Eduardo Zaplana.

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30/12/2018

LA JUEZ QUE TUVO CÁNCER Y VE A ZAPLANA COMO UN ENFERMO IMAGINARIO

POR ESTEBAN URREIZTIETA


CRÓNICA accede a las comunicaciones internas entre la juez y el médico del ex presidente valenciano / La instructora del ‘caso Erial’ recrimina al jefe de Hematología de La Fe que el pasado 11 de diciembre Zaplana no acudiera a una revisión y sostiene que es la prueba de que no está grave y todo es una farsa / Subraya que si estaba mal hubiera ido y que no hubiera dejado pasar la cita “con la lista de espera que hay en la sanidad pública” / El médico ha forzado su ingreso en el hospital porque considera que corre “riesgo vital” y ha explicado a la magistrada que no asistió a la cita médica del día 11 porque había tomado la decisión de dejarse morir y rechazaba cualquier tipo de tratamiento / La instructora sigue empeñada en que está siendo víctima de un engaño y exige la vuelta de Zaplana a la prisión de Picassent tras negarle las visitas del capellán del hospital y del arzobispo de Valencia en Nochebuena y la compañía de su mujer por las noches / El médico de Zaplana, que apunta ya a que está siendo víctima de “tortura”, pedirá que dos nuevos peritos examinen al ex ministro para evitar su regreso a prisión y su muerte inminente / Los representantes de las asociaciones contra el cáncer de Valencia han llamado a la juez para pedirle que reconsidere su posición y aseguran que se encontraron “con un muro” / El entorno del ex alto cargo ‘popular’ lo tiene claro: “La juez lo quiere dejar morir porque no hay pruebas contra él y no quiere afrontar el bochorno que va a suponer el levantamiento del secreto del sumario”

No importa que el ex presidente valenciano Eduardo Zaplana haya quedado reducido a poco más que su estructura ósea; que tenga la cara deformada por su enfermedad, una leucemia muy grave; o que haya experimentado un súbito empeoramiento que le ha llevado a perder ocho kilos de golpe, a padecer dos infecciones y una depresión de caballo que ha agravado todavía más su estado y que le llevó hace unas semanas a tomar la decisión personal de renunciar a cualquier tipo de tratamiento, para acelerar su muerte.

La juez María Isabel Rodríguez, que instruye el denominado casoErial por el que detuvo al ex presidente de la Comunidad valenciana hace ocho meses tras acusarlo de cobrar comisiones y blanquearlas, considera que todo es un puro teatro. Que Zaplana no está grave y que, por lo tanto, debe regresar de inmediato a la prisión de Picassent, de la que salió hace días en dirección al Hospital de La Fe al certificar los médicos un preocupante empeoramiento de su estado.

Esta magistrada, que curiosamente conoce de primera mano lo que es el cáncer porque padeció uno de mama que le obligó a permanecer de baja año y medio, ha llegado a justificar en privado que no le preocupa en absoluto el estado de salud del ex alto cargo del PP y que a ella no le toman el pelo. «Yo sé mejor que nadie lo que es tener cáncer», llegó a decir al inicio del caso cuando recibió las primeras críticas. Arguye que en los seguimientos practicados por la Guardia Civil antes de su arresto se comprobó que llevaba una vida de lujo y desenfreno y que cuando levante el secreto del sumario se podrá comprobar que no estaba tan malo como sostiene. Por eso siente que está siendo víctima de un engaño, que el ex presidente valenciano, pese a que necesita transfusiones de sangre periódicas, está dispuesto a darse a la fuga, y que, por lo tanto, debe continuar entre rejas por el buen fin de una investigación de cuyo contenido sólo se conoce el auto por el que se decretó su ingreso en prisión. «En los paraísos fiscales también hay hospitales», llega a razonar en su última resolución judicial para denegar por enésima vez la libertad del histórico líder del PP.

En sus resoluciones explicita que Zaplana cobró al menos 6,4 millones en sobornos de manos de la familia Cotino a cambio de adjudicaciones públicas durante su etapa como presidente valenciano y que ha ocultado el dinero en países como Andorra, Paraguay o Uruguay. Desde el primer momento el ex ministro popular ha asegurado que se trata de una acusación sin fundamento, que ni era presidente durante las adjudicaciones investigadas ni ha tenido buena relación con los Cotino y ni mucho menos ha aceptado sobornos suyos. De hecho, la magistrada llega a afirmar que adquirió su casa de Benidorm con «dinero obtenido de los sobornos y presuntamente por la adjudicación de los parques eólicos y las ITV de la Comunidad valenciana», a pesar de que la vivienda fue adquirida en 1995 y la adjudicación de las ITV data de 1997 y la de los parques eólicos no tiene lugar hasta 2003, cuando Zaplana no estaba en Valencia sino al frente del Ministerio de Trabajo.

