DULCES, POSTRES Y DEMÁS REPOSTERIA

Cómo hacer crêpes suzette al estilo de Dani García, receta con vídeo incluido



Cómo hacer crêpes suzette al estilo de Dani García, receta con vídeo incluido




Los crêpes son un gran invento y prueba de ello es que tienen su propio día de celebración. El 2 de febrero, Día de la Candelaria, es tradición elaborar y comer crêpes a diestro y siniestro así que nos sumamos a la fiesta. Y lo hacemos con estos crêpes suzette al estilo Dani García que son tremebundos de ricos.


Los crêpes suzette son un clásico de la cocina francesa que sigue levantando pasiones. En los restaurantes de postín se preparan a la vista del cliente, haciendo del momento algo mágico. En casa, claro está, los preparamos en la cocina y los servimos inmediatamente, recién hechos es como mejor están. Y disfrutamos todos del espectáculo que este dulce supone, esta vez, para el paladar.


Para 6 unidades

  • Huevo M (para la masa) 1
  • Leche (para la masa) 100 ml
  • Mantequilla fundida (para la masa) 20 g
  • Licor de naranja (para la masa) 2 ml
  • Harina de trigo (para la masa) 50 g
  • Sal una pizca (para la masa)
  • Azúcar (para la masa) 2 g
  • Licor de naranja (para la salsa) 35 ml
  • Zumo de naranja (para la salsa) 150 ml
  • Ralladura de naranja (para la salsa) 1
  • Mantequilla (para la salsa) 50 g
  • Azúcar (para la salsa) 25 g
  • Agua (para la salsa) 5 ml

Dificultad: Fácil

  • Tiempo total 35 m
  • Elaboración 10 m
  • Cocción 25 m
Preparamos la masa y arrancamos fundiendo la mantequilla en el microondas, a potencia baja, para que se integre bien al resto de ingredientes. Introducimos en el vaso de una batidora de mano la harina, el huevo, la leche, el azúcar, una pizca de sal, el licor de naranja y la mantequilla fundida. Batimos para emulsionar la mezcla e integrar bien todos los ingredientes.

Calentamos una sartén antiadherente, sin que llegue a humear. Vertemos un poco de masa y giramos la sartén rápido para repartirla bien por toda la superficie. Cuando se vea ligeramente cocida y seca por los bordes (lo que ocurre casi de inmediato) los separamos cuidadosamente con una lengua de silicona, levantamos y volteamos.
Repetimos la operación con el resto de la masa, asegurándonos que quedan bien finos para que podamos obtener seis crêpes. Cuando los crêpes estén fríos los doblamos dos veces por la mitad.

Preparamos la salsa y empezamos calentando el azúcar y una cucharadita de agua en una sartén a fuego medio. Cuando el azúcar esté caramelizado y tenga un color ligeramente dorado añadimos la mantequilla y movemos la sartén para que se integre con el caramelo. Añadimos el zumo de naranja y movemos la sartén de nuevo, dejando que hierva suavemente un par de minutos.

En su receta, Dani García introduce los crêpes en la sartén con la salsa, los dobla, añade el licor de naranja y los flambea. Nosotros hemos adaptado la receta de la salsa y añadimos el licor de naranja a la sartén antes que los crêpes, dejando que hierva unos minutos para que se evapore el alcohol.
Entonces desdoblamos un crêpe y lo sumergimos en la salsa. Doblamos de nuevo por la mitad dos veces, asegurando que queda bien impregnado de la salsa. Repetimos con el resto de crêpes, retirando de la sartén según los doblamos. Servimos inmediatamente, espolvoreando los crêpes con ralladura de naranja y guarnecidos con unos gajos.


Consejos para clavar los crêpes
Usar una crepera, con su rodillo en forma de T para extender la masa y su espátula para voltear, puede resultar de gran ayuda a la hora de lograr unos crêpes perfectos con el grosor adecuado. Han de quedar muy finos y, en esta receta en concreto, este es -casi- un requisito indispensable. La salsa en la que se les da un último hervor antes de servir penetra mejor en su interior y quedan más jugosos.

Existe gran variedad de creperas en el mercado, de distintos tipos y precios. Si sois fanáticos de los crêpes, seguro que sacáis partido a una crepera eléctrica. Geniales para controlar la temperatura, fáciles de limpiar y apenas ocupan espacio.


VIDEO:

 
TARTA DE QUESO JAPONESA

Un pastel suave y esponjoso como el algodón que te hará ser infiel a tu tarta de queso de cabecera. Con los mismos ingredientes de siempre pero pasados por el filtro japonés: manga a la vez que zen.



Tarta de queso japonesa




La inspiración para elegir recetas de El Comidista viene a veces marcada por el calendario, los productos de temporada o el bolsillo. En otras ocasiones, y como todo hijo de vecino, replicamos platos que probamos en algún sitio o que nos dejan ojipláticos mientras trasteamos en las redes sociales.

