ÉL: hilo exclusivo para hombres - todo para ellos

continúa...



  • calzado_zapatos_primavera_nauticos_671682449_680x1000.jpg

    © Cortesía de Casual Attitude


    Casual Attitude
    Precio: 64 €
    www.spartoo.es


  • calzado_zapatos_primavera_nauticos_128883667_680x1000.jpg

    © Cortesía de Ben Sherman


    Ben Sherman
    Precio: 88 €
    www.bensherman.com


  • calzado_zapatos_primavera_nauticos_611222847_680x1000.jpg

    © Cortesía de TBS 1978


    TBS 1978
    Precio: 95 €
    www.tbs1978.com


 
Los cinco mejores perfumes para hombre
Probamos cinco fragancias masculinas de las marcas más reconocidas, que se han convertido en icónicas con el paso del tiempo y con precios entre 50 y 100 euros



EL PAÍS Escaparate


Madrid 24 MAY 2018 - 03:55 ART

* Este ha sido uno de los artículos más leídos de EL PAÍS Escaparate en el último año. Hemos comprobado que la selección sigue estando vigente, por lo que hemos actualizado los precios y renovado los productos agotados para mantenerlo al día.




En 2017, la categoría de perfumes y fragancias fue la que más creció en el mercado español de cosmética y perfumería hasta alcanzar una facturación de 1.312 millones de euros, un 5,42% más con respecto a 2016, según datos se la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa). Uno de los factores que contribuyen a explicar este crecimiento es la alta demanda de perfumes masculinos, que aumentó en un 7%, especialmente en los de gama alta –un 90% de las compras de fragancias para hombre fueron de marcas de calidad-.

Hasta que Dior no presentó Eau Sauvage en 1966, el perfume masculino que rompió moldes, las grandes marcas de belleza no se habían aventurado a lanzar un olor tan fresco, pues las fragancias para hombre estaban enfrascadas en la intensidad y la contundencia de los aromas amaderados —olores a maderas del bosque—. Desde entonces, el catálogo de perfumes masculinos se ha ampliado de forma considerable y hay una gran variedad de opciones entre las que elegir. Tanto es así, que con el paso de los años hay perfumes que son considerados de culto.



En EL PAÍS Escaparate hemos probado durante varios días diversos perfumes masculinos de las marcas más reconocidas con el objetivo de elegir los cinco mejores según cinco categorías que hemos establecido. El ya mencionado Eau Sauvage, de Dior, destaca como el más clásico; Opium, de Yves Saint Laurent, consideramos que es el más atrevido; L'Eau d'Issey, de Issey Miyake, el más fresco; el más masculino, Fahrenheit, de Dior; y, por último, el más emblemático es Egoïste, de Chanel.



1. El más clásico: Eau Sauvage, de Dior (1966)


1527094008_884600_1527095458_sumario_normal.jpg


El lanzamiento de esta fragancia en 1966 marcó un antes y un después en el mundo de los aromas masculinos. Por primera vez, los hombres contaron con un perfume fresco y cítrico, con una base de vetiver y unas notas de limón y romero que se perciben en su aplicación. Añade, además, un punto revolucionario en su estructura olfativa: una elevada concentración de un material llamado hedione o dihidrojasmonato de metil, que procede del absoluto de jazmín y sirve para redondear las notas florales y cítricas de la colonia.



Antes de Eau Sauvage, ningún aroma masculino se había atrevido con un olor tan fresco. El mítico perfumista francés Edmond Roudnitska no solo se decidió por esta fragancia, sino que lo hizo en gran cantidad: un 2%, algo hasta entonces impensable. Otros, como One, de Calvin Klein, o Angel, de Thierry Mugler, han seguido su estela, y en ese sentido son sus deudores, si no sus copias.



Tal era el riesgo que corría la casa Dior hace cinco décadas con esa creación que el anuncio de lanzamiento proclamaba: “viril, discreta y fresca”. El énfasis publicitario en la masculinidad del producto obedecía a que muchas mujeres, pensando que era una fragancia femenina, lo hicieron suyo. Era lógico: hasta entonces los aromas masculinos destacaba por su intensidad y contundencia, más amaderados. Desde entonces han cambiado mucho los cánones de estilo del hombre y a su dulcificación ha contribuido sin duda esta fragancia de Dior.