LLAMATIVOS ERRORES

A falta de conocerse el resto del sumario, que continúa secreto, la juez ha introducido éstos y otros llamativos errores en sus autos que ponen en tela de juicio la precisión del resto de sus afirmaciones, hasta el punto de que sostiene, por citar otro ejemplo, que Zaplana fue trasplantado de médula en Estados Unidos cuando la operación le fue realizada en el mismo Hospital La Fe de Valencia en el que se encuentra internado.

El ex presidente valenciano reconoce que ha intentado hacer negocios tras abandonar la política o que ha criticado a compañeros de partido por teléfono porque tiene el defecto de hablar más de la cuenta. Pero que nunca, jamás, se ha enriquecido ilícitamente.

No obstante, el argumento extraoficial de la supuesta vida loca del Zaplana enfermo de cáncer se ha venido trasladando desde la dirección de la investigación desde hace meses. Su entorno lo desmiente rotundamente basándose en una característica personal de Zaplana y es su aprensión por coger cualquier enfermedad que agravase su estado a sabiendas de que tenía las defensas por el suelo. Por lo que, enfatizan, sus salidas y entradas siempre estuvieron muy calculadas.

Comentarios maliciosos al margen, durante los últimos diez días se ha producido un punto de inflexión que ha conducido la situación a un límite que no cuenta con precedentes en la Justicia española. El jefe de Hematología del Hospital La Fe de Valencia, Guillermo Sanz, considerado de forma unánime por la comunidad científica como uno de los grandes especialistas mundiales en el tratamiento de la leucemia, ha puesto el grito en el cielo y ha dejado por escrito en varios informes que si Zaplana vuelve a la cárcel, morirá en un corto espacio de tiempo. En un reciente tuit ha llegado a apuntar abiertamente, hastiado por la conducta de la juez, que su paciente está siendo víctima de «tortura» por parte de la instructora.

Ni tan siquiera la contundencia de sus dictámenes o el recurso a las redes sociales para torcer la voluntad de la juez Rodríguez ha ablandado a ésta, que, por el contrario, ha endurecido todavía más su posición y ha entablado una guerra abierta contra este especialista, al que considera cómplice del engaño del que asegura estar siendo víctima.

Crónica ha accedido a las comunicaciones que se han intercambiado durante los últimos días la juez y el hematólogo, en las que la instructora llega a poner en cuestión abiertamente la gravedad de Zaplana utilizando un tono inédito en sus resoluciones judiciales por su virulencia.

Así, el pasado 20 de diciembre, la titular del Juzgado de Instrucción número 8 de Valencia, dictó un auto en el que subrayó su carácter de «urgente». En el mismo exigió al Hospital La Fe que justificara por qué había que realizarle nuevas pruebas médicas a Zaplana.

Requirió que se le explicara por qué las nuevas pruebas «no se podían realizar en el Hospital General Universitario de Valencia»; por qué debía «estar permanentemente ingresado» en lugar de «efectuarse traslados desde el centro penitenciario hasta el hospital»; y puso directamente en tela de juicio la oportunidad de los nuevos análisis.

«Que se conteste desde cuándo están programadas dichas pruebas y por qué las mismas no se hicieron en la última revisión de que fue objeto», indicó en tono casi amenazante. De hecho, llegó al extremo de exigir al Hospital La Fe que explicara «en base a qué hechos objetivos se ha acordado la práctica de las pruebas», entre las que se encuentra la extraordinariamente delicada limpieza completa de la sangre de células cancerígenas.

El tono de la juez se elevó todavía más al reclamar una justificación sobre por qué fue suspendida una cita médica por parte de Zaplana el pasado 11 de diciembre si es que «el estado era tan grave». Máxime cuando «de todos es sabido la lista de espera y el retardo que existe en la sanidad pública» y «el doble retardo que se produce cuando no se acude a la programada». Lo que certifica, siempre bajo el criterio de la instructora, «la ausencia de urgencia».

MIEDO AL INGRESO

La airada reacción de la magistrada, que considera que no le están contando la verdad, llevó al doctor Guillermo Sanz, que trata a Zaplana desde hace tres años y medio, a replicar con la misma contundencia inusitada. Reveló que la mujer de Zaplana le había comentado que no acudió a la cita «por miedo a quedar ingresado» y que fue él personalmente quien les indicó la «necesidad de que aceptara el ingreso» al ser «necesario e imprescindible para tratar de garantizar su salud».

No en vano, Zaplana llegó a rechazar aquellas pruebas médicas no porque estuviera bien de salud sino porque había comunicado a su entorno que ya no quería someterse a más revisiones. El motivo, que prefería morirse cuanto antes. Este extremo le ha sido explicado a la magistrada, que tampoco da crédito al mismo y ha endurecido más si cabe el régimen de visitas de Zaplana en el hospital.

