Cuadernos de Historia

Museo_del_Prado-Obras_de_arte-Pintura-Arte_354726867_106691369_1024x576.jpg


'La Adoración de los Magos', de Rubens Museo del Prado


HISTORIA

¿Dónde están enterrados los Reyes Magos? El misterio de sus huesos

  • Un relicario bañado en oro en la catedral de Colonia alberga supuestamente los esqueletos de Melchor, Gaspar y Baltasar.

D. Barreira

Son multitud las leyendas y los misterios que se ciernen sobre la figura de los Reyes Magos. Ni la misma Biblia, que únicamente los cita en el Evangelio de Mateo, menciona cuántos eran ni cómo se llamaban; tan solo se habla de unos "magos" procedentes de Oriente que portaban tres ofrendas para el niño Jesús: oro, incienso y mirra. Entonces, ¿por qué se ha transmitido la creencia de que eran tres? Y si la historia asegura que existieron de verdad, ¿dónde se encuentran sus restos mortales?

El viaje que iniciaron los Reyes Magos tras adorar en Belén a Jesucristo -un tema muy representado a lo largo de la historia del arte- contribuye a reforzar el misterio que envuelve a estos personajes. La primera imagen que les representa aparece en un fresco del siglo II-III que se encuentra en la capilla griega de las catacumbas de Priscila, en Roma. Son tres figuras, cada una de un color diferente, que se acercan a la Virgen María, que sostiene sobre su regazo al niño Jesús.


Melchor, Gaspar y Basaltar son los nombres que se les han otorgado a los tres Reyes Magos. Hay que retroceder hasta el siglo VI y viajar hasta la iglesia de San Apolinar Nuovo, en Rávena (Italia) para hallar escrita esta denominación. Se trata, concretamente, de un friso con una imagen de los tres personajes, vestidos con prendas orientales y que conducen una procesión. Sobre sus cabezas quedaron plasmados estos nombres.

El misterio sobre los huesos
Hasta el siglo XII son muchos los interrogantes que tienen que ver con el paradero de los cuerpos de los Reyes Magos. ¿Cuándo murieron? ¿Dónde están enterrados? Según las diversas leyendas, en las que se suceden nombres de personajes como la emperatriz Santa Elena, Marco Polo o Federico Barbarroja, el lugar de sepulcro es radicalmente diferente: Constantinopla, Teherán -junto a la tumba de un sacerdote de la religión zoroastra- o Milán.

Lo históricamente cierto es que el mayor tesoro religioso que se conserva en la catedral de Colonia, Alemania, llegó a la ciudad en barco remontando el río Rin el 23 de julio de 1164: se trata los supuestos restos mortales de los Reyes Magos que el arzobispo Rainald von Dassel, tras recibirlos de Barbarroja, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, entregó a la localidad "para gloria eterna de Alemania y de Colonia". Los huesos procedían de Milán y ese traslado se bautizó como Translatio.

Semejante reliquia bien era digna de un sarcófago majestuoso. Las autoridades religiosas de la ciudad, por lo tanto, ordenaron la construcción de un relicario de un metro de alto y dos de largo bañado en oro y plata y adornado con piedras preciosas, que tardó más de 40 años en fabricarse. Una vez terminado, se necesitaba un edificio para su exposición y peregrinación; y de ahí el nacimiento de la catedral de Colonia, uno de los monumentos góticos más bellos de Europa.

Que los huesos conservados en el Relicario de los Reyes Magos fuesen los de los personajes nombrados en la Biblia no se discutió hasta el siglo XIX, cuando la ciencia desafió a la religión. El sarcófago fue abierto y los resultados de la investigación mostraron que ahí dentro había tres esqueletos: el de un niño de 12 años y los de dos hombres de unos 30 y 50 años.

Otro análisis más reciente sobre las telas que envolvían los huesos, llevado a cabo en 1979, aseguró que habían sido elaboradas en el siglo II o III. ¿Fueron estos paños utilizados para envolver estas osamentas cientos de años más tarde de la fecha en la que los cuerpos conservados perdieron la vida? ¿O es que esos esqueletos no son los de los Reyes Magos? No parece haber ninguna disciplina capaz de responder efectivamente a estas preguntas.

¿Eran reyes de verdad?
Como se ha detallado unas líneas más arriba, la Biblia habla de "magos" guiados por una estrella hasta Belén, pero en ningún extracto se menciona que fuesen reyes. La Biblioteca Nacional Española conserva en su colección el Auto de los Reyes Magos, una obra fundamental en la historia de la literatura española por ser el texto teatral más antiguo conservado en lengua castellana. Data del siglo XII y fue descubierta en el siglo XVIII por un canónigo de la catedral de Toledo, Felipe Fernández Vallejo, en un códice misceláneo.

En la obra aparecen los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar, pero en ningún momentos son definidos como “reyes”, sino como “steleros”, es decir, astrólogos que debaten sobre el hallazgo de una nueva estrella y su posible significado, que relacionan con el nacimiento de un posible Mesías. A pesar de la inexistencia de acotaciones escénicas, el auto se suele dividir en cinco escenas, entre las que se ve a estos tres personajes visitando el palacio de Herodes, que promete adorar también al Niño, y al monarca reconociendo temer la llegada de un nuevo rey.

https://www.elespanol.com/cultura/h...-reyes-magos-misterio-huesos/365963930_0.html
 
Mitos y verdades sobre los Reyes Magos: la realidad histórica tras la leyenda
A pesar de la imagen que tenemos de ellos en la actualidad, ni Baltasar era en sus órigenes negro, ni se sabe a ciencia cierta que fueran tres
reyes-magos-verdades-kmBC--620x349@abc.jpg


resizer.php
Manuel P. Villatoro
@ABC_HistoriaSeguir
Actualizado:06/01/2019 01:49h5El cruel final de los verdaderos Reyes Magos: los persas asesinados tras viajar a Belén

Cada año, Melchor, Gaspar y Baltasar hacen felices a miles de niños de todo el planeta con sus regalos. Los mismos que entregaron, según la tradición, a Jesús en el portal de Belén. La leyenda nos habla de que eran tres, que eran reyes y que uno de ellos era negro. Sin embargo, la realidad histórica dista mucho de estas afirmaciones. ¿Quiénes eran estos personajes? ¿Qué mitos existen alrededor de ellos?

¿Había tres Reyes Magos?
Si Mateo no habló del número exacto de Reyes Magos que llegaron a Belén... ¿Por qué la tradición dicen que son tres? El establecimiento de este mito se lo debemos al «Liber Pontificalis» (una recopilación fechada en el siglo IX de varias historias y leyendas relacionadas con la religión cristiana). La cifra (basada en las creencias populares) fue oportuna y -presumiblemente- nació debido al número de regalos citados por el apóstol. Todo ello, sumado a la relación que tenía el número con la Santísima Trinidad. Así lo afirma el investigador histórico Omar López Mato en su obra « A su imagen y semejanza. La historia de Cristo a través del arte».

El historiador José Javier Azanza López ofrece (en su dossier « ¡Ya vienen los Reyes! Historia, leyenda y arte en torno a los Magos de Oriente») una nueva visión del origen de la cifra. Según él, la cifra vendría del siglo III: «En cuanto a su número, si bien existen versiones que recogen entre dos y sesenta magos, en el siglo III el teólogo Orígenes indicó que los Reyes Magos eran tres, número que acabó por imponerse atendiendo a razones bíblicas, litúrgicas y simbólicas, y que fue confirmado por la Iglesia en el siglo V mediante una declaración del Papa León I el Magno en sus Sermones para la Epifanía».

La leyenda dorada» (una compilación de los mitos que hablaban de la vida de los diferentes santos y de algunos pasajes bíblicos) asentó de nuevo estos nombres al afirmar que eran «Caspar, Melchor y Baltasar». Lo hizo en dos capítulos de la obra dedicados a estos curiosos personajes siglos después de que ya se incluyeran en el «Liber Pontificalis».

¿Eran magos y persas?
Otras de las controversias que se han generado a lo largo de los años es la utilización de la palabra «magos» por parte de Mateo. Sí, todos sabemos que Sus Majestades deben tener algún que otro poder secreto para llegar a las casas de todo el mundo en tan solo una noche. Sin embargo, son muchos los expertos que consideran que este término tenía otras acepciones en la época.

Uno de ellos es Joao Scognamiglio, autor de « Lo inédito sobre los evangelios». Este afirma en su obra que «el nombre magos no debe ser entendido con las connotaciones de nuestro tiempo, pues en aquella época significaba personas de cierto poderío y que se distinguían especialmente en los conocimientos científicos, sobre todo astronómicos».

El historiador de la religión cristiana James Dixon Douglas es de la misma opinión. En su extensa obra « Diccionario Biblico del Mundo Hispano» señala que, en aquellos años, la palabra mago hacía referencia a una «casta religiosa entre los persas» con gran devoción por la astrología.

reyesmagos-6enero-kmBC--510x349@abc.jpg

El término, no obstante, fue adquiriendo la connotación actual aproximadamente un siglo después, cuando empezó a aplicarse universalmente «a los adivinos y a los exponentes de cultos religiosos esotéricos». «Lo más probable es que fueran sacerdotes y astrólogos originarios de Babilonia o Persia, dado que ambos eran grandes centros astrológicos donde los magos eran una casta sacerdotal con mucha influencia», completa Azanza.

Con todo, y como sucede en todas las historias con siglos a sus espaldas, también existen algunos autores como Morton Smith que creen que realmente eran hechiceros.

En todo caso, la primera es la más aceptada y, además, es una teoría que desvelaría otro de los grandes misterios: el enigmático origen de estos Reyes (pues serían persas). Y es que, una de las primeras veces que se oye hablar de su procedencia es en siglo VII, cuando se dejó escrito en el «Evangelio armenio de la infancia» que Melchor reinaba sobre los persas, Baltasar sobre los indios, y Gaspar, sobre el país de los árabes.

Dixon es partidario también de esta idea: «No se sabe nada de su tierra natal, pero la teoría de que vinieron de Arabia Félix (Arabia del sur) es muy probable». De ser cierto los cabos estarían atados, pues en esa región se practicaba habitualmente la astrología.

¿Eran en verdad reyes?
Tampoco dice nada Mateo sobre que estos «magos» fueran reyes. ¿Por qué, entonces, la tradición les ha entregado la corona? El culpable de ello es Quinto Septimo Tertuliano. Este escritor romano -padre de la Iglesia allá por el siglo III- llegó a la conclusión de la nobleza de dichos personajes tras leer el Salmo 72 (incluido en uno de los libros sagrados). En él se explicaba lo siguiente: «Que los reyes de Sabá y Arabia le traigan presentes, que le rindan homenaje todos los reyes». Blanco y en botella para el religioso, quien (basándose en esta frase) empezó a denominar a estos personajes «Reyes».

reyes-magos-6enero2-kmBC--510x349@abc.jpg

Como la magia no era bien considerada por la religión, este apelativo hizo que nuestros protagonistas fueran bien aceptados. Por enésima vez, el ya archiconocido Santiago de la Vorágine logró popularizar esta idea en «La leyenda dorada». Concretamente, el autor dejó escrito que los magos «eran al mismo tiempo reyes y magos» y que, en su país de origen, solían subir a la cima de una montaña para observar los astros.

¿Era Baltasar negro?
Como última curiosidad relacionada con los Reyes Magos, cabe destacar que a Baltasar no se le representó como un rey de tez negra hasta el siglo XV. Antes, y tal y como señala Omar López Mato en su obra, fueron mostrados con aspecto occidental y considerados como los descendientes de Noé.

Azanza corrobora esta idea en su dossier: «En los albores del cristianismo, a los tres magos se les representaba como de una misma raza, tenían el mismo tipo e iban vestidos con el característico traje persa: bonete frigio y estrechos pantalones con faldilla». Sin embargo, a partir del siglo XV todo cambió.

«Con la intención de simbolizar la universalidad del cristianismo, se diferenciaron e individualizaron; de esta manera, cada uno adquiere rasgos propios que los asocia con las tres edades de la vida y con las tres partes del mundo entonces conocidas: Europa, Asia y África. ¿En qué momento aparece el rey negro en el arte cristiano? Aunque pueden considerarse algunos antecedentes aislados, la Edad Media ignora esta referencia condicionada por el rechazo al color negro que pasaba por ser el del demonio y el infierno. La figura del rey negro sólo se volvió habitual a finales de la Edad Media, y se impone a lo largo del siglo XV, tanto por el gusto creciente por lo exótico, como por las razones simbólicas indicadas».
https://www.abc.es/historia/abci-mi...torica-tras-leyenda-201901060149_noticia.html
 
Cinco episodios de la Historia de España de los que apenas nos dijeron en el colegio que fueron racistas y coloniales


La colonización de Guinea Ecuatorial y de América, el tráfico de esclavos en Barcelona, la Gran Redada o la ocupación del Sáhara son episodios sobre los que en las escuelas apenas se menciona el factor racial y colonial

El académico Justo Bolekia sostiene que "hace mucho que España quiere borrar su presencia en África, y la mejor manera de ocultarlo es no contarlo en las escuelas ni recogerlo en los libros"

La profesora Araceli Cañadas considera que "las cuestiones relacionadas con la cultura gitana son una laguna: no hay datos, no aparece nada"

Moha Gerehou
06/01/2019 - 20:19h
Esclavos-Barcelona-siglo-XIX_EDIIMA20170713_0643_19.jpg

Esclavos descargando hielo en Cuba el año 1832. SAMUEL GRISWOLD GOODRICH (WIKIMEDIA COMMONS)

Los protagonistas de la trata de esclavos en la Barcelona del XIX más allá de los grandes apellidos
¿De dónde viene la exclusión de la población gitana en la sociedad actual? ¿Por qué hay personas de Guinea Ecuatorial que ya tienen DNI español desde el momento de su nacimiento en Malabo? Estas son algunas preguntas que solo tienen respuesta si miramos los libros de Historia y todo lo que aprendemos en la escuela.

Aunque desde hace siglos se persigue a la población gitana, pocas veces se mencionan episodios como La Gran Redada, en la que se ordenó su detención. O del pasado colonial de Guinea Ecuatorial, que durante muchos años fue una provincia española más.

Varios expertos coinciden en la invisibilización y en la implantación de una visión parcial de la realidad que hace que sean dejados de lado episodios de la Historia de España en los que el factor racial y colonial tiene gran importancia. Recopilamos algunos episodios paradigmáticos.

La colonización de Guinea Ecuatorial
En 2018 se han cumplido 50 años de la independencia de Guinea Ecuatorial. El país africano formaba parte de España como una provincia más, hasta que cambió esta forma de relación.

La escritora Remei Sipi cree que la relación colonial entre Guinea Ecuatorial y España "no se trata para nada, los alumnos no tienen ni idea y ni siquiera los profesores. No está en los currículums escolares porque en general África no lo está".

Según explica Sipi, para España, "Guinea ha sido una anécdota, como una relación sin importancia, cuando allí no solo ha habido expolio, sino también convivencia". Según la escritora, una de las claves pasa por "hacer una política lingüística, manteniendo el español como lengua oficial pero al mismo tiempo enfatizar en el bilingüismo con las lenguas autóctonas que han sido segregadas en las escuelas, poniéndolas sobre el papel y en el currículum escolar".

El profesor Justo Bolekia, académico correspondiente de la Real Academia Española (RAE) y catedrático, sostiene que "hace mucho que España quiere borrar su presencia en África, y la mejor manera de ocultarlo es no contarlo en las escuelas ni recogerlo en los libros. Además los que van a ser o son profesores tampoco tienen mucha idea de esto". Como ejemplo, señala que "no se menciona a los escritores guineanos y su contribución en el enriquecimiento de la cultura española", pese a que ambos países comparten lengua.

Como una de las soluciones a la situación, Justo Bolekia incide en la necesidad de "crear un diálogo intercultural o España seguirá como hasta ahora, considerándose una cultura dominante. Hay que posibilitar ese diálogo para participar en esa cosa común que es España en la que el negro no existe".

El "descubrimiento" de América
En un acto en Málaga previo al 12 de octubre, Pablo Casado se refirió a la colonización de América como "el hito más importante de la humanidad". También añadió que había sido "el momento más brillante de la humanidad porque nunca antes había conseguido trasladar la cultura, la historia, la religión a tantos sitios a la vez". Varios historiadores salieron a refutar esta versión, asegurando por un lado que "la presencia de España en América fue el resultado de una conquista violenta y muy dura". Por otro, que la opinión de Casado recuperaba "el relato del franquismo".

En una tesis similar se encuentra el historiador Antumi Toasijé, director del Centro de Estudios Panafricanos. Considera que el tratamiento de la llegada de Colón a América se enmarca en una formación en la que "se estudian los hechos históricos como propaganda, y dentro del nacionalismo entra el colonialismo. Es una vertiente más de los aparatos ideológicos que convierten crímenes y guerras en hechos heroicos y grandes gestas". Según el académico, "se habla de descubrimiento como si no fueran seres humanos, sino parte de la fauna, sin tener en cuenta que ya estaba 'descubierto".

