Duelo

Registrado
12 Feb 2017
Mensajes
21.724
Calificaciones
76.923
Sobrellevar con la pérdida de un amigo cercano o un familiar podría ser uno de los mayores retos que podemos enfrentar. La muerte de la pareja, un hermano o un padre puede causar un dolor especialmente profundo. Podemos ver la pérdida como una parte natural de la vida, pero aún así nos pueden embargar el golpe y la confusión, lo que puede dar lugar a largos períodos de tristeza y depresión.

Todos reaccionamos de forma diferente a la muerte y echamos mano de nuestros propios mecanismos para sobrellevar con el dolor que ésta conlleva. Las investigaciones indican que el paso del tiempo les permite a la mayoría de las personas recuperarse de la pérdida si pueda contar con apoyo de su entorno social y mantenga hábitos saludables. Aceptar la muerte de alguien cercano puede tomar desde meses hasta un año. No hay una duración “normal” de duelo. Usted tampoco debe anticipar que va a pasar por “fases de duelo” – investigaciones recientes han surgido que la mayoría de las personas no pasan por estas fases de forma progresiva.

Si usted ha tenido una relación difícil con la persona fallecida, esto puede añadir otra dimensión al proceso de duelo. Podría necesitar reflexionar por algún tiempo antes de lograr mirar la relación con nuevos ojos y acostumbrarse a la pérdida.

Si tomamos en cuenta que la mayoría de nosotros puede superar la pérdida y continuar con nuestras vidas, nos damos cuenta de que los seres humanos, por naturaleza, tenemos una gran capacidad de resiliencia. Pero algunas personas lidian con el duelo por más tiempo y se sienten incapaces de llevar a cabo sus actividades cotidianas. Estas personas podrían pasar por lo que se conoce como duelo complicado y les podría beneficiar la ayuda de un profesional de salud mental calificado como un psicólogo que se especialice en el duelo.

Cómo continuar con la vida
Superar la pérdida de un amigo cercano o algún familiar toma tiempo, pero las investigaciones nos sugieren que esto puede ayudar a alcanzar un renovado sentido de propósito y dirección en la vida.

A las personas que están pasando por el duelo podrían resultarles útiles algunas de estas estrategias para lidiar con su pérdida:

  • Hable sobre la muerte de su ser querido con amigos y colegas para poder comprender qué ha sucedido y recordar a su amigo o familiar. Negarse que ocurrió la muerte lleva al aislamiento fácilmente y puede a la vez frustrar a las personas que forman su red de apoyo.
  • Acepte sus sentimientos. Después de la muerte de alguien cercano, se puede experimentar todo tipo de emociones. Es normal sentir tristeza, rabia, frustración y hasta agotamiento.
  • Cuídese a usted y a su familia. Comer bien, hacer ejercicio y descansarse le ayudará a superar cada día y a seguir adelante.
  • Ayude a otras personas que también lidian con la pérdida. Al ayudar a los demás, se sentirá mejor usted también. Compartir anécdotas sobre los difuntos puede ayudar a todos a lidiar con la pérdida.
  • Rememore y celebre la vida de su ser querido. Usted puede hacer un donativo a la entidad benéfica predilecta del difunto, enmarcar fotos de momentos felices que vivieron juntos, ponerle su nombre a un nuevo bebé o plantar un jardín en su memoria. La elección es suya — sólo usted sabe cuál es la forma más significativa a su mismo de honrar esa relación única.
Si siente que sus emociones le abruman o que no puede superarlas, quizás hablar con un profesional de salud mental calificado como un psicólogo le podría ayudar a lidiar con sus sentimientos y recuperar el rumbo para salir adelante.

Cómo pueden ayudarle los psicólogos
Los psicólogos reciben una formación que les permite ayudar a las personas a manejar de forma más productiva el temor, el sentimiento de culpa o la ansiedad que puede venir como resultado de la muerte de algún ser querido. Si usted necesita ayuda para lidiar con su pena o manejar la pérdida de alguien cercano, consulte con un psicólogo u otro profesional de salud mental calificado.

El apoyo de un psicólogo le podría ayudar a desarrollar resiliencia y a buscar estrategias para superar la tristeza. Los psicólogos usan una variedad de tratamientos con base empírica — comúnmente la psicoterapia — para ayudar a las personas a mejorar sus vidas. Éstos poseen grados doctorales y se encuentran entre los profesionales de la salud con mayor preparación académica.
 
Cómo superar la muerte de un ser querido

Superar el duelo por la muerte de un ser querido no es nada fácil. Afrontar una pérdida nunca es sencillo de encarar. Toda despedida nos requiere de un tiempo para acostumbrarnos a la nueva situación.

En mi memoria permanece vivo el recuerdo de mi adolescencia cuando, a punto de concluir el verano, decía adiós a mis padres, a mis hermanos, a mi pueblo y a sus gentes y tomaba uno de aquellos trenes, nada confortables, que me trasladaba a la ciudad, junto a muchos de mis compañeros, para proseguir allí mis estudios.