Desde su lanzamiento, la maison francesa ha tenido además el acierto de no variar el diseño de la botella: las mismas estrías en diagonal del cristal, la misma etiqueta con el mismo logotipo y el mismo tapón plateado. El envase de Eau Sauvage es tan mítico como su contenido. En sus campañas publicitarias a lo largo de las décadas se han sucedido Alain Delon, Johnny Hallyday, Zinedine Zidane e incluso el Corto Maltés. Y en una clara muestra de su personalidad innovadora, los anuncios de los años 80 incluían dibujos de hombres desnudos, cubiertos por una toalla o de espaldas, mirándose al espejo.


Un consejo: optar por la Eau Sauvage clásica. Dior ha creado numerosas variantes (Extreme, Parfum, Cologne o Sauvage, a secas) que no han logrado elevarse al nivel del aroma original. Es demasiado difícil de igualar, incluso para quienes lo crearon.



Compra desde 61,70€ en Perfume's club


2. El más atrevido: Opium, de Yves Saint Laurent (1995)


1527094008_884600_1527095494_sumario_normal.jpg



Opium Pour Homme es, sencillamente, un escándalo. No es una exageración. Desde su lanzamiento en versión femenina (1977) y masculina (1995) ha llegado a ser prohibida en algunos países, como Arabia Saudí, porque sus autoridades consideran que su nombre incita al consumo de estupefacientes. Sus campañas han sido ampliamente criticadas por tratar a las mujeres, y también a los hombres, como objetos sexuales. Todo a su alrededor es delirante y onírico, como evidencia el hecho de sea la única fragancia para la que David Lynch haya rodado un anuncio.



Se trata de un perfume oriental, intenso, inconfundible y contundente, diseñado por Jacques Cavallier. Se puede oler sobre la piel horas después de haberse aplicado. En principio huele a anís y grosella, con una base de vainilla y notas amaderadas que permanecen tras su aplicación. Es inconfundible, uno de esos aromas que incluso los que no son expertos en perfume pueden identificar de forma instintiva. Dada su intensidad, es mejor usarlo en invierno, aunque sus fanáticos jurarán que es adecuado también en verano. En algunas temporadas, la casa Saint Laurent ha comercializado una versión tipo agua fresca muy diluida y con poca personalidad.



Es, en definitiva, un perfume para hombres con las cosas claras y cuyo objetivo principal no sea la discreción. Así los retrataba el primer anuncio de la fragancia, en 1995. Su imagen era Rupert Everett, con una bata de seda púrpura que dejaba buena parte del pecho al descubierto, tumbado sobre una cama de plástico roja. La cámara daba vueltas, provocando una sensación de vértigo, mientras el actor se acariciaba la piel.



Compra por 41,10€ en Amazon


3. El más fresco: L'Eau d'Issey, de Issey Miyake (1994)


1527094008_884600_1527095131_sumario_normal.jpg



El amor del diseñador japonés Issey Miyake por la escultura y la tecnología tiene su versión olfativa en un aroma que también le debemos a la nariz de Jacques Cavallier, un maestro a la hora de interpretar a grandes diseñadores para sus perfumes. La elaboración corre en realidad a cargo de una empresa subsidiaria de Shisheido y tiene una calidad en los ingredientes y en la mezcla difícil de igualar. Es una fragancia muy fresca, a la vez muy acuática y muy amaderada, como un día de verano en una isla remota.



Lanzado en 1994, es un perfume complejo, con una base de vetiver, sándalo, cedro, ámbar y tabaco, salida de cilantro, ciprés, mandarina, estragón, salvia, bergamota, y lima ácida y calone, y un componente central de nuez moscada, geranio y azafrán, entre otros. Sobre esta base, muy trabajada, el diseñador lanza de forma habitual ediciones especiales y limitadas de sus fragancias; aunque ninguna es capaz de estar al nivel del original, que además se ofrece en desodorantes, after shave y leche hidratante con un aroma muy similar.



