El Holocausto

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Herta Bothe, la ‘Sádica de Sutthof’, una enfermera que apaleaba hasta la muerte
La misión de la guardiana nazi: flagelaciones, palizas y disparos a sangre fría

MÓNICA G. ÁLVAREZ
17/05/2019 06:30
Actualizado a 17/05/2019 07:31


Los rasgos marcados de su cara, su pesada mandíbula y su mirada desafiante caracterizaron a una de las guardianas nazis más aterradoras que ha dado la historia del Tercer Reich. Herta Bothe, ex enfermera reconvertida en Aufseherin en Stutthof, Ravensbrück y Bergen Belsen, fue descrita como una “supervisora despiadada”, ruidosa y arrogante que irrumpía repentinamente en el Judenältester(el campamento judío) emitiendo teatrales y calculados gritos a sus prisioneras cada vez que estas no realizaban correctamente sus tareas. Esto es, lavar los platos o incluso a hacer la cama.

Si tales quehaceres no se hacían con el suficiente cuidado, Bothe abofeteaba duramente y sin miramientos a las “responsables” de aquel desaguisado. Su único objetivo: intimidar, atormentar y humillar a una población recluida entre cuatro paredes.

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Herta Bothe a la espera de juicio (agosto 1945) (ushmm)
Numerosos testigos aseguraron durante el juicio que la Sádica de Stutthof –así denominada entre sus camaradas- maltrataba sin piedad a los reclusos hasta el punto de dispararles a bocajarro.Castigaba impunemente a unos siete u ocho internos mediante la privación de comida. Les retiraba el pan, el agua o cualquier alimento que pudiesen ingerir. Sus visitas no tenían otro propósito que el de causar la consternación, la humillación y, como no, la muerte.

Durante el juicio de Belsen celebrado en septiembre de 1945, Herta Bothe negó todos los cargos que se le imputaban y aunque los testimonios ratificaron que fue la responsable de numerosas muertes violentas, su condena fue menor que la de otras compañeras. Para remate, y como un acto de indulgencia por parte del Gobierno Británico, Herta fue liberada el 22 de diciembre de 1951.

De espíritu ario y nazi

La ciudad alemana de Teterow, en el distrito de Mecklenburg al noroeste del país, vio nacer el 8 de enero de 1921 a Herta Bothe, una de las mujeres más relevantes de los Konzentrazionslager nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

Si bien la mayoría de las guardianas de las SS apenas sabían leer o escribir, Bothe se caracterizó no solo por trabajar desde una edad muy temprana, sino por su especial interés en ayudar al prójimo. Su incansable laboriosidad hizo que en 1938 y a la edad de 17 años compaginase diferentes tareas. Por un lado, la de ayudar a su padre en la pequeña tienda de maderas que tenía en su pueblo natal; y por otro, bregaba temporalmente en fábricas además de ejercer como enfermera en un hospital industrial. Su conducta para con los demás era prácticamente ejemplar. Aunque ésta cambió poco tiempo después.

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Herta Bothe durante una filmación para los aliados (23 de abril de 1945) (ushmm)
No se conocen quiénes fueron sus progenitores, ni sus nombres, ni tampoco si tuvo hermanos o familiares cercanos que pudiesen esclarecer detalladamente quién fue Herta Bothe. Es como si esa parte de su vida, la infancia y la adolescencia, hubiera querido borrarlas de un soplo, enterrarlas y que solo constasen sus “mejores años”. Aquellos que vivió tras su ingreso en la Bund Deutscher Mádel (La Liga de Mujeres Alemanas-BDM) en 1939.

Aunque el alistamiento no era de carácter obligatorio, Herta encontró en aquella organización unas tradiciones que la entusiasmaron. La doctrina nacionalsocialista flasheó sobremanera a una jovencita que necesitaba sentir que su nación contaba con ella. Al fin y al cabo, pertenecer a la BDM era un privilegio solo meritorio para ciudadanos alemanes, arios y sin enfermedades hereditarias.

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La Bund Deutscher Mádel (La Liga de Mujeres Alemanas) (Archivo)
En los siguientes tres años, Bothe destacó en el ámbito deportivo. La vitalidad que desplegaba en cada una de las disciplinas entusiasmaron tanto a sus superiores, que en septiembre de 1942 la reclutaron como guardia del campo de concentración de Ravensbrück. Durante cuatro semanas fue entrada y adiestrada para formar parte del personal de supervisión del centro. Allí se topó con Irma Grese o Dorothea Binz con quienes casualmente compartiría sus inhumanas fechorías, sus sangrientos suplicios y sus atroces perversiones.

Tras treinta días en el ‘Puente de los Cuervos’, la joven alemana inició su terrorífica carrera en su primer destino, el campo de concentración de Stutthof, ubicado cerca de Danzig al este de Gdansk (Polonia). Allí desarrollaría tareas como Aufseherin.

Herta, la Sádica

Este campamento construido por el régimen nazi fuera de sus fronteras, comenzó siendo un centro de internamiento civil administrado por la policía; después se empleó como campo de “educación laboral” administrado por el Sicherheitsdienst(Servicio de Seguridad Alemana-SD); y finalmente, como un campo de concentración regular en enero de 1942.

Emplazado en una zona aislada, húmeda y boscosa al oeste del pequeño poblado de Stutthof, su ubicación lo hacía “especial”. Allí perecieron más de 85.000 personas de las 110.000 deportadas por culpa de las condiciones catastróficas del campamento (el hambre y las enfermedades), sino también por las muertes y ejecuciones generales que el personal encargado efectuaba diariamente. No había escapatoria alguna.

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El campo de concentración de Stutthof (Depositphotos)
Stutthof, como el resto de campos de concentración levantados por los nazis, se encontraba amurallado y rodeado por alambradas, algunas de ellas electrificadas. A medida que la población del cuartel crecía iban construyendo más barracones hasta edificarse treinta naves más, un crematorio y una cámara de gas. Todo ello, dos años antes de su liberación en mayo de 1945.

Fue en 1943 cuando Stutthof se incluyó en el programa de la Solución Final, convirtiéndose por tanto en un campo de exterminio de masas. Tal llegó a ser la sobresaturación de reclusos, que según llegaban a las instalaciones eran automáticamente eliminados en las cámaras de gas. Esto sumado a las condiciones infrahumanas a las que las guardianas sometían a los reclusos, hacía casi imposible la supervivencia.

Herta Bothe fue una de las 130 mujeres que sirvieron en dicho completo durante el periodo más cruel y trágico. Treinta y cuatro de aquellas guardias femeninas incluyendo la Sádica, fueron acusadas de crímenes contra la humanidad al final de la guerra. Si alguna vez se habló de horror fuera de Alemania, éste fue en Stutthof.

Su liberación se produjo el 9 de mayo de 1945 gracias a las tropas del Ejército británico. Pero poco pudieron hacer ya para salvar la vida de los reos asesinados. Aunque esto no era lo que más preocupada a la protagonista. Tal y como recordó en una entrevista, su mayor temor era contraer tifus al levantar los cadáveres de los prisioneros muertos. Los aliados no les dejaban usar guantes para enterrar a los difuntos y Bothe solo se preocupaba de no contagiarse y de descansar cada poco tiempo.

“Teníamos tanto miedo de las palizas que preferíamos saltar desde la ventana”

TERÉZ MÓZES Superviviente rumana en Stutthof
Entre los testimonios que dan fe de las vejaciones de los prisioneros en este campo de concentración, nos topamos con el de la rumana Teréz Mózes, quien en su libro Staying Human Through the Holocaust explicaba cómo “nos pegaban con todas sus fuerzas mientras pasábamos a través de la puerta. Teníamos tanto miedo de las palizas que preferíamos saltar desde la ventana”.

Alexander Lebenstein, único superviviente entre los miembros de 19 familias judías de Haltern am See, recordaba que con tan solo once años lo perdió todo. Su casa, sus posesiones, su vida, pero sobre todo su familia. También rememoraba que guardianas como Herta Bothe, disparaban a los prisioneros con cualquier pretexto. Se trataba de un acto cotidiano que con el tiempo consiguió hacerle inmune. Como el olor de los crematorios “que lo impregnaba todo”.

La muerte en Bergen-Belsen

La muerte estaba en todas partes. El futuro no existía, todo era presente y sobrevivir era la única cuestión importante. Para el joven Alexander las puertas del infierno se encontraban en Stutthof y Herta Bothe era la mismísima reencarnación del Innombrable. Los latigazos y disparos a sangre fría eran su seña de identidad. No fueron las únicas acciones criminales que cometió, tras pasar por el campo de Bromberg Ost y Bergen Belsen -éste fue su último destino-, sus fechorías se multiplicaron.

El 21 de enero de 1945, Bothe a sus 24 años había conseguido un ascenso, ser Oberaufseherin. Era la responsable de acompañar a las denominadas “marchas de la muerte” (caminatas de prisioneras) desde Polonia central hasta el estado de Baja Sajonia (Alemania). Para que nos hagamos una idea, la distancia entre un campo y otro era de unos 700 kilómetros y las internas estaban obligadas a hacerlo a pie.

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Fotografía de una marcha de la muerte (ushmm)
Durante el largo recorrido las más débiles terminaban muriendo por agotamiento, inanición y por el trato vejatorio de sus niñeras. Si a esto le sumamos que en la ruta hacia Bergen-Belsen se desviaron otros 600 kilómetros más para acampar en Auschwitz-Birkenau, la sensación de extenuación era insoportable. Treinta días después de su partida, arribaron a Bergen Belsen.

Durante los siguientes dos meses y medio, la guardiana –según su propio testimonio- se encargó de: supervisar los baños públicos, trabajar en la cocina para llevar comida a los cerdos; y controlar a la Brigada de Mujeres para la Búsqueda de Madera que estaba compuesto por 60-65 convictas. Pero nada más lejos de la realidad.

El calvario de las víctimas

En el juicio de Belsen celebrado el 17 de septiembre de 1945, las declaraciones juradas de los testigos de aquella masacre indicaban todo lo contrario. Pese a que la Aufseherin pretendía pasar desapercibida con respecto a sus homólogas Irma Grese o María Mandel, finalmente sus actos salieron a la luz.

Uno de los primeros en subir al estrado fue Wilhelm Grunwald, un superviviente checo de 17 años que, tras identificar a Bothe en la fotografía número 25, pasó a narrar uno de los asesinatos que cometió en su presencia. “Vi a varias reclusas muy débiles llevar un recipiente de comida desde la cocina hasta el bloque. Como estaba lleno y pesaba mucho, las mujeres lo pusieron en el suelo para descansar”, explicó el interno. Entonces, “vi a Bothe disparar a las dos presas con su pistola. Ellas se desplomaron”.

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Herta Bothe, detenida por las tropas aliadas en Bergen Belsen (ushmm)
Por su parte, el testimonio de Katherine Neiger, checa de 23 años, fue clave para señalar a la acusada como una de las maltratadoras y asesinas de Belsen. Explicó que solía verla golpeando a las niñas enfermas con un palo de madera. Además, enumeró las muertes se producían en el campo. Los nazis le habían encargado registrar el número de internas que fallecían a diario.

Según sus palabras ante el tribunal, desde enero hasta finales de marzo de 1945, Neiger contabilizó 349 fallecimientos, unas 15-20 muertes por día. Una cifra que no era exacta, ya que no se reportaban todas las defunciones y la mayoría de los cadáveres acababan siendo apilados a la intemperie. En total, la checa aseguró que unas 900 mujeres de su grupo había muerto durante aquel período.

