El novio de Paz Padilla, imputado por la jueza Alaya

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El novio de Paz Padilla, imputado por la jueza Alaya

Antonio Juan Vidal, exjefe de servicio de la Junta de Andalucía en Cádiz, llamado a declarar por el caso de los fraudes en los cursos de formación


Madrid. (Redacción).- Antonio Juan Vidal Agarrado, exjefe del servicio de Formación de Cádiz, ha sido imputado en el caso de los fraudes en los cursos de formación que investiga la juez Mercedes Alaya. Así se desprende del sumario del caso en el que se vincula a novio de la presentadora Paz Padilla con esta trama para defraudar dinero destinado a formar a trabajadores en paro. Vidal se enfrenta a una imputación de dos delitos de prevaricación y malversación de caudales.

Tal y como avanza el diario ABC de Sevilla, Vidal Agarrado es funcionario de carrera pero ya no ocupa el cargo de jefe de servicio. Nació en 1968 en Cádiz, localidad de la que también es la conocida presentadora de Sálvame en Telecinco, quien no ha hecho comentarios al respecto.

La vinculación sentimental de Paz Padilla y el ahora imputado por la juez Alaya ha sido uno de los temas más jugosos de las revistas del corazón. Incluso la propia presentadora ha reconocido recientemente sentirse "ilusionada" con Antonio Vidal, que habría sido un antiguo amor de su juventud, con el que rompió hace aproximadamente veinte años y con el que retomó su relación en 2012.

De hecho las últimas fotos de la pareja juntos en la playa son de hace solo algunas semanas. El imputado, que compareció ante la Guardia Civil el pasado 29 de abril, se negó a declarar en esta ocasión. Está citado ante Alaya en el sumario de los cursos de formación para el próximo día 10 de junio.

http://www.lavanguardia.com/television/index.HTML

Aquí no se salva ni el apuntador!!!!
 
no, esto no
ni las historias el marido ana sosa
ni la condena de er páncreas
ni el dinero que la reclamaba hacienda a la potorra...
ni la condena a pagar por la mamacau...por bocazas
etc etc

la fosa séptica de MIERDASÉ
 
Paz Padilla y la zorra que se tendió en la calle y se hizo la muerta
No ha tenido reparos a la hora de criticar los excesos de alguna que otra folclórica. Sin embargo, ahora es su propio novio el que está acusado de haber metido la mano en la caja
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Ilustración realizada por Paco Sordo para 'Vanitatis'
AUTOR
NACHO GAY
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nachogay
FECHA06.06.2015 – 05:00 H.
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Hoy voy a hablar bien de alguien. No, es broma.

En realidad, hoy no voy a hablar mal de nadie, que ya es mucho. ¿Y por qué? ¿Porque el jueves fue el Corpus Christi? No. Porque esta semana la vida me ha dado una lección y yo soy aliado fiel de las moralejas. Quien tiene la mala suerte de conocerme o, peor, quien me lleva leyendo desde hace nueve años en El Confidencial y Vanitatis sabe que soy un apasionado de los cuentos deDon Juan Manuel y que, dadas mis escasas referencias culturales, los aplico permanentemente a la vida diaria, como las viejas los refranes o las madres las 'amenazas improbables'. Ya saben: “Un día cojo la puerta y no me volvéis a ver el pelo”. Esas.

Fue precisamente mi madre quien me empujó a la marginalidad y al cliché cuando a los once años, mientras los futuros triunfadores de mi generación leían El señor de los anillos, me regaló el Libro de los ejemplos del conde Lucanor y de Patronio, con el que me obsesioné hasta tal punto que llamaba “su merced” a las niñas de mi edad en el recreo. Quizá por eso nunca me fue demasiado bien con las niñas. Don Juan Manuel, para qué negarlo, era un machista consagrado.


