El estado del planeta (colección de El País y la FAO )

Registrado
9 May 2017
Mensajes
29.260
Calificaciones
81.589
Ubicación
Buenos Aires - Argentina
Un planeta al que no le alcanza el agua
La escasez en las zonas áridas o semiáridas provocará en 2030 el desplazamiento de entre 24 y 700 millones de personas
1526041041_072201_1526059264_noticia_normal.jpg

La escasez es un grave problema para los etíopes. ©FAO/EDDY PATRICK DONKENG

María es el cándido nombre de un violento huracán quedevastó la isla caribeña de Puerto Rico en 2017. Durante al menos dos meses, gran parte de ese territorio en el que residían tres millones de personas se quedó sin electricidad y por lo tanto sin suministro de agua corriente. Eso llevó a algunos portorriqueños a beber de fuentes de agua no seguras como estanques o ríos y en apenas dos meses se registraron más de setenta casos de leptospirosis, una enfermedad tropical que se transmite a través de agua contaminada con orina animal

No era la primera vez que Puerto Rico se quedaba sin agua. En años recientes la mala calidad de las infraestructuras ya había provocado pérdidas e interrupciones en el suministro y, además, se habían producido fuertes sequías que habían disminuido temporalmente la disponibilidad de agua, obligando a racionarla. Por lo tanto en Puerto Rico, como en muchos otros lugares, al problema de la sequía se añadía otro más: la mala gestión de los recursos hídricos durante décadas, algo que acentúa los efectos de la climatología extrema, por ejemplo, de un huracán.

Lo que acabamos de describir son diferentes síntomas de la misma enfermedad: la escasez de agua. Se define como “la brecha entre el suministro disponible y la demanda”. Es decir, cuando no hay agua suficiente para abastecer a toda la gente que la necesita ni se pueden cubrir todas las necesidades de una sociedad, como las agrícolas o industriales. Es un fenómeno complejo que se manifiesta de diferentes maneras pero que, a grandes rasgos, tiene tres caras: la escasez física –el agua falta físicamente–, la escasez económica –cuando no hay recursos suficientes para construir infraestructuras que lleven el agua a todo un país–, y la escasez institucional –gobiernos incapaces de gestionar el agua–. Una descripción que sirve para entender que la escasez de agua puede tener muchas causas que a menudo confluyen y contra las que es difícil luchar en solitario: si se quieren conseguir resultados hace falta enfrentarse a todas al mismo tiempo.

Se prevé que en 2050, la demanda global de agua potable crezca más de un 40%, y que al menos una cuarta parte de la población del planeta vivirá en países con escasez crónica de agua potable.

Ocurre en la Arabia Saudita, Egipto, Libia o el Yemen, lugares donde ya se extrae la mayor parte del agua aprovechable y donde los ríos y acuíferos ya están por debajo del nivel de sostenibilidad. Y en la India, donde las repetidas sequías que afectan a la cuenca del Ganges amenazan la supervivencia de más de 500 millones de personas. En Oceanía la escasez también es un hecho que impide a más del 40% de su población tener acceso a recursos de agua potable.

En general, la escasez de agua está aumentando en todo el planeta, como también aumentan la salinización, la contaminación y la degradación de los ecosistemas hídricos. En muchos grandes ríos solamente circula el 5% de los antiguos caudales, y algunos, como el río Amarillo en China, ya ni siquiera desembocan en el mar. También se ha reducido la extensión de los grandes lagos y los mares interiores y la mitad de los humedales de Europa y de la América del norte ya no existen.

Además, la disponibilidad de agua está intrínsecamente ligada a su calidad, ya que el agua contaminada no se puede utilizar. El aumento de los vertidos de aguas negras sin tratar (contaminadas por sustancias fecales y orina), combinados con las escorrentías agrícolas (el agua que no absorbe la tierra al regar) y las aguas residuales industriales tratadas de forma
inadecuada han deteriorado la calidad del agua en todo el mundo. A esta contaminación se unen otras causas y consecuencias, a menudo interrelacionadas entre sí, como son: la presión demográfica y los cambios en los tipos de dietas, la migración, la urbanización y el cambio climático. En este capítulo explicaremos cómo cada uno de estos problemas afecta a la escasez de agua y las fórmulas para combatirlos.