Como posibles soluciones, Toasijé pone sobre la mesa tres ejes que pasan por "entrar en las instituciones con discursos más acordes a la realidad que incluyan varias ópticas", "establecer cauces legales para que el profesorado haga caso y aplique una nueva perspectiva con rigor" y "fomentar la educación comunitaria porque la que tenemos es reglada y vertical, y eso no es suficiente. Muchas veces la sociedad desarrolla el conocimiento que luego se recoge en las universidades".

La Gran Redada contra los gitanos
La filóloga gitana Araceli Cañadas imparte desde hace varios años en la Universidad de Alcalá de Henares la asignatura ‘Gitanos de España: historia y cultura’. Un temario prácticamente inédito en el país y que pone el foco sobre una parte de la historia que durante muchos años ha sido invisibilizada.

Entre los capítulos que se repasan está La Gran Redada, que tuvo lugar el 30 de julio de 1749 bajo la autorización del rey Fernando VI y que consistió en la persecución de la población gitana. Había órdenes expresas de detener a quien perteneciera a esta etnia. Apresaron a más de 10.000 personas. Tras las capturas, muchos hombres fueron empujados a realizar trabajos forzados en la Marina, mientras que mujeres y niños eran destinados a trabajar en fábricas.

Este episodio tan importante apenas se estudia en profundidad, apunta Cañadas: "Las cuestiones relacionadas con la cultura gitana son una laguna, no hay datos, no aparece nada. Yo además siempre pregunto a mis alumnos si han tenido algún tipo de información al respecto y la respuesta siempre es no. No aparece en libros, ni tangencialmente, ni en una nota. Y los profesores tampoco tienen información sobre eso".

Para la profesora las soluciones pasan por dos ejes: "conocimiento e información". En su opinión, "es una cuestión política y estatal, hay exigir que esos contenidos se incluyan a nivel de todo el Estado y que los profesionales tengan la obligación de impartirlo".

Para la activista gitana Silvia Agüero, es una cuestión que "no se trata, todo el mundo dice que el racismo es ignorancia, pero la ignorancia conlleva un acto, es una decisión".

"Los currículums educativos se hacen desde las posiciones de poder que están formados por una academia blanca, paya y eurocéntrica que invisibiliza las demás perspectivas", ahonda Agüero. La activista señala que en Albacete se está haciendo un programa educativo con temas gitanos ante las que muestra sus reticencias: "Si lo va a hacer un payo, no me interesa que se haga".

El tráfico de esclavos africanos en Barcelona
Hasta hace no mucho el papel que tuvo Barcelona (y otros puertos como Cádiz) en el tráfico de esclavos africanos durante el siglo XIX ha quedado al margen de los libros del conocimiento en la sociedad. En los últimos años, ha aumentado la difusión de este episodio, con la presión de colectivos antirracistas que lucharon por la retirada de la estatua de Antonio López, la creación de una ruta de la memoria en Barcelona dedicada a la herencia esclavista de la ciudad o con publicaciones como ‘Negreros y esclavos. Barcelona y la esclavitud atlántica (XVI-XIX)’, el libro del historiador Martín Rodrigo.

Este último, también profesor de la Universidad Pompeu Fabra, considera que "España y Portugal son los únicos países europeos donde no ha habido un esfuerzo público por encontrar políticas de memoria en relación al tráfico de esclavos y a la esclavitud. Británicos, franceses y holandeses sí lo han hecho".

En este sentido, destaca que "no ha habido ningún proceso de memoria" ni "una traslación al currículum educativo" del tráfico de esclavos africanos en Barcelona. Es aquí, en la creación de políticas de memoria, donde incide como posible solución. "Los representantes de la ciudadanía deben establecer las líneas a desarrollar en torno a un aspecto como la esclavitud vinculado a nuestro pasado".

Por su parte, la historiadora Karo Moret apunta a que "el sistema educativo sigue sin integrar un conocimiento crítico en relación al temario colonial, en especial para temas de la esclavitud". Como consecuencia abre la cuestión de Barcelona, donde Moret sostiene que "las mismas familias que hicieron sus fortunas a través de la trata de africanos esclavizados, usaron esos capitales para reinvertirlos en gran parte del urbanismo de la ciudad". A la historiadora le extraña que "Barcelona siga sin pedirle cuentas a su propia historia colonial fundacional".

Como soluciones, la historiadora propone "que se incorporen contenidos descolonizados", sobre todo desde la Academia, "la inclusión de nuevas agendas bibliográficas" y que entre los que imparten las asignaturas y deciden los temarios hayan "profesores e investigadores no europeos o norteamericanos".

La ocupación del Sáhara Occidental
Manifestacion-Plataforma-Gritos-muro-Fotografia_EDIIMA20131012_0243_30.jpg

Manifestación de junio de la Plataforma Gritos contra el muro en las cercanías del muro/ Fotografía: Plataforma Gritos ontra el muro

Cuando era pequeño, el ahora antropólogo Bahia Awah recuerda que el Instituto Cervantes enviaba libros de texto en español a los colegios saharauis. Más tarde se empezó a preguntar, "¿y qué hemos aportado nosotros los saharauis a la lengua española?"

La relación entre España y el Sáhara Occidental viene de lejos. De hecho, el territorio fue la provincia número 53 de España, hasta que el régimen dictatorial de Francisco Franco lo entregó a Marruecos, lo que originó una guerra a la que se puso en fin en 1991, fecha en la que se acordó la celebración de un referéndum de autodeterminación. Pero nunca se llegó a hacer.

Awah pone sobre la mesa que se debe "denunciar, reflexionar, estudiar y situar en el ojo de la sociedad española lo que el Estado no quiere dar a conocer en su memoria histórica en lo referido al Sáhara Occidental, un tema desaparecido de escuelas y universidades". En ese cambio que propone, recomienda que España "reinicie su enfoque de estrategia hacia la República Saharaui" y "siga el ejemplo de las plataformas de intelectuales y académicos que apoyan la lucha de los saharauis, a nivel africano, español y latinoamericano"

https://www.eldiario.es/desalambre/episodios-historicos-Espana-racistas-coloniales_0_845516448.html
 
Los travestis del III Reich


El artista alemán Martin Dammann abre a eldiario.es su archivo en Berlín, donde acumula unas 300 fotografías de soldados del ejército de Hitler travistiéndose al servicio de la moral de los soldados del nacionalsocialismo en plena Segunda Guerra Mundial

Aldo Mas
07/01/2019 - 20:39h
CfakepathImagenesmodernidadtravestisnazisjpg_EDIIMA20181220_0910_5.jpg

Una de las fotos del archivo de Martin Dammann en Berlín.

El sargento Lance y el caporal Otto se quitaron el uniforme aquel día de junio de 1940 en el frente. Se vistieron ligeros de ropa. En Neuville, población francesa en la que se encontraba su unidad, debieron encontrar las faldas, el sujetador y resto de atuendos que emplearon para disfrazarse de mujeres africanas. En una explanada del pueblo, los dos militares del III Reich se travistieron e hicieron un espectáculo de danza del vientre para sus compañeros de filas. La escena protagonizada por estos dos hombres de la unidad de comunicaciones fue fotografiada. Quedó inmortalizada como "danza del vientre" en un álbum privado.

Travestis en el III Reich. Esa fue la sorpresa con la que se topó el artista alemán Martin Dammann como empleado del Archivo de Conflictos Modernos de Londres. Dammann trabaja para esa institución desde hace dos décadas. "Trabajo en paralelo para ese archivo, que cuenta con la mayor colección de fotografías privadas de guerra que existe", explica Dammann a eldiario.es. Su labor consiste en viajar por el mundo, mayormente por Europa y Estados Unidos, para hacer acopio de fotografías antiguas. En sus búsquedas de imágenes privadas de los grandes conflictos que desolaron el viejo continente, Dammann ha encontrado cientos de imágenes de travestismo en las filas de los soldados del III Reich.

Un centenar de esas imágenes han sido recientemente publicadas en el libro 'Soldier Studies: Cross-dressing in der Wehrmacht' (Ed. Hatje Cantz, 2018) o "Estudios de soldados: transformismo en el ejército alemán". En su casa, Dammann cuenta con algo más de trescientas de estas imágenes. "Estas fotos estaban distribuidas en muchos álbumes. En los álbumes familiares alemanes resulta recurrente encontrar este tipo de fotos. No es que haya muchas, pero cada 20 ó 30 álbumes privados de fotografías aparecen una o dos fotos de este tipo", dice Dammann.

Cfakepathespectaculocabarettravestissoldadosnazisjpg_EDIIMA20181220_0909_5.jpg

Espectáculo de Cabaret de soldados nazis.

El III Reich persiguió la homosexualidad. Se estima que entre 5.000 y 15.000 homosexuales fueron sentenciados y encarcelados en campos de concentración por el nazismo. Sin embargo, en el frente, eran más difusas las líneas que definían lo que se entendía en la Alemania nazi como un comportamiento impropio respecto a la moral del implacable régimen totalitario que fue el III Reich.

"El III Reich fue muy homófobo. Pero en el ámbito militar no fue tan así. Entre los militares, por supuesto, había una gran influencia de la ideología del III Reich, pero la lógica militar no era explícitamente homófoba, porque era más importante para los militares contar con un número importante de soldados en buena forma y con la moral alta. Y ahí juegan estas representaciones femeninas un papel", plantea Dammann.

Tal vez por eso eran recurrentes los eventos en los que los soldados de Adolf Hitler se vestían de mujer, ya fuera en el frente o en las celebraciones de las compañías militares. De hecho, a Dammann siempre le ha sido más fácil encontrar este tipo de fotos con soldados alemanes que con militares de otros países. "Si los álbumes privados que miro son de estadounidenses, hay que mirar algunos más para dar con este tipo de fotos. Más frecuentemente se encuentran estas imágenes en los álbumes de los alemanes", sostiene este pintor y trabajador del Archivo de Conflictos Modernos de Londres de 53 años.

CfakepathCELEBRACIONPASCUA6ARTILLERYREGIMENT23INEMMELBAUMEIFFEL19404jpg_EDIIMA20181220_0908_5.jpg

Celebración de Pascua entre nazis.

Dammann habla en el salón de su gran apartamento berlinés, situado a proximidad del Monumento de Guerra Soviético de Treptower Park, en el que un enorme soldado de la Unión Soviética posa sobre una esvástica destrozada. No lejos de esa esvástica rota ha surgido gracias al archivo de Dammann una imagen del ejército del III Reich que nadie se esperaba.

El primer sorprendido fue el propio Dammann. "Hubo varias sorpresas en este proyecto. La primera fue encontrar este tipo de imágenes, pero luego llegó otra, y fue darme cuenta de que no había un par de casos aislados, sino que los casos eran recurrentes, que era una práctica normal que los soldados se disfrazasen de mujer", planeta Dammann.

Por otro lado figura el sorprendente descubrimiento de que, entre soldados, había lugar para saltarse la cultura de la masculinidad imperante en el III Reich. "También me di cuenta de lo significante del hecho en sí, pues estaba ante un fenómeno que contradice completamente la idea del soldado, especialmente la del III Reich, cuya la cultura de la masculinidad imperante no debía permitir, a priori, sacar una cara sensible de los soldados. Pero estas imágenes muestran que la había", abunda este descubridor de los soldados travestis del nazismo.

CfakepathHomoerotismopermitidoentresoldadosalemanianazijpg_EDIIMA20181220_0907_5.jpg

Homoerotismo permitido entre soldados de la Alemania nazi.

Drag queens del III Reich en el frente
Las imágenes que ha sacado a la luz Dammann son propias de situaciones de fiesta, en las que hay algo que celebrar, ya sea una jornada de descanso en el frente o un día señalado del calendario. En suma, se identifican con jornadas en las que a los soldados se les dejaba organizar representaciones teatrales, espectáculos que también dejaban escenas propias de cabaré con drag queens. "Estas imágenes cuentan con una gran modernidad. Pueden parecer de los años 50 ó 60", conviene en afirmar Dammann.

Muchas de las fotos hacen pensar en escenas festivas ajenas a la guerra, en las que se celebra en un ambiente abierto. Aunque nunca son explícitas a la hora de mostrar homosexualidad, algunas de las imágenes sí tienen mucho que ver como el homoerotismo. En esta línea, destacan algunos de los clichés rescatados por Dammann de los militares del sexto regimiento de artillería que celebraron en 1940 el Domingo de Resurrección con lo que hoy serían tres drag queens, en Emmelbaum, muy cerca de la frontera alemana con Luxemburgo.

"Los soldados dan muestras en las imágenes de olvidar la guerra. Seguramente se dieron cuenta de que aquello era divertido y un espectáculo que les gustaba. Además, los jefes militares hicieron muy poco por prohibirlo", sostiene Dammann. "Lo importante aquí era que los militares tuvieran moral. Era una cuestión de pragmatismo en el frente. El pragmatismo de guerra hacía que la homofobia fuera menos importante que la camaradería", agrega.

CfakepathSituacionoficialeshomoerotismopermitidojpg_EDIIMA20181220_0906_5.jpg

Dos oficiales nazis retratados en el archivo de Martin Dammann.

Fotografía privada, una herramienta histórica poco habitual
Según Dammann, hasta ahora, este tipo de imágenes habían quedado olvidadas por el papel marginal que suele jugar la fotografía privada en el trabajo de los historiadores. El descubridor de estos travestis del III Reich ve potencial en este tipo de imágenes, sobre todo cuando revelan aspectos históricos que habían sido ignorados. Sin embargo, las características de la fuente de información que emplea Dammann – fotografías de álbumes privados – limitan sensiblemente a la hora de estudiar la historia a través de estas imágenes.

"Las fotos vienen de álbumes de familia, en ellas hay muy poca información, porque todo el mundo que se supone iba a ver ese álbum ya conocía a los fotografiados. Por eso casi nunca aparecen nombres en las imágenes", reconoce Dammann. En el mejor de los casos, se puede saber el nombre de la unidad a la que pertenecían los soldados y el año en el que se tomó la foto. "Hay muy pocas historias personales y de familia en estas imágenes", asiente el artista afincado en Berlín.

Las imágenes seguramente no sirvan para contar quiénes eran soldados del nazismo como el sargento Lance y el caporal Otto, los disfrazados de mujeres africanas que hacían el baile del vientre en Neuville en 1940. Pero sí sirven para señalar que los hombres del III Reich también se travestían en el frente.

CfakepathDeseomujertravestismonazisjpg_EDIIMA20181220_0905_5.jpg

07/01/2019 - 20:39h
https://www.eldiario.es/cultura/travestis-Hitler_0_848316113.html
 
Cuando el infierno de Jamaica conmociona al mundo
Publicado por Teresa Galarza
oie_btIA2UERoT21.jpg

Jamaica, 2010. Fotografía: BBC World Service. (CC BY-NC 2.0).
Jamaica es fruto de la conflagración. Rebeliones e insurrecciones de esclavos, piratas y bucaneros, huracanes y terremotos, el infierno y el lago de fuego y azufre. Las noticias que salen de la isla siempre son terribles. Las que tienen que ver con la guerra por el narcotráfico, espeluznantes. Los episodios violentos entre bandas rivales son tan comunes que no es fácil esclarecer cuáles son los factores que los provocan. La realidad es que los jamaicanos son las últimas víctimas de unas políticas perversas y una guerra que se ha cobrado miles de vidas, tanto en los suburbios de Kingston como en los de Nueva York.

A la capital, Kingston, la llaman los jamaicanos la ciudad más maldita de toda la cristiandad («the wickedest city in christiandom»). Presenta índices de criminalidad elevados, con ejecuciones y tiroteos prácticamente diarios, y gente inocente víctima del fuego cruzado. La policía, que adopta tácticas paramilitares para sofocar la violencia, es a su vez responsable de un tercio de las muertes, según el Observatorio de Derechos Humanos. Desde la independencia (1962), la historia de Jamaica se divide en masacres.

La masacre de 2010

Una de las masacres más graves y todavía demasiado reciente como para poder pasar página fue la ocurrida en los últimos días de mayo de 2010, cuando el ataque llevado a cabo por la policía y el ejército en Tivoli Gardens, el barrio más peligroso de la capital, dejó no menos de setenta y tres muertos, según fuentes oficiales. Los heridos también se contaron por decenas y en pocos días hubo más de seiscientas detenciones. El inicio de la operación lo anunciaba el primer ministro laborista, Bruce Golding, la noche del domingo del 23. El objetivo: capturar a Christopher «Dudus» Coke, a quien la Fiscalía de los Estados Unidos acusaba de ser uno de los capos de la droga más peligrosos de América, líder de la Shower Posse. Según la DEA —la Agencia antidrogas norteamericana—, la Shower Posse traficaba con cocaína, marihuana y armas de fuego a nivel internacional bajo la protección y dirección de Dudus, quien recibía y administraba los beneficios.

