El silencio es oro. Pueblos abandonados.

Castil de Carrias ( Burgos)


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Agradecimiento muy cordial y efusivo para Irene Sáez Saiz por su extraordinaria colaboración y ayuda en la aportación de datos acerca de su pueblo. Una amabilidad tremenda.
Irene es autora de un magnifico blog, donde entre poesías, relatos y recuerdos nos invita a saber más sobre Castrillo, pueblo al que ama con verdadera pasión. Entrañables son las historias de María donde a través de los ojos de una niña podemos leer como era la vida y costumbres en este pueblo.
Imprescindible visita al blog:
Poesía en mi vida



Uno de los pueblos míticos de la despoblación en España, ese es Castil de Carrias, pueblo relativamente grande y con un excelente estado de conservación de sus edificaciones. Resulta sorprendente pasear por sus calles y no encontrar un alma, parece como si sus vecinos hubieran ido a realizar alguna faena y fueran a regresar a casa de un momento a otro.
El lugar te envuelve con su belleza silenciosa y es de lo más bonito que el visitante se pueda encontrar.
El pueblo era más conocido en toda la comarca por Castrillo que por su propio nombre.

"En cierta ocasión un señor de otro pueblo, que iba a comprar Paj* con su carro y su ganado, al llegar al indicador en el que ponía el nombre oficial del pueblo y no reconocerlo, siguió carretera adelante sin entrar. Después de recorrer varios kilómetros más, ya le pareció que algo no iba bien, y al pasar por otro pueblo, preguntó a alguien con quien se encontró en su camino.
-¿Pero dónde está Castrillo? Me dijeron que estaba a catorce kilómetros del mío, y creo que ya llevo andados muchos más.
-Ese pueblo lo has dejado atrás hace más de una hora.
-Pues no lo he visto, en ninguno de los carteles ponía ese nombre.
Al buen señor hubo que explicarle el juego de nombres, después de todo, seguro que ya no volvió a equivocarse". IRENE SÁEZ.


Algo más de 55 viviendas componían el pueblo. Casas de buena construcción y algunas de gran tamaño.
Situado en una paramera al borde de una hondonada del terreno. Sus campos se sembraban principalmente de trigo, cebada y yeros. En la ganadería era la oveja lo que más abundaba, pero los castrillanos fueron conocidos también por tener una importante cantidad de ganado mular. Cada vecino tenía varias mulas y las más pequeñas que aun no trabajaban eran llevadas a apacentar por un muletero. A esto se le llamaba la dula de Castil y era una de las más grandes del contorno.

La fiesta principal del pueblo era la fiesta de Gracias que se hacía en septiembre en fecha acordada cuando se hubieran terminado las faenas del campo y procurando que no coincidiera con ninguna de otros pueblos. Duraban dos días y solía subir algún acordeonista de Belorado o Briviesca. Por la mañana se hacia una ronda antes de la misa por parte de los músicos por las calles del pueblo, después una misa y una procesión llevando a la virgen hasta la ermita. Se hacia un pequeño baile hasta la hora de comer. Por la tarde se rezaba el rosario, quedando para el final el baile principal.
Se acostumbraba a hacer una comida un poco especial para todos los familiares que venían de fuera y se preparaban sopas de fideos y paella con conejo o pollo.

Tenían otros días festivos como el 7 de agosto, día de los Mártires de Cardeña.
El día 11 de junio celebraban a San Bernabé.
El día 15 de mayo celebraban a San Isidro. Se hacia una misa y se iba en procesión a la salida del pueblo donde el cura bendecía los campos.
El cura (don Jenaro) acudía cada dos domingos a celebrar misa desde Bañuelos de Bureba, había que ir a buscarle con una mula, de Bañuelos también venia el cartero que bajaba a Briviesca a pie dos veces por semana a recoger la correspondencia y luego la repartía en Bañuelos, Carrias y Castil.
Si había maestra residente que se hospedaba en alguna casa del pueblo.
El médico había que ir a avisarle a Briviesca si había alguna enfermedad grave, esperar a que el doctor hiciese la visita para comprar las medicinas que hubiera recetado y volver al pueblo.

Por Castrillo aparecía el panadero de Belorado o el pescadero de Briviesca primero en una bicicleta y luego en una moto, los leñeros de Cerratón de Juarros y Turrientes también aparecían por allí para vender leña de la que andaban escasos en Castil debido a la falta de arbolado en su término.
El grano transportado en carros lo llevaban a moler a los molinos de Fresno de Rio Tiron o de Alcocero de Mola.

La luz eléctrica y la carretera llegaron en los años 50 al pueblo y fue todo un acontecimiento, pero pese a estas mejoras no fue obstáculo para que los castrillanos fueran tomando el camino de la emigración, y una de las causas principales fue la falta de agua, tenían dos fuentes por debajo del pueblo pero no eran buenas para beber ni para lavar la ropa, solo era apta para los animales, además del sacrificio que suponía subirlas hasta el pueblo por un camino muy empinado e impracticable en los meses de invierno, por lo que los castrillanos tuvieron que recurrir a los tinajeros adonde conducían el agua de lluvia debidamente canalizada de los tejados para almacenar agua para beber e incluso algunos vecinos en ocasiones iban con cantaros en los carros hasta Belorado, Villalomez ó Villanasur Montes de Oca a por agua potable. Con la paradoja de que se construyo una fuente con agua potable canalizada desde Villafranca Montes de Oca cuando ya solo quedaba un vecino viviendo en el pueblo. Así que el problema del agua añadido a la marcha de la gente joven hacia las capitales fue acelerando el proceso de despoblación en el pueblo. La gente se marcho principalmente a Bilbao, Briviesca y Burgos.

"Ya no llegaban a media docena de vecinos. Varias personas mayores habían fallecido y otras se fueron con sus hijos. La taberna ya no la alquilaba nadie y los vendedores de fuera dejaron de llegar. Todos fueron vendiendo el ganado, tanto las ovejas como las mulas. Otros vendieron las fincas. Se hizo la parcelaria agrícola y las fincas se hicieron mucho más grandes. Algunos vecinos compraron tractores, se fueron a otros pueblos o ciudades más grandes y desde allí llegaban a hacer las faenas del campo. Para recoger las cosechas empezaron a llegar cosechadoras. Cada vez era más difícil estar allí, sobre todo para los que no tenían coche.
En el año 1975 llegó el momento en el que sólo quedó una persona. Esta persona era un señor que estaba acostumbrado a vivir en el campo, con sus dos perros, su escopeta de caza y sus gallinas, estaba soltero y no tenía ni pedía, cuentas a nadie. Sus hermanos quisieron llevarle con ellos, pero él prefirió quedarse y vivir a su aire. Le dejaron la casa de la taberna en la cual estaba el teléfono y alguien le regaló una radio para que no se sintiera tan solo". IRENE SÁEZ.