El ladrón del agua: la sequía
La sequía, principal causa de que haya escasez de agua, es una de las alteraciones climatológicas más devastadoras que existen y, en los últimos 40 años, ha afectado a más personas que cualquier otro fenómeno natural. Definirla es sencillo: consiste en una disminución temporal de la disponibilidad de agua debido a la falta de lluvias. Puede ocurrir en cualquier momento y en cualquier parte del mundo, tanto en países como España, donde son recurrentes, como en el Reino Unido o en los Países Bajos, más célebres por sus continuas lluvias.

Las sequías están presentes como metáfora del castigo divino en las mitologías griega y romana y en todos los textos sagrados, desde la Biblia hasta el Corán. En la antropología no faltan los ejemplos de civilizaciones primitivas que celebraban ceremonias específicas para pedir lluvia al cielo tras largas temporadas sin agua. Estos rituales reflejan la realidad de las sociedades rurales, completamente dependientes de la agricultura. De hecho, en la revista
Scientific American proponían la hipótesis de que la agricultura maya colapsó por una sequía de más de siete años, periodo en el que se agotaron sus reservas de agua almacenadas en cenotes, pozos y lagos.

La sequía es capaz de paralizar la producción agrícola, agotar los pastizales, provocar inestabilidad en los precios de los alimentos, poner en peligro la seguridad alimentaria y, en los casos más extremos, causar hambrunas y muertes generalizadas de personas y animales. Entre sus efectos más directos, además de la pérdida de cultivos y ganado, están los incendios, la desertificación, los impactos en el transporte fluvial y en la producción de energía.

Por otro lado, las sequías también están en la raíz de conflictos y desastres humanitarios, como las crisis de las regiones del Cuerno de África (2011 y 2017) y el Sahel (2012), que amenazaron los medios de vida de millones de personas. Uno de los agravantes de la guerra civil en la República Árabe Siria fue una sequía histórica que arrancó en 2007 y se alargó hasta 2010. El conflicto de Darfur, que afectó a Chad, también estuvo alimentado, entre otras cosas, por años de sequías.

Pero, ¿por qué hay más sequías hoy en día? La asiduidad e intensidad de las sequías actuales se debe fundamentalmente al cambio climático, de cuyos efectos hablaremos también en este capítulo. Antes de que el cambio climático mostrara sus garras, las sequías no eran tan catastróficas como en la actualidad y solían formar parte del sistema climático ordinario.
1526041041_072201_1526059974_sumario_normal.jpg

Dos niños se bañan con el agua de una fuente para beber en Bután. ©FAO/FRANCO MATTIOLI

Así era en las tierras secas del Cuerno de África y el Sahel, acostumbradas a sobrevivir durante siglos a las sequías periódicas. Sin embargo, la mayor frecuencia y el carácter más errático de las precipitaciones, junto con la vulnerabilidad económica, social y ambiental, han hecho que las sequías tengan un impacto cada vez más permanente y destructivo, sobre todo en las poblaciones más pobres.

Las sequías no se pueden evitar pero sí se puede prevenir y paliar su impacto. Lo más común, o al menos lo que se ha hecho hasta ahora mayoritariamente, es responder a ellas de forma puntual, cuando ya es tarde y lo único que puede hacerse es tratar de evitar que la gente muera de sed o de hambre. Sin embargo, existen conocimientos y tecnologías para mitigar los efectos de las sequías antes de que sea demasiado tarde. ¿Cómo? Lo primero es conseguir que todos los países afectados por ellas gestionaran el agua y las tierras de forma conjunta. De ese modo se evitaría la pérdida extrema de humedad del suelo y, por tanto, la erosión. Una mejor gestión del agua previa a cualquier crisis también suavizaría sus efectos. En realidad no se trata de soluciones complicadas ni costosas. Se trata de trabajar con los conocimientos y la tecnología disponibles para reducir con antelación los impactos de este fenómeno metereológico extremo.

Acabamos de ver cómo las sequías –y la escasez de agua en general– provoca la pérdida de cultivos, conflictos y desastres humanitarios. Pero otra consecuencia menos evidente es el aumento de la migración de las zonas rurales a las áreas urbanas. Según advierten los expertos de las Naciones Unidas, se prevé que la escasez de agua en zonas áridas o semiáridas provocará en 2030 el desplazamiento de entre 24 y 700 millones de personas.

