El niño emperador se impone en verano

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La Vanguardia
El niño emperador se impone en verano
Las consecuencias de la crianza permisiva resultan más visibles en periodos como las vacaciones
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Las playas y piscinas en verano se convierten en espacios de convivencia entre familias diversas (Harold Feinstein Photography Trust / Getty)
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CARINA FARRERAS, ANA PEÑALVER
29/08/2018 06:50
Nada como el verano en que las familias y amigos conviven más tiempo y con mayor cercanía para conocerse mejor. Y sufrir –o no– de los niños ajenos. Según los expertos, la crianza se está relajando. Aunque todo depende de la interpretación del observador y de la actitud del niño. Hay adultos de piel fina, sin hijos, acostumbrados al silencio de su casa donde los cojines del sofá nunca se mueven de su sitio que no soportan la presencia de individuos de menos de un metro. Y hay también pequeños que saben ganarse a sus padres y salirse con la suya a costa de la buena convivencia de los demás. Y nadie les impide saltar en el sofá del hotel con arena de playa pegada a los pies mientras toman un helado. De hecho, existen hoteles que no permiten la entrada a menores o restaurantes que premian a los padres si sus hijos no importunan al resto de comensales.

En el colegio, en campamentos y colonias los críos suelen comportarse de forma distinta que en su casa. No cuestionan, por ejemplo, al responsable en mando. Susagna Escardibul, del área educativa de Fundesplai, ofrece una explicación. “Hemos pasado de los años sesenta y setenta en que los niños no tenían opinión sobre los planes familiares a un aumento de la participación de los pequeños en las decisiones, incluso de forma excesiva. ¿Es importante que participen? Sí, en los campamentos eso es lo que se fomenta, que no miren sólo su ombligo sino que piensen en los demás y en el bien común”.

La periodista Eva Millet, autora de Hiperniños, reflexiona sobre cómo afecta la falta de autoridad de algunos adultos sobre sus hijos a la convivencia social. Y apunta que del mismo modo que algunos padres no corrigen actitudes de sus hijos ni permiten que otros adultos lo hagan, no es justo que esos mismos padres no se hagan cargo de las consecuencias de las acciones de sus retoños en la convivencia. “En mi opinión, si el niño corta flores, vacía la papelera o ensucia el pavimento que es un bien de todos, hay que dirigirse a él y decírselo aunque sus padres estén presentes. Porque las flores que cortan o las papeleras que vacían sobre el suelo son de todos”.

Como educar no es tan fácil, como saben todos los padres, muchos lectores sonreirán al leer alguna de las anécdotas que verán a continuación, escogidas por su desmesura o humor. Las explican diferentes profesionales que atienden a niños como esta joven profesora de Educación Infantil de Nou Barris. “Yo no tengo hijos –apunta–, y aunque veo extraño que los padres se comporten con tanta permisividad, no me atrevo a juzgarlos”, admite. “Si tantas familias actúan de forma complaciente con sus hijos hasta límites que a mí me parecen sorprendentes, incluso ridículos, algo debe pasar cuando te conviertes en padre...”.

De viaje
•En un vuelo transatlántico, dos parejas con niños de unos 8 y 10 años. Una familia viaja en business y la otra, en turista. Los críos corretean de un lado a otro del avión, pasando la cortina que separa ambas clases y molestando a los pasajeros que ocupan sus asientos y a la tripulación que atiende a los clientes con el carrito de la comida. Tras varias advertencias, la azafata se acerca a los cuidadores para señalarles que las luces están apagadas y que la mayoría de pasajeros se dispone a descansar. Así, ruegan que los niños se queden en sus asientos.

–Yo pago business para que mis hijos puedan ir adonde quieran.

•Un autobús urbano recoge a la madre y a su hijo de unos 6 años de la playa a la hora de comer. Se sientan junto a una mujer que lleva una barra de pan. Ve cómo el niño trata de coger un pellizco, a tiempo para apartar la comida de su mano. El crío llora, patalea, grita. La madre trata de contenerlo hasta que decide bajar del autobús. Antes de abandonarlo, se gira y le dice a la señora. “Es usted una egoísta. ¿No ve que estaba hambriento? ¿Qué le costaba darle un corrusco? ¡Si sólo es pan!”.

[paste:font size="5"]En las colonias
[/paste:font]
• El autocar a rebosar de escolares regresa a Barcelona del sur de Francia. A los 50 kilómetros de trayecto el conductor avisa a la maestra encargada de las colonias que ha observado que un automóvil les sigue desde la partida. El automóvil continúa detrás 50 kilómetros después. La maestra, inquieta por esa presencia continua, decide llamar a la policía, pero cuando coge el teléfono una niña de 11 años se levanta.

