este fruto que había en Retamalejo.
También se dejaba ver por allí el tío Vivillo que venía en moto vendiendo pescado desde La Almudema.
A moler el grano les tocaba desplazarse hasta el molino Clavellina en la cañada de Tarragoya y otras veces al molino de El Moralejo.
Carecían de fiestas patronales, por lo que asistían a la de Los Royos el 8 de diciembre, aunque la fiesta a la que acudían mayormente los retamalejeros era para San Isidro a la ermita de los Poyos de Celda.

"Salíamos de mañana temprano, se iba andando, en caballerías, en bicicleta, acudía gente de todos los pueblos: de La Capellania, de Mancheño, de la Casa de Mula, de La Junquera, de Torre Girón, aquello se llenaba de gente, al mediodía se celebraba una misa, se sacaba a San Isidro a la puerta y se hacia la bendición de los campos, luego se hacia una pequeña procesión junto a unas casas que hay al lado de la ermita, y después el baile hasta la tarde. Allí instalaban los tenderetes los turroneros de Caravaca, de esto si me acuerdo bien porque de niño me gustaba mucho comer turrón. Esta romería dejo de celebrarse a últimos de los 50 porque ya fue mermando mucho la población en todos los pueblos".
ANTONIO MARIN.


Los pocos ratos que había libre, que solían ser los domingos y no todos, se entretenían jugando a la brisca y al julepe, escuchando cuentos al tío Palanquin o echando unos bailes que dejaron de hacerse en cuanto se fue marchando la gente joven.
Así como los jóvenes, también acabaron marchándose todos de Retamalejo, el tener carretera y luz no fue estimulo para quedarse en el pueblo, pues en contra estaba el problema del agua que tenían que ir a buscarla lejos, así como que la agricultura dejo de ser rentable, no había trabajo para todos.
Los retamalejeros fueron emigrando a distintos lugares: Caravaca de la Cruz, Murcia, Molina de Segura, Barcelona, Francia....
Hasta el año 1980 hubo vida en Retamalejo, que fue cuando marcharon los últimos que quedaban: el matrimonio formado por Antonio Marín y María Martínez y por otro lado un pastor
(El Caracol).


DSCF5757abc.jpg



DSCF5650abc.jpg



DSCF5723abc.jpg



DSCF5711abc.jpg



DSCF5679abc.jpg




DSCF5678abc.jpg



DSCF5748abc.jpg



DSCF5718abc.jpg



 
Reverte ( Murcia)



DSCF5491abc.jpg




Reverte es una de las aldeas que forman el término de La Culebrina, situada en las Tierras Altas de Lorca. Son casi cuarenta viviendas distribuidas en varias cortijadas.

Han vivido siempre de la ganadería (ovejas principalmente) y de la agricultura con cultivo muy variado, predominando la cebada, trigo, avena y el almendro, algunos vecinos se dedicaban a la recogida del esparto, y las canteras de mármol que hay en los alrededores también dio trabajo a las gentes de la zona, aunque el recurso principal de los vecinos de Reverte era la emigración a Francia durante la época de la vendimia (uva, tomate, etc), se tiraban allí cuatro o cinco meses (algunos incluso más tiempo).

Aunque no había iglesia en Reverte subía el cura de Zarcilla de Ramos a oficiar misa una vez al mes. Acto que se hacía en el interior de alguna casa.
Había escuela en Reverte, alrededor de treinta niños se juntaban en ella en sus buenos tiempos. Acudían a ella también los niños de Cuesta Romero, los del pantano de Valdeinfierno, Venta Panes y los de Selvarejo.

A las maestras cada semana una familia se encargaba de suministrarles agua y leña.
El médico (don Julián) venia de La Paca montado en una caballería, aunque a decir verdad no aparecía casi nunca por Reverte, más bien les tocaba a los vecinos desplazarse a La Paca para ser vistos por el doctor.

Cada casa solía tener su horno.
Había dos tiendas en la aldea que hacían también la función de tabernas, la del tío Ginés Elena y la de Fernando el Mena.
No había servicio de cartero, sino que los propietarios de las tiendas cuando iban a suministrarse a Zarcilla de Ramos recogían allí la correspondencia que hubiera para Reverte.

