Cumpleaños 70 de la princesa Anne

Me encanta esta princesa, quien sabe como será puertas adentro , pero por lo que demuestra es una persona seria, responsable, que ha sabido llevar el título de princesa real, aparte que me encanta que use su ropa de hace 30 años atrás, a mi no me entran los jeans de hace 5 años .
 
Ana de Inglaterra cumple 70 años: pasamos 48 horas con 'la princesa invisible'

Estuvo nominada al Premio Nobel de la Paz, fue la primera royal británica en participar en unos Juegos Olímpicos, a veces coge el Metro para llegar a un acto oficial y en los años setenta sufrió un intento de secuestro.



POR Katie Nicholl
15 DE AGOSTO DE 2020

El magnífico Bentley negro aparcado frente al Camden Carers Center, un edificio de hormigón de aspecto anodino, llama la atención. No se ve con frecuencia una limusina con chófer estacionada en este barrio del norte de Londres, ni tampoco es habitual que en él esté un miembro de la familia real. Sin embargo, cuando la princesa Ana baja del coche, ataviada con un vestido de lana de un turquesa intenso y una americana azul marino, con el cabello recogido en su característico moño, a los curiosos transeúntes les interesa más el convoy policial que la hija de la reina.

Su séquito, integrado únicamente por su ayudante de cámara y un escolta, es sorprendentemente reducido. La prensa casi nunca cubre sus actos oficiales, pero hoy ha acudido un responsable de comunicación junto con Vanity Fair, que acompaña a la princesa antes de llevar a cabo una entrevista formal en el palacio de St. James para conmemorar que el 15 de agosto cumple 70 años.

En el interior del centro, el director de la organización benéfica Carers Trust, que ella preside, recibe a la princesa, quien declina quedarse al almuerzo. “Durante el día, comer no es lo más importante”, me asegura. Su prioridad es avanzar en un programa repleto de actividades y reunirse con los cuidadores del centro en el flamante club de arte, donde estos profesionales pueden descansar del trabajo.


En 1974 sufrió un intento de secuestro. “No diga estupideces”, lanzó a su asaltante cuando este le ordenó que bajara del coche



Princesa Ana llegando a Heathrow, en 1971.


Princesa Ana llegando a Heathrow, en 1971.GETTY IMAGES



La princesa no se quita los guantes —aunque, en ese momento, el coronavirus aún no ha llegado al Reino Unido—, pero no se muestra, pese a lo que suele comentarse de ella, ni distante ni fría. Tiene fama de haber heredado la célebre lengua afilada y el cáustico ingenio de su padre. Es conocida la ocasión en que les espetó a unos fotógrafos que se fueran “al carajo” cuando se interpusieron en su camino. “Ha logrado que me parta de la risa con algunos chistes de lo más atrevidos”, me asegura John McLean, director del Carers Trust.

Su franqueza al hablar le resultó muy útil cuando sufrió un intento de secuestro en 1974. Un hombre llamado Ian Ball empezó a lanzar disparos contra el Rolls-Royce de Ana mientras esta y su primer marido, el capitán Mark Phillips, volvían al palacio de Buckingham después de una recepción. Ball, que aspiraba a obtener un rescate millonario, ordenó a la princesa que se bajara del coche en medio de la refriega. “No diga estupideces”, contestó ella, según cuenta la leyenda.

En aquel dramático acontecimiento, las balas alcanzaron e hirieron a dos agentes de policía, al chófer de la princesa y a un periodista, pero ella recuerda que siguió mostrando una “escrupulosa cortesía” a lo largo del duro incidente, hasta que se le rasgó su vestido hecho a medida, lo que la llevó a “perder los papeles”, según explica.