Una anécdota: Miyake es muy popular en Francia, que le ha reconocido incluso con la Legión de Honor. Pensando en ese mercado principalmente, le dio el nombre de L'Eau d'Issey, que en francés suena como L'Odissée, o La Odisea, en referencia al clásico de Homero.



Compra desde 23,05€ en Perfume's club


4. El más masculino: Fahrenheit, de Dior (1988)


1527094008_884600_1527095379_sumario_normal.jpg



Se ha escrito mil veces, pero no está de más recordarlo: Fahrenheit huele a gasolina. Es cierto. Esta fragancia creada por Jean-Louis Sieuzac y Maurice Roger es la versión aromática de una moto sobre el asfalto al atardecer. Es contundentemente masculina, tal y como se concebía la masculinidad en el cine y la televisión de los años 80, cuando nació. Su base es la resina de benjui. Le añade sándalo y unas notas de salida de espino, madreselva y violeta. El resultado: un aroma a gasolina que, además, es muy duradero e inmediatamente identificable.



El envase, como casi todas las creaciones de Dior, es icónico: una botella de vidrio rojo gruesa en la base. Es tan reconocible como las campañas de publicidad del perfume, que suelen presentar a hombres ante grandes espacios en el mar y la montaña, con esa apelación a la aventura y la masculinidad.



En 2014, Dior pidió a François Demachi que modificara la base para darle un toque más fresco para una edición en versión de agua de colonia y otra que ha llamado Fahrenheit Parfum, que en realidad endulza el aroma con vainilla de Bourbon, con lo que en vez de gasolina, el producto huele a whiskey.



Compra desde 59,70€ en Perfume's club


5. El más emblemático: Egoïste, de Chanel (1990)


1527094008_884600_1527095196_sumario_normal.jpg



Sin duda, esta es la mejor obra olfativa del maestro Jacques Polge, quien se propuso crear la versión masculina de la icónica Bois des Iles, que como Chanel nº5 empleaba en abundancia el sándalo. Polge decidió emplearlo también como la raíz de su nueva creación masculina. Le añadió rosa en la base, dándole un ligero toque floral, que compensa con un abundante uso de las especias hasta dotarla de un carácter algo andrógino, que no unisex. El suyo es un aroma cálido, concentrado, contundente, ideal en invierno. El propio Polge lo ha descrito como un “aroma para la seducción y para el s*x*” y lo ha señalado en varias ocasiones como su creación favorita.



La fragancia se comercializó en 1984 con el nombre de Bois Noir, y se vendía exclusivamente en tiendas Chanel, sin publicidad. Luego ya fue distribuido más ampliamente como Egoïste, en 1990. El artista Jean-Paul Goude diseñó para el relanzamiento el que tal vez sea el vídeo publicitario más célebre de la historia de los perfumes, con unas mujeres desenfrenadas gritando desde sus balcones al protagonista, un egoísta en carácter y perfume.



Nunca ha sido un superventas. Es, en realidad, un perfume de culto, porque irónicamente una versión bautizada como Egoïste Platinum, lanzada en 1993 y mucho más dulce y floral, la superó con creces en popularidad y ventas.



Compra por 76,80€ en Amazon


*Todos los precios de compra incluidos en este artículo están actualizados a 17 de abril de 2019.


https://elpais.com/elpais/2018/05/23/escaparate/1527094008_884600.html


EXCELENTE IDEA COMPAÑERA @Coti7495, AHORA SOLO FALTA SABER CUANTOS "MILEURISTAS" PUEDEN DISPONER DE "TRESCIENTOS " EUROS AL MES PARA PERFUMARSE.-
UN GRAN ABRAZO.-
 
Los zapatos náuticos que llevas hoy están diseñados así gracias a un perro

Y a su dueño, que fue un entrerpreuner de principios del siglo XX.

Gracias a un perrete como este tenemos náuticos.

