"¡DIOS SALVE A KATE!" - Revista Vanity Fair (España)

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Gracias a @GlamorosaKA ..... la cortesía de ella.

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Tanto Diana de Gales como Kate Middleton supieron ganarse la simpatía del pueblo inglés, pero solo una de ellas ha conseguido granjearse el cariño de la reina. ¿Cómo lo ha hecho la duquesa Catherine —en español Catalina— de Cambridge? “Se convence antes a una abuela que a una suegra”, dice la española lady Pilar Brennan con mirada pícara.

Lady Brennan vive en esta zona desde que se casó con un miembro de la Cámara de los Lores y Consejero de la Reina. Invitada frecuente a eventos reales y tardes de té en el Castillo de Windsor, ella ofrece un retrato robot de lo que los británicos en general piensan de Kate Middleton: “Es muy natural y muy sincera. Inteligente, se adapta con facilidad. Se ha comportado de una forma muy digna”. Según los sondeos de popularidad de los royals, Kate Middleton está detrás de la reina Isabel y muy por delante de su propio marido, el príncipe Guillermo.

Middleton se ha adaptado perfectamente a la nada flexible vida de los Windsor. Según cuenta alguien que conoce personalmente a Kate Middleton, la escritora, aristócrata y amiga de la reina Isabel Una-Mary Parker, “la duquesa de Cornualles [Camilla] ha sido quien más ha ayudado a Catherine [Kate] a adaptarse a su nueva vida. Ella también tuvo que aprender a ser una Royal Lady”. ¿Existe un manual que dicte cómo serlo? “No. Si lo hubiese sería interminable: hay que saber cómo sentarse, cómo saludar, cuándo hablar, cuándo callarse…”.

Mientras Diana se quejaba de que nadie la acompañaba en sus quehaceres cotidianos, a Kate la ha guiado en todo momento Guillermo. La duquesa de Cambridge es, además, una persona con formación universitaria. “Aunque no proceda de una familia de aristócratas, nunca fue vulgar”, apostilla Lady Brennan. Si a Diana la obligaron a someterse a un examen médico para comprobar si era virgen y fértil, William y Kate compartieron apartamento durante sus años académicos.

“ACABO DE SER MAMÁ Y QUERÍA ALGUNAS PRENDAS PARA MI RECIÉN NACIDO. ES UN NIÑO”, DICE KATE A LAS PATIDIFUSAS DEPENDIENTAS, COMO SI SU ROSTRO NO FUESE UNO DE LOS MÁS POPULARES DEL MUNDO Y EL NIÑO DEL QUE HABLA, EL PRÍNCIPE GEORGE, NO ESTUVIESE A TODAS HORAS EN TODOS LOS CANALES DE TELEVISIÓN DEL PAÍS.

Diana solo había sido cuidadora de niños en una guardería. Kate Middleton es licenciada en Historia del Arte. “A la princesa de Gales le costó mucho comprender a los Windsor. Tienen un sentido del humor muy particular. Por ejemplo, en Navidades juegan a regalarse los objetos más horteras y baratos que sean capaces de encontrar en la calle. Diana, en sus primeras Navidades en palacio, se gastó un dineral para hacer buenos regalos y agradar. Cuando se dio cuenta de su error sintió una vergüenza terrible. Catherine, en cambio está muy a gusto siendo quien es. No es altiva, no es problemática. La reina aprueba todo lo que hace”.

Poco después de casarse, Kate y William vivieron una temporada en pleno centro de Londres pero se dieron cuenta de que los paparazzi no les iban a dejar en paz. Para la pareja real la solución anti-intrusos fue mudarse al condado de Norfolk, a un pequeño pueblo de 60 habitantes llamado Anmer Hall. El príncipe Guillermo es ahora conductor de helicópteros de emergencias. La duquesa, ama de casa. Su núcleo de confianza que está formado por miembros de las familias más prominentes del reino, diez amigos con dinero de varias generaciones, estudios en Eton y excelentes relaciones con la Casa Real a quienes no les hace falta en absoluto la notoriedad mediática : “No es que no quiera hablar de ellos porque seanroyals. Es que jamás le diría nada a los periodistas sobre mis amigos”, le explicó a Vanity Fair con amabilidad uno de ellos, el broker inmobiliario Nick Van Custem. Las filtraciones constituyen alta traición.

Una-Mary Parker no duda en señalar que Isabel II que su aceptación de la plebeya Middleton tiene mucho que ver con las lecciones que aprendió tras la muerte de Lady Diana. “Nadie va a ser jamás feliz en una relación en la que no se deja a alguien ver a su familia. El matrimonio funciona porque Guillermo insiste muchísimo en que ella vea a sus padres tanto como quiera”. Como invitados especiales, los Middleton han conseguido pasearse por Ascot junto a la Familia Real. Algo inédito.

“El príncipe tiene una voluntad de hierro. Si se empeña en algo lo consigue”, dice Una-Mary, quien admite que es cierto que durante años, en los círculos más selectos, cuando la madre de Middleton entraba en una habitación, alguien siempre cuchicheaba la cantinela de las azafatas de avión: “Cierren rampas”. En 2014, la novelista ganadora de un Booker Prize Hillary Mantel dijo en una conferencia universitaria que Kate Middleton tenía una “sonrisa de plástico” y que parecía una máquina de precisión. “Es muy diferente a Diana, cuya terrible humanidad e incontinencia emocional eran evidentes en cada uno de sus gestos”.