Mònica Escudero y yo vimos un día un vídeo de la tarta de queso de Uncle Rikuro y pusimos al mundo por testigo de que la perpetraríamos. Sí o sí. Porque no había más que ver aquellas bamboleantes y esponjosas tartas para saber que eran la respuesta a la maldita pregunta de “a qué saben las nubes”. Tenían que saber y oler a aquello, a ese pastel aparentemente sencillote que se vende en Osaka (Japón) en una ventanilla delante de la cual hay siempre una cola interminable. Nos perderíamos el ritual y el toque de campanilla de cuando salen las tartas del horno, pero por mis muertos que la íbamos a hacer.

Con la misión vital de elaborar semejante maravilla inicié una obsesiva búsqueda de recetas hasta dar con la original. La fórmula primigenia de la que se han copiado desde 2004 todas las tartas de queso de estilo japonés que campan por internet. Todas con los mismos ingredientes pero con diferentes técnicas y procesos. Por suerte di con una que explicaba todo (aquí en vídeo) con método científico incluido y razonando todos los porqués de la elaboración. Y puedo decir que ma salió satisfactoriamente a la primera, así que seguro que a vosotros también.

La clave de esta tarta está, igual que en otros postres típicos de la gastronomía japonesa, en su ligereza de textura y sabor. Con espíritu zen, los pasteleros nipones cogen cuatro ingredientes básicos –huevos, queso, azúcar y harina– y los convierten en una obra de arte que esconde maestría detrás de su sencillez. Para que os hagáis a la idea, esta tarta se parece mucho más a un soufflé que a una tarta de queso tradicional. La versión japonesa (aunque existen diversas variantes) es menos dulce y contundente y mucho más esponjosa, tanto que los anglosajones la llaman cotton cheesecake o “tarta de queso algodonosa”.

Elaborada en Japón desde 1948, son famosas las tartas vendidas en Uncle Tetsu, Tokyo Milk Cheese factory, Pablo, Shirotae y por supuesto la del “tío” Rikuro o Rikuro Ojisan no Mise, que es la que inspira la receta de hoy. Pero veamos primero con qué gracia y rapidez las hacen:







Como única concesión al adorno, unas pasas en el fondo. Lo demás es una masa con dos secretos: el batido sobre una fuente de calor y las claras montadas a un nivel específico. Aparte de eso no tiene más dificultad que seguir los pasos cuidadosamente y encontrar un molde de 20 centímetros de diámetro y unos 8 de alto para que nos quede igual que la original. Preferiblemente estanco, o sea, no desmoldable para que no entre agua en él durante la cocción al baño maría. A malas se puede usar uno desmoldable envuelto en papel de aluminio para evitar fugas, aunque es posible que pase una miaja de agua y el fondo de la tarta se os quede apelmazado.

Las instrucciones de horno son un poco complicadas pero bastante más fiables que las que recomiendan cocer la tarta durante 70 minutos a 160 ºC. Si veis que en el primer tramo de cocción se está dorando demasiado la parte de arriba del pastel ponéis encima una hoja de papel de aluminio y chimpún. Recién horneado y aún caliente es cuando la tarta se bambolea cual teta de matrona. Aprovechad para desmoldarla y sacar fotos en ese momento: después de reposada en la nevera unas horas sabe mejor pero se arruga y chuchurría.

Por lo del crémor tártaro no os asustéis. Es ácido tartárico que se usa para estabilizar las claras montadas a punto de nieve, pero si no lo tenéis a mano (se vende en tiendas especializadas en artículos de repostería) se puede sustituir por la misma cantidad de un sobre de ácido para gaseosillas o más fácil aún, por el triple de zumo de limón.

La harina que sea de repostería (8% de proteína o gluten) y no bizcochona, que viene ya con gasificante. Importante: a ser posible no usáis azúcar glas comprado. Tiene siempre almidón incorporado y para no liar las proporciones de la receta es mejor utilizar azúcar molido en casa. ¿Y el blanco normal? Pues si no hay otro remedio, vale, pero luego no os vengáis a quejar si no os sale perfecta.

Dificultad

Para reposteros samurais.

Ingredientes

Para un molde de 20 cm de diámetro y 8 de alto

  • 250 g de queso crema
  • 6 huevos separados en yemas y claras
  • 140 g de azúcar molido o en polvo
  • 60 g de mantequilla
  • 100 ml de leche
  • 60 g de harina para repostería
  • 20 g de almidón de maíz (Maizena)
  • La ralladura de 1 limón
  • 1/4 de cucharadita (1g) de crémor tártaro o 1 cucharadita de zumo de limón
  • Una pizca de sal
  • Opcional: pasas sultanas
Preparación

