El Perdón en la Psicología

Terapia del perdón: Quien no perdona a tiempo, sufre a destiempo

Hace muchos años, unos soldados fueron hechos prisioneros por las tropas enemigas. Los soldados pasaron años en una celda minúscula, donde apenas tenían espacio para caminar. Durante esos años, se hicieron grandes amigos, hablaban a menudo de sus familias y se apoyaban mutuamente para sobrevivir.

Cada cierto tiempo, uno de los guardias los sacaba de la celda y llevaba a una sala de interrogatorios, en la cual a veces recurrían a métodos poco convencionales, para intentar que revelaran información relevante sobre su ejército.

Los soldados jamás confesaron, pero pasaron años infernales, sufriendo burlas y humillaciones, además de todo tipo de carencias. Aquel guardia se había convertido en su peor pesadilla.

Un buen día, la guerra entre ambos países terminó y fueron liberados. Los dos soldados se dieron un gran abrazo de despedida y cada quien tomó su rumbo.

Al cabo de diez años, los soldados volvieron a encontrarse. A uno se le veía visiblemente recuperado, casi feliz. Los dos hombres se pusieron al corriente de sus vidas.

Sin embargo, no pudieron evitar rememorar los años que habían pasado juntos en cautividad. Uno de ellos preguntó:

- ¿Has perdonado a aquel guardia?

- Sí, me ha costado, pero finalmente he logrado pasar página – respondió el antiguo soldado que se veía más feliz.

- Yo no he podido, sigo guardándole rencor. ¡Lo odiaré mientras viva!

- Entonces aún te tiene prisionero – se limitó a responder con tristeza su compañero.

Esta historia refleja a la perfección a quién hace más daño el odio y el rencor. Y nos muestra cómo perdonar nos libera.

La ira y el rencor se vuelven contra quien los siente

Perdón. Esta palabra tan corta encierra todos nuestros ángeles y demonios interiores. Por desgracia, su uso a través de los siglos ha dado pie a mal interpretaciones de su significado, hasta el punto que muchas personas ni siquiera quieren oír hablar de su existencia.

Quienes no quieren aprender a perdonar reaccionan con indignación, rechazo e ira ante la simple idea del perdón. Por supuesto, no se puede obligar a nadie a perdonar. Pero anclarse en la ira, el resentimiento y la rabia no es un “castigo” para quien nos hizo daño sino para nosotros mismos. Buda dijo: “Aferrarse a la ira es como aferrarse a una brasa candente con la intención de tirársela a otro; pero eres tú quien se quema”.

Un metaanálisis de 25 estudios realizado en el University College de Londres desveló que existe una fuerte correlación entre la ira y la hostilidad mantenidas a lo largo del tiempo y el riesgo de sufrir ataques cardíacos. Estas emociones también se han asociado a otros problemas de salud, como el cáncer.

No es extraño. Otro estudio llevado a cabo en la Universidad de California en el que se le dio seguimiento a 332 personas durante cinco semanas descubrió que el nivel de estrés era directamente proporcional a la cantidad de resentimiento e ira, mientras que este disminuía cuando las personas perdonaban.

Otro estudio realizado por esos mismos psicólogos con 148 personas halló que quienes acumulaban más estrés vital tenían una peor salud mental. Curiosamente, las personas que eran capaces de perdonar, aunque también vivieron experiencias difíciles, no tenían una mala salud mental. Esto significa que el perdón es capaz de borrar el impacto negativo del estrés y la angustia que generan algunos acontecimientos.

Perdonar no es excusar ni minimizar el acto negativo

Muchas personas entienden el perdón como un acto a través del cual se excusa o minimiza el suceso perjudicial. Algunas incluso piensan que significa olvidar lo que nos han hecho. Nada más lejos de la realidad.

Perdonar significa exclusivamente recordar la ofensa desde un nuevo punto de vista que no despierte sentimientos tan negativos, liberando en nuestra mente al agredido y permitiendo que el daño no se perpetúe dentro de nosotros. Perdonar no es un acto de liberación para quien cometió el mal sino para la persona que lo sufrió.

De hecho, para perdonar ni siquiera es necesario "reconciliarse" con la persona que nos ha infringido el daño. No se trata de convertirnos en su amigo. El perdón es un acto íntimo que nos permite recuperar el control sobre nuestra vida y el bienestar que habíamos perdido porque éramos víctima de esas emociones negativas.

Las 6 reglas de la terapia del perdón

1. Perdonar no equivale a olvidar. Perdonar no significa olvidar lo ocurrido. Una persona que ha sido víctima del maltrato, que ha sido abandonada o a quien le han causado grandes daños, no olvidará lo ocurrido y tampoco necesita hacerlo porque puede utilizar esas experiencias como “combustible” para construir la resiliencia.