Este hombre era Florentino González que vivió solo en Castil durante 19 años hasta el año 1994 en que unos cazadores lo encontraron recién muerto en su casa con la comida hirviendo todavía en el puchero, poniéndose fin así al ciclo de vida en Castil de Carrias. A partir de aquí llegó el saqueo de las casas y la iglesia, un expolio que fue brutal según sus antiguos vecinos. Un mal endémico que ha azotado a todos los despoblados desde los años 60 que empezó la emigración masiva, cuando un pueblo se quedaba vacío (e incluso con algunos vecinos todavía viviendo) al día siguiente los amigos de lo ajeno ya estaban abriendo todas las casas en busca de antigüedades, muebles, herramientas y adornos de valor.

Actualmente el pueblo es frecuentado por los agricultores que trabajan las tierras y por los cazadores en temporada. Desde hace unos años se celebra el último sábado de agosto la fiesta de Castrillo en donde vuelven por un día los que se fueron y sus descendientes. Se monta una carpa, se realiza una misa y una procesión, para continuar con un pequeño baile y una comida de hermandad, realizando por la tarde una serie de actividades y juegos y una chocolatada, sirviendo este día como encuentro de confraternización entre gente que llevaba años sin verse.

A MI PUEBLO SOLITARIO


Pueblo mío que estás triste, pueblo mío que estás solo,
en soledad infinita, de destrucción y abandono.

Rezuman todas tus piedras, lágrimas de desencanto,
porque tus hijos queridos, todos nos hemos marchado.

Venimos a verte un día, llenas de amor nuestras manos
y unidas unas con otras, todos juntos te abrazamos.

Te abrazamos con ternura, te miramos con amor,
mas tus casas derruidas, nos causan un gran dolor.

Los años cambian los cuerpos, pero no cambian las almas
y todos los castrillanos, quisiéramos volver mañana.

Y quedarnos para siempre, para que no sufras más,
y hacer con todas tus piedras, una inmensa catedral.

"Irene Sáez".





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Icedo ( Burgos)



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Icedo a no tardar muchos años va a ser uno más de los pueblos en los que apenas algún muro entre zarzas y las ruinas de la parroquial van a señalar que en este lugar hubo una población. Su degeneración va avanzando a pasos agigantados y de las doce viviendas que llegó a contar solo un par de ellas todavía son identificables aunque no por mucho tiempo.

Situado en una abierta y amplia vaguada, poseía unas llanas tierras de cultivo dedicadas a la producción de trigo, cebada y yeros principalmente. Ovejas y vacas eran el otro sustento básico de las gentes en lo tocante a la ganadería.
Iglesia, casa concejo y seis hornos eran los edificios comunitarios más representativos que llegó a tener Icedo en el siglo XX, puesto que carecieron siempre de escuela, por lo que los niños en edad escolar (una docena) tenían que andar diariamente los dos kilómetros que les separaban de la de Villanueva de Puerta.

Los curas que venían a Icedo a oficiar los actos religiosos tenían variada procedencia, así antiguamente venia don Ricardo desde Quintanilla de la Presa en burro, animal que si hacia buen tiempo lo dejaba a la puerta de la iglesia y en invierno en la cuadra de la casa del tío José.
A este le sustituyo don Martiniano que venía desde Los Valcárceres andando. Los últimos que se recuerdan son el cura de Las Celadas y el de Villanueva de Puerta.

El médico (don Antonio) subía desde Villadiego, primero andando y más tarde con un Seat 600 que se compró, como hasta el pueblo no se podía subir con vehículo por no haber camino para ello, le recogían con una caballería donde hubiera dejado el coche.
El cartero venia de Villalbilla andando y era natural de Hormicedo.

A moler el grano les tocaba desplazarse en caballerías hasta los molinos de Talamillo del Tozo, Fuente Urbel y Rasgabragas.
El ganado y los aperos se llevaban a herrar y reparar a la fragua de Ignacio Hierro en Villanueva de Puerta.
El pueblo se auto abastecía de productos de primera necesidad como era la leche, queso, huevos, carne de cerdo, etc. El pan se hacía en los hornos del pueblo y el pescado (sardinas y chicharros) los traía un vendedor ambulante de Tardajos que se desplazaba en moto. En época de matanza venían vendedores ambulantes conocidos como los pimentoneros (Paco y Pepe).
A Villadiego se desplazaban para hacer compras grandes (alimentación, ropa, farmacia, etc).

El 16 de septiembre, festividad de La Piedad, celebraban los carrascos (apodo por el que se conocía a los habitantes de Icedo) sus fiestas patronales. Acudía gente de Fuencivil, de Villanueva de Puerta, de Boada de Villadiego, de Coculina entre otros pueblos.
Empezaba con una diana y un pasacalle, donde se obsequiaba en las casas con pastas y una copita de orujo de la época. Misa y procesión por la mañana, baile por la tarde y por la noche verbena. Cada familia solía matar una oveja para estas fechas.

Elías y Pablo con caja y dulzaina eran los músicos encargados de animar el baile que se realizaba en una era junto a la fuente. Posteriormente venia de Aguilar de Campoo (Palencia) El Chato y compañía- padre a la batería, la hija con el acordeón y un amigo de la hija como cantante a capela-. Otros músicos que se recuerdan eran los procedentes de Susinos conocidos como ¨El Talegas y El Costales¨.
Los domingos y festivos se entretenían jugando a fútbol, bolos, frontón- para lo cual se utilizaba la pared trasera de la iglesia- y la barra, juego que consistía en lanzar una barra de hierro de 70 centímetros con una punta plana y otra con punta de puntero. Se lanzaba como una jabalina y siempre tenía que caer por la punta plana y ganaba el trofeo quien más lejos la mandaba (el premio generalmente era un pollo, un cordero o una botella de coñac). Se competía entre pueblos.