–Es mi papá.

–¿Por qué nos seguiría tu papá?, le pregunta la profesora.

–Ya nos siguió a la ida. Sobre todo quiere asegurarse que no me pasa nada porque yo soy la persona más importante de su vida.

• La madre aparece con moretones y mordiscos en los brazos.

–Mire, mire –le dice al monitor de colonias ante la mirada angelical de su retoño de 3 años–. Tiene un carácter... Si no haces lo que quiere, te hinca el diente.

• Los maestros de infantil (de 3 a 6 años) suelen recibir a algunos de sus alumnos todavía en pijama y zapatillas de manos de unos progenitores que han claudicado. Eso sucede también en los campamentos. Un monitor recibió junto al niño en pijama una cajita.

–Por si le puedes cortar las uñas. Como a vosotros os hace caso...

• Se presentan el día de la salida a unas colonias. La niña, de 11 años, con un orinal. Cuando el monitor pide explicaciones la madre se limita a decir:

–Mi hija sólo toca el baño de mi casa.

Piscinas y playas


• Una madre con cinco chavales a un socorrista en la piscina.

–¿Le importa vigilar a los niños que voy a comer una paella rapidita?

• Hace unas semanas, en la playa de Sant Pol de Mar, los socorristas explicaron a las familias que ondeaba las bandera amarilla por presencia de una colonia numerosas de medusas.

–Pues yo me quiero bañar.

–Pero ¿no has oído que son peligrosas?

El niño se baña pese a la advertencia de los padres.

–¡Mamá!, ¡mamá!

El pequeño fue trasladado de inmediato al hospital de Sant Jaume de Calella. Era alérgico a esa especie de medusa.

• Una familia con un niño de 8 años llega a la playa con sus padres y se sitúa bajo una de las torres de socorristas. Antes de quitarse la camiseta empieza a saltar sobre el material anfibio especial para personas discapacitadas. Y el guardavidas le llama la atención. Como no le hace caso, baja y se queja a la madre.

–Mire, su niño no puede estar saltando porque estropea el material y porque puede hacerse daño.

La madre le llama la atención y el niño se va a la orilla... a tirar bolas de arena a la moto de agua de otro socorrista que, sorprendido, pregunta a voz en grito. ¿De quién es este niño?

El primer socorrista señala a la mujer que al parecer no había oído la pregunta ya que su atención estaba en la pantalla de su móvil:

–Ay, no me había dado cuenta pero sólo está jugando...

[paste:font size="5"]En el pediatra
[/paste:font]
Se sienta la familia frente al doctor.

–Ustedes dirán.

–No, nosotros no tenemos nada que consultar. Es el niño que ha querido venir –responden los padres ante la perplejidad del pediatra.

–¿Por qué querías verme? –se dirige al pequeño de 5 años.

–Para saber si estoy bien y así me marcho tranquilo de vacaciones.

• Unos padres van a la consulta con su hijo de 9 años que se queja de dolor de barriga.

–¿Qué ha comido? –pregunta el médico.

–Huevos fritos con patatas.

–¿Y qué cenó?

–Huevos fritos con patatas.

–¿También?

–Desde hace un tiempo no quiere más que eso.

–Esta dieta es muy perjudicial para su salud.

–Ya se lo decimos, ya, pero ni caso. Dígaselo usted, que le hará más caso. ¿Lo oyes? No puedes comer cada día lo mismo, lo dice el doctor
 
Siempre ha habido y habrá padres que pasan olímpicamente de los hijos y solo los han tenido por imperativo o presión social. Los niños son hipersensibles a esa indiferencia y hostilidad que los padres sienten hacia ellos y reaccionan con rabia o desórdenes de comportamiento.
 
