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A bordo del «vuelo maldito» de Malasia
PABLO M. DÍEZ @PabloDiez_ABC / A BORDO DEL VUELO MH318 KUALA LUMPUR-PEKÍN
Día 24/03/2014 - 08.33h
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Dos semanas después de la desaparición del vuelo MH 370, ABC hace la misma ruta entre Kuala Lumpur y Pekín con Malaysia Airlines
pablo m. díez
Un Boeing 777-200, similar al del desaparecido vuelo MH 370, tras aterrizar en el aeropuerto de Pekín procedente de Kuala Lumpur
«¿Quiere ventanilla de emergencia?» Tras el mostrador de facturación de Malaysia Airlines en el aeropuerto de Kuala Lumpur, la amabilidad de Susiana – como indica su chapita en la solapa – suena a chiste de humor negro si no fuera por las 239 personas que iban a bordo del ya famoso vuelo MH 370 de dicha compañía. Justo dos semanas después de su misteriosa desaparición, que tiene en vilo a todo el planeta, ABC tomó en la madrugada del sábado ese mismo vuelo entre Kuala Lumpur y Pekín, cuyo código ha sido rebautizado como MH 318 por respeto a los familiares de los pasajeros. [Fotogalería: En la ruta del MH370]
Al igual que el pasado día 8, cuando se perdió su pista en el radar, la salida estaba prevista para las 00:35 (17:35, hora peninsular española). Debido al aumento de la seguridad tras su desaparición, lo más recomendable era presentarse en el aeropuerto bastante antes de las habituales dos horas de antelación. Según comentaban los periodistas malasios, la Policía ha extremado los controles, incluyendo también a los pilotos y la tripulación, porque las aerolíneas ya no se fían de nadie después de lo sucedido. Pero, primera sorpresa, el equipaje es facturado en un periquete gracias a la celeridad de Susiana, mucho más eficaz que sus bromas:
- Si tiene miedo, rece – recomienda riéndose cuando le confieso mis temores ante el vuelo.
Aunque numerosas patrullas de policía vigilan el aeropuerto y el adyacente Hotel Sama Sama, donde el Gobierno de Malasia ha montado un centro de prensa para informar sobre la búsqueda del avión perdido, el paso por el control de pasaportes es también rapidísimo. Primero, un policía comprueba que el nombre del billete y el del pasaporte es el mismo. Pero, curiosamente, lo hace sin comparar a su portador con la fotografía, lo que explicaría por qué dos jóvenes iraníes se colaron en el vuelo desaparecido con sendos pasaportes robados. Lo que es más difícil de saber es cómo burlaron luego la aduana, donde los agentes escanean las huellas dactilares de todo aquel que entra y sale de Malasia.
El avión, lleno
La segunda sorpresa viene en la puerta de embarque, ante la que se forma una cola kilométrica. A pesar del impacto global que ha tenido la desaparición del vuelo MH 370, parece que nadie tiene miedo a viajar a Pekín con Malaysia Airlines. Antes de subirse al avión, multitudinarios grupos de turistas se hacen fotos sonrientes y las cuelgan en Facebook y otras redes sociales. Dibujando la V con los dedos o alzando sus pulgares, son retratos exactamente iguales a los que estos días se han publicado de los desdichados pasajeros del avión perdido, que jamás podrán hacerse más «selfies».
Entre risas, los niños juegan correteando de un lugar a otro y dan la clave de esta avalancha turística. Acaban de empezar las primeras vacaciones escolares del trimestre, que duran una semana, y sus familias aprovechan para visitar Pekín, uno de los destinos preferidos por los malasios.
Con sus billetes comprados el año pasado, Sham, diseñador de flores de papel, viaja con un grupo de 90 personas, la mayoría empleados de una clínica de Kuala Lumpur. Con una sonrisa bonachona en el rostro, este hombre de mediana edad asegura que no tiene miedo a volar con Malaysia Airlines porque «la seguridad es ahora mayor», pero reconoce que algunos de sus compañeros de viaje «se asustaron tras enterarse de la desaparición del MH 370 y pensaron en cancelar su reserva». Finalmente, explica, «no lo hicieron para no perder los 3.000 ringgit (657 euros) que habían pagado por estos cinco días de vacaciones en Pekín».
Tras pasar por otro arco detector de metales y un nuevo escáner para las mochilas, los pasajeros embarcamos en el Boeing 777-200ER que nos llevará a la capital china. Es el mismo modelo que el desaparecido, un aparato que no había sufrido ningún accidente mortal en sus veinte años de servicio hasta el pasado verano. En julio, un vuelo de la aerolínea surcoreana Asiana con más de 300 personas a bordo se estrelló en el aeropuerto de San Francisco. Murieron tres adolescentes chinas y hubo 181 heridos.