© Cortesía de Sperry

upload_2019-5-1_11-16-17.jpeg

A principios del siglo XX, comenzó el desarrollo de los grandes puertos de la Costa Azul para las clases altas, y con ello los deportes náuticos comenzaron a ganar mayor popularidad. Sin embargo, todos sufrían al subir a la cubierta de sus yates, pues la suela de los zapatos resbalaba sobre la superficie húmeda. De esta forma, surgió la necesidad de crear un modelo antideslizante para practicar tales actividades marítimas.

Si dais la vuelta a vuestros náuticos, observaréis que su suela es engomada y estriada, y no es un capricho, sino fruto de una casualidad muy bien aprovechada. En 1935, Paul Sperry, un magnate americano apasionado de la navegación, creó el primer zapato náutico de la historia.

El famoso Paul Sperry.

© Wikicommons

upload_2019-5-1_11-15-54.jpeg

Una tarde de invierno, mientras paseaba con su cocker spaniel, Prince, Sperry se percató de la facilidad del perro para mantener el equilibrio sobre el hielo y la nieve. Movido por la curiosidad, examinó con atención las almohadillas de las patas de su fiel amigo. Lo que descubrió en ellas fue una superficie estriada que le permitía mantener la estabilidad sobre suelos resbaladizas.

A modo de experimento, cogió un trozo de goma blanca (para no manchar la superficie del barco), con una navaja realizó unas hendiduras sobre ella en forma de patrón –patentado posteriormente como Razor-Siping™ – y la adhirió a su zapato. Y así fue como Paul Sperry consiguió potenciar la tracción del calzado para que todos los marineros surcaran los mares tranquilamente y sin miedo a resbalarse por la cubierta de sus yates.

https://www.revistagq.com/moda/articulos/origen-zapatos-nauticos-paul-sperry-perro/23282
 
Mira la cremallera que llevas entre las piernas y verás cómo pone YKK

Hemos descubierto el significado de estas tres misteriosas siglas que están en tantas de nuestras prendas.

¿Pero qué significa YKK?

upload_2019-5-1_23-48-9.jpeg
© Getty Images


El otro día, mientras me disponía a calzarme los pantalones para acudir a GQ, reparé de repente en las pequeñas letras que se imprimían sobre la cremallera de mi bragueta: YKK. “¡Maldita sea!”, me dije a mí mismo, “ ¿Qué significan estas siglas en todas mis cremalleras? ¿Qué he hecho yo para merecer esto? ¿Me estarán fichando por algo? ¿Qué señales me está intentando enviar el universo?”.

Con una pierna metida y otra sacada del pantalón (no quise tocar más esa cremallera por si se ocultaba de un mensaje encriptado durante décadas con una bomba nuclear en el interior), cogí el smartphone y tecleé en el buscador.

YKK corresponde a Yoshida Kogyo Kabushikikaisha, que en español significa Yoshida Sociedad Limitada. Así de sencillo. Tras respirar por comprobar que esas trío no entrañaban ningún plan maligno, navegué por la historia del tal Yoshida.

La historia de Yoshida Kogyo Kabushikikaisha

Por raro que parezca, la cremallera no tiene ni 100 años, concretamente se creó en 1917, y en 1934, Tadao Yoshida consideró desde su Tokio natal que no estaba lo suficientemente perfeccionada. Así, cual moderno avanzado, decidió crear sus propias cremalleras en casa.

Él fundía el latón, moldeaba cada uno de los dientes, tejía la lona, la teñía de colores y embobinaba todo para dar lugar a su propio diseño. Y por si fuera poco, fabricaba hasta las cajas donde las fue enviando a cualquier parte del mundo. Ah, claro, y para que quedara constancia de que cada creación era suya, sellaba el YKK (Yoshida S. L.) en cada una de ellas.

Pasado el tiempo, resultó que las del tokiota se convirtieron en las cremalleras más resistentes del mercado, y todo ello sin fallar en los procesos de producción ni en los envíos internacionales, y sin aumentar el precio de venta.