En la isla, Dudus era conocido como el capo más poderoso del país. Pasaba mucho tiempo en Tivoli, barrio al que la policía no tenía acceso desde 2001 sin su permiso. Era tan poderoso que el primer ministro Golding se negaba a firmar su petición de extradición a Estados Unidos, alegando que las pruebas contra el capo se habían obtenido de manera ilícita. Pero a principios de mayo, bajo una fuerte presión política internacional, Golding autorizó el arresto y, previendo las consecuencias, declaró el estado de emergencia. La respuesta de Dudus fue convertir Tivoli en su fortaleza personal.

Dudus tenía una reputación heroica en los barrios marginales de Kingston, un híbrido entre Jesucristoy Pablo Escobar. Educado en un ambiente relativamente privilegiado, junto a los hijos de los miembros de las élites políticas del país, los residentes de Tivoli acudían a él para conseguir ayuda legal, préstamos, alimentos, medicinas o pagar matrículas escolares. La electricidad era gratuita. Su política era muy sencilla: no robar, no violar, no matar. Tenía su propio sistema penal —brazo roto por robar, paliza por violar, muerte para los reincidentes— y sus propias cárceles. Muchos se sentían seguros en el barrio. El Gobierno lo consentía. Golding, además, conocía muy bien la situación: había sido elegido diputado en la circunscripción a la que pertenecía Tivoli cinco años antes. Y había otra conexión más entre ellos: la administración laborista adjudicaba contratos millonarios a la empresa legal del capo.

Antes de empezar la operación, el Gobierno envió autobuses para evacuar a los residentes, pero muy pocos quisieron marcharse. Hubo una manifestación a favor de Dudus. Durante una semana, en las zonas cercanas a Tivoli las tiendas cerraron antes y se suspendieron las clases en los colegios. Hubo un momento en que se cancelaron vuelos. A los medios de comunicación se les prohibió el acceso a la zona. Desde la terraza del edificio donde tiene las oficinas el Jamaica Gleaner se tomaron fotos de un avión de vigilancia del Departamento de seguridad nacional de los Estados Unidos. Costó una semana tomar el control de Tivoli, pero durante prácticamente un mes se decretó un toque de queda a las 6 de la tarde, hasta que, por fin, el 23 de junio, capturaron a Dudus. Se declaró culpable y actualmente cumple una condena de más de veinte años en una cárcel de Estados Unidos. Golding dimitió en 2011.

4645472408_713e704513_o.jpg

Jamaica, 2010. Fotografía: BBC World Service. (CC BY-NC 2.0).
Una historia con la Guerra Fría como contexto

En 1962, año en que Gran Bretaña otorgó la independencia a Jamaica, Edward Seaga, miembro del partido laborista —JLP, Jamaican Labour Party— fue elegido diputado en West Kingston. Seaga era, es, un jamaicano nacido en Estados Unidos, de piel clara, educado en Harvard. A principios de los sesenta decidió convertir un barrio de chabolas situado junto al puerto de Kingston en Tivoli Gardens. Allí no había electricidad ni servicios sanitarios. Seaga no solo solucionó los problemas básicos, sino que puso además una escuela, un centro de formación profesional y una clínica de atención sanitaria. Desde entonces Tivoli ha sido fiel al JLP.

En la década de los setenta, Seaga se convirtió en el líder del JLP, que entonces estaba en la oposición. Uno de sus guardaespaldas era el padre de Dudus, Lester Coke. Poco a poco, Coke fue ganando poder hasta convertirse en el capo de la banda de Tivoli aprovechando las circunstancias que hicieron de las elecciones de finales de la década un conflicto de poder de la Guerra Fría.

El Gobierno socialdemócrata del PNP, People’s National Party, liderado por Michael Manley—jamaicano, de piel clara, educado en la London School of Economics —hizo enfadar a muchos sectores de la élite jamaicana con sus reformas de corte izquierdista, y al gobierno de los Estados Unidos con el cierre de las empresas norteamericanas de bauxita y su relación de amistad con Fidel Castro. Con Cuba a poco más de cien kilómetros al norte de Jamaica, Manley manifestó su interés por reforzar las relaciones diplomáticas con la isla y desarrollar una alianza con otros países, incluida la Unión Soviética, para luchar contra el imperialismo. Entonces Jamaica experimentó una escalada significativa de la cultura de la violencia política que Manley atribuyó a una campaña de desestabilización encubierta: culpó a los norteamericanos de enviar armas y dinero al JLP de Seaga. Los partidarios de Seaga respondieron diciendo que Castro entrenaba a los pandilleros que apoyaban a Manley y su gobierno.

En 1980, el JLP ganó las elecciones. Seaga pronto mostró interés por reforzar las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos, agradeciendo a la administración de Ronald Reagan su apoyo yespecialmente la compra de toneladas de bauxita. Reagan también elogió a la administración de Seaga por ser ejemplo de democracia y desarrollo económico a la vez que criticaba duramente al Gobierno anterior y al de Cuba.

En los ochenta, Coke —recordemos, el padre de Dudus— se había convertido ya en una figura intocable en Tivoli y los negocios de la Shower Posse se extendían hasta los Estados Unidos, donde la banda luchaba contra los cárteles colombianos por controlar el narcotráfico. Fue en Nueva York donde sucedieron los hechos que desencadenaron la petición de extradición de Coke: siguió a un individuo que le había agredido hasta una casa y mató a todos los que había dentro. En 1992, Coke fue arrestado y enviado a prisión, donde murió al incendiarse su celda mientras esperaba a ser enviado a los Estados Unidos. Seaga acudió al entierro.

La relación entre los políticos y los capos de la mafia, por tanto, es anterior a Golding y a la última masacre. Sabemos que Golding es discípulo político y beneficiario de Seaga, y que siempre ha habido una relación entre el diputado de West Kingston y la Shower Posse de Tivoli. Lo que es en parte leyenda urbana y en parte hecho histórico es el apoyo de la CIA a Seaga y de Castro a Manley. Quedan preguntas clave sin responder. No se sabe cómo se incendió la celda de Coke. No está claro el motivo de la petición de extradición de Dudus —aun pudiendo prever el poco impacto que eso tendría en el volumen de drogas que entra a Norteamérica, y teniendo en cuenta que las políticas de la administración Obama en la guerra contra el narcotráfico iban en otra dirección—. Tampoco se conocen muchos detalles de la masacre de 2010: ningún periodista ha tenido acceso a lo que el avión del Departamento de seguridad de los Estados Unidos grabó.

4644859357_b24fb4f077_o.jpg

Jamaica, 2010. Fotografía: BBC World Service. (CC BY-NC 2.0).

https://www.jotdown.es/2019/01/cuando-el-infierno-de-jamaica-conmociona-al-mundo/
 
La increíble historia de los hombres que viajaron al fin del mundo
El periodista y escritor Jesús Marchamalo y el ilustrador Agustín Comotto narran las aventuras de los expedicionarios

increible-historia-conquista-polos_1207989200_13022868_1020x574.jpg

Roald Amundsen en Svalbard en 1925 (Imagen: Wikipedia)

CRISTINA SAINZ BORGOPUBLICADO 10.01.2019 - 11:26ACTUALIZADO10.1.2019 - 11:31

El ser humano atesora, incluso antes de la cólera del Pélida Aquiles, el afán de explorar y descubrir: desde los océanos más profundos o las montañas más altas hasta las llanuras extremas de la tierra. Sin embargo, una obsesión se ha impuesto sobre el resto con más escarmientos: los polos, esos lugares que rematan y distribuyen la tierra en una cartografía de los cuerpos que rotan, una línea que recorre el globo de Norte al Sur.

Jesús Marchamalo, el hombre que husmeaba en las bibliotecas ajenasJesús Marchamalo, el hombre que husmeaba en las bibliotecas ajenas
Ese es el tema que aborda La Conquista de los Polos (Nórdica), un libro escrito por el periodista y escritor Jesús Marchamalo con lustraciones de Agustín Comotto, una primorosa edición de Nórdica, un sello que se distingue por la belleza y esmero de sus ediciones. A lo largo de sus 152 páginas, La conquista de los polos ofrece un viaje apasionante por todas las expediciones que exploraron estos confines del mundo en lo últimos doscientos años.

Esta historia comienza entre los siglos XVIIl y XIX. Hasta entonces, los polos suponían un territorio inexplorado, en gran parte por el frío intenso que ocasionó la muerte de los marineros que se atrevían a descubrir la ruta para llegar hasta ellos. Muchos no pudieron regresar para contarlo y los que vivieron tuvieron que pagar el oneroso tributo del congelamiento de los dedos, el indeseable escorbuto, las quemaduras en la piel e incluso la ceguera por la intensa refracción de la luz sobre la nieve.

A ese paisaje de devastación que describe Marchamalo siguen otros infiernos frigoríficos, un campo de batalla del espíritu que aprisiona en su cementerio a los barcos encallados entre placas congeladas: marineros y expedicionarios que viajaron hacia la muerte amortajados en hielo. Las quillas de aquellos barcos no conseguían, como el hacha de Kafka, romper el mar helado del corazón de quienes murieron intentando llegar al fin del mundo.

El hielo y el siglo XIX
La Conquista de los Polos comienza con la expedición de John Ross, en 1818. El explorador escocés partió animado por la recompensa ofrecida por el Parlamento Británico y que sería concedida a aquel marino que encontrara un paso entre el océano Pacífico y el Atlántico. La travesía exigió de Ross y los suyos valor suficiente para navegar la región del extremo nororiental de la costa del continente americano que conducía al estrecho de Bering, hasta llegar al Estrecho de Davis y Bahía Baffin.

Jesús Marchamalo describe con lujo de detalles cada expedición: las características de los barcos, los víveres que llevaban, las innumerables dificultades sufridas en el trayecto, que en ocasiones acabó en un trágico final. Cobran especial vistosidad las historias del explorador noruego Roald Amundsen, quien en 1901 descubrió el paso hacia el Noroeste en la Antártida, algo que lo obsesionó desde su juventud, convirtiéndose gracias a esto en el primer hombre que navegó por el pacifico desde el Atlántico Norte. Era tal la pasión del noruego por el hielo, que se dice que desde los ocho años dormía con la ventana de su habitación abierta, para acostumbrarse al frío.

Un año después, en 1902, el capitán Robert Falcon Scott lideró la primera expedición británica a la Antártida, convirtiéndose así en el primer ser humano en sobrevolar este territorio en un globo aerostático. El oficial recorrió 1000 kilómetros de planicies de hielo usando trineos tirados por perros. Noventa días después, y luego de padecer penurias y hambre, consiguió regresar Inglaterra a bordo del Discovery. No contento con aquella hazaña, Scott se decidió cruzar el Hades, otra vez. ¿Por qué lo hizo? La explicación, y perdone la redundancia lector, es tan trágica como humana.

El británico Scott y el noruego Amundsen se enfrascaron en una competencia por la conquista del Polo Sur. La contienda terminó con la trágica muerte de Scott y su tripulación. Murieron congelados, sin alimentos, con escorbuto y ceguera, como puede deducirse de los diarios del capitán de marina británico. El relato acabó con la gloria para Amundsen, quien se convirtió en la primera persona en llegar a ambos polos.

De eso habla La conquista de los polos: de un viaje en el tiempo hacia la época donde sin tecnología, ni GPS, ni helicópteros, unos valientes -o enloquecidos- hombres arriesgaron su vida con la única intención de satisfacer su necesidad de explorar y descubrir, ese afán de alcanzar lo desconocido, de llegar al límite, algo que ha movido al ser humano y que seguirá guiándolo por la senda de las exploraciones. ¿Y qué es, pues, una lectura, sino una conquista, una expedición? He aquí la prueba.



detalle-portada-libro-publicado-Nordica_1207989201_13022914_660x944.jpg



Un detalle de la portada del libro, publicado por Nórdica.





https://www.vozpopuli.com/altavoz/cultura/increible-historia-conquista-polos_0_1207979472.html
 
¿Por qué cayó el Imperio romano? Una respuesta inesperada (y fascinante)
La desarrolla el profesor estadounidense de historia clásica Kyle Harper en 'El fatal destino de Roma', que publica en España Crítica


imagen-sin-titulo.jpg

'The Course of Empire - Destruction', por Thomas Cole (1836)


RAMÓN GONZÁLEZ FÉRRIZ
TAGS
HISTORIA

15/01/2019


Es una pregunta que se ha repetido una y otra vez en los últimos 15 siglos: ¿por qué cayó el Imperio romano? Ha habido toda clase de respuestas (un estudioso alemán hizo una lista que incluía 210 posibilidades), desde las interesadamente ideológicas, según las cuales el problema de Roma fue que el Estado gastaba demasiado en guerras y en alimentar a los pobres, a las claramente morales, para las que el hedonismo y el afeminamiento de los romanos les impidieron mantener en funcionamiento una entidad política de su calibre.

Pero las respuestas serias son básicamente dos. Por un lado, que Roma cayó porque el sistema político era tremendamente caótico. La sucesión de los emperadores era demasiado indeterminada y el Estado era al mismo tiempo muy burocrático y siempre se encontraba enzarzado en batallas por el liderazgo militar. Y, por el otro, que el Imperio había crecido en exceso ―abarcaba de Londres a Damasco, del Danubio al Sáhara― y eso fomentó la creación de estados secundarios internos que, sumados a las amenazas externas, hicieron inviable la supervivencia de ese monstruo sin precedentes.

Pero hay una nueva teoría, fascinante y original. Lo que acabó con el Imperio romano fueron un cambio en el clima y la viruela.

Así lo explica 'El fatal destino de Roma' (Crítica), del profesor estadounidense de historia clásica Kyle Harper. Según él, ninguna de las teorías anteriores es desdeñable, y no existe ninguna duda de que las razones bélicas, políticas y económicas tuvieron que ver con la desaparición del Imperio. Pero, en los últimos años, el estudio de “núcleos de hielo, piedras rupestres, depósitos de lagos y sedimentos marinos”, así como de “huesos humanos [que] por su tamaño, forma y cicatrices preservan un sutil registro de la salud y las enfermedades”, de “dientes [que cuentan] historias sobre la dieta y la migración, biografías biológicas de la mayoría silenciosa” y de “los genes” nos permite ver muchísimo más allá de lo que lo hicieron los historiadores previos.

En primer lugar, Harper cuenta por qué Roma ―que en el siglo VIII a. C. era un poblacho poco prometedor, alejado del mar y sometido a sus vecinos etruscos― se convirtió en el mayor imperio de la historia. Por supuesto, hay razones humanas: desde el talento de sus líderes a su inteligente organización política y militar, y sobre todo una soberbia comprensión de las posibilidades del comercio y la tecnología. Sin embargo, también tuvieron mucho que ver las fuerzas de la naturaleza; en concreto, el clima.

"El sol fue generoso"
“El crecimiento de los mercados alimentó la expansión empresarial y las instituciones romanas incentivaron deliberadamente la ocupación de tierras marginales. La circulación de capitales propició el enorme aumento de las obras de irrigación en paisajes semiáridos. El auge económico del África romana [recordemos que Egipto fue durante mucho tiempo el granero que alimentaba a Roma] se logró gracias a la construcción de acueductos, pozos, cisternas, terrazas, diques, embalses y [canales]”. Lo cual pudo suceder gracias a que entre los años 200 a. C. y 150 se produjo lo que se conoce como el Óptimo Climático Romano, una fase del Holoceno ―la época geológica iniciada hace unos 12.000 años que permitió la aparición de la agricultura y, con ella, de las entidades políticas complejas― con “altos niveles de insolación (…), un periodo de clima cálido, húmedo y estable en gran parte del vasto Imperio romano”. O, por decirlo de otro modo, “el sol (…) fue generoso con los romanos”.

Como ya advirtió Plinio el Viejo, y Harper cuenta con datos, se produjeron migraciones botánicas que no se debieron únicamente a las artes humanas: las hayas, que antes solo crecían en las tierras bajas, empezaron a ser un árbol de montaña. Grandes glaciares comenzaron por entonces a retirarse de las alturas de los Alpes. Se podían plantar viñas, olivos y cereal en lugares antes imposibles. “Las condiciones del Óptimo Climático Romano permitieron que mayores extensiones de tierra fueran más maleables al avance de los cultivos humanos que en los siglos anteriores o posteriores”. De nuevo, sin el ingenio humano nada de esto habría servido para forjar un imperio que duró más de 500 años, pero sin estas condiciones, tampoco hubiera sido posible.

Ahora bien, esta época feliz llegó a su fin. Por un lado, el Óptimo Climático Romano terminó: el periodo entre los años 150 y 450 fue de una enorme inestabilidad climática, que tuvo efectos inequívocos en las reservas alimentarias y una enorme influencia en los acontecimientos militares y políticos. Y ya en el siglo VI, con el Imperio condenado, esas alteraciones climáticas culminaron en una Edad de Hielo: entre los años 530 y 540 se produjo la temporada más fría de todo el Holoceno y la energía procedente del sol descendió a mínimos, en parte debido a las erupciones de volcanes, cuyas emisiones crearon una capa que dificultaba la llegada de la luz a la tierra.