  1. Precalentar el horno a 200 ºC con calor arriba y abajo, sin ventilador.
  2. Engrasar bien todo el molde por dentro con mantequilla y enharinar después, sin dejar ningún resquicio. Poner un redondel de papel de horno tapando el fondo.
  3. Calentar agua en una olla o cazo grande a punto de hervor. Apagar el fuego y colocar encima de la cazuela un bol en el que mezclar la masa.
  4. Echar el queso crema y la mantequilla en el bol, dejar que se ablanden ligeramente y batir hasta conseguir una crema homogénea. Añadir la mitad del azúcar (70g) en polvo, las yemas y la leche, batiendo perfectamente después de cada adición. Agregar la sal y la ralladura de limón. Retirar la olla de agua caliente.
  5. Tamizar aparte la harina junto con el almidón de maíz.
  6. Montar las claras en otro recipiente hasta que esponjen. Añadir entonces el crémor tártaro o el zumo de limón que lo sustituye. Batir de nuevo y agregar la otra mitad de azúcar molido. Montar hasta conseguir picos blandos (cuando al levantar las varillas se forma un pico de merengue pero cae hacia hacia un lado).
  7. Agregar la harina y el almidón tamizados a la masa de queso, yemas y azúcar. Mezclar bien.
  8. Añadir las claras montadas a la masa y mezclar con una varilla hasta que la mezcla quede homogénea.
  9. Poner –si se quiere– unas pasas en el fondo del molde y verter encima la masa del pastel, dejando al menos 1,5 cm de espacio libre por arriba para que crezca.
  10. En una fuente al menos 3 cm más grande que el molde colocar un trapo en el centro. Poner el molde encima (protegerlo si es necesario previamente para que no le entre agua) y verter en la fuente agua caliente hasta un tercio de la altura del molde.
  11. Poner la fuente con el molde en la altura más baja del horno. Cocer al baño maría a 200 ºC durante 18 minutos, bajar después la temperatura a 160 ºC durante 15 minutos y luego apagar completamente el horno. Dejar transcurrir media hora con el pastel dentro y finalmente abrir la puerta del horno para que se enfríe lentamente.
  12. Desmoldar dándole la vuelta sobre un plato cubierto con papel vegetal.
 
TARTA DE QUESO JAPONESA

Un pastel suave y esponjoso como el algodón que te hará ser infiel a tu tarta de queso de cabecera. Con los mismos ingredientes de siempre pero pasados por el filtro japonés: manga a la vez que zen.



Tarta de queso japonesa




La inspiración para elegir recetas de El Comidista viene a veces marcada por el calendario, los productos de temporada o el bolsillo. En otras ocasiones, y como todo hijo de vecino, replicamos platos que probamos en algún sitio o que nos dejan ojipláticos mientras trasteamos en las redes sociales.

Mònica Escudero y yo vimos un día un vídeo de la tarta de queso de Uncle Rikuro y pusimos al mundo por testigo de que la perpetraríamos. Sí o sí. Porque no había más que ver aquellas bamboleantes y esponjosas tartas para saber que eran la respuesta a la maldita pregunta de “a qué saben las nubes”. Tenían que saber y oler a aquello, a ese pastel aparentemente sencillote que se vende en Osaka (Japón) en una ventanilla delante de la cual hay siempre una cola interminable. Nos perderíamos el ritual y el toque de campanilla de cuando salen las tartas del horno, pero por mis muertos que la íbamos a hacer.

Con la misión vital de elaborar semejante maravilla inicié una obsesiva búsqueda de recetas hasta dar con la original. La fórmula primigenia de la que se han copiado desde 2004 todas las tartas de queso de estilo japonés que campan por internet. Todas con los mismos ingredientes pero con diferentes técnicas y procesos. Por suerte di con una que explicaba todo (aquí en vídeo) con método científico incluido y razonando todos los porqués de la elaboración. Y puedo decir que ma salió satisfactoriamente a la primera, así que seguro que a vosotros también.

La clave de esta tarta está, igual que en otros postres típicos de la gastronomía japonesa, en su ligereza de textura y sabor. Con espíritu zen, los pasteleros nipones cogen cuatro ingredientes básicos –huevos, queso, azúcar y harina– y los convierten en una obra de arte que esconde maestría detrás de su sencillez. Para que os hagáis a la idea, esta tarta se parece mucho más a un soufflé que a una tarta de queso tradicional. La versión japonesa (aunque existen diversas variantes) es menos dulce y contundente y mucho más esponjosa, tanto que los anglosajones la llaman cotton cheesecake o “tarta de queso algodonosa”.

Elaborada en Japón desde 1948, son famosas las tartas vendidas en Uncle Tetsu, Tokyo Milk Cheese factory, Pablo, Shirotae y por supuesto la del “tío” Rikuro o Rikuro Ojisan no Mise, que es la que inspira la receta de hoy. Pero veamos primero con qué gracia y rapidez las hacen:







Como única concesión al adorno, unas pasas en el fondo. Lo demás es una masa con dos secretos: el batido sobre una fuente de calor y las claras montadas a un nivel específico. Aparte de eso no tiene más dificultad que seguir los pasos cuidadosamente y encontrar un molde de 20 centímetros de diámetro y unos 8 de alto para que nos quede igual que la original. Preferiblemente estanco, o sea, no desmoldable para que no entre agua en él durante la cocción al baño maría. A malas se puede usar uno desmoldable envuelto en papel de aluminio para evitar fugas, aunque es posible que pase una miaja de agua y el fondo de la tarta se os quede apelmazado.

