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Diana a la fuga: la noche que Carolina de Mónaco provocó la espantada de Lady Di
Las dos princesas coincidieron en una fiesta en noviembre de 1988. Lo que prometía ser una velada apacible no terminó bien para Diana
JAVIER DÍAZ
Diana de Gales
Carolina de Mónaco
25/01/2020 05:00
Solo una vez se cruzaron los caminos de Lady Di y Grace Kelly. Ocurrió en 1981, un año antes de que la princesa de Mónaco perdiera la vida en un accidente automovilístico y solo unos meses antes de que la princesa del pueblo se desposara con el príncipe Carlos. El encuentro cósmico tuvo lugar en marzo de aquel año en el Goldsmith Hall de Londres y la velada resultó algo accidentada para Diana por culpa de un vestido que su aún prometido encontró demasiado escotado e inadecuado para un miembro real. Entonces la exmusa de Hitchcock le dio un consejo que jamás olvidaría y que anticipaba lo que estaba por llegar en su vida.
[LEER MÁS. De princesa a princesa: el consejo que le dio Grace Kelly a Lady Di sobre el matrimonio]
Así que el encuentro entre las supernovas de Gales y Mónaco no deparó demasiadas alegrías a la primera. Pero mucho peor fue la noche en que Diana y Carolina, la otra gran diva monegasca, compartieron velada. Y también en esta ocasión Carlos tuvo mucho que ver para aguarle la fiesta a la madre de Guillermo y Harry. Esta vez más por omisión que por exceso de celo.
Lady Di y Carolina.
Lady Di y Carolina.
La escena en concreto la ha relatado Emilie Lanez en su libro 'Noël à Chambord'. La escritora recuerda, en un pasaje de su obra, aquella tarde de noviembre de 1988 en la que Carolina acude a una cena de gala organizada en el castillo de Chambord, un edificio histórico situado en el Valle de Loira y que ha tenido habitantes ilustres como Francisco I de Francia, constructor del castillo y primer morador, o el rey sol Luis XIV.
Helicóptero y mall rollo
Entre los invitados a aquella cena, el heredero a la Corona británica y su mujer, que en ese momento está en un punto de popularidad imbatible, aunque también la mayor de los Grimaldi vive un momento de gloria como reflejan los medios de la época.
Las revistas de 1988 reflejaban ese pulso de popularidad entre las princesas.
Las revistas de 1988 reflejaban ese pulso de popularidad entre las princesas.
Los príncipes de Gales llegan, como auténticas estrellas, en un helicóptero que aterriza en el jardín mientras de fondo suena el 'Ave María' de Gounod. Es solo el principio de un dispendio de lujerío gastro que incluye porcelanas de Sèvres y cristalería fina para un menú digno de reyes (o princesas en este caso). La velada pinta bien, pero acaba mal. Fatal, de hecho. Sobre todo para Diana.
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Portada de una revista de la época.
Portada de una revista de la época.
Comienza la cena y Carlos se muestra especialmente receptivo al encanto de Carolina, tal vez un poco demasiado. Excesivo, si le preguntáramos a Lady Di. Mientras el hijo de Isabel II departe, sonríe y parece estar viviendo su gran noche, una Diana malhumorada y celosa se encierra en su mal humor mientras deja pasar los platos sin casi probarlos. En palabras de Emilie, “Diana está totalmente entregada a su mal humor y una nube de llovizna inglesa parece haberse posado sobre su cabeza”.
Aburrida, contrariada, ninguneada por su propio marido, la princesa decide abandonar el lugar de manera furtiva. Escoltada por el ministro de Cultura, Jack Lang, regresa a su Rolls-Royce y da por terminada la noche. Después de este episodio, los caminos de Diana y Carolina tampoco volverán a cruzarse.
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Las dos princesas coincidieron en una fiesta en noviembre de 1988. Lo que prometía ser una velada apacible no terminó bien para Diana
JAVIER DÍAZ
Diana de Gales
Carolina de Mónaco
25/01/2020 05:00
Solo una vez se cruzaron los caminos de Lady Di y Grace Kelly. Ocurrió en 1981, un año antes de que la princesa de Mónaco perdiera la vida en un accidente automovilístico y solo unos meses antes de que la princesa del pueblo se desposara con el príncipe Carlos. El encuentro cósmico tuvo lugar en marzo de aquel año en el Goldsmith Hall de Londres y la velada resultó algo accidentada para Diana por culpa de un vestido que su aún prometido encontró demasiado escotado e inadecuado para un miembro real. Entonces la exmusa de Hitchcock le dio un consejo que jamás olvidaría y que anticipaba lo que estaba por llegar en su vida.
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Así que el encuentro entre las supernovas de Gales y Mónaco no deparó demasiadas alegrías a la primera. Pero mucho peor fue la noche en que Diana y Carolina, la otra gran diva monegasca, compartieron velada. Y también en esta ocasión Carlos tuvo mucho que ver para aguarle la fiesta a la madre de Guillermo y Harry. Esta vez más por omisión que por exceso de celo.
Lady Di y Carolina.
Lady Di y Carolina.
La escena en concreto la ha relatado Emilie Lanez en su libro 'Noël à Chambord'. La escritora recuerda, en un pasaje de su obra, aquella tarde de noviembre de 1988 en la que Carolina acude a una cena de gala organizada en el castillo de Chambord, un edificio histórico situado en el Valle de Loira y que ha tenido habitantes ilustres como Francisco I de Francia, constructor del castillo y primer morador, o el rey sol Luis XIV.
Helicóptero y mall rollo
Entre los invitados a aquella cena, el heredero a la Corona británica y su mujer, que en ese momento está en un punto de popularidad imbatible, aunque también la mayor de los Grimaldi vive un momento de gloria como reflejan los medios de la época.
Las revistas de 1988 reflejaban ese pulso de popularidad entre las princesas.
Las revistas de 1988 reflejaban ese pulso de popularidad entre las princesas.
Los príncipes de Gales llegan, como auténticas estrellas, en un helicóptero que aterriza en el jardín mientras de fondo suena el 'Ave María' de Gounod. Es solo el principio de un dispendio de lujerío gastro que incluye porcelanas de Sèvres y cristalería fina para un menú digno de reyes (o princesas en este caso). La velada pinta bien, pero acaba mal. Fatal, de hecho. Sobre todo para Diana.
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Comienza la cena y Carlos se muestra especialmente receptivo al encanto de Carolina, tal vez un poco demasiado. Excesivo, si le preguntáramos a Lady Di. Mientras el hijo de Isabel II departe, sonríe y parece estar viviendo su gran noche, una Diana malhumorada y celosa se encierra en su mal humor mientras deja pasar los platos sin casi probarlos. En palabras de Emilie, “Diana está totalmente entregada a su mal humor y una nube de llovizna inglesa parece haberse posado sobre su cabeza”.
Aburrida, contrariada, ninguneada por su propio marido, la princesa decide abandonar el lugar de manera furtiva. Escoltada por el ministro de Cultura, Jack Lang, regresa a su Rolls-Royce y da por terminada la noche. Después de este episodio, los caminos de Diana y Carolina tampoco volverán a cruzarse.
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