Llegaron a conocer la luz eléctrica, pero solo la última familia que quedó en Icedo, los demás ya se habían marchado cuando se instaló esta modernidad que sustituía a los candiles y las velas utilizados durante años.
Ultima familia que fue el matrimonio formado por Delfín González y Concepción Alonso, que después de llevar doce años viviendo solos, en 1975 decidieron cerrar su casa y dejar Icedo apagado y en penumbra.
Al País Vasco y a Burgos se habían ido marchando anteriormente los carrascos, debido al aislamiento que padecían, a la falta de servicios y al número elevado de componentes en algunas familias que hacía que no hubiera trabajo para todos en una tierra con pocos recursos.



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Icedo es un pueblo abandonado en la provincia de Burgos. Quedó despoblado definitivamente en 1985. El video se grabó en junio de 2018 y las fotos del final fueron tomadas en mayo de 2017.



 
Loranquillo ( Burgos)



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Loranquillo es un pueblo deshabitado situado en el valle del río Tirón, en la comarca de Belorado. Actualmente es una pedanía de Quintanaloranco.
El pueblo esta recostado en una suave ladera de un angosto vallejo. Constaba de unas 20 viviendas dedicadas principalmente a la agricultura (trigo y cebada) con rebaños de ovejas en la parte correspondiente a la ganadería y una pequeña dula de ganado mular.

Celebraban sus fiestas patronales el día 29 de septiembre honrando a su patrón: San Miguel.
En mayo acudían en romería junto con otros pueblos al convento de San Vitores en Fresno de Rio Tirón.

Tenían luz eléctrica procedente de una pequeña central molinera cerca de Fresno de Rio Tirón adonde también iban a moler el grano.
Acudían todos los sábados a la feria de ganado de Briviesca y en marzo hacían un recorrido más lejano hasta la feria de Miranda de Ebro.
Debido al poco arbolado aprovechable que tenían en sus montes se desplazaban a buscar leña hasta Espinosa del Monte y San Miguel de Pedroso.
Había taberna en el pueblo y además los jóvenes acudían los domingos al cercano Quintanaloranco donde había baile y cine.

Uno de los mayores problemas que tenían era la ausencia de agua pues aunque había fuente, esta era de composición yesosa y no era apta para el consumo por lo que los loranquillanos tenían que ingeniárselas para canalizar el agua de lluvia por medio de canalones hasta unas tinajas donde la almacenaban. Aun así en épocas de sequías les tocaba ir con cantaros llevados en machos hasta Fresno de Río Tirón adonde también acudían las mujeres a lavar la ropa puesto que la de Loranquillo era también dura para este menester.

En el año 1935 hubo un intento de sacar provecho a una fuente que había a la entrada del pueblo llamada la Salina que decían que era un eficaz remedio para cuando una persona o animal estaba empachado. Fue promovida por Fermin Saja, loranquillano de nacimiento y persona muy influyente en la época, que junto a las gentes del pueblo se pusieron manos a la obra para intentar comercializar estas aguas salobres, intento que murió al poco tiempo.

El problema del agua unido a que no había expectativas de futuro en el pueblo hizo que los loranquillanos se fueran marchando por la carretera (que lleva más de 50 años construida) rumbo a Burgos, Briviesca, Belorado y Vitoria.

Los hermanos Ruiz (Ascensión y Julio) invidentes ambos, fueron los últimos en marchar de Loranquillo hacia el año 1996.
Desde entonces el pueblo es frecuentado por agricultores y por descendientes de los que se fueron que han arreglado algunas casas para dar un poco de alegría a Loranquillo en verano y fines de semana.



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Hola prim@s!
Como veo que hay gente muy puesta en el tema, alguien sabe si se están repoblado pueblos por alguna parte? Porque lo escucho mucho pero después no hay nada de información, lo que encuentro es para comprarlos no para rehabitarlos y me interesa mucho.

Muchas gracias!
 
Opio ( Burgos)


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Opio es un pueblo deshabitado que se encuentra en lo más recóndito del valle de Mena. Se encuentra enclavado en el interior de un tupido bosque.
Al decir de algunos historiadores, su nombre viene del latín oppidum (fortaleza), parece ser que en la época romana hubo mucho poblamiento por allí e incluso dicen que hay restos de una calzada romana en las inmediaciones.

Unas seis casas conformaban el lugar, dedicados al cultivo de trigo y cebada principalmente y a la ganadería con ganado vacuno y lanar.
No había escuela y los niños iban todos los días a la de Santecilla.

Celebraban sus fiestas patronales a últimos de septiembre en honor a San Cosme y San Damián.
Hasta el 2005 hubo vida en Opio por un vecino de avanzada edad que estuvo viviendo en soledad en el pueblo hasta que se marchó con su familia al País Vasco, que es adonde habían emigrado anteriormente todos los vecinos de Opio debido a las malas comunicaciones que padecía el pueblo y la falta de servicios básicos.
Un cura de un pueblo cercano quiso hacer un proyecto de crear una escuela-taller para gentes con problemas de drogo dependencia utilizando la iglesia del pueblo en la cual se hicieron alguna reformas pero la cosa no salió adelante.
El pueblo es frecuentado gran parte del año por algunos descendientes de los que se marcharon que han recuperado alguna de las casas como lugar de ocio y tranquilidad.


Información incompleta. Si eres nacido/a en Opio o tienes algún vínculo con este pueblo y quieres aportar más datos sobre su vida cotidiana y costumbres para ampliar el reportaje me gustaría que me escribieras al correo electrónico que hay en la columna de la derecha o bien me facilitaras algún tipo de contacto. Gracias.



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San Martín de Mancobo ( Burgos)



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Precioso pueblo situado en un altozano desde el que se divisa excelentes vistas de la sierra de la Tesla y de buena parte del municipio de Medina de Pomar.
Un paseo por sus calles permite visualizar magníficos ejemplos de arquitectura popular, aun con la ausencia de algunos de sus componentes como pueden ser balcones o solanares.

Poco queda ya de los tiempos en que el pueblo estuvo formado por unas quince viviendas, hoy apenas media docena de casas se mantienen en pie, pero estas dan una imagen de lo bonito que tuvo que ser el pueblo de San Martín en su plenitud.

