Dolce Paola

La consorte más bella de Bélgica, sin ninguna duda!

Junto con su difunta suegra, la reina Astrid, otro bellezón, que no logró transmitir su belleza en ninguno de sus tres hijos, incluído Alberto, que solo tenía un año al fallecer su madre. Sin embargo, Alberto tuvo un atractivo propio de los seductores del que carecen sus dos hijos varones.

Desde luego que la historia de Alberto y Paola fué el de un gran amor que descarriló no solo por la poca adaptación de Paola a la triste, seria y beata corte belga sino sobre todo por la infidelidad de Alberto casi desde el principio. Y ella, a diferencia de las consortes royals, no tenía espíritu de cornuda resignada y le pagó con la misma moneda. Pero eso fué tras el nacimiento de los hijos, porque los tres son una versión sosa, fea u oronda de su padre, quien, sin embargo, resultó ser un rey mucho más inteligente y moderno que su hermano Balduino.

Pero, volviendo a la pareja, lo cierto es que cuando se habló de la reconciliación de la pareja en su madurez, a mí no me chocó apenas nada, porque curadas las heridas de años y años, la soledad de ambos y la llegada de los nietos les acercó despertando el recuerdo del enamoramiento que les había unido siendo tan jóvenes. Y la corona solo vino a consolidar una reconciliación ya asentada desde pocos años atrás. Por Paola, Albert se negó a reconocer durante años a su hija ilegítima. Y solo hay que ver como, desde entonces, han sido una pareja unida ejemplar, siempre juntos y preocupados el uno por el otro.

Asi que tienen que dar gracias a Balduino por haber amenazado a Albert con no poder ver a sus hijos si se divorciaba para casarse con su amante, la madre de su hija. Gracias a eso, en la madurez dieron a los hijos un ejemplo de idem que los ha dejado asombrados, si bien los hijos de ambos han salido más conservadores que ellos y no parecen mostrarse "compensados" de la infancia y juventud de escandalos que les dieron sus padres por la ejemplar vejez que les han demostrado con una reconciliación sin sombra de hipocresia, pues, como se ha dicho, se produjo años antes de la sorpresiva muerte de Balduino.
 
Junto con su difunta suegra, la reina Astrid, otro bellezón, que no logró transmitir su belleza en ninguno de sus tres hijos, incluído Alberto, que solo tenía un año al fallecer su madre. Sin embargo, Alberto tuvo un atractivo propio de los seductores del que carecen sus dos hijos varones.

Desde luego que la historia de Alberto y Paola fué el de un gran amor que descarriló no solo por la poca adaptación de Paola a la triste, seria y beata corte belga sino sobre todo por la infidelidad de Alberto casi desde el principio. Y ella, a diferencia de las consortes royals, no tenía espíritu de cornuda resignada y le pagó con la misma moneda. Pero eso fué tras el nacimiento de los hijos, porque los tres son una versión sosa, fea u oronda de su padre, quien, sin embargo, resultó ser un rey mucho más inteligente y moderno que su hermano Balduino.

Pero, volviendo a la pareja, lo cierto es que cuando se habló de la reconciliación de la pareja en su madurez, a mí no me chocó apenas nada, porque curadas las heridas de años y años, la soledad de ambos y la llegada de los nietos les acercó despertando el recuerdo del enamoramiento que les había unido siendo tan jóvenes. Y la corona solo vino a consolidar una reconciliación ya asentada desde pocos años atrás. Por Paola, Albert se negó a reconocer durante años a su hija ilegítima. Y solo hay que ver como, desde entonces, han sido una pareja unida ejemplar, siempre juntos y preocupados el uno por el otro.

Asi que tienen que dar gracias a Balduino por haber amenazado a Albert con no poder ver a sus hijos si se divorciaba para casarse con su amante, la madre de su hija. Gracias a eso, en la madurez dieron a los hijos un ejemplo de idem que los ha dejado asombrados, si bien los hijos de ambos han salido más conservadores que ellos y no parecen mostrarse "compensados" de la infancia y juventud de escandalos que les dieron sus padres por la ejemplar vejez que les han demostrado con una reconciliación sin sombra de hipocresia, pues, como se ha dicho, se produjo años antes de la sorpresiva muerte de Balduino.

Los hijos, sobre todo los varones han procurado no cometer los mismos errores de sus padres con sus propios hijos, de Laurent se pueden decir muchísimas cosas pero siempre ha sido un padre excelente, lo mismo que Philippe: tiernos, cariñosos, presentes en la vida de los suyos y se nota en lo balanceados y bien criados que están los chicos, aquí no hay un Froilán tirando patadas en los matrimonios de los tíos ni una Leonor nerviosa y poco comunicativa ante las cámaras, se les ve cómodos y felices, conscientes de su posición y de sus privilegios pero sin intentar abusar de ellos, al igual que los hijos de Astrid que nunca han dado un escándalo.

También tiene que ver con su elección de esposos: Lorenz es un cacho de pan, se ha dedicado a trabajar y a criar a sus hijos con ella, Mathis tiene un carácter fuerte pero no es una marimandona como LO o MM, es un excelente complemento para Philippe que es bastante tímido además de ser una madre muy presente y Claire le ha aguantado las niñerías y las enfermedades a Laurent.

La crianza de Baudouin y Fabiola (que fueron más padres para ellos que Albert y Paola) se nota mucho en lo que es el concepto de familia para Philippe, Astrid y Laurent, como bien dices, son muchísimo más conservadores que sus padres en ese sentido y han sido sus hijos los beneficiados de crecer en un ambiente sólido y de mucho cariño.

El gran problema entre Albert, Paola y los hijos de ambos es que estos últimos siempre sintieron que eran secundarios a la relación de sus padres, incluso ya siendo adultos, cuando Laurent estuvo en coma, ni siquiera tuvieron la decencia de venir a verle, Astrid vino de Arabia Saudita directo a Francia a donde el Padre Guy, gran amigo de Laurent para que fuese a verle y Philippe incluso pasó noches en el hospital, amén de llevarse a Louise, Aymeric y Nicolás a Laeken para que no se quedasen solos en casa cuando Claire estaba en el hospital.
 
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La moda "elegante" de los años 60 es realmente atemporal, ves mucho de lo que lleva Paola en sus fotos de juventud y podrías vestirlo hoy perfectamente para un evento o una cena de gala, lo mismo que mucho de lo que vestía Grace Kelly en su época.

Claro que la percha de ambas tenía mucho que ver, pero la ropa era estupendísima.
 
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