Aunque tratábamos de negárnoslo, la experiencia resultaba para la mayoría de nosotros bastante desgarradora. Sólo la conciencia de que era inevitable y constituía la mejor alternativa para nuestra formación humana e intelectual nos ayudaba a reprimir las lágrimas, a hacernos los “duros” y a seguir un camino del que la mayoría, bien pasado el tiempo, nos sentimos satisfechos.

La vida es una sucesión de despedidas


Luego, a lo largo de la vida, hemos comprendido que ésta es una permanente despedida: decimos adiós a nuestra infancia, a nuestra juventud, a metas que soñamos y jamás alcanzamos, a unos hijos que llenan de alegría y esperanza nuestros hogares y que, alcanzada su madurez, los abandonan para formar el suyo propio, nos despedimos del vigor del que hemos disfrutado en algunas épocas y que, con el paso del tiempo, nos va abandonado de forma tan imparable como imperceptible… Sin duda alguna, así es.

Que todo ello va acompañado de un cierto grado de dolor parece innegable. Hay que aprender a convivir con él y a tratar de transformarlo, poco a poco, en parte de nuestra biografía, en una vivencia que configura nuestro yo y conforma nuestra identidad. Porque si es verdad que las despedidas nos introducen en los predios de las angustias y las incertidumbres, no es menos cierto que los seres humanos atesoramos capacidades que nos permiten elaborarlas para proseguir más fuertes y más maduros nuestro camino, para crecer hacia el interior y alcanzar una más clara conciencia de nuestras posibilidades y de nuestras limitaciones.

Los adioses más dolorosos

Los adioses más tristes, las despedidas más penosas a las que nos enfrentamos los seres humanos, son aquellas que ponen el punto final a la presencia de quienes amamos y por quienes nos sentimos queridos. La muerte de un ser querido es un trance por el que, más pronto o más tarde, todos vamos pasando. No conozco a nadie, sobre todo entre aquellos que han alcanzado esa edad que llamamos madurez, que no haya saboreado ese cáliz de amargura que supone, para la mayoría de los mortales, la muerte de familiares o amigos.

La separación definitiva e irremediable de personas con las que mantuvimos vínculos emocionales poderosos, de seres queridos que nos confortaban con su sola presencia y ocupaban un lugar de privilegio en las mejores estancias de nuestro corazón, constituye una experiencia universal de tintes ciertamente dramáticos.

La muerte, en efecto, como hecho biológico que pone punto final a la vida, es en sí mismo un acontecimiento traumático que desencadena una sucesión de pensamientos y de reacciones impregnadas de una fortísima carga emocional. De nada sirve ignorarlo.

Cicatrices del alma

Algunas muertes sobrevienen como resultado de un proceso natural que va anticipando, paulatinamente, en forma de disminución de vigor físico o decadencia psicológica, el desenlace definitivo. Aunque sumamente penosa, porque nos obliga a asistir en primera fila al declive imparable de una persona muy cercana a nuestros afectos, la muerte de un ser querido muy anciano o con una grave enfermedad degenerativa es generalmente bien aceptada como acto final de un proceso vital al que nadie puede sustraerse. El acompañamiento, a veces muy largo, al ser querido que finalmente nos abandona, nos ha permitido adelantar, de alguna manera, el duelo, aminorando así la profundidad de la herida cuando se produce el desenlace definitivo.

Otras muertes, sin embargo, por inesperadas, poco naturales, en función de la edad en que se producen, o traumáticas, atendiendo al cómo acontecieron, dejan heridas profundísimas y de difícil cicatrización. Tienden a seguir sangrando al ritmo que marcan ciertos “tiempos fuertes” como cumpleaños, fiestas señaladas o eventos familiares que avivan la memoria del difunto.

Son estas muertes inesperadas o traumáticas ( y en especial, los suicidios) las que nos sumergen en un pozo de dolor, nos desgarran el alma, interrumpen de forma brusca el natural fluir de nuestra existencia, nos envuelven en las sombras del desconcierto y, sobre todo en los momentos iniciales, paralizan nuestra vida e intruducen en nuestro ánimo la insidiosa creencia de ésta ha perdido parte de su sentido.

Función terapéutica del duelo
Superar la muerte de un ser querido sólo es posible desde una auténtica experiencia de duelo. Señalan algunos autores que sólo así podremos incorporarnos al gran ciclo vital humano que significa nacer y morir, decir adiós a lo que acaba y a quienes nos abandonan, y saludar, al mismo tiempo, a la vida que continúa y se renueva permanentemente empujándonos hacia el futuro.

La muerte, en efecto, aunque pueda parecer contradictorio, es la otra cara de la vida. Involucra al difunto y a quienes le sobreviven en una de las más profundas experiencias: la que reconoce por igual el carácter inapelable y, al margen de las creencias religiosas, definitivo de la muerte y, al mismo tiempo, la continuidad imparable de la vida. Reconocernos como parte de este proceso constituye una de las tareas más complejas, más dolorosas y, consecuentemente, más difíciles de cuantas debemos afrontar a lo largo de nuestras vidas.

