Pobre hombre, a ver si ahora tiene su pequeña oportunidad para disfrutar de la vida.
La criatura -que no se ha separado un sólo día de su esposa a quien adora y respeta- ha estado sudando sangre desde que era apenas un niño con pantalón corto, trabajando de sol a sol como el que más, dejándose la piel por su familia y su tierra. No conoce las vacaciones y su ejemplar familia le agradece en el alma que salga por fin unos diítas con su patera a ver si trae algún cachalote para la cena.
Ojo cuidado, que Don Campechano jamás ha dejado de defender a la Naturaleza, sobre todo a las hembras de su especie, y si la vida lo hubiera tratado mejor habría sido un gran matador de toros, pero el angelito ha tenido siempre que conformarse con mirarlos desde la barrera. Qué triste... recordemos que sólo asesinó a algunos elefantes porque no podía con todos, esto hay que comprenderlo dentro de un contexto de persona abocada a un destino cruel; un desgraciado, el Don Campe.
Dejémosle en paz, que salga con la barquichuela por donde se le antoje, cáscaras. Ya está bien de tanta injusticia para con el buen señor, nuestro ejemplo máximo de hombre que se ha hecho a sí mismo, como Amancio Ortega.
La criatura -que no se ha separado un sólo día de su esposa a quien adora y respeta- ha estado sudando sangre desde que era apenas un niño con pantalón corto, trabajando de sol a sol como el que más, dejándose la piel por su familia y su tierra. No conoce las vacaciones y su ejemplar familia le agradece en el alma que salga por fin unos diítas con su patera a ver si trae algún cachalote para la cena.
Ojo cuidado, que Don Campechano jamás ha dejado de defender a la Naturaleza, sobre todo a las hembras de su especie, y si la vida lo hubiera tratado mejor habría sido un gran matador de toros, pero el angelito ha tenido siempre que conformarse con mirarlos desde la barrera. Qué triste... recordemos que sólo asesinó a algunos elefantes porque no podía con todos, esto hay que comprenderlo dentro de un contexto de persona abocada a un destino cruel; un desgraciado, el Don Campe.
Dejémosle en paz, que salga con la barquichuela por donde se le antoje, cáscaras. Ya está bien de tanta injusticia para con el buen señor, nuestro ejemplo máximo de hombre que se ha hecho a sí mismo, como Amancio Ortega.