“Vi a Bothe disparar a las dos presas con su pistola”

WILHELM GRUNWALD Superviviente checo
Otra de las declarantes fue la polaca Sala Schifferman de 18 años que trabajaba en la cocina número 4 del campamento de las mujeres. Por culpa de Bothe una amiga suya terminó muriendo de una brutal paliza. “La golpearé hasta la muerte”, llegó a gritar la guardiana mientras apaleaba a la salvajemente por estar comiendo cáscaras de nabo que previamente había cogido de la cocina. “Bothe me ordenó a mí y a otras chicas que llevásemos el cuerpo a una habitación en el bloque al lado del hospital donde ponían todos los cadáveres. La chica había sido asesinada”, concluyó la polaca durante la vista.

Otro relato también señaló a Bothe como la responsable de palizas con un “palo pesado”. Así lo confirmó Luba Triszinska, una judía rusa detenida y llevada a Belsen, que describió los continuos malos tratos impartidos a las reclusas. Especialmente, los realizados por la Sádica de Sutthof. Algo similar contó la alemana Hildegarde Lohbauer, otra de las supervivientes de este campo, que aparte de ratificar que los trabajadores portaban pistolas, pidió que castigasen a Bothe por pegar y maltratar a los confinados.

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Herta Bothe y otras guardianas durante la liberación de Bergen Belsen (ushmm)
Aparte de los supervivientes, hubo camaradas y compañeras de Bothe que la señalaron por su falta de escrúpulos como supervisora. Por ejemplo, Herta Ehlert, una vendedora alemana que tras pasar por Ravensbrück terminó compartiendo tareas con la Aufseherin. De ella afirmó que fue responsable de golpear a reclusos indefensos, además de mentir respecto a sus ocupaciones reales en el campamento. Tras prestar declaración en el estrado, Ehlert ni siquiera quiso cruzar mirada alguna con su superior.

Dos hermanas, Ilse e Ida Forster, trabajadoras en las cocinas del campo de Belsen, narraron al Tribunal que abofeteaban a los prisioneros para evitar que robasen comida o que cogieran más de la cuenta. Y que no lo hacían solas, Bothe era una de las supervisoras que ejecutaba estas acciones junto a ellas.

Negación absoluta

Pero no todos los testimonios fueron en contra de Herta Bothe, algunas compañeras quisieron defenderla. Una asistente de laboratorio Charlotte Klein, aseguró que fueron compañeras de habitación y jamás vio a la guardiana portar pistola ni tampoco pegar a nadie. Lo mismo que Gertrud Rheinholdt, otra compañera de cuarto que negaba verla armada y, por supuesto, tener un arma consigo.

Llegó el turno de la protagonista. El lunes 29 de octubre de 1945 y tras varios días escuchando los testimonios que avalaban su culpabilidad, Herta Bothe se subió al estrado y después de jurar toda la verdad y nada más que la verdad, comenzó una retahíla de insólitas certezas. No solo aclaró cuáles fueron sus tareas en los diversos campos, si no que dio fechas concretas. Aparte de negar tener pistola y, por supuesto, disparar a dos jóvenes reclusas que porteaban comida.

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Herta Ehlert (i) y Herta Bothe (d), guardianas nazis en Bergen Belsen (ushmm)
Según Bothe, el testigo que afirmó tal dato, Wilhelm Grunwald, mentía. También impugnó la declaración de Schifferman que la acusaba de haber matado con un palo a una chica llamada Eva, aunque reconoció haber pegado en alguna ocasión a algún confinado. “Sí, con mis manos, porque robaban madera y otras cosas. Nunca he golpeado a nadie con un palo, un trozo de madera o una porra de goma. (...) Nunca he pegado a prisioneros. No tenía nada que ver con los internos”, aseguró la acusada ante las preguntas del coronel Backhouse. Cada vez que el letrado le cuestionaba su declaración en relación con los maltratos a reos, Herta rechazaba cualquier implicación al respecto. Y en cuanto a la escasa alimentación que recibían los finados, Bothe respondió: “no podía decir que era demasiado para ellos”. Y una vez tras otra, la guardiana insistía con un “no” a todas las acusaciones vertidas durante los día atrás.

Aunque también entró en varias contradicciones. Si hasta ahora había negado cualquier agravio a los prisioneros, ahora afirmaba haberlo hecho pero a modo de reprimenda. “Cuando los prisioneros trabajaban en mi Kommando y les pillábamos robando, entonces los abofeteaba en la cara”, aseguró.

“Cuando les pillábamos robando, entonces los abofeteaba en la cara”

HERTA BOTHE DURANTE EL JUICIO
A medida que Herta Bothe respondía a las preguntas del Tribunal, se destapaban algunas mentiras. Como por ejemplo, que según la vigilante jamás vio cuerpos depauperados al lado de las fosas, algo imposible. Y es que cuando el Ejército británico liberó Belsen se topó con 10.000 cadáveres apilados unos encima de los otros. Era imposible no verlo.

Gracias a las alegaciones finales de su abogado defensor, el capitán Phillips, la Corte terminó convenciéndose de que Herta Bothe fue obligada a obedecer las órdenes legítimas de sus superiores. Esa baza y el modo en que desmontó las declaraciones de los testigos, permitieron exculparla de toda responsabilidad. Al fin y al cabo, según el abogado al formar parte solamente el Kommando de Madera su sanción tenía que ser proporcional a su participación en la responsabilidad de los hechos. Si no ocupaba un cargo importante, no debía de ser sentenciada como tal. E incluso, a ser absuelta.

Tras la guerra

El 17 de noviembre de 1945 la Corte emitió un veredicto. Herta Bothe fue declarada culpable de cometer crimen de guerra en Bergen-Belsen (Alemania) entre el 1 de octubre de 1942 y el 30 de abril de 1945. Había violado las leyes y costumbres de la guerra al maltratar a algunos de los reos que tenía a su cargo causándoles incluso la muerte. Su pena: 10 de años en prisión. Una sentencia menor en comparación con otras compañeras como Mandel o Grese que fueron ejecutadas.

Tras seis años en la cárcel de Celle, Bothe salió en libertad como acto de clemencia del Gobierno británico. Su buen comportamiento, además del buen hacer de los ingleses, le sirvió para olvidarse de su pesadilla y germinar una nueva etapa al margen de los nazis. Era el 22 de diciembre de 1951.

Algunos datos apuntan a que la Sádica de Stutthof logró casarse y cambiar su apellido por el de Lange. Aquella fue una buena forma de poner tierra de por medio y desechar su identidad hasta ese momento. De este modo, nadie la reconocería, nadie sabría quién era, qué hizo durante la guerra y por qué estuvo en la cárcel. Podemos decir que consiguió su propósito: disminuir su responsabilidad diciendo que en verdad eran los hombres los únicos engranajes posibles del Führer. Los únicos que daban las órdenes.

Años más tarde, en 2009, un conocido director de cine documental alemán Maurice Philip Remy, aseguró ser la última persona que entrevistó a Herta Bothe. Lo hizo para un reportaje llamado Holokaust en el año 2000. En declaraciones hechas al periódico The Sun, Remy espetó por ejemplo: “Ella tenía recuerdos horribles de los campos de concentración, pero no tenía capacidad de dar sentido a su papel en ellos. [...] No tenía ningún remordimiento. No podía entender qué había hecho algo mal. Sentía que era una víctima”.

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A sus 79 años y desde su residencia en una comunidad modesta al noroeste de Alemania, Herta Bothe accedió a hablar para el equipo de Remy y el documental que estaban preparando sobre el Holocausto. Durante la entrevista hubo momentos donde la ex Aufseherin se puso a la defensiva en lo que respecta a la cuestión de si debió entrar o no como guardiana en los campos de concentración. Pese a los años transcurridos, aún se la veía nerviosa pero capaz de responder cosas tan espeluznantes como ésta:

“Qué quiere decir, ¿que cometí un error? No... no estoy segura de lo que debería responder. ¿Cometí un error? No. El error fue el campo de concentración, pero tenía que hacerlo, de otra forma me habrían puesto ahí. Ese sí fue mi error”.


Herta Bothe durante la filmación realizada en Bergen Belsen (abril 1945) (ushmm)
En la actualidad nadie sabe de su paradero. Si aún sigue viva con más de 97 años, o si finalmente murió el 16 de marzo del 2000. Los expertos no logran ponerse de acuerdo.

De lo que sí podemos estar seguros es de que vivió apartada del mundo, en silencio, sin querer llamar la atención, ni para recordar. Y cuando lo hizo, con aquellas nefastas afirmaciones, la herida del Holocausto volvió a abrirse. Toda aquella pantomima sobreactuada durante el juicio le había servido para ser libre, pero no para arrepentirse.

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Herta Bothe en una imagen del documental 'Holokaust' (YouTube)

Reportaje original:
https://www.lavanguardia.com/suceso...azi-enfermera-crimenes-las-caras-del-mal.html
 
Polonia afirma que nunca devolverá a los herederos de las víctimas judías los bienes incautados durante la Segunda Guerra Mundial

Polonia es el único país de la Unión Europea que no ha aprobado normas que regulen la compensación por los bienes incautados durante la II Guerra Mundial

Varsovia canceló el lunes la visita de un grupo de funcionarios israelíes, después de conocer que esta delegación pretendía abordar la restitución de propiedades

EFE - Polonia
16/05/2019 - 17:52h
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Polonia afirma que nunca devolverá a los herederos de las víctimas judías los bienes incautados durante la Segunda Guerra Mundial EFE

El presidente de Polonia, Andrzej Duda, ha asegurado este jueves que su país nunca devolverá a los herederos de ciudadanos judíos víctimas del Holocausto las propiedades que les fueron requisadas durante la II Guerra Mundial.

La cuestión amenaza con empeorar las ya de por sí difíciles relaciones entre Polonia e Israel, país en el que residen la mayoría de los descendientes de los judíos polacos que sufrieron el expolio de sus bienes durante el conflicto.

El pasado lunes, Varsovia anunció que cancelaba la visita de un grupo de funcionarios israelíes, después de conocer que esta delegación pretendía abordar la restitución de propiedades, una cuestión que el Gobierno polaco considera cerrada.

En pleno cruce de acusaciones entre los gobiernos de ambos países, un hombre escupió al embajador polaco en Israel, Marek Magierowski, algo que Varsovia calificaba de "intolerable ataque racista".

El partido gobernante en Polonia, el nacionalista Ley y Justicia (PiS), ha endurecido durante esta campaña electoral su mensaje contra la restitución de propiedades incautadas a ciudadanos polacos de religión judía durante la II Guerra Mundial.

Polonia fue invadida por la Alemania nazi durante el conflicto, y PiS defiende que no es justo pedir ahora a su país que compense a las víctimas judías, cuando Polonia nunca ha recibido una compensación adecuada de Alemania por los daños causados por esa invasión en 1939.

Polonia fue el hogar de una importante población judía hasta el Holocausto, con alrededor de seis millones de ciudadanos de esta religión (de los cuales se estima que unos 3 millones fueron asesinados por los nazis).

Durante el pasado fin de semana, algunos grupos nacionalistas han protestado en Varsovia contra una ley de Estados Unidos que se refiere a la restitución de propiedades judías incautadas durante la II Guerra Mundial.

Esta ley, conocida como Ley de Justicia para los Supervivientes Hoy, fue promovida el año pasado por el presidente estadounidense, Donald Trump, y ordena al departamento de Estado que informe al Congreso sobre los procesos de restitución de propiedades requisadas a judíos en el Holocausto en Europa.

El presidente polaco, quien visitará la Casa Blanca el próximo 12 de junio, también se refirió a esta ley, y pidió "delicadeza" a las autoridades estadounidenses a la hora de abordar esta cuestión.