En América Central, gran parte de la migración a los Estados Unidos ha sido provocada por la degradación de la tierra agrícola y el aumento de las sequías, huracanes y otros eventos climáticos extremos. Y en el norte de China viven aquejados por la escasez de agua, lo que ha ocasionado enormes olas de migración interna en el país.
1526041041_072201_1526059473_sumario_normal.jpg

En ciertas partes de este canal de Guatemala los niños y las niñas nadan en las corrientes de agua del sistema de riego. ©LUIS SANCHEZ DÍAZ


Según el informe de la FAO Estrés hídrico y migración humana, cuando las tierras dejan de ser productivas por falta de agua las personas que dependen de la agricultura no tienen otra alternativa que emigrar en busca de una vida mejor.

(...)

A la presión de la migración urbana se suma el crecimiento de la población, que como ya hemos dicho varias veces a lo largo del libro, alcanzará los casi 10.000 millones de personas en 2050. 10 Pero, ¿dónde habrá más habitantes? Se prevé que en África y en el sur de Asia ese aumento será veloz y cuantioso. En los 47 países menos adelantados del mundo (conocidos como PMA), mayoritariamente africanos, la población aumentará hasta los 2.000 millones de habitantes para 2050. Aproximadamente el doble que en 2017

De hecho, entre 2017 y 2050, el 50% del crecimiento total de la población se producirá en apenas nueve países, por este orden: la India, Nigeria, la República Democrática del Congo, el Pakistán, Etiopía, la República Unida de Tanzanía, los Estados Unidos, Uganda e Indonesia. China, actualmente el país más poblado con 1.400 millones de personas, será superado por la India en 2024. 13 En el lado contrario de la ecuación está Europa, o el Japón, con poblaciones que apenas crecen desde hace décadas.

¿Qué significan todas esas cifras? Para países como Etiopía o Uganda no son buenas noticias. En estos países, la mayoría de la población depende de la agricultura y vive en áreas rurales, donde los recursos hídricos ya están diezmados. Por lo tanto, ese aumento demográfico significará urbanización. Es decir: cuántas más personas haya, más difícil será encontrar trabajo en el campo, y millones de campesinos se desplazarán hacia las ciudades.

La producción de alimentos
El aumento del número de habitantes también trae consigo una consecuencia directa: la dificultad para alimentar a todo el mundo. Hasta ahora se ha respondido a esa necesidad de producir más alimentos con más cultivos de regadío (hemos pasado de 139 millones de hectáreas irrigadas en 1961 a 320 millones en 2012) y un uso más intensivo de fertilizantes (10 veces más hoy que en 1960) y pesticidas (el mercado alcanza los 35.000 millones de dólares anuales).

Todo esto lo que ha producido es una contaminación de las aguas subterráneas y los ríos y arroyos adyacentes a las zonas de cultivo.

Pero además de la intensificación de la agricultura para producir más, el otro gran problema viene derivado del cambio en el tipo de dieta. Cada vez consumimos más carne y más lácteos y, por ello, hemos intensificado la producción ganadera, utilizando más tierra y, sobre todo, más agua. Hoy criamos animales en menos espacio, una actividad que merma las fuentes de agua cercanas y dificulta el tratamiento de sus desechos. A menudo, los excrementos de los animales –muchas veces usados también como fertilizante orgánico– no se tratan ni almacenan debidamente, y acaban sobrecargando las aguas de nutrientes y otros contaminantes (sobre todo en la cría intensiva e industrializada).

La acuicultura, es decir la cría de peces, también ha crecido enormemente en los últimos tiempos y ya supone más de la mitad del pescado que comemos. Una buena noticia, ya que así no sobreexplotamos las especies silvestres de los mares y océanos. Pero con una contrapartida: esta creciente actividad necesita grandes cantidades de agua. Y, sobre todo cuando se realiza de forma intensiva y no se gestiona de forma sostenible, también acaba vertiendo demasiadas heces o medicamentos al agua para aumentar su rendimiento.