Con su prometido, el capitán Mark Phillips, en 1973


Con su prometido, el capitán Mark Phillips, en 1973AFP



Erin Doherty refleja muy bien esta cercanía cuando encarna a la princesa Ana en la tercera temporada de The Crown. Gracias a ese retrato, el personaje de la princesa en la vida real ha obtenido una tremenda cantidad de fans. Su carácter estoico y su esporádica rebeldía —siguió asistiendo a sus compromisos hasta que, a mediados de marzo, el Gobierno británico prohibió las reuniones de grandes grupos debido a la expansión del COVID-19, momento en que los miembros de la realeza comenzaron a observar los protocolos recomendados— le han granjeado respeto en todo el mundo. Aunque ella no está al corriente de este tipo de fenómenos. No ha visto la serie y, según alguien que sí conoce estas cuestiones, “no le interesa ver su vida representada en pantalla”.

Fiel a ese retrato, la princesa real es una persona cálida, simpática y divertida, dotada de una impresionante capacidad de desarmar a los demás. “¿Qué es lo que le gusta hacer aquí?”, le pregunta a una cuidadora. “Pues descansar”, contesta la trabajadora, lo que hace que Ana suelte una carcajada. Al conocer a una mujer de Ghana, la princesa le habla de lo fácil que es viajar actualmente a ese país, que ella ha visitado varias veces junto a Save the Children, organización a cuyo patronato pertenece desde hace 50 años. Aborda el protocolo de forma relajada y saluda a la gente con un firme apretón de manos y un “Hola, encantada de conocerlo”. “Es una joya. Lo cierto es que se trata de uno de los miembros más agradables y más trabajadores de la familia”, asegura un escolta que lleva muchos años trabajando para la realeza británica.



Los príncipes Carlos y Ana, en Windsor Great Park, en 1968.


Los príncipes Carlos y Ana, en Windsor Great Park, en 1968.DAILY EXPRESS



El día de esta visita resulta ser el mismo en que su hijo, Peter Phillips, anuncia que se divorcia de su esposa, Autumn, por lo que existe la posibilidad de que surjan momentos tensos o incómodos. Pero Ana se muestra relajada y de buen humor. Dado que, tras 20 años de unión, ella se divorció del capitán Mark Phillips, su primer marido y padre de sus hijos —Peter, de 42 años, y Zara Tindall, de 38—, ella sabe mejor que nadie que los matrimonios —quizá en especial los de la realeza— no duran para siempre. Esa mañana, un periódico sensacionalista da la noticia de la inminente separación, pero el jefe de prensa me ha avisado con antelación de que la princesa no va a hacer ningún comentario al respecto. “Hemos hablado un poco de la cuestión en el coche. Sabe sobreponerse”, me cuenta confidencialmente su ayudante de cámara, que la conoce desde hace 30 años.

Quizá no sea de extrañar que Ana mantenga una relación espinosa con la prensa. Su vida privada fue objeto de escrutinio cuando el mismo tabloide se hizo con unas cartas íntimas que le había escrito el hombre que se convertiría en su segundo esposo y con quien lleva casada más de 25 años: el comandante Timothy Laurence. En su juventud, a la princesa la acompañó la fama de ser un miembro rebelde de la familia real. Es la única persona de la realeza con una condena penal: uno de sus perros, una bull terrier inglesa llamada Dotty, atacó en 2002 a dos niños en un parque; se declaró culpable de ser la responsable de un perro descontrolado en una zona pública. No solo eso. Le prohibieron conducir durante un mes después de que se saltara repetidas veces el límite de velocidad, una costumbre que su hija Zara ha heredado: también le han retirado el carné recientemente. Incluso hoy en día Ana genera titulares, no todos positivos, en los medios de comunicación.

La princesa reside en el palacio de St. James, donde tiene un apartamento al lado de la Capilla Real. Cuando se prepara para salir, lo suele hacer con celeridad. Elige su atuendo, se maquilla e incluso ha llegado a colocarse ella misma la tiara cuando ha sido necesario. Hoy nuestra jornada concluye ya entrada la noche, después de que Ana haya leído los documentos en los que se resume el programa del día siguiente.