Pantoja regresa a prisión acompañada de su hermano (Gtres)

La cosa es que, desde entonces, todas los días de mi vida giran en torno a uno o varios de los 51 cuentos que componen la obra. Se me plantea un problema cardinal, busco la historieta que se adecúa más a mis necesidades y hago mías las enseñanzas de Patronio. Que la gente habla mal de mí en los comentarios de mis textos, pues le doy un repaso al cuento XXIX, Lo que sucedió a una zorra que se tendió en la calle y se hizo la muerta. Si por el contrario me alaban mucho en dichos comentarios, me leo Lo que sucedió a una zorra con un cuervo que tenía un pedazo de queso en el pico (V). Y así voy tirando.

Lo hacía al menos hasta este viernes, cuando entré en crisis al comprobar que, por primera vez en mi vida, el Libro de los ejemplos no podía ayudarme. Les comento. Yo encendí la tele a las 11 de la mañana. Una cárcel, otra cárcel; mucha cárcel, la verdad. ¿Prison Break a estas horas? De repente asoma la cabeza Ana Rosa Quintana y pide la “última hora” desde Zuera. “Ortega Cano está a puntito de salir por esta puerta”, se oye. “¿Y qué pasa en Alcalá de Guadaíra?”, rompe el ritmo la voz en off. “Aquí se espera el ingreso inmediato de Isabel Pantoja, que todavía está en Cantora”, grita una alcachofera. “Fulanito de tal está precisamente en Cantora, hasta allí nos dirigimos”.

¿Y en Las Gaunas? ¿Qué pasa en Las Gaunas? coxx, minuto y resultado carcelario.

Les resumo. En el sur, una folclórica que hasta hace poco vivía encima de la televisión de los Alcántara (y los Alcántara, como Hacienda, somos todos) vuelve llorando a la cárcel, mientras 50 de sus incondicionales fletan un autobús para ir juntas a aplaudir el arte. Y el arte es libre, claro. Mientras, en el norte, un torero recién excarcelado da un discurso a las puertas del presidio que ni Mel Gibson al final de Braveheart. Justo en el clímax, cuando sus soldados están a punto de salir corriendo hacia la muerte, y como le sobra moral en 'tercer grado', se atreve a darle desde la escalinata del presidio un par de consejos al líder de la oposición española para pactar correctamente tras las elecciones. La esposa, antes frutera, ahora 'señora de', una mujer que por tanto antes 'pera' y ahora prospera, le mira de reojo orgullosa mientras inequívocamente piensa: “Ole, mi Ortega”. Y sí, 30 o 40 periodistas inmortalizan tan histórico momento.

España mirándose al espejo.


Ortega Cano junto a su pareja, Ana María Aldón (Gtres)

Presto, cojo el portátil. Hoy me voy a poner las botas en la Carta de Ajuste, pienso. Voy a destrozar a toda esta gentuza. Pero una duda me asalta justo antes de ponerme a escribir: ¿Y si lo que diga hoy de los demás puede ser utilizado mañana en mi contra? Putada. Un dilema moral. Y yo sin desayunar.

Hago lo de siempre: abro el Libro de los ejemplos y busco la moraleja que me resolverá la vida. Esta vez, sin embargo, algo terrible va a ocurrir: llego al cuento 51 y aún no he encontrado la respuesta. Hiperventilo. ¿Qué hago yo ahora? ¿Cómo obro? ¿Cómo sabré qué es lo correcto?

Solo se me ocurre una cosa: llamar a mi madre, que en ese momento está, como no podía ser de otro modo, haciendo la maleta para irse y no volver. Cuando termina de contarme su drama, le cuento yo el mío, que es el que realmente importa. Y ella, supongo que aceptando su indudable grado de culpabilidad en mi enorme grado de dependencia moral, decide hacer las veces de Patronio.

-Hijo mío -dijo mi madre-, lo que me habéis contado, y sobre lo cual me pedís consejo, se parece mucho a lo que ocurrió a una mujer que domaba fieras en un circo que yo conozco.

Yo le pedí que me lo contase.

