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El día que Susana Díaz se saltó la clase
Àngel Casas
- 05/05/2017 - 00:16 h
Corre el rumor de que Susana Díaz es un poco corta de entendederas, que es una chica con lagunas culturales y con un coeficiente intelectual más bien exiguo, modesto. Quienes lo usan como ariete en su contra se basan en los 10 años que tardó en terminar la carrera de derecho y en su nula experiencia en el mundo civil y laboral, más allá de la venta de cosméticos a domicilio cuando estudiaba, porque desde los 17 años trabaja en el PSOE andaluz. Se basan también en la vacuidad obvia de su mensaje emblema: “¡Quiero un PSOE más PSOE!” y, muy especialmente, se basan en algunas de las cosas que dice en los mítines de su campaña de las primarias (y en otras destacadas ocasiones) que inducen a sospechar que el día que daban determinadas materias de la ESO quizás se saltó la clase.
Así pues, Mónica Oltra, vicepresidenta de la Generalitat Valenciana y portavoz de la coalición Compromís, ha tenido que explicarle de forma didáctica y comprensible qué significa Corredor Mediterráneo, porque Susana Díaz defendía, con la vehemencia que la caracteriza y aquella gracia y aquel desparpajo de la tierra de María Santísima, que el susodicho y jodido corredor tenía que pasar por Sevilla y Madrid por el bien, decía, de Andalucía y España, con lo cual, Mónica Oltra ha dedicado evidentes esfuerzos para que entendiera que el Mediterráneo es un mar y que se le llama Corredor Mediterráneo porque pasa necesariamente y por definición por las ciudades bañadas por este mar que va de Algeciras a Estambul, como canta Serrat, lleno de puertos donde los barcos descargan las mercancías que hay que transportar en dirección norte, hacia Europa, que por eso la UE le da apoyo político y económico aunque el gobierno central lo aplique a infraestructuras madrileñas, a ver si cuela, y sin cambiarle el nombre para no perder la jugosa transferencia. Que, en todo caso, si quisieran que pasara por Sevilla y Madrid le llamarían Corredor Central o Corredor Mesetario, y que lo más húmedo que tienen Sevilla y Madrid son el Guadalquivir y el Manzanares pero no es lo mismo ni cumple el mismo servicio transitario.
.
Y es que Susana Díaz, en colaboración con Javier Lambán, presidente de Aragón, y la aquiescencia del gobierno central, tenía asumido que el controvertido corredor haría el recorrido Sevilla-Madrid-Zaragoza cuando se encontró con la oposición radical en el senado de Podemos, Compromís y ERC: “No hacen nada ni dejan que los demás lo hagan, ni comen ni dejan comer –ha declarado la cabreada Susana–, son la izquierda inútil que actúa como los tontos útiles de la derecha”.
También la han tomado, quienes le reprochan falta de conocimientos y de entendimiento a la futura presidenta de algo, con que haya calificado de acento idiomas como el gallego, el vasco o el catalán, atribuyéndolo a que la pobre chica el día que lo explicaban también se saltó la clase. No me lo creo. Lo siento, pero no me lo creo. No me creo que la candidata del parque jurásico del PSOE sea tonta o de pocas luces. Incluso se ha llegado a decir que lo es más que Rodríguez Zapatero y no estoy de acuerdo. Para nada.
Cuando la sultana andaluza dice que “la principal entidad financiera de Andalucía es la Caixa; cuando los andaluces paguen sus impuestos, cuando los andaluces paguen sus préstamos, cuando los andaluces paguen sus hipotecas ese dinero vaya a Catalunya y tribute en Catalunya y además dicen que es de los catalanes, con nuestro dinero, con nuestro trabajo, con nuestro esfuerzo, con nuestro salario… Ya está bien, ¡que digan la verdad! Que digan de qué quieren, qué España quieren” sabe los hilos que mueve, sabe que su palabrería es pura demagogia, sabe que en España funciona con éxito la gloriosa tradición catalanofóbica y que automáticamente se transforma en votos.
No, no, Susana Díaz no es simplona: es mentirosa y cínica. Cuando habla de acentos (vasco, catalán, etc.) no se refiere a lenguas porque para ella, para su concepción de España, de lengua sólo hay una, el español, y la diversidad viene de hablarlo con acento andaluz, como ella, con acento vasco, como Karra Lejalde o con acento catalán como la añorada Mary Sempere. A esto se refiere. No es que haya sufrido un lapsus por falta de conocimientos, no seamos inocentes o compasivos. Susana Díaz, creyente, excatequista, devota de la Esperanza de Triana y de la Virgen del Rocío, sabe perfectamente cómo está el patio y se aferra a la españolidad de las esencias inmarcesibles, la españolidad más rancia y casposa, más tópica, apostólica y tradicional, porque en una España controlada por el PP y el PSOE más jacobino, eso es lo que mola.