Además de que hemos cambiado nuestra forma de comer, también desperdiciamos más comida. Y cuántos más habitantes seamos, más desperdicios habrá. Los alimentos que se producen y luego no se consumen –nada más y nada menos que un tercio de la producción total– se van a la basura con una cuarta parte del agua utilizada para producirlos.

https://elpais.com/elpais/2018/05/11/planeta_futuro/1526041041_072201.html
 
Las cifras del desperdicio de comida

Un 20% de la carne de vaca, un 35% del pescado y un 45% de las frutas que producimos al año se pierden. Un gráfico del quinto libro de la colección 'El estado del planeta' dedicado a la nutrición

1526634278_986762_1526636043_sumario_normal.jpg


Educar las preferencias de los consumidores es vital para mejorar la nutrición. Pero, ¿qué hay de las cantidades? ¿Sabemos comprar? Ya hemos mencionado en otros capítulos la escandalosa cifra de la pérdida y el desperdicio mundial de alimentos: según la FAO cada año 1.300 millones de toneladas de comida acaban en la basura, un tercio de la producción total. Ningún país es capaz de no desperdiciar alimentos, todos lo hacemos en proporciones similares. Sin embargo, dependiendo de los ingresos de cada país, la pérdida y el desperdicio de alimentos se produce en unos puntos de la cadena alimentaria o en otros.

En Europa, los Estados Unidos, el Japón, China y Australia el mayor desperdicio de alimentos ocurre durante la distribución y en el último eslabón de la cadena, el consumidor –compramos más de lo que podemos comer y a menudo dejamos que la comida caduque en nuestra nevera-. También regulaciones a menudo creadas para resolver otros problemas provocan fuertes desperdicios –por ejemplo, las subvenciones a la producción de algunos productos que favorecen un excedente que no llega ni siquiera a recolectarse–.

En cambio, en los países de ingresos bajos la pérdida de alimentos se produce en prácticamente todos los eslabones de la cadena alimentaria, desde la producción al almacenamiento o el transporte. La razón suele estar relacionada con infraestructuras deficientes, tecnologías obsoletas y falta de recursos para invertir en la producción. También se producen grandes pérdidas debido a la meteorología y a la incertidumbre de los mercados. En África, por ejemplo, se pierden anualmente 13 millones de toneladas de cereales durante las operaciones posteriores a la cosecha, el 15% de su producción total.

Las pérdidas se definen como “la disminución de la cantidad o calidad de los alimentos”. En concreto son los productos agrícolas o pesqueros destinados al consumo humano que no llegan a consumirse o que han perdido calidad, algo que se refleja en su valor nutricional, económico e inocuidad alimentaria. Una parte importante de esas pérdidas de alimentos es el desperdicio, es decir, son alimentos inicialmente destinados al consumo y que son desechados o utilizados de forma alternativa (no alimentaria) –ya sea por elección o porque se haya dejado que se estropeen o caduquen por negligencia–.

Las estimaciones indican que la energía desperdiciada durante estas pérdidas y desperdicios de alimentos representaría más del 10% del total de la energía consumida a nivel mundial en la producción de alimentos. A esto habría que sumar la huella ambiental por la generación de emisiones de gases de efecto invernadero y el desperdicio de los recursos naturales utilizados durante su producción. En definitiva, la pérdida de alimentos es uno de los eslabones negros que dificultan la transformación de las cadenas de valor alimentarias en sostenibles.

https://elpais.com/elpais/2018/05/18/planeta_futuro/1526634278_986762.html



 
Países que gestionan bien los bosques
Una vuelta al mundo por algunos de los lugares que han conseguido hacer una gestión sostenible de sus bosques y aumentar su producción agrícola sin reducir la superficie foresta.

1527249754_602619_1527252280_noticia_normal.jpg
Investigadores del programa de evaluación nacional de los bosques de Vietnam miden el grosor de los árboles. ©FAO/JOAN MANUEL BALIELLAS
25 MAY 2018 - 19:08 ART

Hay más de 20 países que han conseguido hacer una gestión sostenible ejemplar de sus bosques y que, a ojos de la FAO, son casos de éxito. Son aquellos que entre 1990 y 2015 consiguieron el difícil equilibrio de aumentar la producción agrícola sin disminuir sus terrenos forestales. Estos son algunos de ellos:

Costa Rica
Nuestro primer viaje nos lleva a las verdes tierras de Costa Rica que, con un territorio que representa menos del 1% del planeta, alberga alrededor del 4% de toda la biodiversidad conocida en el mundo. Costa Rica posee bosque seco, páramo, bosque húmedo, selva virgen y manglar, repartidos en 169 áreas protegidas. Pero por debajo de la imagen paradisíaca, la explotación del medioambiente y el aumento desrnfrenado de la actividad turística hicieron que en la década de los cincuenta y hasta los noventa los índices de deforestación se situaran entre los más altos del mundo.