El día de Nochebuena intentó visitarle el capellán del hospital y el arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares. A ambos los agentes de Policía que custodian al ex ministro le comunicaron, de muy buenas maneras, que tenían orden de la juez de no dejarles pasar. También ha prohibido expresamente que la esposa de Zaplana duerma junto a él en el hospital como sí se permite al resto de pacientes.

Convencido por su médico de que no debía tirar la toalla, Zaplana accedió a las referidas pruebas para someterse a una «fototerapia extracorpórea», a una «gastroscopia y colonoscopia» para localizar las pérdidas de sangre que estaba padeciendo así como a un «aspirado de médula ósea». El doctor Sanz, que se ha empeñado en «sacar adelante como sea» a su paciente «a pesar de la juez», le explicó a la instructora que el ingreso era «absolutamente necesario e imprescindible». «No sólo para tratar de mejorar su situación clínica sino, fundamentalmente, para trata de salvar su vida», agregó.

Lejos de entrar en razón, la juez continúa creyendo que está siendo sometida a una engañifa y presiona a diario al Hospital La Fe para que le aclaren puntualmente las pruebas que le están realizando y procedan a devolver al paciente de inmediato a la prisión. La persistencia de la instructora llevó al responsable de Hematología de La Fe a emitir el pasado 27 de diciembre un nuevo informe en el que, además de pronunciarse de nuevo a favor del ingreso de forma indefinida del paciente, reprende a María Isabel Rodríguez por haberle mantenido preso con una leucemia grave. «La privación de libertad interfiere en su salud y en los cuidados y tratamientos que debería llevar ahora, haber llevado en el pasado y llevar de ahora en adelante», precisa. «En este caso la respuesta es que indudablemente lo ha hecho y lo seguirá haciendo».

A la vista de la imparable obstinación de la juez, han movido ficha los representantes de las asociaciones contra el cáncer de Valencia, que han llamado directamente a la instructora al juzgado. Así lo hizo Arturo Zornoza, presidente de Asleuval (Asociación para la lucha contra la leucemia de la Comunidad valenciana). Después de muchas dificultades para hablar con María Luisa Rodríguez, los miembros de esta asociación se toparon «con un muro», han asegurado textualmente. Le dejaron claro a la juez que separan al enfermo del político y le han pedido que le permita tratarse en La Fe. «Ante la persistencia de la situación y como asociación de pacientes oncohematológicos queremos reiterar nuestra preocupación y apelar a razones humanitarias para que se reconsidere la situación que está atravesando, tal y como haríamos con cualquier enfermo que estuviera en las mismas circunstancias», le indicaron. La contestación de la juez fue que ellos eran «parte interesada» y que, por lo tanto, no iba a tener en consideración su opinión en ningún momento.

Llegados a este punto, el doctor Sanz va a proponer que dos nuevos peritos examinen a Zaplana y contrasten su dictamen. No realizará ya ningún informe nuevo porque considera que ya ha dicho todo lo que tenía que decir. De tal forma que queda en manos de la juez la posibilidad última de trasladar en contra de los especialistas al paciente de regreso a Picassent bajo su estricta responsabilidad. De producirse finalmente esta decisión, «Zaplana morirá», coinciden los médicos. «Se habrá cumplido entonces el objetivo», razonan desde su entorno cercano. «Quieren que se muera para que cuando se levante el secreto del sumario y se vea que no hay pruebas contundentes, todo haya terminado y la juez evite tener que enfrentarse a ese ridículo y a ese bochorno». @eurreiztieta
 
¿ como dijo su hija cuando los parados se quedaban sin ninguna ayuda? Que se j..dan pues eso la misma medicina
que devuelva todo lo que ha robado que es por lo que esta en prisión
Qué hija?? No estarás oyendo campanas y no sabes de dónde vienen?

Esa era Andrea Fabra.. FA-BRA. Hija de Carlos FA-BRA... No Zaplana.

Si Zaplana fuera etarra ya estaba en su casa.
 
Lo que está pasando con Zaplana es indignante. Si esto se lo hacen a un terrorista, a un político de izquierdas o a un independentista, no se hablaría de otra cosa.

Todo mi apoyo al médico que lo está defendiendo contra viento y marea.
 
Hay un precedente cercano en el caso de un etarra que salió de la cárcel porque ...CREO.... estaba en fase terminal de una enfermedad.
Si Zaplana fuese de izquierdas se oirían hasta en la luna los alaridos contra la juez de este caso.
En momentos como este...la caridad humana bien entendida NO DEBERÍA hacer distinciones ni ensañarse con nadie.
 