Polonia es el único país de la Unión Europea que no ha aprobado normas que regulen la compensación por los bienes incautados durante la II Guerra Mundial y, según medios locales, el Gobierno estaría ultimando una nueva ley para evitar que los herederos de las víctimas del Holocausto puedan reclamar. EFE

https://www.eldiario.es/internacional/Polonia-incautados-Segunda-Guerra-Mundial_0_899760938.html
 
La Fiscalía considera delito la incitación al odio hacia los nazis
“Una agresión a una persona de ideología nazi, o la incitación al odio hacia tal colectivo, puede ser incluida en este tipo de delitos”, reza una Circular del organismo
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Una esvástica pintada en una pared (Justin Mack / AP)
REDACCIÓN
22/05/2019 10:57

La tipificación de los delitos de odio ha sido uno de los quebraderos de cabeza para la Fiscalía del Estado. el término abarca un amplio espectro de delitos, entre los que se encuentran aquellos motivados por factores como la xenofobia, el antisemitismo o, entre otros, la homofobia, todos ellos delitos cometidos con móviles discriminatorios. Ahora, según un informe de la Fiscalía, también se considera delito la incitación al odio hacia los nazis.

En la Circular 7/2019, sobre pautas para interpretar los delitos de odio tipificados en el art. 510 CP, el organismo señala que “el origen del delito de odio está relacionado con la protección a los colectivos desfavorecidos” pero desvincula la “vulnerabilidad “ de un colectivo como “elemento del tipo delictivo que requiera ser acreditado”, aclarando que es el legislador el que “al incluirlo en el tipo penal, toma como punto de partida esa vulnerabilidad. El documento señala que tampoco es un elemento delictivo a acreditar “el valor ético que pueda tener el sujeto pasivo” del supuesto delito, por lo que “una agresión a una persona de ideología nazi, o la incitación al odio hacia tal colectivo, puede ser incluida en este tipo de delitos”.

El término delito de odio abarca un amplio espectro de delitos, entre los que se encuentran aquellos motivados por factores como la xenofobia, el antisemitismo o, entre otros, la homofobia, todos ellos delitos cometidos con móviles discriminatorios.

Dentro de estos se encuentran los delitos de incitación al odio, la violencia y la discriminación. “Consiste en incitar o promover al odio, violencia o discriminación mediante expresiones contra ciertas minorías o grupos discriminados, son delitos cometidos mediante actos expresivos y que tienen que participar de lo que instituciones europeas llaman discurso del odio”, apuntaba en una entrevista a este medio Jacobo Dopico, catedrático acreditado de Derecho Penal en la Universidad Carlos III de Madrid.

Tras el informe, el catedrático señala a través de Twitter que “la Fiscalía Gral del Estado dice que incitar al odio al colectivo de los nazis es un delito de odio. No se refiere a provocar directamente a agredir a nazis (art. 17) ni a la apología de delitos contra ellos (art. 18). Se refiere a la incitación al odio a los nazis”.

Ver imagen en Twitter


JacoboDopico_UC3M@JUc3m

https://twitter.com/JUc3m/status/1130592042122403840

Dice la Fiscalía Gral del Estado que INCITAR AL ODIO AL COLECTIVO DE LOS NAZIS ES UN DELITO DE ODIO.
No se refiere a provocar directamente a agredir a nazis (art. 17) ni a la apología de delitos contra ellos (art. 18). Se refiere a la INCITACIÓN AL ODIO A LOS NAZIS.#PERDIENDOPIE


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23:52 - 20 may. 2019

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Dopico apunta que las “las Circulares siempre habían sido una herramienta de primer orden para interpretar el Derecho Penal” pero que “en los últimos años va emitiendo de vez en cuando Circulares de una calidad” muy distinta a la habitual. “¿Será delito incitar al odio a aquellos cuya ideología sea apoyar a ISIS o a ETA... o a aquellos cuya ideología defienda el asesinato de “razas inferiores”, o de gente de tu país, o de tu etnia? ¿Encarcelaremos supervivientes de Auschwitz por incitar al odio a los nazis?”, se pregunta.

https://www.lavanguardia.com/politica/20190522/462408935254/delito-de-odio-nazi-fiscalia.html
 
Lo que ABC contó de Ana Frank (solo) una década después de morir: «Despertó a la vida en un ataúd»
«De todos los sufrimientos que padeció el pueblo judío en los año de la Segunda Guerra mundial, la memoria no retiene ya apenas más que un nombre: el de Ana Frank. ¿Quien era esta muchachita?», se preguntaba este diario hace ya más de 60 años
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@Israel Viana
Madrid Actualizado:13/06/2019 01:08h
«Las clases de judío han parado por el momento»: las cartas de Ana Frank a su abuela, al descubierto
  • Al descubierto el interés de Anna Frank por el s*x* en dos páginas inéditas de su diario
«De todos los sufrimientos que padeció el pueblo judío en los años de la Segunda Guerra mundial, la memoria no retiene ya apenas más que un nombre: el de Ana Frank. ¿Quien es esta muchachita?», se preguntaba en ABC el periodista Adolfo Prego, padre de la escritora y también periodista Victoria Prego. Tan solo había pasado una década desde que la víctima más famosa del Holocausto nazi perdiera la vida en el campo de concentración de Bergen-Belsen, en Alemania, cuando ya este diario se preocupaba por la terrible historia de esta niña ayer habría cumplido 90 años.

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La Tercera de Alfredo Prego de 1957 sobre Ana Frank- ABC
«Es una escolar de trece años, una de muchas adolescentes que a las cinco de la tarde abandonaban sus clases y regresaban al hogar. De pronto, las circunstancias encerraron a la muchachita en unas pocas habitaciones escondidas, donde ella, sus padres, su hermana y otras cuatro personas de su misma raza y religión trataban de escapar a las persecuciones», apuntaba Prego a continuación en La Tercera publicada el 16 de enero de 1957 bajo el título de « El microcosmos… de Ana». Un artículo en el que el periodista analizaba la capacidad para escribir el famoso diario de la niña que ha sido traducido ya a más de setenta idiomas.

Aunque en el momento en que el periodista escribía en ABC, el «Diario de Ana Frank» todavía no había adquirido la importancia que tiene hoy en día –tras se declarado patrimonio de la humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco)–, hablamos de uno de los documentos testimoniales claves para entender la época del Tercer Reich. El mismo que hace un mes ha sido publicado por primer vez en versión original completa, sin las correcciones y retoques que hicieron en su momento la propia autora y su padre antes de que fuera publicado.

«Observaciones ingratas para Ana Frank»


«El concepto épico de la literatura milita contra la posibilidad de que, en un cuarto mísero, puedan registrarse acontecimientos de magnitud estimable [...]. Ana escribió un diario. En 1947, a pesar de que el diario encerraba muchas observaciones ingratas para su autora, la obra fue publicada. Dio rápidamente la vuelta al mundo, se transformó luego en una obra de teatro, y ahora, al cabo de poco, brilla aisladamente sobre el recuerdo ya vago y confuso de los hechos que, en su momento, alimentaron las columnas de buena parte de la prensa y dieron materia a procesos sonados», podía leerse en La Tercera de Adolfo Prego.

La primera versión de este diario, que se conoce simplemente como «A», la había empezado a escribir Ana Frank espontáneamente, mientras su familia estaba escondida de los nazis en Ámsterdam. Más tarde, tras escuchar por radio un llamamiento a documentar el sufrimiento de los judíos holandeses, la niña judía que soñaba con ser escritora reescribió una parte de ese diario con la esperanza de verlo publicado después de la guerra. De aquella reescritura resultó lo que se conoce como la «versión B», que Frank soñaba con editar bajo el título de «La casa de atrás». Son estas dos primeras versiones las que incluye la nueva edición, y no la tercera que preparó su padre después de la guerra, tras la muerte de su hija, al eliminar pasajes que tenían que ver con las crisis típicas de la pubertad.

Sobre el proceso de escritura de estos diarios antes de su muerte en 1945, el periodista recordaba una década después que «la pequeña Ana estuvo durante dos años situada en el centro neurálgico de un vastísimo conflicto que costó millones y millones de vidas, sufrimientos incontables, ruinas morales que quizá no puedan ser reparadas nunca. Entre ella y el mundo se encontraban unas paredes. Y, sin embargo, allí dentro comenzó a repetirse el proceso de las debilidades y las grandezas humanas. En el “Diario” se encuentran las causas de la guerra, de la persecución racial, del desastre provocado por el hombre, pero no referidas a conferencias diplomáticas o económicas, sino a las vicisitudes cotidianas de la convivencia, la promiscuidad y la diferencia de caracteres, ideas, edades, aspiraciones y cuanto en suma individualiza a los seres humanos y les sitúa en posiciones fatalmente beligerantes».

Las cartas
La afición por la escritura de la pequeña Ana, que analizaba Prego en ABC, se ha confirmado una vez más este mes al conocerse que se van a publicar también al completo, y en inglés, una serie de cartas escritas por ella a su abuela paterna, Alice Betty Stern. Dichas misivas fueron escritas entre 1936 y 1941, antes de que empezara a escribir el célebre diario en su decimotercer cumpleaños, el 12 de junio de 1942. El contenido de estas hace referencia a anécdotas, momentos de su día a día, descripciones de sus padres y de su hermana Margot y detalles de su propio físico, así como los regalos que recibió: «Una bicicleta, una nueva mochila para el colegio, un vestido para la playa ...material de papelería».

En una de las cartas, cuya fecha se atribuye a la primavera de 1941, Ana Frank le cuenta a su abuela que sus padres quieren que se corte su «pelo largo» a pesar del deseo de la niña de dejárselo crecer más. También le confiesa lo desagradable que está siendo llevar un «aparato de dientes» durante las últimas ocho semanas o algo tan común de la adolescencia como su amistad con los chicos. Aunque también arrojan luz sobre la situación política del continente europeo, pues en mayo de 1940 se produjo la invasión nazi en los Países Bajos y la persecución a la población judía ya había comenzado.

Lo peor para Ana Frank y su familia estaba por llegar: su detención por parte de los nazis y su posterior muerte, antes de la cual se desarrollan las terribles circunstancias en las que escribió el diario. «En circunstancias anormales, la sensibilidad de una muchachita que desde luego marchaba camino de ser una gran escritora tenía que afinarse. En el "Diario de Ana Frank” todo aparece sutilizado en su naturaleza y ampliado en sus dimensiones reales. Lo mismo lo bueno que lo malo, lo noble que lo vil, lo trascendente que lo trivial. De cada una de esas páginas se desprende la emoción de una adolescente que despierta a la vida encerrada en un ataúd», concluía La Tercera.

https://www.abc.es/historia/abci-90...desperto-vida-ataud-201906130108_noticia.html
 
Una superviviente del holocausto y víctima de Josef Mengele muere 6 días después de visitar Auschwitz
Eva Mozes Kor, firme defensora del perdón, había viajado a Polonia en el marco de un viaje anual al campo de exterminio
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Eva Mozes Kor, superviviente del Holocausto (Bob Poynter / AP)
AFP, CRACOVIA
06/07/2019 13:08
Actualizado a 06/07/2019 13:14

Eva Mozes Kor, superviviente del campo de exterminio nazi Auschwitz-Birkenau y víctima de los inhumanos experimentos del Dr. Josef Mengele, murió la noche del jueves en Cracovia, Polonia, a la edad de 85 años, en el transcurso de un viaje anual al campo de concentración nazi.

Eva Kor, nacida en Rumania, era la fundadora de un museo y centro de educación sobre el Holocausto en Terre Haute, Estados Unidos, que estaba dedicado al recuerdo y a la reconciliación.