Dedicados a la agricultura (trigo, avena, cebada, patatas) y la ganadería (ovejas).
Tuvieron luz eléctrica en el pueblo proveniente de la central de Medina de Pomar.

Celebraban sus fiestas patronales el tercer fin de semana de septiembre, con una duración de tres días, y donde la misa, procesión y baile eran prácticamente los únicos actos que había. Baile que unas veces era amenizado por Pedro, el acordeonista de Pedrosa de Tobalina acompañado de su hija con los platillos y en otras ocasiones eran Facio con la gaita y Montes con el tambor, ambos del pueblo de Moneo. Tampoco faltaba allí Julián, el cantinero de Moneo que instalaba allí un tenderete con vino, cerveza y bocadillos.

El cura venia de Villacomparada montado a caballo a oficiar la misa y el último que subió a oficiar misa lo hacía desde Moneo en moto.
El médico venia desde Medina de Pomar, había que ir a buscarlo con un caballo para que lo montara y se pudiera desplazar a San Martin.
Al cercano pueblo de Moneo bajaban a moler el grano y a realizar alguna compra a la tienda que había en ese pueblo. Para compras de mayor envergadura se desplazaban a Medina de Pomar dada su cercanía (en una hora se presentaban) y adonde también acudía la gente joven de San Martin los domingos al baile y al cine.

En la década de los 60 el pueblo fue mermando de población hasta llegar al año 1969 en que se marcharon los últimos
(Fructuoso y Piedad).

Cuando se marcharon ésos (los penúltimos), ¡huy, lo que lloré!; yo que voy a por agua a la fuente y veo que están cargando los muebles en el carro...; ¡ay madre mía!, ¿y ahora, qué hacemos?... ¡Qué tristeza!...; volví a casa a todo llorar...".

(Fragmento del libro Los pueblos del silencio, de Elías Rubio Marcos).


Los vecinos marcharon en su mayoría a Bilbao y algunos se quedaron en Medina de Pomar. La gente joven fue emigrando debido a que no había trabajo en el pueblo para todos, eran familias con bastantes hijos y no daba la tierra para repartir, por lo que atraídos por la emergente industria que se daba en el País Vasco se fueron para allá llevándose en muchos casos a los padres más tarde con ellos. Así San Martín perdió su población, aunque un antiguo vecino del pueblo, residente en Medina de Pomar montó allí una explotación ganadera y algunas casas fueron ocupadas por sus trabajadores.




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Tabanera ( Burgos)


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Los automovilistas que circulan por la carretera de Castrojeriz a Melgar de Fernamental divisan junto al río Odra una monumental iglesia junto a un desangelado y decaído caserío. Es Tabanera. Pero no siempre fue así este barrio de Castrojeriz. A principios de siglo XX llegó a contar con más de veinte viviendas, con escuela, con cura residente y con luz eléctrica.

A partir de los años posteriores a la guerra civil Tabanera mermó considerablemente su población y prácticamente quedó reducido al ámbito familiar de Miguel Vicente Benito y sus familiares. Solo tres casas quedaron abiertas desde aquellos años.

Situado en la vega del río Odra, poseía buenas tierras de cultivo y buenos pastos. Trigo, cebada, legumbres, viñas y patatas entre otros productos era lo que cultivaban en las tierras de labor. Ovejas y vacas conformaban la ganadería de sus vecinos. El río les suministraba truchas, anguilas y barbos.
Estando tan cerca de Castrojeriz era normal que dependiesen de la cabecera municipal para todo: Cura, medico, cartero, veterinario, herrero, barbero, todos procedían de allí. Aunque algún año vino un cura de Castrillo Mota de Judíos a oficiar alguna misa.

Los pocos niños que había en edad escolar también tenían que hacer andando diariamente los dos kilómetros que les separaban de la escuela de Castrojeriz.
A Castrojeriz también iban a realizar compras y al mercado semanal que allí había, así como los jóvenes a buscar algo de diversión.
Sin embargo para moler el grano se desplazaban hasta los molinos de Villasilos o de Hinestrosa.
Celebraban las fiestas patronales el 29 de septiembre, teniendo por patrón a San Miguel. Fiesta que prácticamente quedaba reducida a una misa y a una comida.

El fallecimiento de algunos vecinos por su avanzada edad, unido la ausencia de algunos servicios como la luz eléctrica (aunque si tenían a comienzos de siglo, después de la guerra ya no tuvieron suministro eléctrico) y la mecanización del campo hizo que Tabanera cada vez fuera a menos.
Aun a pesar de esta lenta agonía del pueblo, Tabanera permaneció con vida hasta el año 1971 cuando se produjo la marcha del último vecino que quedaba allí viviendo: Amadeo Vicente y su familia.



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Villota de Losa ( Burgos)


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¨El balcón de Losa¨. Así era denominada esta elevada y aislada población situada en un terreno muy pedregoso.

Doce viviendas de buena factura componían Villota. Cada casa tenía su horno y su pozo correspondiente.
Sus tierras producían trigo, cebada, centeno y avena. El ganado se repartía entre vacas y ovejas.
Tenían escuela, adonde venían también los niños del pueblo de Baró.

Había dos molinos y juego de bolos.
El pueblo poseía luz eléctrica.
Las fiestas patronales fueron desde siempre en diciembre para la Inmaculada Concepción en honor a la patrona (La Purísima) pero debido a la dureza del clima en esa época se cambió en los años 20 a mayo para La Ascensión. El baile solía ser amenizado por acordeonistas de Amurrio y había costumbre en cada casa de matar una oveja vieja para celebrar el evento.

También celebraban a San Isidro donde todo el pueblo se reunía a merendar en la bolera y el ayuntamiento regalaba el vino para la ocasión.
El cura subía desde San Martín o desde Barriga.
El médico venia desde Quincoces de Yuso, había que bajar a buscarle con un caballo.

El cartero era del pueblo de San Llorente, montado en un mulo la repartía por varios pueblos del valle después de haberla recogido en Quincoces de Yuso.
Villota se quedó vacío aproximadamente hacia el año 1960 debido al aislamiento que padecían, al poco productivo terreno que había y las pobres expectativas de futuro que había en familias con muchos hijos. Sus gentes se marcharon para Bilbao mayoritariamente y también a Vitoria, Miranda de Ebro y Orduña.