Saltaron las alarmas y el Gobierno costarricense decretó una serie de medidas conservacionistas que finalmente han revertido la situación con un aumento del 54% de la superficie forestal, convirtiendo a Costa Rica en el único país centroamericano que ha hecho crecer sus bosques en este siglo. En diciembre de 2014, los planes de Costa Rica fueron alabados durante la Conferencia sobre el Cambio Climático celebrada en Lima (Perú), y el entonces secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, los puso de ejemplo y los calificó de “muy ambiciosos”.

1527249754_602619_1527252402_sumario_normal.jpg

Ejemplares del 'Ocotea monteverdensis', especie endémica de la cordillera de Tilarán (Costa Rica). ©FAO/GIANCARLO PUCCI

¿Qué modelo ha manejado Costa Rica para poder presentarse como un ejemplo de gestión eficaz y sostenible en todos los foros internacionales? Entre otros factores, se han promovido cambios estructurales en el sector agrícola que han beneficiado la protección de los bosques y se han introducido controles jurídicos para evitar el cambio del bosque natural a otros usos de la tierra (el 50% de la superficie forestal se encuentra en área estatal, la otra mitad está en manos privadas).

Además, desde 1997 Costa Rica dispone de una financiación estable destinada a los bosques a través de un sistema de pago por servicios ambientales que ha permitido la plantación de 5,4 millones de árboles, la protección de las cuencas hidrográficas y la reforestación de especies nativas. La mayor parte de estos ingresos provienen de un impuesto al consumo de combustibles fósiles.

Chile
Seguimos en América Latina, pero ahora aterrizamos en Chile, en la provincia de Osorno, donde los mapuches, los indígenas que desde tiempos ancestrales habitan estas tierras, mantienen una relación muy estrecha con la naturaleza. Ellos se consideran parte de la tierra, no dueños de ella, y por eso la cuidan y la respetan.

Con esta filosofía, en las comunidades de San Juan de la Costa, Río Negro y Purranque, nueve comunidades indígenas se han unido para proteger sus recursos naturales y al mismo tiempo trabajarlos de manera sostenible, a través del ecoturismo, la agricultura de subsistencia y la producción de tejuelas (pequeñas tejas) aprovechando los árboles muertos de los bosques de alerce, una especie protegida y con altísimas cualidades madereras.

Como esta gestión sostenible puesta en marcha por los mapuches, Chile mantiene a lo largo de todo su territorio un modelo que ha conseguido aumentar el rendimiento agrícola en sus bosques. El reto no es fácil: Chile es un país especialmente sensible al cambio climático y con numerosos incendios forestales a lo largo del año, incluida la provincia de Osorno, donde los mapuches han expresado en varias ocasiones su preocupación por el incremento de los fuegos en la zona debido a los desechos altamente inflamables que dejan algunas de las empresas que explotan la zona.

1527249754_602619_1527252487_sumario_normal.jpg

Territorio de la tribu Pehuenche en los Andes chilenos. © MOUNTAIN PARTNERSHIP/ CARLA MARCHANT

El modelo chileno se basa en el establecimiento de una política forestal que ha impulsado la silvicultura (es decir: el conjunto de actividades relacionadas con el cultivo, el cuidado y la explotación de los bosques), la industrialización y el aprovechamiento integral de los recursos forestales.

Los bosques nativos de Chile se han situado en el centro de esta serie de acciones. La revalorización del bosque nativo ha sido el catalizador del incremento de la productividad y la producción de bienes y servicios, como aporte significativo al desarrollo económico y social del país. Crucial es en este sentido la llamada Ley sobre recuperación del bosque nativo y fomento forestal, promulgada para regular la protección, la recuperación y el mejoramiento de los bosques nativos, con el fin de asegurar la sostenibilidad forestal y la política ambiental.

A través de este corpus legal basado en la valorización de los recursos forestales propios, Chile ha sido capaz de un desarrollo forestal que ha conseguido disminuir las brechas sociales y tecnológicas, y ha mejorado las condiciones y la calidad de vida de los trabajadores forestales y sus familias, respetando la tradición y cultura de las comunidades campesinas e indígenas.