”Estamos profundamente tristes de anunciar la muerte de Eva Kor, superviviente del Holocausto y defensora del perdón”, ha lamentado el centro en su cuenta oficial de Twitter.

“Perdona a tus peores enemigos. Nadie puede cambiar mi pasado, que es una cosa terrible. Desde el momento en que perdoné a los nazis, me sentí liberada de Auschwitz y de toda esta tragedia que me ha sucedido. Si no merecen el perdón, ese es su problema “

Según la policía polaca, Eva Kor murió de “muerte natural” en su habitación de hotel durante un viaje anual organizado por su museo y que incluía una visita al antiguo campo nazi en Auschwitz-Birkenau.

”Mi corazón se ha roto al anunciar que Eva Kor ha muerto y será enterrada en los Estados Unidos”, ha afirmado el rabino principal polaco, Michael Schudrich.

”Hace solo cinco días, grabamos el testimonio de Eva Kor, superviviente de Auschwitz, . Hoy nos enteramos de que ha muerto“, ha expresado el museo de Auschwitz en Twitter.

El museo de Auschwitz publicó el jueves extractos de estas “lecciones de vida” expresadas por Eva Kor.




Auschwitz Memorial

✔@AuschwitzMuseum

https://twitter.com/AuschwitzMuseum/status/1147100761425350661

"Think of doing something good."

A fragment of the testimony of @EvaMozesKor, an Auschwitz survivor, founder of @candlesmuseum recorded on 28 June 2019 at @AuschwitzMuseum.

Eva passed away on 4 July 2019.


11,6 mil

13:11 - 5 jul. 2019

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”Perdona a tus peores enemigos. Me gusta decirlo claramente después Auschwitz (...) Nadie puede cambiar mi pasado, que es una cosa terrible (...) Desde el momento en que perdoné a los nazis, me sentí liberada de Auschwitz y de toda esta tragedia que me ha sucedido. Y si no lo merecen, ese es su problema “, dijo a la cámara de los archivistas del museo.

Eva Kor también denunció los prejuicios contra los judíos en toda Europa como “una de las razones del Holocausto”. ”Si Europa no hubiera permitido que los nazis hicieran lo que hicieron, no podrían haberlo hecho”, dijo.

En el año 2015, asistió al juicio de Oskar Groening, excontable del campo de exterminio, quien fue acusado como “cómplice” de haber enviado a 300.000 judíos a las cámaras de gas entre mayo y julio de 1944.

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Eva Kor, en una imagen de 2015 (Julian Stratenschulte / Pool / EFE)
Durante este juicio, ella describió la realidad de este campamento donde vio desaparecer “en 40 minutos” a sus padres y a sus hermanas de 12 y 14 años.

Luego recordó las terribles experiencias del infame Dr. Josef Mengele sobre los deportados, especialmente los gemelos idénticos que lo fascinaban.

A los 10 años, Kor logró sobrevivir sola con su gemela Miriam, entre ratas y piojos, sometida a los pinchazos habituales del “Ángel de la Muerte”, que le inyectó una sustancia que congeló el crecimiento de sus riñones.

“Si hubiero muerto, mi hermana gemela Miriam habría muerto de una inyección en el corazón. Mengele nos habría hecho una autopsia comparativa”

”Si hubiera muerto, Miriam habría muerto de una inyección en el corazón. Mengele nos habría hecho una autopsia comparativa “, dijo.

El 27 de enero de 1945, las dos hermanas vieron a los soldados rusos liberar el campamento.

Después de vivir en Israel y posteriormente trasladarse a Terre Haute, Indiana, Eva Mozes Kor fundó el Museo del Holocausto CANDLES en 1995, con la misión de prevenir los prejuicios y el odio a través de la educación.

Durante la Segunda Guerra Mundial, alrededor de 1,1 millones de personas, incluyendo casi un millón de judíos, fueron asesinados por los nazis en el campo de Auschwitz-Birkenau, instalado por la Alemania nazi en el sur de Polonia Ocupado, entre 1940 y 1945.

Original:
https://www.lavanguardia.com/intern...va-mozes-kor-auschwitz-superviente-muere.html
 
Kutschman, un fugitivo nazi que residió en Vigo
El criminal de guerra huyó por el puerto vigués en 1947, tras vivir bajo la identidad falsa de un sacerdote

CEDIDA

08/07/2019 11:16 H

Al término de la II Guerra Mundial, se puso en marcha la operación Die Spinne. En alemán: la araña. Su objetivo era evacuar a los jerarcas nazis hacia destinos seguros, especialmente en el santuario americano, donde habían creado una red de acogida.

España participó activamente en este entramado, con la anuencia del franquismo y la participación de importantes cuadros de la Iglesia católica. Cientos de criminales de guerra escaparon gracias a esta operación, que les proporcionaba dinero, salvoconductos y documentación falsa. Y una nueva identidad en su destino.

El puerto de Vigo no fue ajeno a esta red. Y, de hecho, su caso más paradigmático es el del criminal Walter Kutschman, que residió en la ciudad bajo identidad falsa y fue evacuado en un trasatlántico hacia Argentina en 1947.


Kutschman había sido uno de los jefes de la Gestapo en Polonia, autor material en 1943 de una matanza de 1.500 judíos y responsable policial en campos como Auschwitz, Lublin o Treblinka. Pero, desde 1945, se convirtió en un vecino vigués llamado Pedro Ricardo Olmo Andrés, sacerdote católico que debía su extraño acento alemán a haber residido largo tiempo en la neutral Suiza.

El criminal nazi hablaba español, pues en 1937 había combatido con la Luftwaffe en la Legión Cóndor, la fuerza de combate que Hitler envió a la Guerra Civil en apoyo de los fascistas españoles. Es probable que, en 1939, desfilase por las calles de Vigo cuando estos militares fueron embarcados de vuelta a Alemania.

Tras la derrota germana, en Vigo Kutschman pudo encontrar buenos amigos. Aquí operaban agentes nazis durante toda la contienda, había un partido nazi organizado, con su sección de las Juventudes Hitlerianas, y un conglomerado de empresas del consorcio alemán Sofindus, gobernadas por testaferros que, en su mayor parte, eran también agentes nazis.

Además, este puerto era una salida hacia Argentina, con los trasatlánticos que todas las semanas hacían la ruta americana. Y, en 1947, el gobierno de Juan Domingo Perón abrió de par en par las puertas a la entrada de los nazis que huían de Europa.

El amparo que recibió de la Iglesia queda claro por su documentación falsa, que rezaba: «Pedro Ricardo Olmo Andrés. Nacido en Ciudad Real el 19-10-1906. Hijo de Santiago y de Juana. Profesión: Religioso». Lo curioso del caso es que este sacerdote existía. Hubo un Pedro Ricardo Olmo Andrés cuya tumba encontramos en el cementerio de La Almudena, en Madrid.

Amparo eclesial

Pero no resulta extraño que la Iglesia lo amparase. En Italia, son bien conocidas las actividades del obispo austríaco residente en Roma Alois Hudal, admirador de Hitler que al término de la guerra ayudó a evacuar a numerosos jerarcas nazis.


Monasterios e iglesias dieron refugio a los criminales de guerra. Por ejemplo, gracias a esta red el doctor Joseph Mengele escapó a América desde Génova bajo la identidad falsa de Helmut Gregor. Con Kutschman pasó algo parecido pero en España, donde el obispo Eijo Garay, vigués, tramitó numerosos salvoconductos para nazis fugados tras la guerra a través del Instituto Nacional de Moneda Extranjera, en Madrid, según consta en abundante documentación que se conserva en el Archivo Histórico del Ministerio de Asuntos Exteriores.

Así que Kutschman pudo residir en Vigo como el cura Pedro Ricardo Olmo, esperando su oportunidad de huir a América. Esta llegó en diciembre de 1947, cuando embarcó en el crucero Monte Amboto, de la naviera Aznar, y emigró a Buenos Aires.

No fue, ni mucho menos, el único. Está documentada la salida desde Vigo de oficiales nazis como Erich Mueller, alto cargo del Ministerio de Propaganda; Friedrich Rauch, oficial de las Waffen- SS; o Fridolin Futh, jefe de la Gestapo en Francia.

El profesor Hodger Meding, de la Universidad de Colonia (Alemania), en su obra El santuario sudamericano, afirma: «Aunque algunos utilizaron el puerto de Génova, la mayor parte de las reservas salían por el puerto de Vigo, en España».

En Argentina, Kutschman nunca abandonará su identidad falsa de Ricardo Olmo. Pasará a trabajar para la empresa de iluminación Osram. Su mujer, Geralda Baeumler de Olmo, a la que conocería en Argentina, presidió una protectora de animales en Buenos Aires.

Años después, en 1975, el caza nazis Simón Wiesenthal descubrió que Ricardo Olmo era Walter Kutschmann y lo denunció en Viena. Huido de nuevo hasta 1984, fue localizado por unos periodistas. Es indescriptible la foto de su expresión de terror cuando abre la puerta a los reporteros y se sabe descubierto.

El criminal nazi es detenido, pero su extradición se demora. Un tribunal alemán razona su petición y lo identifica como oficial de las SS durante la Segunda Guerra Mundial. Estuvo destacado también como miembro de la Gestapo en la región sudoccidental de Ucrania, llamada Galitzia, en la que se le imputa haber comandado el exterminio de numerosos habitantes israelitas de la región, en las ciudades de Drohobycz y Tarnopol, durante los años 1941 y 1942, en ejecución de los planes que llevó a cabo el régimen criminal del nazismo para la liquidación del pueblo judío.

Pero, en 1986, días antes de ser extraditado, falleció de un infarto en un hospital penitenciario de Buenos Aires. No murió como el sacerdote Ricardo Olmo que durante un tiempo soñó con ser un ciudadano vigués. Murió como Walter Kutschman, un carnicero, un criminal: y el mundo supo al final de sus crímenes.

https://www.lavozdegalicia.es/notic...tivo-nazi-residio-vigo/0003_201907V7C6994.htm
 
Entrar con pudor en la "casa de atrás".
publicado por Mariangela Paone


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Ana Frank, 1941. Fotografía: Cordon Press

Un escalón, dos escalones, tres escalones… Al subir las empinadas escaleras que llevan hasta el lugar donde ocho personas, ocho judíos permanecieron escondidos veinticinco meses para intentar escapar del exterminio programado por los nazis, es difícil no sentir correr por la espalda un escalofrío por la conciencia de adentrarse en un lugar que ya no es secreto pero sí sagrado. Un santuario para celebrar la humanidad allí donde la barbarie quiso destruirla. Lo mismo pasa con el Diario, en el que, página tras página, la casa ahora vacía cobra vida. Leerlo es entrar en las vivencias más íntimas de una chica que quiso sustraer al olvido lo que entre aquellas paredes pasó. Pudor es lo que uno siente al entrar en la que fue la casa-escondite de Ana Frank y al leer su diario, que setenta años después de su primera publicación en 1947 sigue siendo uno de los más poderosos testimonios de la Shoah.

Releerlo en edad adulta, dos décadas después de la primera vez, hace que el tiempo se detenga unos instantes y vuelva a emerger la identificación pudorosa con una Ana que se hizo adolescente mientras se escondía junto a su familia y otras cuatro personas en la «casa de atrás».

La casa de atrás —la parte trasera del edificio en el número 263 de la calle Prinsengracht de Ámsterdam donde surgía la fábrica de especias y pectina que regentaba el padre antes de que, como judío, le quitaran los derechos— es un lugar de peregrinaje laico al que cada año acuden 1,3 millones de personas. Muchos son jóvenes y, a medida que pasan los años y los eventos se alejan en el tiempo, llegan a aquel santuario con mucho interés pero cada vez menos vínculos con la época en la que Ana Frank vivió y murió.