a mi lo que ya me repatea los higadillos son los que encima rien las gracias a sus pequeños emperadores
Así salen luego de adultos que no han quien los tosa.
que no me vengan con el cuento de que se nota que no tienes hijos porque sí que tengo, uno. Y cada vez que piensa que se puede poner a llorar por cualquier gilipollez en un sitio lleno de gente, más que nada para salirse con la suya porque quiere trotar libre por el restaurante o porque le ha visto una tablet al niño de al lado y quiere una (ni que decir tiene que nunca llevo tablet a un restaurante, me lo curro para que coma sin distracciones), le lanzo una mirada que sabe perfectamente cómo tiene que comportarse. Y no, no soy super madre, más quisiera. Pero me acuerdo de cómo era mi padre, que te echaba una mirada que tenías ganas de que la tierra se abriera bajo mis pies.
El otro día una amiga me dijo "yo claudico, le dejo que juege con el movil porque si no, no como yo". Pues así saldrá en todo, le dije. "Es que el tuyo te ha salido muy bueno", y yo, "bueno??? lo que pasa es que al primer berrinche que se pilla fuera de casa sabe que no sale más". Señores, sí se puede tener niños bien educados. Porque no soy solo yo, mi marido no le pasa ni una tontería. Otra cosa es si llora por un motivo justificado fuera de casa, dentro que llore lo que quiera, pero fuera, demasiados años me he pasado yo sufriendo a niños en restaurantes, centros comerciales y demás sitios como para dejar hacer lo mismo a mi hijo.
Y no soy yo sola. El otro día, viniendo en ave nos pasó que a la ida nos tocó dos niños de estos toca pelotas y la madre pasando olimpicamente, (no había padre) y encima riéndole las gracias. Y a la vuelta, dos niñas gemelas de unos 8 años que iban LEYENDO que ni se las oia. De verdad, se puede educar a los niños para que no molesten. De verdad lo digo. Yo he sido niña y bien mala, y jamás mi padre tuvo que reprendernos por ponernos a correr entre las mesas de un restarante.. y ohhh, no por eso he querido menos a mi padre. Es más, le he tenido un respeto de flipar. Y mi madre, que no se cómo lo hizo y sigue haciendo, no nos ha dado ni una voz en su vida (la gente que conoce a mi madre suele decir que es de las mejores personas que conoce.. es un pedazo de pan blando) ni nos ha pegado, pero oooh, se lo ha currado para hacernos razonar y la respetemos y la queramos sin gritos ni tortas. Que yo sí que me cabreo con mi hijo y algún grito lo pego. Le pregunto a mi madre cómo lo hace y me sonrie maliciosa como diciendo.. a ti te lo voy a contar. Pues eso.
 
Creo son personas que quieren tenerlo todo: los niños (por motivos egoístas; como seguro y/o para no ser menos que la familia o conocidos)...y hacer vida de solteros y a sus críos que se los 'coman' los demás: los abuelos, profesores o quienes estén al lado en el bus o restaurante etc.
 
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Las consecuencias de la crianza permisiva resultan más visibles en periodos como las vacaciones
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Las playas y piscinas en verano se convierten en espacios de convivencia entre familias diversas (Harold Feinstein Photography Trust / Getty)
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CARINA FARRERAS, ANA PEÑALVER
29/08/2018 06:50
Nada como el verano en que las familias y amigos conviven más tiempo y con mayor cercanía para conocerse mejor. Y sufrir –o no– de los niños ajenos. Según los expertos, la crianza se está relajando. Aunque todo depende de la interpretación del observador y de la actitud del niño. Hay adultos de piel fina, sin hijos, acostumbrados al silencio de su casa donde los cojines del sofá nunca se mueven de su sitio que no soportan la presencia de individuos de menos de un metro. Y hay también pequeños que saben ganarse a sus padres y salirse con la suya a costa de la buena convivencia de los demás. Y nadie les impide saltar en el sofá del hotel con arena de playa pegada a los pies mientras toman un helado. De hecho, existen hoteles que no permiten la entrada a menores o restaurantes que premian a los padres si sus hijos no importunan al resto de comensales.

En el colegio, en campamentos y colonias los críos suelen comportarse de forma distinta que en su casa. No cuestionan, por ejemplo, al responsable en mando. Susagna Escardibul, del área educativa de Fundesplai, ofrece una explicación. “Hemos pasado de los años sesenta y setenta en que los niños no tenían opinión sobre los planes familiares a un aumento de la participación de los pequeños en las decisiones, incluso de forma excesiva. ¿Es importante que participen? Sí, en los campamentos eso es lo que se fomenta, que no miren sólo su ombligo sino que piensen en los demás y en el bien común”.

La periodista Eva Millet, autora de Hiperniños, reflexiona sobre cómo afecta la falta de autoridad de algunos adultos sobre sus hijos a la convivencia social. Y apunta que del mismo modo que algunos padres no corrigen actitudes de sus hijos ni permiten que otros adultos lo hagan, no es justo que esos mismos padres no se hagan cargo de las consecuencias de las acciones de sus retoños en la convivencia. “En mi opinión, si el niño corta flores, vacía la papelera o ensucia el pavimento que es un bien de todos, hay que dirigirse a él y decírselo aunque sus padres estén presentes. Porque las flores que cortan o las papeleras que vacían sobre el suelo son de todos”.