Ajenos a dicha tragedia, los viajeros ocupan sus asientos mientras el capitán da la bienvenida a bordo y anuncia que el vuelo, de 3.830 kilómetros, durará cinco horas y media. Con sus motores Rolls-Royce rugiendo como leones, el avión despega a la una menos diez de la madrugada. Mientras asciende, su recorrido aparece en un globo terráqueo en las pequeñas pantallas ante los asientos: una línea recta amarilla que, a la altura del Ecuador, parte de KUL y concluye en PEK, en la mitad superior del hemisferio norte. Si invirtiéramos esa raya 180 grados, su punto simétrico al otro lado, en el hemisferio sur, caería aproximadamente en las aguas del Océano Indico donde ahora se está buscando el vuelo perdido.
La misteriosa desaparición
Dos semanas después, sigue siendo un misterio por qué el vuelo MH 370 cortó sus sistemas de transmisiones y se desvió completamente de su rumbo, a la una y veinte de la madrugada, mientras sobrevolaba las aguas entre Malasia y Vietnam. Cuando nuestro avión pasa por ahí a la misma hora, según muestra el mapa de la pantalla, las azafatas están repartiendo bocadillos entre los pasajeros. ¿Estarían haciendo lo mismo aquella noche?
En el pasaje abundan las mujeres con pañuelo en la cabeza, como es tradición entre los malayos musulmanes, etnia mayoritaria del país. Junto a ellos, destacan los budistas de origen chino cuyos ancestros recalaron en Malasia hace varias generaciones, que vociferan en mandarín excitados por la idea de volver a casa, aunque sea sólo de compras.
Es el caso de Alisha, una joven que trabaja en una agencia de viajes en Penang y vuela a Pekín con 35 familiares, el mayor de 77 años y el menor de nueve. «Reservamos los billetes hace medio año, pero también habríamos escogido Malaysia Airlines tras la desaparición del MH 370 porque su servicio es mejor y te permite llevar 30 kilos en clase turista», argumenta antes de señalar que «vamos a volver con las maletas llenas». Con una almohadilla de Winnie the Pooh alrededor del cuello, se echa a dormir tranquilamente. «Si Dios te quiere a su lado, da igual que estés en un avión o no», nos da las buenas noches tapándose los ojos con un antifaz.
Miedo y dolor entre la tripulación
Cuando la mayoría de los pasajeros llevan durmiendo un rato, las luces se apagan a las dos y cuarto mientras sobrevolamos Ho Chi Minh, cuya torre de control nunca llegó a contactar con el avión perdido. Con la excusa de pedir un café, me acerco a las azafatas y les digo que no quiero dormir porque tengo miedo a este vuelo. «Nosotras también estamos asustadas, y muy apenadas por la tripulación, donde teníamos amigas cuyas familias están desesperadas», replica una de ellas. Aunque duda de las hipótesis del secuestro y del su***dio de los pilotos, como barajan los investigadores, prefiere no hacer comentarios porque «se ha especulado demasiado en los medios». «Lo único que queremos es que vuelvan a salvo», zanja la charla estirándose la «kebaya», un traje tradicional del Sudeste Asiático que, de color verde y estampado con hibiscos, la flor nacional de Malasia, sirve como uniforme de la aerolínea.
A pesar de los dos cafés que me he tomado como si fueran chupitos, caigo dormido por el cansancio acumulado durante estos días de intenso trabajo. A las cuatro y cuarto, después de un par de horas de sueño, las luces se encienden y nos sirven el desayuno: una tortilla con una salchicha y tres patatas fritas o «nasi lemak», el plato típico de Malasia con arroz hervido en crema de coco y pollo. Ya queda menos para llegar a Pekín: sólo dos horas.
En la puerta del baño, el mejor sitio para entablar conversación, Lily Tay, una joven analista de una empresa tecnológica que trabaja en Australia, razona por qué no tiene miedo a este vuelo. «Las probabilidades de que ocurra otra tragedia en la misma aerolínea, y encima en el mismo vuelo, son ínfimas», observa junto a su madre. Con resignación, ésta asegura que «cuando llega la hora, nada se puede hacer». Por eso, recomienda «aprender de la desaparición del MH 370 para disfrutar más de la vida, sobre todo con nuestros seres queridos».
El avión inicia el descenso a las cinco y cuarenta de la mañana, mientras la claridad empieza a despuntar en un horizonte anaranjado que se abre paso entre la oscuridad. Una luz, un nuevo amanecer, que jamás verán los ocupantes del vuelo perdido. A las seis y cinco aterrizamos en Pekín, el final de la línea en la pantalla. ¿Qué hizo que el MH 370 se saliera de esa raya y dónde está? Como dicen los musulmanes de Malasia, sólo Alá lo sabe.
Efectivamente, las declaraciones del Primer Ministro de Malasia terminan con las especulaciones de secuestro.Han aceptado que el avión se estrelló en el Indico y que no hubo sobrevivientes.