Con sus padres y sus hermanos, en 1968.


Con sus padres y sus hermanos, en 1968.PA IMAGES



La tarde posterior, cuando me reúno con ella a las tres en el palacio de St. James, ya ha inaugurado un albergue para personas sin hogar y ha visitado a un fabricante de caballitos balancín de Kent, para después regresar en helicóptero al palacio de Buckingham. No ha hecho una pausa ni para tomar un té —un asistente afirma que nunca para a tomar algo hasta que termina sus actividades—, y, mientras entra en el salón de tonos verde claro desde el que se ve el patio de Colour Court, que inunda la luz del inicio de la primavera, tiende la mano y esboza una acogedora sonrisa.

El parecido con su madre resulta sorprendente. Es la segunda de los cuatro hijos de la reina de Inglaterra: Carlos, dos años mayor; Andrés, 10 años menor; y el “pequeño” Eduardo, a quien saca 14 años. Ana calza unos discretos zapatos de salón, pero sus piernas inquietas y su cuerpo esbelto son propios del físico de una exatleta. En su juventud, Ana fue una avezada deportista, el primer miembro de la familia real inglesa que compitió en unos Juegos Olímpicos, los de Montreal en 1976. Además, ganó tres medallas en el Campeonato Europeo. Dado que sus hermanos menores —Andrés, duque de York, y Eduardo, conde de Wessex — se adelantaron a ella en el orden sucesorio, Ana puso gran empeño en destacar como amazona. “Pensé que, para hacer algo al margen de la familia real, seguramente la equitación era el mejor modo de lograrlo”, me cuenta. “Siempre supe que esa actividad iba a durar un tiempo limitado”.



Vestida para competir en las carreras de Burghley en 1974


Vestida para competir en las carreras de Burghley en 1974TIM GRAHAM PHOTO LIBRARY



Princesa Ana de Inglaterra: “Me cuesta mucho entender por qué la gente se queda embobada con las pantallas y los dispositivos. Hay cosas más entretenidas que hacer”


La princesa ganó el premio Personaje Deportivo del Año de la BBC en 1971, con lo que pasó a ser el primer miembro de la realeza en conseguir esa distinción —su hija Zara, amazona olímpica, también recibió ese galardón en 2006—. Aunque lleva mucho tiempo sin practicar la equitación de forma profesional, Ana aún monta por placer en su casa de Gloucestershire, Gatcombe Park, una mansión del siglo XVIII situada en un parque de casi 300 hectáreas, donde, hasta el año pasado, se celebró anualmente la competición de los Gatcombe Horse Trials. En esa finca la princesa cría caballos, y allí también ayudó a que sus nietas pequeñas aprendieran a montar en su propio paddock.

Ana tiene cuatro nietas: las dos hijas de Peter y Autumn —Savannah, de nueve años, e Isla, de ocho— y las que Zara ha tenido con su esposo, Mike Tindall —Mia, de seis años, y Lena, de uno—. Todas comparten su pasión por los caballos. “Sin duda, cuando empezaron a practicar la equitación fui yo quien eché una mano”, asegura ella.

Es al hablar de las cuatro pequeñas nietas cuando los ojos se le iluminan. Todavía no les ha organizado una fiesta de pijamas “porque ya tienen muchísimos amigos en esta zona”, pero no cabe duda de que le gusta ser una abuela implicada, sobre todo pasar tiempo al aire libre con las niñas. “Me cuesta mucho entender por qué la gente se queda tan embobada con las pantallas y los dispositivos. La vida es demasiado corta, la verdad. Hay cosas más entretenidas que hacer”, declara, y añade: “Imagino que esto hará que parezca un auténtico dinosaurio”.



La princesa y su hijo Peter, en 1981.