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Valmayor de Cuesta Urria (Burgos)


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Pueblo perteneciente a la Merindad de Cuesta Urria, situado en un angosto y escondido vallejo.
Diez viviendas alineadas en una única calle conformaban Valmayor, dedicados a la agricultura (trigo, avena, cebada, patatas) y a la ganadería (ovejas y cabras).

Celebraba sus fiestas patronales el cuarto domingo de septiembre (a principios de siglo XX eran para San Juan, pero las cambiaron porque en esa fecha había fiesta en muchos pueblos del contorno y no venia la gente a la de Valmayor).
Fiestas que eran amenizadas por los dulzaineros de Moneo
(Facio y Marcos), de Moneo también subía Julián el cantinero para instalar un tenderete de bebidas.
Asimismo de Moneo llegaba el cura a oficiar misa el día de la fiesta, lo mismo que el cartero.

El camino inverso lo hacían los vecinos de Valmayor a Moneo para moler el grano o para realizar compras en la tienda que había en aquel pueblo. Para compras de mayor envergadura se desplazaban a Medina de Pomar.
No hubo nunca escuela en Valmayor y los niños acudían hasta la del pueblo de Almendres.
El médico venia en casos muy graves desde Medina de Pomar, había que llevar un caballo para que él pudiera desplazarse hasta Valmayor.
Acudían en el mes de julio a la romería de Santa Isabel en Villamor.

La llegada de la luz eléctrica en 1947 proveniente de la central de Adúriz en Medina de Pomar supuso la mayor novedad para Valmayor, aun así el pueblo en la década de los 50 y 60 fue mermando su población debido al aislamiento que padecían y a la falta de expectativas que había, lo que llevo a la mayoría de sus vecinos en un efecto dominó a emigrar a Bilbao.
El último vecino de Valmayor fue Emilio García que después de estar viviendo en soledad durante muchos años, fue encontrado por unos familiares muy enfermo y le trasladaron a Medina de Pomar donde falleció al poco tiempo. Corría el año 1978.

En la actualidad Valmayor tiene un habitante permanente, en la persona de Hugo Ceusters, un holandés que después de recorrer medio mundo se instaló en el pueblo desde hace quince años. Compró todas las casas del pueblo (700.000 pesetas). El lugar era impenetrable cuando llegó, parecía una selva, pero con mucho trabajo consiguió dejarlo en condiciones aceptables, tiró las casas que estaban en peor estado y se construyó una nueva para su uso y disfrute. Su idea era haber hecho una escuela de arte en el pueblo pero el proyecto al final se quedó en nada.
*Hugo Ceusters falleció en el año 2014*.



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Quintanas - Olmo ( Cantabria)


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Agradecimiento a Tomás García Garrido y Florencio Gómez Pérez, antiguos vecinos de Quintanas Olmo. El reportaje comenzó a dar forma con la información del primero y se enriqueció con los datos y nombres del segundo.


Quintanas-Olmo se encuentra situado en un espeso robledal en las alturas del valle de Valderredible.
Fueron en sus mejores tiempos dieciocho viviendas que vivían del cultivo de cereal (trigo y centeno), y de patatas (que aparte de para consumo propio, las llevaban a vender a La Puente del Valle).

En la ganadería tenían un poco de todo pero predominaba la oveja, dedicada a la cría del cordero, los cuales venían a comprar los carniceros de Polientes.
Hay luz eléctrica desde el año 1954 suministrada por la compañía Eléctrica de Viesgo desde una mini central ubicada en el pantano del Ebro.

En 1931 se quemó el archivo del Registro Civil de Valderredible, por ello todos los datos anteriores a esa fecha se tenían que pedir al archivo eclesiástico de Santillana del Mar.

Las fiestas patronales en honor a la Purísima Concepción se celebraban el 8 de diciembre. Al ser en pleno invierno el tiempo era muy desapacible y fueron varias las veces en que una nevada impidió la celebración de la fiesta por lo que el Concejo tomó la decisión de trasladarla al 18 de septiembre aunque contaron con la opinión adversa del cura. Se celebraba una misa y una procesión alrededor de la iglesia, en la comida había la costumbre de sacrificar una machorra (oveja vieja que ya no servía para la cría) quedando para el final del día el baile con los músicos que venían desde Los Carabeos (flauta y tambor).
Acudía a participar de la fiesta la juventud de Arantiones, Salcedo, Otero y Polientes entre otros pueblos, sin olvidar tampoco los familiares que estaban fuera, en Reinosa, Torrelavega, Madrid o Bilbao.

El cura venia primeramente desde Arantiones y más tarde desde Bustillo del Monte (don Daniel Martín). Daba misa semanalmente. Solicitó una caballería pues tenía que dar misa cada domingo en tres pueblos distintos.
En 1949 con el cambio de la fiesta patronal del ocho de diciembre al 18 de septiembre por decisión del concejo, don Daniel se opuso diciendo que no daría más misas en Quintanas-Olmo si no se devolvía la fiesta a su fecha original (8 de diciembre, la Purísima).
Años más tarde subiría a oficiar las misas correspondientes, don Bertín, el cura de La Puente del Valle.
El médico subía a caballo desde Polientes, entre otros se recuerda a don José García Rodríguez.
Los vecinos pagaban al doctor por el sistema de iguala. En 1938 abonaban 6,30 pesetas, en 1943 abonaban 875 pesetas al año y en 1947 abonaban 810 pesetas al semestre.

El cartero también acudía desde Polientes a repartir la correspondencia.
La maestra vivía de patrona en alguna casa del pueblo.
El herrero (Jaime González) subía desde Polientes a realizar algún trabajo de forja.

Los matorrizos (así se les conocía a los habitantes de Quintanas-Olmo), tenían que bajar al valle para casi todo por los antiguos caminos de caballería que había entonces, tardaban 40 minutos andando a Polientes, su ayuntamiento, adonde también bajaban el último sábado del mes a la feria de ganado a comprar o vender terneros.

A La Puente del Valle bajaban a moler grano.
A Barcena de Ebro bajaban a coger el coche de línea de la empresa Rodríguez que hacia el recorrido Polientes- Reinosa, y ya en contadas ocasiones se desplazaban a coger el tren hasta la estación de Los Carabeos.
A Reinosa apenas solían ir, si acaso para las ferias de ganado por Santiago y San Mateo y alguna vez se desplazaban hasta el pueblo palentino de Aguilar de Campoo sobre todo para comprar vino.

