El lado oscuro de 12 grandes iconos de Hollywood
Se mostraron bellos y poderosos en la pantalla, pero fuera escondían vidas amargas
Steve McQueen, sentado en el sofá de su casa de Palm Springs (California) con una pistola en la mano, en mayo de 1963. Foto: Getty
Juan Sanguino
El actor John Cusack definió Hollywood así en The Guardian: “Una casa de putas donde la gente se vuelve loca”. Las vidas de sus estrellas darían para melodramas trágicos, comedias negras y thrillers macabros tan delirantes que ningún guionista se atrevería a escribirlos. Algunos actores llegaron a Hollywood huyendo de infancias truculentas; otros venían de hogares felices, pero la industria, la ambición y el vicio les corrompió. Pero ninguno de ellos tuvo vidas tranquilas o completamente felices, con una excepción: Paul Newman. A estas 12 estrellas del Hollywood dorado les habría venido genial que Newman les diese un par de consejos.
Errol Flynn, en el centro, durante una cena con amigos en un club de Washington en 1939. Foto: Getty
- Errol Flynn: le tapaban todos sus desmanes
Pasó a la historia como... Errol Flynn (Australia, 1909-Canadá, 1959) fue el primer aventurero del cine (El capitán Blood, Robín de los bosques, Murieron con las botas puestas...) y un galán disfrutón que se pasaba las noches en fiestas donde docenas de mujeres le asediaban. Su imagen pública quedó resumida en aquella leyenda urbana de que era capaz de tocar el piano con su pexx: virilidad, descaro y rumores.
Su lado oscuro. Flynn se dio cuenta de que no le hacía falta reflexionar sobre sus actos, porque el estudio se encargaría de ocultarlos: cuando le dio un puñetazo a su mujer, Warner aseguró que habían sufrido un accidente de coche para evitar atropellar a un gatito. Cuando dos adolescentes le acusaron de violación, el abogado de Flynn basó su defensa en tres supuestos: “¿qué esperaban que ocurriese si se tumbaban en una cama con Flynn por ahí rondando?”, “incluso aunque no quisieran, era imposible que no disfrutasen”, y “todo es mentira, se lo están inventando”. El jurado declaró inocente al actor, que siguió siendo la mayor estrella de Hollywood hasta que la adicción a la heroína le consumió y murió a los 50 años.
Cary Grant con su hija Jennifer Grant en brazos en un restaurante en 1967. Foto: Getty
- Cary Grant: traumatizado por el fantasma de su madre
Pasó a la historia como... El único hombre en el que hay que fijarse para parecer elegante, ya sea gastando bromas, ligando con Katharine Hepburn o huyendo de una avioneta. George Clooney se ha forjado una carrera entera imitándolo.
Su lado oscuro. Cary Grant (Ingraterra, 1904-EE UU, 1986) jamás superó el trauma de ser abandonado a los 11 años por su madre, que desapareció sin dar explicaciones. Cuando a los 31 descubrió que seguía viva en un manicomio, donde su marido la internó para formar una nueva familia, se embarcó en más de 100 sesiones con LSD para tratar de gestionar su dolor. Según Grant, este tratamiento le ayudó a comprender que saboteaba sus relaciones para intentar “matar a la madre”, y por eso se casó cinco veces. El último matrimonio le dio una hija, Jennifer, y el actor se retiró del cine a los 62 años para dedicarse a cuidar de ella. Fue la etapa más feliz de su vida.
Ingrid Bergman rodeada de fans que la dan la bienvenida en el aeropuerto de Nueva York. Foto: Getty
- Ingrid Bergman: el Vaticano contra ella
Pasó a la historia como... Una de las actrices más admiradas, respetadas y taquilleras del Hollywood clásico. Cuando protagonizó Las campanas de Santa María, los conventos vieron aumentar el número solicitudes de aspirantes a monja.