Muy a pesar de que en nuestras sociedades postmodernas existe una tendencia cada vez más generalizada a ocultar la muerte, a desterrarla de nuestros entornos más familiares, a negarla, en la medida de lo posible, desde que existe la cultura humana los hombres han recurrido a ritos funerarios que les ayudaban a tomar conciencia de la desaparición del difunto y de los retos de reestructuración que ésta implicaba para su entorno. Cumplen, pues, una importante función. Permiten, por un lado, cerrar el tipo de vinculación mantenido hasta ahora y buscar otro modelo de relación con el fallecido que nos permita tenerlo presente de forma no traumática, de forma serena, como alguien que formó parte de nuestras vidas y cuya recuerdo nos reconforta. Alguien que no pretendemos borrar de nuestra existencia, sino que irá ocupando, poco a poco, su lugar en el libro de nuestra memoria y en el santuario donde siempre están presentes aquellos a quienes hemos amado.

El duelo apunta a la vida
Pero el proceso de duelo por la muerte de un ser querido no se reduce a los ritos funerarios. Se inicia con ellos y se prolongará a lo largo del tiempo. Si se vive con serenidad y madurez, ayudará a reconciliarse con la vida, a encontrar razones para seguir adelante y a recuperar ilusiones que nos empujen a encarar con esperanza el futuro.

Porque el difunto, cualquier difunto, por significativo que haya sido el papel que haya ocupado en nuestro universo emocional, es una parte muy importante de nuestra vida, pero sería insano hacer de él el eje en torno al cual ha de girar toda ella. Traicionaríamos a quienes siguen estando a nuestro lado y a quienes debemos afecto y solicitud si, por una fidelidad mal entendida hacia el que partió, debilitamos los lazos que nos ligan a nuestros más próximos, perdemos interés por cuanto les concierne y hacemos del fallecido el centro de nuestras conversaciones, de nuestras emociones y de nuestros recuerdos.

Esto, que puede ser natural cuando pierdes a alguien, en los momentos iniciales del duelo, se convierte en disfuncional y patológico cuando se prolonga indefinidamente en el tiempo mucho más allá de lo que sensatamente puede estimarse como razonable.

He leído que en algunas tumbas de la antigua Mesopotamia se encontraron, junto a los difuntos, unas pequeñas vasijas en las que se habían recogido las lágrimas vertidas por ellos. Parece increíble, pero en este acto o ritual tan simple se reconocía con toda evidencia el significado emocional de la pérdida, de la muerte de un ser querido, del profundo dolor que ésta había causado a los supervivientes, muy certeramente simbolizado en las lágrimas enterradas, el palmario reconocimiento, en fin, de una profundísima aflicción. Pero al abandonar las lágrimas junto al muerto, expresaban también un inequívoco mensaje de amor a la vida. Sepultando junto al cadáver las lágrimas por él derramadas, probablemente daban por cerrado un capítulo doloroso de sus vidas. Lo importante a partir de ahora sería ya el futuro.

Enterrado el muerto y enterrado simbólicamente junto a él la aflicción que produjo su defunción, se inicia una nueva etapa que exigirá capacidad de adaptación, fortaleza para superar la tentación del abatimiento y confianza en que será posible recuperar la estabilidad emocional y los deseos de abrirse, de nuevo, a las llamadas de la vida.

De la aceptación de la muerte a una nueva forma de presencia
Los profesionales que han dedicado más atención al estudio del duelo por la muerte de un ser querido apuntan algunas pistas que pueden ayudar a adaptarse a las pérdidas y a reorganizar las vidas personales o de los sistemas familiares que han podido quedar desestructuradas tras el fallecimiento del ser amado.

Es necesario, en primer lugar, darse permiso para expresar y compartir toda esa catarata de sentimientos, a veces contradictorios –tristeza, enfado, ira, decepción, alivio, rabia, depresión- que se hacen presentes, por regla general, tras el fallecimiento de alguien que haya significado mucho para quienes le sobreviven. Darse permiso para estar mal, necesitado de consuelo, vulnerable… Insisto, aceptar, reconocer y compartir todo ese torbellino de emociones es el primer movimiento que permitirá situar al difunto en una nueva dimensión y ayudará a ir superando la amargura de su pérdida.

Cuando se prohíbe, más o menos expresamente, que afloren los sentimientos más negativos o más dolorosos con el pretexto de que así se protege a los más débiles emocionalmente o en la falsa creencia de que lo que no se expresa no hace daño, se comete un grave error. Los duelos silenciados, aplazados o disimulados suelen ser más difíciles de superar y, con mucha frecuencia, se manifiestan, como alerta Reilly, en conductas sintomáticas.

Porque no se trata de olvidar, ni mucho menos de borrar de nuestra conciencia el recuerdo de quienes nos abandonaron. Se trata, más bien, de que ocupen un nuevo espacio que nos permita hacerlos presentes con naturalidad, con paz, con serenidad y hasta con gratitud por tantos momento de vida compartidos, por tanto intercambio de afectos y de cariños, por tantos, en fin, inolvidables recuerdos que los mantendrán siempre vivos en nuestra memoria.

