Insectos, ¿la comida del futuro?
La cuarta parte de la población mundial, muchos en Latinoamérica, ya consume insectos como parte de su dieta típica
Una vendedora de "chapulines" en el mercado de Oaxaca, México
Se trate de hormigas, saltamontes (chapulines) o escarabajos, lo cierto es que los insectos están presentes en la mesa latinoamericana desde tiempos ancestrales, tanto por costumbre, sazón o por su alto contenido nutricional.
Esta última característica, en particular, ha hecho que estos minúsculos habitantes del reino animal estén siendo considerados por los expertos como una alternativa nutricional importante para garantizar la alimentación del mundo.
De hecho, la cría de insectos con propósitos alimentarios puede llegar a ser incluso necesaria, a la luz del crecimiento de la población mundial..
Ya el suelo se hace escaso, los océanos sufren de la sobrepesca y el cambio climático pone estrés adicional sobre el sistema alimentario global.
Criar insectos para consumo humano o animal es una posible alternativa para satisfacer la demanda global que está virtualmente inexplorada.
Un manjar en México
Cuando tiene invitados en su casa de la Ciudad de México, Diana Jimenez prepara botanitas (pequeños entremeses) para compartir.
Pero entre los cacahuetes y las papas, pone un “platito” con chapulines fritos, una especie de grillos o saltamontes muy populares en México y algunos países de Centroamérica.
“Yo como chapulines como si fueran palomitas”, explica Diana sonriendo.
Empezó a comer estos insectos de sabor similar a los camarones secos cuando conoció a su esposo, originario del estado de Oaxaca en el sur de México, donde comer chapulines es una tradición.
Los come así “natural”, o bien en quesadillas (tortillas de maíz rellenas de queso fundido).
“Cuando se va derritiendo el queso, pones 5 ó 6 chapulines”, explica. También se pueden comprar en ajo o fritos en chile piquín. Ella los compra en un puesto callejero cerca de su casa.
Pero los chapulines no son los únicos insectos que comemos en América Latina.
Los escamoles, huevos de un cierto tipo de hormigas, son considerados una delicadeza en México.
Los indígenas Maku de Brasil recogen insectos durante la temporada de lluvias, cuando es más difícil cazar o pescar.
En Quito, Ecuador, también se pueden encontrar escarabajos en el mercado de octubre a noviembre. En algunos departamentos de Colombia es habitual el consumo de hormigas tostadas.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que los insectos forman parte de la dieta tradicional de cerca de 2 mil millones de personas en todo el mundo.
La organización internacional considera que existen varias ventajas en el consumo de insectos:
------ hay unas 1900 especies comestibles conocidas,
------contienen proteína y grasas “buenas”,
------ su cría emite menos gases de efecto invernadero que la ganadería
------ y pueden ser una fuente de ingresos para los más pobres del mundo.
Cambiar la dieta no es fácil, porque se trata de un cambio de comportamiento individual, explica. Y aún hay mucho por hacer para recoger evidencias sobre el valor de los insectos como fuente de comida.
“Simplemente documentar la manera en que se cría a los insectos, cómo se procesan y comen en diferentes culturas de América Latina y el Caribe, y evaluar su impacto en nutrición y seguridad alimentaria ya sería una gran contribución”, explica Spray.
Agrega que a partir de ahí, el siguiente paso sería identificar oportunidades para desarrollar y promover la cadena de valor en la que los insectos sean accesibles a gran escala, como ocurre ahora con otros tipos de alimentos.
En todo caso, no parece difícil prever que en un futuro no tan lejano, en la oscuridad de una sala de cine donde se estrene el éxito hollywoodense más reciente, el crepitar de las palomitas sea sustituido por el delicado crujir de los chapulines.
La cuarta parte de la población mundial, muchos en Latinoamérica, ya consume insectos como parte de su dieta típica
Una vendedora de "chapulines" en el mercado de Oaxaca, México
Se trate de hormigas, saltamontes (chapulines) o escarabajos, lo cierto es que los insectos están presentes en la mesa latinoamericana desde tiempos ancestrales, tanto por costumbre, sazón o por su alto contenido nutricional.
Esta última característica, en particular, ha hecho que estos minúsculos habitantes del reino animal estén siendo considerados por los expertos como una alternativa nutricional importante para garantizar la alimentación del mundo.
De hecho, la cría de insectos con propósitos alimentarios puede llegar a ser incluso necesaria, a la luz del crecimiento de la población mundial..
Ya el suelo se hace escaso, los océanos sufren de la sobrepesca y el cambio climático pone estrés adicional sobre el sistema alimentario global.
Criar insectos para consumo humano o animal es una posible alternativa para satisfacer la demanda global que está virtualmente inexplorada.
Un manjar en México
Cuando tiene invitados en su casa de la Ciudad de México, Diana Jimenez prepara botanitas (pequeños entremeses) para compartir.
Pero entre los cacahuetes y las papas, pone un “platito” con chapulines fritos, una especie de grillos o saltamontes muy populares en México y algunos países de Centroamérica.
“Yo como chapulines como si fueran palomitas”, explica Diana sonriendo.
Empezó a comer estos insectos de sabor similar a los camarones secos cuando conoció a su esposo, originario del estado de Oaxaca en el sur de México, donde comer chapulines es una tradición.
Los come así “natural”, o bien en quesadillas (tortillas de maíz rellenas de queso fundido).
“Cuando se va derritiendo el queso, pones 5 ó 6 chapulines”, explica. También se pueden comprar en ajo o fritos en chile piquín. Ella los compra en un puesto callejero cerca de su casa.
Pero los chapulines no son los únicos insectos que comemos en América Latina.
Los escamoles, huevos de un cierto tipo de hormigas, son considerados una delicadeza en México.
Los indígenas Maku de Brasil recogen insectos durante la temporada de lluvias, cuando es más difícil cazar o pescar.
En Quito, Ecuador, también se pueden encontrar escarabajos en el mercado de octubre a noviembre. En algunos departamentos de Colombia es habitual el consumo de hormigas tostadas.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que los insectos forman parte de la dieta tradicional de cerca de 2 mil millones de personas en todo el mundo.
La organización internacional considera que existen varias ventajas en el consumo de insectos:
------ hay unas 1900 especies comestibles conocidas,
------contienen proteína y grasas “buenas”,
------ su cría emite menos gases de efecto invernadero que la ganadería
------ y pueden ser una fuente de ingresos para los más pobres del mundo.
Cambiar la dieta no es fácil, porque se trata de un cambio de comportamiento individual, explica. Y aún hay mucho por hacer para recoger evidencias sobre el valor de los insectos como fuente de comida.
“Simplemente documentar la manera en que se cría a los insectos, cómo se procesan y comen en diferentes culturas de América Latina y el Caribe, y evaluar su impacto en nutrición y seguridad alimentaria ya sería una gran contribución”, explica Spray.
Agrega que a partir de ahí, el siguiente paso sería identificar oportunidades para desarrollar y promover la cadena de valor en la que los insectos sean accesibles a gran escala, como ocurre ahora con otros tipos de alimentos.
En todo caso, no parece difícil prever que en un futuro no tan lejano, en la oscuridad de una sala de cine donde se estrene el éxito hollywoodense más reciente, el crepitar de las palomitas sea sustituido por el delicado crujir de los chapulines.