Cursach, el rey de la noche, acusado de homicidio y corrupción de menores

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Siempre bajo sospecha, nunca con las manos en la masa. Aunque en Mallorca ya se hablara en los setenta en voz baja del oscuro origen de su fortuna: “Fardos y contenedores; calas desiertas”


Bartolomé Cursach
es el propietario del mayor imperio de la noche en Mallorca, y según el juez, el jefe de una organización criminal que extorsionaba a su competencia hasta la asfixia. Suyos son locales de ocio en la playa y en el paseo marítimo de Palma y una de las mayores discotecas de la isla en Magaluf. Está acusado de dieciséis delitos, entre ellos, homicidio, corrupción de menores y narcotráfico. La Policía investiga si Cursach se hizo fotos eróticas con niños en Brasil. Un testigo afirma que un exempleado suyo le mostró las imágenes; exempleado que apareció muerto poco después por una supuesta sobredosis. Varios testigos han declarado que era el propio empresario quien se encargaba de suministrar la droga a sus trabajadores.

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Bartolomé Cursach ordenó suministrar drogas "hasta que muriera" a un toxicómano empleado en una finca de su propiedad al que había mostrado fotografías pedófilas que le comprometían. Según el relato de un testigo, en dichas imágenes aparecía Cursach con menores, alguno medio desnudo, haciéndoles tocamientos.

Dichas fotos estaban en una finca de Cursach donde trabajaba como guarda el empleado fallecido, amigo del declarante, que le llamó para pedirle dinero, porque era toxicómano y había contraído deudas. Cuando el testigo fue hasta la finca para entregarle el dinero, su amigo le enseñó "una serie de fotografías que había en una caja", y tres de ellas eran de contenido ped*filo.

Además, el guarda le aseguró a su amigo que el directivo de Cursach Tolo Sbert le había amenazado en repetidas ocasiones con motivo de dichas fotos, que se negaba a entregar. Según el declarante, las fotos constituían "un auténtico seguro de vida"
 
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Fachada de BCM.

Es el dueño de Tito's, Pachá, BCM (las siglas de su nombre, Bartolomé Cursach Mas, aunque en la isla se interpretaban como Banco de Cocaína de Mallorca) o MegaPark, los grandes centros de ocio nocturno de Palma, Magaluf y el Arenal.

Inaguró en 1988 BCM (la discoteca más grande de Europa) coronada con sus iniciales en oro. Y que nunca tuvo licencia. Tampoco estaban en orden Tito’s, Megapark ni su parque acuático de Magaluf, Western Park.
 
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Otro ex trabajador de Cursach declaró que el empresario facilitaba coca a sus empleados para que trabajasen mejor. Y explicó cómo trabajador, enfermo de drogadicción, también falleció por sobredosis después de un jaleo no resuelto con un paquete de coca propiedad, supuestamente, de uno de los hombres fuertes de Cursach.
 
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Dos imputados del PP por el caso Cursach asistían a bacanales de s*x* y cocaína

Una testigo asegura que el expresidente del PP de Palma, José María Rodríguez, y el diputado autonómico Álvaro Gijón, asistían a fiestas con droga y s*x* en una finca propiedad de Cursach o en prostíbulos. Según este testimonio, cada lunes se organizaban partidas de póker en la finca Puntiró, propiedad del empresario Bartolomé Cursach, y que cuando concluía la partida "había auténticas bacanales". En estas fiestas se daba cocaína a las chicas, que "cobraban muy bien", pero "tenían que someterse a vejaciones como palizas, sobredosis de drogas y a prácticas sexuales violentas" en las que empleaban "juguetes eróticos" o las ataban y mantenían s*x* con varios hombres a la vez.

La declarante afirma que sabe por sus compañeras que Rodríguez "pasaba tardes enteras" en un prostíbulo de Palma, donde consumía "botellas caras" y "constantemente iba seleccionando chicas para mantener s*x*", con las que "se encerraba". Siempre según esta versión, las chicas se negaban a mantener s*x* con él porque tenía "unos gustos extraños y peligrosos" por lo que Rodríguez "mandaba traer chicas de la calle e incluso chicos" para presenciar cómo tenían s*x* entre ellos o con las chicas. En este sentido, precisa la testigo que "Gijón también iba a este piso" aunque "de forma más esporádica" que Rodríguez. Asimismo, manifiesta que vio "en numerosas ocasiones" a Rodríguez saliendo del piso "en un estado lamentable" y "totalmente pasado de cocaína y alcohol", mientras que Gijón se iba "en coche oficial" también en un estado "deplorable".

Afirma que Gijón "seleccionaba a las chicas" y exigía que tomaran cocaína, y que quien se negara "no entraba con él". Las que lo hacían estaban "días enteros sin salir del piso", mientras que Gijón "alguna reunión de la policía la hacía por teléfono desde la casa" y cuando se cansaba "llamaba al chófer y se iba". La testigo también asegura que en otra fiesta, organizada en Mega, Gijón le ordenó ir a "buscar más cocaína" al haberse acabado la que tenían y que quien le pagó por la droga -500 euros- fue el actual abogado defensor de Gijón en el caso, José Ramón Orta, que entonces trabajaba en el área de Seguridad Ciudadana.