2. Perdonar no es minimizar la experiencia. Perdonar no significa decir “Lo que ha ocurrido está bien, no fue tan malo después de todo”. De hecho, para perdonar es necesario asumir que lo que ha ocurrido ha sido terrible y nos ha dejado cicatrices. Pero también significa dejar que esas cicatrices se curen en vez de echar sal continuamente sobre la herida.

3. Perdonar no es signo de debilidad. Perdonar no es señal de debilidad, ingenuidad o necedad, es un gran signo de inteligencia y madurez porque significa que, a pesar de todo, has decidido seguir adelante, no dejando que el pasado condicione tu futuro.

4. Para perdonar no es necesario que el agresor se disculpe. Los agresores no siempre reconocen el daño que han causado, pero eso no es motivo para quedarnos atascados en el odio. Para perdonar no es necesario recibir una petición de disculpas ni un resarcimiento. El perdón es un acto interno que nos beneficia a nosotros mismos, no necesitamos que quien nos hizo daño se arrepienta.

5. Perdonar es un proceso. El perdón no es todo o nada, blanco o negro. Es un proceso y, como todo proceso, puede tener retrocesos y altibajos. Es posible que de vez en cuando resurja la ira y quizá algunos daños no lograremos perdonarlos por completo pero en una escala del 1 al 10, podemos acercarnos a un 7 o un 8, lo cual es suficiente para ciertos actos atroces.

6. Perdonar es por tu salud y bienestar. Aferrarse a la ira y el resentimiento es tóxico para ti. Conduce a la depresión, el enfado crónico y la amargura. Perdonar no es un acto que haces por quien te hizo daño sino por tu propio bien. No perdonas al otro para hacerle un favor, sino para hacerte un favor a ti mismo.

Los 4 pasos de la terapia del perdón

Cuando no somos capaces de perdonar un hecho negativo que nos ha ocurrido, comenzamos a alimentar sentimientos de venganza, rabia y dolor emocional. A menudo se desencadena un proceso de victimización unido a pensamientos rumiativos respecto del suceso. La terapia del perdón intenta detener ese proceso nocivo.

1. Expresar las emociones. Sea cual sea el daño que te han infringido, debes saber que es perfectamente comprensible y normal que te sientas mal. Puedes experimentar diferentes sentimientos, desde ira hasta tristeza o dolor. No es conveniente que intentes reprimir y esconder esos sentimientos sino que los expreses. Lo que se reprime continúa afectándote desde el inconsciente, generando más sufrimiento e ira.

La técnica de la silla vacía es una excelente herramienta para sacar fuera todas esas emociones. Consiste en sentarte delante de una silla vacía e imaginar que la persona que te ha hecho daño está ahí. Dile todo lo que deseas, desde el daño que te ha causado y por qué hasta cómo te sientes por ello. Suele ser una técnica muy catártica y, si guardas mucho resentimiento, puedes aplicarla varias veces.

2. Comprender el por qué. El cerebro es un maniático del control, por lo que cuando nos hacen daño, siempre intentamos darle una explicación. El problema es que, en muchos casos, siguiendo nuestro razonamiento no lo entenderemos. A veces esa búsqueda de explicación puede convertirse en un proceso malsano que se vuelva en nuestra contra.

En muchos casos, simplemente debemos aceptar que no hay una explicación más allá del azar. Hay eventos terribles que ocurren porque estábamos en el momento incorrecto en el peor lugar posible. Aceptar esa explicación es el primer paso para lograr cerrar ese capítulo oscuro de nuestra vida.

3. Reconstruir la seguridad. Para perdonar es imprescindible tener una cantidad razonable de seguridad, lo cual significa saber que ese acto no volverá a ocurrir. Por supuesto, nunca podremos estar seguros al 100% pero si albergamos demasiado miedo, nos resultará imposible perdonar. En ocasiones reconstruir la seguridad no es un proceso que dependa de las condiciones externas sino de nosotros mismos, y depende de la reconstrucción de nuestra autoconfianza.

4. Dejar ir. Este suele ser el paso más difícil. Se trata de una decisión que se debe tomar conscientemente y que, de cierta forma, implica prometerse a sí mismos que no guardaremos rencor por lo ocurrido. Ese dejar ir significa también abandonar el papel de víctima y recuperar la fuerza. Para ello, es fundamental dejar ir la ira que siempre guardamos, impedir que ese enojo siga ejerciendo una influencia nociva en nuestra vida.

El perdón pleno implica aceptación y comprensión

Perdonar es un proceso complejo que demanda transformaciones profundas en las concepciones que tenemos sobre el suceso. Se trata de cambios importantes que afectan tanto el área cognitiva como afectiva.