Se armó tal revuelo que hasta David Cameron salió en defensa de la duquesa. “Mantel está muy desorientada”, dijo. La directora de Tatler, el heraldo social de los aristócratas británicos, tiene muy claro su juicio sobre la duquesa: “Es callada, pero no significa que no sea plenamente consciente de su poder. El que piense que es bidimensional está muy equivocado. Es una persona muy inteligente con una habilidad extraordinaria para leer el estado de ánimo de su país”.

Y que según Una-Mary Parker, sabe que nunca debe robarle protagonismo a su marido: “La increíble popularidad de Lady Diana fue una de las razones de que su matrimonio con Carlos se rompiese. Él se puso muy celoso. Kate tiene muy presente que el importante es él”. Recientemente, tanto Kate como Guillermo han recibido acusaciones de “vagancia” en la prensa del Reino Unido. Él acude a menos compromisos públicos que su abuelo, el Duque de Edimburgo, de 95 años, y Middleton aún solo es patrona de ocho organizaciones (frente a las 340 que encabeza la princesa Ana) pero Lady Brennan explica las razones: “Si se hubiese metido de lleno desde el principio la hubiesen acusado de pretenciosa. La filantropía es toda una cultura en este país”. Lady Parker añade: “La reina les ha dado permiso para ir con calma. Les queda mucho aún para ser reyes”. Es cierto. Aún tienen que pasar por el trono Carlos y Camila. Y según Kate Reardon, Middleton, con su discreción, está s siguiendo el consejo de la Reina Madre: “Nunca dejes que la luz del día entre en tu magia”. 

ESTO ES SOLO UN RESUMEN. A CONTINUACIÓN, UN AVANCE DEL PRINCIPIO DEL REPORTAJE:
"Se convence antes a una abuela que a una suegra”, dice la española lady Pilar Brennan con mirada pícara mientras nos servimos un té de menta en un animado café de la londinense Sloane Square. Lady Brennan vive en esta zona desde que se casó con un miembro de la Cámara de los Lores y Consejero de la Reina y se integró de lleno en los usos y costumbres de la alta sociedad británica. Invitada frecuente a eventos reales y tardes de té en el Castillo de Windsor, ella ofrece un retrato robot de lo que los británicos en general piensan de Kate Middleton: “Es muy natural y muy sincera. Inteligente, se adapta con facilidad. Se ha comportado de una forma muy digna”. Según los sondeos de popularidad de los royals, Kate Middleton está detrás de la reina Isabel y muy por delante de su propio marido, el príncipe Guillermo.

Fuera caminan con brío de aquí para allá impecables mujeres que portan bolsas de las tiendas cercanas: Club Monaco, Anya Hindmarch, Gucci, Armani. Al otro lado de la acera está el centro comercial de lujo Peter Jones, donde tantas veces se pudo ver a Kate Middleton cuando aún era solo la novia del príncipe comprar cosméticos. Es también el lugar donde lady Diana Spencer solía pasear con sus amigas, niñas bien a la caza de aristócratas conocidas como Sloane Rangers. La estrategia de aquellas aspirantes a esposas distinguidas era dejarse ver por las calles y locales del barrio más exclusivo de la ciudad. La de Kate, como cuentan las crónicas, fue escoger la misma universidad que el futuro heredero de la Corona y armarse de una paciencia a prueba de bombas (y donde dice bombas léase deslices con otras damas, fiestas escandalosas y una sonadísima ruptura) para después de diez años de noviazgo acabar casándose con el futuro rey de Inglaterra. Tanto Diana como Kate supieron ganarse la simpatía del pueblo inglés, pero solo una de ellas ha conseguido granjearse el cariño de la reina. ¿Cómo lo ha hecho la duquesa Catherine —en español Catalina— de Cambridge?

Una mañana de verano de 2015, no muy lejos de Sloane Square, una joven de larga melena, vestida con vaqueros y una camiseta de rayas marineras, entra en una pequeña tienda de ropa infantil. “Acabo de ser mamá y quería algunas prendas para mi recién nacido. Es un niño”, dice a las patidifusas dependientas, como si su rostro no fuese uno de los más populares del mundo y el niño del que habla, el príncipe George, no estuviese a todas horas en todos los canales de televisión del país. La acompaña su madre, Carole Middleton, quien le aconseja qué escoger.

“Desde entonces viene siempre dos veces por temporada”, me cuenta Amaia Arrieta, antigua ejecutiva de banca que recicló su carrera para abrir esta pequeña tienda que ahora es la favorita de la duquesa de Cambridge. Ella tiene contacto también con la niñera española que se hace cargo del cuidado de los dos hijos de William y Kate. “No viene con cofia, vestida de institutriz, aunque su acento es inglés tan perfecto que casi no me doy cuenta de quién era”. “Hay prendas del niño que ahora utilizan para la niña, adaptando el look, evidentemente”.

Arrieta cuenta que la duquesa compra de forma comedida. Aunque Kate Middleton viste prendas de marcas de lujo, es habitual verla con ropa de grandes cadenas. El famoso Kate Effect —eso de que cada vez que se pone algo asequible el efecto se nota inmediatamente en tiendas— no es una leyenda urbana: “El último traje premamá que lució públicamente se agotó en menos de veinticuatro horas”, confirman desde la cadena británica ASOS. “Cuando aún solo era la novia del príncipe recibía cientos de cajas de zapatos de LK Bennet, su marca favorita. Las devolvía todas”, dice una relaciones públicas de una firma de lujo.