30/12/2018

LA JUEZ QUE TUVO CÁNCER Y VE A ZAPLANA COMO UN ENFERMO IMAGINARIO

POR ESTEBAN URREIZTIETA


CRÓNICA accede a las comunicaciones internas entre la juez y el médico del ex presidente valenciano / La instructora del ‘caso Erial’ recrimina al jefe de Hematología de La Fe que el pasado 11 de diciembre Zaplana no acudiera a una revisión y sostiene que es la prueba de que no está grave y todo es una farsa / Subraya que si estaba mal hubiera ido y que no hubiera dejado pasar la cita “con la lista de espera que hay en la sanidad pública” / El médico ha forzado su ingreso en el hospital porque considera que corre “riesgo vital” y ha explicado a la magistrada que no asistió a la cita médica del día 11 porque había tomado la decisión de dejarse morir y rechazaba cualquier tipo de tratamiento / La instructora sigue empeñada en que está siendo víctima de un engaño y exige la vuelta de Zaplana a la prisión de Picassent tras negarle las visitas del capellán del hospital y del arzobispo de Valencia en Nochebuena y la compañía de su mujer por las noches / El médico de Zaplana, que apunta ya a que está siendo víctima de “tortura”, pedirá que dos nuevos peritos examinen al ex ministro para evitar su regreso a prisión y su muerte inminente / Los representantes de las asociaciones contra el cáncer de Valencia han llamado a la juez para pedirle que reconsidere su posición y aseguran que se encontraron “con un muro” / El entorno del ex alto cargo ‘popular’ lo tiene claro: “La juez lo quiere dejar morir porque no hay pruebas contra él y no quiere afrontar el bochorno que va a suponer el levantamiento del secreto del sumario”

No importa que el ex presidente valenciano Eduardo Zaplana haya quedado reducido a poco más que su estructura ósea; que tenga la cara deformada por su enfermedad, una leucemia muy grave; o que haya experimentado un súbito empeoramiento que le ha llevado a perder ocho kilos de golpe, a padecer dos infecciones y una depresión de caballo que ha agravado todavía más su estado y que le llevó hace unas semanas a tomar la decisión personal de renunciar a cualquier tipo de tratamiento, para acelerar su muerte.

La juez María Isabel Rodríguez, que instruye el denominado casoErial por el que detuvo al ex presidente de la Comunidad valenciana hace ocho meses tras acusarlo de cobrar comisiones y blanquearlas, considera que todo es un puro teatro. Que Zaplana no está grave y que, por lo tanto, debe regresar de inmediato a la prisión de Picassent, de la que salió hace días en dirección al Hospital de La Fe al certificar los médicos un preocupante empeoramiento de su estado.

Esta magistrada, que curiosamente conoce de primera mano lo que es el cáncer porque padeció uno de mama que le obligó a permanecer de baja año y medio, ha llegado a justificar en privado que no le preocupa en absoluto el estado de salud del ex alto cargo del PP y que a ella no le toman el pelo. «Yo sé mejor que nadie lo que es tener cáncer», llegó a decir al inicio del caso cuando recibió las primeras críticas. Arguye que en los seguimientos practicados por la Guardia Civil antes de su arresto se comprobó que llevaba una vida de lujo y desenfreno y que cuando levante el secreto del sumario se podrá comprobar que no estaba tan malo como sostiene. Por eso siente que está siendo víctima de un engaño, que el ex presidente valenciano, pese a que necesita transfusiones de sangre periódicas, está dispuesto a darse a la fuga, y que, por lo tanto, debe continuar entre rejas por el buen fin de una investigación de cuyo contenido sólo se conoce el auto por el que se decretó su ingreso en prisión. «En los paraísos fiscales también hay hospitales», llega a razonar en su última resolución judicial para denegar por enésima vez la libertad del histórico líder del PP.

En sus resoluciones explicita que Zaplana cobró al menos 6,4 millones en sobornos de manos de la familia Cotino a cambio de adjudicaciones públicas durante su etapa como presidente valenciano y que ha ocultado el dinero en países como Andorra, Paraguay o Uruguay. Desde el primer momento el ex ministro popular ha asegurado que se trata de una acusación sin fundamento, que ni era presidente durante las adjudicaciones investigadas ni ha tenido buena relación con los Cotino y ni mucho menos ha aceptado sobornos suyos. De hecho, la magistrada llega a afirmar que adquirió su casa de Benidorm con «dinero obtenido de los sobornos y presuntamente por la adjudicación de los parques eólicos y las ITV de la Comunidad valenciana», a pesar de que la vivienda fue adquirida en 1995 y la adjudicación de las ITV data de 1997 y la de los parques eólicos no tiene lugar hasta 2003, cuando Zaplana no estaba en Valencia sino al frente del Ministerio de Trabajo.

