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Llegada del café a Europa y el Nuevo Mundo
El café llegó a Europa alrededor del año 1600, mediante los mercaderes venecianos.
Se aconsejó al Papa Clemente VIII prohibir el café, pues representaba una amenaza de los infieles; después de haberlo probado, bautizó la nueva bebida, declarando que dejar sólo a sus infieles el placer de esta bebida sería una lástima.
El café fue bien recibido por los monjes por las mismas razones que los imanes: les permitía mantenerse despiertos durante mucho tiempo, y además, mantenían el espìritu limpio.
En 1650, un peregrino musulmàn, Baba Budan consiguió siete plantas en la India que plantó en Mysore y cuyas plantas descendientes subsisten todavía hoy.
Kofetarica (La bebedora de café), de 1888.
Òleo sobre lienzo de Ivaa Koblica (1861–1926), en el Museo Nacional de Liubliana.
Estatua del escultor Fernando Mayoral dedicada a Gonzalo Torrente Ballester, en el Cafè literario Novelty, fundado en 1905, en la Plaza Mayor de Salamanca
En 1583, Leonhard Rauwolf, un mèdico alemàn recién llegado de un viaje de diez años por Oriente Medio, fue el primer occidental en describir la bebida:
Francis Bacon también mencionó al café en una obra llamada Sylva Sylvarum, publicada póstumamente en el año de 1627.
Bacon describió unos locales en los que los turcos se reunían a beber café y los comparó con las tabernas europeas.
El café resultó especialmente reprobado por los sectores protestantes, aunque no produciría reacciones tan ásperas como el tabaco.
Ya en 1611 algunos terratenientes alemanes pusieron en marcha un sistema para prohibir su difusión. Estas medidas se mantuvieron durante al menos un siglo en el norte y este de Alemania, hasta que Federico II de Prusia despenalizò su consumo, y lo sometió al pago de un fuerte impuesto.
El malestar frente al café prosiguió en el norte de Europa hasta bien entrado el siglo XIX.
Algunos sacerdotes catòlicos lo llamaron «una amarga invención de Satanàs», pues lo veían como un posible sustituto del vino, el cual, en su opinión, había sido santificado por Cristo.
Sin embargo, según el libro Coffee, el papa Clemente VIII probó la bebida y al instante quedó cautivado. Para resolver el dilema religioso, bautizó simbólicamente el brebaje, y lo hizo así aceptable para los católicos.
Primeras cafeterías
En el sur y oeste de Europa se observó una mayor tolerancia.
En la década de 1650 comenzó a ser muy importado y consumido en Inglaterra, y se comenzaron a abrir cafeterìas en Oxford y en Londres.
La primera cafeterìa en Londres se abrió en 1652.
Las cafeterías se convirtieron en lugares donde nacieron las ideas liberales, debido a la visita frecuente a esos lugares (donde, por cierto, se distribuían panfletos) por parte de filòsofos y letrados.
En 1676, esta agitación incitó al fiscal del rey Carlos II de Inglaterra a pedir el cierre de las cafeterías, arguyendo crímenes de ofensa contra el propio rey y contra el reino.
Las reacciones en contra de tal decisión fueron tales que el edicto de cierre debió revocarse. Los flujos de ideas alimentadas por el café modificaron profundamente al Reino Unido.
Había más de dos mil cafeterías, según un registro del año 1700.
La famosa compañía de seguros Lloyd's of London fue en su origen una cafetería, fundada en 1688.
En 1670 se abrió la primera cafetería en Berlìn. En Parìs, el cafè Procope fue el primero en abrir, en 1686, y allí se inventó una nueva forma de preparar el café: haciendo pasar agua caliente a través de un filtro con cafè molido.
La historia de las célebres cafeterías de Viena comenzó con la Batalla de Viena de 1683.
A mediados del siglo XVIII todas las ciudades europeas tenían cafeterías, y en 1734 Johann Sebastian Bach compuso su célebre Cantata del cafè (BWV 211), en una de cuyas escenas una chica le pide a su padre que, si la castiga, no lo haga prohibiéndole el café, y agrega que, si se casa, su marido deberá permitirle beberlo.
El café estuvo prohibido en Rusia, con penas incluso de tortura y de mutilaciòn.
Y, cuando la policía zarista encontraba a alguna persona presa de una crisis nerviosa, se lo atribuía al café.