“En una ocasión fue a arreglar unos zapatos de Prada que tenía viejísimos. En la tienda le ofrecieron unos nuevos completamente gratis y se negó en redondo”. Estos detalles, que podrían parecer nimios, ilustran de forma muy elocuente características de la personalidad de la duquesa de Cambrige que la han ayudado a ganarse la simpatía de la opinión pública.

FUENTE: http://www.revistavanityfair.es/la-...illermo-de-inglaterra-isabel-ii-windsor/22055
 
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Tanto Diana de Gales como Kate Middleton supieron ganarse la simpatía del pueblo inglés, pero solo una de ellas ha conseguido granjearse el cariño de la reina. ¿Cómo lo ha hecho la duquesa Catherine —en español Catalina— de Cambridge? “Se convence antes a una abuela que a una suegra”, dice la española lady Pilar Brennan con mirada pícara.

Lady Brennan vive en esta zona desde que se casó con un miembro de la Cámara de los Lores y Consejero de la Reina. Invitada frecuente a eventos reales y tardes de té en el Castillo de Windsor, ella ofrece un retrato robot de lo que los británicos en general piensan de Kate Middleton: “Es muy natural y muy sincera. Inteligente, se adapta con facilidad. Se ha comportado de una forma muy digna”. Según los sondeos de popularidad de los royals, Kate Middleton está detrás de la reina Isabel y muy por delante de su propio marido, el príncipe Guillermo.

Middleton se ha adaptado perfectamente a la nada flexible vida de los Windsor. Según cuenta alguien que conoce personalmente a Kate Middleton, la escritora, aristócrata y amiga de la reina Isabel Una-Mary Parker, “la duquesa de Cornualles [Camilla] ha sido quien más ha ayudado a Catherine [Kate] a adaptarse a su nueva vida. Ella también tuvo que aprender a ser una Royal Lady”. ¿Existe un manual que dicte cómo serlo? “No. Si lo hubiese sería interminable: hay que saber cómo sentarse, cómo saludar, cuándo hablar, cuándo callarse…”.

Mientras Diana se quejaba de que nadie la acompañaba en sus quehaceres cotidianos, a Kate la ha guiado en todo momento Guillermo. La duquesa de Cambridge es, además, una persona con formación universitaria. “Aunque no proceda de una familia de aristócratas, nunca fue vulgar”, apostilla Lady Brennan. Si a Diana la obligaron a someterse a un examen médico para comprobar si era virgen y fértil, William y Kate compartieron apartamento durante sus años académicos.

“ACABO DE SER MAMÁ Y QUERÍA ALGUNAS PRENDAS PARA MI RECIÉN NACIDO. ES UN NIÑO”, DICE KATE A LAS PATIDIFUSAS DEPENDIENTAS, COMO SI SU ROSTRO NO FUESE UNO DE LOS MÁS POPULARES DEL MUNDO Y EL NIÑO DEL QUE HABLA, EL PRÍNCIPE GEORGE, NO ESTUVIESE A TODAS HORAS EN TODOS LOS CANALES DE TELEVISIÓN DEL PAÍS.

Diana solo había sido cuidadora de niños en una guardería. Kate Middleton es licenciada en Historia del Arte. “A la princesa de Gales le costó mucho comprender a los Windsor. Tienen un sentido del humor muy particular. Por ejemplo, en Navidades juegan a regalarse los objetos más horteras y baratos que sean capaces de encontrar en la calle. Diana, en sus primeras Navidades en palacio, se gastó un dineral para hacer buenos regalos y agradar. Cuando se dio cuenta de su error sintió una vergüenza terrible. Catherine, en cambio está muy a gusto siendo quien es. No es altiva, no es problemática. La reina aprueba todo lo que hace”.

Poco después de casarse, Kate y William vivieron una temporada en pleno centro de Londres pero se dieron cuenta de que los paparazzi no les iban a dejar en paz. Para la pareja real la solución anti-intrusos fue mudarse al condado de Norfolk, a un pequeño pueblo de 60 habitantes llamado Anmer Hall. El príncipe Guillermo es ahora conductor de helicópteros de emergencias. La duquesa, ama de casa. Su núcleo de confianza que está formado por miembros de las familias más prominentes del reino, diez amigos con dinero de varias generaciones, estudios en Eton y excelentes relaciones con la Casa Real a quienes no les hace falta en absoluto la notoriedad mediática : “No es que no quiera hablar de ellos porque seanroyals. Es que jamás le diría nada a los periodistas sobre mis amigos”, le explicó a Vanity Fair con amabilidad uno de ellos, el broker inmobiliario Nick Van Custem. Las filtraciones constituyen alta traición.

Una-Mary Parker no duda en señalar que Isabel II que su aceptación de la plebeya Middleton tiene mucho que ver con las lecciones que aprendió tras la muerte de Lady Diana. “Nadie va a ser jamás feliz en una relación en la que no se deja a alguien ver a su familia. El matrimonio funciona porque Guillermo insiste muchísimo en que ella vea a sus padres tanto como quiera”. Como invitados especiales, los Middleton han conseguido pasearse por Ascot junto a la Familia Real. Algo inédito.