Así, se ganó a la industria y a día de hoy produce (imaginamos y esperamos que ya no en su casa) más de siete mil millones de cremalleras al año, lo que supone casi la mitad de la producción anual. Las firmas vieron claro que si un cliente se gastaba el dinero en una de sus prendas y después, por ahorrarse unos céntimos, la cremallera estallaba, la reprimenda sería para ellos y no para el fabricante de esa cremallera.

De esta forma es cómo un moderno anticipado a su época mejoró uno de los elementos más funcionales para el cliente final (es mucho más sencillo desabrochar cremalleras que botones de camisas o clips de sujetadores) e importantes para las marcas textiles (si se rompe la cremallera, la prenda queda inservible, y no quieren jugársela con la producción china). En este caso, el "pequeño pero matón" funciona mejor que nunca.

Ah, por cierto, terminé de vestirme y llegué a tiempo a GQ con una cosa nueva aprendida. Gracias por preocuparos.

*Artículo originalmente publicado el 19-06-2015

https://www.revistagq.com/moda/articulos/ykk-cremallera-significado/22073
 
No siempre el rosa fue de chicas y el azul de chicos, hasta 1940 iban al revés

Os lo explicamos históricamente.

Estos niños están flipando con el tema.

upload_2019-5-1_23-51-12.jpeg
© D. R.


Cuando un amigo, familiar, persona que te roba el asiento en el metro te anuncia que espera un bebé de los que después poblarán Facebook, lo habitual es preguntar “¿Niño o niña?”. En la respuesta no buscamos el interés en conocer el s*x* del retoño, sino en planificar cuanto antes si tendremos que comprar el dichoso regalo de nacimiento en tono azul, si es chico; o rosa, en el caso de que sea chica. (Luego está la gente más lista del mundo que compra todo en amarillo para no fallar, aunque ese es otro tema).

Mirando el lado positivo de esta situación género-cromática, resulta práctico pintar a brochazos y clasificar en un tono definitorio a los bebés, porque de pequeños todos son iguales y puede llevar a equívoco. Pero, ¿qué pasaría si esta convención social no hubiese sido así siempre? ¿Qué sucedería si tradicionalmente el rosa fuera para los niños y el azul para las niñas? Os confirmamos que esto era así hasta que lo cambiamos.

Hemos crecido con la idea de que todo lo rosa es de chicas y todo lo azul es de chicos, y así lo hemos continuando asociando en nuestra madurez. Sin embargo, hubo un tiempo en el que los bebés no tenían color, todos vestían de blanco nuclear y con vestido de algodón hasta los 6 ó 7 años. Por un lado, el algodón blanco era más fácil de lavar y blanquear si se pringaba y, por otro, “se evitaba el riesgo de vestir al bebé con la ropa errónea y que creciera pervertido”, según Jo B. Paoletti, historiadora de la Universidad de Maryland y autora de 'Pink and Blue: Telling the Girls From the Boys in America'.

upload_2019-5-1_23-51-53.jpeg
Franklin D. Roosevelt, 32º Presidente de EE. UU., siendo un bebé en 1884.

© Wikicommons


Los tonos pastel llegaron como tendencia en el siglo XIX, pero en ningún caso para definir género. No es hasta después de la I Guerra Mundial cuando encontramos la primera diferenciación entre estos dos colores. Y aquí viene la sorpresa: la revista Earnshaw's Infants' Department publicó en 1918 lo siguiente: “La regla generalmente aceptada es rosa para los chicos y azul para las chicas. La razón es que el rosa es un color más decidido y fuerte, más adecuado para los niños, mientras el azul, que es más delicado y refinado, es mejor para las niñas”. Esto era la tendencia y, como todo, tardó en calar en la sociedad, eso y que cada gran almacén decidía por sí mismo qué color asignar a cada s*x*, como recogió la revista Time en 1927.


upload_2019-5-1_23-52-24.jpeg
Así repartían el color los grandes almacenes de EE. UU. a principios del siglo XX.