No tuvieron nunca luz en las casas, siempre los candiles de carburo y luego el camping gas fueron sus fuentes de iluminación.
El agua también era un servicio básico que faltaba, con el añadido además de que no había fuente cercana, tenían que desplazarse con un burro cargado con cuatro cantaros hasta la fuente del Sal que distaba unos tres kilómetros.

La fiesta grande de Reverte era en el mes de enero, siendo el año 1969 el último año que se celebró fiesta. Algún año venía a tocar un acordeonista de La Parroquia y en años más recientes era un tocadiscos el que hacía esa función donde no faltaban los pasodobles de Manolo Escobar.
Además todos los domingos por la tarde se hacía baile en el salón de la taberna del tío Ginés. Esta persona iba con un coche recogiendo a las mozas que vivían en los cortijos más alejados, volviéndolas a llevar a su hogar una vez que se terminaba el baile.

La falta de servicios básicos y la ausencia de una carretera (la actual se hizo a principios de siglo XXI) fue lo que motivó que las gentes de Reverte sobre todo en la década de los 70 fueran emigrando. Hecho que hicieron primero los más jóvenes y luego acabaron llevándose con ellos a los padres.
Las gentes se repartieron buscando empezar una nueva vida en Zarcilla de Ramos, Molina de Segura, Las Torres de Cotillas, Totana, Lorca o Alcantarilla.
Aun así hay que decir que Reverte nunca se quedó despoblado del todo porque tres hermanos ganaderos siguieron viviendo en la aldea hasta el día de hoy.
Reverte ha vuelto a recobrar vida en los últimos años debido a que los que se fueron y sus descendientes han rehabilitado alguna casa para estancias temporales de fines de semana y verano.



DSCF5493abc.jpg



DSCF5495abc.jpg



DSCF5499abc.jpg



DSCF5506abc.jpg



DSCF5518abc.jpg



DSCF5526a-cropabc.jpg



 
Adansa ( Navarra)



DSCF2682a31.jpg




En una terraza sobre un meandro que forma el río Salazar se encuentra el pequeño pero interesante caserío de Adansa perteneciente al valle del Romanzado.
Propiedad de la familia Cabodevilla, cuatro casas componían la población. Aunque solo la referida familia y la del pastor eran las que habitaban el pueblo desde que acabó la guerra civil.

La luz eléctrica llegó a mediados de los años veinte.
El agua corriente en cambio nunca llegó hasta las casas. Para consumo lo cogían directamente del río y lo almacenaban en cantaros y tinajas.
Contaba con doscientas cincuenta hectáreas de terreno donde cultivaban principalmente trigo y cebada. Para moler el grano iban a la Harinera de Lumbier.

En época de cosecha venían trabajadores desde Domeño.
El número de ovejas rondaba las cuatrocientas, contando con un pastor para dedicarse al cuidado de ellas. Graciano Esquiroz, natural de Ustarroz fue el último que realizó tal cometido. Vivía en la casa del pastor con su mujer y seis hijos.
Tratantes de Urroz y de Sangüesa son los que compraban periódicamente los corderos.
Los bueyes y las caballerías eran los animales empleados para las faenas del campo.
Los potros se llevaban a vender a las ferias de Lumbier en mayo y en octubre.
Celebraban sus fiestas patronales el 27 de diciembre en honor a San Juan Evangelista (después de la guerra ya no se celebraron fiestas en Adansa).

Para hacer compras se desplazaban hasta Lumbier. En ocasiones alargaban más el viaje yendo hasta Aibar a comprar vino y aceite principalmente.
Pocos vendedores ambulantes se dejaban ver por Adansa, entre ellos había uno que venía de Lumbier con una caballería vendiendo sardinas y abadejos.
Cada tres o cuatro días iban a Domeño a comprar el pan.

No había escuela en Adansa por lo cual los niños en edad escolar acudían a la de Domeño donde se juntaban alrededor de veinticinco alumnos.

"De Adansa íbamos seis: mi hermana María Jesús y yo de nuestra casa y cuatro de la del pastor. Nosotros comíamos en casa Albisu en Domeño. El primer plato nos lo daban ellos y el segundo lo llevábamos nosotros, debido al acuerdo que tenía mi padre con los de ésta casa. Cuando era día de traer el pan nos llevábamos el burro hasta la escuela para traerlo en las alforjas.
Cuando no había escuela nos entreteníamos de cualquier manera, jugábamos a tirar piedras al río a ver quien llegaba más lejos o nos íbamos a Domeño a ver pasar coches por la carretera, en aquellos años eran muy contados los coches que circulaban y nos emocionaba verlos pasar". ALFREDO CABODEVILLA.