Su lado oscuro. El primer marido de Ingrid Bergman (Estocolmo, 1915-Londres, 1982), Petter Lindström, la acusó de ser bebedora, promiscua y obsesionada con su carrera. La huida de Bergman a Italia para iniciar un romance con el director Roberto Rossellini escandalizó al Vaticano, al Senado estadounidense y a la prensa: había abandonado a su hija (a quien vería una sola vez durante los siguientes ocho años), a su país y a su industria por un romance. Cuando regresó arrepentida, tras divorciarse de Rossellini, Hollywood la celebró como a una hija pródiga dándole el segundo de sus tres Oscars, por Anastasia.
Kirk Douglas junto a la actriz Natalie Wood y el actor Robert Wagner en la década de los 50. Foto: Globe-Photo
- Kirk Douglas: el insistente rumor
Pasó a la historia como... El primer actor de carácter en conseguir ser una estrella comercial, el único que apoyó al guionista Dalton Trumbo cuando el senador McCarthy le metió en la lista negra por afinidades comunistas y, a los 102 años, la última leyenda del Hollywood clásico que queda viva, junto a Olivia de Havilland.
Su lado oscuro. Kirk Douglas (Nueva York, 1916) lleva casi cinco décadas arrastrando el rumor de que encerró a una joven Natalie Wood en una habitación de hotel durante un casting, la agredió, la humilló y la violó varias veces. Al llegar a casa, la madre de Wood la regañó por “haber cabreado” al actor y la llevó al hospital discretamente. Los estudios ocultaron el suceso, pero Wood nunca se recuperó emocional ni psicológicamente del ataque perpetrado por “un poderoso actor” que, según diversas crónicas como la publicada en Gawker, “todo el mundo sabe que se trata de Kirk Douglas”.
Doris Day en su coche con su perro en 1955. La actriz, que murió en 2019, pasó sus últimos años recluida en casa con sus animales. Foto: Getty
- Doris Day: huyó con sus perros, lo único que le importaba
Pasó a la historia como... El emblema de lo que una mujer estadounidense de los cincuenta debía ser (decente, encantadora y sumisa) en docenas de ingenuas comedias románticas. Todavía ostenta el récord de ser la estrella más taquillera cuatro años seguidos.
Su lado oscuro. Doris Day (Ohio, 1922-California, 2019) odiaba ser actriz, porque solo quería ser un ama de casa perfecta como las que interpretaba en sus películas. A los 16 años se casó con un trombonista que la maltrataba a diario (ella presumía de sus moratones, asegurando que eran resultado de su pasión sexual) y con quien tuvo un hijo. A los 24, intentó abandonar su carrera para atender a su segundo marido, y a los 27 su tercer marido/mánager la convirtió en un icono del optimismo de la posguerra para a continuación fundirse todo su dinero. Su vida privada (era bebedora y promiscua) jamás se hizo pública, pero la insatisfacción de Day la llevó a pasar sus últimos años recluida con sus perros, en quienes confiaba más que en cualquier persona. Murió en 2019, a los 97 años.
Judy Garland en su camerino durante el rodaje de 'The Judy Garland Special' de la serie de televisión 'Ford Star Jubilee' en Nueva York en 1955. Foto: Getty
- Judy Garland: la estrella que no quería vivir
Pasó a la historia como... Judy Garland (Minnesota, 1922-Londres, 1969) fue el símbolo definitivo de todo lo hermoso y todo lo espeluznante de Hollywood. A los 17 años, protagonizó El mago de Oz, inscribió Over The Rainbow en el imaginario colectivo como la canción que siempre estuvo ahí y acabó rodando Ha nacido una estrella en calidad de vieja gloria. Y tenía solo 32 años.
Su lado oscuro. La Metro-Goldwyn-Meyer le impuso una dieta, desde los 13 años, a base de sopa, lechuga y 80 cigarrillos diarios. Le daban anfetaminas para trabajar y barbitúricos para dormir. Cuando empezó a desarrollarse físicamente, los ejecutivos se referían a ella en su cara como “una cerda con coletas”, “una pequeña jorobada” o “un monstruo que baila”. A los 25 años, intentó suicidarse en un psiquiátrico, sufrió adicción a los somníferos, al alcohol y a la morfina y, tras su segundo intento de su***dio rajándose la garganta, la misma Metro-Goldwyn-Meyer que le había enganchado a todas esas sustancias, la despidió. Murió a los 47 de una sobredosis de pastillas. Y lo hizo actuando en Londres por cien libras la noche, una decadencia que retrata Judy, el regreso al cine de Renée Zellweger que se estrena el 5 de diciembre.