Es profundamente terapéutico hablar con naturalidad de la persona fallecida y admitir que el hecho de que ya no esté físicamente a nuestro lado no quiere en absoluto decir que no vaya a ocupar para siempre un lugar en nuestro corazón y en el rincón mejor cuidado de nuestro universo afectivo.

Normalizar la vida tras la muerte de un ser querido
En cualquier caso, un duelo sano exige el esfuerzo por retomar cuanto antes las actividades cotidianas y recuperar los hábitos y las costumbres que se habían venido manteniendo.

En algunos casos, la idealización del muerto, la sensación de fracaso, el miedo irracional a otras pérdidas o la creencia de estar traicionando su memoria cuando tratamos de recuperar las ganas de vivir o cuando experimentamos de nuevo una tenue alegría o notamos que se ha asomado a nuestro rostro un atisbo de sonrisa, nos puede dificultar el esfuerzo por mantener los vínculos con familiares y amigos y seguir con nuestros compromisos.

Pensar que ya todo se ha acabado porque una persona querida ha fallecido es una falsa idea que debe ser legítimamente revisada. Tampoco conduce a ningún sitio, salvo a la desesperación o la impotencia, caer en dinámicas autoinculpadoras o perderse en un laberinto sin salida en busca de razones que expliquen por qué una muerte de un ser querido nos haya podido coger más de sorpresa.

Tanto organizar la vida en torno a la memoria del difunto como idealizar su recuerdo, convirtiendo el hogar en una especie de capilla donde sus fotos o los objetos que nos lo hacen presente lo invadan todo, son una forma de evocación inadecuada que conduce al sufrimiento estéril y un tanto patológico. La clave está en llegar a comprender que lo verdaderamente sano es normalizar la vida, integrando en ella, con la mayor naturalidad que sea posible, el luctuoso suceso que nos ha sobrevenido.

Tiempo al tiempo para superar la muerte de un ser querido
No es fácil, en cualquier caso, el manejo sano de las despedidas, sobre todo de algunas despedidas. Se impone la paciencia con uno mismo y la disposición a no quemar etapas, a darse tiempo. Dicen los psicólogos expertos en esta materia que los procesos de elaboración del duelo por la muerte de un ser querido duran, por lo común, de uno a dos años.

Sólo cuando estos plazos se prolongan más de lo razonable o la vivencia de la pérdida mantiene la intensidad de los primeros momentos, podremos pensar que estamos rozando lo patológico y aconsejar recurrir a la ayuda de los profesionales de la Psicología.

En cualquier caso, no se debe olvidar que los procesos de duelo por la muerte de un ser querido no pueden ahorrarse ni precipitarse. Cerrados en falso, acaban convirtiéndose en fuente de perniciosas patologías. Aquí no cabe recurrir a recetas mágicas que nos ahorren el dolor de la separación. Habrá que confiar en el valor analgésico del paso del tiempo y en sus efectos terapéuticos.

No está de más, en este sentido, concluir con una reveladora anécdota protagonizada por Voltaire: cuentan que este gran filósofo ilustrado, tras haber perdido a su único hijo, estuvo a punto de morir de dolor. Una buena amiga encargó que le confeccionaran una lista con todos los reyes que habían perdido a sus hijos y, cuando dispuso de ella, se la leyó, en cuanto tuvo ocasión, al filósofo. Éste la escuchó con atención y le pareció muy exacta…, pero no por eso dejó de llorar.



Pasado algún tiempo, volvieron a verse y ambos se asombraron al comprobar que su ánimo estaba mucho más sereno y hasta volvían a hacerse presentes algunas expresiones de finísimo humor. De común acuerdo hicieron erigir una estatua al Tiempo que en su pedestal llevaba grabada la siguiente inscripción: “A aquél que consuela”. No creo que Voltaire hubiera olvidado a su hijo. Pienso más bien que, con el transcurrir de los días, había ido integrando su pérdida. Había encontrado, probablemente, la fórmula de cómo superar la muerte del ser querido, que le permitía convivir con su dolor y hacer compatible una forma nueva de presencia del hijo amado con un reencontrado apego a la vida que, para él, todavía continuaba.

J. J. RUIZ
 
@El karma,con tu permiso traigo a tu hilo este articulo sobre la muerte y duelo.
Con mis mejores saludos:)
pilou12

Los tiernos mensajes que una niña enviaba a su abuelo fallecido

GONZOO 21.02.2018 - 06:38H
El padre es James O’Brien, un famoso periodista británico que compartió los mensajes en Twitter provocando multitud de reacciones.

418769-600-338.jpg


La muerte es uno de los temas más delicados a los que nos enfrentamos, los duelos son difíciles y explicar esta nueva situación a los más pequeños de la casa siempre es un reto. La inocencia y dulzura de los niños nos sorprende en las ocasiones más complicadas. Hace cinco años falleció el padre de James O’Brien. Cuando este famoso presentador de televisión y de radio británico decidió darle su antiguo móvil a su hija pequeña, no esperaba lo que encontraría en su interior al recuperarlo. La sorpresa llegó al descubrir que la niña había intentado comunicarse con su abuelo, enviándole diferentes mensajes de texto. O’Brien decidió compartir algunos de estos tiernos mensajes en su cuenta de Twitter y la publicación ya cuenta con más de 150.000 likes.