De hecho, el perdón pleno, según Bob Enright, psicólogo de la Universidad de Wisconsin y uno de los primeros en investigar sobre el acto de perdonar, no significa simplemente pasar página y seguir adelante. Va mucho más allá porque implica ver a la persona que nos dañó como un ser multidimensional cuyas acciones estaban mal. La escritora Emma Goldman dijo "antes de que podamos perdonarnos los unos a los otros, tenemos que entendernos".

El perdón pleno no solo ofrece tranquilidad emocional sino incluso comprensión hacia la persona que nos lastimó. Desde ese punto de vista, el suceso negativo deja de dolernos y podemos recuperar el equilibrio emocional que habíamos perdido antes de perdonar.

Fuentes:
Toussaint, L.L. et. Al. (2016) Forgiveness, Stress, and Health: a 5-Week Dynamic Parallel Process Study. Ann Behav Med; 50(5): 727-735.
Toussaint, L. et. Al. (2016) Effects of lifetime stress exposure on mental and physical health in young adulthood: How stress degrades and forgiveness protects health. J Health Psychol; 21(6): 1004-1014.
Chida, Y. & Steptoe, A. (2009) The association of anger and hostility with future coronary heart disease: a meta-analytic review of prospective evidence. J Am Coll Cardiol; 53(11): 936-946.
Wade, N. G. (2014) Efficacy of psychotherapeutic interventions to promote forgiveness: a meta-analysis. J Consult Clin Psychol; 82(1): 154-170.
Reed G. L. & Enright, R. D. (2006) The effects of forgiveness therapy on depression, anxiety, and posttraumatic stress for women after spousal emotional abuse. J Consult Clin Psychol; 74(5): 920-929.

https://www.rinconpsicologia.com/2017/11/terapia-del-perdon-como-perdonar.html
 
Para mí el perdón no tiene que ver en hacerlo a un verdugo, a un agresor , a alguien que te ha hecho mucho daño..
El perdón consiste el olvidar, en pasar página.. En empezar una nueva vida lejos del rencor , en volver a confiar en otro e ilusionante de nuevo por la vida..
El pasado muy duro queda pero no puede condicionar tu futuro..
Tu victoria será tu venganza.
Perdonar a quien te hizo daño?¿
Olvidarlo y dejarlo cada vez as lejos..
A mi cada vez me cuesta más perdonar ciertas cosas.Ni las perdonó ni las olvido..
Pero no me recreo en ellas.
Después de mucho tiempo debajo del agua saqué la cabeza ..y disfrute y disfrutamos del aire fresco..
 
El dolor físico y el perdón

El perdón es un proceso complejo que te exige poner en juego muchos de tus recursos emocionales. Difícilmente se produce en forma espontánea, especialmente si la herida ha sido profunda. Por eso es frecuente que sea muy difícil perdonar. Lo malo es que ese rencor puede terminar afectando seriamente tu salud y tu bienestar.

A veces puede dar la sensación de que el dolor físico no tiene explicación. Pero no es así. No imaginas cuántos dolores en el cuerpo se ocasionan realmente en la mente y en las emociones.


Los consultorios médicos permanecen atestados de personas que buscan alivio para esas dolencias y, la mayoría de las veces solo encuentran una receta que enmascara los síntomas. El problema es que, cuando la causa de unos síntomas no es evidente y estos en principio no son preocupantes, no se suelen destinar demasiados recursos a encontrar su origen.

“Enseñemos a perdonar; pero enseñemos también a no ofender. Sería más eficiente”
–José Ingenieros–

Todo aquello que está en la mente, repercute en el cuerpo. La razón es muy sencilla: prácticamente todo nuestro organismo está asociado con el sistema nervioso. Este, a su vez, es el encargado de percibir y procesar las emociones. Así, cuando las emociones y/o los pensamientos están alterados y no son procesados, se manifiestan de igual forma.


Muchas veces lo hacen en forma de molestias o de dolor físico en alguna parte del cuerpo. Un dolor para el que no se identifica ninguna causa visible en ningún tipo de prueba que busque una alteración fisiológica. Algo que puede desesperar al paciente, pero también puede hacerlo con el médico si este no está familiarizado con las enfermedades funcionales.

El cuerpo y el perdón
Los estudiosos del tema han podido establecer una clara relación entre el dolor físico y procesos emocionales, como el perdón. Hablamos del perdón porque se trata de uno de esos procesos emocionales complejos, que involucran emociones muy potentes y difíciles de digerir. Está relacionado con la ira, la tristeza, la paranoia y el rencor. Por eso puede causar graves daños emocionales, pero también manifestarse como dolor físico.

El cuerpo grita lo que la palabra calla. No perdonar es vivir en el pasado, atados a un sentimiento que no evoluciona. Un rencor enmascarado que se estanca y se alimenta a sí mismo de una forma muy negativa. Algunos dicen que es como tener un carbón ardiendo entre las manos, a la espera del momento oportuno para arrojárselo a esa persona por la que se siente rencor. Es más el daño que hace a quien lo sostiene, que al otro.