Anthony Perkins con el actor y cantante Tab Hunter, con el que se le relacionó sentimentamente. La imagen es del documental 'Tab Hunter confidential'.
- Anthony Perkins: vivió en un armario y falleció por el sida
Pasó a la posteridad como... Norman Bates, el psicópata en el que se inspirarían muchos de los asesinos de cine que llegaron después. Anthony Perkins (Nueva York, 1932-Los Ángeles, 1992) entró en el motel de Psicosis como un actor de prestigio y un cantante de éxito, pero le marcó tremendamente el personaje: estaba condenado a que cada vez que alguien le mirase a la cara solo viese a Norman Bates. El actor exigía por contrato que durante los rodajes nadie le mencionase Psicosis.
Su lado oscuro. Perkins se parecía más a Norman Bates de lo que le habría gustado. El desmesurado afecto de su madre, según el mismo confesó con “ciertas connotaciones sexuales”, le llevó a sentir celos de su propio padre de niño y a desear su muerte. Ante el fallecimiento de este, cuando Anthony tenía solo cinco años, el niño quedó traumatizado y convencido de que él era el culpable. Alfred Hitchcock (director de Psicosis) sabía perfectamente lo que estaba haciendo cuando le dio el papel de Norman Bates. Perkins se pasó toda la vida dentro del armario y se sometió a terapias de electroshock para curar su homosexualidad, se acostó por primera vez con una mujer a los 39 años y acabó casándose con su mejor amiga del colegio. Tras su muerte por sida en 1992 (con 60 años), sus dos hijos publicaron un comunicado del actor en el que explicaba cómo esa enfermedad, supuestamente un castigo de Dios, le había hecho conocer el amor, la generosidad y la humanidad al final de su vida.
Se mostraron bellos y poderosos en la pantalla, pero fuera escondían vidas amargas
Steve McQueen, sentado en el sofá de su casa de Palm Springs (California) con una pistola en la mano, en mayo de 1963. Foto: Getty
Juan Sanguino
El actor John Cusack definió Hollywood así en The Guardian: “Una casa de putas donde la gente se vuelve loca”. Las vidas de sus estrellas darían para melodramas trágicos, comedias negras y thrillers macabros tan delirantes que ningún guionista se atrevería a escribirlos. Algunos actores llegaron a Hollywood huyendo de infancias truculentas; otros venían de hogares felices, pero la industria, la ambición y el vicio les corrompió. Pero ninguno de ellos tuvo vidas tranquilas o completamente felices, con una excepción: Paul Newman. A estas 12 estrellas del Hollywood dorado les habría venido genial que Newman les diese un par de consejos.
Errol Flynn, en el centro, durante una cena con amigos en un club de Washington en 1939. Foto: Getty
- Errol Flynn: le tapaban todos sus desmanes
Pasó a la historia como... Errol Flynn (Australia, 1909-Canadá, 1959) fue el primer aventurero del cine (El capitán Blood, Robín de los bosques, Murieron con las botas puestas...) y un galán disfrutón que se pasaba las noches en fiestas donde docenas de mujeres le asediaban. Su imagen pública quedó resumida en aquella leyenda urbana de que era capaz de tocar el piano con su pexx: virilidad, descaro y rumores.
Su lado oscuro. Flynn se dio cuenta de que no le hacía falta reflexionar sobre sus actos, porque el estudio se encargaría de ocultarlos: cuando le dio un puñetazo a su mujer, Warner aseguró que habían sufrido un accidente de coche para evitar atropellar a un gatito. Cuando dos adolescentes le acusaron de violación, el abogado de Flynn basó su defensa en tres supuestos: “¿qué esperaban que ocurriese si se tumbaban en una cama con Flynn por ahí rondando?”, “incluso aunque no quisieran, era imposible que no disfrutasen”, y “todo es mentira, se lo están inventando”. El jurado declaró inocente al actor, que siguió siendo la mayor estrella de Hollywood hasta que la adicción a la heroína le consumió y murió a los 50 años.