La princesa y su hijo Peter, en 1981.DAILY MAIL



Ana no fue una persona anticuada ni rígida a la hora de criar a sus hijos. Empeñada en que Peter y Zara vivieran infancias normales, rompió la tradición regia al decidir no concederles el título de alteza real cuando nacieron, una distinción que la reina le había otorgado a ella. “Creo que eso les simplificó la vida, mucha gente opinaría que ostentar un título también presenta desventajas”, asegura. “Así que me parece que fue la mejor decisión”. (Nuestra entrevista se desarrolla un mes después de que Harry y Meghananuncien que renuncian a su título de altezas reales).

No obstante, Ana sí mantuvo la tradición familiar al enviar a Peter y Zara al prestigioso colegio Gordonstoun, en Escocia, donde estuvieron internos tanto su padre, el duque de Edimburgo, como su hermano, el príncipe Carlos. La princesa está sumamente convencida de lo beneficioso que resulta un internado, pues ella misma estuvo en el Benenden School de Kent en 1963. “Mi caso fue un poco distinto del de mi hermano mayor”, explica Ana. “Yo estaba preparada para ir al colegio. Tenía una institutriz y dos amigas, pero lo cierto es que eso nunca iba a ser suficiente, por lo que me encantó que me mandaran a otro sitio. Creo que algunos han demonizado los internados, cuando la verdad es que resulta muy importante que estén disponibles y, en realidad, muchos niños progresan en ellos. Otro de los diversos organismos benéficos en los que decidí participar es la Royal National Children’s SpringBoard Foundation, que se ocupa de niños de hogares desestructurados y los manda a internados. Hay que escucharlos para darse cuenta de hasta qué punto eso ha transformado sus vidas”.



En 2005 premiando a su hija Zara


En 2005 premiando a su hija ZaraANWAR HUSSEIN



Reciclo prendas porque soy muy tacaña”, asegura entre risas en referencia al vestuario de equitación que utiliza desde los años ochenta


Mientras que Carlos vivió una época aciaga en el colegio, las experiencias infantiles de la princesa en Gordounstoun, más felices, han facilitado el desarrollo de carreras profesionales ajenas a la familia real. Su hijo Peter, por ejemplo, dirige una exitosa agencia de deportes y entretenimiento, y organizó una fiesta para el 90º cumpleaños de la reina. Aunque su trayectoria profesional también tiene puntos oscuros. Recientemente ha sido criticado por utilizar su estatus de royal para promocionar la leche de Jersey en China, un tema en el que su madre se niega a entrar.

La princesa está sumamente orgullosa de los logros deportivos de su hija, en especial de la memorable ocasión en que le entregó a Zara una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de 2012. Ana reacciona con modestia cuando le pregunto si el talento es una cosa de familia. “Su padre triunfó como jinete y ganó muchas más medallas [que yo], así que cabe preguntarse hasta cierto punto si tener a dos padres en esa situación habrá ayudado”, contesta. “Es algo que a Zara siempre se le dio bien de forma natural, de lo que realmente se trataba era de ver si a ella le parecía que quería dedicarse a eso; sí que quiso, le puso mucho empeño y le dedicó gran esfuerzo. De modo que su triunfo fue muy merecido”. Gran parte de la labor benéfica de la princesa gira en torno a los caballos.

Al igual que la reina, que sigue montando con 93 años, la princesa Ana practica la equitación casi todos los días, gracias a lo cual mantiene una gran agilidad, tanto física como mental. Todavía se pone conjuntos que tiene desde la década de 1980: es muy conocida su costumbre de reutilizar su vestuario.



En Viena, junto a su madre, la reina de Inglaterra, durante una visita oficial a Austria en 1969.


En Viena, junto a su madre, la reina de Inglaterra, durante una visita oficial a Austria en 1969.FOX PHOTOS



Ella no puede evitar una carcajada. “Reciclo prendas porque soy muy tacaña. Aún intento comprar materiales y que me hagan prendas con ellos, porque me parece más divertido. Además, con eso también se apoya a las personas que todavía se dedican a la manufactura en este país. No debemos olvidar que aún poseemos esas técnicas, que sigue habiendo sitios con profesionales fantásticos”.