© Revista Time


La concepción final que tenemos hoy en día respecto a estos dos tonos, llegó hacia 1940, cuando después de la II Guerra Mundial se decidieron cambiar las tornas básicamente porque sí y porque, por moda, los retailers decidieron establecerlo de este modo. Y nosotros, lo aceptamos. O casi, porque entre que la masa lo aceptaba y el conato feminista de los años 60, en el que las madres decidieron vestir a sus hijas igual que a los chicos por la igualdad de género (hecho que provocó que durante dos años los grandes almacenes Sears no produjeran ropa de bebé rosa), las prendas sin género para bebés continuaron prácticamente vigentes hasta mediados de los 80, cuando definitivamente se asentó la idea de niños de azul y niñas de rosa.

Si volvemos al inicio del párrafo anterior, a los años 40, debemos recordar el efecto babyboom tras la II Guerra Mundial, niños que, nacidos tras este periodo, alcanzaron la madurez en los 80, que crecieron con la nueva honda genero-cromática y que comenzaron a aplicarla a sus propios bebés a finales del siglo XX. Y aquí está la explicación.

En resumen, todos los bebés vestían fácilmente de blanco hasta que llegaron las modas y los grandes almacenes decidieron separarlos por sexos y color. Fin de la historia. Ahora que cada uno haga lo que quiera.

https://www.revistagq.com/moda/articulos/azul-para-chico-rosa-para-chica-bebe-historia/22417
 
Qué hacer cuando tu perfume favorito desaparece

upload_2019-5-3_0-45-4.jpeg


Las marcas descatalogan fragancias todo el tiempo. Es una faena, pero puedes aprovecharlo para convertirte en un hombre (aún) más atractivo.

Mi profesora de Historia del Arte en el instituto se echaba una colonia con un olor tremendamente reconocible entre comino, bergamota y canela. Entraba en clase y toda la estancia se impregnaba, como si hubiese lanzado un arma química. Sabías perfectamente por dónde había pasado en los pasillos o escaleras y si afinabas la nariz incluso podías calcular el tiempo exacto. Hace unos años iba en el metro cuando la olí, una mujer que olía exactamente igual. Fue un viaje sensorial que ocurre a veces, cuando el olor de alguien conocido se cruza contigo por la calle.


No te cruzas con una persona, te cruzas con su olor. Ahora imagina que alguien decide que ese olor de tu profesora, de tu padre, de tu abuela, de tu pareja, tu recuerdo más preciado de esas personas, contiene alérgenos que deben ser prohibidos. Perfumes reformulados o, en el peor de los casos, retirados para siempre de las estanterías. Los olores son una herencia intrínsecamente frágil y evanescente, porque los perfumes se reformulan constantemente. A veces las empresas sustituyen ingredientes por otros más baratos como medida de ahorro. En ocasiones las materias primas naturales escasean, o la cosecha de alguna cambia según la temporada, como puede ocurrir con el jazmín. Otras veces algunos ingredientes son reemplazados por sustitutos sintéticos. También hay muchos materiales que han sido prohibidos o restringidos por la IFRA (International Fragrance Association) como el citral, el aceite de limón prensado en frío, el musgo de roble, el aceite de boldo, el aceite de santolina o los aceites de cítricos.

Pablo, de 47 años, lleva toda su vida usando la colonia Floïd Blue, en su ovalado frasco azul original que dejó de fabricarse. “Un día paré a comer en Ayamonte, en Huelva, y paseando por el centro vi una vieja perfumería en la que tenían varios frascos originales en el escaparate. Me llevé unos seis”, cuenta. “He probado muchas colonias más, pero ninguna me gusta tanto como ésa. Es la colonia que usaba también mi padre. Me une a él y a toda mi vida”. Sandra, 33 años, persigue desde hace tiempo el olor de Rasgo, de Antonio Puig, que se lanzó al mercado en el año 1990: “Todavía conservo un frasco que olfateo de vez en cuando. Me lo regaló una pareja que tuve”, dice. Son muchos los que guardan una estricta fidelidad a su fragancia y, cuando ésta se termina, se enfundan en prendas negras, escriben la esquela y guardan el periodo de luto pertinente. Una simple búsqueda en internet arroja decenas de páginas que te ofrecen recuperar viejos olores: subastas de eBay, webs de anuncios de segunda mano e incluso algunas tiendas especializadas en fragancias descatalogadas.