LLAMATIVOS ERRORES

A falta de conocerse el resto del sumario, que continúa secreto, la juez ha introducido éstos y otros llamativos errores en sus autos que ponen en tela de juicio la precisión del resto de sus afirmaciones, hasta el punto de que sostiene, por citar otro ejemplo, que Zaplana fue trasplantado de médula en Estados Unidos cuando la operación le fue realizada en el mismo Hospital La Fe de Valencia en el que se encuentra internado.

El ex presidente valenciano reconoce que ha intentado hacer negocios tras abandonar la política o que ha criticado a compañeros de partido por teléfono porque tiene el defecto de hablar más de la cuenta. Pero que nunca, jamás, se ha enriquecido ilícitamente.

No obstante, el argumento extraoficial de la supuesta vida loca del Zaplana enfermo de cáncer se ha venido trasladando desde la dirección de la investigación desde hace meses. Su entorno lo desmiente rotundamente basándose en una característica personal de Zaplana y es su aprensión por coger cualquier enfermedad que agravase su estado a sabiendas de que tenía las defensas por el suelo. Por lo que, enfatizan, sus salidas y entradas siempre estuvieron muy calculadas.

Comentarios maliciosos al margen, durante los últimos diez días se ha producido un punto de inflexión que ha conducido la situación a un límite que no cuenta con precedentes en la Justicia española. El jefe de Hematología del Hospital La Fe de Valencia, Guillermo Sanz, considerado de forma unánime por la comunidad científica como uno de los grandes especialistas mundiales en el tratamiento de la leucemia, ha puesto el grito en el cielo y ha dejado por escrito en varios informes que si Zaplana vuelve a la cárcel, morirá en un corto espacio de tiempo. En un reciente tuit ha llegado a apuntar abiertamente, hastiado por la conducta de la juez, que su paciente está siendo víctima de «tortura» por parte de la instructora.

Ni tan siquiera la contundencia de sus dictámenes o el recurso a las redes sociales para torcer la voluntad de la juez Rodríguez ha ablandado a ésta, que, por el contrario, ha endurecido todavía más su posición y ha entablado una guerra abierta contra este especialista, al que considera cómplice del engaño del que asegura estar siendo víctima.

Crónica ha accedido a las comunicaciones que se han intercambiado durante los últimos días la juez y el hematólogo, en las que la instructora llega a poner en cuestión abiertamente la gravedad de Zaplana utilizando un tono inédito en sus resoluciones judiciales por su virulencia.

Así, el pasado 20 de diciembre, la titular del Juzgado de Instrucción número 8 de Valencia, dictó un auto en el que subrayó su carácter de «urgente». En el mismo exigió al Hospital La Fe que justificara por qué había que realizarle nuevas pruebas médicas a Zaplana.

Requirió que se le explicara por qué las nuevas pruebas «no se podían realizar en el Hospital General Universitario de Valencia»; por qué debía «estar permanentemente ingresado» en lugar de «efectuarse traslados desde el centro penitenciario hasta el hospital»; y puso directamente en tela de juicio la oportunidad de los nuevos análisis.

«Que se conteste desde cuándo están programadas dichas pruebas y por qué las mismas no se hicieron en la última revisión de que fue objeto», indicó en tono casi amenazante. De hecho, llegó al extremo de exigir al Hospital La Fe que explicara «en base a qué hechos objetivos se ha acordado la práctica de las pruebas», entre las que se encuentra la extraordinariamente delicada limpieza completa de la sangre de células cancerígenas.

El tono de la juez se elevó todavía más al reclamar una justificación sobre por qué fue suspendida una cita médica por parte de Zaplana el pasado 11 de diciembre si es que «el estado era tan grave». Máxime cuando «de todos es sabido la lista de espera y el retardo que existe en la sanidad pública» y «el doble retardo que se produce cuando no se acude a la programada». Lo que certifica, siempre bajo el criterio de la instructora, «la ausencia de urgencia».

MIEDO AL INGRESO

La airada reacción de la magistrada, que considera que no le están contando la verdad, llevó al doctor Guillermo Sanz, que trata a Zaplana desde hace tres años y medio, a replicar con la misma contundencia inusitada. Reveló que la mujer de Zaplana le había comentado que no acudió a la cita «por miedo a quedar ingresado» y que fue él personalmente quien les indicó la «necesidad de que aceptara el ingreso» al ser «necesario e imprescindible para tratar de garantizar su salud».

No en vano, Zaplana llegó a rechazar aquellas pruebas médicas no porque estuviera bien de salud sino porque había comunicado a su entorno que ya no quería someterse a más revisiones. El motivo, que prefería morirse cuanto antes. Este extremo le ha sido explicado a la magistrada, que tampoco da crédito al mismo y ha endurecido más si cabe el régimen de visitas de Zaplana en el hospital.