Las instrucciones de horno son un poco complicadas pero bastante más fiables que las que recomiendan cocer la tarta durante 70 minutos a 160 ºC. Si veis que en el primer tramo de cocción se está dorando demasiado la parte de arriba del pastel ponéis encima una hoja de papel de aluminio y chimpún. Recién horneado y aún caliente es cuando la tarta se bambolea cual teta de matrona. Aprovechad para desmoldarla y sacar fotos en ese momento: después de reposada en la nevera unas horas sabe mejor pero se arruga y chuchurría.

Por lo del crémor tártaro no os asustéis. Es ácido tartárico que se usa para estabilizar las claras montadas a punto de nieve, pero si no lo tenéis a mano (se vende en tiendas especializadas en artículos de repostería) se puede sustituir por la misma cantidad de un sobre de ácido para gaseosillas o más fácil aún, por el triple de zumo de limón.

La harina que sea de repostería (8% de proteína o gluten) y no bizcochona, que viene ya con gasificante. Importante: a ser posible no usáis azúcar glas comprado. Tiene siempre almidón incorporado y para no liar las proporciones de la receta es mejor utilizar azúcar molido en casa. ¿Y el blanco normal? Pues si no hay otro remedio, vale, pero luego no os vengáis a quejar si no os sale perfecta.

Dificultad

Para reposteros samurais.

Ingredientes

Para un molde de 20 cm de diámetro y 8 de alto

  • 250 g de queso crema
  • 6 huevos separados en yemas y claras
  • 140 g de azúcar molido o en polvo
  • 60 g de mantequilla
  • 100 ml de leche
  • 60 g de harina para repostería
  • 20 g de almidón de maíz (Maizena)
  • La ralladura de 1 limón
  • 1/4 de cucharadita (1g) de crémor tártaro o 1 cucharadita de zumo de limón
  • Una pizca de sal
  • Opcional: pasas sultanas
Preparación

  1. Precalentar el horno a 200 ºC con calor arriba y abajo, sin ventilador.
  2. Engrasar bien todo el molde por dentro con mantequilla y enharinar después, sin dejar ningún resquicio. Poner un redondel de papel de horno tapando el fondo.
  3. Calentar agua en una olla o cazo grande a punto de hervor. Apagar el fuego y colocar encima de la cazuela un bol en el que mezclar la masa.
  4. Echar el queso crema y la mantequilla en el bol, dejar que se ablanden ligeramente y batir hasta conseguir una crema homogénea. Añadir la mitad del azúcar (70g) en polvo, las yemas y la leche, batiendo perfectamente después de cada adición. Agregar la sal y la ralladura de limón. Retirar la olla de agua caliente.
  5. Tamizar aparte la harina junto con el almidón de maíz.
  6. Montar las claras en otro recipiente hasta que esponjen. Añadir entonces el crémor tártaro o el zumo de limón que lo sustituye. Batir de nuevo y agregar la otra mitad de azúcar molido. Montar hasta conseguir picos blandos (cuando al levantar las varillas se forma un pico de merengue pero cae hacia hacia un lado).
  7. Agregar la harina y el almidón tamizados a la masa de queso, yemas y azúcar. Mezclar bien.
  8. Añadir las claras montadas a la masa y mezclar con una varilla hasta que la mezcla quede homogénea.
  9. Poner –si se quiere– unas pasas en el fondo del molde y verter encima la masa del pastel, dejando al menos 1,5 cm de espacio libre por arriba para que crezca.
  10. En una fuente al menos 3 cm más grande que el molde colocar un trapo en el centro. Poner el molde encima (protegerlo si es necesario previamente para que no le entre agua) y verter en la fuente agua caliente hasta un tercio de la altura del molde.
  11. Poner la fuente con el molde en la altura más baja del horno. Cocer al baño maría a 200 ºC durante 18 minutos, bajar después la temperatura a 160 ºC durante 15 minutos y luego apagar completamente el horno. Dejar transcurrir media hora con el pastel dentro y finalmente abrir la puerta del horno para que se enfríe lentamente.
  12. Desmoldar dándole la vuelta sobre un plato cubierto con papel vegetal.