Motín del té en Boston, 1773.
Primeras cafeterías en América
El café llegó a Amèrica en 1689, con la apertura del primer establecimiento en Boston. La bebida ganó popularidad y obtuvo el rango de bebida nacional, después de que los rebeldes lanzaron al mar el tè objeto de impuestos por la corona britànica durante el motìn del tè en Boston.
Esta operación clave se preparó en la cafetería Dragón verde.
El café alcanzó su completa aceptabilidad sobial en el siglo XVIII. Pronto los grandes cultivos se desplazaron a Ceilàn e Indonesia, y se consolidaron posteriormente en Amèrica del Sur.
El café comenzó a cultivarse en las colonias inglesas, en particular en Ceilán, pero las plantaciones fueron devastadas por una enfermedad y finalmente sustituidas por plantaciones de té.
En 1696, los holandeses lo hicieron cultivar en Indonesia y en Java.
En 1714, el capitàn de infanterìa Gabriel Mathieu de Clieu ocultó un esqueje de una planta de cafè ofrecida por Holanda al rey Luis XIV de Francia y se conservó en los invernaderos reales. Más tarde se implantó en las cuestas del Monte Pelèe en Martinica, en Santo Domingo y en Guadalupe. Cincuenta años más tarde, había ya 19 millones de plantas en Martinica.
Lata de café de la primera mitad del siglo XX. De la colección del Museo del Objeto del Objeto
Los holandeses llevaron semillas a la Guayana Holandesa y de allí a la vecina Guayana Francesa. La primera plantación en Brasil se estableció en 1727 con plantas sustraídas de la Guayana Francesa a pesar de fuertes medidas de seguridad impuestas por las autoridades coloniales.
Su cultivo dependía de la práctica de la esclavitud, que se suprimió en 1888.
En 1784 los misioneros capuchinos llevaron las primeras semillas de café a Venezuela desde el Brasil, mientras que a Colombia llegaron desde las Antillas Francesas. Los primeros cultivos en pequeña escala se registraron en los últimos tiempos coloniales, sobre todo en el departamento de Magdalena, en 1785.
En las colonias británica de América del Norte.
Cuando el café alcanzó las colonias británicas (que después serían EEUU), no tuvo inicialmente tanto éxito como había tenido en Europa, ya que los colonos lo veían como un pobre sustituto del alcohol.
Sin embargo, durante la Guerra de la Independencia, la demanda de café aumentó hasta tal punto que los distribuidores tuvieron que agrupar las escasas existencias y subir los precios drásticamente; parte de ello se debió a la disponibilidad reducida de tè de los mercaderes britànicos.
El consumo de café entre los estadounidenses aumentó durante principios del siglo XIX, tras la Guerra de 1812, que había acabado con el acceso a las importaciones de té, y la gran demanda durante la Guerra de la Independencia, así como muchos adelantos en la tecnología para la elaboración de la bebida, cimentaron la posición del café como un producto de consumo diario en Estados Unidos.
Siglo XIX en Colombia
En Colombia las primeras plantaciones a mediana escala se registraron en 1808 en Santander, y en 1813 Ignacio Ordòñez de Lara fue el primero en contar con un cultivo de 7.000 palos de café. En la región del Cundinamarca fue Tyreel Moore quien en 1867 estableció los primeros cultivos, y Marina Ospina Rodriguez en el departamento de Antioquia.
En el Departamento de Caldas, en el llamado eje cafetero colombiano, los responsables fueron Eduardo Walker, en la jurisdicción de La Cabaña, y Antonio Pinzòn, en el Águila, y para 1890 el café se volvió la base de la economìa regional.
En 1886, Simòn Lopez lo extendió a la ciudad de Perira, de donde partió la expansión del cultivo a zonas del Quindìo y al Valle del Cauca.
Siglos XIX y XX en España
En España, a finales del siglo XIX y principios del XX, también los intelectuales comenzaron a reunirse en cafeterías, algunas de las cuales son en la actualidad auténticas instituciones: Cafè Gijòn (Madrid, 1888), Cafè Novelty (Salamanca, 1905) o elCafè de Fornos (Madrid, 1907), entre otros.
Fuente: Wikipedia
El café llegó a Europa alrededor del año 1600, mediante los mercaderes venecianos.