Como educar no es tan fácil, como saben todos los padres, muchos lectores sonreirán al leer alguna de las anécdotas que verán a continuación, escogidas por su desmesura o humor. Las explican diferentes profesionales que atienden a niños como esta joven profesora de Educación Infantil de Nou Barris. “Yo no tengo hijos –apunta–, y aunque veo extraño que los padres se comporten con tanta permisividad, no me atrevo a juzgarlos”, admite. “Si tantas familias actúan de forma complaciente con sus hijos hasta límites que a mí me parecen sorprendentes, incluso ridículos, algo debe pasar cuando te conviertes en padre...”.

De viaje
•En un vuelo transatlántico, dos parejas con niños de unos 8 y 10 años. Una familia viaja en business y la otra, en turista. Los críos corretean de un lado a otro del avión, pasando la cortina que separa ambas clases y molestando a los pasajeros que ocupan sus asientos y a la tripulación que atiende a los clientes con el carrito de la comida. Tras varias advertencias, la azafata se acerca a los cuidadores para señalarles que las luces están apagadas y que la mayoría de pasajeros se dispone a descansar. Así, ruegan que los niños se queden en sus asientos.

–Yo pago business para que mis hijos puedan ir adonde quieran.

•Un autobús urbano recoge a la madre y a su hijo de unos 6 años de la playa a la hora de comer. Se sientan junto a una mujer que lleva una barra de pan. Ve cómo el niño trata de coger un pellizco, a tiempo para apartar la comida de su mano. El crío llora, patalea, grita. La madre trata de contenerlo hasta que decide bajar del autobús. Antes de abandonarlo, se gira y le dice a la señora. “Es usted una egoísta. ¿No ve que estaba hambriento? ¿Qué le costaba darle un corrusco? ¡Si sólo es pan!”.

[paste:font size="5"]En las colonias
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• El autocar a rebosar de escolares regresa a Barcelona del sur de Francia. A los 50 kilómetros de trayecto el conductor avisa a la maestra encargada de las colonias que ha observado que un automóvil les sigue desde la partida. El automóvil continúa detrás 50 kilómetros después. La maestra, inquieta por esa presencia continua, decide llamar a la policía, pero cuando coge el teléfono una niña de 11 años se levanta.

–Es mi papá.

–¿Por qué nos seguiría tu papá?, le pregunta la profesora.

–Ya nos siguió a la ida. Sobre todo quiere asegurarse que no me pasa nada porque yo soy la persona más importante de su vida.

• La madre aparece con moretones y mordiscos en los brazos.

–Mire, mire –le dice al monitor de colonias ante la mirada angelical de su retoño de 3 años–. Tiene un carácter... Si no haces lo que quiere, te hinca el diente.

• Los maestros de infantil (de 3 a 6 años) suelen recibir a algunos de sus alumnos todavía en pijama y zapatillas de manos de unos progenitores que han claudicado. Eso sucede también en los campamentos. Un monitor recibió junto al niño en pijama una cajita.

–Por si le puedes cortar las uñas. Como a vosotros os hace caso...

• Se presentan el día de la salida a unas colonias. La niña, de 11 años, con un orinal. Cuando el monitor pide explicaciones la madre se limita a decir:

–Mi hija sólo toca el baño de mi casa.

Piscinas y playas


• Una madre con cinco chavales a un socorrista en la piscina.

–¿Le importa vigilar a los niños que voy a comer una paella rapidita?

• Hace unas semanas, en la playa de Sant Pol de Mar, los socorristas explicaron a las familias que ondeaba las bandera amarilla por presencia de una colonia numerosas de medusas.

–Pues yo me quiero bañar.

–Pero ¿no has oído que son peligrosas?

El niño se baña pese a la advertencia de los padres.

–¡Mamá!, ¡mamá!

El pequeño fue trasladado de inmediato al hospital de Sant Jaume de Calella. Era alérgico a esa especie de medusa.

• Una familia con un niño de 8 años llega a la playa con sus padres y se sitúa bajo una de las torres de socorristas. Antes de quitarse la camiseta empieza a saltar sobre el material anfibio especial para personas discapacitadas. Y el guardavidas le llama la atención. Como no le hace caso, baja y se queja a la madre.

–Mire, su niño no puede estar saltando porque estropea el material y porque puede hacerse daño.