Sus prendas deben ser prácticas, puesto que la princesa se dedica a subir y bajar de trenes, helicópteros y coches cuando viaja a lo largo y ancho del país, mientras representa a diario a sus más de 300 organizaciones benéficas y militares. Se sabe incluso que ha llegado a coger el metro para llegar a algún acto. ¡Es igual que nosotros!

Mientras la mayoría de las personas que se acercan a los 70 años se han jubilado, esto no entra dentro de sus planes; lo que resulta de lo más conveniente si tenemos en cuenta que los duques de Sussex han abandonado sus obligaciones reales y que el príncipe Andrés se ha visto obligado a iniciar una temprana jubilación por culpa de su desafortunada amistad con el difunto ped*filo Jeffrey Epstein.



En Gambia, como embajadora de Save the Children, en 1984.


En Gambia, como embajadora de Save the Children, en 1984.TIM GRAHAM PHOTO LIBRARY



Con 93 años, la reina sigue trabajando, aunque el duque de Edimburgo anunció su retirada de la vida pública en mayo de 2017 tras cederle a su hija su puesto en el patronato del Commonwealth Study Conference Leaders. Ana asegura que sus padres han sido para ella un ejemplo a seguir. Una de sus primeras apariciones como miembro de la realeza la hizo al salir al balcón de palacio durante la coronación de su madre en 1953 y su compromiso con la Corona no ha flaqueado, a pesar de que ha ido alejándose en el orden sucesorio al trono hasta ocupar el decimocuarto lugar —la princesa va por detrás de sus hermanos y de los hijos y nietos de estos—. Si no hubiera formado parte de la familia real, asegura que habría sido ingeniera. “En mi caso, el aspecto práctico de cómo funcionan las cosas siempre me ha resultado interesante”. Lo que ha hecho ha sido encargarse de defender a las mujeres como miembro del patronato de la organización Women into Science and Engineering. “Me ha gustado participar y tratar de animar a que más chicas consideren la ingeniería como una carrera profesional viable”.

Rechaza calificarse de feminista, pero sí declara que quiere que todos los jóvenes desarrollen su potencial al máximo. En 1998 se convirtió en madrina del organismo Opportunity International UK —que ayuda a jóvenes emprendedores en algunos de los países más pobres de África— precisamente con ese fin, pero también sigue mostrando una inquebrantable lealtad hacia las organizaciones con las que lleva más tiempo y está inmensamente orgullosa de sus 50 años de trabajo con Save the Children, por el que recibió una nominación al Premio Nobel de la Paz.

Le preocupa que los integrantes de la generación más joven de la realeza tengan demasiada prisa por cambiar la forma en que la familia real aborda la filantropía y que tan buenos resultados ha dado. Afirma que ella es “esa aburrida carcamal que está al fondo diciendo: ‘No os olvidéis de lo esencial”. Y añade en tono precavido: “Probablemente la generación de los jóvenes no es consciente de lo que hice yo en el pasado, es algo que suele suceder, ¿verdad? No siempre te fijas en la generación anterior y dices: ‘Ah, ¿hicisteis esto?’ o ‘¿Fuisteis a este sitio?’. Hoy en día se dedican mucho más a pensar: ‘Bueno, pues vamos a hacerlo de otro modo’. Y yo ya estoy en la fase de decir: ‘Por favor, no reinventéis esa rueda en concreto. Nosotros ya estamos de vuelta de todo eso. Algunas de esas cosas no funcionan. A lo mejor tenéis que volver a lo esencial”.



Con los reyes Felipe y Letizia durante la visita oficial de los monarcas españoles al Reino Unido en julio de 2017.