"Te quiero abuelo, espero que pases buenos ratos en el cielo, que conozcas a Jesús y que hayas tenido una vida increíble. Te quiero y mi vida no sería igual de increíble sin ti", envió a su abuelo. "¡Casi tengo 10 años y Elizabeth tiene ya 12! A ella le encantó tu regalo, ya que tu regalo fue tu amor", decía en otro mensaje.

James O'Brien‏Compte certifié @mrjamesob
My youngest has had my old phone for a couple of years. Just for games, which I download for her before disconnecting the internet. Still has my old contacts though & it turns out she’s been messaging my dad, who died 5 years ago. I may have something in my eye.

DWQackrWsAARb3U.jpg

10:11 - 17 févr. 2018


https://www.20minutos.es/gonzoo/noticia/tiernos-mensajes-nina-abuelo-fallecido-3267275/0/
 
@El karma,con tu permiso traigo a tu hilo este articulo sobre la muerte y duelo.
Con mis mejores saludos:)
pilou12

Los tiernos mensajes que una niña enviaba a su abuelo fallecido

GONZOO 21.02.2018 - 06:38H
El padre es James O’Brien, un famoso periodista británico que compartió los mensajes en Twitter provocando multitud de reacciones.

418769-600-338.jpg


La muerte es uno de los temas más delicados a los que nos enfrentamos, los duelos son difíciles y explicar esta nueva situación a los más pequeños de la casa siempre es un reto. La inocencia y dulzura de los niños nos sorprende en las ocasiones más complicadas. Hace cinco años falleció el padre de James O’Brien. Cuando este famoso presentador de televisión y de radio británico decidió darle su antiguo móvil a su hija pequeña, no esperaba lo que encontraría en su interior al recuperarlo. La sorpresa llegó al descubrir que la niña había intentado comunicarse con su abuelo, enviándole diferentes mensajes de texto. O’Brien decidió compartir algunos de estos tiernos mensajes en su cuenta de Twitter y la publicación ya cuenta con más de 150.000 likes.

"Te quiero abuelo, espero que pases buenos ratos en el cielo, que conozcas a Jesús y que hayas tenido una vida increíble. Te quiero y mi vida no sería igual de increíble sin ti", envió a su abuelo. "¡Casi tengo 10 años y Elizabeth tiene ya 12! A ella le encantó tu regalo, ya que tu regalo fue tu amor", decía en otro mensaje.

James O'Brien‏Compte certifié @mrjamesob
My youngest has had my old phone for a couple of years. Just for games, which I download for her before disconnecting the internet. Still has my old contacts though & it turns out she’s been messaging my dad, who died 5 years ago. I may have something in my eye.

DWQackrWsAARb3U.jpg

10:11 - 17 févr. 2018


https://www.20minutos.es/gonzoo/noticia/tiernos-mensajes-nina-abuelo-fallecido-3267275/0/
No hace falta pedir permiso, agrega cosas buenas que sabes que van a ayudar a quien lo está pasando mal...Gracias guapa..(y)
 
cuanto dura el duelo? creo que es personal. muy muy de cada uno. mi madre hara el 1 de marzo 3 años que se fue, y ahi estoy yo con mis 48 años extrañandola!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! pero no se si es autoengaño o como definirlo siempre me dije ella esta bien con eso me fui conformando. ademas de tener una relacion muy hermosa con ella. de hablar de todoooooooooooooooo. tenia 82 cuando se fue es durisimo pero me quede en paz por haber hecho todo lo que pude mientras vivio. es un vinculo que es tan importante que es dificil superar, pero se puede. hay que darse tiempo no querer estar bien , a veces tomo el telefono para contarle algo lindo que me pasa, y es un instante he llegado a marcar el numero y cortar enseguida dandome cuenta..pero uno lo va llevando. recordando con amor. a las personas que se van. saludos!!
 
cuanto dura el duelo? creo que es personal. muy muy de cada uno. mi madre hara el 1 de marzo 3 años que se fue, y ahi estoy yo con mis 48 años extrañandola!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! pero no se si es autoengaño o como definirlo siempre me dije ella esta bien con eso me fui conformando. ademas de tener una relacion muy hermosa con ella. de hablar de todoooooooooooooooo. tenia 82 cuando se fue es durisimo pero me quede en paz por haber hecho todo lo que pude mientras vivio. es un vinculo que es tan importante que es dificil superar, pero se puede. hay que darse tiempo no querer estar bien , a veces tomo el telefono para contarle algo lindo que me pasa, y es un instante he llegado a marcar el numero y cortar enseguida dandome cuenta..pero uno lo va llevando. recordando con amor. a las personas que se van. saludos!!
Es individual y tiene que ver con lo que la persona representó en tu vida.
Una madre o padre, un hermano, un tío....No es propiamente lo que han sido, pero el impacto que han tenido en tu vida. Lo bien que les querias y la nostalgia que te puedan causar.
En muchos casos aceptas las muerte bien y no sufres, pero en otros, es más difícil aceptarla o entenderla. No hay fórmula.
 