En verano y con el fin de poder comer carne fresca al no haber frigoríficos ni otras formas de conservación, se mataba una oveja a la semana entre siete familias y se repartía equitativamente. Esta costumbre era conocida como "el adra".
Los domingos y los ratos libres se jugaba a los bolos en el carrejo, se echaban partidas de cartas en la cocina de alguna casa o se iba a la cantina del pueblo de Arantiones.

La emigración en los años 50 y 60 fue sacudiendo a Quintanas como lo estaba haciendo en otros pueblos de la comarca y la gente empezó a marchar buscando una mejor calidad de vida. El País Vasco y más concretamente Bilbao estaba en auge en aquellos años por ser un potente foco industrial y para allá se fueron yendo las primeras familias lo que produjo un efecto dominó en las demás que acabaron marchándose también para la capital bilbaína. Otro grupo de matorrizos buscó acomodo en Reinosa. Además para los pocos vecinos que iban quedando la repoblación forestal que se hizo en los montes y que prohibía el pastoreo de las cabras y las vacas fue un gran inconveniente que acabó desanimando a los ganaderos.

En el año 1963 se quedó vacío Quintanas-Olmo cuando el matrimonio formado por Gregorio Garrido y Teófila Herrero, además del hijo (Mateo) que vivía con ellos cerró la última vivienda que permanecía abierta. Con la marcha de esta familia a Reinosa el pueblo se quedó sin población permanente, pero aún así algunos vecinos seguían subiendo en temporadas y se siguieron manteniendo y cuidando algunas casas, por lo que nunca Quintanas llegó a considerarse como un pueblo abandonado.

El pueblo en la actualidad va recobrando algo de vida, sobre todo en verano con la vuelta de los hijos del pueblo que han ido rehabilitando algunas casas y por la excelente labor que está llevando la asociación allí instalada (Aldebaran), que ha mejorado las calles y caminos, han recuperado algunos edificios y están en permanente actividad para la mejora del pueblo.



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Bibioj ( Castellon)



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Agradecimiento para Casimiro Monfort Guillamón de la masía La Meja, nostálgico y explicito informante a la hora de recordar vivencias en Bibioj y en las masías cercanas.


Poco queda de los tiempos en que esta pedanía de Villahermosa del Rio llegó a contar nada menos que con treinta y siete viviendas, escuela de instrucción primaria y tres tabernas dentro del núcleo urbano.
Situada en el vértice que forman el barranco La Venta y el barranco Bibioj antes de juntarse y formar el barranco Magro.
Escondido lugar, siempre tuvo difícil acceso, teniendo su cabecera de municipio a una hora de distancia, siempre por caminos de caballerías, hasta que los vecinos construyeron la pista actual a base de pico y pala.
El invierno era riguroso pero no tan severo como en otros lugares.

"Los inviernos en Bibioj eran fríos pero no extremadamente severos, cuando nevaba no solía durar mucho la nieve. Bibioj está en una hondonada y las montañas que lo circundan lo protegen y si se quedaba aislado era cuestión de pocos días. En las masías que están más altas la nieve duraba unos cuantos días y no se podía sacar los rebaños a pastar. Para estas ocasiones, se había almacenado en verano alfalfa y Paj* de legumbres que sustituía a los pastos el tiempo que los rebaños tenían que permanecer en los corrales.


El aislamiento en las masías era más largo, pero la gente se proveía de víveres y lo asumían como cosa normal.
En Bibioj eran noches de tertulia alrededor de la lumbre, que se alimentaba con leña muy variada, pino, sabina, enebro, coscojo y las ramas procedentes de la poda de los distintos árboles frutales. Había mucha variedad de ellos: cerezos, melocotoneros, ciruelos, manzanos, granados, higueras, olivos y parras enramadas. Cuando llegaba la primavera y florecían estos árboles, la huerta parecía un vergel de flores". CASIMIRO MONFORT.


Precioso nombre el de esta aldea en la que no faltaba el agua procedente de la sierra que bajaba por los barrancos laterales, lo que hacía que tuvieran varias balsas para riego, lo que les permitía cultivar patatas, legumbres, viñas, y el trigo como cereal predominante.
A moler el grano iban a alguno de los tres molinos que había en el término de Villahermosa del Río, siendo el molino Sales, junto al río Carbo el más utilizado por los vecinos de Bibioj y masías cercanas.

Cuando estuvo construida la pista venia una trilladora desde Castillo de Villamalefa para facilitar un poco el trabajo de trilla.
La ganadería estaba conformada por ovejas y cabras.
Ovejas de varios vecinos que en ocasiones se agrupaban en un solo rebaño y eran cuidados por un pastor contratado a tal efecto. Los corderos y cabritillos se vendían a tratantes que pasaban por la zona y en ocasiones eran los dueños los que tenían que bajarlos a Villahermosa para cargarlos en algún camión.

Debido también a los abundantes pinos que había en su término algunos vecinos obtenían ingresos adicionales con la venta de la madera de este árbol para la fabricación de palets a las serrerías que había en Villahermosa del Rio.

La caza tampoco faltaba por los montes de Bibioj.

"Como muchas otras cosas, la caza era variada, de buena calidad pero poco abundante, los más comunes eran conejos, perdices, codornices, tordos y mirlos. La perdiz y el conejo es lo que más se vendía porque se pagaban muy bien, lo demás normalmente se consumía en la casa. Los pastores cazaban tordos y mirlos con trampas hechas por ellos mismos, con alguna losa de piedra y unos palos, de cebo unas pocas gayubas de enebro o sabina". CASIMIRO MONFORT.


A Villahermosa tenían que acudir a los oficios religiosos (misas, bautizos, comuniones, bodas, defunciones).
El médico también llegaba desde Villahermosa cuando la ocasión lo requería.

"No me acuerdo de su nombre pero estuvo ejerciendo durante muchos años en Villahermosa y en todas las masías. A mí me atendió en varias ocasiones acompañado de mi madre. Para desplazarse a Bibioj o a cualquier masía iba montado en una caballería. Me acuerdo de lo bien adornada que iba la montura y sobre todo el espantamoscas que iba sujeto a la montura y rodeaba totalmente a la caballería.
Como anécdota un poco aparte puedo contar que mi madre tuvo seis hijos y en los partos nunca tuvo ayuda de médico y sanitario alguno".
CASIMIRO MONFORT.