El médico venía desde Lumbier (doctor Valencia), llegaba hasta Domeño en coche y después hasta Adansa andando o en caballería. Se le pagaba por el sistema de iguala.
El cartero (Pedro Laplaza) venía andando desde Usún, previamente había recogido la correspondencia en Domeño y de paso para su pueblo repartía la que hubiera en Adansa (además del diario de Navarra que recibía diariamente el amo de casa Irigoyen).
Para asistir a misa dominical se desplazaban a Domeño o Arboniés.
A los asuntos relacionados con la fragua tenían que acudir a las buenas artes de Martín el herrero de Domeño.

El año 1959 supuso el fin del ciclo de vida en Adansa. Unos años antes ya se había ido la familia del pastor.

"Nos fuimos a Lumbier y desde allí podíamos seguir viniendo a Adansa a trabajar las tierras. Mi abuela y mi madre si querían marchar pero mi padre no. Era más apegado a la casa y a la tierra. En Lumbier teníamos frigorífico, televisión, agua, servicios... pero eso a él no le llamaba la atención. Era muy austero y no le importaba vivir en precario. Prácticamente tenía que subir todos los días hasta Adansa para dar una vuelta y estar entretenido". ALFREDO CABODEVILLA.

El matrimonio formado por Pedro Cabodevilla Orduna y Pilar Munarriz Eslava, natural de Salinas de Pamplona, además de sus cuatro hijos (José Tomás, Pedro, María Jesús y Alfredo) y la abuela paterna, Eduvigis Orduna fueron los últimos de Adansa. El abuelo Tomás Cabodevilla Redín había fallecido antes de la guerra.

Agradecimiento para Alfredo Cabodevilla de casa Irigoyen y a Patxi de Usún.



IMG_8569abc.jpg



IMG_8634abc.jpg




DSCF2695abc.jpg



IMG_8686abc.jpg



IMG_8615abc.jpg



IMG_8589abc.jpg



DSCF2696abc.jpg



DSCF2707abc.jpg



DSCF2708abc.jpg



 
Beroiz ( Navarra)



DSCF3121abc.jpg



Antiguo lugar de señorío del valle de Izagaondoa. Se encuentra en una elevación del terreno sobre la carretera que atraviesa dicho valle.
Consta de dos viviendas y una iglesia. Cultivaban trigo, cebada y avena principalmente complementado con la ganadería (vacas y ovejas).
Celebraban su fiesta patronal en noviembre (San Martin). A pesar de ser el pueblo pequeño era una fiesta muy concurrida pues acudía gente de los pueblos cercanos. Los hijos de Javier Martínez que era el amo tocaban la guitarra y la bandurria.
Iban hasta Ardanaz el día del Corpus pues allí era celebrado y había una procesión.

Al cercano pueblo de Iriso acudían a oír misa dado que la parroquial de Beroiz solo se abría el día de la fiesta o en alguna fecha muy especial, cuando esto sucedía era el cura de Ardanaz el que acudía a Beroiz a celebrar la ceremonia religiosa.
En los carnavales era costumbre que los niños se disfrazaran y bajaran al pueblo de Iriso, al igual que la víspera de Reyes llegaban a Iriso haciendo ruido con esquilas y pucheros.

A la capital del valle (Ardanaz) iban los niños a la escuela junto con los de Iriso. Mientras que los adultos acudían a visitar al herrero para cualquier apaño que tuvieran que hacer de herramientas, cerraduras o aperos. También en los ratos de asueto acudían a echar un trago en la taberna.
Santos Martínez y su familia fueron los últimos de Beroiz. En el año 1962 en compañía de su mujer, un hijo y los abuelos, se marcharon a vivir a Pamplona.
Después todo el pueblo se vendió al Marqués de Jaureguizar que incluso tuvo una niña al poco tiempo y la bautizó con el nombre de María Beroiz.

Fernando Hualde muestra toda la rica historia de Beroiz en dos excelentes reportajes:
Beroiz: Dos casas y una iglesia.

Beroiz: Al otro lado de la puerta.