La madre le llama la atención y el niño se va a la orilla... a tirar bolas de arena a la moto de agua de otro socorrista que, sorprendido, pregunta a voz en grito. ¿De quién es este niño?

El primer socorrista señala a la mujer que al parecer no había oído la pregunta ya que su atención estaba en la pantalla de su móvil:

–Ay, no me había dado cuenta pero sólo está jugando...

[paste:font size="5"]En el pediatra
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Se sienta la familia frente al doctor.

–Ustedes dirán.

–No, nosotros no tenemos nada que consultar. Es el niño que ha querido venir –responden los padres ante la perplejidad del pediatra.

–¿Por qué querías verme? –se dirige al pequeño de 5 años.

–Para saber si estoy bien y así me marcho tranquilo de vacaciones.

• Unos padres van a la consulta con su hijo de 9 años que se queja de dolor de barriga.

–¿Qué ha comido? –pregunta el médico.

–Huevos fritos con patatas.

–¿Y qué cenó?

–Huevos fritos con patatas.

–¿También?

–Desde hace un tiempo no quiere más que eso.

–Esta dieta es muy perjudicial para su salud.

–Ya se lo decimos, ya, pero ni caso. Dígaselo usted, que le hará más caso. ¿Lo oyes? No puedes comer cada día lo mismo, lo dice el doctor
Para darles a los padres una hos-tia.
 
La madre y la hija llegan a la farmacia, la hija entra en la rebotica y empieza a coger cajitas de medicamentos mientras una empleada las va recolocando en su sitio, la madre solo dice "Uy, mira qué entretenida está mi niña, ella sería feliz aquí todo el día con las cajitas". De repente entra una mujer conocida de ellas y la hija empieza a tirar de su bolso con fuerza. La madre le dice a su conocida "Quiere el móvil, si se lo dejas...., es que le encantan los móviles"
La "niña" tiene 22 años y es autista. ¿Qué tiene que hacer su madre? ¿Y qué tienen que hacer el resto de las personas?
 
La madre y la hija llegan a la farmacia, la hija entra en la rebotica y empieza a coger cajitas de medicamentos mientras una empleada las va recolocando en su sitio, la madre solo dice "Uy, mira qué entretenida está mi niña, ella sería feliz aquí todo el día con las cajitas". De repente entra una mujer conocida de ellas y la hija empieza a tirar de su bolso con fuerza. La madre le dice a su conocida "Quiere el móvil, si se lo dejas...., es que le encantan los móviles"
La "niña" tiene 22 años y es autista. ¿Qué tiene que hacer su madre? ¿Y qué tienen que hacer el resto de las personas?

esa ya es otra cuestión no la que apunta este post.
 
La madre y la hija llegan a la farmacia, la hija entra en la rebotica y empieza a coger cajitas de medicamentos mientras una empleada las va recolocando en su sitio, la madre solo dice "Uy, mira qué entretenida está mi niña, ella sería feliz aquí todo el día con las cajitas". De repente entra una mujer conocida de ellas y la hija empieza a tirar de su bolso con fuerza. La madre le dice a su conocida "Quiere el móvil, si se lo dejas...., es que le encantan los móviles"
La "niña" tiene 22 años y es autista. ¿Qué tiene que hacer su madre? ¿Y qué tienen que hacer el resto de las personas?

Sinceramente el ejemplo que pones está fuera de lugar. Supongo que algunas personas considerarán que una persona autista o con síndrome de Down o lo que sea debería estar encerrada en casa para no molestar al resto de la humanidad.
 
Sinceramente el ejemplo que pones está fuera de lugar. Supongo que algunas personas considerarán que una persona autista o con síndrome de Down o lo que sea debería estar encerrada en casa para no molestar al resto de la humanidad.
Encerrada no, pero los padres deben controlar lo que hacen, porque si no lo que puede pasar es que nadie quiera estar con ellos. La madre se queja de que sus amigas o vecinas nunca le llaman para hacer ningún plan, que siempre está ella sola con su hija. Hay personas con deficiencias perfectamente educadas, que incluso trabajan y viven de forma bastante autónoma en pisos tutelados, y se relacionan con los demás y son encantadores, pero los padres tienen que encargarse de que reciban la educación necesaria, no pueden decir "como mi hijo/a es así, que haga lo que quiera y los demás que se aguanten"
 
Creo que el artículo se refiere no a niños con discapacidad que todos nos haríamos cargo si su comportamiento no es el adecuado, sino niños a los que se puede educar perfectamente, pero eso requiere un esfuerzo y sus padres pasan de hacerlo porque pasan olímpicamente de ellos.
 
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