El cartero también venía de Villahermosa, aunque con frecuencia se daba el caso de que algún vecino que bajara al pueblo recogía las cartas que había para Bibioj y para otras masías cercanas y las entregaba a la vuelta a su destinatario o le hiciera saber al interesado que en su casa tenía alguna carta para que pasase a recogerla.

Aunque se autobastecían con carne de cerdo, pollos o conejos que cada vecino se encargaba de criar, siempre había productos básicos de primera necesidad que tenían que comprarlos. Las tabernas que había en Bibioj vendían diversos productos para salir del paso y sino pues había que ir a Villahermosa o comprar a los vendedores ambulantes que aparecían periódicamente por Bibioj y las masías.

"Cuando íbamos a Villahermosa comprábamos en Casa Bresca, un comercio que estaba en un lado de la plaza mayor del pueblo y que vendía prácticamente de todo: harina, judías, garbanzos, arroz, sardinas, bacalao, abarcas, zapatillas, cuerdas, esparto e incluso algarrobas para las caballerías.
De los vendedores ambulantes que iban por Bibioj y las masías me acuerdo del tío Zamaruco, no sé si era de Castillo de Villamalefa o de Llucena. Iba con una banasta a la espalda y compraba huevos y pieles secas de conejo. También recuerdo al tío Colau que venía desde Llucena con una caballería y traía ropa para vender.
Estos vendedores se recorrían todas las masías y pernoctaban en alguna de ellas puesto que tardaban dos o tres días en hacer el recorrido completo".
CASIMIRO MONFORT.


También a Villahermosa acudían a celebrar las fiestas patronales de San Bartolomé en agosto por carecer de fiesta propia. Solo los carnavales eran celebrados en Bibioj, aunque no faltaba tampoco los bureos (bailes masoveros) los domingos con gran presencia de gente que bajaba desde las masías más altas.

"Alfredo con el laúd, José con la guitarra y Daniel con las castañuelas son los músicos que recuerdo. Eran campesinos del lugar, tocaban de oído y habían aprendido en las reuniones que se hacían en alguna casa en las largas noches de invierno.
BUREO DE FIN DE AÑO- Sobre las dos de la tarde se reunían los componentes de la rondalla para afinar los instrumentos, guitarra, bandurria, guitarrico y castañuelas, esta labor la llevaban a cabo en una de las dos tabernas que por aquel entonces había en Bibioj.

Cuando ya estaban preparados los músicos y sus acompañantes, unos para tocar los instrumentos y los otros provistos de algunas mantas para recoger el aguinaldo, se dirigían a cantar albadas a la puerta de cada vecino. Esto consistía en llegar a la puerta de la casa, puerta que era por lo general de dos hojas, una inferior y otra superior, y la hoja superior solo se cerraba si no había nadie dentro de la casa o era de noche.
Empezaban cantando una albada, en la cual daban a entender que venían a pedir el aguinaldo. Acto seguido, alguna persona de la casa les entregaba lo que buenamente podía, por lo general productos de los que se cosechaban por los campos, tales como pan y frutos secos (almendras, nueces o higos), de vez en cuando alguien daba alguna longaniza pero no era lo habitual. A continuación los músicos cantaban otra albada dando las gracias al vecino y su familia por la donación que habían hecho.

Todo esto se repetía en el portal de cada casa, pero lo que más me gustaba es que a pesar de que habría una treintena de casas, la letra de las canciones (albadas) se repetía muy pocas veces.


Esta tarea les llevaba bastante rato, pues aunque habían alegrado con su música a toda la gente del barrio, cuando terminaban la tarde ya estaba tocando a su fin. A continuación se dirigían a la era de abajo, tendían en el suelo las mantas con el aguinaldo y ya prácticamente toda la gente del barrio, hombres, mujeres y niños, estaban esperando para comer y después bailar jotas, seguidillas y fandangos hasta que se cerraba la noche.
Se hacía un pequeño descanso que se aprovechaba para que si alguien se había quedado con hambre comiera de lo que había sobrado y el baile continuaba un buen rato, pero ya dentro de alguna de las casas que había alrededor de la era.
BUREO DE CARNAVAL- La diferencia del bureo de carnaval con el de fin de año es que no se pasaba por las casas a cantar albadas ni se recogía aguinaldo pero en cambio se hacían pasos.


Los pasos eran una especie de mofa o sátira puesta en escena por gente del barrio que se disfrazaba y se cachondeaba de alguien que durante el año le había ocurrido algo que causara risa. Procuraban hacer esto en presencia del afectado y con la cara tapada.
Cuando terminaban dicha actuación, los actores se destapaban la cara y se producían la risa y los aplausos. No recuerdo que por esto, se produjeran discusiones ni malos entendidos, los aludidos lo tomaban a risa y en unos pocos minutos estaba todo olvidado.
Estas actuaciones se llevaban a cabo entre baile y baile, se paraba la música y empezaba la representación del paso". CASIMIRO MONFORT.


El ocaso de la aldea llegó debido a la falta de los servicios más básicos (luz y agua), unido al aislamiento que padecían y las mejores condiciones de vida que se daban en otros lugares. Los vecinos de Bibioj fueron marchando sobre todo en la década de los 60, en su gran mayoría a la capital, Castellón y en otros casos a los pueblos con fuerte presencia de fabricas azulejeras (Alcora, Onda, Ribesalbes, Burriana o Villarreal).

"La gente se marchó por la falta de una carretera en condiciones y no tener luz eléctrica. Si estos adelantos hubieran llegado a Bibioj más de uno de los que se fueron habrían mantenido su casa para fines de semana y vacaciones".
CASIMIRO MONFORT.


Aun así hasta últimos de los 80 hubo vida en Bibioj cuando el matrimonio formado por Antonio y Antonia cerraron la puerta de su casa para siempre.
Posteriormente en 2003 se asentó en Bibioj una familia de alemanes (Stefan, su mujer y dos hijas pequeñas), acondicionaron la escuela como vivienda y vivieron allí hasta el año 2008, fecha en que pusieron rumbo a otro lugar.