IMG_8495abc.jpg



IMG_8528abc.jpg



DSCF3097abc.jpg



DSCF3107abc.jpg



IMG_8547abc.jpg



IMG_8534abc.jpg



DSCF3115abc.jpg



IMG_8562xabc.jpg



DSCF3104abc.jpg



 
Guerguitiain ( Navarra)



DSCF3128abc.jpg




Guerguitiain es un despoblado situado en una pequeña llanura en el valle de Izagaondoa.

Guerguitiain no dejaría de ser uno más de los pequeños caseríos que se han despoblado en la Comunidad Foral de Navarra si no fuera por el valor de su iglesia románica de San Martin, que está en completo abandono y en proceso avanzado de ruina. Tanto la Asociación de Amigos del Románico como el ayuntamiento de Izagaondoa están haciendo fuertes campañas en prensa e instando a las autoridades políticas y culturales competentes a que pongan remedio para salvar esta joya del románico antes de que sea demasiado tarde.

En 1960 tenía cuatro casas, con un total de 9 habitantes que vivían principalmente del cultivo de trigo y cebada y de algo de ganadería.
Cada casa tenía su horno para hacer el pan.
Iban a moler el grano al molino de San Vicente en Urraúl bajo.

Tenían las fiestas patronales el 11 de noviembre (San Martín), duraban tres días. Se hacía el baile en una era y si había mal tiempo en el interior de una cuadra. Venía la juventud de Induráin, Celigüeta, Vesolla, Muguetajarra, Rípodas, Izco....
Los niños asistían a la escuela del pueblo de Induráin.
Guerguitiain se quedó vacío en el año 1963 con el cierre de Casa Alberro, ello fue debido al aislamiento y mala comunicación que tenía el pueblo y a la falta de expectativas para la gente joven.

Información incompleta. Si eres nacido/a en Guerguitiain o tienes algún vínculo con este pueblo y quieres aportar más datos sobre la vida cotidiana y costumbres puedes escribirme al correo electrónico que hay en la columna de la derecha o bien facilitarme algún tipo de contacto para que hablemos. Gracias.



DSCF3142abc.jpg



DSCF3131abc.jpg



DSCF3134abc.jpg



DSCF3136abc.jpg



DSCF3138abc.jpg



DSCF3122abc.jpg



DSCF3147abc.jpg



DSCF3124abc.jpg



DSCF3123abc.jpg



 
Iso ( Navarra)


DSCF4657abc.jpg




Iso es un pequeño caserío de tres casas en el municipio de Romanzado, cercano a la espectacular foz de Arbayun. No está habitado pero una familia acude diariamente desde Pamplona porque siguen trabajando algunas tierras.

La agricultura era su principal medio de vida con las cosechas de trigo, cebada, avena, alubias o patatas entre otros productos.
La ganadería se componía principalmente de vacas y ovejas.

Eran buenos productores de carbón, que lo hacían con leña de haya y encina. Lo llevaban a vender a Lumbier y Sangüesa.
No había escuela y los niños se hacían todos los días más de media hora andando por la mañana con la fiambrera a cuestas hasta el pueblo de Napal y vuelta por la tarde.

El cura subía a oficiar la misa desde Domeño. En los últimos años de vida del pueblo cuando ya solo quedaban los dos hermanos San Martin y no había ningún tipo de culto en la iglesia eran estas dos personas las que bajaban los domingos en el macho a escuchar la misa en Domeño.
Tenían las fiestas patronales el 21 de enero en honor a San Fructuoso. Los bailes se realizaban en el interior de alguna vivienda. Se invitaba a familiares y allegados, a la mesa esos días no faltaba el cordero, cabrito o pollo.

La falta de agua, un terreno malo para el ganado y una luz muy escasa (llegaba desde una subestación eléctrica que había antiguamente en el pueblo de Ripodas para todo el valle de Romanzado, y este pueblo al ser el más alejado apenas le llegaba cantidad para encender alguna bombilla y poco más) fueron las causas más determinantes de que marchara la gente.

El pueblo quedo vacío en el año 1973 cuando los dos hermanos ya mayores que habitaban Casa Jimeno, Máximo y Petra San Martin echaron el cierre a la vivienda y se marcharon a Pamplona adonde se habían ido anteriormente los otros vecinos del pueblo.



DSCF4632abc.jpg



DSCF4633abc.jpg



DSCF4634abc.jpg



DSCF4646abc.jpg



DSCF4644abc.jpg



DSCF4642abc.jpg



DSCF4654abc.jpg



DSCF4665abc.jpg


 
Back