Como dice Harper, "los gérmenes son mucho más mortíferos que los germanos"

Pero además, como dice Harper, “los gérmenes son mucho más mortíferos que los germanos”. Roma llegó a tener un millón de habitantes ―ninguna ciudad del mundo igualaría esa cifra hasta el Londres del siglo XIX―, y había creado una red de carreteras y un sistema de intercambio entre zonas geográficas dispersas que no tenían precedentes. Y por eso mismo “deberíamos imaginarnos el mundo romano en su totalidad como un contexto ecológico para los microorganismos (…). La urbe romana era una maravilla de la ingeniería civil y, sin duda, los baños, las alcantarillas y los sistemas de agua corriente aliviaban los efectos más temidos de la eliminación de residuos (...) [pero] la ciudad estaba infestada de ratas y moscas, y pequeños animales graznaban en callejones y patios. No existía una teoría sobre los gérmenes, la gente casi nunca se lavaba las manos y no podía impedirse la contaminación de los alimentos. La ciudad antigua era un hogar insalubre. Las pequeñas enfermedades provocadas por la ruta fecal-oral, que inducían diarreas mortales, probablemente fueron la principal causa de muerte en el Imperio romano”.

En la década de 160 estalló la primera gran pandemia, la llamada 'peste antonina' (por el nombre del emperador del momento). Es probable que fuera la viruela, aunque no se sabe con certeza, y acabó con alrededor del 20% de la población. Las consecuencias políticas y económicas fueron devastadoras, y también se dejaron notar en el reclutamiento militar. El Imperio sobrevivió, pero a partir de entonces no volvería a ser el mismo. Solo mantenerse en pie le costaba ya un esfuerzo colosal.

Nos gusta hacer grandes interpretaciones morales de los acontecimientos históricos más trascendentes, y la caída del Imperio romano quizá sea uno de los más significativos. Este extraordinario ensayo de Kyle Harper demuestra cómo la humanidad se puede condenar no solo por clamorosos errores ideológicos sino por sucesos que escapan a su poder, como el tiempo ―aunque el cambio climático que experimentamos ahora sí tenga que ver con la acción de los humanos―. Sea como sea, deberíamos recordar la lección romana: incluso las civilizaciones mas sofisticadas están a expensas de las leyes de la naturaleza e incluso lo gigantesco puede caer. Así pasa la gloria en el mundo.


https://blogs.elconfidencial.com/cu...omano-roma-kyle-harper-fatal-destino_1755318/
 


NACE EL ÚLTIMO EMPERADOR DE CHINA

7 DE FEBRERO DE 1906

El 7 de febrero de 1906 nació Puyi, el último emperador de la dinastía Qing (Manchu) de China. Con sólo tres años, Puyi, que reinaría bajo el nombre de Xuantong, accedió al trono, si bien no llegaría a ocuparlo mucho tiempo. La Revolución china de 1911 le llevaría a abdicar el 12 de febrero del año siguiente, poniéndose así fin a 2.000 años de gobierno imperial. Entre 1934 y 1945 se convertiría en emperador títere del estado de Manchukuo creado por Japón en territorio chino. Tras la caída de Manchukuo ante la URSS, las autoridades de la República Popular China por quienes fue reclamado le condujeron a la prisión de Fushun, donde sería reeducado durante diez años. Falleció en 1967. Su vida fue llevada con gran éxito al cine por Bernardo Bertolucci en la cinta El último emperador.

https://canalhistoria.es/hoy-en-la-historia/nace-el-ultimo-emperador-de-china/



temperador1.gif

emperador1.gif



CUANDO EL INFANTE PU YI, hijo celestial de China, es presentado a su corte en la película El último emperador, interminables filas de eunucos y cortesanos de palacio se inclinan hasta el suelo en actitud reverencial. En 1956, cuando conocí al auténtico ex-emperador Pu Yi en una cárcel política en Fushun, la presentación fue menos ceremoniosa.

"Éste es el prisionero", dijo un comandante del Ejército de Liberación del Pueblo, mientras conducía a Pu Yi a la sala de visitas. "Hablará contigo durante una hora. Pregúntale lo que quieras".

Una generación antes, el comandante hubiera temblado en presencia del prisionero y habría tocado su frente contra el suelo, haciendo el Kow Tow en señal de pleitesía. Su vida y la de su familia habría colgado de un hilo según el estado de humor de este hombre de apariencia tranquila que esperaba la orden para poder sentarse. Sin embargo, el comandante le miraba con el desdén reservado para un hombre sin nombre, sin número y que salvo en los oscuros pasajes de la historia había dejado de existir.

El prisionero era Pu Yi, el último emperador de China, y único superviviente de la dinastía Ching de China y el escenario consistía en una prisión, anónima y grisácea, en Manchuria, en el desolado nordeste de China. Pu Yi dirigió lentamente la vista alrededor de la habitación, parpadeando tras sus gruesas lentes, mientras sostenía nerviosamente su gorra entre las manos. Se ajustó el cuello del uniforme azul de presidiario y esperó a que alguien hablara.

El hombre que a la edad de tres años se sentó en el trono manchú de la Ciudad Prohibida de Beijing; vestía el traje azul del comunismo chino, en vez de la seda amarilla de la realeza china. Exteriormente, Pu Yi había llevado bien sus años de confinamiento, un hombre de 51 años de mirada sensible, alto y de hombros redondeados.

"El cerebro lavado y la mirada confusa", escribí en esa época; hablaba las secas y entremezcladas frases del marxismo leninismo que estudió durante años detrás de los barrotes de una cárcel secreta en China y bajo custodia en la Unión Soviética. "Considero éste el periodo más afortunado y enriquecedor de mi vida", dijo Pu Yi en voz baja, evitando los ojos de los oficiales del ejército rodeando la mesa donde él se encontraba sentado. "Agradezco al Gobierno popular el haberme revelado la seriedad de mis crímenes en el pasado, mis enormes crímenes".

El ex emperador estaba sentado en una silla de espalda recta, hablaba en voz tan baja que el intérprete tenía que pedirle que repitiera cada respuesta. Los oficiales se inclinaban hacia adelante, ocasionalmente susurrando entre ellos, pero escuchando a Pu Yi con atención. Un secretario en uniforme caqui transcribía la conversación. Ya había hablado anteriormente con otros visitantes de la prisión, no muchas, pero las suficientes veces como para tener las respuestas preparadas. Dispuso de once años para aprendérselas. En ocasiones, las palabras se tornaban apasionadamente marxistas, pero su voz se mantenía carente de compromiso. "Me resulta difícil poder hablar del trato que he recibido aquí. Me han tratado tan bien que es demasiado bueno para poderlo describir. Me han dado la oportunidad de reflexionar detalladamente sobre mi vida anterior y reformarme".

Junto con él, en la cárcel existía un número desconocido de anteriores ministros de gabinete (todos vestidos como él, de barrenderos, aunque por esa época toda China vestía de esa manera). Seguían la misma rutina de juegos y ejercicios organizados, horas encerrados en sus celdas, partidas de ajedrez, leyendo las revistas de propaganda en la sala de lectura, iluminada por una solitaria bombilla desnuda. No había trabajo con el que llenar el día, sólo estudio político.

Pu Yi declinó hacer mención sobre el número de ex funcionarios imperiales que compartían su encierro. "Soy libre para hablar de mis cuestiones personales, pero no puedo hablar sobre nada en lo concerniente a los demás", según afirmó.

El joven comandante fue un poco más explícito. Me dijo que: "Cada prisionero aquí es un traidor". No me dio cifras pero era una prisión grande y las galerías parecían estar llenas. Había cinco sillas en la barbería de la prisión y mucho material de deportes apilado en un almacén situado en el patio. Se dijo que 38 criminales de guerra japoneses habían estado recluidos aquí. La prisión estaba a unos dos o tres kilómetros de Fushun, era visible el humo de las fábricas que rodeaban la mina de carbón a cielo abierto que abastecía a la ciudad.

Por definición propia, Pu Yi era un traidor, y sus crímenes eran las acciones que realizó a lo largo de toda su vida. "No merezco otra cosa que el más severo de los castigos. Traicioné a mi pueblo, y mi gobierno no fue nada más que una camarilla de traidores. Todos los gobiernos anteriores de China no han hecho otra cosa que explotar al pueblo". Los oficiales asintieron con la cabeza. "El Gobierno actual, el Gobierno del pueblo, es el mejor de toda la historia de China", dijo el que una vez fuera emperador.

En un recorrido de 30 minutos a través de Fushun, esta ciudad del Nordeste de China dedicada a la minería del carbón, se puede viajar a través de la historia de la dinastía Ching. Tras las paredes rojo sangre del templo en las afueras de Fushun, se encuentra la tumba de Nur Hai-Chi, cuyos ancestros, hace 300 años, irrumpieron a través de toda China y conquistaron el reino.

Tras el derrocamiento en 1911 de la dinastía Ching, durante la rebelión de Sun Yat-Sen, el niño emperador vivió apartado del mundo tras las murallas de la Ciudad Prohibida hasta 1917, cuando por espacio de 12 días se reinstauró el Imperio con Pu Yi sentado en el trono. "Como puede ver, bajo el sistema feudal, incluso un niño podía sentarse sobre el cuello del pueblo", afirmó mientras los tres oficiales asentían su aprobación.

En 1931 fue reinstaurado por los conquistadores japoneses como hombre de Paj* del gobierno títere de Manchukuo tras la invasión japonesa del nordeste de China. Durante 14 años vivió en su corte con dos esposas, rodeado de cortesanos y repitiendo las órdenes que le daban los generales japoneses. "Sin mi colaboración, los imperialistas japoneses no hubieran podido establecerse. Yo fui el causante de matanzas y baños de sangre", los oficiales volvieron a asentir de nuevo con la cabeza. "Un asesino siempre es condenado a muerte y a pesar de que no maté a nadie con mis propias manos, soy culpable", añadió.

Le pregunté a Pu Yi dónde pasó el tiempo entre su desaparición tras la derrota japonesa y su reaparición durante los juicios que tuvieron lugar este verano (1956) contra los criminales de guerra japoneses en China.

En 1945, mientras las fuerzas rusas invadían Manchuria y amenazaban con tomar la capital Changchun, Pu Yi dijo que había sido obligado por el comandante del Ejército de Kwantung a abandonar el palacio y a trasladar su corte a Tung Hua. "Esto llevó tres días.

Poseía una enorme fortuna, una familia y 200 o 300 funcionarios y sirvientes", según recuerda. "Cuando llegamos a Tung Hua, los japoneses se habían rendido. Me ordenaron que me dirigiese de inmediato a Tokio, pero cuando llegué a Shen Yang (Mukden), los rusos ya estaban ahí y yo fui arrestado en el aeropuerto".

Desde Mukden, Pu Yi fue llevado a la Unión Soviética. Durante los cinco años siguientes fue trasladado de una prisión a otra, hasta que finalmente en 1950 fue devuelto a China y encerrado en Harbin y Fushun. "No sé por qué me devolvieron".

Le consulté si pensaba que era injusto haber estado encarcelado durante 11 años sin un juicio. "Por supuesto que no", respondió con rapidez, mostrando incluso una sonrisa.

La familia de Pu Yi ha sobrevivido a la revolución comunista en mejores condiciones que el emperador. La esposa que aún le queda es una bibliotecaria en Changchun, donde una vez gobernó como emperatriz. "Viene a visitarme de vez en cuando", dice Pu Yi. "Me han permitido ver a toda mi familia". Dice que recibe visitas una vez cada seis meses. Su tío es delegado del Congreso Nacional del Pueblo en Beijing y su hermano es un maestro en la capital. Sus seis hermanas, que antes vivían con él en la corte, todas viven ahora en Beijing. "La mayoría está ayudando en la reconstrucción de China", según explicó. "Son líderes de sus comités de calle".

La rutina diaria de Pu Yi comienza a las 6 de la mañana. No se realiza ningún trabajo en la prisión. El día transcurre entre juegos y lectura. "Yo mismo estoy estudiando la Historia de China y el desarrollo de la sociedad humana", me dijo. ¿Se refiere al marxismo? "Sí".

Estreché la mano de Pu Yi antes de abandonar la habitación. Esto le hizo sentirse incómodo y echó un rápido vistazo a los oficiales antes de coger mi mano.

¿Sabe lo que le va a ocurrir?, le pregunté. "No, pero cuidarán de mí", le dijo al intérprete.



VIDA DE EMPERADOR


El último emperador de China, Henry Pu Yi, nació en 1906. En ocasiones su nombre también ha sido escrito como Puyi, Pu-Yi o Buyi. Pu Yi no era chino, era miembro de la dinastía Ching, un manchú. Los manchúes eran nómadas originarios de Manchuria, en el nordeste de China. En 1644 conquistaron China, pero no se integraron con los chinos. Mantuvieron su propio idioma y costumbres, vivían aparte y sólo contraían matrimonio con otros manchúes.

Cuando Pu Yi nació, la dinastía Ching atravesaba serias dificultades. China había sido dominada por las potencias extranjeras, en su mayoría occidentales. El país estaba regido por la emperatriz madre Tzu Hsi, tras haber encarcelado al emperador nominal, Kuang Hsu, por conspirar contra ella. En su lecho de muerte la emperatriz nombró a Pu Yi, el hijo del hermano del emperador encarcelado, para que se convirtiera en el heredero, y para asegurarse de que el actual emperador no interfiriera en sus planes hizo que le envenenaran. Pu Yi tenía tres años cuando se convirtió en emperador. Su nombre imperial era Hsuan Tung.

El padre de Pu Yi, el príncipe Chung, actuó como su regente. En 1911 una rebelión obligó al príncipe a abdicar la regencia, mientras el general chino Yuan Shik Kai tomaba las riendas del gobierno.

Esperaba iniciar su propia dinastía y sugirió que Pu Yi debía abdicar. El Gran Consejo manchú accedió a ello y el 12 de febrero de 1912, el emperador con cinco años de edad renunció a su trono. Continuó viviendo en la Ciudad Prohibida y fue tratado con enorme respeto.

La Ciudad Prohibida se encontraba ubicada en la Plaza de Tiannamen en Beijing. El pueblo tenía prohibido entrar en la ciudad, rodeada por murallas de 11 metros de alto y un foso. Construida entre 1406 y 1420 por los emperadores Ming, dispone de los palacios de 24 emperadores, así como terrazas de mármol blanco y jardines y santuarios que ocupan una extensión de 150 hectáreas. Las paredes de la ciudad son rojas y la techumbre es dorada, los colores de la corte imperial. A nadie salvo al emperador se le permitía utilizar el color amarillo.

A pesar de que Pu Yi ya no era emperador, todo el mundo se inclinaba y le rendía pleitesía, incluyendo sus parientes, a los que veía en contadas ocasiones. Se convirtió en emperador a la edad de tres años y no volvió a ver a su madre hasta los 10. Su educación estuvo supervisada por cuatro concubinas de anteriores emperadores. En sus propias palabras: "A pesar de que tuve muchas madres, nunca conocí el amor materno". Su madre auténtica solía discutir con las concubinas sobre cómo había que educar a Pu Yi. Tras una de esas discusiones tragó opio y falleció. Por aquel entonces Pu Yi tenía 13 años. Su padre, el príncipe Chung, lo visitaba cada dos meses y nunca permanecía con él más de dos minutos.

Los eunucos también trataban a Pu Yi con gran formalidad. Dentro de la Ciudad Prohibida, iba siempre acompañado por una enorme procesión. No podía darse un paseo sin que su comitiva le siguiera con comida, medicinas y ropas. No tenía un horario fijo de comida. Cuando quería comer ordenaba "que traigan las viandas" y de inmediato los eunucos instalaban seis mesas llenas de comida. Cuando se encontraba de mal humor, ordenaba que los eunucos fueran azotados en su presencia. En una ocasión, ya adulto, ordenó que azotaran a un niño por haber intentado huir. El niño murió.

En 1917, cuando Pu Yi contaba 9 años de edad, un señor de la guerra llamado Chang Hsun decidió reinstaurarle en el trono. El ejército de Chang puso a Beijing bajo sitio y Pu Yi publicó un edicto anunciando que volvía a ser emperador de nuevo. Los líderes del gobierno republicano acusaron a los monárquicos de utilizar a Pu Yi como títere, lo cual, por supuesto, era cierto.