“El príncipe tiene una voluntad de hierro. Si se empeña en algo lo consigue”, dice Una-Mary, quien admite que es cierto que durante años, en los círculos más selectos, cuando la madre de Middleton entraba en una habitación, alguien siempre cuchicheaba la cantinela de las azafatas de avión: “Cierren rampas”. En 2014, la novelista ganadora de un Booker Prize Hillary Mantel dijo en una conferencia universitaria que Kate Middleton tenía una “sonrisa de plástico” y que parecía una máquina de precisión. “Es muy diferente a Diana, cuya terrible humanidad e incontinencia emocional eran evidentes en cada uno de sus gestos”.

Se armó tal revuelo que hasta David Cameron salió en defensa de la duquesa. “Mantel está muy desorientada”, dijo. La directora de Tatler, el heraldo social de los aristócratas británicos, tiene muy claro su juicio sobre la duquesa: “Es callada, pero no significa que no sea plenamente consciente de su poder. El que piense que es bidimensional está muy equivocado. Es una persona muy inteligente con una habilidad extraordinaria para leer el estado de ánimo de su país”.

Y que según Una-Mary Parker, sabe que nunca debe robarle protagonismo a su marido: “La increíble popularidad de Lady Diana fue una de las razones de que su matrimonio con Carlos se rompiese. Él se puso muy celoso. Kate tiene muy presente que el importante es él”. Recientemente, tanto Kate como Guillermo han recibido acusaciones de “vagancia” en la prensa del Reino Unido. Él acude a menos compromisos públicos que su abuelo, el Duque de Edimburgo, de 95 años, y Middleton aún solo es patrona de ocho organizaciones (frente a las 340 que encabeza la princesa Ana) pero Lady Brennan explica las razones: “Si se hubiese metido de lleno desde el principio la hubiesen acusado de pretenciosa. La filantropía es toda una cultura en este país”. Lady Parker añade: “La reina les ha dado permiso para ir con calma. Les queda mucho aún para ser reyes”. Es cierto. Aún tienen que pasar por el trono Carlos y Camila. Y según Kate Reardon, Middleton, con su discreción, está s siguiendo el consejo de la Reina Madre: “Nunca dejes que la luz del día entre en tu magia”. 

ESTO ES SOLO UN RESUMEN. A CONTINUACIÓN, UN AVANCE DEL PRINCIPIO DEL REPORTAJE:
"Se convence antes a una abuela que a una suegra”, dice la española lady Pilar Brennan con mirada pícara mientras nos servimos un té de menta en un animado café de la londinense Sloane Square. Lady Brennan vive en esta zona desde que se casó con un miembro de la Cámara de los Lores y Consejero de la Reina y se integró de lleno en los usos y costumbres de la alta sociedad británica. Invitada frecuente a eventos reales y tardes de té en el Castillo de Windsor, ella ofrece un retrato robot de lo que los británicos en general piensan de Kate Middleton: “Es muy natural y muy sincera. Inteligente, se adapta con facilidad. Se ha comportado de una forma muy digna”. Según los sondeos de popularidad de los royals, Kate Middleton está detrás de la reina Isabel y muy por delante de su propio marido, el príncipe Guillermo.

Fuera caminan con brío de aquí para allá impecables mujeres que portan bolsas de las tiendas cercanas: Club Monaco, Anya Hindmarch, Gucci, Armani. Al otro lado de la acera está el centro comercial de lujo Peter Jones, donde tantas veces se pudo ver a Kate Middleton cuando aún era solo la novia del príncipe comprar cosméticos. Es también el lugar donde lady Diana Spencer solía pasear con sus amigas, niñas bien a la caza de aristócratas conocidas como Sloane Rangers. La estrategia de aquellas aspirantes a esposas distinguidas era dejarse ver por las calles y locales del barrio más exclusivo de la ciudad. La de Kate, como cuentan las crónicas, fue escoger la misma universidad que el futuro heredero de la Corona y armarse de una paciencia a prueba de bombas (y donde dice bombas léase deslices con otras damas, fiestas escandalosas y una sonadísima ruptura) para después de diez años de noviazgo acabar casándose con el futuro rey de Inglaterra. Tanto Diana como Kate supieron ganarse la simpatía del pueblo inglés, pero solo una de ellas ha conseguido granjearse el cariño de la reina. ¿Cómo lo ha hecho la duquesa Catherine —en español Catalina— de Cambridge?

Una mañana de verano de 2015, no muy lejos de Sloane Square, una joven de larga melena, vestida con vaqueros y una camiseta de rayas marineras, entra en una pequeña tienda de ropa infantil. “Acabo de ser mamá y quería algunas prendas para mi recién nacido. Es un niño”, dice a las patidifusas dependientas, como si su rostro no fuese uno de los más populares del mundo y el niño del que habla, el príncipe George, no estuviese a todas horas en todos los canales de televisión del país. La acompaña su madre, Carole Middleton, quien le aconseja qué escoger.

“Desde entonces viene siempre dos veces por temporada”, me cuenta Amaia Arrieta, antigua ejecutiva de banca que recicló su carrera para abrir esta pequeña tienda que ahora es la favorita de la duquesa de Cambridge. Ella tiene contacto también con la niñera española que se hace cargo del cuidado de los dos hijos de William y Kate. “No viene con cofia, vestida de institutriz, aunque su acento es inglés tan perfecto que casi no me doy cuenta de quién era”. “Hay prendas del niño que ahora utilizan para la niña, adaptando el look, evidentemente”.