Existen determinados órganos del cuerpo que están especialmente relacionados con las huellas de un perdón que aún nos e ha producido. La garganta, el sistema respiratorio, el cuello, los tobillos, la espalda -entre otras- son zonas del cuerpo que, cuando duelen sin razón aparente, pueden indicar la existencia de un proceso de perdón que no se ha completado.

El mapa del perdón en el cuerpo
Es bueno que estés atento a esos dolores físicos que aparecen y desaparecen reiterativamente, sin que haya una razón específica para que así sea. Lo más probable es que se trate de emociones no resueltas, en particular, de un perdón que no se ha otorgado. Así habla tu cuerpo del perdón:

  • Dolor e irritación de la garganta. El dolor de garganta está relacionado con palabras que no se han dicho, o con una incapacidad para expresar el dolor que surgió después de sufrir una afrenta.
  • La gripe frecuente. Habla de lágrimas que no han sido lloradas, seguramente por orgullo, o porque hay tanta ira que impide reconocer el daño que nos han causado.
  • El dolor en el cuello. Esta zona del cuerpo refleja la flexibilidad o inflexibilidad de una persona. Si el rencor se ha instalado en la vida, probablemente la región del cuello se verá muy afectada. El rencor es una pasión que induce a una fuerte tensión que se debe sostener por mucho tiempo y por eso termina afectando la musculatura del cuello.
  • Los tobillos. Cuando no quieres abrir el camino hacia un proceso de perdón, es muy probable que tus tobillos lo reflejen. Es una articulación en la que se proyecta la capacidad de avance en la vida. Cuando sufren dolor, casi siempre es porque te has estancado en un sentimiento negativo.
  • El dolor de espalda. En este caso lo que ocurre es que la ausencia de perdón se experimenta como una carga que se rechaza inconscientemente. El rencor origina un peso emocional que se traduce en dolor de espalda, especialmente en la zona media. Si el rencor está relacionado con temas de dinero, es más frecuente que se proyecte en la zona baja.
  • Molestias en las rodillas. Frecuentemente están asociadas con la resistencia a doblegarse. Es el orgullo el que está dominando los actos. Se cree, consciente o inconscientemente, que perdonar es un acto de sometimiento.
  • Los dientes y las encías. Estas partes del cuerpo están estrechamente ligadas con todo tipo de sentimientos agresivos. Cuando hay dificultad para expresar el enojo, lo más probable es que los dientes se resquebrajen o las encías se inflamen. Si la ira es mayor, los dientes tienden a perder su posición.

El cuerpo es como un mapa en el que se puede seguir la ruta de esas emociones que están contenidas, que no han sido expresadas. No somos solo un organismo, o solo una mente. Mente y cuerpo están unidos, se complementan, se influyen mutuamente. Por eso, cuando hay dolor físico, siempre se debe reflexionar sobre el componente emocional que puede estar asociado.

Por Edith Sánchez
 
El perdón no es problema mio, pero de quien me molestó. En su vida encontrará las piedras que me tiró y a los que amo. Paso de eso. Solo en el caso que fue yo quien hice algo mal que el perdón es problema mio.
 
Para mí el perdón no tiene que ver en hacerlo a un verdugo, a un agresor , a alguien que te ha hecho mucho daño..
El perdón consiste el olvidar, en pasar página.. En empezar una nueva vida lejos del rencor , en volver a confiar en otro e ilusionante de nuevo por la vida..
El pasado muy duro queda pero no puede condicionar tu futuro..
Tu victoria será tu venganza.
Perdonar a quien te hizo daño?¿
Olvidarlo y dejarlo cada vez as lejos..
A mi cada vez me cuesta más perdonar ciertas cosas.Ni las perdonó ni las olvido..
Pero no me recreo en ellas.
Después de mucho tiempo debajo del agua saqué la cabeza ..y disfrute y disfrutamos del aire fresco..

Yo creo que el perdón está muy relacionado con la religión o mismo con la idea de que hay que perdonar todo, para que se pueda vivir bien y no es así que funciona la vida. Que facil sería hacer una putada y luego con un simple perdón arreglar todo...demasiado fácil para quien vive errando.
Hay que elegir muy bien lo que se quiere y el tipo de persona que se quiere cerca.
Un vaso roto, jamás volverá a tener su función de vaso, y asi pasa en la vida.
 
Herí sin querer a una persona, me he dado tiempo y no consigo perdonarme.
Hola prima. Todos herimos alguna vez a otros, es inevitable. Si no fue adrede, si lo hiciste lo mejor que pudiste, si no volverías a hacerlo así ahora... ten compasión contigo. Si ha pasado mucho tiempo y se te ha enquistado la culpa, en terapia pueden ayudarte a trabajarlo.
 

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