Seis días después de la restauración, un aeroplano arrojó tres bombas sobre la Ciudad Prohibida. Se trató del primer bombardeo aéreo en la historia de China. Pu Yi se encontraba dando clase cuando escuchó las explosiones. Más tarde afirmó que "estaba tan aterrorizado que me temblaba todo el cuerpo y las caras de mis tutores palidecieron". Luego pudo escucharse el sonido de armas de fuego que se aproximaban a la Ciudad Prohibida. Pu Yi volvió a perder el trono Pu Yi recibió una educación con muchos altibajos. Estudió a los clásicos, Historia y poesía, pero no aprendió nada de Matemáticas, Geografía o ciencias. Sus clases eran en chino y manchú. A los 13 años comenzó a estudiar inglés.

Los manchúes todavía albergaban esperanzas de restaurarlo en el trono y deseaban que mantuviera contacto con las potencias occidentales, por si pudieran ayudarles a alcanzar su objetivo. Contactaron entonces con un oficial de alto rango de la Oficina Colonial inglesa. Se llamaba Reginald Johnston. En realidad no era un profesor: su auténtica labor consistió en actuar de intermediario entre Pu Yi y el Gobierno británico. No obstante, sí ayudó a Pu Yi a hablar inglés; él y el niño se convirtieron en estrechos amigos. Pu Yi resultó profundamente influenciado por Johnston y desarrolló una fascinación por todo lo occidental. Le pidió que le ayudara a escoger un nombre en inglés. El oficial le entregó una lista con nombres de monarcas británicos y Pu Yi eligió el de Henry: por ese motivo en las enciclopedias el último emperador de China aparece como Henry Pu Yi.

Johnston fue el primero en notar que Pu Yi necesitaba gafas. Los consejeros de Pu Yi mostraron su desacuerdo al considerar unas lentes como algo demasiado occidental para un emperador chino. Sin embargo, Pu Yi no les hizo caso y utilizó gafas durante el resto de su vida.

A medida que Pu Yi aprendió más sobre el mundo, cayó en la cuenta de que se hallaba prisionero en la Ciudad Prohibida. A los 15 años intentó escapar sobornando a los guardias apostados a la puerta. Cogieron su dinero y a continuación le traicionaron. Nunca logró salir fuera de las murallas.



LA HORA DE LA BODA


Cuando cumplió los 16 años, sus consejeros decidieron que era hora de que se casara. Le entregaron fotografías de cuatro jóvenes manchú y le dijeron que escogiese a una. Escogió a una niña de 13 años llamada Wen Hsiu. Sus consejeros no estaban contentos con la elección y le dijeron que Wen Hsiu era demasiado fea para ser emperatriz. Ante su insistencia, decidió escoger otra novia, una muchacha de gran belleza y de su misma edad. Era Wan Jung, que más tarde sería conocida como Elizabeth.

Elizabeth se convirtió en su esposa oficial y Wen Hsiu, su primera elección, en concubina. Durante la noche de bodas con Elizabeth, a Pu Yi le entró pánico y huyó de sus aposentos. Cabe la posibilidad de que nunca llegara a consumar sus matrimonios. No tuvo hijos.

En 1924, la Ciudad Prohibida fue rodeada nuevamente por el ejército de otro señor de la guerra, Feng Yu-Hsiang, que no tenía intención de reinstaurar a Pu Yi en el trono. Pu Yi fue obligado a abandonar la Ciudad Prohibida por primera vez desde que se convirtiera en emperador. Se llevó consigo su sello imperial y una maleta repleta de piedras preciosas.

El adolescente ex emperador viajó en limusina hasta la mansión de su padre, el príncipe Chung. Una vez allí, uno de los hombres de Feng le llamó "señor Pu Yi". Por primera vez en su vida fue tratado como un ciudadano normal, y eso le encantó. "Como emperador, jamás disfruté de la libertad. Ahora he descubierto mi libertad", exclamó. Sin embargo, seguía siendo un prisionero y no había descartado su sueño de recuperar el trono. Al poco tiempo, Johnston le ayudó a escapar hasta la delegación japonesa.

Las esposas y séquito de Pu Yi se reunieron con él en la sede diplomática japonesa en Beijing. Más tarde se trasladaron a Tientsiu, en la costa china, donde los japoneses disfrutaban de un amplio poder. Pu Yi alquiló una mansión llamada El jardín de Chang, donde quedó establecida su corte, y permaneció ahí durante años, mientras conspiraba para recuperar el trono.

Tientsin era una ciudad cosmopolita y tanto Pu Yi como su esposa Elizabeth tenían una ajetreada vida social. Su relación personal era muy fría. Elizabeth llamaba a su marido eunuco. Pu Yi se llevaba mejor con su concubina, Wen Hsiu. Aunque finalmente ésta solicitó el divorcio, posiblemente por sentir celos de la posición de Elizabeth como emperatriz. El divorcio era algo sin precedentes en la historia de la familia imperial, pero Pu Yi no quería un escándalo público y se lo concedió. Wen Hsui regresó a Beijing.



EL RETORNO


En 1931, el Ejército japonés invadió Manchuria. Pu Yi estaba encantado. Aceptó su oferta de introducirle clandestinamente. Vestido con el uniforme de oficial japonés fue llevado a un río donde aguardaba un barco que, sin él saberlo, estaba listo para explotar en caso de que fuera capturado por los chinos. Pero consiguió llegar a alta mar sano y salvo. Allí fue recogido por un buque japonés que le llevó a Manchuria.

Más tarde, Elizabeth se reunió con él, pero ella y Pu Yi pasaban muy poco tiempo juntos. Ella tuvo una aventura con un guardia y Pu Yi la castigó confinándola a sus aposentos. Con el paso del tiempo, la emperatriz se convirtió en adicta al opio, deteriorándose física y mentalmente. En una ocasión, durante un banquete, cogió un trozo de pavo y comenzó a devorarlo como si fuera un animal salvaje. Estaba perdiendo completamente el juicio.

Los japoneses crearon un nuevo estado en Manchuria llamado Manchukuo y convirtieron a Pu Yi en jefe del gobierno, lo cual le enfureció: él quería ser emperador. China denunció a Manchukuo como un estado ficticio y a Pu Yi como un traidor. Los únicos países importantes que reconocieron a Manchukuo fueron Japón, Alemania e Italia.

No fue hasta 1934 cuando los japoneses aceptaron convertir a Pu Yi en emperador de Manchukuo. Adoptó como título de su reinado el de Káng Teh o Tranquilidad y Virtud. Los japoneses le proporcionaron un palacio y dinero, y también tomaron todas las decisiones por él. Era un títere que tenía muy poco que decir, incluso en el plano de su vida personal. Los japoneses le presionaron a él y a su hermano para que se casaran con mujeres japonesas, lo cual, obviamente, hubiera introducido a espías japoneses dentro de la familia de Pu Yi. Éste se resistió tomando como nueva consorte a una mujer de origen manchú llamada Yu-Ling o Años de Jade. Pero su hermano cedió y contrajo matrimonio con Hiro Saga, la hija de un noble japonés. Tuvieron dos hijas.

Seis años después de casarseYu-Ling falleció. Pu Yi sospechó que los japoneses la habían envenenado. Otra vez le solicitaron que tomara una esposa japonesa. Finalmente aceptó casarse con una muchacha manchú que estudiaba en un colegio japonés. De nuevo le entregaron fotografías y le dijeron que eligiera. Escogió una chica de 14 años llamada Yu-Chin o Laúd de Jade.

Durante la II Guerra Mundial, Japón convirtió a Manchuria en una base industrial-militar. Hacia el final de la contienda, los soviéticos invadieron Manchuria. Una vez más, Pu Yi huyó de su palacio sólo con una maleta llena de joyas y un sello imperial. Se retiró con su familia y séquito a una pequeña localidad.

Cuando supo que Japón se había rendido, abdicó. Más tarde, Manchuria volvió bajo la administración china.

Los soviéticos le dijeron a Pu Yi que sería enviado a Japón y que podía escoger a ocho personas para que le acompañaran. Seleccionó a su hermano, tres nietos, dos cuñados, un médico y un sirviente. Abandonó a sus esposas y nunca más volvió a ver a Elizabeth. La bella emperatriz opiómana murió a los 40 años de edad en una prisión china.

Pu Yi y su comitiva no fueron llevados al Japón tal como se les prometió. Volaron a la Unión Soviética y fueron mantenidos bajo arresto domiciliario. A Pu Yi se le trató muy bien. Al parecer, Stalin pensaba que más tarde el ex emperador podría ser de utilidad a la URSS. En 1946 fue llevado a Tokio para testificar contra los criminales de guerra japoneses que habían sido sus aliados. Insistió en que no había actuado con libertad en Manchukuo, sino como un títere. Después del proceso judicial pasó cuatro años más bajo custodia soviética. En esa época se aficionó a la jardinería.

Por fin, en 1950, los soviéticos cedieron el control de Pu Yi. Fue obligado a abandonar su agradable villa en Rusia y regresar a China, donde inmediatamente lo condujeron a un campo de prisioneros donde permaneció durante 9 años. Durmió en una celda junto con otros prisioneros, se hacía su propia cama, realizaba todo tipo de labores y logró superar un constante lavado de cerebro. Los comunistas le obligaron a traicionar sus costumbres budistas matando moscas y ratones. Pu Yi siguió mansamente las exigencias de sus captores, sabiendo que tenía que hacer todo lo que le ordenaran si quería mantener la esperanza de ser liberado algún día. Al cabo de un tiempo entregó voluntariamente su sello imperial al Gobierno comunista.

En diciembre de 1959 fue finalmente liberado. Tenía 53 años. La Ciudad Prohibida ya estaba abierta al público y el ex emperador la visitó en calidad de ciudadano de a pie.

Pero Pu Yi todavía era un títere. El Gobierno chino lo envió a trabajar a los jardines del Instituto Botánico de la Academia de las Ciencias. Se le mantuvo ocupado realizando apariciones públicas en nombre del gobierno y obtuvo cargos gubernamentales. Animado por las autoridades escribió su autobiografía. En 1962, Mao Zedong organizó la boda de Pu Yi con Li Shu-hsien, miembro del Partido Comunista. Por primera vez en la Historia, un emperador manchú se casaba con una mujer china.

Cuando Pu Yi murió en 1967, en medio del vendaval desatado por la "revolución cultural" impulsada por Mao, se rumoreó que había sido asesinado por los revolucionarios. El hecho es que posiblemente muriera de cáncer. El informe oficial indica que sufría un cáncer renal, uremia y anemia cardiaca. China continúa hoy siendo comunista y parece poco probable que vuelva a instaurarse la monarquía.


https://www.elmundo.es/magazine/m1/textos/emperador1.html


Cap. 1




Cap. 2

 
¿Por qué cayó el Imperio romano? Una respuesta inesperada (y fascinante)
La desarrolla el profesor estadounidense de historia clásica Kyle Harper en 'El fatal destino de Roma', que publica en España Crítica


imagen-sin-titulo.jpg

'The Course of Empire - Destruction', por Thomas Cole (1836)


RAMÓN GONZÁLEZ FÉRRIZ
TAGS
HISTORIA

15/01/2019


Es una pregunta que se ha repetido una y otra vez en los últimos 15 siglos: ¿por qué cayó el Imperio romano? Ha habido toda clase de respuestas (un estudioso alemán hizo una lista que incluía 210 posibilidades), desde las interesadamente ideológicas, según las cuales el problema de Roma fue que el Estado gastaba demasiado en guerras y en alimentar a los pobres, a las claramente morales, para las que el hedonismo y el afeminamiento de los romanos les impidieron mantener en funcionamiento una entidad política de su calibre.

Pero las respuestas serias son básicamente dos. Por un lado, que Roma cayó porque el sistema político era tremendamente caótico. La sucesión de los emperadores era demasiado indeterminada y el Estado era al mismo tiempo muy burocrático y siempre se encontraba enzarzado en batallas por el liderazgo militar. Y, por el otro, que el Imperio había crecido en exceso ―abarcaba de Londres a Damasco, del Danubio al Sáhara― y eso fomentó la creación de estados secundarios internos que, sumados a las amenazas externas, hicieron inviable la supervivencia de ese monstruo sin precedentes.

Pero hay una nueva teoría, fascinante y original. Lo que acabó con el Imperio romano fueron un cambio en el clima y la viruela.

Así lo explica 'El fatal destino de Roma' (Crítica), del profesor estadounidense de historia clásica Kyle Harper. Según él, ninguna de las teorías anteriores es desdeñable, y no existe ninguna duda de que las razones bélicas, políticas y económicas tuvieron que ver con la desaparición del Imperio. Pero, en los últimos años, el estudio de “núcleos de hielo, piedras rupestres, depósitos de lagos y sedimentos marinos”, así como de “huesos humanos [que] por su tamaño, forma y cicatrices preservan un sutil registro de la salud y las enfermedades”, de “dientes [que cuentan] historias sobre la dieta y la migración, biografías biológicas de la mayoría silenciosa” y de “los genes” nos permite ver muchísimo más allá de lo que lo hicieron los historiadores previos.

En primer lugar, Harper cuenta por qué Roma ―que en el siglo VIII a. C. era un poblacho poco prometedor, alejado del mar y sometido a sus vecinos etruscos― se convirtió en el mayor imperio de la historia. Por supuesto, hay razones humanas: desde el talento de sus líderes a su inteligente organización política y militar, y sobre todo una soberbia comprensión de las posibilidades del comercio y la tecnología. Sin embargo, también tuvieron mucho que ver las fuerzas de la naturaleza; en concreto, el clima.

"El sol fue generoso"
“El crecimiento de los mercados alimentó la expansión empresarial y las instituciones romanas incentivaron deliberadamente la ocupación de tierras marginales. La circulación de capitales propició el enorme aumento de las obras de irrigación en paisajes semiáridos. El auge económico del África romana [recordemos que Egipto fue durante mucho tiempo el granero que alimentaba a Roma] se logró gracias a la construcción de acueductos, pozos, cisternas, terrazas, diques, embalses y [canales]”. Lo cual pudo suceder gracias a que entre los años 200 a. C. y 150 se produjo lo que se conoce como el Óptimo Climático Romano, una fase del Holoceno ―la época geológica iniciada hace unos 12.000 años que permitió la aparición de la agricultura y, con ella, de las entidades políticas complejas― con “altos niveles de insolación (…), un periodo de clima cálido, húmedo y estable en gran parte del vasto Imperio romano”. O, por decirlo de otro modo, “el sol (…) fue generoso con los romanos”.

Como ya advirtió Plinio el Viejo, y Harper cuenta con datos, se produjeron migraciones botánicas que no se debieron únicamente a las artes humanas: las hayas, que antes solo crecían en las tierras bajas, empezaron a ser un árbol de montaña. Grandes glaciares comenzaron por entonces a retirarse de las alturas de los Alpes. Se podían plantar viñas, olivos y cereal en lugares antes imposibles. “Las condiciones del Óptimo Climático Romano permitieron que mayores extensiones de tierra fueran más maleables al avance de los cultivos humanos que en los siglos anteriores o posteriores”. De nuevo, sin el ingenio humano nada de esto habría servido para forjar un imperio que duró más de 500 años, pero sin estas condiciones, tampoco hubiera sido posible.

Ahora bien, esta época feliz llegó a su fin. Por un lado, el Óptimo Climático Romano terminó: el periodo entre los años 150 y 450 fue de una enorme inestabilidad climática, que tuvo efectos inequívocos en las reservas alimentarias y una enorme influencia en los acontecimientos militares y políticos. Y ya en el siglo VI, con el Imperio condenado, esas alteraciones climáticas culminaron en una Edad de Hielo: entre los años 530 y 540 se produjo la temporada más fría de todo el Holoceno y la energía procedente del sol descendió a mínimos, en parte debido a las erupciones de volcanes, cuyas emisiones crearon una capa que dificultaba la llegada de la luz a la tierra.

Como dice Harper, "los gérmenes son mucho más mortíferos que los germanos"

Pero además, como dice Harper, “los gérmenes son mucho más mortíferos que los germanos”. Roma llegó a tener un millón de habitantes ―ninguna ciudad del mundo igualaría esa cifra hasta el Londres del siglo XIX―, y había creado una red de carreteras y un sistema de intercambio entre zonas geográficas dispersas que no tenían precedentes. Y por eso mismo “deberíamos imaginarnos el mundo romano en su totalidad como un contexto ecológico para los microorganismos (…). La urbe romana era una maravilla de la ingeniería civil y, sin duda, los baños, las alcantarillas y los sistemas de agua corriente aliviaban los efectos más temidos de la eliminación de residuos (...) [pero] la ciudad estaba infestada de ratas y moscas, y pequeños animales graznaban en callejones y patios. No existía una teoría sobre los gérmenes, la gente casi nunca se lavaba las manos y no podía impedirse la contaminación de los alimentos. La ciudad antigua era un hogar insalubre. Las pequeñas enfermedades provocadas por la ruta fecal-oral, que inducían diarreas mortales, probablemente fueron la principal causa de muerte en el Imperio romano”.

