Curiosidades de la realeza

El desenlace de aquella novela fue discretamente histórico. El Gabinete de Estado aconsejó a la soberana que consintiera el matrimonio entre lord Harewood y la señorita Tuckwell, aunque Isabel II puso como condición que la nueva boda se celebrara fuera de Inglaterra.

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La reina accedió de mala a que su primo volviera a casarse, pero se lo hizo pagar caro, y durante muchos años. Condenado al ostracismo, no fue invitado al funeral de su tío el Duque de Windsor, ni tampoco a la boda de la princesa Ana, hija de la reina.

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Boda del Duque de Kent y Katherine Worsley (1961)

En 1956, el príncipe Eduardo, primo de la reina Isabel II, conoció a una jovencita campesina y bonita de orígenes más que plebeyos, de quien se enamoró casi instantáneamente: Katherine Worsley.

La madre de Eduardo tuvo serias dudas al respecto y le recomendó no adelantarse a los hechos, ante la insistencia del Duque de contraer matrimonio con ella.

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Enamorados, el príncipe y Katherine llegaron hasta el altar de la Catedral de York Minster, en la ciudad de York, en junio de 1961, y celebraron una recepción modesta en los jardines de la casa familiar de Katherine. Ella quedó convertida tras su boda en Su Alteza Real la Duquesa de Kent.

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Fue allí mismo, en las gradas de la catedral, donde dos jóvenes invitados de la realeza, Juan Carlos de Borbón, y Sofía de Grecia, sellaron su historia de amor, y se comprometieron en matrimonio meses después. Todos sus primos daneses, griegos, rusos, ingleses, yugoslavos y españoles se dieron cita en la ceremonia nupcial.

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Boda de la Princesa Alexandra de Kent y Angus Ogilvy (1963)

La princesa Alejandra de Kent contrajo matrimonio en 1963 con Angus Ogilvy, el hijo del conde de Airlie y nieto del conde de Leicester, proveniente de una acaudalada familia inglesa.

Alejandra quiso invitar a su exiliado tío, el duque de Windsor y ex rey de Inglaterra, a presenciar su boda, pero su madre no lo consideró conveniente para la imagen de la monarquía.

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Unos 200 millones de personas vieron a la princesa desposar con el caballero Ogilvy a través de la televisión, y fue una boda incluso más brillante (por la asistencia de miembros de la realeza extranjera, sobre todo) y popular que la de la princesa Margarita.

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Alejandra de Kent y Angus Ogilvy se negaron amablemente ante la reina Isabel II de recibir un título nobiliario para ellos o sus hijos, y decidieron llevar una vida feliz en la intimidad y responsable ante las tareas que la Corte les pidiera realizar.

También se negaron a aceptar los apartamentos que la reina les cedió en el lujoso Palacio de Kensington, para vivir más humildemente en Richmond Park.

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Boda de la Princesa Ana y Mark Phillips (1973)

La boda de la princesa Ana con el apuesto capitán Mark Phillips, el 14 de noviembre de 1973 en la Abadía de Westminster, fue todo un acontecimiento nacional, y la primera boda principesca retransmitida por televisión a todo mundo.

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Quinientos millones de personas pudieron ver la euforia de los británicos que en aquel noviembre de 1973 se apretujaron en el recorrido desde Buckingham a la abadía de Westminster.

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Desde entonces, aquel plebeyo que había robado el corazón de la princesa nunca insistió en ser aceptado con cariño por la familia real, rechazó un título e insistió en que sus hijos fueran educados sin los formalismos propios de la realeza.

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Boda del Príncipe Michael de Kent y Marie Christine von Reibnitz (1978)

A los 36 años el príncipe Michael de Kent (también primo de Isabel II) se casó con la baronesa Marie Christine, católica y divorciada. Para ello, el príncipe debió renunciar a sus derechos de sucesión a la corona, pero no así sus hijos, que serían educados en la fe anglicana.

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