Cary Grant con su hija Jennifer Grant en brazos en un restaurante en 1967. Foto: Getty
- Cary Grant: traumatizado por el fantasma de su madre
Pasó a la historia como... El único hombre en el que hay que fijarse para parecer elegante, ya sea gastando bromas, ligando con Katharine Hepburn o huyendo de una avioneta. George Clooney se ha forjado una carrera entera imitándolo.
Su lado oscuro. Cary Grant (Ingraterra, 1904-EE UU, 1986) jamás superó el trauma de ser abandonado a los 11 años por su madre, que desapareció sin dar explicaciones. Cuando a los 31 descubrió que seguía viva en un manicomio, donde su marido la internó para formar una nueva familia, se embarcó en más de 100 sesiones con LSD para tratar de gestionar su dolor. Según Grant, este tratamiento le ayudó a comprender que saboteaba sus relaciones para intentar “matar a la madre”, y por eso se casó cinco veces. El último matrimonio le dio una hija, Jennifer, y el actor se retiró del cine a los 62 años para dedicarse a cuidar de ella. Fue la etapa más feliz de su vida.
Ingrid Bergman rodeada de fans que la dan la bienvenida en el aeropuerto de Nueva York. Foto: Getty
- Ingrid Bergman: el Vaticano contra ella
Pasó a la historia como... Una de las actrices más admiradas, respetadas y taquilleras del Hollywood clásico. Cuando protagonizó Las campanas de Santa María, los conventos vieron aumentar el número solicitudes de aspirantes a monja.
Su lado oscuro. El primer marido de Ingrid Bergman (Estocolmo, 1915-Londres, 1982), Petter Lindström, la acusó de ser bebedora, promiscua y obsesionada con su carrera. La huida de Bergman a Italia para iniciar un romance con el director Roberto Rossellini escandalizó al Vaticano, al Senado estadounidense y a la prensa: había abandonado a su hija (a quien vería una sola vez durante los siguientes ocho años), a su país y a su industria por un romance. Cuando regresó arrepentida, tras divorciarse de Rossellini, Hollywood la celebró como a una hija pródiga dándole el segundo de sus tres Oscars, por Anastasia.
Kirk Douglas junto a la actriz Natalie Wood y el actor Robert Wagner en la década de los 50. Foto: Globe-Photo
- Kirk Douglas: el insistente rumor
Pasó a la historia como... El primer actor de carácter en conseguir ser una estrella comercial, el único que apoyó al guionista Dalton Trumbo cuando el senador McCarthy le metió en la lista negra por afinidades comunistas y, a los 102 años, la última leyenda del Hollywood clásico que queda viva, junto a Olivia de Havilland.
Su lado oscuro. Kirk Douglas (Nueva York, 1916) lleva casi cinco décadas arrastrando el rumor de que encerró a una joven Natalie Wood en una habitación de hotel durante un casting, la agredió, la humilló y la violó varias veces. Al llegar a casa, la madre de Wood la regañó por “haber cabreado” al actor y la llevó al hospital discretamente. Los estudios ocultaron el suceso, pero Wood nunca se recuperó emocional ni psicológicamente del ataque perpetrado por “un poderoso actor” que, según diversas crónicas como la publicada en Gawker, “todo el mundo sabe que se trata de Kirk Douglas”.
Doris Day en su coche con su perro en 1955. La actriz, que murió en 2019, pasó sus últimos años recluida en casa con sus animales. Foto: Getty
- Doris Day: huyó con sus perros, lo único que le importaba
Pasó a la historia como... El emblema de lo que una mujer estadounidense de los cincuenta debía ser (decente, encantadora y sumisa) en docenas de ingenuas comedias románticas. Todavía ostenta el récord de ser la estrella más taquillera cuatro años seguidos.