- Hijo -dijo mi madre-, había una mujer que hacía las veces de domadora de fieras en un circo vespertino. Una mujer lozana y dispuesta que, por oficio, debía calmar las ansias de los animales salvajes a su cargo, ávidos siempre de muslámenes que deshuesar. Si se despistaba un poco en su tarea, eran tan fieros los bicharracos a su cuidado que trituraban sin piedad a cualquier folclórica, a cualquier zorra tendida en la calle que se hace la muerta.

- “Esto es lo que pasa por meter la mano en la caja de los andaluces”.

- “Que se joda”.

- “Eres la vergüenza de España”.

- “¡Me lo llevo! ¡Me lo llevo!”.

- Un día -continuó mi madre-, la domadora se dejó llevar por la pasión y se lanzó a devorar a la presa junto al resto de sus fieras. “¡Me lo llevo! ¡Me lo llevo!”, gritaba con sorna, mientras imitaba el gruñido del cerdo. Pasaron los días, los meses, y, de repente, el mancebo que entretenía por las noches a la domadora también fue acusado de meter la mano en la caja de los andaluces,amenazado con la trena por la juez Mercedes Alaya, vergüenza de España, me lo llevo, me lo llevo…

Se convirtió el domador consorte en presa de hienas. Paradoja. Pero estas, sin embargo, ese día no ladraron. Ni al siguiente. Ni al siguiente del siguiente. No es que no tuvieran hambre, es que esa presa era presa amiga. Así que ocultaron el hedor de aquel cadáver y a otra carroña, mariposa.

- ¿Pero qué mierda de historia es esta?, mamá -dije yo al instante-. Todos los cuentos de Patronio acaban con una moraleja en la que ganan siempre los buenos.

- Hijo -dijo mi madre-, ¿tú tienes algún familiar o amigo corrupto?

- No lo sé, mamá.

- ¿Puede que así sea?

- Supongo que sí, mamá.

- Hijo, ¿tú trabajas en Sálvame o eres amigo de las fieras?

- No, mamá.

- Pues mejor no hables mal de nadie -sentenció ella-.

Y por eso hoy no voy a hablar mal de nadie. Tampoco de Paz Padilla.

 
y detenido...
a ver si nos lo cuentan de una vez desde la fosa séptica del sin vergüenza berlusconi. a ver..
Antonio Juan Vidal Agarrado, novio de Paz Padilla, es detenido tras su imputación en la "operación Edu"
El novio de la presentadora, tras su acusación de dos delitos de prevaricación y malversación de caudales, ha sido detenido junto a 12 exdirigentes de la Junta de Andalucía.
 
El novio de Paz Padilla acude a declarar a los juzgados de Sevilla

http://www.vanitatis.elconfidencial...-declarar-a-los-juzgados-de-sevilla_877842/#0

Antonio Juan Vidal Agarrado
, actual pareja sentimental de la presentadora Paz Padilla, ha acudido este miércoles a los juzgados de Sevilla para declarar ante la juez Mercedes Alaya sobre su implicación en la denominada 'operación Edu'.

Al que fuera jefe de servicio de Formación de Cádiz se le imputan dos delitos de prevaricación y malversación de caudales "por las graves deficiencias en el seguimiento de los cursos y en la justificación de las subvenciones, estando bajo su competencia tanto el departamento de planificación como el de seguimiento y el de gestión económica". La popular juez considera que los acusados "omitieron iniciar y continuar los correspondientes expedientes de reintegro, no recuperando así los caudales públicos comprometidos", y que confeccionaron las resoluciones de exoneración que permitieron que "multitud de empresas, sin justa causa, continuaran recibiendo el pago de subvenciones a pesar de tener múltiples subvenciones anteriores pendientes de justificar".
 