6 Consejos para superar el duelo
Para superar esta etapa es muy importante que aceptemos lo ocurrido. No olvides que tu ser querido desearía que fueras feliz. Procura distraerte y compartir tu tiempo con familiares y amigos

Afrontar la pérdida de un ser querido y sobrellevar el duelo, es quizá una de las pruebas más difíciles que nos puede poner la vida en cualquier momento. Tener que aceptar que alguien que amamos ya no estará presente físicamente en nuestros días, nos da un fuerte golpe y una confusión, que casi siempre nos hace caer en prolongados periodos de depresión y tristeza.

Todos tenemos formas diferentes de reaccionar ante la muerte de un ser querido y el contar con un apoyo puede ser clave para superar el dolor que esto nos produce. Según las investigaciones, el paso del tiempo, el contar con un apoyo en el entorno social y el mantener los hábitos de vida saludables, hace que las personas superen el duelo con más facilidad. Sin embargo, dependiendo del impacto que cause la muerte en la persona afectada, el tiempo de recuperación puede tardar meses o hasta un año.

Es muy importante tener en cuenta que el duelo implica síntomas emocionales y también físicos. Las personas que pasan por esta etapa por lo general sufren constantemente de cansancio extremo, pérdida del apetito o pérdida del deseo sexual. Cuando el duelo es tan complicado e incluye estos síntomas sumados a la depresión, se recomienda buscar ayuda de un psicólogo profesional que pueda ayudar a determinar cuál es la mejor forma para superar el duelo.

Si estás pasando por un momento tan difícil como la pérdida de un ser querido, te invitamos a tener en cuenta las siguientes recomendaciones que te ayudarán a aceptar la ausencia de esa persona y a continuar con el ritmo de tu vida.

Tiempo
El tiempo es clave en la superación del duelo. Algunas personas pueden tomarse más tiempo que otras, pero todos necesitamos darnos ese tiempo para hacernos a la idea de que esa persona ya no está y que debemos continuar nuestra vida.

Aceptar el duelo

El dolor ante una pérdida es algo inevitable y con él se mezclan una serie de emociones que nos pueden hacer sentir bastante mal y enfermos.Este proceso es algo muy normal que sólo se podrá superar poco a poco, siempre y cuando la persona no se hiera echándose culpas o reprimiendo sus sentimientos.

Expresar los sentimientos
Siempre habrá una persona dispuesta a escucharnos y a compartir el dolor que sentimos por la ausencia de nuestro ser querido. Hablar de lo sucedido y de todas las emociones que esto deriva, es una forma de aceptar que nuestro ser querido ya no está y que sólo nos queda su recuerdo. Cuando no expresamos todas esas emociones de tristeza y frustración, podemos caer en un estado de aislamiento que nos afectará más en el duelo y hará sentir muy mal a quienes nos rodean.

La vida continúa

Aunque perder a alguien es muy difícil y nos quita las ganas de seguir el ritmo norma de nuestra vida, la realidad es que la vida continúa y hay otras personas que también nos necesitan. Piensa en que tu ser querido siempre quiso lo mejor para ti y se alegrará de que puedas ser feliz a pesar de su ausencia. Procura hacer actividades que te distraigan y que te gusten, comparte con tus amigos y familiares, y dedica todos tus logros a esa persona que ya no está. Todas estas cosas te ayudarán a salir de la depresión y darás un paso muy importante a la superación.

Cuidar tu salud y la de los tuyos
El profundo dolor que nos genera la pérdida de un ser querido nos puede hacer olvidar de cosas importantes como la buena alimentación, el ejercicio y todos esos buenos hábitos que mejoran nuestra calidad de vida. Es muy importante dar un paso a recuperar este estilo de vida, pues esto nos ayuda a salir del estado de depresión y evita que nos enfermemos.

Apoyar a nuestros familiares

Aunque nosotros estamos sintiendo mucho dolor, debemos recordar que no somos los únicos que sufrimos la perdida de esa persona y que quizá nuestra familia necesita de mucho apoyo. Cuando apoyamos a nuestros familiares o personas cercanas, tenemos más posibilidad de sentirnos mejor y ayudar a que los demás también se sientan así. La familia puede aprovechar para recordar momentos felices al lado de esa persona y todas esas anécdotas que quedarán en el corazón para siempre.

https://mejorconsalud.com/6-consejos-para-superar-el-duelo/
 
Carta para ti, que me cuidas desde el cielo



Hace tiempo que tenía le preciosa necesidad de compartir con el mundo, con la vida, que te extraño, cada día más y cada momento más fuerte. Momentos donde me encantaría que tu alma estuviese como antaño junto a la mía, sonriendo, compartiendo un amor que todos merecemos vivir, pero muy pocos saben sentir.

No hace falta que te diga que sé que me observas desde arriba, con tus alas abiertas desde el cielo. Un cielo donde se juntan las estrellas y el mar. Un cielo donde lo más puro se convierte en lo más corriente, donde tú brillas con todo tu esplendor. Sé que me cuidas desde arriba, y se que tu también me echas de menos.