Gambia
Cambiamos de continente y de los bosques nativos de Chile llegamos a Gambia, el país más pequeño del África continental, con una superficie equivalente a la de la región de Murcia (10.000 kilómetros cuadrados). Como en el caso de Costa Rica, la elevada deforestación y la transformación de los bosques en sábanas de arbustos obligó a la Administración a cambiar las políticas forestales para que el efecto no fuese irreversible. Ello tenía una base lógica: la mayoría de los gambianos vive cerca de los bosques y subsiste gracias a sus recursos.

1527249754_602619_1527252641_sumario_normal.jpg

Fuente del río Gambia en las tierras altas de Fouta Djallon. ©FAO/ MARKETTA JUPPI


En este caso, el Gobierno de Gambia apostó por trabajar de manera muy estrecha con las comunidades locales, transfiriéndoles la propiedad de los bosques y encargándoles su conservación de manera participativa. Es decir, cada poblado establece un Comité del Bosque, formado por hombres y mujeres de la comunidad, que se encarga de gestionar el área forestal.

Esta gestión participativa de los bosques se ha combinado con un aumento de la superficie de tierra cultivable que ha hecho incrementar la producción de arroz lo que, a su vez, ha permitido mejorar la alimentación de la población. Además, para solucionar el grave problema que supone la sequía, el país ha financiado también proyectos de gestión de terrenos agrícolas y de recursos hídricos.

Ghana
Seguimos en África, y de Gambia pasamos a Ghana, bañado por las aguas del Océano Atlántico y con más de 200 reservas forestales llenas de bosques considerados sagrados por la población. Ghana, con una meta de crecimiento de la producción agrícola del 6%, basó su modelo en mejorar el acceso a los alimentos de la población gracias a unas inversiones que han duplicado la productividad de los cultivos, en lugar de basarse en la expansión de la tierra.

1527249754_602619_1527252710_sumario_normal.jpg

Un funcionario de la Comisión Forestal de Ghana trabaja en el sistema de seguimiento de la madera en Sefwi Wiawso. ©FAO-EU FLEGT/REDD

Georgia

Continuamos la vuelta al mundo y volvemos a saltar de continente para hacer ahora parada en Georgia, un país situado en el límite entre Europa y Asia, y donde se encuentra una biodiversidad sorprendente que engloba más de 400 especies de árboles y arbustos. Su belleza paisajística fue admirada por escritores como Alejandro Dumas y León Tolstoi, pero la deforestación terminó arrasando con ese paisaje de ensueño y secó los suelos fértiles.

La población mantiene un vínculo muy especial con los bosques, que cubren algo más del 40% de la superficie total de Georgia, y es habitual que los niños acudan a ellos a recibir clases de Biología a cielo abierto y que los habitantes de las aldeas tengan en los productos del bosque su principal fuente de ingreso (casi la mitad de la población vive en zonas rurales).

1527249754_602619_1527252830_sumario_normal.jpg
ampliar foto
Vistas rurales de Marneuli (Georgia). ©FAO/VLADIMIR VALISHVILI

Para la recuperación del entorno ha sido crucial la migración lejos de las zonas forestales, que ha reducido la presión sobre los bosques en cuanto a tala y pastoreo. Su modelo de gestión sostenible de los bosques se ha basado, sobre todo, en priorizar dentro del Gobierno la protección del monte junto al desarrollo agrícola.

De este modo, el Ejecutivo ha aumentado la inversión, ha elaborado un nuevo código forestal y ha desarrollado una serie de políticas donde han participado todas las partes implicadas. A mantener una gestión respetuosa de los bosques ha ayudado también la estabilidad política y la apuesta por una producción agrícola modernizada y sostenible. Esta ha aumentado con investigación y desarrollo, inversiones en infraestructura, aplicación de fertilizantes y apoyo a los pequeños productores. Además, se han promovido las inversiones del sector privado en las plantaciones y se han introducido políticas destinadas a salvaguardar los intereses de las comunidades y las pequeñas y medianas empresas forestales.

Túnez
Llegamos a Túnez y su bosque mediterráneo, mucho más seco que el de España, con una baja producción maderera y muy vulnerable al fuego. Como en casos anteriores, este modelo ha apostado por poner en el centro de las políticas al hombre y su relación con el bosque. No ha sido fácil: tradicionalmente en Túnez los habitantes de los bosques han sido vistos como obstáculos hacia un desarrollo más sostenible por culpa de las prácticas dirigidas a favorecer su subsistencia.