Hay una versión de este cheesecake super fácil de 3 ingredientes, la dejo para los vagos que busquen resultados muy similares:
  • 300 gr de chocolate blanco
  • 250 gr de queso crema tipo philadelphia
  • 6 huevos separados en yemas y claras
La receta es de Alma Obregón: objetivo cheesecake perfecto:
1º Precalentar horno a 180ºC, engrasar molde de 20cm con papel de horno, y por fuera con papel de aluminio (para que no entre agua del baño maría)
2º Fundir el chocolate en un cazo al baño maría, y una vez fundido, manteniendolo al baño María, añadimos el queso (a temperatura ambiente) hasta que se incorpore. Una vez incorporado retiramos del baño maría y añadimos las yemas.
3º En otro bol batimos las claras a punto de nieve, hasta tener un merengue firme; y se incorpora a la mezcla de yemas chocolate y queso utilizando movimientos envolventes para no bajar las claras.
4º Horneamos con el baño maría hasta la mitad del molde durante 40-50 min. La superficie debe quedar cuajada aunque "baile" un poquito. Apagar el horno y dejar otros 20 min. en el horno apagado.
5º Cuando haya enfriado dejar reposar en la nevera al menos 4 horas antes de servir.

La receta es muy similar, pero usa muchos menos ingredientes que la receta tradicional.
A disfrutarla!
 
CUATRO POSTRES FÁCILES CON CÍTRICOS

Cítricos a todas horas




Es el tiempo de los cítricos. Los limones, mandarinas, pomelos y naranjas están en plena temporada y nada mejor que aprovecharlos para elaborar postres tan sencillos y ricos como estos.



Es temporada de cítricos, y nuestro frutero revive gracias a los colores y aromas de naranjas, limones, mandarinas, pomelos o limas. Además de comerlos tal cual y usar su zumo en diferentes preparaciones, también podemos usarlos para preparar deliciosos postres sencillos y con pocos ingredientes, pero con un resultado estupendo. Hoy proponemos una tarta de lima y coco con base de galleta, un helado de plátano y pomelo, flanes de queso y limón y una crema de naranja que puede servirnos tanto para unas tostadas mañaneras como para rellenar o cubrir un pastel.



'PIE' DE LIMA Y COCO

Una versión simplificada del ‘pie’ -o ‘pay’- peruano que cambia el limón por lima y la masa quebrada por una base de galleta, mantequilla y coco rallado. Tal cual está muy buena, pero si se acompaña con una bola de sorbete cítrico -de limón, de lima, mandarina o incluso pomelo- todavía mejora más.

Ingredientes

Para la base

  • 8 galletas tipo Digestive
  • 2 cucharadas de coco rallado
  • 5 cucharadas de mantequilla fundida
Para el relleno

  • 3 yemas de huevo medianas
  • 1 bote de leche condensada de los pequeños (400-450 gramos)
  • La ralladura y el zumo de 4 limas
Merengue

  • 3 claras de huevos medianos
  • 100 g de azúcar glass
Preparación

  1. Triturar las galletas con un robot de cocina o dentro de una bolsa con un rodillo. Mezclar bien las migas con la mantequilla y el coco rallado hasta conseguir una masa. Repartirla en un molde de cristal tipo quiche y hornear durante 10 minutos a 180ºC.
  2. Mientras, preparar el relleno mezclando las yemas de huevo con la leche condensada y el zumo y la ralladura de las limas, con cuidado de no llevarse la parte blanca porque amarga.
  3. Mezclar con unas varillas, volcar sobre la base cocinada y devolver al horno 15 minutos más, bajando la temperatura a 160ºC.
  4. Montar las claras a punto de nieve añadiendo el azúcar en dos veces, la primera a la mitad del proceso de montado y la segunda un poco después. Disponerlas encima del relleno de limón -con lengua o boquilla, si tienes arte- y devolver al horno a la misma temperatura unos 10 minutos más, hasta que el merengue esté dorado. Servir a temperatura ambiente.


CREMA DE NARANJA (ORANGE CURD)

Más que un postre en sí, es un ingrediente perfecto para enriquecer muchos de los que preparemos, y también desayunos y meriendas. Puede usarse para rellenar unas crepes o cubrir un bizcocho, encima de unas tostadas con mantequilla o como salsa para un postre con helado, una mousse de chocolate oscuro o una tarta de queso.

Ingredientes

Para unos 400 g

  • 200 ml de zumo de naranja natural
  • La ralladura de la piel de 2 naranjas (solo la parte naranja, lo blanco amarga)
  • 160 g de azúcar
  • 100 g de mantequilla a temperatura ambiente, cortada en unos 8 trozos
  • 3 huevos medianos
Preparación

  1. En un bol grande, batir bien los huevos con el azúcar hasta que espumen. Añadir el zumo de naranja y seguir batiendo hasta que esté bien integrado.
  2. Llevar el bol al baño María -poniendo debajo un cazo con agua hirviendo a fuego mínimo para que la crema no cuaje- y remover constantemente hasta que tenga una consistencia cremosa y lista (espesará más cuando se enfríe).
  3. Cuando tenga la consistencia deseada, sacar el bol del fuego y añadir inmediatamente la mantequilla. Remover bien hasta que quede completamente incorporada, añadir entonces la ralladura de naranja e integrarla también. Conservar en la nevera, en un tarro bien cerrado.