«Cada vez más jóvenes visitan la casa de Ana Frank y cada vez más participan en nuestras actividades educativas. A diferencia de lo que muchos dicen, lo que vemos es un aumento del interés en la historia. Al mismo tiempo vemos que ellos tienen cada vez menos conocimientos del trasfondo histórico y del contexto. Nos enfrentamos a estos dos elementos cuando queremos difundir el mensaje de Ana en el mundo», comenta Ronald Leopold, director de la Casa Museo de Ámsterdam. En la voz de la Ana que escribe el Diario los jóvenes reconocen su propia voz. «Era una chica de trece, catorce, quince años cuando escribió el diario y muchos jóvenes se identifican con la voz del diario. Lo que vemos como un desafío no es tanto el interés sino la cuestión de cómo darles a ellos las informaciones adecuadas de este contexto histórico». Por eso desde el pasado marzo en la Casa Museo ha empezado una reforma para cambiar algunos espacios de una estructura pensada para recibir 600 000 visitas al año y que tiene más del doble, pero también para poder vehicular mejor el contexto de la historia.

«Estamos realizando pequeños cambios en el interior del museo para dar un poco más de contexto, sin quitar lo que hace este lugar tan especial: el hecho de ser un espacio vacío», explica Leopold. «El vacío es muy elocuente, es una poderosa imagen del museo, y obviamente simboliza el hecho de que Ana Frank no está, murió en un campo de concentración a los quince años. Es el vacío que vivió su padre, que perdió a toda su familia en el Holocausto, y es un vacío que simboliza lo que sufrió la ciudad de Ámsterdam que perdió a sesenta mil habitantes en la Shoah».

***

El vacío. Las estancias vacías de la casa de atrás para quien haya leído el diario se llenan de imágenes. Con aún más pudor, el visitante intenta en unos instantes reconstruir en aquellos cuartos desocupados las vivencias de los Frank y de sus cuatro coinquilinos, la señora y el señor Van Pels (Van Daan en el diario), su hijo Peter y el doctor Fritz Pfeffer (Dussel): las riñas, las risas, las numerosas discusiones, las dificultades de una convivencia solidaria pero forzada en la que compartir miedo, frustraciones, esperanza y anhelos.

23 de julio de 1943

(…) Como tú nunca has vivido una guerra, Kitty, y como a pesar de mis cartas tampoco te haces una idea clara de lo que es vivir escondido, pasaré a describirte cuál es el deseo de cada uno de nosotros para cuando volvamos a salir de aquí:

Lo que más anhelan Margot y el señor Van Daan es un baño de agua caliente hasta el cogote, durante por lo menos media hora. La señora Van Daan quisiera irse enseguida a comer pasteles; Dussel en lo único que piensa es en su Charlotte, y mamá en ir a algún sitio a tomar café. Papá iría a visitar al señor Voskuijl, Peter iría al centro y al cine, y yo de tanta gloria no sabría por dónde empezar.

Lo que más anhelo yo es una casa propia, poder moverme libremente y que alguien me ayude en las tareas, o sea, ¡volver al colegio!

8 de noviembre de 1943

(…) Nos veo a los ocho de la Casa de atrás, como si fuéramos un trozo de cielo azul, rodeado de nubes de lluvia negras, muy negras. La isla redonda en la que nos encontramos aún es segura, pero las nubes se van acercando, y el anillo que nos separa del peligro inminente se cierra cada vez más. Ya estamos tan rodeados de peligros y de oscuridad que la desesperación por buscar una escapatoria nos hace tropezar unos con otros. (…)

Hay dos momentos en la visita a la casa en los que la vida que allí se vivió llega directa, sin mediaciones, un golpe directo al estómago. Son dos detalles de normalidad que, por contraste, recuerdan que aquel vacío deriva de un sufrimiento atroz. El primero son las partes de empapelado original expuestas en la que fue la habitación de Ana. Ella amaba pegar las fotos de famosos y estrellas del cine, devolviendo a aquel cuartucho que dividía con el señor Dussel algo del aspecto de la habitación de cualquier otra chica de su edad.

28 de enero de 1944

El señor Kugler me trae una gran alegría todos los lunes, cuando me trae la revista Cinema & Theater. (…) No hace mucho, mamá dijo que más tarde no necesitaré ir al cine, ya que me sé de memoria los argumentos, los actores y las críticas.

Luego, en la habitación de los padres de Ana, en un rincón de una pared están las rayas trazadas por Otto Frankpara registrar el crecimiento de Ana y de su hermana Margot.

«Ante aquellas sencillas rayas trazadas con lápiz por el padre es como si se me hubiera materializado por primera vez la estatura de Ana. Las rayas llegan hasta las últimas semanas de presencia de los ocho judíos en el refugio. Aquella era la estatura de Ana. Me ha ayudado a imaginármela. Ha sido un poco un golpe ver aquella raya en la pared». Quien habla es Matteo Corradini. En 2015 cuando estaba a punto de cumplir cuarenta años, este hebraísta, autor de libros para niños y jóvenes (publicados en Italia, Estados Unidos, Alemania y España) y que recuperó los instrumentos y las músicas que los internados compusieron en el campo de concentración de Terezin, aceptó la propuesta de su editor, Rizzoli, para embarcarse en la misión enorme de trabajar en una nueva edición y traducción en italiano del Diario de Ana Frank partiendo de los manuscritos originales, guardados por el Instituto Holandés de Documentación de Guerra.

«La traducción es nueva y hemos tratado de restituir el lenguaje que Ana usa, un lenguaje más cercano, que no es aquel lenguaje literario que nos ha llegado hasta ahora», explica Corradini. La primera diferencia que salta a la vista, respecto por ejemplo a la última edición disponible en español, es que en la primera parte del diario se recupera la intención original de algunas de las cartas, que no iban dirigidas a Kitty, el nombre que Ana dio a su diario, sino a sus amigas. Hasta que después de unos meses, Kitty pasará a ser la única destinaria. «Es el tiempo de la desilusión, cuando Ana entiende que aquellas cartas no se entregarán y tanto ella como sus padres comprenden que el tiempo que pasarán escondidos no será breve».

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La casa de atrás, Ámsterdam. Fotografía: Cordon Press.
***

Los centenares de miles de personas que visitan la Casa Museo de Ámsterdam se encuentran con el escenario real de una historia que devino universal cuando Otto Frank, el padre de Ana y el único de los ochos inquilinos del escondite que sobrevivió a los campos de concentración nazis, decidió que aquellas memorias secretas en las que su hija había documentado sus últimos dos años de vida se publicaran. Ana misma en el diario manifiesta esta intención.

11 de mayo de 1944

(…) Hace mucho que sabes que mi mayor deseo es llegar a ser periodista y más tarde una escritora famosa. Habrá que ver si algún día podré llevar a cabo este delirio (¡?) de grandeza, pero temas hasta ahora no me faltan. De todos modos, cuando acabe la guerra quisiera publicar un libro titulado La casa de atrás; aún está por ver si resulta, pero mi diario podrá servir de base. (…)

El 25 de junio de 1947 se publica en Holanda la conocida como versión C del diario, editada por el padre, que suprimió páginas con detalles que consideró demasiados íntimos o de críticas a la madre de Ana. Partes que se han recuperado después, ya en la primera edición crítica del Diario en 1986, y luego, en la versión de 1991 (publicada en España por Plaza y Janés), editada por Mirjam Pressler y avalada por el Fondo Ana Frank de Basilea. La institución, fundada en 1963 por Otto Frank, posee los derechos de autor del diario, sobre los que desde 2015, pasados setenta años desde la muerte de Ana en Bergen-Belsen, se ha abierto más de una disputa. Una de ellas ha enfrentado al Fondo con la Casa Museo de Ana Frank cuando esta última junto con el Instituto Huygens de Historia de los Países Bajos decidió empezar una investigación científica sobre los manuscritos de Ana «para tener, gracias a las posibilidades ofrecidas por las tecnologías digitales, una comprensión más profunda de la escritura de Ana Frank», en palabras de Leopold. En diciembre de 2016 un tribunal de Ámsterdam estableció que los textos podrán ser copiados por motivos de investigación científica. Distinto es el caso de la publicación porque hay sucesivas ediciones con partes antes inéditas y porque cada país tiene sus propias leyes de derechos de autor. «La investigación sigue y publicaremos los resultados respetando la ley de derechos de autor y el marco legal», comenta el director de la Casa Museo.

Corradini asegura que formalmente de momento no han tenido problemas tras la publicación de la nueva edición del Diario.

***

En la introducción a esta nueva edición, Corradini hace un maravilloso paralelismo entre las casas holandesas y la famosa cubierta de cuadros rojos y blancos del diario de Ana Frank, que resultará inmediatamente comprensible para quienes hayan estado alguna vez en Ámsterdam. Así como la pared exterior de las típicas casas de Ámsterdam que se refleja en los canales deja ver, a través de sus amplios ventanales sin cortinas, la vida de sus moradores, de la misma manera la cubierta del Diario de Ana Frank desaparece y nos abre su mundo. «Ana Frank —escribe Corradini— elimina cada estrado que se interpone entre el lector y sus días, hace que el pavimento y el techo sean evanescentes, las puertas transparentes, desmaterializa a menudo su propia ropa, disuelve las últimas defensas de una chica asustada y soñadora».

Ana Frank nos introduce en el mundo de la casa de atrás, en el que la vida de fuera entra a través de los relatos de los empleados de la fábrica que se convierten en los protectores de los ocho escondidos durante los dos años en los que permanecerán en el refugio antes de ser descubiertos y detenidos por la policía; el mundo entra a través de los ruidos que siguen llegando desde las oficinas; a través del estruendo de los bombardeos; a través de aquella radio clandestina desde la que la BBC y Radio Orange daban cuenta del avance de los aliados, las noticias a las que aferrarse para alimentar la esperanza. El mundo de fuera entra en la casa de atrás también por la ventana del desván, el lugar desde donde Ana Frank seguía mirando al cielo y donde vivirá la dicha y la desdicha del amor con aquella conmovedora intensidad de los adolescentes que lidian con sus primeros besos.

23 de febrero de 1944

(…) Mientras exista este sol y este cielo tan despejado, y yo pueda verlo —pensé—, no podré estar triste.

[Más adelante, en una parte dirigida a Peter Van Daan] Mientras puedas mirar al cielo sin temor, sabrás que eres puro por dentro y que, pase lo que pase, volverás a ser feliz.

Uno de los pasajes más conmovedores del Diario es la entrada del 24 de diciembre de 1943. Ana añora volver a sentir el aire fresco en la cara.

24 de diciembre de 1943

(…) Cuando alguien acaba de venir de fuera, con el viento entre la ropa y el frío en el rostro, querría esconder la cabeza debajo de las sábanas para no pensar en el momento en que nos sea dado volver a oler el aire puro. (…)

¿Qué hace que hoy, setenta años después, el testimonio de Ana Frank sea tan cercano y tan poderoso?