Le Secret Du Marais, en Madrid.

© Cortesía de Le Secret Du Marais

upload_2019-5-3_0-42-47.jpeg

En la arbolada calle Rue du Parc de Clagny, en Versalles, hay un templo de todas las fragancias incunables. Si la Biblioteca Nacional almacena libros históricos, si en las academias de cine se almacenan películas, ¿por qué no almacenar olores? Esto se propusieron en La Osmothèque, del griego osme (olor) y theke (depósito), el primer archivo de olores de la historia. En sus cajones puedes encontrar la receta original de Chanel Nº5, con sus pinceladas a jazmín de Grasse y la rosa de mayo; puedes oler gemas desaparecidas como Jacques Fath Iris Gris o Coty Chypre; restaurar en tu nariz viejas fórmulas como el verdor del original Balmain Vent Vert; o aproximarte al olor de Napoleón, fervoroso creyente en las virtudes del agua de Colonia, en su exilio en Santa Elena en el año 1815. De él se decía que llevaba siempre un frasco escondido entre las botas.

Fachada de la Osmothèque, el mayor archivo de olores del mundo, en Versalles (Francia).
© Cortesía de la Osmothèque

upload_2019-5-3_0-43-5.jpeg

En Madrid abrió hace 15 años Le Secret du Marais, una tienda que busca paliar un vacío existente en España, el de una perfumería de autor. Tienen una base de datos de 9.000 perfumes. “Aquí viene mucho nostálgico, muchos clientes que echan de menos su colonia o perfume y no saben por cuál sustituirla”, describe su fundadora MartaTamayo. Para darles la opción más acertada, cada cliente pasa por un diagnóstico olfativo. Funciona a base de un algoritmo que cruza datos como fragancias habituales, edad o zona de residencia, porque los olores también cambian según el clima: “Así conseguimos obtener las notas olfativas más importantes. Hay clientes que dicen ‘me gusta lo fresco’, por ejemplo, pero hay diferentes conceptos de qué es fresco. Una vez contestadas las preguntas, el algoritmo genera el perfil olfativo y las familias olfativas que más le gustan a un determinado cliente. Con esos datos la aplicación ofrece varias opciones. La persona huele las muestras a ciegas para no saber de qué marca se trata, y las que mejor valore son las que luego prueba en la piel, que eso es fundamental”, describe Tamayo. La importancia del perfume “es que es un complemento invisible que dice mucho de tu personalidad. Puede provocar que alguien que te resulte anodino visualmente te atraiga. Puedes cerrar los ojos ante algo que no te gusta, pero no puedes dejar de respirar”, explica. Las personas vienen y van, pero sus olores permanecen.

https://www.revistagq.com/cuidados/articulo/que-hacer-cuando-desaparece-tu-colonia
 
Siempre cómodo, nunca informal: la colección de Dustin para El Corte Inglés nos da las claves para vestir siempre con clase

450_1000.jpg



Ya sea para lucir durante las vacaciones o para acudir a un trabajo en el que podemos vestir de manera más informal, Dustin consigue con su colección de polos, jerséis de rayas y cazadoras que el estilo para esta primavera-verano 2019 mantenga los niveles justos de elegancia sin tener que pasar calor. El Corte Inglés nos trae lo nuevo de Dustin que se inspira en los colores y en la luz de la Provenza francesa. Un estilo de vida slow que siempre nos conquista a la hora de vestir bien.

Así, los colores vivos como el mostaza, el rojo caldera o el azul navy destacan más sobre el camel o el khaki. Una colección muy cómoda, apta para las 24 horas del día, ya haga calor y tengamos que lucir bermudas como si refresca a la tarde y tenemos que lucir una sobrecamisa o por las noches queremos añadir una chaqueta ligera o un chaleco.

450_1000.jpg


450_1000.jpg


450_1000.jpg


450_1000.jpg


450_1000.jpg

 
Back