El día de Nochebuena intentó visitarle el capellán del hospital y el arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares. A ambos los agentes de Policía que custodian al ex ministro le comunicaron, de muy buenas maneras, que tenían orden de la juez de no dejarles pasar. También ha prohibido expresamente que la esposa de Zaplana duerma junto a él en el hospital como sí se permite al resto de pacientes.

Convencido por su médico de que no debía tirar la toalla, Zaplana accedió a las referidas pruebas para someterse a una «fototerapia extracorpórea», a una «gastroscopia y colonoscopia» para localizar las pérdidas de sangre que estaba padeciendo así como a un «aspirado de médula ósea». El doctor Sanz, que se ha empeñado en «sacar adelante como sea» a su paciente «a pesar de la juez», le explicó a la instructora que el ingreso era «absolutamente necesario e imprescindible». «No sólo para tratar de mejorar su situación clínica sino, fundamentalmente, para trata de salvar su vida», agregó.

Lejos de entrar en razón, la juez continúa creyendo que está siendo sometida a una engañifa y presiona a diario al Hospital La Fe para que le aclaren puntualmente las pruebas que le están realizando y procedan a devolver al paciente de inmediato a la prisión. La persistencia de la instructora llevó al responsable de Hematología de La Fe a emitir el pasado 27 de diciembre un nuevo informe en el que, además de pronunciarse de nuevo a favor del ingreso de forma indefinida del paciente, reprende a María Isabel Rodríguez por haberle mantenido preso con una leucemia grave. «La privación de libertad interfiere en su salud y en los cuidados y tratamientos que debería llevar ahora, haber llevado en el pasado y llevar de ahora en adelante», precisa. «En este caso la respuesta es que indudablemente lo ha hecho y lo seguirá haciendo».

A la vista de la imparable obstinación de la juez, han movido ficha los representantes de las asociaciones contra el cáncer de Valencia, que han llamado directamente a la instructora al juzgado. Así lo hizo Arturo Zornoza, presidente de Asleuval (Asociación para la lucha contra la leucemia de la Comunidad valenciana). Después de muchas dificultades para hablar con María Luisa Rodríguez, los miembros de esta asociación se toparon «con un muro», han asegurado textualmente. Le dejaron claro a la juez que separan al enfermo del político y le han pedido que le permita tratarse en La Fe. «Ante la persistencia de la situación y como asociación de pacientes oncohematológicos queremos reiterar nuestra preocupación y apelar a razones humanitarias para que se reconsidere la situación que está atravesando, tal y como haríamos con cualquier enfermo que estuviera en las mismas circunstancias», le indicaron. La contestación de la juez fue que ellos eran «parte interesada» y que, por lo tanto, no iba a tener en consideración su opinión en ningún momento.

Llegados a este punto, el doctor Sanz va a proponer que dos nuevos peritos examinen a Zaplana y contrasten su dictamen. No realizará ya ningún informe nuevo porque considera que ya ha dicho todo lo que tenía que decir. De tal forma que queda en manos de la juez la posibilidad última de trasladar en contra de los especialistas al paciente de regreso a Picassent bajo su estricta responsabilidad. De producirse finalmente esta decisión, «Zaplana morirá», coinciden los médicos. «Se habrá cumplido entonces el objetivo», razonan desde su entorno cercano. «Quieren que se muera para que cuando se levante el secreto del sumario y se vea que no hay pruebas contundentes, todo haya terminado y la juez evite tener que enfrentarse a ese ridículo y a ese bochorno». @eurreiztieta
Este es el botón de la muestra q deja claro la clase de democracia q tenemos en este país, y el respeto a los derechos humanos q estamos obligados a cumplir por el hecho de ser miembros de ... de nada.... Las palabras q me pueden salir para calificar lo q se publica en este artículo no son adecuadas a las normas de este foro.

Hay personas q solo asumen de su cargo el poder q les da, ignorando la responsabilidad q tienen, y q son servidores públicos (tienen entre otras obligcaciones la de recibir en su despacho al ciudadano afectado), q no están por encima de nadie. Las leyes se hacen para todos, para todos, para los jueces tb.

Con la difusión q tiene el medio q publica esto, lo lógico sería q en 24 horas se tome alguna medida.

Vergúenza de país, en el q se pueden dar situaciones q den lugar a la frase del artículo, cito: «Quieren que se muera para que cuando se levante el secreto del sumario y se vea que no hay pruebas contundentes, todo haya terminado y la juez evite tener que enfrentarse a ese ridículo y a ese bochorno»

La palabra TORTURA queda pequeña. Por cierto ¿qué dice la Sexta de este tema? Nada, no?
 