«La primera razón es que es un desafío literario, algo que a veces se subestima, pero cuando uno mira a la edición que ella misma hizo de su propio diario en 1944 [después de escuchar por la radio a un ministro del Gobierno holandés en el exilio decir que después de la guerra se conservarían diarios y memorias] es increíble ver cómo los cambios y ediciones son realmente apropiados desde un punto de vista literario, muy acertados. La primera razón de su popularidad es que es una pieza de literatura», comenta Leopold. La segunda, dice, es que Ana Frank tiene muchas facetas: «Obviamente es primero y principalmente una víctima de la Shoah, pero cuando uno lee el diario hay tantos colores, tantas facetas… Es un documento humano que fue escrito en tiempos inhumanos. Cada uno en el mundo puede conectar con todas esas diferentes facetas de Ana. Si tú eres un ciudadano de Ámsterdam y conoces la historia de la ciudad lo harás de una manera diferente a si fueras un habitante de las favelas de São Paulo. Para una joven de la favela no es tanto la historia lo que hace que se identifique, sino el hecho de ser completamente excluido de la sociedad. El libro da la posibilidad de conectar con la historia en maneras diferentes y profundas y esta creo que es la razón por la que es tan increíblemente popular en todo el mundo».

Corradini concuerda con la idea de que uno de los elementos importantes del Diario es el momento en el que Ana Frank decide trascribirlo y editarlo. «Es una reescritura que amplía algunos argumentos, los profundiza, mejora el estilo. Ana Frank tiene esta conciencia de querer que se la recuerde y convertirse en un testimonio. Naturalmente no quería dejar un testimonio póstumo. Hubiera querido escribir, y lo admite ella misma en el libro, un diario, un relato sobre lo que había pasado. No sabemos qué forma le hubiera dado Ana Frank, pero sabemos que tenemos este material y que era secreto hasta el punto de que su padre no lo había leído cuando Ana estaba viva. Y cada vez que entramos en contacto con el diario tenemos la responsabilidad de estar leyendo el secreto de una chica que fue matada por los nazis en la Shoah. Cada vez tenemos que custodiar este testimonio como si nos lo hubiera contado una confidente nuestra. Creo que la primera muestra de respeto para el diario es leerlo así…».

***

En varios momentos del Diario, Ana describe el sufrimiento de la gente fuera del —frágil— refugio de la casa de atrás: las detenciones, las deportaciones, el hambre…

13 de enero de 1943

Afuera es terrible. Día y noche se están llevando a esa pobre gente, que no lleva consigo más que unas monedas y algo de dinero. Y aun estas pertenencias se las quitan en el camino. A las familias las separan sin clemencia: hombres, mujeres y niños van a parar a sitios diferentes. Al volver de la escuela, los niños ya no encuentran a sus padres. Las mujeres que salen a hacer la compra al volver a sus casas se encuentran con la puerta sellada y con que sus familias han desaparecido.

A la mente vienen inevitablemente las imágenes de desplazamientos forzados de nuestra época, como el último éxodo de refugiados. En una de sus columnas en The New York Times, Nicholas Kristof escribió en agosto de 2016 que «hoy, para nuestra vergüenza, Ana Frank es una niña siria».

Corradini recuerda que la fama mundial de Ana Frank empieza cuando la historia se publica en Estados Unidos. El mismo país que denegó el visado que Otto Frank había pedido para su familia para poder cruzar el Atlántico y escapar de la furia nazi. «Setenta años después no hemos aprendido mucho desde este punto de vista. Muchas personas hoy esperan acogida y no la reciben». El pensamiento va a las imágenes de los miles de sirios que han huido de la guerra a otros países y se han encontrado con las fronteras cerradas. «Defender a Ana Frank es hoy de alguna manera sencillo —comenta el hebraísta—. Ella era blanca, europea, escribía cosas bellas, era de buena familia. En cambio, hoy en la mayoría de los casos se trata de personas que no son blancas, no son europeas, no son de buena familia, no escriben pensamientos bonitos para el Facebook, y estas personas nos piden humanamente más esfuerzo. Pero desde el punto de vista humano no valen menos que Ana Frank. Son las Ana Frank de hoy. Si queremos prestar atención a Ana Frank, tenemos que saber que Ana Frank no nos pide que la salvemos a ella. Nos pide salvar a todas las personas que hoy aún se pueden salvar».

https://www.jotdown.es/2019/07/entrar-con-pudor-en-la-casa-de-atras/
 
Alice Orlowski, la ‘perfecta’ funcionaria nazi que flagelaba a mujeres y niños hasta la muerte
La misión de la guardiana: palizas, latigazos entre los ojos y selección a la cámara de gas
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Alice Orlowski, la ‘perfecta’ funcionaria nazi que flagelaba a mujeres y niños hasta la muerte (Archivo)
MÓNICA G. ÁLVAREZ
12/07/2019 06:30 Actualizado a 12/07/2019 06:42

Ser la imagen perfecta de las SS era lo que toda guardiana nazifemenina quería una vez que conseguía formar parte del régimen. Necesitaban que sus superiores las vieran como un ejemplo a seguir, y para ello tenían que comportarse tal y como los altos mandos esperaban. Si pegar, golpear o vejar a los prisioneros era necesario para obtener su respeto, lo harían sin lugar a dudas. Esa era la única forma -según su punto de vista- de que contasen con ellas para puestos de alto mando dentro de los campos de internamiento.

Uno de los ejemplos más fehacientes lo encontramos en Alice Orlowski -de nombre real Alice Minna Elisabeth Elling-, que en poco tiempo pasó a ser el arquetipo de las mujeres de las SS.

María Mandel, su instructora

Su vida transcurrió en la capital alemana, Berlín, donde nació el 30 de septiembre de 1903. Algunas fuentes apuntan a que esta funcionaria nazi no acabó la escuela, fue desterrada de su casa familiar por las ideas que profesaba y mantuvo relaciones sentimentales con un joyero ruso que terminó en boda. Sin embargo, no existen documentos que ratifiquen dichas teorías. Lo único cierto es que Alice formó parte del personal de algunos de los campos de concentración alemanes más sanguinarios de la Segunda Guerra Mundial.

El primer contacto con el nazismo lo tuvo en 1941, cuando ingresó en Ravensbrück para seguir un duro entrenamiento como guardiana del campo. Pero nadie se alista por casualidad en las SS, menos aún estas mujeres. De hecho, nada más poner un pie en ‘El Puente de los Cuervos’, Orlowski comenzó a desarrollar una personalidad atroz y sádica hacia sus reclusos.

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Alice Orlowski, guardiana nazi en Majdanek y Plaszow (Archivo)
Aquel talante había permanecido latente en su interior todo ese tiempo, a la espera de que alguien pusiese en marcha el mecanismo. Cuando lo hizo, no pudo parar jamás. La depravada María Mandel fue una de sus instructoras. Y recordemos, sus métodos -un tanto tétricos- hicieron la delicia de más de una recién llegada como Orlowski.

Ravensbrück lo tenía todo, hasta un búnker de castigo. Era el campo perfecto para que desarrollara esa faceta malvada. Una vez acabada la instrucción, y ya como Aufseherin, la envían en octubre de 1942 al campo de Majdanek, cerca de Lublin (Polonia). Su compañera de correrías era la mismísima Yegua de Majdanek.Ella y Hermine Braunsteiner eran consideradas las guardianas más brutales de todo el campo.

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María Mandel, la 'Bestia de Auschwitz' (AP)
Los confinados tenían motivos más que suficientes para tenerles pánico. Ellas eran las responsables de cargar los camiones que se dirigían a las cámaras de gas con las mujeres más débiles de todo Majdanek. Si había un niño que sobraba o que no entraba, Orlowski y Braunsteiner lo cogía como si fuera una maleta y lo tiraba por encima de los adultos. Después, cerraban la puerta.

Alice le encantaba esperar a que llegaran nuevos cargamentos de mujeres al barracón. Nada más entrar las azotaba sin miramientos, especialmente entre los ojos. A medidas como esta se consideraban apropiadas y eran aprobadas por sus superiores, así que decidieron promoverla. Su nuevo rango de Kommandoführerin (líder del Kommando) le sirvió para participar de lleno en la selección de nuevas víctimas. Ahora tenía a su cargo a más de 100 mujeres, a quienes ordenaba robar todo tipo de enseres a los prisioneros ya gaseados. Desde relojes, abrigos, oro, joyas, dinero, juguetes, vasos... Cualquier cosa que ella y sus camaradas pudieran necesitar.

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Selección a la cámara de gas en la plataforma de Birkenau (Yad Vashem)
En los días previos a la evacuación de Majdanek -el 24 de julio de 1944-, los oficiales de las SS enviaron a Orlowski al célebre campo de concentración de Cracovia-Plaszow (Polonia). Distinguido por ser uno de los campos más duros de toda la guerra, Plaszow estaba rodeado por una alambrada electrificada de 4 km de perímetro y contenía multitud de barracones. Unos destinados al personal alemán, otros a las factorías, talleres y almacenes, y un campo para hombres y otro para mujeres. Sin mencionar aquel que servía para la “reeducación”. Era en este lugar donde se llevaban a los presos que violaban la disciplina laboral y las normativas.

Plaszow era un verdadero campo de trabajo forzado, más conocido como Arbeitslager; allí no solo había reclusos, sino sobre todo esclavos. No es de extrañar que la tasa de mortalidad fuese muy alta y que multitud de internos, sobre todo mujeres y niños, muriesen de tifus y hambre.

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'La Lista de Schindler' retrató el momento en que Amon Goeth disparaba a los presos desde su balcón (Archivo)
Las ejecuciones fueron otro punto fuerte del campo. De hecho, este recinto acabó siendo famoso por los fusilamientos, tanto individuales como en masa, que se efectuaban tras sus paredes. Todos los documentos relativos a los disparos y asesinatos en masa perpetrados durante ese tiempo, fueron encomendados a laAufseherin por el comandante Amon Goeth, apodado ‘El verdugo de Plaszow’. Orlowski los guardó hasta el final de la guerra y los destruyó poco después.

Casi todas las mañanas, Goeth se situaba en la terraza de su residencia, cogía un rifle de francotirador y disparaba a cualquier prisionero del campo. Niños, mujeres y ancianos fueron asesinados de forma indiscriminada. Después del homicidio, el comandante ordenaba que se le entregase la ficha del muerto -localizado en el archivo de la administración del campo- y después mataba a todos sus familiares. Según sus propias palabras, no quería gente insatisfecha en su campo de concentración. Su sadismo no conocía límites.

La conversión

Cuando los nazis se percataron de que el rápido avance de las tropas del ejército rojo los situaba muy cerca de Cracovia, iniciaron el desmantelamiento completo de Plaszow. Para ocultar pruebas, se decidió exhumar e incinerar los cuerpos que ya estaban enterrados. De este modo, las tropas aliadas se encontrarían un campo completamente vacío. Se estima que durante su funcionamiento Plaszow llegó a albergar a 150.000 personas, la mayoría judíos.

El 14 de enero de 1945, un día antes de la llegada de las tropas soviéticas a Plaszow, el personal del campo junto con los últimos cautivos que quedaban -178 mujeres y dos niños-, emprendieron una Marcha de la Muerte hacia el campo de exterminio de Auschwitz. Una vez dentro, muchos de los que lograron sobrevivir por el camino fueron atrozmente asesinados.

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Alice Orlowski durante el primer juicio de Auschwitz celebrado en Cracovia (1947) (Archivo)
Pero sin saber por qué, Alice Orlowski cambió de actitud durante el viaje a Auschwitz. Parece ser que se mostraba como una mujer más humana, dando consuelo a los prisioneros, llevándoles agua e incluso durmiendo con ellos a la intemperie. Nadie conoce la verdadera razón que alteró su proceder de forma tan radical. Se dice que se debía a que la guerra estaba llegando a su fin y sabía que pronto sería juzgada como una criminal más.

Tras su llegada a Auschwitz regresó a Ravensbrück. Una vez terminada la contienda fue capturada por el ejército soviético, que la extraditó a Polonia para su ajusticiamiento.