Arrieta cuenta que la duquesa compra de forma comedida. Aunque Kate Middleton viste prendas de marcas de lujo, es habitual verla con ropa de grandes cadenas. El famoso Kate Effect —eso de que cada vez que se pone algo asequible el efecto se nota inmediatamente en tiendas— no es una leyenda urbana: “El último traje premamá que lució públicamente se agotó en menos de veinticuatro horas”, confirman desde la cadena británica ASOS. “Cuando aún solo era la novia del príncipe recibía cientos de cajas de zapatos de LK Bennet, su marca favorita. Las devolvía todas”, dice una relaciones públicas de una firma de lujo.

“En una ocasión fue a arreglar unos zapatos de Prada que tenía viejísimos. En la tienda le ofrecieron unos nuevos completamente gratis y se negó en redondo”. Estos detalles, que podrían parecer nimios, ilustran de forma muy elocuente características de la personalidad de la duquesa de Cambrige que la han ayudado a ganarse la simpatía de la opinión pública.

FUENTE: http://www.revistavanityfair.es/la-...illermo-de-inglaterra-isabel-ii-windsor/22055


El merito es tuyo. Gracias. :)
 
Menudo cambio, iban antes de chicas sexys.

http://800noticias.com/asi-lucian-k...etizia-de-espana-antes-de-llegar-a-la-realeza
Así lucían Kate Middleton, Meghan Markle y Letizia de España antes de llegar a la realeza
8 de julio, 2018 - 12:40 pm


Agencias

Kate Middleton, Meghan Markle y Letizia de España son tres de las mujeres más populares del mundo y es que su llegada a la realeza europea las ha transformado en íconos para millones de personas alrededor del mundo. ¿Pero cómo lucían antes de unirse a las familias monarcas del Reino Unido y España? Dale una mirada a estas fotos.

Siendo novia del príncipe William, Kate llevaba un look totalmente relajadoy muy lejos de los tradicionales atuendos que ahora porta como heredera al trono del Reino Unido.

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Así la vimos durante un evento en el que participó en la prestigiosa Universidad de Oxford.
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Por supuesto, tras convertirse en la esposa y madre de los hijos del príncipe William Kate dio un giro radical a su estilo.

La ahora esposa del príncipe Harry saltó a la fama como actriz, debutando en la televisión en el año 2002 en la serie General Hospital y logrando el reconocimiento internacional en Suits.

La estrella de la pantalla chica sin duda se robaba miradas con su sensualidad y pronto se adueñaría del corazón del hijo de menor de Lady Diana.
Una de las controversias que generó el compromiso de Harry con Meghan fue el hecho de que la actriz estadounidense ya se había casado en el pasadocon el productor Trevor Engelson. Luego de dos años de matrimonio, la pareja terminó su relación en el 2013.

Su boda con Harry se transformó en una sensación mediática y fue vista por millones de personas en el mundo entero.

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https://www.revistavanityfair.es/la...illermo-de-inglaterra-isabel-ii-windsor/22055

La Revista
Así educa Kate Middleton a sus hijos: en el campo y sin institutrices

Hoy, cuando hace siete años de su boda con el príncipe Guillermo, recuperamos este reportaje sobre la vida de la pareja que celebra aniversario y el nacimiento de un nuevo miembro en la familia.
Por Raquel Peláez, Emma Roig Askari
29 de abril de 2018 · 10:01

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D. R.
"Se convence antes a una abuela que a una suegra”, dice la española lady Pilar Brennan con mirada pícara mientras nos servimos un té de menta en un animado café de la londinense Sloane Square. Lady Brennan vive en esta zona desde que se casó con un miembro de la Cámara de los Lores y Consejero de la Reina y se integró de lleno en los usos y costumbres de la alta sociedad británica. Invitada frecuente a eventos reales y tardes de té en el Castillo de Windsor, ella ofrece un retrato robot de lo que los británicos en general piensan de Kate Middleton: “Es muy natural y muy sincera. Inteligente, se adapta con facilidad. Se ha comportado de una forma muy digna”. Según los sondeos de popularidad de los royals, Kate Middleton está detrás de la reina Isabel y muy por delante de su propio marido, el príncipe Guillermo.

Fuera caminan con brío de aquí para allá impecables mujeres que portan bolsas de las tiendas cercanas: Club Monaco, Anya Hindmarch, Gucci, Armani. Al otro lado de la acera está el centro comercial de lujo Peter Jones, donde tantas veces se pudo ver a Kate Middleton cuando aún era solo la novia del príncipe comprar cosméticos. Es también el lugar donde lady Diana Spencer solía pasear con sus amigas, niñas bien a la caza de aristócratas conocidas como Sloane Rangers. La estrategia de aquellas aspirantes a esposas distinguidas era dejarse ver por las calles y locales del barrio más exclusivo de la ciudad. La de Kate, como cuentan las crónicas, fue escoger la misma universidad que el futuro heredero de la Corona y armarse de una paciencia a prueba de bombas (y donde dice bombas léase deslices con otras damas, fiestas escandalosas y una sonadísima ruptura) para después de diez años de noviazgo acabar casándose con el futuro rey de Inglaterra. Tanto Diana como Kate supieron ganarse la simpatía del pueblo inglés, pero solo una de ellas ha conseguido granjearse el cariño de la reina. ¿Cómo lo ha hecho la duquesa Catherine —en español Catalina— de Cambridge?

Una mañana de verano de 2015, no muy lejos de Sloane Square, una joven de larga melena, vestida con vaqueros y una camiseta de rayas marineras, entra en una pequeña tienda de ropa infantil. “Acabo de ser mamá y quería algunas prendas para mi recién nacido. Es un niño”, dice a las patidifusas dependientas, como si su rostro no fuese uno de los más populares del mundo y el niño del que habla, el príncipe George, no estuviese a todas horas en todos los canales de televisión del país. La acompaña su madre, Carole Middleton, quien le aconseja qué escoger.