Se podía haber optado por un modelo de expulsión de estos vecinos, pero el modelo ha apostado finalmente por la colaboración. Así, los habitantes del entorno han pasado a ser partícipes del desarrollo forestal y a tener una relación fluida con los agentes forestales, que antes eran algo así como el órgano represor.

1527249754_602619_1527253068_sumario_normal.jpg

El mirto, un producto forestal no maderero que se explota en Túnez. ©FCNMEDNE/GISA MARGGRAFF

A todo ello hay que sumar otros factores de éxito en la gestión de los montes, como unos planes de desarrollo nacionales que reconocen los beneficios de los bosques y que se han convertido en una prioridad política. De esta manera, los bosques forman parte de la política agrícola con el objetivo de conservar los recursos forestales, proteger los terrenos agrícolas frente a la erosión, evitar el riesgo de inundación y aumentar la producción. Esta, además, se ha incrementado con sistemas de riego, fertilizantes, mecanización y semillas mejoradas.

Vietnam
Avanzamos ahora por territorio asiático y hacemos una última parada en el bosque de Dong Bu, un espacio de 250 hectáreas situado en Vietnam, donde un grupo de familias muy unidas al bosque recibe formación sobre métodos de cultivo y protección del entorno. Después de dicho entrenamiento, las familias tienen derecho a usar el bosque y la tierra, pero tam bién están obligadas a firmar con las autoridades un documento por el que se comprometen a cuidar de la zona.

El Gobierno de Vietnam ha puesto a estos y otros hogares agrícolas en el centro de su modelo de gestión sostenible. En 1990 el país era uno de los más pobres del mundo, pero en las últimas décadas la seguridad alimentaria se ha incrementado de forma significativa y ha pasado de ser un importador neto de alimentos básicos a ser uno de los principales exportadores de arroz a nivel mundial. Su reforma ha situado a las familias que viven de la agricultura en el centro de las actividades económicas y ha transformado las empresas forestales estatales en empresas de tipo comercial.

Como hemos visto en los casos de Túnez o de Ghana, ha existido voluntad política para mantener e incrementar la cubierta forestal. La política sobre agricultura se ha dirigido a aumentar la productividad, con exenciones de impuestos sobre la tierra, préstamos en condiciones favorables, promoción de las exportaciones, garantías de precios y apoyo a la mecanización.

https://elpais.com/elpais/2018/05/25/planeta_futuro/1527249754_602619.html
 
¿Qué puedes hacer tú por los mares?
Pequeños gestos, como reciclar el plástico de manera correcta, saber qué cosméticos usar, no tirar basura en playas o aguas o informarse respecto al pescado que se consume pueden marcar la diferencia

1527762787_969599_1527766672_noticia_normal.jpg

Pescadores desembarcan sus capturas en el puerto de Fiumicino, a unos 40 kilómetros de Roma. ©FAO/GIULIO NAPOLITANO


Una de las ideas de este libro* es dejar claro el peligro de los plásticos en los océanos. Los océanos, sus ecosistemas y las especies que viven en ellos tienen muchos enemigos. El cambio climático sigue siendo el principal, además de ser transversal para prácticamente cualquier parte del medio ambiente. Pero, en el caso de los océanos, parece que tiene que pelearse tal honor con el plástico:

Animar a nuestros Gobiernos para que tomen iniciativas
Con la concienciación de la población mundial se hace notar el problema, pero eso apenas dura un par de informativos. Se necesitan acciones llevadas a cabo y afortunadamente muchos Gobiernos están tomando la iniciativa. Como Canadá prohibiendo el uso de microplásticos en productos cosméticos como geles de baño, pasta dentífrica o exfoliantes desde el 1 de julio de 2018, una medida que los Estados Unidos también habían adoptado en diciembre de 2015, con entrada en vigor el 1 de julio de 2017.

Francia, por su parte, ha anunciado la prohibición de vasos, platos o utensilios de comida de plástico para 2020. Lo mismo que Uruguay, que anunció la intención de gravar las bolsas de un solo uso a finales de 2017.