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Alice Orlowski prestando declaración en el juicio de Auschwitz en Cracovia (1947) (Archivo)
En aquel primer juicio de Auschwitz, celebrado en Cracovia entre el 24 de noviembre y el 22 de diciembre de 1947, Alice Orlowski fue condenada a 15 años de prisión por su participación en el maltrato, abuso y asesinato de prisioneros durante el conflicto bélico. Sin embargo, no cumplió la totalidad de su pena. Quedó en libertad en 1957, tan solo diez años después.

Tal y como les sucediera a otras camaradas de las SS como Hildegard Lächert o Hermine Braunsteiner, la ex Aufseherin fue puesta en busca y captura por las autoridades alemanas para ser juzgada de nuevo. Esta vez para dictaminar los crímenes perpetrados en el campo de Majdanek. En 1976, y durante la larga celebración del Tercer Juicio de Majdanek en Düsseldorf, Alice Orlowski murió a los 73 años de edad. ¿Cuál hubiera sido la condena más justa? Nunca lo sabremos.

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Imagen de Alice Orlowski durante el primer juicio de Auschwitz en Cracovia (1947) (Archivo)

https://www.lavanguardia.com/suceso...s-flagelaciones-muerte-las-caras-del-mal.html
 
Los descendientes de judíos que huyeron del nazismo luchan por conseguir la nacionalidad alemana
El gobierno alemán ha denegado cientos de solicitudes a descendientes de judíos alemanes y ahora los perjudicados piden una explicación
El número de solicitudes ha aumentado desde el proceso del Brexit porque para muchos británicos es una manera de seguir siendo europeos
Las organizaciones de personas afectadas por este asunto se han unido para exigir una explicación moral y ética y que se revisen sus solicitudes

Kate Connolly - Berlín
12/07/2019 - 21:29h
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Mujeres judías en el campo de Auschwitz.

Más de un centenar de descendientes de refugiados judíos, en su mayoría británicos, que huyeron del régimen nazi han plantado cara al Gobierno y han decidido rebatir la negativa del Gobierno alemán a concederles la nacionalidad. La Constitución alemana consagra el derecho de toda persona privada de la nacionalidad alemana a lo largo de los 12 años de régimen nazi por motivos políticos, raciales o religiosos, así como de sus descendientes, a solicitar que le sea restaurada.

Sin embargo, centenares de solicitantes, algunos que cursaron la solicitud tras el referéndum del Brexit, han visto sus pretensiones rechazadas por el Gobierno alemán. En la mayoría de los casos porque este derecho solo se transmite por vía paterna. En otros, alegando que el antepasado que tenía el derecho original huyó de Alemania antes del ascenso al poder de Adolf Hitler y, por lo tanto, antes de que los nazis lo despojaran oficialmente de su nacionalidad en 1941. Desde un punto de vista legal se considera que estas personas renunciaron a su nacionalidad por voluntad propia.

El abuelo judío alemán de Barbara Hanley huyó a Reino Unido en 1938 después de la Noche de los Cristales Rotos, pero su solicitud fue rechazada debido a "la lógica patriarcal de que... mi madre se casó con un inglés y yo nací en 1945, momento en el que la nacionalidad sólo podía ser transmitida a través del padre". "Estoy profundamente indignada por esta gran injusticia", señala Hanley, que en junio de 2017 ya escribió al diario The Guardian para dar a conocer su caso. "El Estado alemán, si quiere que su voluntad de reparar el daño causado en el pasado sea tomada en serio, debe reaccionar con prontitud para enmendar esta injusticia", apunta.

La indignación y la consternación por el creciente número de denegaciones de solicitudes ha propiciado la creación del Grupo de Exclusiones del Artículo 116 —Article 116 Exclusions Group—, una campaña iniciada en Reino Unido que toma su nombre del artículo de la Ley Fundamental de la República Federal de Alemania de 1949, que prevé la restauración de la nacionalidad.

La Asociación de Refugiados Judíos, una organización sin ánimo de lucro de Reino Unido, se ha unido a la lucha, y ha instado al gobierno alemán a reconocer "el fuerte argumento moral a favor de una interpretación extensiva de este artículo". Recuerdan que aquellos que ahora solicitan la nacionalidad lo pueden hacer porque sus antepasados directos escaparon del Holocausto. "En muchos casos, otros familiares, que contribuyeron significativamente al desarrollo y al bienestar de Alemania fueron asesinados", puntualizan.

Nicholas Courtman, miembro del Grupo de Exclusiones del Artículo 116 e investigador doctoral en el departamento alemán de la Universidad de Cambridge, pensaba que tenía derecho a solicitar la nacionalidad alemana a través de su abuela judía paterna, que en 1936 huyó de Berlín y se asentó en Londres, donde más tarde se casó con un británico. Sin embargo, vio su solicitud denegada por el hecho de que su abuela "se escapó demasiado pronto".

"Hace meses pedimos al Gobierno alemán que nos diera una explicación moral y ética que justificara esta lógica, pero seguimos esperando una respuesta", indica. "Estamos determinados a llevar a cabo cualquier acción que sea necesaria para recibir el estatus que erróneamente nos ha sido negado", apunta.

El Brexit como impulso
El Brexit propició que a finales del año pasado se creara el Grupo de Exclusiones. Tras conocer el resultado de la votación, miles de británicos descendientes de alemanes judíos decidieron ejercer su derecho a recuperar la nacionalidad alemana y seguir siendo ciudadanos de la Unión Europea. Muchos de ellos no eran conscientes de que existía esa posibilidad.

Aquellos que vieron su solicitud rechazada se fueron organizando a través del boca a boca y las redes sociales. Ahora presionan al Gobierno alemán para que interprete la ley de forma más extensiva. El grupo insiste en el hecho de que el Brexit es una cuestión secundaria. Muchos de sus miembros viven en otros países del mundo y vieron sus solicitudes rechazadas hace décadas. Antes de que se impulsara esta campaña colectiva ya habían intentado de forma individual que se reconociera su derecho.

Sylvia Finzi explica que hasta que ni rellenó la solicitud no se percató de una cláusula con letra pequeña que indicaba que le sería denegada por el hecho de que su madre, alemana y judía, que huyó a Londres con 21 años y con un visado que le permitía trabajar como empleada del hogar, se casó con un refugiado judío de nacionalidad italiana.

"Para mí ya había sido muy complicado desde un punto de vista emocional tomar la decisión de solicitar la nacionalidad de un país que se disponía a asesinar a mi madre, como hizo con otros seis millones de judíos, y cuando vi que me excluían por el hecho de que mi madre se casó con una persona que no era alemana, decidí no cursar la solicitud", indica. "¿Por qué iba a pasar por la humillación de que la rechazaran?", apunta.

En el caso de Mónica Gripaios, nacida en 1951 en Reino Unido de madre judía alemana, fue su hijo quien, tras el referéndum del Brexit, la animó a pedir la restitución de la nacionalidad alemana. "Mi hijo dijo que quería seguir siendo europeo, aunque no creo que mi madre lo hubiera aprobado", explica. "Me rechazaron, por mi fecha de nacimiento". Su hermana, que nació en 1959, sí cumple los requisitos. Otros solicitantes rechazados que se han puesto en contacto con The Guardian son descendientes de personas cuya nacionalidad también fue revocada por razones políticas o religiosas, así como adoptados.

El gobierno alemán rechazó la solicitud de Jacqueline Danson por ser adoptada. Sus padres, judíos alemanes, escaparon a Reino Unido. Danson nació en Londres en 1955 y se fue a vivir con ellos cuando tenía tres semanas. Su madre, Ruth Danson, tiene ahora más de 90 años y da charlas a alumnos británicos sobre sus experiencias como refugiada judía. "Aunque según la legislación soy hija de mis padres adoptivos de pleno derecho, no soy considerada su descendiente: mi sangre no es lo suficientemente alemana", apunta Danson.

Al igual que otros damnificados, las autoridades alemanas le han indicado que puede solicitar la nacionalidad a través de otra vía: la del párrafo 14 de la Ley de ciudadanía alemana, que permite la naturalización discrecional de un extranjero que vive en el extranjero a condición de que tenga un dominio razonable del idioma alemán, tenga fuertes vínculos con Alemania y pueda demostrar que su naturalización beneficia al interés público.

"Esto está moralmente mal", argumenta Danson. "Tener que demostrar que aportamos valor para la sociedad alemana no hace más que volver a abrir la herida del nazismo. Me crié con padres y abuelos alemanes que, a pesar de la persecución a la que se enfrentaron, se enorgullecían de su herencia alemana. En sus estanterías tenían libros de Heine y Schiller, junto a los de Shakespeare, y en su día a día escuchaban música de Bach, Beethoven, Schubert y Wagner", recuerda.

La embajada alemana en Londres, la primera puerta a la que llaman los solicitantes de nacionalidad que viven en Reino Unido, ha declinado comentar sobre estos casos. The Guardian ha preguntado al Ministerio de Interior alemán sobre si tiene la intención de modificar la ley o hacer excepciones caso por caso, a lo que la institución ha contestado justificando por qué los casos no se pueden interpretar de otra manera. Un portavoz se ha negado a dar una justificación ética y moral, como reclama desde hace mucho tiempo el Grupo de Exclusiones.

En un mensaje posterior, el portavoz ha señalado que "en relación con el aumento significativo de las solicitudes tras el referéndum del Brexit para obtener la nacionalidad alemana, el Ministerio del Interior está estudiando algunas de las solicitudes rechazadas. En estos momentos analiza cómo podría incluir estos casos en los supuestos contemplados (por la ley)".

Ulla Jelpke, del partido Die Linke de Alemania, que ha asumido la causa junto a Gitta Connemann de los demócratas cristianos, indica que "en la medida de lo posible, debe corregirse esta injusticia nacionalsocialista". "Estuvo mal que algunas personas tuvieran que irse de Alemania, y sus descendientes tienen derecho a ser reincorporados como ciudadanos", apunta.

"Es incomprensible que se trate de forma diferente a algunos alemanes expulsados, en función de cuándo nacieron o con quién se casaron sus madres. Exijo que se reinterprete, y se reconozca que todos los descendientes de alemanes que fueron despojados de su nacionalidad por los nazis, ya sea por razones políticas o racistas, tienen derecho a la restauración de la nacionalidad sin excepción", señala. "De hecho, es irrelevante si el Brexit propició o no la campaña del Grupo de Exclusión. Se trata de corregir la injusticia Nazi", sentencia

https://www.eldiario.es/theguardian...zismo-conseguir-nacionalidad_0_919008880.html
 
El centenario de Primo Levi, el hombre que nunca logró escapar de Auschwitz
Un 31 de julio de 1919 nació en Turín Primo Levi, escritor y uno de los 24 supervivientes de los casi mil judíos deportados a Alemania desde Italia

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El escritor nació en Turín, el 31 de julio de 1919. Wikimedia
KARINA SAINZ BORGO
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PUBLICADO 31.07.2019 - 05:15
ACTUALIZADO hace 7 horas

Fue escritor, químico y superviviente; en ese orden. También preso de los nazis, partisano, testigo del horror y víctima de esa culpa que persigue a los que logran escapar del infierno. Esto es un hombre. Esta es la historia de alguien cuya biografía resuena en la Europa contemporánea, tan emperrada en vivir instalada en el olvido aunque tenga muertos suficientes para empedrar un siglo entero. Esta es, pues, la vida de Primo Levi, quien nació en Turín tal día como hoy, un 31 de julio pero de 1919. Este año se cumple el centenario de su llegada al mundo, y 32 desde que el 11 de abril de 1987 se arrojara por el hueco de la escalera, aguijoneado a partes iguales por la vida y la muerte, la que él conservó y la que otros perdieron.