Se aconsejó al Papa Clemente VIII prohibir el café, pues representaba una amenaza de los infieles; después de haberlo probado, bautizó la nueva bebida, declarando que dejar sólo a sus infieles el placer de esta bebida sería una lástima.
El café fue bien recibido por los monjes por las mismas razones que los imanes: les permitía mantenerse despiertos durante mucho tiempo, y además, mantenían el espìritu limpio.
En 1650, un peregrino musulmàn, Baba Budan consiguió siete plantas en la India que plantó en Mysore y cuyas plantas descendientes subsisten todavía hoy.
Kofetarica (La bebedora de café), de 1888.
Òleo sobre lienzo de Ivaa Koblica (1861–1926), en el Museo Nacional de Liubliana.
Estatua del escultor Fernando Mayoral dedicada a Gonzalo Torrente Ballester, en el Cafè literario Novelty, fundado en 1905, en la Plaza Mayor de Salamanca
En 1583, Leonhard Rauwolf, un mèdico alemàn recién llegado de un viaje de diez años por Oriente Medio, fue el primer occidental en describir la bebida:
Una bebida tan negra como la tinta, útil contra numerosos males, en particular los males de estòmago. Sus consumidores lo toman por la mañana, con toda franqueza, en una copa de porcelana que pasa de uno a otro y de la que cada uno toma un vaso lleno. Está formada por agua y el fruto de un arbusto llamado bunnu.
Léonard Rauwolf
Francis Bacon también mencionó al café en una obra llamada Sylva Sylvarum, publicada póstumamente en el año de 1627.
Bacon describió unos locales en los que los turcos se reunían a beber café y los comparó con las tabernas europeas.
El café resultó especialmente reprobado por los sectores protestantes, aunque no produciría reacciones tan ásperas como el tabaco.
Ya en 1611 algunos terratenientes alemanes pusieron en marcha un sistema para prohibir su difusión. Estas medidas se mantuvieron durante al menos un siglo en el norte y este de Alemania, hasta que Federico II de Prusia despenalizò su consumo, y lo sometió al pago de un fuerte impuesto.
El malestar frente al café prosiguió en el norte de Europa hasta bien entrado el siglo XIX.
Algunos sacerdotes catòlicos lo llamaron «una amarga invención de Satanàs», pues lo veían como un posible sustituto del vino, el cual, en su opinión, había sido santificado por Cristo.
Sin embargo, según el libro Coffee, el papa Clemente VIII probó la bebida y al instante quedó cautivado. Para resolver el dilema religioso, bautizó simbólicamente el brebaje, y lo hizo así aceptable para los católicos.
Primeras cafeterías
En el sur y oeste de Europa se observó una mayor tolerancia.
En la década de 1650 comenzó a ser muy importado y consumido en Inglaterra, y se comenzaron a abrir cafeterìas en Oxford y en Londres.
La primera cafeterìa en Londres se abrió en 1652.
Las cafeterías se convirtieron en lugares donde nacieron las ideas liberales, debido a la visita frecuente a esos lugares (donde, por cierto, se distribuían panfletos) por parte de filòsofos y letrados.
En 1676, esta agitación incitó al fiscal del rey Carlos II de Inglaterra a pedir el cierre de las cafeterías, arguyendo crímenes de ofensa contra el propio rey y contra el reino.
Las reacciones en contra de tal decisión fueron tales que el edicto de cierre debió revocarse. Los flujos de ideas alimentadas por el café modificaron profundamente al Reino Unido.
Había más de dos mil cafeterías, según un registro del año 1700.
La famosa compañía de seguros Lloyd's of London fue en su origen una cafetería, fundada en 1688.
En 1670 se abrió la primera cafetería en Berlìn. En Parìs, el cafè Procope fue el primero en abrir, en 1686, y allí se inventó una nueva forma de preparar el café: haciendo pasar agua caliente a través de un filtro con cafè molido.
La historia de las célebres cafeterías de Viena comenzó con la Batalla de Viena de 1683.
A mediados del siglo XVIII todas las ciudades europeas tenían cafeterías, y en 1734 Johann Sebastian Bach compuso su célebre Cantata del cafè (BWV 211), en una de cuyas escenas una chica le pide a su padre que, si la castiga, no lo haga prohibiéndole el café, y agrega que, si se casa, su marido deberá permitirle beberlo.
El café estuvo prohibido en Rusia, con penas incluso de tortura y de mutilaciòn.