Helado rápido de pomelo, plátano y menta

Los helados con base de plátano son una preparación sencillísima que nos permite tener un postre cremoso y con base de fruta en cuestión de minutos. La ralladura de pomelo y la menta le dan un delicioso toque cítrico y refrescante, y el yogur le da un extra de cremosidad.

Ingredientes

Para 4 personas

  • 4 plátanos maduros
  • Un yogur cremoso sin endulzar
  • Una cucharada rasa de ralladura de la piel del pomelo (evitando la parte blanca)
  • 100 ml de zumo de pomelo
  • 4 gajos de pomelo pelados a lo vivo
  • Una cucharada de chocolate rallado para decorar (sobre el 70% de cacao)
  • 8 hojas de menta (y algunas más pequeñas para decorar)
Preparación

  1. Pelar los plátanos, trocearlos y llevarlos al congelador en un táper o una bolsa. Dejarlos al menos seis horas o de un día para otro.
  2. En una batidora de vaso o un robot potente de cocina, poner el yogur, el zumo y la ralladura de pomelo, las hojas de menta picadas y sin los rabos y los plátanos congelados. Triturar todo hasta conseguir una textura de helado cremoso, repartir en cuatro vasitos, decorar con el gajo de pomelo, el chocolate rallado y unas hojitas tiernas de menta y servir inmediatamente.


FLANES DE QUESO Y LIMÓN

El flan y el queso cremoso se llevan la mar de bien, y la ralladura de limón aporta al conjunto un delicioso aroma. Esta versión cítrica del postre casero más popular nos dará tantas alegrías que vale la pena doblar cantidades y conservar algunos en la nevera: seguro que los comensales querrán repetir.

Ingredientes

Para unos 6 flanes

  • 4 huevos grandes
  • 225 g de queso de untar (tipo Philadelphia) a temperatura ambiente
  • 500 ml de leche entera
  • 100 g de azúcar
  • 1 cucharada generosa de ralladura de piel de limón
  • 6 cucharadas de caramelo líquido para los moldes
Preparación

  1. Encender el horno con calor arriba y abajo y poner una fuente con tres dedos de agua para el baño María.
  2. Poner los huevos y el azúcar en un bol y batirlos con unas varillas (sin meterles demasiado aire para que no hagan espuma). Añadir el queso en crema y remover hasta que esté completamente integrado.
  3. Añadir la leche y la ralladura de limón y mezclar todo bien de nuevo. Poner una cucharada de azúcar en el fondo de cada molde y rellenarlos con la mezcla del flan. Si se quiere, deshacer las burbujas que quedan en la superficie con ayuda de una cucharita.
  4. Poner las flaneras en la fuente con agua caliente y hornear durante 45 minutos. Pasado este tiempo, comprobar si el flan está listo pinchando uno con un palillo: si sale limpio, lo está. Si no, darle unos minutos más de horno y repetir el proceso.
  5. Sacar los flanes, dejarlos atemperar y cuando lo estén, pasar a la nevera durante un par de horas. Servir tal cual o con un poco de nata.

 
Bizcocho de naranja fácil

Receta de bizcocho de naranja casero muy fácil de preparar. Aprende cómo hacer este rico postre. ¡Queda super jugoso!




 
Receta de crema de mandarina de Eva Arguiñano

Eva Arguiñano nos enseña a preparar una crema como zumo de mandarina yemas de huevo y azúcar.

Este postre es adecuado para los deportistas y puede formar parte de las dietas de adelgazamiento, ya que no contiene grasas. Además, es apto para celíacos.


Ingredientes (4 personas):
  • zumo de 8 mandarinas
  • 1 mandarina
  • 6 yemas de huevo
  • 1 cucharada de harina de maíz refinada
  • 4 cucharadas de azúcar
  • hojas de menta


 
CREMA DE LIMON - LEMON CURD ( BASICA) - Silvana Cocina ❤

Esta es una receta basica de crema de limón que te sirve para diferentes postres, pie o tarta, ademas puedes cambiar el sabor siguiendo los mismos pasos!!! Ingredientes: 3 huevos, ralladura de 1 limon, 180 gramos de azucar, media taza de jugo de limon, 50 gramos de mantequilla sin sal. RECUERDA SI QUIERES ESTA CREMA DE NARANJA U OTRA FRUTA REEMPLAZA POR LA MISMA CANTIDAD DE JUGO Y RALLADURA DE LIMON.




 
TARTA de la ABUELA DELICIOSA???? (crema, galleta y chocolate) Receta fácil????


Ingredientes:


- 1,5 litros de leche (7+1/2 tazas).
- 9 huevos L.
- 300 gr de azúcar (1+1/2 tazas).
- 150 gr de maicena (1+1/4 de taza).
- 10 ml de esencia aroma o extracto de vainilla.
- 30 gr de cacao en polvo (2 cucharadas).
- 15 gr de mantequilla (1 cucharada).
- 200 ml de nata o crema de leche.
- 200 gr de chocolate (1 tableta).
- 2 paquetes de galletas.
Opcional : galletas divertidas y leche condensada para decorar.