Tal y como narra en El sistema periódico, un volumen híbrido en el que escribe en clave de relato muchos episodios de su vida, se integró durante tres meses en un grupo de la Resistencia durante el otoño de 1943. En plena Italia gobernada por Benito Mussolini, los jóvenes se organizaban en pequeños grupos partisanos como forma de resistencia ante las llamadas leyes raciales, que contemplaban la deportación y la muerte para todo aquel que cumpliese con los supuestos contemplados en cada una de ellas. Él los cumplía, por supuesto. Era judío.

Se cumple el centenario de su llegada al mundo, y 32 desde que el 11 de abril de 1987 se arrojara por el hueco de la escalera, aguijoneado a partes iguales por la vida y la muerte

A él y sus compañeros los arrestaron en diciembre de 1943. Pasaron un mes en la cárcel de Aosta. Un mes más tarde, el 22 de febrero de 1944, fueron deportados a Fossoli primero y a Auschwitz después. Primo Levi pasó ocho meses en el campo de concentración, ahí le tatuaron el número 174489. El joven licenciado en Química consiguió mantenerse vivo gracias a sus conocimientos. Los alemanes lo ‘emplearon’ en una factoría de I. G. Farben. Emplear es un eufemismo: era una prórroga, una forma de esclavitud. Todo el que fuese útil permanecía con vida. Ocurrió lo mismo con Luciana Nissim, compañera partisana en Turín, quien consiguió salvarse a cambio de trabajar como médico en los dos campos donde estuvo: Birkenau y Buchenwald.

Primo Levi fue uno de los 24 supervivientes de los casi mil judíos deportados. Regresó a Turín en 1945, vivo, y aguijoaneado por el malestar que eso parecía desatar en su interior. El escritor consiguió sobrevivir a Auschwitz , pero no a su recuerdo de ceniza y muerte. Le horrorizaba que el revisionismo y el negacionismo crecieran en Europa. A Primo Levi lo atenazaba entonces -nunca se libraría de ella- la sensación de haber regresado a un mundo que ya no reconocía y que nunca podría ser nuevo. Recién llegado a su ciudad, consiguió un empleo en la fábrica Pont de Nemours & Company, en Turín.

La Europa de aquel momento, dolida y paralizada ante el horror de la que había sido víctima y perpetradora, nada quería saber del Holocausto

Algo no era suficiente en aquella nueva vida, por eso el joven químico trabajaba con pinturas de día y escribía de noche. Levi comenzó a ponerlo todo por escrito: las cosas que había visto y escuchado, conversaciones y episodios. Sus pensamientos y obsesiones se multiplicaron en forma de notas que apuntaba sin orden en pequeños pedazos de papel o en el reverso de las cajetillas de tabaco y los billetes de tren, como si cualquier superficie fuera propicia para emulsionar aquel horror. De aquellos apuntes surgió Si esto es un hombre, un manuscrito en principio rechazado por la editorial Einaudi.

La Europa de aquel momento, dolida y paralizada ante el horror de la que había sido víctima y perpetradora, nada quería saber del Holocausto ni de la Segunda Guerra Mundial, así que Levi publicó Si esto es un hombre de manera casi simbólica en una editorial minúscula. Diez años después, en 1956, Einaudi rescató el libro. Desde entonces no ha dejado de reeditarse y es uno de los más reclamados de su catálogo. Gran parte de la literatura de Levi gravitó alrededor de aquella experiencia devastadora que lo convirtió, al mismo tiempo, en fantasma y escritor.

"Quien ha esperado que su vecino acabara de morir para quitarle un pedazo de pan puede ser inocente, pero está señalado, condenado, maldito"

Cuando se cumplieron diez años del su***dio de Levi, el Corriere della Serapublicó un texto inédito de Levi que Enric González tradujo y publicó en una de sus piezas informativas como corresponsal en Italia. Era un guión radiofónico propuesto en 1963 a la RAI, la radiotelevisión pública italiana. El texto hablaba de los últimos días en Auschwitz, "con los alemanes ya huidos y los enfermos abandonados". En una de sus líneas, Primo Levi escribe: "26 de enero. Estamos solos, abandonados en un universo de muertos y larvas. El último rastro de civilización ha desaparecido de nuestro alrededor y de nuestro interior".

Empujado por el abatimiento, Levi continúa describiendo: "La obra de bestialización emprendida por los alemanes triunfantes ha sido cumplida por los alemanes derrotados. Es hombre quien mata, es hombre quien sufre o comete una injusticia: no es hombre quien ha perdido toda decencia y comparte su lecho con un cadáver. Quien ha esperado que su vecino acabara de morir para quitarle un pedazo de pan puede ser inocente, pero está señalado, condenado, maldito".

En ese texto queda encuadernado, como en aquellas lápidas que describió Nabokov, la vida de un hombre que nunca huyó del todo, alguien que había muerto mientras intentó mantenerse con vida. Aunque intentó liberarse escribiendo y dando sentido a aquel horror, Primo Levi nunca dejó de ser un preso. Permaneció encarcelado en el barracón de aquellos recuerdos que le pisaron los talones hasta encaminarlo al hueco de la escalera con el que puso fin a una profunda depresión que ni los antidepresivos ni los antipsicóticos pudieron combatir.

https://www.vozpopuli.com/altavoz/cultura/centenario-primo-levi-auschwitz_0_1267973824.html
 
SUPERVILLANOS DE LA HISTORIA
Serie
Ilse Koch: la carcelera nazi que horrorizó a los propios jerifaltes del III Reich
Lunes, 5 agosto 2019 - 01:35
Se salvó dos veces de la pena de muerte y al final acabó ahorcándose en la cárcel, atormentada por los crímenes y las pulsiones necrófilas.

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"NO HAY OTRA SALIDA PARA MÍ, LA MUERTE ES LA ÚNICA LIBERACIÓN"
  • Nombre completo: Margaret Ilse Kohler
  • Fecha: 1906-1967
  • Apodos: La Zorra de Buchenwald

  • Atrocidades: torturas, asesinatos selectivos, ordenar que prisioneros del campo de Buchenwald fueran desollados para elaborar objetos como lámparas, guantes o forros de libros con su piel
  • Nivel de maldad: 10 / 10
En las altas esferas del Tercer Reich no había ninguna mujer, más allá de las esposas de los jerifaltes nazis, pero las mujeres sí estaban muy presentes en los campos de concentración y exterminio, donde guardianas como Irma Grese, Maria Mandel y Herthe Bothe ejecutaron con sádica precisión su propia danza macabra. Entre ellas, hay una que destaca por la crueldad y determinación con la que desempeñó su siniestra labor: Ilse Koch, la Zorra de Buchenwald.

En su infancia y adolescencia, nada hacía presagiar que Ilse se convertiría en uno de los máximos exponentes de la barbarie nazi. Si un reportero hubiera ido a preguntar a sus vecinos, estos habrían afirmado muy convencidos que era una chica adorable pelirroja y de ojos verdes, muy amiga de sus amigos e incapaz de herir o maltratar a otro ser humano. Las apariencias, ya se sabe, engañan.

Ilse dejó la fábrica en la que trabajaba desde los 15 años y pasó a ejercer de dependienta en una librería. Allí trabó relación con los altos mandos del recién creado Partido Nacionalsocialista. Entre ellos estaba Karl Koch, un codicioso trepa de las SS que pronto ascendió en el escalafón nazi en virtud de su amistad con Heinrich Himmler y su impecable currículum como sanguinario carcelero. La boda entre Ilse y Karl se celebró el mismo año en el que él fue destinado a dirigir el campo de concentración de Sachsenhausen. Allí, ambos empezaron a poner en práctica algunas de las atrocidades que después convirtieron en norma en su siguiente destino.

El matrimonio Koch participó en el diseño de Buchenwald, cerca de Weimar, en cuya entrada se leía la inscripción A cada uno lo que merece. Para su construcción, miles de presos fueron utilizados para deforestar una vastísima zona, en la que sólo se salvó un roble conocido como Goethe, bajo el cual, según la leyenda, el genio de las letras germanas había trabajado en Fausto. Aquel árbol sería testigo silencioso de los horrores cometidos por los Koch.

Las esposas de los comandantes nazis encargados de supervisar los campos de concentración no tenían más deber que el de ejercer de amas de casa, una especie de ceguera autoimpuesta ante las atrocidades que tenían lugar frente a sus arias narices. Según contaron decenas de testigos en los tres juicios a los que se enfrentó, Ilse Koch era distinta: disfrutaba implicándose hasta en los más nimios detalles del día a día de Buchenwald, sobre todo en los que tenían que ver con torturar, humillar y matar.

Uno de sus pasatiempos favoritos era vestirse de manera provocativa y mostrar sus encantos ante los recién llegados al campo. Si algún preso osaba mirarla directamente, recibía una paliza que solía acabar en muerte.

Pero sus peores crímenes fueron los que pergeñó y llevó a cabo junto a uno de sus supuestos amantes, Waldemar Hoven, jefe del departamento de investigación médica de Buchenwald. Ilse ordenaba que los reos formaran filas completamente desnudos e iba señalando con su fusta a aquellos que tenían tatuajes. La mayoría de ellos eran ejecutados y sus cuerpos llevados al quirófano, donde se les extraía la piel, que era utilizada para elaborar objetos como fundas de libros, guantes o pantallas de lámparas. Su macabro sentido estético, sólo comparable al de Ed Gein, incluía también cabezas reducidas como pisapapeles y, según varios testigos, dedos cercenados como interruptores de la luz.

En 1943, los propios nazis juzgaron al matrimonio Koch. Los cargos fueron malversación de fondos, falsificación, amenazas a oficiales y asesinato. Durante el juicio, Karl fue encontrado culpable, entre otras cosas, por embolsarse cuantiosas sumas extorsionando a los prisioneros judíos más adinerados. La corte nazi lo sentenció a morir fusilado, mientras su esposa fue condenada a cinco años de prisión por recibir bienes robados. Ella escenificó una crisis nerviosa que le valió la absolución y abandonó Buchenwald con sus dos hijos para irse a vivir a Ludwigsburg con su cuñada.

Un año después, tras la liberación definitiva del campo por las tropas estadounidenses en abril de 1945, unas imágenes tomadas por Billy Wilder dieron la vuelta al mundo: allí estaba la mesa con las cabezas reducidas, las pieles humanas con tatuajes utilizadas como elementos decorativos, la famosa lámpara que luego nadie pudo encontrar y utilizar como prueba en los juicios de Dachau.

En el momento de subir al estrado, en 1947, Ilse estaba embarazada, pese al régimen de incomunicación que ordenaron las autoridades. Todavía hoy se desconoce si fue una estrategia para evitar la pena de muerte y quién fue el padre de su cuarto hijo. Por falta de pruebas, la sentencia finalmente se redujo a cuatro años, y su liberación por parte de los americanos levantó una fuerte indignación popular e inspiró una canción de Woody Guthrie. Al poco tiempo, fue arrestada de nuevo por las autoridades alemanas y sentenciada a cadena perpetua.

Al cumplir los 20 años, Uwe, el hijo que nació durante su estancia en la cárcel, descubrió quién era su madre y la visitó en la prisión de Aichach. Un mes después, el 2 de septiembre de 1967, Ilse escribió una nota de despedida a su hijo y se ahorcó atando las sábanas de su cama. «No hay otra salida para mí, la muerte es la única salvación», decía la nota. Se equivocaba: su nombre sigue siendo uno de los mejores sinónimos de la barbarie nazi.
https://www.elmundo.es/papel/historias/2019/08/05/5d46b28021efa09a2c8b45c5.html
 
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