Bolsas de yuca en las playas de Bali
Además de las iniciativas gubernamentales, las privadas tienen mucho que decir. Kevin Kumala, un biólogo indonesio que había vivido 10 años en los Estados Unidos, regresó a su Bali natal en 2009 y se encontró con el creciente problema del plástico en las playas, particularmente afectadas en la zona indonesia.

Kumala pensó que la solución (o al menos la que podía aportar él) no pasaba por intentar hacer cambiar los hábitos de la gente, sino por cambiar los resultados de esos hábitos. Dado que la gente no iba a dejar de usar bolsas de plástico, creyó que lo mejor era cambiar el plástico por almidón de yuca, una planta de la que se cultivan 25,2 millones de toneladas al año en Indonesia.

Las bolsas se fabrican igual que las de plástico y su apariencia es idéntica, pero las de almidón de yuca se convierten en compost en menos de 100 días –en lugar de en cientos de años– y se disuelven en minutos en el agua sin ningún tipo de toxicidad. Es decir, los peces se las pueden “beber” con total tranquilidad

Además de resultar importantes en la lucha contra el plástico en los mares, las bolsas de almidón de yuca pueden resultar un gran negocio para Avani Eco, toda vez que el gobierno de Bali ha anunciado el fin de las bolsas de plástico en el país en 2018.

Otra guerra contra las bolsas de plástico
Pero no ha sido gracias a Kumala y sus bolsas (aunque su parte de mérito tiene, desde luego), sino a la acción incansable de dos chicas adolescentes, casi niñas aún, convertidas de repente en las más importantes agentes del cambio de su país. Son Melati e Isabel Wijsen y hace un par de años declararon la guerra abierta y total a las bolsas de plástico.

Sus campañas han incluido desde sencillas peticiones hasta drásticas huelgas de hambre, pasando por limpiezas colectivas de playas. Y a principios de 2016 consiguieron su primer éxito político, que es de lo que se trata: convencer al gobernador para mantener Bali limpia de bolsas de plástico para 2018.

1527762787_969599_1527770896_sumario_normal.jpg


“Nunca dejes que nadie te diga que eres demasiado joven o no entiendes el problema”, contaba Isabel a otros activistas en una serie de conferencias impartidas en su país en 2016: “Nosotros no estamos diciendo que vaya a ser fácil. Estamos diciendo que va a valer la pena”. Llamaron al proyecto Bye Bye Plastic Bags y con apenas 10 y 9 años en aquel momento, las dos hermanas iniciaron en 2013 una campaña de denuncia a la que se sumaron niños de escuelas europeas y australianas unidos por el rechazo a las bolsas de plástico. A través de la plataforma Avaaz, su voz llegó hasta los lugares donde se toman las decisiones.

Así puedes ayudar tú
Por todo esto, no es casual que la ONU presentara en Bali, su más importante campaña al respecto en Bali, en febrero de 2017. Se llama #MaresLimpios. Así, con el hashtag, porque es la principal manera de involucrar al individuo delante del ordenador, tentarle a protagonizar una idea, una acción o una protesta y compartirla en redes sociales. #MaresLimpios (#CleanSeas en la versión inglesa) nació del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) con el objetivo de eliminar, para 2022, las principales fuentes de basura marina: los microplásticos (microperlas) utilizadas en productos cosméticos y el uso excesivo de plásticos de un solo uso (bolsas, envases y similares).

¿Está el lector al tanto de cómo daña el medio ambiente marino de esta manera? Seguramente no, por eso le animamos a sumarse a esta campaña, a informarse, tomar conciencia y obrar de manera adecuada. Cualquier pequeña ayuda es bienvenida.

Cómo consumimos
También respecto a la pesca, una persona corriente y ajena al sector puede hacer cosas. Puede informarse, primero, sobre lo beneficioso que es consumir el pescado. Después, informarse, en la medida de lo posible, sobre cómo ese pescado ha llegado hasta el punto de venta.

Ahora existen normativas en la Unión Europea que obligan a proporcionar esa información. Búsquela y si no, pregunte por ella. Y no compre pescado donde esta información no esté disponible, pues el producto puede provenir de la pesca ilegal.

En internet existen varias guías, elaboradas por distintas organizaciones, muy útiles para consultar toda la información relativa a los productos marinos disponibles en los supermercados y enlas tiendas. Por ejemplo, la Guía del Pescado, del WWF.

https://elpais.com/elpais/2018/05/31/planeta_futuro/1527762787_969599.html

 
Back