“Cuando todos los astros se apaguen en el cielo, cuando todos los pájaros paralicen el vuelo cansados de esperarte, ese día lejano yo te estaré esperando todavía.”
-Jose Ángel Buesa-


Mi sentimiento hacia ti es eterno
Sé todo lo que sientes por mí porque lo siento muy dentro, en mi corazón y que sale al exterior por cada poro de mi piel a modo de amor eterno. Desde allí arriba. Desde allí donde descansas, desde donde a todos los seres humanos que seguimos aquí abajo viviendo y aprendiendo, regalas el don de la eternidad.

Allí arriba donde dicen, y tu me muestras con tu recuerdo, que todo es mejor. Donde reina la paz y las luces vitales se hacen más brillantes por cada paso que das. Pasos que das para hacerme sentir segura, que me extrañas, que deseas que esté bien.

Pasos que muy firme me permiten apoyo para continuar hacia delante. Da igual lo que me ocurra y lo que suceda en mi vida. Da igual que barreras se alcen en mi camino. Tu siempre estarás ahí y estás para guiarme.

Sé que no quieres que me estanque por haberte perdido, y soy consciente de ello desde el primer momento que te perdí. Ese momento en el que alzaste tus preciosas alas, esas alas llenas de luz, de amor por la vida y por mí. Esas alas que nos permitieron a ambas estar juntas, seguras, amadas, queridas y comprendidas.

Te recuerdo cada día
Todos me dicen que siga adelante. Que no mire atrás tan solo, como decías tú, para coger carrerilla y conseguir todo lo que me proponga. Pero se me hace difícil. Cada paso cuesta porque no estás, y no puedo evitar desear dormir y soñar que estás a mi lado otra vez. Un sueño que sé tu también sientes pero sabes esperar porque comprendes.

Siempre comprendiste la vida, su esencia y hermosura. Quién mejor que tu para acompañarme para aprender a sentirme viva. Tu canto, tus ojos, tu belleza, tu alma y sobre todo tu corazón. Todo lo que su ausencia me hace estar viviendo una realidad diferente en la que no estás tangible, y ya no volverás a estar…

¿Sabes qué? Sigues siendo la primera alma en la que pienso cuando algo estupendo me sucede, cuando deseo compartir, hablar, o cuando necesito ayuda. Y es cierto que ahora solo puedo hacerlo en mis sueños, cuando me pongo las manos en el pecho y siento los latidos de mi corazón.


Me faltó tiempo, demasiado tiempo para continuar disfrutando de la vida junto a ti. Y no sabes cuanto me arrepiento de no haber sido mejor para ti. Sé que hice las cosas bien, o todo lo bien que en ese momento creía. Pero nunca fue ni será suficiente para un ser tan excepcional como tú.

Te confieso que se me hace raro estar aquí y vivir todo sin que tu estés a mi lado. Se me hace extraño ir a tu habitación y no verte, sentirte, y no disfrutar tu sonrisa al verme y alegría. Te diré que es como vivir una situación totalmente ajena a mi corazón, donde no entiendes el por qué de la misma.

Eres mi ángel, mi ejemplo
Aún así, tranquila, porque sé muy bien que sigues ahí, a mi lado, cuidándome y acompañándome a cada paso que doy como siempre hiciste. Por todo eso, eres y serás siempre mi eterno ángel. Ese ángel de luz que todos los seres humanos tenemos en nuestra vida y nos acompaña.

Un ser espléndido y único que a pesar de no estar junto a mí, al menos físicamente y en la distancia, de no poder verte y escucharte, u olerte y sentirte, consigue invadir con su recuerdo y esencia mi alma, en cada momento en el que consigo ser fuerte o no…

Desde la tierra, desde donde piso y coloco con fuerza mis pies te dedico todos mis logros. Cada momento increíble es para ti y solo para ti. Porque lo comparto con aquellos que amo, claro que sí, y que siguen a mi lado. Tú tienes el poder de haberme hecho mejor persona, de haber hecho brillar mucho más aún mi corazón.

Por eso millones de gracias por ser siempre y eternamente tú. Porque continuamente pretendo seguir tu ejemplo y convertirme en alguien tan bueno y bondadoso como fuiste y eres tu.

Por ser ese ángel que nos ilumina entre todos aquellos que seguimos mirando al cielo, y dando gracias por habernos sentido tan vivos con ellos y ayudarnos a ser como somos. Porque nunca, jamás dejaré de mirar hacia arriba, hacia las estrellas y el cielo. Donde estás tu.

“Creo que si miráramos siempre al cielo, acabaríamos por tener alas.”
-Gustave Flaubert-

Por Paula Díaz

https://twitter.com/intent/tweet?te...ravillosa.com/carta-ti-me-cuidas-desde-cielo/

https://twitter.com/intent/tweet?te...ravillosa.com/carta-ti-me-cuidas-desde-cielo/
 
A los que ya no están, a los que duermen en nuestro corazón


Si hay algo para lo que no nos prepara la vida, es para la muerte. Nuestro corazón está habituado a aspirar soplos de energía, de vitalidad, de recuerdos felices y alguna que otra decepción.