“Desde entonces viene siempre dos veces por temporada”, me cuenta Amaia Arrieta, antigua ejecutiva de banca que recicló su carrera para abrir esta pequeña tienda que ahora es la favorita de la duquesa de Cambridge. Ella tiene contacto también con la niñera española que se hace cargo del cuidado de los dos hijos de William y Kate. “No viene con cofia, vestida de institutriz, aunque su acento es inglés tan perfecto que casi no me doy cuenta de quién era”. “Hay prendas del niño que ahora utilizan para la niña, adaptando el look, evidentemente”.

Arrieta cuenta que la duquesa compra de forma comedida. Aunque Kate Middleton viste prendas de marcas de lujo, es habitual verla con ropa de grandes cadenas. El famoso Kate Effect —eso de que cada vez que se pone algo asequible el efecto se nota inmediatamente en tiendas— no es una leyenda urbana : “El último traje premamá que lució públicamente se agotó en menos de veinticuatro horas”, confirman desde la cadena británica ASOS. “Cuando aún solo era la novia del príncipe recibía cientos de cajas de zapatos de LK Bennet, su marca favorita. Las devolvía todas”, dice una relaciones públicas de una firma de lujo.

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Una pareja feliz: Kate y William posan durante su último viaje a la India. © Getty Images
“En una ocasión fue a arreglar unos zapatos de Prada que tenía viejísimos. En la tienda le ofrecieron unos nuevos completamente gratis y se negó en redondo”. Estos detalles, que podrían parecer nimios, ilustran de forma muy elocuente características de la personalidad de la duquesa de Cambrige que la han ayudado a ganarse la simpatía de la opinión pública.

El trato afable, la cotidianidad, el rechazo a la ostentación y el conocimiento en primera persona de la calle. Esa forma de relacionarse con el mundo quedó patente el día de su boda, cuando entre los invitados al enlace, además de la flor y nata royal europea, asistieron el carnicero del pueblo donde se crió la duquesa o el barman del chiringuito de Mustique donde veranea la pareja. Fue evidente también en su visita hace un año a Nueva York, cuando la pareja acudió a ver un partido de los Nets y acabó hablando afablemente con los reyes de Brooklyn: Jay Z y Beyoncé.

Pero una cosa es comportarse de forma amable con la gente de la calle y otra muy diferente ser capaz de adaptarse a la a veces nada flexible vida de los Windsor. Hablamos de una familia que obligó a abdicar a Eduardo VIII cuando quiso casarse con la socialite Wallis Simpson, que no permitió a la princesa Ana contraer matrimonio con el hombre al que amaba porque estaba divorciado y que obligaba a la princesa de Gales a pasar las Navidades sin sus padres porque ellos, a pesar de todos sus títulos nobiliarios, no eran considerados miembros de la Casa Real.

La duda de si Kate Middleton sería capaz de superar esa prueba pendía sobre su cabeza aquel día de 2011 en que, vestida de Alexander McQueen, avanzó por la Abadía de Westminster ante la mirada de 2.200 millones de espectadores de todo el mundo. Los ecos del fracaso matrimonial del padre del novio y la voz de Lady Di revelando en horario de máxima audiencia las infidelidades de su marido con Camilla Parker Bowles estaban en la mente de todos. Paradójicamente, según me cuenta alguien que conoce personalmente a Kate Middleton, la escritora, aristócrata y amiga de la reina Isabel Una-Mary Parker, “la duquesa de Cornualles [Camilla] ha sido quien más ha ayudado a Catherine [Kate] a adaptarse a su nueva vida. Ella también tuvo que aprender a ser una Royal Lady ”.

¿Existe un manual que dicte cómo serlo? “No. Si lo hubiese sería interminable: hay que saber cómo sentarse, cómo saludar, cuándo hablar, cuándo callarse…”. Mientras Diana se quejaba de que nadie la acompañaba en sus quehaceres cotidianos, a Kate la ha guiado en todo momento Guillermo. De hecho, ella se ha referido a él públicamente como “un gran maestro”. Recién casada, Middleton iba a reuniones con charities, acudía a juntas con miembros de la Corte en Saint James Palace y recibía lecciones de expertos en gobierno y medios de comunicación. Antes de casarse, tuvo un profesor de locución. Frente a Diana de Gales, que contrajo matrimonio con el príncipe Carlos después de un cortísimo noviazgo de seis meses, Kate Middleton tuvo diez años para comprender qué es ser royal. La duquesa de Cambridge es, además, una persona con formación universitaria. “Aunque no proceda de una familia de aristócratas, nunca fue vulgar ”, apostilla Lady Brennan.

Si a Diana la obligaron a someterse a un examen médico para comprobar si era virgen y fértil, William y Kate compartieron apartamento durante sus años académicos. Diana solo había sido cuidadora de niños en una guardería. Kate Middleton es licenciada en Historia del Arte. “A la princesa de Gales le costó mucho comprender a los Windsor. Tienen un sentido del humor muy particular. Por ejemplo, en Navidades juegan a regalarse los objetos más horteras y baratos que sean capaces de encontrar en la calle. Diana, en sus primeras Navidades en palacio, se gastó un dineral para hacer buenos regalos y agradar. Cuando se dio cuenta de su error sintió una vergüenza terrible. Catherine, en cambio está muy a gusto siendo quien es. No es altiva, no es problemática. La reina aprueba todo lo que hace”.