Paz Padilla y la zorra que se tendió en la calle y se hizo la muerta
No ha tenido reparos a la hora de criticar los excesos de alguna que otra folclórica. Sin embargo, ahora es su propio novio el que está acusado de haber metido la mano en la caja
1dbd8d2bcb7f6804310ce24db681b98a.jpg

Ilustración realizada por Paco Sordo para 'Vanitatis'
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NACHO GAY
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FECHA06.06.2015 – 05:00 H.
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Hoy voy a hablar bien de alguien. No, es broma.

En realidad, hoy no voy a hablar mal de nadie, que ya es mucho. ¿Y por qué? ¿Porque el jueves fue el Corpus Christi? No. Porque esta semana la vida me ha dado una lección y yo soy aliado fiel de las moralejas. Quien tiene la mala suerte de conocerme o, peor, quien me lleva leyendo desde hace nueve años en El Confidencial y Vanitatis sabe que soy un apasionado de los cuentos deDon Juan Manuel y que, dadas mis escasas referencias culturales, los aplico permanentemente a la vida diaria, como las viejas los refranes o las madres las 'amenazas improbables'. Ya saben: “Un día cojo la puerta y no me volvéis a ver el pelo”. Esas.

Fue precisamente mi madre quien me empujó a la marginalidad y al cliché cuando a los once años, mientras los futuros triunfadores de mi generación leían El señor de los anillos, me regaló el Libro de los ejemplos del conde Lucanor y de Patronio, con el que me obsesioné hasta tal punto que llamaba “su merced” a las niñas de mi edad en el recreo. Quizá por eso nunca me fue demasiado bien con las niñas. Don Juan Manuel, para qué negarlo, era un machista consagrado.


Pantoja regresa a prisión acompañada de su hermano (Gtres)

La cosa es que, desde entonces, todas los días de mi vida giran en torno a uno o varios de los 51 cuentos que componen la obra. Se me plantea un problema cardinal, busco la historieta que se adecúa más a mis necesidades y hago mías las enseñanzas de Patronio. Que la gente habla mal de mí en los comentarios de mis textos, pues le doy un repaso al cuento XXIX, Lo que sucedió a una zorra que se tendió en la calle y se hizo la muerta. Si por el contrario me alaban mucho en dichos comentarios, me leo Lo que sucedió a una zorra con un cuervo que tenía un pedazo de queso en el pico (V). Y así voy tirando.

Lo hacía al menos hasta este viernes, cuando entré en crisis al comprobar que, por primera vez en mi vida, el Libro de los ejemplos no podía ayudarme. Les comento. Yo encendí la tele a las 11 de la mañana. Una cárcel, otra cárcel; mucha cárcel, la verdad. ¿Prison Break a estas horas? De repente asoma la cabeza Ana Rosa Quintana y pide la “última hora” desde Zuera. “Ortega Cano está a puntito de salir por esta puerta”, se oye. “¿Y qué pasa en Alcalá de Guadaíra?”, rompe el ritmo la voz en off. “Aquí se espera el ingreso inmediato de Isabel Pantoja, que todavía está en Cantora”, grita una alcachofera. “Fulanito de tal está precisamente en Cantora, hasta allí nos dirigimos”.

¿Y en Las Gaunas? ¿Qué pasa en Las Gaunas? coxx, minuto y resultado carcelario.

Les resumo. En el sur, una folclórica que hasta hace poco vivía encima de la televisión de los Alcántara (y los Alcántara, como Hacienda, somos todos) vuelve llorando a la cárcel, mientras 50 de sus incondicionales fletan un autobús para ir juntas a aplaudir el arte. Y el arte es libre, claro. Mientras, en el norte, un torero recién excarcelado da un discurso a las puertas del presidio que ni Mel Gibson al final de Braveheart. Justo en el clímax, cuando sus soldados están a punto de salir corriendo hacia la muerte, y como le sobra moral en 'tercer grado', se atreve a darle desde la escalinata del presidio un par de consejos al líder de la oposición española para pactar correctamente tras las elecciones. La esposa, antes frutera, ahora 'señora de', una mujer que por tanto antes 'pera' y ahora prospera, le mira de reojo orgullosa mientras inequívocamente piensa: “Ole, mi Ortega”. Y sí, 30 o 40 periodistas inmortalizan tan histórico momento.