En la década de 160 estalló la primera gran pandemia, la llamada 'peste antonina' (por el nombre del emperador del momento). Es probable que fuera la viruela, aunque no se sabe con certeza, y acabó con alrededor del 20% de la población. Las consecuencias políticas y económicas fueron devastadoras, y también se dejaron notar en el reclutamiento militar. El Imperio sobrevivió, pero a partir de entonces no volvería a ser el mismo. Solo mantenerse en pie le costaba ya un esfuerzo colosal.

Nos gusta hacer grandes interpretaciones morales de los acontecimientos históricos más trascendentes, y la caída del Imperio romano quizá sea uno de los más significativos. Este extraordinario ensayo de Kyle Harper demuestra cómo la humanidad se puede condenar no solo por clamorosos errores ideológicos sino por sucesos que escapan a su poder, como el tiempo ―aunque el cambio climático que experimentamos ahora sí tenga que ver con la acción de los humanos―. Sea como sea, deberíamos recordar la lección romana: incluso las civilizaciones mas sofisticadas están a expensas de las leyes de la naturaleza e incluso lo gigantesco puede caer. Así pasa la gloria en el mundo.


https://blogs.elconfidencial.com/cu...omano-roma-kyle-harper-fatal-destino_1755318/

Bueno, yo creo que la caída del Imperio romano se debió a una mezcla de todas estas razones, no solamente a las biológicas. De todos modos, la caída del poder de Roma fué gradual, con su división y la aceptación de territorios bárbaros subordinados a Roma. El año 476 se destronó a un joven Rómulo Augústulo que ya carecía de poder.
 
CHURCHILL: WALKING WITH DESTINY – Andrew Roberts
Publicado por Farsalia | Visto 1593 veces

Sobre Winston Churchill prácticamente se ha escrito todo… y se ha visto todo. Su figura, considerada de las más importantes de la historia británica por parte de los propios británicos, en los últimos tiempos ha recibido una especial atención en cine y televisión: películas como Churchill(Jonathan Teplizky, 2017) y El instante más oscuro (Joe Wright, 2017) o series como The Crown (Netflix: 2016-), en cuya primera temporada la figura de Churchill tiene un especial protagonismo. En Dunkerque (Christopher Nolan, 2017), el discurso «Lucharemos en las playas», pronunciado tras la evacuación de la Fuerza Expedicionaria Británica al continente europea, es evocada en los últimos minutos del filme, cuando los soldados británicos regresan a casa, y constituye una de las piezas oratorias más importantes de todos los tiempos. Pero… ¿está todo “dicho” y “escrito”? ¿Queda margen para conocer algo más de una figura tan icónica como Winston Churchill? En esta reseña exponemos los muchos alicientes y puntos a favor que tiene esta mastodóntica biografía de Andrew Roberts, Churchill: Walking With Destiny (Viking, 2018, 1.152 páginas). Empecemos por una anécdota poco conocida muy reveladora sobre el personaje. En el capítulo 15, “Into the Wilderness: January 1931–October 1933” (En el desierto: enero de 1931-octubre de 1933), Roberts relata un episodio que pudo producirse y no tuvo lugar: un encuentro personal entre Winston Churchill y Adolf Hitler en Múnich, a finales de agosto de 1932. Churchill, que por entonces no ejercía ningún cargo en el Gobierno de coalición del laborista Ramsay MacDonald con los conservadores (era únicamente diputado tory), estaba de viaje por el sur de Alemania. Los nazis habían ganado las elecciones al Reichstag en el mes de julio, alcanzando la cifra más alta de diputados y voto popular (230 escaños, 13,74 millones de votos, un 37,27% del voto escrutado) en unas elecciones libres, y Hitler presionaba en vano para que Paul von Hindenburg, presidente del Reich, le encargara la formación de un gobierno.[1] Cedemos la palabra a Roberts:

A finales de Agosto [Churchill] casi conoció a Hitler en Munich, cuando el publicista del Partido Nazi, Ernst “Putzi” Hanfstaengl, educado en Harvard, intentó organizar una reunión entre los dos hombres. «Herr Hitler», dijo Hanfstaengl al Führer en su apartamento, «¿se ha dado cuenta de que los Churchills están sentados en el restaurante? (…) Le esperan para tomar un café y se tomarán esto como un insulto deliberado». Hitler, que estaba por afeitar y tenía muchas cosas por hacer, dijo: «¿De qué diablos hablaría con él?». Probablemente no habría sido una conversación demasiado fructífera, ya que Churchill le envió un mensaje a través de Hanfstaengl: «Dígale a su jefe de mi parte que el antisemitismo puede que sea un buen arranque, pero es una pésima etiqueta». Churchill preguntó a Hanfstaengl: «¿Por qué su jefe es tan violento en relación con los judíos. Hasta cierto punto puedo entender que esté enfadado con judíos que hayan hecho cosas malas o estén en contra de su país, y puedo entender que se resista a ellos si tratan de monopolizar el poder en cada esfera de la sociedad. Pero, ¿qué sentido tiene estar en contra de alguien simplemente por su origen? ¿Cómo puede alguien evitar el hecho de haber nacido?». Terminó el relato de su casi reunión con una broma: «Así que Hitler ha perdido la oportunidad única de conocerme» (…) En sus memorias de la guerra de dieciséis años después, Churchill escribió: «Yo no tenía prejuicios nacionales contra Hitler en aquella época. Sabía poco de su doctrina y nada de su carácter. Admiro a los hombres que defienden a su país en la derrota, aunque yo estuviera en el otro bando. Tenía un perfecto derecho a ser un alemán patriota si así lo había elegido» (traducción propia).

La escena fue reproducida tanto por Hanfstaengl (en un libro de 1957 titulado Hitler: The Missing Years) como por el propio Churchill en The Gathering Storm, primer volumen de sus memorias de la Segunda Guerra Mundial, y de ambas fuentes la toma Roberts, reproduciendo con exactitud los diálogos (también la menciona Roy Jenkins, más brevemente, en su también extensa biografía del personaje, publicada en castellano por Ediciones Península en 2003). Desde la ficción, aparece también, con algunas licencias, en la serie de televisión Winston Churchill: The Wilderness Years (ITV: 1981), que recoge su década de aislamiento político entre 1929 y 1939.[2] Lo interesante de este párrafo es que se recogen dos de los muchos aspectos que Winston Churchill defendió o se tomó como asunto “personal”: la defensa de los judíos y la alerta ante el auge del nazismo en la Alemania weimariana: un auge que finalmente culminaría en la decisión de Hindenburg, presionado desde varios sectores, para designar a Hitler como canciller el 30 de enero de 1933. En pocos meses, el líder nazi destruyó la democracia en Alemania, prohibiendo y persiguiendo a los demás partidos políticos, reduciendo el Reichstag a una cámara legislativa sin poder alguno y erigiendo una dictadura (afianzada tras la muerte de Hindenburg en agosto de 1934).

Churchill, que en esos años treinta no tuvo influencia alguna en los gobiernos conservadores de Stanley Baldwin y Neville Chamberlain, se mantuvo como prácticamente la única figura con voz propia que alertó sobre la deriva de la Alemania nazi hacia un dominio del continente europeo por la fuerza, ya desde que los nazis salieron de la Sociedad de Naciones, iniciaron una política de rearmamento que rompía con las cláusulas del Tratado de Versalles y reocuparon la Renania desmilitarizada en 1935. A partir de ahí, Churchill se erigió en el particular “tábano de la sociedad británica” frente a una política apaciguadora, especialmente bajo el Gobierno de Chamberlain (mayo de 1937-mayo de 1940), que fue aceptando tácitamente las agresiones de Hitler: la anexión de Austria en marzo de 1936, la ocupación de los Sudetes checoslovacos en el otoño de 1938 y la invasión de lo que quedaba de Checoslovaquia en la primavera de 1939. El ataque sobre Polonia en septiembre de ese año fue la última gota que colmó el vaso y que el Gobierno británico se negó a aceptar, declarándole la guerra. Para entonces, Winston, que en esa década de los años treinta había sido atacado constantemente por los “chamberlainitas” y los apaciguadores tories, que lo consideraban un exaltado belicista y que no deseaban una repetición de la Gran Guerra de 1914-1918, se vio reivindicado políticamente y entró de nuevo en el Gobierno, asumiendo (otra vez) el puesto de Primer Lord del Almirantazgo… casi un cuarto de siglo después de que tuviera que abandonarlo a causa del desastre de Galípoli, operación anfibia en los Dardanelos que impulsó con vehemencia pero de la que no fue el único responsable.

La magna biografía de Andrew Roberts, trabajo inmenso que bien merecería el apelativo de “obra definitiva” sobre el personaje (siendo, por cierto, y como el autor menciona en una nota a pie de página en su libro, la biografía número 1.010 sobre Churchill), trata con muchísimo detalle este aspecto de la personalidad de Winston Churchill: su renuencia a aceptar sin más las agresiones de Hitler en Europa y su constante denuncia de los peligros de la dictadura nazi no sólo para la estabilidad del continente, sino también para la supervivencia del Imperio Británico (y ya, en segunda instancia, la democracia en todo el planeta). Su insistencia, a la altura de Catón el Censor y su machacón ceterum censeo Carthago delenda est, lo elevó ante la opinión pública como figura de una integridad casi única y clarísimo candidato primer ministro cuando el Reino Unido entró en guerra con Alemania en septiembre de 1939.

Pocos le habían creído en los años precedentes, apenas un puñado de amigos y colaboradores en una Cámara de los Comunes que, hasta entonces, consideraban los discursos y arengas de Churchill como una más de sus muchas rarezas. Chamberlain quedó políticamente desacreditado y la puntilla vendría con la fracasada operación militar en Noruega en abril de 1940; una operación, como Galípoli en 1915, fue responsabilidad del Primer Lord del Almirantazgo, otra vez Winston, pero que el primer ministro asumió como propia. Como se detalla en El instante más oscuro. Winston Churchill en mayo de 1940 de Anthony McCarten [3] (Crítica, 2017), Chamberlain se vio obligado a dimitir, presionando para que su sucesor no fuera Churchill, sino el vizconde de Halifax, uno de los más inveterados apaciguadores, pero que tenía en contra dos aspectos: en primer lugar, como miembro de la Cámara de los Lores, no tenía asiento entre los Comunes, que es donde se dirimía (y se sigue dirimiendo) la política británica; y además era consciente de que no podía competir con el carisma de Winston dentro y fuera de la Cámara de los Comunes y del propio Partido Conservador. El rey Jorge VI era partidario de designar a Halifax, pero finalmente aceptó a Churchill, pues se le consideraba, tanto entre los conservadores como entre la oposición laborista, la persona más adecuada por carácter, carisma y experiencia para asumir el cargo de primer ministro.

Y de este modo, Winston Leonard Spencer Churchill fue nombrado para el cargo que desde pequeño había soñado. Como menciona Roberts en el libro, el ambicioso Winston de los años precedentes a la Primera Guerra Mundial afirmó que sería primer ministro a los cuarenta años; en realidad tuvo que esperar hasta los sesenta y cinco, y lo hizo por dimisión de su antecesor, no por haber ganado unas elecciones generales; de hecho, perdió las primeras elecciones que convocó, en julio de 1945, al final de la guerra. Pero se mantuvo en primera línea política, ahora en la oposición, hasta las elecciones de octubre de 1951, que sí ganó, a los setenta y cinco años de edad, y ejerciendo un segundo mandato, un “Indian Summer” como lo define el autor –un “veranillo de San Martín” en castellano– en los que se agudizaron los achaques propios de alguien de su edad y se ocultó incluso a la opinión pública un serio problema de salud (una embolia cerebral), que lo mantuvo apartado del Gobierno durante varios meses en 1953.[4]Finalmente, y tras mucho insistir Anthony Eden, ministro de Asuntos Exteriores y su “heredero” político, Churchill dimitió como primer ministro en abril de 1955, poniendo fin a casi medio siglo de estar en primera línea de la política británica.[5]

Una carrera política vasta y que podría servir de guía a políticos del presente de cómo acumular experiencia (y ser constante) en el servicio público. Y éste es precisamente uno de los aspectos que con más detalle se tratan en la biografía de Roberts: la carrera política de un personaje que lo dio todo por el Imperio Británico, que más tiempo pasó en la Cámara de los Comunes (su segundo hogar), con cientos de discursos pronunciados (que permiten conocer cómo Churchill jugaba con las palabras y llevaba la oratoria a niveles que hoy en día cuesta ver, ya no sólo en el Reino Unido sino en la propia España) y una labor legislativa de altura. Echando un vistazo a esa carrera política, desde que entrara como diputado tory en 1900 [6] y hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Churchill pasó por los siguientes cargos:

  • Viceministro para las Colonias, 1905-1908.
  • Presidente de la Junta de Comercio, 1908-1910.
  • Ministro del Interior, 1910-1911.
  • Primer Lord del Almirantazgo, 1911-1915.
  • Canciller del Ducado de Láncaster, 1915 (un ministerio sin cartera).
  • Ministro de Armamento, 1917-1919.
  • Ministro del Aire y de la Guerra (1919-1921).
  • Ministro para las Colonias (1921-1922).[7]
  • Canciller del Exchequer o ministro de Hacienda (1924-1929).
En 1929 los tories perdieron las elecciones frente a los laboristas y se iniciaron los “Wilderness Years” (los años en el desierto), la particular “travesía por el desierto” de Churchill fuera del Gobierno durante una década –ni Ramsay MacDonald en 1931, ni Stanley Baldwin en 1935, ni tampoco Neville Chamberlain en mayo de 1937 le invitaron a participar en sus gabinetes– y como un diputado “disidente” dentro del Partido Conservador, opuesto a una mayoría “apaciguadora” frente a Hitler, como se ha comentado antes. Pero su experiencia política no tenía parangón hasta entonces, ocupando (y “aprendiendo en”) diversos ministerios. Si se me permite la expresión, “Políticos Presentes y Futuros, examinad la Hoja de Servicios de Winston Churchill” en poco más veinte años: los ministerios de las Colonias (para un ferviente creyente en el Imperio Británico como era él fue esencial), el Interior (haciendo frente a huelgas generales y oponiéndose al sufragio femenino, “error” que siempre recordaría), la Marina (con una política de fuerte inversión en la construcción y renovación de la Royal Navy, pero también volviendo loco a su staff y metiéndose en aventuras desastrosas como la campaña de Galípoli, que le costaría el cargo), la Economía de Guerra (el suministro de armamento en los dos últimos años de la Gran Guerra), la Aviación y el Ejército (insistiendo en renovar unas fuerzas armadas desgastadas tras la guerra de 1914-1918, siendo una voz poco escuchada por una mayoría social y política que reclamaban paz) y ministro de Hacienda (con decisiones erróneas como el retorno de la libra esterlina al patrón oro en 1925, error del que aprendió para los siguientes años).

Con excepción de la cartera de Asuntos Exteriores, Winston Churchill estuvo en los principales ministerios durante ese período de tiempo. En todos ellos dejó su huella, comenta Roberts, y en todos ellos aprendió algo que le serviría para siempre; en todos ellos cometió errores, algunos gravísimos, pero de la experiencia de esos mismos errores supo sacar conclusiones para no repetirlos. De todos los colaboradores, incluso de quienes no simpatizaban con él, en aquellos ministerios supo sacar lo máximo y aprender con ellos. Era difícil trabajar con él, comentaban muchos de sus subordinados, pero Churchill hizo lo posible por colaborar con ellos y nunca les culpó por una mala decisión tomada. En última instancia, asumió que él era el responsable de lo que sucedía en ese ministerio.

Aprendizaje constante, pues: esa fue uno de los bagajes de Winston Churchill a lo largo de su vida. Ensayo y error, en muchos casos.

Para cuando Churchill volvió a la primera línea político, en septiembre de 1939, otra vez como Primer Lord del Almirantazgo (una segunda etapa más serena y sensata que la primera) y, especialmente, como primer ministro en mayo de 1940, como relata Roberts en su libro, la experiencia sucesiva en Armamentos, Aviación y Guerra supuso un aprendizaje (y un saber rodearse y escuchar a quienes le rodeaban en dichos ministerios) no fue olvidada cuando fue premier y ministro de Defensa, en mayo de 1940; labores ambas que compatibilizó hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en Europa. Al contrario: Churchill supo moverse como pez en el agua en problemas que cualquier otro político habría tenido dificultades en comprender por falta de experiencia. Y precisamente experiencia era la que Winston acumulaba: y a carretadas, por decirlo coloquialmente. Tenía sus manías y prejuicios, desde luego: así, aun escuchando las opiniones de los comandantes militares y mariscales a su cargo, como ministro de Defensa, no dudó en relevarlos si era necesario, asumiendo la responsabilidad. Militar él mismo durante la Primera Guerra Mundial, cuando como coronel se hizo cargo durante unos meses de una unidad de combate en suelo francés, conoció de cerca la guerra de trincheras y los sufrimientos del soldado, lo cual le permitió tener una visión amplia cuando se hizo cargo de la estrategia militar (al menos hasta 1942) durante la Segunda Guerra Mundial, en especial en el período en el que Inglaterra luchó “sola” frente a Alemania, tras la evacuación de Dunkerque.