 
Arroz con leche y canela al chocolate


Foto: iStock.


Foto: iStock.



Y acabamos con un postre muy similar al arroz con leche que tanto nos gusta en España, pero que procede de la gastronomía más típica de México. Además, incluye un ingrediente estrella que le aporta un sabor adicional: el chocolate.


Ingredientes:

200 g de arroz
1/2 litro de leche
Media taza de azúcar
1 tableta grande de chocolate
6 huevos
100 g de manteca
Canela


Cocinamos el arroz bien machacado en la leche. Al final de este paso, agregamos el azúcar y el chocolate rallado. Dejamos que ambos ingredientes se disuelvan en la mezcla. Una vez conseguido, lo dejamos enfriar y lo mezclamos con las yemas y las claras batidas a punto de nieve. Finalmente, colocamos la preparación en una fuente de horno -previamente engrasada- y calentamos durante 45 minutos, aproximadamente. Después, servimos el postre en otro recipiente y lo decoramos con la canela

 
PASTEL LIBANÉS DE ALMENDRAS Y NARANJA -| Mi tarta preferida


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Hola, en éste video os enseño como hacer un pastel libanés de almendras y naranja muy fácil de elaborar y que es una auténtica delicia, espero que os guste y os animéis a hacerlo.



INGREDIENTES

- 5 huevos L
- 2 naranjas grandes (650gr aprox.)
- 250gr de almendras molidas
- 250gr de azúcar
- 2cdtas de levadura química o polvo de hornear
- 1cdta de agua de azahar
- 1cda de miel
- Una pizca de sal.



 
DE LOS PECHOS DE MAZAPÁN AL POLLOFRE: 40 AÑOS DE REPOSTERÍA ERÓTICA

La oferta de pastelería pornográfica en España no ha cambiado mucho desde su aparición en los ochenta, porque solo se compra para fiestas y despedidas. Celebramos San Valentín repasando su historia.




De los pechos de mazapán al pollofre: 40 años de repostería erótica


CONFITERÍA FERRIO



DAVID REMARTÍNEZ
13/02/2020


Fernando Díez Muñiz viajó con su padre a Nueva York a mediados de los años ochenta. Por aquellas calles efervescentes se toparon con una pastelería -el oficio del padre, que el chaval ya aprendía-, y se pararon a curiosear. Lo que vieron en el escaparate les dejó ojipláticos: nepes, vaginas y pechos jugosos hechos de confite; un comercio dedicado al s*x* de chocolate y crema. Una casa de Hänsel y Gretel que tuviera por bruja al bigotudo Ron Jeremy meneando un badajo de mazapán. “En Nueva York descubrimos la pastelería erótica y nos dijimos: ¿por qué no hacerlo aquí?”.

El “aquí” era Hernani, donde Fernando, a sus 52 años, mantiene una pastelería tan tradicional que hasta su por** dulce también es añejo, porque aquella determinación con la que regresó de Norteamérica junto a su aita se tradujo de inmediato en nepes, vaginas y pechos propios. O sea; imitados, pero con ingredientes y diseños pergeñados en su obrador. Sus pasteles aparecieron en la España protodemocrática junto con los primeros sex shops, la portada de Interviú con Lola Flores en topless y el estreno de la impagable película No me toques el pito que me irrito, de Ricard Reguant (título, por cierto, que luego copiaría para su autobiografía Torbe, trasunto español de Ron Jeremy conocido como el “rey del por** freak”).

Fernando y su padre se pusieron a amoldar mazapanes con formas genitales en un país al que aún le daba vergüenza el cuerpo. “Cuando la gente venía a encargar los primeros pasteles eróticos no era como ahora, que lo hace con mucha más soltura”, recuerda Fernando. De aquella el cliente hablaba en voz baja, mirando de soslayo alrededor, con un nerviosismo casi cinematográfico a medio camino entre Andrés Pajares y Woody Allen (analogía que también podría ilustrar el estado de aquella democracia). Si antaño sacaban las tartas tapadas, hoy la clientela desfila por el mostrador de Pastelería Fernando eligiendo con la misma naturalidad el postre de cumpleaños que nepes totémicos o pechos aerostáticos, dentro de un catálogo que no debe tener parangón: “Hay más de 40 productos, los puedes ver en nuestra web, y seguimos añadiendo”. Elaboran incluso pasteles dedicados a fechas señaladas, caso de San Valentín o de San Fermín. Este segundo, un pequeño pexx con sus piececitos y sus ojitos y su boina y con su pañuelo rojo anudado al cuello: una monada marrana; santos venéreos que escandalizarían al señor Alcántara.