Este es el botón de la muestra q deja claro la clase de democracia q tenemos en este país, y el respeto a los derechos humanos q estamos obligados a cumplir por el hecho de ser miembros de ... de nada.... Las palabras q me pueden salir para calificar lo q se publica en este artículo no son adecuadas a las normas de este foro.

Hay personas q solo asumen de su cargo el poder q les da, ignorando la responsabilidad q tienen, y q son servidores públicos (tienen entre otras obligcaciones la de recibir en su despacho al ciudadano afectado), q no están por encima de nadie. Las leyes se hacen para todos, para todos, para los jueces tb.

Con la difusión q tiene el medio q publica esto, lo lógico sería q en 24 horas se tome alguna medida.

Vergúenza de país, en el q se pueden dar situaciones q den lugar a la frase del artículo, cito: «Quieren que se muera para que cuando se levante el secreto del sumario y se vea que no hay pruebas contundentes, todo haya terminado y la juez evite tener que enfrentarse a ese ridículo y a ese bochorno»

La palabra TORTURA queda pequeña. Por cierto ¿qué dice la Sexta de este tema? Nada, no?
La frase entrecomillada es terrible, inhumana, atroz, y de sentir vergüenza ajena.
Y la SEXTA no dirá nada porque el señor Zaplana es un político de derechas y ,además, ha sido ministro en el gobierno del PP, cosa que le hace digno...SEGÚN ELLOS... de ser condenado al fuego eterno.
Que quienes así opinan no tengan la desgracia de verse en algo semejante.
 
¡Salvad a Zaplana!


Eduardo Zaplana debe ser excarcelado por motivos humanitarios sea cual sea su participación en la corrupción o sea cual sea su estela de altanería y prepotencia

Elisa Beni
59 comentarios

29/12/2018 - 20:54h
Zaplana-pasara-Navidad-Fe-prision_EDIIMA20181224_0159_19.jpg


“El sentido común del siglo XVIII, su comprensión de los hechos evidentes del sufrimiento humano y de las exigencias obvias de la naturaleza humana, actuaron en el mundo como un baño de purificación moral”




Alfred North Whitehead



Yo soy una damnificada de Eduardo Zaplana.

Miren que me gusta poco hablar en primera persona, pero en este caso me parece pertinente. Lo soy de forma objetiva. Zaplana fue uno de los padres de las teorías conspiratorias del 11M. Uno de los que se consideraron agraviados cuando la Justicia se hizo sin darles el más mínimo respiro a sus falacias. Él, y otras, se ocuparon de cobrarse pieza en mí. Una patada en mi culo que iba dirigida a quien no podían alcanzar, en una represalia totalmente política y desprovista de cualquier justificación profesional. Tiempos pasados. Aún así nunca he dudado de que Eduardo Zaplana, con su soberbia, con su poder incuestionable en otros tiempos, con su pléyade de víctimas, es un ser humano. De esto va esta reflexión: de seres humanos, de la humanidad del Estado y de la inaceptable implantación de una venganza institucionalizada a priori, sea del signo político que sea su destinatario.

Zaplana tiene una leucemia -un cáncer de la sangre- y fue trasplantado para intentar detenerla. A raíz de ese trasplante, realizado en el hospital público de Valencia, sufre ahora lo que se denomina Enfermedad del Injerto Contra el Huésped (EICH), es decir, se trataría del ataque de los linfocitos del donante de la médula a los órganos del trasplantado. Sería el equivalente a lo que llamamos “rechazo” de un trasplante de otro órgano. Si ese rechazo no responde a los corticoides, como es el caso del político popular, las expectativas de supervivencia disminuyen considerablemente. La situación es similar a la que tenían los enfermos del sida antes de la llegada de los retrovirales: estaban expuestos a que el más mínimo contacto con un virus o una bacteria les provocara la muerte. Seguro que se hacen cargo de la situación, sin embargo, la juez instructora del procedimiento contra él parece no enterarse. Zaplana tiene sangrados internos, llagados de las mucosas, se le deben realizar algunas pruebas con grandes cuidados para evitar que microroturas de la pared intestinal hagan pasar a la sangre microorganismos... y todo un largo etcétera de complicaciones que le han sido explicadas en múltiples informes a la magistrada por el jefe de servicio del Hospital Público La Fe de Valencia. Algo objetivo que llevó a los médicos forenses en mayo a decir que podría correr riesgo su vida en prisión aunque en septiembre recularan, a pesar de que el paciente no ha ido objetivamente a mejor sino a peor. Deberían explicar por qué.