Y, cuando la policía zarista encontraba a alguna persona presa de una crisis nerviosa, se lo atribuía al café.
Motín del té en Boston, 1773.
Primeras cafeterías en América
El café llegó a Amèrica en 1689, con la apertura del primer establecimiento en Boston. La bebida ganó popularidad y obtuvo el rango de bebida nacional, después de que los rebeldes lanzaron al mar el tè objeto de impuestos por la corona britànica durante el motìn del tè en Boston.
Esta operación clave se preparó en la cafetería Dragón verde.
El café alcanzó su completa aceptabilidad sobial en el siglo XVIII. Pronto los grandes cultivos se desplazaron a Ceilàn e Indonesia, y se consolidaron posteriormente en Amèrica del Sur.
El café comenzó a cultivarse en las colonias inglesas, en particular en Ceilán, pero las plantaciones fueron devastadas por una enfermedad y finalmente sustituidas por plantaciones de té.
En 1696, los holandeses lo hicieron cultivar en Indonesia y en Java.
En 1714, el capitàn de infanterìa Gabriel Mathieu de Clieu ocultó un esqueje de una planta de cafè ofrecida por Holanda al rey Luis XIV de Francia y se conservó en los invernaderos reales. Más tarde se implantó en las cuestas del Monte Pelèe en Martinica, en Santo Domingo y en Guadalupe. Cincuenta años más tarde, había ya 19 millones de plantas en Martinica.
Lata de café de la primera mitad del siglo XX. De la colección del Museo del Objeto del Objeto
Los holandeses llevaron semillas a la Guayana Holandesa y de allí a la vecina Guayana Francesa. La primera plantación en Brasil se estableció en 1727 con plantas sustraídas de la Guayana Francesa a pesar de fuertes medidas de seguridad impuestas por las autoridades coloniales.
Su cultivo dependía de la práctica de la esclavitud, que se suprimió en 1888.
En 1784 los misioneros capuchinos llevaron las primeras semillas de café a Venezuela desde el Brasil, mientras que a Colombia llegaron desde las Antillas Francesas. Los primeros cultivos en pequeña escala se registraron en los últimos tiempos coloniales, sobre todo en el departamento de Magdalena, en 1785.
En las colonias británica de América del Norte.
Cuando el café alcanzó las colonias británicas (que después serían EEUU), no tuvo inicialmente tanto éxito como había tenido en Europa, ya que los colonos lo veían como un pobre sustituto del alcohol.
Sin embargo, durante la Guerra de la Independencia, la demanda de café aumentó hasta tal punto que los distribuidores tuvieron que agrupar las escasas existencias y subir los precios drásticamente; parte de ello se debió a la disponibilidad reducida de tè de los mercaderes britànicos.
El consumo de café entre los estadounidenses aumentó durante principios del siglo XIX, tras la Guerra de 1812, que había acabado con el acceso a las importaciones de té, y la gran demanda durante la Guerra de la Independencia, así como muchos adelantos en la tecnología para la elaboración de la bebida, cimentaron la posición del café como un producto de consumo diario en Estados Unidos.
Siglo XIX en Colombia
En Colombia las primeras plantaciones a mediana escala se registraron en 1808 en Santander, y en 1813 Ignacio Ordòñez de Lara fue el primero en contar con un cultivo de 7.000 palos de café. En la región del Cundinamarca fue Tyreel Moore quien en 1867 estableció los primeros cultivos, y Marina Ospina Rodriguez en el departamento de Antioquia.
En el Departamento de Caldas, en el llamado eje cafetero colombiano, los responsables fueron Eduardo Walker, en la jurisdicción de La Cabaña, y Antonio Pinzòn, en el Águila, y para 1890 el café se volvió la base de la economìa regional.
En 1886, Simòn Lopez lo extendió a la ciudad de Perira, de donde partió la expansión del cultivo a zonas del Quindìo y al Valle del Cauca.
Siglos XIX y XX en España
En España, a finales del siglo XIX y principios del XX, también los intelectuales comenzaron a reunirse en cafeterías, algunas de las cuales son en la actualidad auténticas instituciones: Cafè Gijòn (Madrid, 1888), Cafè Novelty (Salamanca, 1905) o elCafè de Fornos (Madrid, 1907), entre otros.
Fuente: Wikipedia