Situada sobre un altillo del terreno se encuentra el precioso edificio de la escuela, a la derecha la vivienda de los maestros.

"La escuela constaba de una sala grande con dos hileras de bancos (pupitres) situados a los lados de un pasillo central, a un lado del pasillo las niñas y al otro los niños. En el centro de las dos hileras de bancos y un par de metros más atrás estaba la mesa de la profesora y su silla, de tal forma que ella y los alumnos estaban cara a cara.
En el centro de la pared, detrás de la maestra, una fotografía grande del Generalísimo Franco, en uno de los lados de la foto de Franco, estaban las flechas de la Falange y en el otro, la bandera española colgando de su mástil.
Cuando hacía frío los alumnos o los padres de éstos, tenían que llevar leña a la escuela para poder encender la estufa y si no se cumplía esta obligación la maestra amenazaba con castigar al alumno poniéndolo un rato de rodillas para que se avergonzara ante los que sí habían cumplido, lo cierto es que no presencié ningún castigo por este motivo.
A la escuela acudíamos niños de entre 6 y 14 años, podríamos ser unos veinte o veinticinco pero no lo recuerdo con precisión. A parte de los de Bibioj, acudíamos de las masías llamadas Meja, Mas de Aragón, Palmerina y Los Rincones, creo que también de la masía La Serretilla. Se daba el caso que no todos los niños que estaban en edad escolar acudían todos los días a clase, pues en ocasiones los niños un poco mayores se tenían que dedicar a guardar unas pocas ovejas o cabras para que los padres pudieran dedicarse a las labores del campo.
Las clases solamente se daban hasta el mediodía, así que a comer íbamos a nuestras respectivas casas y a la escuela llevábamos un pequeño bocadillo para comerlo durante el recreo.
La maestra, Doña Guillermina, había días que al terminar la clase se marchaba a Villahermosa para regresar al día siguiente pero no sé si en el pueblo se quedaba a dormir en alguna fonda o en alguna casa particular. En la casa de la escuela sí había días que se hacía la comida y también se quedaba a dormir. El horario de clase no lo recuerdo bien pero debía empezar alrededor de las nueve, lo cierto es que los que vivíamos en las masías teníamos que madrugar bastante para no llegar tarde. De las masías que he citado anteriormente, la Meja que era donde yo vivía, era la más cercana y había una hora de camino. No recuerdo si la clase diaria duraba tres o cuatro horas.
Naturalmente que cuando caía alguna nevada importante no se iba a clase, bien porque los niños no podían trasladarse por los caminos tapados de nieve o porque la maestra estaba en Villahermosa y no podía llegar a Bibioj por la misma causa". CASIMIRO MONFORT.



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El Rul ( Castellon)


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Agradecimiento para Marcelino y Rosa, los últimos de El Rul, muy agradables y placenteros informantes.




Situada sobre una loma por encima del barranco de Santa Ana se encuentra la bonita masía de El Rul, una de las numerosas masías que componían el término municipal de Zucaina.
Doce viviendas llegaron a componer la aldea, dedicadas a una economía de subsistencia en base a la agricultura (trigo, cebada, patatas), y la ganadería (ovejas).

Carecían de todo tipo de servicios, siendo Zucaina el principal proveedor de ellos.
Así acudían a los oficios religiosos a la iglesia de Zucaina (algo más de una hora andando) y también se desplazaban hasta el ermitorio de Santa Ana.
A Santa Ana acudían los niños a la escuela que allí había, hasta que años más tarde hicieron una escuela en la masía La Pedriza para las masías de la Partida de Arriba y que no tuvieran que hacer desplazamientos diarios tan largos hasta Santa Ana.

A Zucaina se desplazaban también al médico y a realizar compras, ocasión que aprovechaba cualquier vecino para coger la correspondencia y llevarla a la vuelta hasta El Rul. Algunos vendedores ambulantes aparecían por la masía como era el caso de Joaquín el botiguero de Zucaina, una señora a la que llamaban la jabonera procedente de Llucena y algún vendedor de Castillo de Villamalefa vendiendo albarcas y ropa.

Hacían desplazamientos más largos de dos días hasta los pueblos de la Serra d´Espadà a comprar aceite, ya que estos pueblos eran buenos productores de ello, como era el caso de Algimia de Almonacid. Otras veces en vez de compra era intercambio de productos, así los vecinos de El Rul intercambiaban trigo y patatas a cambio del aceite en pueblos como Higueras y Pavias.
Llevaban a moler el grano indistintamente a Zucaina y a San Vicente.

Cuando tenían que hacer algún desplazamiento a la capital, salían al cruce de la carretera a las 7 de la mañana para coger el coche de línea; el Hispano-Americano que hacía el recorrido Cortes de Arenoso-Castellón.
Como en todas las masías, los carnavales era la única fiesta que realizaban en la aldea, duraban tres días y el segundo de ellos se celebraba un animado bureo (baile masovero).

Además bajaban el día 1 de mayo a la ermita de Santa Ana, patrona de Zucaina, donde se realizaba una misa y una comida campestre, para a continuación regresar a sus casas, los de El Rul y las otras masías de la Partida de Arriba tenían por costumbre parar en la masía Azareto donde echaban unos tragos de vino y celebraban el baile.

También acudían, pero en menor medida el día 24 de agosto al ermitorio de San Bartolomé en termino de Villahermosa del Rio.
No conocieron nunca la luz eléctrica ni el agua en las casas, y la vida allí a pesar de vivir en buena armonía, seguía siendo dura, por lo que en las décadas de los 50 y 60 se fue produciendo el lento goteo de la emigración ante la falta de medios de vida y de comodidades. La mayoría de los vecinos se marcharon a Barcelona y a Castellón.

Fue en el año 1972 cuando se certificó el final de El Rul con la marcha de la última familia que quedaba.

"Era muy triste ya la vida aquí, mi marido todo el día fuera trabajando y los hijos internos en Zucaina, por lo que estaba todo el día sola, no veías a nadie, en El Cañuelo y en La Pedriza se habían marchado todos, no venían ya vendedores ni nadie por aquí, y además si se ponía alguno de los niños enfermo te tocaba llevarlo cargado a la espalda al médico a Zucaina, y así durante una hora de trayecto, te daba pesar por las fincas dejarlas abandonadas, pero ya no era plan estar allí más tiempo solos". ROSA.




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