Pero, como el lector podrá captar en este libro, Winston Churchill no fue sólo un político, sino muchas otras cosas, sorprendente alguna que otra. También fue deportista (jugó al polo hasta avanzados los cuarenta años de edad), pintor (y nada despreciable, incluso hubo una retrospectiva de su obra en sus últimos años), periodista (tanto como corresponsal de guerra como articulista, tareas que inició en su juventud y que le dieron para vivir cuando no pudo dedicarse de lleno a la política, al menos hasta los años veinte), ensayista (autor de una extensa obra histórica y de biografías, que le permitieron ganar millones de libras durante su vida [de manera escalonada y que no alcanzaron del todo para sufragar su nivel de vida] y ganar un Premio Nobel de Literatura en 1953)[8] y soldado (en la guerra de los Bóers, como alardeó siempre, pero también una breve experiencia en las trincheras durante la Gran Guerra). Fue también un aventurero, invirtió una fortuna en la Bolsa de Nueva York que perdió en el crash de 1929 y que le costó recuperar; un patriota (Britannia rules!) y un internacionalista (creyó en una Europa de tipo confederal, unos Estados Unidos no aislacionistas y un papel rector del Reino Unido entre ambas esferas); un anticomunista pragmático (a menudo tenemos la visión de Churchill como un feroz azote del comunismo, pero, a riesgo de que se le etiquetara de veleta, apostó por la integración de la URSS en el concierto de las naciones y defendió la alianza con Stalin frente a la Alemania hitleriana incluso cuando se destaparon masacres soviéticas como la de Katyn en Polonia); un “sionista” (siempre rechazó el antisemitismo y apostó por una patria para los judíos, aunque a veces disintió del modo de concederla); un imperialista (se negó sistemáticamente a conceder cualquier tipo de autonomía, como los dominios, a las colonias; fue crítico con cualquier concesión a Gandhi en la India, al que despreciaba) y un demócrata que consideraba que la democracia era “el menos malo de los sistemas políticos” y que creía que una conversación de cinco minutos con el votante medio era la mejor prueba que uno podía tener contra este régimen político (la visión aristocrática de la política siempre estuvo en el ADN de alguien como Churchill, criado en la élite). De todo ello, y con largueza, habla Andrew Roberts en esta magna biografía.

Y lo hace “hablando” por boca del propio Churchill y quienes le rodearon, pues un vistazo a las fuentes de archivo que se recogen al final del volumen nos da una idea de hasta dónde ha llegado el autor de esta biografía para documentarse y permitir que el personaje “hable” por sí mismo: más de cuarenta colecciones de documentación privada, depositadas en el Churchill College de Cambridge, algunas de ellas inéditas hasta ahora, y que incluyen la extensísima correspondencia familiar (con su esposa Clementine y sus hijos Randolph y Sarah),[9] y los papeles privados y diarios de muchos de sus colaboradores. Roberts destaca el uso que ha hecho de los diarios oficiales del Gabinete de Guerra durante el período 1940-1945, así como de los diarios personales del rey Jorge VI (con permiso expreso de la reina Isabel II) o los escritos personales de Ivan Maisky, embajador soviético en Londres durante la Segunda Guerra Mundial y con quien Churchill mantuvo una fluida relación. Esta labor de documentación es inmensa y permiten que esta biografía, decíamos antes, se acerque a la etiqueta de “obra definitiva” sobre el personaje.

Una documentación que nos permite conocer a fondo a Churchill en su esfera pública y especialmente en la privada: su pasión por el coleccionismo de mariposas, por ejemplo, pareja a la que alimentó como pintor. Marido y padre cariñoso (a pesar de la tensa relación que mantuvo siempre con su hijo Randolph), y también hijo piadoso respecto a su propio padre, Randolph Churchill (1849-1895), cuya muerte le afectó especialmente y cuyo recuerdo siempre tuvo muy presente. También era alguien que se emocionaba y lloraba en público con facilidad (Roberts lo menciona en innumerables ocasiones de diversas fuentes, algunas de las cuales dudaban de la sinceridad de sus lágrimas); que bebía de manera inmoderada (¿fue alcohólico?), que desde los años veinte se acostumbró a una larga siesta después de comer, que mantuvo cuando fue primer ministro, y que no mostraba pudor alguno ante sus colaboradores (por muy de alto nivel que fueran) cuando salía de la bañera desnudo; con horarios intempestivos y jornadas de trabajo que se alargaban hasta las dos o tres de la madrugada. Hedonista y romántico, soñador y pragmático, egocéntrico y quisquilloso, dilapidador y trabajador para recuperar lo perdido.

Otro de los (muchos) alicientes del libro es conocer a fondo la fijación, por no decir, obsesión, con su padre: la relación entre ambos no fue sencilla y Winston siempre esperó que su padre se sintiera orgulloso de él (algo complicado como estudiante más bien mediocre y con una juventud azarosa que, como menciona Anthony McCarten en el libro antes mencionado, lo hacían ver, a ojos de su padre, como “un zángano en la sociedad” [“the social wastrel”]). Desde que murió, se rumoreaba que como consecuencia de la sífilis, aunque parece ser que pudo ser a causa de un tumor cerebral no diagnosticado (Winston siempre rechazó el chisme sobre la muerte de su padre), Churchill lo mantuvo en su memoria, incluso en actitudes que imitó de él, como ciertos gestos con la cabeza o el tipo de bastón que utilizaba. Son diversas las ocasiones, recogidas en el libro, en las que Churchill rememoraba la figura pública de su padre y el rencor que le tuvieron algunos de sus colegas tories, como el marqués Salisbury, primer ministro entre 1895 y 1902, y líder de los tories; en un momento determinado, pasados cincuenta años de la muerte del progenitor, Churchill le comentó a un descendiente del Salisbury cuánto mal le habían hecho a su padre. La prematura muerte de quien pudo ser un político de altura y dimitió de su cargo de canciller del Exchequer de manera intempestiva afectaron a Churchill, que como político siempre procuró seguir su modelo, a veces de manera obsesiva.

Si la primera parte del libro es la larga “preparación” de Churchill para ser primer ministro en mayo de 1940 y que supone, de por sí, todo un volumen, la segunda parte nos muestra, y es otro de los puntos fuertes del libro, la Segunda Guerra Mundial a través de la labor (y la experiencia) de Winston Churchill como primer ministro. Las diversas operaciones militares (con algunas de las cuales no estuvo de acuerdo), las conferencias con Franklin D. Roosevelt y Stalin (las “cumbres” por antonomasia, de la Carta del Atlántico a la conferencia de Potsdam) y los detalles personales de la relación con ambos; los numerosos viajes a los escenarios de guerra, muchas veces poniendo en riesgo su vida (es elocuente la insistencia por estar presente en el desembarco de Normandía, el 6 de junio de 1944, hasta que el propio Jorge VI le prohibió acercarse); el día a día de la gobernación en medio de una guerra en la que Inglaterra estuvo “sola” durante un año y medio (y cómo Churchill tuvo que hacer frente a la dificilísima situación en la primera mitad de 1942, con los ataques japoneses en el Pacífico, el avance alemán en el norte de África y amenazando Egipto, o los problemas para conseguir armas y municiones a lo largo de 1941 de un aliado como Estados Unidos que, en puridad, era neutral), etc. Esta segunda parte, dedicada en extenso al período de mayo de 1940 a finales de julio de 1945, cuando Los tories perdieron las elecciones generales y Churchill dejó de ser primer ministro, es exhaustiva (como de hecho lo es todo el libro), y se complementa con tres capítulos finales sobre el período en la oposición política (hasta 1951), el segundo mandato (agosto de 1951-abril de 1955) y la última década de vida de Churchill (cada vez más acosado por los achaques de salud).

El resultado es una extensísima y muy completa biografía del personaje, por un lado, pero también una esclarecedora panorámica de un período (1900-1955, sobre todo) y de un escenario, la Inglaterra de la primera mitad del siglo XX y la vida política focalizada en la experiencia y la visión de este personaje, por el otro. Un cuadro muy amplio que impacta por su exhaustividad y por un estilo amenísimo, muy literario; profuso en detalles y que desborda pasión. Una lectura deliciosa y una obra, por último, que va a quedar como referencia sobre el personaje. Un libro que, por muy extensa que sea su traducción (y parece que lo será) debe ser leída por todos aquellos que quieran saber quién fue Winston Churchill.



Notas

[1] El desgaste del NSDAP en los meses posteriores a estas elecciones al Reichstag fue evidente cuando el canciller Franz von Papen las convocó por segunda vez en 1932, en noviembre: los nazis perdieron 34 escaños y algo más de dos millones de votos.

[2] Winston Churchill: The Wilderness Years, episodio 3, “In High Places”, disponible on line en YouTube [fecha de la última consulta: 10 de noviembre de 2018]. La cuestión de marras se desarrolla entre los minutos 4:15 y 10:15. En esta secuencia, Churchill (acompañado de su esposa Clementine, su hijo Randolph y algunos amigos) acude a cenar a un restaurante y charla con Hanfstaengl sobre la política del momento en Alemania. Churchill pregunta si Hitler ganará las elecciones (las ha ganado el mes anterior, como sabemos, pero sin conseguir alcanzar la cancillería); Hanfstaengl le responde que si no éstas, ganará las siguientes. «¿Por su política respecto a los judíos?», pregunta Churchill. Hanfstaengl le responde: «Espero que entienda que el problema al que se enfrenta Alemania es la influencia de judíos extranjeros del Este, la excesiva representación de sus correligionarios en la política, el ámbito laboral y demás. La respuesta natural de los auténticos arios hacia este infeliz estado de cosas…», momento en el que Churchill le interrumpe: «[…] dígale a su jefe de mi parte, si no tengo la oportunidad de hacerlo personalmente, que el antisemitismo puede ser un buen punto de partida, pero es una mala etiqueta». Hafstaengl se reúne entonces con Hitler, que ha visto desde otra estancia la escena y, a pesar de la petición de éste, se niega, furioso, a reunirse con el británico. Al día siguiente, y frente a una multitud que vitorea a Hitler a las afueras del hotel en el que residen los Churchills, Haefstaengl le reitera a Winston la posibilidad de encontrarse con Hitler, pero Churchill la rechaza, alegando que ya se marchan, y le dice: «dígale a su amigo que, si alguna vez decide a viajar a Londres, por supuesto estaré dispuesto a reunirme con él».

[3] Y en la desigual película homónima y con guion del propio McCarten, dirigida por Joe Wright y con Gary Oldman en la piel de Churchill.

[4] El filme para televisión Churchill’s Secret (ITV, 2016) relata con detalle los meses de convalecencia en secreto de Churchill y en cómo fue tomando la decisión de retirarse definitivamente, cediendo el cargo de primer ministro a Anthony Eden.

En el 7º episodio de la primera temporada de la serie televisiva The Crown(Netflix: 2016-), se cuenta cómo el secreto de la enfermedad de Churchill afectó incluso a la propia reina Isabel II (Claire Foy), que reaccionó con una soberana reprimenda al anciano primer ministro (John Lithgow), a instancias del profesor que ha escogido para instruirla en los asuntos esenciales de la política británica: «No puedo convocar a los hombres más brillantes y extraordinarios del país para echarles una regañina como a niños», dice la reina. El profesor le pregunta por qué no: «Usted ha actuado bien y ellos no». «Sí, pero son mucho más inteligentes que yo. En cualquier confrontación me ganarían en debates, en ideas y en manipulación», responde la reina. El profesor responde que se trata de una cuestión de integridad y principios, y que ella conoce al dedillo la “Constitución” británica: «Tiene la única educación que importa», incide, insistiendo en que los convoque (a Churchill y su colaborador, lord Salisbury) y les eche una buena regañina, «como a niños». Cuando la reina pregunta «¿y por qué iban a soportarlo?», el profesor responde, en uno de los diálogos más ingeniosos de toda la temporada a cargo del creador de la serie, Peter Morgan: «Porque son ingleses, hombres y de clase alta: una buena regañina de una niñera es lo que más desean en la vida».

[5] Aún retendría el escaño en la Cámara de los Comunes, que revalidó en las elecciones generales de mayo de 1955 y octubre de 1959, y para el que no se presentó en las de octubre de 1964, unos meses antes de su muerte.

[6] En 1904 abandonó el Partido Conservador, «cruzando la sala de la Cámara de los Comunes«» y sentándose en la bancada de la oposición, el Partido Liberal. Winston fue “liberal” (a su manera) hasta las elecciones de 1924, en que volvió a presentarse por el Partido Conservador, que ya no abandonó hasta su muerte. Con todo, y hasta su designación como primer ministro en mayo de 1940, Churchill siempre fue visto como “un verso suelto” entre los tories; no asumió el liderazgo del partido hasta la renuncia de Neville Chamberlain, en octubre de 1940, y que mantuvo hasta su dimisión de 1955.

[7] 1922 fue uno de los anni horribilis en la vida de Churchill; en apenas unos meses, y como escribió en su momento, con su característico humor: «En un parpadelo de ojo, me encontré sin cargo, sin escaño, sin un partido y sin un apéndice» (final del capítulo 12). Se volvió a presentar como candidato en unas elecciones parciales en 1923, perdiendo de nuevo. No volvió a los Comunes hasta marzo de 1924 y desde entonces no perdió en ningunas elecciones generales hasta su retirada del acta de diputado en 1964.

[8] La obra escrita de Winston Churchill, desde sus primeras obras a finales del siglo XIX, con una visión muy victoriana del Imperio Británico, pasando por sus grandes estudios históricos (The World Crisis en cuatro volúmenes [editada en castellano en 2014 por DeBolsillo: La crisis mundial, 1911-1918], Marlborough. His Life and Times, Great Contemporaries, The Second World War [en seis volúmenes, y que le hizo merecedor del Premio Nobel de Literatura] o A History of the English-speaking Peoples), recibe un tratamiento pormenorizado por parte de Roberts a lo largo del volumen. Roberts pone en contexto cada una de sus obras y analiza qué quería aportar Churchill con ellas, especialmente sus grandes obras históricas, como sus memorias de la Segunda Guerra Mundial, una obra más literaria que estrictamente histórica.

[9] Los lectores de otra extensa biografía de Roberts, Napoleón: una vida(Palabra, 2016), saben hasta qué punto el autor saca partido de la correspondencia privada de los personajes sobre los que trabaja

http://www.hislibris.com/chuchill-walking-with-destiny-andrew-roberts/#more-24624
 
CONQUISTADORES EN NORTEAMÉRICA
Jean-Michel Sallmann: «Exterminar al pueblo indio en América no hubiera tenido sentido para los españoles»
hernando-de-soto-kMCD--620x349@abc.jpg

El profesor de Historia en la Universidad francesa de París X-Nanterre acaba de publicar en castellano el libro «Indios y conquistadores españoles en América del norte: hacia otro El Dorado» (Alianza Editorial, 2018), con el objeto de alumbrar de forma amena y minuciosa la odisea hispánica menos conocida al otro lado del charco
resizer.php
César Cervera
@C_Cervera_M
Seguir
Actualizado:21/01/2019 01:59h
2Así se forjó el Imperio español, la Roma de América

Los españoles llegaron al norte de América buscando lo mismo que en el sur, descubrir una nueva Tenochtitlán o un nuevo Cuzco. La historia de Juan Ponce de León, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Hernando de Soto, Francisco Vázquez de Coronado o Pánfilo de Narváez no tiene nada que envidiarle a la de Francisco de Pizarro en Perú o la de Hernán Cortés en México, salvo porque los resultados fueron menos espectaculares. Arriba no había grandes imperios que someter, sino una algarabía de tribus dispersas por un territorio enorme y hostil, pronto en disputa con franceses e ingleses.

El profesor de Historia en la Universidad francesa de París X-Nanterre Jean-Michel Sallmann acaba de publicar en castellano el libro «Indios y conquistadores españoles en América del norte: hacia otro El Dorado» ( Alianza Editorial, 2018), con el objeto de alumbrar de forma amena y minuciosa la odisea hispánica menos conocida al otro lado del charco. Su obra e investigación, que cuenta con una excepcional traducción de Ramón García Fernández, cubren un gran vacío historiográfico. Si Sallmann puede, a pesar de no ocultar su admiración por la hazaña de esos españoles, sortear o no algunos de los tópicos de la Leyenda Negra resulta más difícil de determinar...

minas de metales preciosos, ciudades ricas para saquear como lo fueron Tenochtitlán o Cuzco...

Usted dice en el libro que nada queda de la huella española en América del Norte al respecto del supuesto fracaso de los españoles en esta región. ¿Es posible que la historia contada por el mundo anglosajón (enemigo tradicional del mundo latino y católico) haya solapado parcialmente la memoria hispánica?