España mirándose al espejo.


Ortega Cano junto a su pareja, Ana María Aldón (Gtres)

Presto, cojo el portátil. Hoy me voy a poner las botas en la Carta de Ajuste, pienso. Voy a destrozar a toda esta gentuza. Pero una duda me asalta justo antes de ponerme a escribir: ¿Y si lo que diga hoy de los demás puede ser utilizado mañana en mi contra? Putada. Un dilema moral. Y yo sin desayunar.

Hago lo de siempre: abro el Libro de los ejemplos y busco la moraleja que me resolverá la vida. Esta vez, sin embargo, algo terrible va a ocurrir: llego al cuento 51 y aún no he encontrado la respuesta. Hiperventilo. ¿Qué hago yo ahora? ¿Cómo obro? ¿Cómo sabré qué es lo correcto?

Solo se me ocurre una cosa: llamar a mi madre, que en ese momento está, como no podía ser de otro modo, haciendo la maleta para irse y no volver. Cuando termina de contarme su drama, le cuento yo el mío, que es el que realmente importa. Y ella, supongo que aceptando su indudable grado de culpabilidad en mi enorme grado de dependencia moral, decide hacer las veces de Patronio.

-Hijo mío -dijo mi madre-, lo que me habéis contado, y sobre lo cual me pedís consejo, se parece mucho a lo que ocurrió a una mujer que domaba fieras en un circo que yo conozco.

Yo le pedí que me lo contase.

- Hijo -dijo mi madre-, había una mujer que hacía las veces de domadora de fieras en un circo vespertino. Una mujer lozana y dispuesta que, por oficio, debía calmar las ansias de los animales salvajes a su cargo, ávidos siempre de muslámenes que deshuesar. Si se despistaba un poco en su tarea, eran tan fieros los bicharracos a su cuidado que trituraban sin piedad a cualquier folclórica, a cualquier zorra tendida en la calle que se hace la muerta.

- “Esto es lo que pasa por meter la mano en la caja de los andaluces”.

- “Que se joda”.

- “Eres la vergüenza de España”.

- “¡Me lo llevo! ¡Me lo llevo!”.

- Un día -continuó mi madre-, la domadora se dejó llevar por la pasión y se lanzó a devorar a la presa junto al resto de sus fieras. “¡Me lo llevo! ¡Me lo llevo!”, gritaba con sorna, mientras imitaba el gruñido del cerdo. Pasaron los días, los meses, y, de repente, el mancebo que entretenía por las noches a la domadora también fue acusado de meter la mano en la caja de los andaluces,amenazado con la trena por la juez Mercedes Alaya, vergüenza de España, me lo llevo, me lo llevo…

Se convirtió el domador consorte en presa de hienas. Paradoja. Pero estas, sin embargo, ese día no ladraron. Ni al siguiente. Ni al siguiente del siguiente. No es que no tuvieran hambre, es que esa presa era presa amiga. Así que ocultaron el hedor de aquel cadáver y a otra carroña, mariposa.

- ¿Pero qué mierda de historia es esta?, mamá -dije yo al instante-. Todos los cuentos de Patronio acaban con una moraleja en la que ganan siempre los buenos.

- Hijo -dijo mi madre-, ¿tú tienes algún familiar o amigo corrupto?

- No lo sé, mamá.

- ¿Puede que así sea?

- Supongo que sí, mamá.

- Hijo, ¿tú trabajas en Sálvame o eres amigo de las fieras?

- No, mamá.

- Pues mejor no hables mal de nadie -sentenció ella-.

Y por eso hoy no voy a hablar mal de nadie. Tampoco de Paz Padilla.



@Tasmania muchas gracias x compartirlo. Soy muy fan de los versículos del Sr. Gay y este se me había pasado.
 
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