Con los reyes Felipe y Letizia durante la visita oficial de los monarcas españoles al Reino Unido en julio de 2017.JEFF SPICER


Más allá de sus obligaciones como princesa, hacerse a la mar es uno de sus placeres personales y, en las contadas ocasiones en que dispone de tiempo libre, le gusta navegar por la costa occidental de Gran Bretaña junto a su esposo. “Vamos solo mi marido y yo”, declara con una sonrisa. Se preveía que este verano estuviera lleno de actividades si las restricciones relativas a los viajes y a la vida social se relajan, así que cabe la posibilidad de que la alta mar deba esperar. Se rumorea que la reina está planeando una celebración especial para su hija —que cumple 70 años el 15 de agosto—, mientras que ciertos miembros de la corte están convocando a representantes de las muchas instituciones y organizaciones benéficas de Ana para llevar a cabo una reunión especial en el palacio de Buckingham. Sin embargo, la princesa hace la misma reflexión que cualquier persona frente a un cumpleaños de cifra redonda: “Bueno, estaría bien que este año fuera como cualquier otro, pero me parece que no va a ser el caso”.



 
Esta es la unica foto de las tres oficiales que me gusta.
Ver el archivo adjunto 1559858
Extraño que no expongan fotos con sus nietos,. La Princesa Ana de Inglaterra, Princesa Real, celebra hoy su 70 aniversario. Está programada para participar en un breve crucero por la costa escocesa con su esposo, el vicealmirante Timothy Laurence.

Las fotos de su 70 cumpleaños desmerecen a las fotos oficiales del 50 y 60 cumpleaños que fueron muy logradas y con ese toque real .que uno se espera en esta clase de celebración......en éstas fotos de hoy la vemos más natural sin photoshop como de andar por casa con sus vaqueros pero le falta ese toque regio que me esperaba ver en la princesa real.....he extrañado una tiara!!
 
Muchas felicidades a la Princesa Ana!, una real Princesa en toda la extensión de la palabra!, bendiciones todas!, larga vida con salud, amor, paz, armonía con los suyos!.
 
Así que le gusta la ingeniería! Pues por qué no hizo el esfuerzo de estudiar la carrera? Para que? Mejor montar a caballo. Tenía y tiene por siempre el futuro asegurado, aprovecho la juventud para ligar y divertirse y después asumió el papel de Royal.

Es una Royal tradicional, de acuerdo, pero, por favor, que no intente dar pena a los currantes de a pie sobre lo difícil que es un segundon Royal o tener títulos ( con el pastizal inherente). Ya veríamos si sería capaz de ganarse el pan para comer y tener un techo. Siempre vivirá en un planeta de palacios, caballos, veleros y barcos, alta sociedad elitista...

No le veo nada especial como princesa, la verdad...
 
Así que le gusta la ingeniería! Pues por qué no hizo el esfuerzo de estudiar la carrera? Para que? Mejor montar a caballo. Tenía y tiene por siempre el futuro asegurado, aprovecho la juventud para ligar y divertirse y después asumió el papel de Royal.

Es una Royal tradicional, de acuerdo, pero, por favor, que no intente dar pena a los currantes de a pie sobre lo difícil que es un segundon Royal o tener títulos ( con el pastizal inherente). Ya veríamos si sería capaz de ganarse el pan para comer y tener un techo. Siempre vivirá en un planeta de palacios, caballos, veleros y barcos, alta sociedad elitista...

No le veo nada especial como princesa, la verdad...
Anne jamás en la vida ha intentado dar pena, ni sobre ser segundona ni sobre nada. Siempre ha reconocido que es una privilegiada. No se ha quejado ni siquiera cuando ha tenido accidentes hípicos serios ni cuando intentaron secuestrarla.

A poco que se la siga, no creo que nadie tenga duda de que sería más que capaz de ganarse la vida aunque hubiera nacido en un chabola. Es una curranta y muy disciplinada.
 
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