Una chica vestida con jeans y plumífero juega con su perro en el parque de Kensington. Ella no lo sabe aún, pero las cámaras de los paparazzi ya la han detectado. Poco después de casarse, Kate y William vivieron una temporada en el mismo palacio que habitó Diana de Gales, en pleno centro de Londres. Middleton, lejos de enclaustrarse, acudía al supermercado del barrio sola, aunque custodiada por dos guardaespaldas. Pero pronto, las constantes apariciones en las portadas de los tabloides de esas estampas cotidianas hicieron evidente que vivir en plena metrópoli, llevar una vida normal y no ser permanentemente escrutado era misión imposible.


Lo saben bien los hermanos de la duquesa, Pippa y James Middleton, quienes continúan viviendo en Chelsea y siendo carne de objetivos indiscretos. “Este barrio es muy pequeño. Todos sabemos la vida de todos”, dice una vecina. “A ella la veo con frecuencia cenando en el restaurante Eight over Eight y a él en La Bottega ”. Según ella, la hermana de la duquesa no lleva muy bien que la aborden desconocidos y a veces su reacción no es precisamente amable.

Para la pareja real la solución anti-intrusos fue mudarse al condado de Norfolk, a un pequeño pueblo de 60 habitantes llamado Anmer Hall, cerrar el espacio aéreo de la zona, blindar con un muro de hierro y abundante vegetación la casa y pedir a Buckingham que enviase a los medios una circular advirtiendo que esas hectáreas de campo que les rodean, aunque visitables, son propiedad de la reina de Inglaterra. El príncipe Guillermo es ahora conductor de helicópteros de emergencias. La duquesa, ama de casa. El tipo de vida que llevan difiere mucho de los años que vivieron cuando la pareja terminó sus estudios universitarios. Kate Middleton era becaria en una firma de moda llamada Jigsaw y vivía en su piso de soltera en King’s Road. Las noches de los viernes transcurrían entre chupitos de Jack Daniels, al parecer el trago favorito de la duquesa, y bailes desenfrenados en Boujis, la sala de fiestas más popular del oeste londinense.

Que pusieran un anuncio en la revista The Lady (referente de la alta sociedad británica) cuando buscaban asistenta fue una declaración de intenciones. El texto también: “Se busca ama de llaves para una familia grande en Norfolk. Buscamos a alguien con experiencia previa, preferiblemente para una casa grande con ambiente familiar y perros. Discreción y lealtad absolutamente imprescindibles”. Esa discreción y lealtad la encuentran en un cerradísimo grupo de diez amigos, un núcleo de confianza que está formado por miembros de las familias más prominentes del reino, con dinero de varias generaciones, estudios en Eton y excelentes relaciones con la Casa Real a quienes no les hace falta en absoluto la notoriedad mediática: “No es que no quiera hablar de ellos porque sean royals. Es que jamás le diría nada a los periodistas sobre mis amigos ”, le explicó a Vanity Fair con amabilidad uno de ellos, el broker inmobiliario Nick Van Custem. Las filtraciones constituyen alta traición.

Aunque su círculo de confianza esté compuesto de personas de clase alta, la pareja representa, con sus hábitos, el canon de la clase media británica. A sus hijos les están procurando exactamente el mismo tipo de infancia que vivió Kate Middleton en su pueblo natal, Bucklebury, donde tuvo una adolescencia de colegio de uniforme, deportes y excursiones campestres. Ahora ambos frecuentan con naturalidad el entorno local de su casa: van a cenar al pub y a comprar a las tiendas de la localidad más cercana y Kate Middleton lleva al colegio cada mañana al pequeño George, conduciendo su propio coche. Los vecinos son increíblemente protectores con ellos. Por eso, una inocente llamada a la escuela Montessori donde asiste el príncipe George causa gran incomodidad a la funcionaria de turno, quien nos sugiere que acudamos a Kensington Palace en busca de información. Solo la esteticién de la duquesa, Deborah Mitchell, accede a hacer un comentario laudatorio: “La duquesa es tan bella por fuera como por dentro ”.

Como el estallido del Challenger con su tripulación dentro o el anuncio de que Magic Johnson era seropositivo, la muerte de Lady Di fue uno de esos acontecimientos traumáticos que marcaron la memoria colectiva de finales del siglo XX. Para Isabel II también, aunque de una forma muy diferente a la del resto del mundo. La reina tardó cuatro días en emitir un comunicado oficial de condolencias y los británicos, muy al tanto de la terrible relación que mantenía con su nuera, a quien veneraban, dejaron de adorar a su hasta entonces incontestable monarca. Cuando finalmente salió a hablar lo hizo consciente de su error, haciendo un alegato de amor a sus nietos, William y Harry, a quienes se refiere como “mis sustitutos”, y hablando en ese plural mayestático que la caracteriza dijo: “Lecciones han sido aprendidas”.

Una-Mary Parker no duda en señalar que semejante concesión por parte de una mujer que lleva tantos años en el trono y que ha visto pasar ante sus ojos a 12 primeros ministros es inusual. Y que su aceptación de la plebeya Middleton tiene mucho que ver con aquella lección. “Nadie va a ser jamás feliz en una relación en la que no se deja a alguien ver a su familia. El matrimonio funciona porque Guillermo insiste muchísimo en que ella vea a sus padres tanto como quiera ”.