La denominada pastelería erótica es más bien pornográfica, y su consumo sigue asociado a la fiesta, principalmente las despedidas de la soltería, los cumpleaños y las juergas de amistad. Probablemente por dicho origen, esta variante del placer dulce nació como representación explícita de la sexualidad, sin pasar antes por la clasificación S, directa a la X, a los dos rombos. Y con dicho carácter provocador se ha quedado, a pesar de que el dulce, como alimento, como sabor adictivamente agradable, siempre ha estado asociado a la lujuria sin necesitar mayor exhibicionismo. El chocolate calienta más el cerebro que la foto de un desnudo, según la ciencia. La miel es “la epopeya del amor”, “dulce como los vientres de las hembras”, en los versos encendidos de Federico García Lorca.


La moderna pastelería erótica, sin embargo, tiene más de estriptís que de Afrodita, de cachondeo que de voluptuosidad, pues importa la forma en lugar del fondo. En la época de la viagra nadie se acuerda de la cocina afrodisíaca: si solo haces gofres con forma de poxx, llamas a tu comercio La Pollería y a los pasteles, “pollofres”. Esa es la oferta del establecimiento de Pedro Bauerbaum en el barrio madrileño de Chueca, dedicado con empeño a hornear vergas tamaño sansón con textura abizcochada. Porque el falo es la estrella de este sector, lo que más se consume de largo; en la pastelería Fernando los cubren de chocolate, que con su robusto endurecimiento al enfriarse facilita darle forma al banano, y los rellenan con leche condensada encerrada en la punta. Dan ganas de cantar un “Me subí a la verja” al escuchar la descripción.

Manuel Padilla, maestro repostero en la pastelería Negrell de Girona, confirma lo que dicen casi todos los artesanos del por** mullido: “Se pueden hacer muchas cosas, pero lo que más se venden son nepes. Porque lo que más vienen son mujeres, para despedidas de soltera, y les gusta hacer el juego de morder y que salga la leche condensada”. ¡Hala, la Fontana! Los pasteleros eróticos trabajan a demanda pero, en opinión de Manuel, el público no es siempre tan audaz con su imaginación libidinosa: “Aunque parece que estamos muy adelantados, en el fondo somos muy tradicionales”.




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Siete de julio, San Fermín. PASTELERÍA FERNANDO



Pedir unas t*tas de vainilla en los años ochenta resultaba transgresor; en el siglo XXI, imaginar algo más sutil es precisamente lo que a nadie se le ocurre, lo que rompería la convención. “Como mucho, te piden que a la tarta de siempre, con la vagina o el pexx encima, le añadas una dedicatoria o algún dibujo”, cuenta Alejandro Ferrio, un argentino de 58 años, de padre gallego y madre asturiana, que de joven se vino a vivir a España y que regenta la Confitería Ferrio en A Coruña, otro de esos negocios locales veteranos en el arte de plantar golosinas impúdicas.

Los obradores afrontan ahora más competencia para un producto de temporada, de primavera (no porque se altere la sangre, sino porque se organizan más despedidas), que ya producen por su cuenta las empresas que se dedican a organizar los antiguos funerales del celibato. Proveen del pastel como parte del pack de sus francachelas unisex: camisetas, cena, postre lúbrico y limusina. Los elaboran con moldes e ingredientes sencillos, o directamente los compran industriales (y hay hasta quien engendra barbaridades). En el obrador, por contra, la tarta erótica sale en ocasiones algo más cara, ya que añade un trabajo extra por parte del artesano cuando ha de reproducir con sus manos la fantasía calenturienta de un cliente. Lucas Díaz, de 68 años y propietario de La Tartería, una cadena de 14 tiendas en Tenerife, recuerda que “hace 30 o 40 años estas tartas se anunciaban por la radio, y eran más artísticas, porque se hacían con mazapán y con otros diseños”. Hoy se encapsulan en catálogos sin pasar por el escaparate siquiera: “No las tenemos en exposición porque entran niños”. ¿Se vende algo por San Valentín, por cierto? “No, qué va, en San Valentín todo son corazones”. El Amor con mayúscula se resiste a retozar.

Xavier Cuith tiene 38 años y, como es habitual en este negocio, es repostero por familia: la tercera generación en Pasteles Barcelona. Precisamente introdujo hace dos décadas la por**grafía azucarada “porque empezaron a pedirlo las empresas que organizaban despedidas, pero ahora la cosa ha bajado bastante, es cada vez más difícil competir”. Vende nepes, vaginas y t*tas, por supuesto, en su web y en mostrador, elaboradas con brioche, “tipo coca de San Juan”, o con fondant, que es “más complicado de manipular pero gusta mucho”. La pastelería erótica le proporciona un porcentaje pequeño de su facturación, algo frecuente también entre sus colegas, como consecuencia de un consumo acotado a las juergas de cumpleaños y esponsales. Al parecer, a nadie le apetece comerse un pexx o una vagina porque sí. Qué sosos somos; en la era de Pornhub, todavía nos andamos con remilgos.


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