Tal vez decir nada sea exagerado. Decir que no queda mucho sería algo más correcto. Sigue siendo una ciudad española la primera creada en el continente, San Agustín, así como algunos nombres de lugares como San Francisco o Albuquerque. Florida fue cedida en 1819 por el Tratado de Adams-Onis. México se independizó en 1821, y pronto cedió el 40% de su territorio a los Estados Unidos por el Tratado de Guadalupe Hidalgo (1848). La frontera entre los dos estados se estableció en el Río Bravo (Grande para los estadounidenses). Aquello fue una hemorragia considerable para el mundo hispánico.

Dicho esto, no hay que confundir a España con México. Sin negar su pasado español, México quiere ser un país mixto de españoles e indígenas. Aquella súbita pérdida de territorio sigue siendo un amargo recuerdo para la pobre México «tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos», por usar una expresión de Porfirio Díaz. Hoy son los mexicanos y los centroamericanos quienes están conquistando estos territorios perdidos, pero pacíficamente, gracias a la fertilidad de su población. Y con muro o no muro, Estados Unidos nunca detendrá esta presión demográfica.

¿Los ingleses y los franceses actuaron en su avance de manera diferente a los españoles con la población indígena?

Sí, a los tres pueblos colonizadores les fue bien de una manera diferente. Los españoles llegaron a América en busca de una fortuna inmediata, ya sea saqueando ciudades ricas en metales preciosos o encontrando vetas de oro o plata. Los conquistadores también trataron de trabajar tierras (encomiendas) en las que vivir como aristócratas. Necesitaban la mano de obra india para cultivar estas encomiendas y explotar las vetas de metales preciosos. Como buenos católicos, cristianizaron a los indios gracias al conocimiento de las órdenes religiosas, mezclándose con las familias principescas indias y con los estratos más modestos de la población india al elegir allí a sus esposas. Probablemente no haya en el México actual un indio cuya sangre sea pura. En Perú, el historiador, poeta y filósofo Garcilaso de La Vega estaba orgulloso del título de Inca que se había atribuido a sí mismo, pero en realidad era mestizo, hijo de un conquistador y de una princesa inca.

Ingleses y franceses procedieron de manera diferente. Los franceses fueron relativamente pocos en América del Norte, poco atraídos por Canadá y su clima hostil. Los que emigraron allí lo hicieron interesados, sobre todo, en el comercio de pieles, que era un negocio muy rentable. Muchos de ellos se convirtieron en «corredores», se casaron con indias y se «indianizaron». La debilidad demográfica por parte de estos colonos franceses los obligó a confiar su protección en los jefes indios aliados para resistir a los ingleses.

Los ingleses se sintiron atraídos por América por razones religiosas y políticas. Los disidentes religiosos y los opositores políticos encontraron allí un refugio y abundantes tierras fértiles para explotar. Sin embargo, los indios les resultaron molestos. Después de haber probado a vivir, como los colonos franceses, del comercio de pieles, intentaron establecer en el continente una sociedad que se asemejara lo máximo posible a la que habían dejado en las Islas Británicas. Pronto, estos invasores se apoderaron de tierras indias empujando a las poblaciones nativas hacia el oeste. Cuando la migración comenzó a hacerse masiva por razones económicas en el siglo XVIII, y especialmente en el siglo XIX, no dudaron en usar la violencia contra esta población indígena. El ejército de los EE.UU. recibió órdenes de recluir a los indios en reservas, cuyos límites ni siquiera se respetan con el tiempo.

¿Consideras que los españoles, a tenor de la caída demográfica que se produjo entre los indígenas, fueron responsables de un genocidio en América?

Para hablar de genocidio, lo primero es definirlo. El genocidio consiste en una política voluntaria de aniquilación de una población. No hubo genocidio de los pueblos indígenas por parte de los españoles por una simple razón: los españoles conquistaron territorios para enriquecerse y acceder a un estilo de vida aristocrático mediante la explotación de tierras y minas de oro y plata. No intentaron trabajar allí por su cuenta, sino hacer que la fuerza laboral local trabajase para ellos. La desaparición de casi el 90% de la población indígena en América Central se debió a epidemias causadas por enfermedades desconocidas allí y para las cuales los indios no eran inmunes. Es obvio que la caída de la población nativa perjudicó la rentabilidad de las encomiendas, como se puede comprobar a través de los textos que enviaron estos propietarios al Consejo de Indias en Sevilla. Los archivos nos muestran perfectamente que estos aristócratas fueron los primeros en lamentar la caída de la fuerza laboral india. No fue hasta la década de 1650 que se detuvo la sangría demográfica. Exterminar al pueblo indio no hubiera tenido sentido para los colonos.

El ejemplo de Canadá es interesante en este punto. Cuando los franceses pisaron el continente en la década de 1530, las poblaciones costeras ya sufrieron el choque microbiano provocado por los pescadores de bacalao y los balleneros vascas, bretonas e inglesas que habían estuvieron pescando en la costa desde finales del siglo XV. Los indios murieron de viruela y enfermedades pulmonares sin haber conocido a ningún europeo.

Después de la Guerra de Independencia estadounidense, las 13 colonias experimentaron un despegue demográfico y económico. Todo lo contrario sucedió en la otra América después de la partida de los españoles. ¿Por qué un territorio fue hacia abajo y otro hacia arriba?

Las 13 colonias independientes se desarrollaron gracias a la inmigración masiva de todos los países europeos y al trabajo de los esclavos africanos. También heredaron las revoluciones comercial, industrial y agrícola que se estaban manifestando en todo el norte de Europa desde finales del siglo XVIII. Nueva York y Boston estaban conectadas con el resto del mundo gracias a su poderosa marina. La cultura industrial del algodón y el tabaco enriqueció a las colonias aristocráticas del sur, y la industria pesada temprana se desarrolló en las colonias del norte.

Mientras tanto, nada de esto está sucediendo en España, que seguía viviendo en el siglo XVI. Su imperio estadounidense vivió ese mismo ritmo y no fue hasta finales del siglo XIX cuando México comenzó a resurgir de su letargo económico, gracias a la apertura de su economía al capital extranjero y luego a la explotación de sus fabulosos depósitos. De aceite en el siglo XX. México es hoy una de las primeras potencias económicas del mundo, a pesar de la guerra civil latente que la socava.

¿Qué opinas de la reciente controversia sobre la retirada de las estatuas españolas de Cristóbal Colón y Fray Junípero en los estados americanos con pasado hispano?

El nacionalismo es y siempre será una estupidez que inflama los peores instintos del hombre.
https://www.abc.es/historia/abci-je...tido-para-espanoles-201901210159_noticia.html
 
3 nuevas armas de alta tecnología de China con las que desafía el poderío de Estados Unidos y Rusia
RedacciónBBC News Mundo
  • 7 horas
_105125119_gettyimages-91295043.jpg
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl presidente chino ha impulsado un plan de modernización del Ejército desde su llegada al poder.
China, Estados Unidos y Rusia están en plena carrera armamentística.

En los últimos años, Pekín ha ido tomando la delantera en algunos campos gracias a la modernización de su ejército.

Esto ha provocado que Estados Unidos dejara de compararse con Rusia para hacerlo con China en ciertos aspectos, advertía el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos en un informe del año pasado.

Convertir al país en una potencia militar de primera línea ha sido uno de los grandes objetivos del actual presidente chino, Xi Jinping, que impulsó la reforma de las fuerzas armadas tras su toma de posesión en 2013.

Parte de la inversión del país asiático recae en la alta tecnología, un campo donde se encuentran sus "ventajas" más destacadas.

En los últimos años, Pekín ha ido desarrollando nuevas armas de alta tecnología y renovado su ejército hasta el punto de poder desafiar el poderío de Estados Unidos o Rusia en algunos aspectos.

"El resultado de la estrategia multidimensional de adquisición de tecnología es un ELP (Ejército de Liberación Popular chino) a punto de desplegar algunos de los sistemas de armamento más modernos del mundo", señala un informe realizado por la Agencia de Inteligencia de Defensa estadounidense.

"En algunas áreas, ya es líder", indica el estudio, titulado "El Poder Militar de China" y publicado este mes.

No obstante, los especialistas consultados por BBC Mundo recomiendan cautela.La opacidad del régimen chino y especialmente el secretismo en torno a su ejército o desarrollo militar imposibilitan saber muchos detalles de sus avances en este sector.

Aquí presentamos tres nuevas armas recientemente anunciadas:

1. El arma naval "más potente"
Los especialistas consideran que China puede cambiar "el terreno de juego" con un arma naval de extraordinaria potencia.

El diario oficialista Global Times publicó el 3 de enero que los buques chinos pronto serán equipados con un cañón que utiliza energía electromagnética que dispara proyectiles con una "increíble velocidad destructora".


Image captionEstados Unidos ha realizado pruebas de esas armas, como ésta en 2012.
Estados Unidos trabaja en armas similares y Rusia e Irán también se han mostrado interesados, pero los medios chinos aseguran que el país ha tomado la delantera.

Citando un reportaje de la cadena estatal CCTV, el Global Times señala que la tecnología se basa en "propiedad intelectual" china y que se espera que el destructor 055 vaya a instalar el arma.

El aparato destaca por su precisión y capacidad para alcanzar objetivos a mayor distancia en menor tiempo, pero es una tecnología extremadamente cara.

La noticia se produce tras la difusión de unas fotografías en redes sociales el pasado mes de diciembre de supuestas pruebas de este tipo de cañón en el mar. Si bien la veracidad de las mismas no pudo ser confirmada por BBC Mundo.

Omitir publicación de Twitter número de @dafengcao
"); background-position: 16px 13px; border: 0px solid rgb(255, 255, 255); border-radius: 4px; font-weight: initial; margin: 10px 0px; padding: 0px; visibility: visible; display: block; position: static; transform: rotate(0deg); max-width: 100%; width: 500px; min-width: 220px;">


dafeng cao@dafengcao


Long time no see, the railgun test ship is spotted undergoing sea trials these days.


239

12:07 - 29 dic. 2018

172 personas están hablando de esto

Información y privacidad de Twitter Ads


Final de la publicación de Twitter número de @dafengcao

El Global Times, además, indica que el pasado mes de febrero el mismo barco con este tipo de cañón fue fotografiado en puerto.

La Armada estadounidense ha llevado a cabo pruebas de este tipo de armas en tierra y planea llevarlos a cabo en buques en el mar, pero aún no lo ha conseguido.

El analista militar y antiguo miembro del Ejército chino Song Zhongping explicó al diario South China Morning Post que Pekín trabaja en "convertir esta nueva tecnología en un sistema de propulsión (...) para uso masivo en armas en buques y trenes maglev (de levitación magnética) e incluso para reemplazar cohetes para lanzar satélites al espacio".

"China no ha cesado en sus esfuerzos por igualar la tecnología electromagnética de Estados Unidos", destacó Song Zhongping, tras la difusión de las imágenes el año pasado.

_105122569_gettyimages-1007640336-2.jpg
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEjercicios navales chinos en el Mar de China Meridional.
Las fotografías, según Song, evidenciaron que no solo China estaba pisando los talones a Estados Unidos en este campo, sino que "podría adelantarle en los próximos 5 a 10 años".

"Estados Unidos necesita más tiempo para aprobar presupuestos, mientras el sistema político de China permite que se invierta más en proyectos especiales".

No obstante, varios expertos occidentales consultados por BBC Mundo mostraron su escepticismo al respecto al considerar que no se puede comprobar la autenticidad de las noticias ni en qué estado se encuentra el desarrollo de estos artefactos.

El año pasado, la cadena estadounidense CNBC publicó datos de un informe realizado por el servicio de inteligencia estadounidense que auguraba que China tendrá "listos para la guerra" estos cañones en 2025.

Según esa fuente, China es capaz de alcanzar un objetivo a 199 kilómetros de distancia a una velocidad de hasta 2,5 km por segundo.

2. Aparatos hipersónicos
China informó por primera vez en 2018 de sus avances en tecnología hipersónica.

En agosto, el país asiático llevó a cabo su primera prueba de un artefacto volador hipersónico, tanto para vuelos comerciales como para misiles capaces de esquivar los sistemas antiaéreos convencionales.

En la prueba, el artefacto, desarrollado por la Corporación estatal de Ciencia y Tecnología Aeroespacial y llamado Xingkong-2 ("Cielo estrellado"), llegó a alcanzar los 30 kilómetros de altura y una velocidad de hasta 7.344 km/h.

_105122573_gettyimages-1001699616.jpg
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionRusia y Estados Unidos también desarrollan armas hipersónicas. En esta foto, una prueba de un modelo ruso.
El aparato, propulsado por cohetes espaciales, tiene un diseño especial en forma de cuña que permite aprovechar las propias ondas de choque que se producen al volar para alcanzar velocidades ultrarrápidas, según precisaron los medios oficiales.

Hasta ese momento, se conocía que el ministerio de Defensa había estado llevando a cabo pruebas desde 2014 pero no se había publicado ningún detalle.

Rusia y Estados Unidos también trabajan en innovaciones de este tipo (Moscú incluso los ha probado ya en el terreno) y Washington teme quedarse rezagado.

"El desarrollo de las armas hipersónicas de China aventaja al nuestro... nos estamos quedando atrás", reconoció el almirante Harry Harris en febrero del año pasado, cuando dirigía el Comando del Pacífico de EE.UU.

_105125117_gettyimages-951400466.jpg
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionHarris reconoció que Estados Unidos debía invertir más para no quedarse atrás.
"Necesitamos proseguir estos esfuerzos y de manera más intensa para garantizar que tenemos la capacidad tanto para defendernos frente a las armas hipersónicas de China como para desarrollar nuestras propias armas hipersónicas ofensivas", señaló ante legisladores, según recogió entonces la agencia AFP.

Sus declaraciones se produjeron meses antes de que Pekín confirmara la mencionada prueba pero poco después de que un medio japonés informara que el país asiático había desarrollado un nuevo tipo de misil hipersónico, el DF-17.

3. ¿Su propia versión de la "madre de todas las bombas"?
El mes de diciembre también trajo una novedad en el campo de las armas en China: la versión oriental de la "madre de todas las bombas".

El gigante armamentístico chino Norinco presentó por primera vez un nuevo tipo de bomba aérea en un video promocional. En él, difundido por medios ligados al gobierno, se muestra cómo se lanza desde un bombardero y causa una gran explosión, si bien se desconocen más detalles de la supuesta prueba.

La agencia oficial Xinhua tildó el artefacto como la versión china de la "madre de todas las bombas", en referencia a la utilizada por Estados Unidos por primera vez en Afganistán en 2017.

_95637668_8885268e-42c7-4689-afcb-6458955d4855.jpg
Derechos de autor de la imagenAFP/FUERZA AÉREA DE EE.UU.
Image captionLa MOAB, o "madre de todas las bombas", forma parte del arsenal de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.
Otro reportaje del diario Global Times se hacía eco de esta innovación y señalaba que se trata de la bomba "no nuclear más potente" del país.

El analista Wei Dongxu, de Pekín, calculaba a partir de las imágenes difundidas que la bomba mide aproximadamente entre 5 y 6 metros de largo y puede "destruir completamente objetivos como edificios fortificados" y otras construcciones de defensa.

Omitir publicación de Twitter número de @globaltimesnews
"); background-position: 16px 13px; border: 0px solid rgb(255, 255, 255); border-radius: 4px; font-weight: initial; margin: 10px 0px; padding: 0px; visibility: visible; display: block; position: static; transform: rotate(0deg); max-width: 100%; width: 500px; min-width: 220px;">



Global Times

✔@globaltimesnews


China's arms industry giant NORINCO for the first time showcased a new type of massive aerial bomb, which it dubbed the Chinese version of the "Mother of All Bombs" due to its huge destruction potential that is claimed to be only second to nuclear weapons. http://bit.ly/2F4Zb58


76

11:00 - 3 ene. 2019

77 personas están hablando de esto

Información y privacidad de Twitter Ads


Final de la publicación de Twitter número de @globaltimesnews

Pese a la comparación, Wei precisó que la bomba china es menor que la estadounidense y "menos pesada", lo que consideró una ventaja para ser transportada.

La bomba estadounidense, la GBU-43/B Massive Ordnance Air Blastes, es un arma con sistema GPS que pesa unos 9.800 kilos, según un artículo de la publicación especializada Eglin Air Force Base.

Cada una de estas bombas cuesta alrededor de US$16 millones, precisa el portal especializado en defensa Deagel, y Estados Unidos cuenta con veinte.

En esta "batalla" por la bomba más potente, Rusia tampoco se queda fuera: Moscú asegura tener el "padre de todas las bombas", un artefacto que, según el Kremlin, es 4 veces más poderoso que el utilizado por EE.UU. en Afganistán.

Como en el caso chino, no obstante, con Rusia los analistas también dudan de su capacidad por la poca información disponible.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-46803904
 
Back