Carole y Michael Middleton, una azafata de vuelos regulares y un piloto que se reciclaron en empresarios montando a principios de los años ochenta una compañía de material para fiestas familiares, han cambiado su casa de Bucklebury por un manor valorado en 5 millones de libras, donde William y Kate pasan las Navidades. Como invitados especiales, los Middleton han conseguido pasearse por Ascot junto a la Familia Real. Algo inédito. “El príncipe tiene una voluntad de hierro. Si se empeña en algo lo consigue”, dice Una-Mary, quien admite que es cierto que durante años, en los círculos más selectos, cuando la madre de Middleton entraba en una habitación, alguien siempre cuchicheaba la cantinela de las azafatas de avión: “Cierren rampas ”.

Pero hasta el propio Carlos, quien también carga con su ración de mala conciencia, ha arropado a su familia política y se ha ocupado de que sus consuegros puedan asistir a cacerías en Balmoral, conducidos por su chófer personal. A la duquesa de Cambridge le encanta acudir al refugio favorito de la reina en Escocia, pero sin embargo le irrita la omnipresencia del servicio en las estancias reales. Dicho servicio ha sido reducido al mínimo en la casa de Anmer, donde todo el mundo es tratado con familiaridad y donde las visitas de la madre de Kate son constantes. Esa cercanía a las costumbres de la clases medias que tan beneficiosa es para su imagen pública “resulta algo extraña e irritante entre el séquito histórico de palacio”, comenta una persona que forma parte de dichos círculos y que no quiere revelar su identidad. “No están acostumbrados a ese estilo tan casual ”.

Los duques de Cambridge cuentan con el favor de la opinión pública en un país en el que, como decía el fallecido Christopher Hitchens, uno de los pocos columnistas furibundamente antimonárquicos del Reino Unido, cuestionar la Corona es convertirse en Mr. Scrooge. En 2014, la novelista ganadora de un Booker Prize Hillary Mantel dijo en una conferencia universitaria que Kate Middleton tenía una “sonrisa de plástico” y que parecía una máquina de precisión. “Es muy diferente a Diana, cuya terrible humanidad e incontinencia emocional eran evidentes en cada uno de sus gestos”. Se armó tal revuelo que hasta David Cameron salió en defensa de la duquesa. “Mantel está muy desorientada”, dijo. La directora de Tatler, el heraldo social de los aristócratas británicos, tiene muy claro su juicio sobre la duquesa: “ Es callada, pero no significa que no sea plenamente consciente de su poder. El que piense que es bidimensional está muy equivocado. Es una persona muy inteligente con una habilidad extraordinaria para leer el estado de ánimo de su país”.

Los británicos aman a sus royals, y por eso les exigen presencia pública constante. A finales de 2015 los medios de comunicación hicieron balance del número de actos oficiales a los que habían acudido los miembros de la Casa Real. A sus noventa años la reina había acudido a 306 citas, el duque de Edimburgo, que acaba de cumplir noventa y cinco, acudió a 205. Las cifras de Guillermo y Kate eran muy inferiores. 122 compromisos él. Ella solo 62. Si Middleton podía tener una justificación, dado que había estado de baja maternal después de dar a luz a la princesa Charlotte, en mayo, ¿qué excusa tenía él? Las fuentes oficiales se han apresurado a decir que su trabajo como piloto de helicópteros le exige un número de horas de descanso que no le permiten comprometerse más. Pero en 2016 los medios menos respetuosos con la institución han seguido acusándole de cierta vagancia.

El príncipe, Presidente de la Academia Británica de Cine, no acudió a los Premios BAFTA. Al parecer ese día estaba en casa de sus suegros. Ella, por el contrario, tras su periodo de descanso, ha vuelto a cobrar más relevancia pública que nunca, pero con cuidado de no restarle protagonismo al príncipe, quien ya hace bromas públicas sobre cómo el pueblo la prefiere a ella antes que a él. “La increíble popularidad de Lady Diana fue una de las razones de que su matrimonio con Carlos se rompiese. Él se puso muy celoso. Kate tiene muy presente que el importante es él ”, explica Una-Mary Parker.

Middleton jamás concede entrevistas, pero en febrero visitó una escuela de Edimburgo y fue editora invitada del Huffington Post, como patrona de una ONG que se preocupa por la salud mental y el apoyo psicológico a los niños. “Es increíble hasta qué punto consigue hacerles sentir cómodos cuando está con ellos. Todos han dicho que recordarán haber estado con ella como la experiencia de sus vidas”, cuenta Jennie Meadows, de la organización Place2Be. Es cierto que aún solo es patrona de ocho organizaciones (frente a las 340 que encabeza la princesa Ana) pero Lady Brennan explica las razones: “Si se hubiese metiese de lleno desde el principio la hubiesen acusado de pretenciosa. La filantropía es toda una cultura en este país”. Lady Parker añade: “La reina les ha dado permiso para ir con calma. Les queda mucho aún para ser reyes”. Es cierto. Aún tienen que pasar por el trono Carlos y Camila. Y según Kate Reardon, Middleton, con su discreción, está siguiendo el consejo de la Reina Madre: “ Nunca dejes que la luz del día entre en tu magia”.

_*Reportaje originalmente publicado en el número 92 de Vanity Fair. Recuerde que Vanity Fair está disponible también en versión digital para todo tipo de dispositivos. Infórmese aquí ._
 
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