Ahora bien, ¿cómo asumir el vacío, la ausencia, la no compañía de aquellos que fueron tan significativos en nuestro día a día? Es algo para lo que nadie nos instruye, algo que casi nadie asume que le vaya a ocurrir.


La muerte es un vacío en el corazón, una herida abierta en el día a día. Irrumpe de improviso y sin derecho a despedidas; cuando en realidad, debería ser como una serena despedida en el andén de un tren. Ahí donde se permite una última conversación y un largo abrazo.


Estamos seguros de que a día de hoy, cuentas con más de una ausencia en tu mente, vacíos en tu alma que añoras cada día. ¿Hay una manera correcta de asumir la pérdida de un ser querido?

La respuesta es no. Cada uno de nosotros, dentro de nuestras particularidades, disponemos de unas estrategias que no serán más útiles que otras. No obstante, existen unas pautas esenciales que te invitamos a conocer con nosotros. Sólo esperamos que te sirva de ayuda, porque recuerda: quien se va, nunca se marcha del todo. Sigue existiendo en tus recuerdos y durmiendo en tu corazón.

Formas de decir adiós en tu corazón, formas de asumir la ausencia

Hay varios tipos de pérdidas. Una larga enfermedad nos permite, de alguna manera, prepararnos para el adiós. Lamentablemente, están a su vez esas pérdidas imprevistas, crueles e incomprensibles tan difíciles de aceptar.


Te fuiste sin decirme adiós, sin darme oportunidad a cerrar heridas, a decirte palabras que nunca te regalé en voz alta. Aún así, tu recuerdo es esa llama indeleble que no se apaga y que alumbra mi presente, acompañándome, envolviéndome…

Pocas vivencias como perder a un ser querido despiertan en nosotros tanto sufrimiento emocional. Nos sentimos tan desbordados que lo más común es quedar paralizados. El mundo se obstina en seguir avanzando, cuando para nosotros, todo se ha detenido de forma abrupta.

Tampoco te extrañará saber que las pérdidas se conciben como instantes vitales donde se incluyen muchas más dimensiones a parte de la emocional. Hay sufrimiento físico, una desorientación cognitiva e incluso, una crisis de valores, en especial si seguimos algún tipo de filosofía o religión.

Nos ha tocado a nosotros, y como tal, hemos de asumirlo, y de algún modo “reconstruirnos”. Este proceso, como ya sabes conlleva un duelo, que por lo general suele durar unos meses. Vivirlo es algo necesario, nunca olvidaremos al ser querido, pero aprenderemos a vivir con esa ausencia.


Veamos ahora las fases más comunes del duelo:

  • Fase de negación: no podemos asumir lo ocurrido. Luchamos contra la realidad y la negamos.
  • Fase de enfado, ira y rabia: es muy común estar enfadados con todos y con todo, buscamos un por qué, una razón por la cual ha ocurrido esa pérdida. Es algo normal que puede durar algunos días o semanas.
  • Fase de negociación: esta etapa es vital para superar la pérdida. Tras la incomprensión llega un pequeño acercamiento a la realidad. Aceptamos ya hablar con otras personas e incluso con nosotros mismos. Lo vemos todo con un poco más de calma.
  • Fase de dolor emocional: imprescindible, catártica y esencial. Cada uno lo hará a su manera, hay quien encontrará alivio en las lágrimas, otros buscarán la soledad para ir soltando poco a poco… Es algo necesario.
  • Fase de aceptación: tras la rabia, tras esa primer primer acercamiento a la realidad y el posterior desahogo emocional, la aceptación va llegando con calma.
La necesidad de que cada uno de nosotros vivamos el duelo es algo tan necesario como dejarnos ayudar. Quien no acepta, quien no libera y aprende a dejar ir a la persona, queda encallado en un dolor que le impedirá segur avanzando.

Aceptar la no permanencia, aprender a “dejar ir”

Podríamos hablarte de la necesidad de estar preparados para la adversidad, pero en realidad, se trata de algo mucho más simple: asumir que no somos eternos, que la vida son momentos que vivir con intensidad porque nadie tiene una cuota permanente en este mundo.

Aceptar la pérdida no es olvidar, y las futuras risas o felicidades no significarán tampoco querer menos a los que no están con nosotros. Se trata de integrarlos en nuestro corazón, en armonía, en paz… Forman parte de lo que eres, piensas y haces.


Sabemos también que para muchos, alguna de estas palabras no servirán de mucho. Hay pérdidas innaturales, ningún padre debería perder a un hijo, y ninguna persona debería perder a esa pareja, esa parte de su corazón que le da vida, fuerzas y coraje.

No es fácil, nadie nos avisó de que la vida iba a traernos esos instantes de dolor. Y sin embargo, estamos obligados a vivir, porque este mundo es implacable, fluye deprisa y casi sin aliento y nos obliga a seguir respirando y latiendo.

Y no lo dudes, debes hacerlo. Por los que ya no están y por ti mismo/a, porque vivir es honrar a quien amaste, llevándolos cada día contigo, sonriendo por ellos, caminando por ellos. Abre tu corazón y date permiso para seguir adelante, para brillar por ellos.

Por Valeria Sabater
 
Back