La juez de Instrucción que lo mantiene imputado y en prisión preventiva, Isabel Rodríguez, parece no tener capacidad para comprender lo que técnica y científicamente se le expone. Eso que ustedes mismos ya han comprendido, que una persona con ese nivel de complicaciones y de riesgo de infección, que no podría superar, no puede estar en una prisión conviviendo con todo tipo de reclusos aquejados cada uno de cosas diversas, de un resfriado a una tuberculosis. Rodríguez no lo ve. Así que día tras día oficia al hospital para apretar y devolver a Zaplana a Picassent. Para ello no duda en tratar a una eminencia en hematología, el doctor Guillermo Sanz, como si fuera un médico de parte vendido a la familia y que, según se deduce de sus autos y oficios, parecería que está dispuesto a firmar cualquier tipo de papel que la familia necesite para beneficiarse. Es tan insultante el comportamiento de la magistrada que nos debe ofender a todos.

Guillermo Sanz es un médico sin sombra de sospechas. Una eminencia en hematología cuya especialidad en los Síndromes Mielodisplásicos y en el trasplante con progenitores hematopoyéticos es reconocida internacionalmente. Ha publicado centenares de artículos de investigación y actualmente es co-chair de Harmony, el proyecto estrella europeo dotado con 40 millones de euros y que se piensa extender posteriormente a otras enfermedades. Para la juez de instrucción es “el juez de la familia”. Alguien sospechoso. La realidad es que se trata de un vocacional de la sanidad pública, un hombre comprometido y de izquierdas, que no ha cejado en su compromiso desde que militara en el Partido Comunista de estudiante en la Autónoma de Madrid, hasta haber aceptado ser interventor de Podemos en las últimas elecciones. Es indignante que les tenga que contar esto pero, dada la actitud de la Justicia en este caso, casi es preciso justificar que no hay ningún interés oculto en lo que para Sanz es un ejercicio práctico de su juramento hipocrático: salvar a su paciente. Para ello no ha dudado en pedir amparo a la Sociedad Española de Hematología, que en los días que vienen emitirá dos informes de sendos jefes de unidades de trasplante sobre la situación científicamente adverada de Zaplana. La ciencia, aquello que nos trajo a la civilización y que parece significar ya tan poco. Todo eso se lo despacha la jueza con “hasta en los paraísos fiscales hay hospitales” así que se puede fugar. Tampoco ha debido leer en los informes que las directivas del European Blood an Bone Marrow Transplantation Group y de la Organización Nacional de Trasplantes señalan que cualquier paciente trasplantado debe ser tratado en el centro que lo trasplantó o en un centro acreditado por ellos. Ella prefiere el hospital penitenciario porque todo esto se lo explica el que debe considerar un mindundi vendido a no se sabe qué intereses.

Zaplana ahora mismo, siendo un preso preventivo, es de peor clase que un condenado. Ningún juez de Vigilancia Penitenciaria le mantendría en prisión en estas condiciones. Recuérdese el Caso Bolinaga en el que, a pesar de mostrarse en contra forenses y fiscales, el juez Castro de la Audiencia Nacional viajó a Donosti a entrevistarse con los médicos, “sus médicos” que diría Rodríguez, y finalmente le excarceló por motivos humanitarios. En el caso de Zaplana, una persona que aún conserva indemne todo su derecho a la presunción de inocencia, se están poniendo en riesgo de vulneración su derecho a la vida y a no sufrir un trato inhumano y degradante. Todo eso para conseguir que no se convierta en un fugitivo -con ese panorama, imaginen, yendo de hospital en hospital- y mantenerlo preso para asegurar un proceso que probablemente nunca termine con el cumplimiento de la condena dado que, de seguirse los impulsos de la instructora, morirá mucho antes de que ésta llegue. Es una incongruencia del sistema que un imputado en prisión preventiva acabe recibiendo peor trato que un condenado en firme. No es la primera vez que sucede. En cuatro párrafos mal hilados se despacha la juez la fundamentación para no ponderar los derechos que están en juego aunque más parece barajar si Zaplana parece ser más o menos culpable según pasa el tiempo, algo impropio de un auto como este.

Ya saben que yo creo que los hechos acabarán probando que también se corrompió pero eso no quita ni ápice a ninguno de los argumentos que les he dado. La Justicia que practica un Estado de Derecho siempre mostrará unos principios y una magnanimidad que el delincuente nunca tiene. Porque somos mejores que los que vulneran la ley y porque el sistema que auspiciamos también lo es.

Por eso Eduardo Zaplana debe ser excarcelado por motivos humanitarios sea cual sea su participación en la corrupción o sea cual sea su estela de altanería y prepotencia. No es sólo por él, es por todos nosotros. La crueldad, la ceguera, la falta de apoyo en la ciencia, la prepotencia del que tiene la sartén por el mango no engrandecen el Estado de Derecho sino que contribuyen a enfangarlo.

https://www.eldiario.es/zonacritica/Salvad-Zaplana_6_851524853.html
 
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