La mujer sostiene que en una de estas fiestas, en la que estaba presente Rodríguez, a una amiga suya le acabaron rompiendo el bazo y fue conducida por la dueña de la casa de citas a Son Dureta echando "sangre por la boca y la vagina". La describe como una chica "mulata, brasileña y muy guapa". La testigo fue a visitarla a Son Dureta y más tarde esta chica "desapareció del mapa" después de que, según confesó a la declarante, Cursach "le dio mucho dinero para que se marchara a Brasil".

https://www.20minutos.es/noticia/30...iestas-con-s*x*-drogas/#xtor=AD-15&xts=467263
 
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Otro testigo protegido clave, extrabajador de la discoteca de Cursach Tito's, asegura que la zona VIP era frecuentada por un grupo de policias locales que formaban parte de la trama y que disfrutaban de drogas y s*x* gratis. Explica que las chicas que se mostrasen reacias a acceder a las pretensiones de los agentes eran "automáticamente despedidas". "¿Tienes t*tas? Luego enseñas las t*tas. Si no, a la calle", era uno de los avisos que, asegura, recibían las prost*tutas. Dos de los policías, recuerda el exempleado, "eran especialmente viciosos y puteros". También asevera que, a raíz de las varias declaraciones que ha realizado hasta el momento para colaborar con los investigadores, fue amenazado por un grupo de rumanos: "mari**n, o te vas de Mallorca, o mueres".
 
En el sumario se lee que Chema murió por “sobredosis de heroína”. La declarante cuenta que “el día antes de morir” el hombre le confesó: “Me hacen desaparecer, me obligarán a ello, ¿me recordarás?”. Asimismo, afirma que “conocía a Chema y tenía buena relación con él, y que jamás consumía heroína”. Hay un detalle revelador: La declarante sabe que [Chema] tenía fotografías en las que se veía a Cursach manteniendo relaciones sexuales con varios chicos menores (…) Oyó de Chema en repetidas ocasiones que esas fotografías eran su seguro de vida (…) pero piensa que es precisamente la vida lo que le ha supuesto tener esas fotografías”.

La declarante dice que gracias a su amistad con el futbolista Jovan Stankovic (ex jugador del Mallorca y del Atlético de Madrid, entre otros equipos) sabe que Cursach hacía traer de los países del Este incluso menores con fines sexuales”. El deportista serbio, retirado desde 2005, ha trabajado para la empresa de representación de futbolistas Inverfútbol, dirigida por Cursach.

Escenas de sadomasoquismo que también habrían tenido lugar, según se lee en el sumario, en la finca Puntiró, de Tolo Cursach, tras las partidas de póquer de los lunes a las que asistían, además del torero y un empresario que más tarde terminó ahorcándose en Cala Pi, el entonces presidente del PP en Palma José María Rodríguez Barberá, conseller de Interior en el gobierno de Jaume Matas y actualmente investigado, junto a Matas, por la financiación ilegal del PP en las islas. La testigo aclara que Rodríguez acudía a las partidas de póquer, “siempre acompañado de un chico de compañía, sudamericano, moreno de piel y de corta edad, como mucho de 18 o 19 años”. En esas timbas, añade, “se jugaba mucho dinero, propiedades y alguna otra cosa, como determinados ‘favores’”.
Según se lee en la declaración de la testigo, “cuando concluían la partida había auténticas bacanales, las chicas cobraban muy bien –(400 euros por hora, según se lee en otra parte del sumario)–, pero tenían que someterse a vejaciones como palizas, sobredosis de drogas y a prácticas sexuales violentas porque empleaban juguetes eróticos, las ataban, mantenían s*x* con varios a la vez y les daban (…) auténticas palizas”.


El exsenador del PP José María Rodríguez Barberá

Álvaro Gijón
 
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Preguntas abiertas en el caso Bierkönig

Hay asesinatos que no se esclarecen nunca. Porque los autores han podido borrar todas las huellas, porque los investigadores han pasado por alto algún dato. Aun así, cuesta aceptar que no se resuelva nunca uno de los crímenes más espectaculares de Mallorca y que este incluso pueda prescribir, al menos en España, en los próximos días. Fue hace ya casi 20 años cuando probablemente asesinos a sueldo penetraron en la finca del empresario alemán Manfred Meisel, matándole a él, a su hijo de ocho años y a la empleada Claudia Leisten con tiros a la cabeza. Manfred Meisel no era cualquiera: Era el propietario del Bierkönig, el establecimiento de ocio nocturno por entonces más grande en la Playa de Palma, el que más facturaba. Después de su muerte, otros se repartieron el pingüe negocio con la juerga alemana: los hermanos Pascual, hasta día de hoy propietarios del Bierkönig, y Bartolomé Cursach, dueño del Megapark. El control sobre estos dispendios etílicos – verdaderas máquinas de hacer dinero – les permitió crear imperios empresariales con hoteles, discotecas, gimnasios. A los competidores se les mantenía a raya a punta de extorsión e intimidación. De sus métodos se murmuraba desde hace años, pero solo desde hace pocos años se documentan en sede judicial.
 
Dos antiguos hombres de confianza de Cursach fueron apresados por tráfico de drogas y la gran disco de Calvià llegó a ser clausurada por su venta. Pero Cursach pleiteó y ganó. Otra vez le incautaron 1.500 botellas con tapón vulnerable. A finales de los 90 paraba ante la comisaría de Palma para recoger al jefe de Policía e irse de juerga.
 
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