Lo contrario es soñar tortillas. (Huy, perdón)
Lee la versión de este post en catalán en angelcasasblog.com
Àngel Casas
- 05/05/2017 - 00:16 h
Corre el rumor de que Susana Díaz es un poco corta de entendederas, que es una chica con lagunas culturales y con un coeficiente intelectual más bien exiguo, modesto. Quienes lo usan como ariete en su contra se basan en los 10 años que tardó en terminar la carrera de derecho y en su nula experiencia en el mundo civil y laboral, más allá de la venta de cosméticos a domicilio cuando estudiaba, porque desde los 17 años trabaja en el PSOE andaluz. Se basan también en la vacuidad obvia de su mensaje emblema: “¡Quiero un PSOE más PSOE!” y, muy especialmente, se basan en algunas de las cosas que dice en los mítines de su campaña de las primarias (y en otras destacadas ocasiones) que inducen a sospechar que el día que daban determinadas materias de la ESO quizás se saltó la clase.
Así pues, Mónica Oltra, vicepresidenta de la Generalitat Valenciana y portavoz de la coalición Compromís, ha tenido que explicarle de forma didáctica y comprensible qué significa Corredor Mediterráneo, porque Susana Díaz defendía, con la vehemencia que la caracteriza y aquella gracia y aquel desparpajo de la tierra de María Santísima, que el susodicho y jodido corredor tenía que pasar por Sevilla y Madrid por el bien, decía, de Andalucía y España, con lo cual, Mónica Oltra ha dedicado evidentes esfuerzos para que entendiera que el Mediterráneo es un mar y que se le llama Corredor Mediterráneo porque pasa necesariamente y por definición por las ciudades bañadas por este mar que va de Algeciras a Estambul, como canta Serrat, lleno de puertos donde los barcos descargan las mercancías que hay que transportar en dirección norte, hacia Europa, que por eso la UE le da apoyo político y económico aunque el gobierno central lo aplique a infraestructuras madrileñas, a ver si cuela, y sin cambiarle el nombre para no perder la jugosa transferencia. Que, en todo caso, si quisieran que pasara por Sevilla y Madrid le llamarían Corredor Central o Corredor Mesetario, y que lo más húmedo que tienen Sevilla y Madrid son el Guadalquivir y el Manzanares pero no es lo mismo ni cumple el mismo servicio transitario.
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Y es que Susana Díaz, en colaboración con Javier Lambán, presidente de Aragón, y la aquiescencia del gobierno central, tenía asumido que el controvertido corredor haría el recorrido Sevilla-Madrid-Zaragoza cuando se encontró con la oposición radical en el senado de Podemos, Compromís y ERC: “No hacen nada ni dejan que los demás lo hagan, ni comen ni dejan comer –ha declarado la cabreada Susana–, son la izquierda inútil que actúa como los tontos útiles de la derecha”.
También la han tomado, quienes le reprochan falta de conocimientos y de entendimiento a la futura presidenta de algo, con que haya calificado de acento idiomas como el gallego, el vasco o el catalán, atribuyéndolo a que la pobre chica el día que lo explicaban también se saltó la clase. No me lo creo. Lo siento, pero no me lo creo. No me creo que la candidata del parque jurásico del PSOE sea tonta o de pocas luces. Incluso se ha llegado a decir que lo es más que Rodríguez Zapatero y no estoy de acuerdo. Para nada.
Cuando la sultana andaluza dice que “la principal entidad financiera de Andalucía es la Caixa; cuando los andaluces paguen sus impuestos, cuando los andaluces paguen sus préstamos, cuando los andaluces paguen sus hipotecas ese dinero vaya a Catalunya y tribute en Catalunya y además dicen que es de los catalanes, con nuestro dinero, con nuestro trabajo, con nuestro esfuerzo, con nuestro salario… Ya está bien, ¡que digan la verdad! Que digan de qué quieren, qué España quieren” sabe los hilos que mueve, sabe que su palabrería es pura demagogia, sabe que en España funciona con éxito la gloriosa tradición catalanofóbica y que automáticamente se transforma en votos.
No, no, Susana Díaz no es simplona: es mentirosa y cínica. Cuando habla de acentos (vasco, catalán, etc.) no se refiere a lenguas porque para ella, para su concepción de España, de lengua sólo hay una, el español, y la diversidad viene de hablarlo con acento andaluz, como ella, con acento vasco, como Karra Lejalde o con acento catalán como la añorada Mary Sempere. A esto se refiere. No es que haya sufrido un lapsus por falta de conocimientos, no seamos inocentes o compasivos. Susana Díaz, creyente, excatequista, devota de la Esperanza de Triana y de la Virgen del Rocío, sabe perfectamente cómo está el patio y se aferra a la españolidad de las esencias inmarcesibles, la españolidad más rancia y casposa, más tópica, apostólica y tradicional, porque en una España controlada por el PP y el PSOE más jacobino, eso es lo que mola.
Lo contrario es soñar tortillas. (Huy, perdón)
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se saltó las clases, estaría aprendiendo fontanería y pocería con el padre.