Su lado oscuro. Doris Day (Ohio, 1922-California, 2019) odiaba ser actriz, porque solo quería ser un ama de casa perfecta como las que interpretaba en sus películas. A los 16 años se casó con un trombonista que la maltrataba a diario (ella presumía de sus moratones, asegurando que eran resultado de su pasión sexual) y con quien tuvo un hijo. A los 24, intentó abandonar su carrera para atender a su segundo marido, y a los 27 su tercer marido/mánager la convirtió en un icono del optimismo de la posguerra para a continuación fundirse todo su dinero. Su vida privada (era bebedora y promiscua) jamás se hizo pública, pero la insatisfacción de Day la llevó a pasar sus últimos años recluida con sus perros, en quienes confiaba más que en cualquier persona. Murió en 2019, a los 97 años.
Judy Garland en su camerino durante el rodaje de 'The Judy Garland Special' de la serie de televisión 'Ford Star Jubilee' en Nueva York en 1955. Foto: Getty
- Judy Garland: la estrella que no quería vivir
Pasó a la historia como... Judy Garland (Minnesota, 1922-Londres, 1969) fue el símbolo definitivo de todo lo hermoso y todo lo espeluznante de Hollywood. A los 17 años, protagonizó El mago de Oz, inscribió Over The Rainbow en el imaginario colectivo como la canción que siempre estuvo ahí y acabó rodando Ha nacido una estrella en calidad de vieja gloria. Y tenía solo 32 años.
Su lado oscuro. La Metro-Goldwyn-Meyer le impuso una dieta, desde los 13 años, a base de sopa, lechuga y 80 cigarrillos diarios. Le daban anfetaminas para trabajar y barbitúricos para dormir. Cuando empezó a desarrollarse físicamente, los ejecutivos se referían a ella en su cara como “una cerda con coletas”, “una pequeña jorobada” o “un monstruo que baila”. A los 25 años, intentó suicidarse en un psiquiátrico, sufrió adicción a los somníferos, al alcohol y a la morfina y, tras su segundo intento de su***dio rajándose la garganta, la misma Metro-Goldwyn-Meyer que le había enganchado a todas esas sustancias, la despidió. Murió a los 47 de una sobredosis de pastillas. Y lo hizo actuando en Londres por cien libras la noche, una decadencia que retrata Judy, el regreso al cine de Renée Zellweger que se estrena el 5 de diciembre.
Anthony Perkins con el actor y cantante Tab Hunter, con el que se le relacionó sentimentamente. La imagen es del documental 'Tab Hunter confidential'.
- Anthony Perkins: vivió en un armario y falleció por el sida
Pasó a la posteridad como... Norman Bates, el psicópata en el que se inspirarían muchos de los asesinos de cine que llegaron después. Anthony Perkins (Nueva York, 1932-Los Ángeles, 1992) entró en el motel de Psicosis como un actor de prestigio y un cantante de éxito, pero le marcó tremendamente el personaje: estaba condenado a que cada vez que alguien le mirase a la cara solo viese a Norman Bates. El actor exigía por contrato que durante los rodajes nadie le mencionase Psicosis.
Su lado oscuro. Perkins se parecía más a Norman Bates de lo que le habría gustado. El desmesurado afecto de su madre, según el mismo confesó con “ciertas connotaciones sexuales”, le llevó a sentir celos de su propio padre de niño y a desear su muerte. Ante el fallecimiento de este, cuando Anthony tenía solo cinco años, el niño quedó traumatizado y convencido de que él era el culpable. Alfred Hitchcock (director de Psicosis) sabía perfectamente lo que estaba haciendo cuando le dio el papel de Norman Bates. Perkins se pasó toda la vida dentro del armario y se sometió a terapias de electroshock para curar su homosexualidad, se acostó por primera vez con una mujer a los 39 años y acabó casándose con su mejor amiga del colegio. Tras su muerte por sida en 1992 (con 60 años), sus dos hijos publicaron un comunicado del actor en el que explicaba cómo esa enfermedad, supuestamente un castigo de Dios, le había hecho conocer el amor, la generosidad y la humanidad al final de su vida.