Cuadernos de Historia

EL DESCUBRIMIENTO DE RÍO DE LA PLATA
Los corteses caníbales que introdujeron en su dieta a Juan Díaz de Solís
Hombre de ceño fruncido, tenía todo el viento a favor para ser un marino de fama y prestigio, pero no le daría tiempo a ello. Los azares del destino le dieron un final trágico

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Descubrimiento de Río de la Plata. (Wikimedia Cominos)

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ÁLVARO VAN DEN BRULE
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TIEMPO DE LECTURA6 min
10.02.2018 –

La condición de carnívoros de los seres humanos –con la salvedad de la de aquellos descarriados herejes que le pegan a lo verde–, es probable que surgiera con el descubrimiento del fuego y los valores añadidos que esto supuso para hacer más atractiva la ingesta del condumio.

Asimismo, dice la sabiduría popular que no es muy recomendable para un explorador acercarse a hacer aguada, coger bayas o frutas, zascandilear o pillar algún lechón despistado de los que corretean alegremente por los pagos, o en definitiva, aprovisionarse donde habitan gentes que se liman la dentadura con esmero, exhiben huesos de dudosa procedencia entre sus abalorios y sonríen mostrando su argumentada dentadura con ánimo de intimar con el futuro interfecto al tiempo que intimidarlo con una extraña e inquietante mirada que no sugiere nada bueno. A quienes reúnen estas características, por lo general, las gentes de “bien”, les han adjudicado el nombre de antropófagos.

Las tres carabelas de Díaz de Solís salieron de Sanlúcar de Barrameda en 1515. Puso rumbo hacia Brasil y continuó hacia lo que es hoy Uruguay

En aquella época tan hipnótica y prometedora, tan sugerente a la vez que atroz, en que la humanidad de siempre descubre y sorprende ingratamente a esa humanidad apostada al otro lado del Atlántico para civilizarlos, docenas de marinos, soldados, cartógrafos y gentes con necesidad de un porvenir alejado de las inevitables y tediosas rutinas de vidas poco oxigenadas sueñan con la cautivadora seducción y el esplendor de las puestas de sol allá donde el horizonte indica hacia el oeste.

De entre los muchos navegantes que partieron hacia lo ignoto destaca por derecho propio un andaluz de Lebrija, piloto mayor y cartógrafo, licenciado cum laude en las artes del mar en la Real Casa de la Contratación de Indias, institución que a partir de 1503 se crearía para fomentar, controlar y regular el comercio y la navegación con los territorios españoles de ultramar.



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Obelisco a Díaz de Solís en Uruguay. (Wikimedia Commons)


Juan Díaz de Solís se llamaba este ilustre marino al que los azares del destino dieron un final más que trágico. Hombre de ceño fruncido y cara de rasgos muy marcados por la agresión propia del sol inclemente y la permanente erosión de la sal marina, tenía todo el viento a favor para ser un marino de fama y prestigio; pero no le daría tiempo para ello. En 1513 se revela por Núñez de Balboa la existencia de un mar situado más allá de las tierras descubiertas por Colón, llamado luego Océano Pacífico. Esto esbozaba la posibilidad de llegar a la India a través de algún paso eludiendo el obstáculo natural del entero continente. En busca de esa gloria, partió desde Sevilla.

La ruta alternativa que no fue
Era el año del Señor de 1515 cuando salieron de Sanlúcar de Barrameda tres carabelas con una dotación de sesenta hombres. Tras hacer aguada en Tenerife, Solís puso rumbo hacia la costa de Brasil y continuó hacia el sur en lo que actualmente es el territorio configurado por la República de Uruguay. En los primeros días de febrero de 1516, descubrieron un inmenso estuario de unas aguas dulces y de color canela impregnadas por el barro de aluvión. El entonces piloto mayor fue consciente de que podría estar –aunque a la postre su apreciación se demostró errónea–, ante una salida alternativa al tan ansiado Océano Pacífico, y por ende, a las Indias Orientales; en aquel tiempo, ruta alternativa objeto de intensa búsqueda por toda la pléyade de navegantes de la época. Percatado finalmente de su espejismo, bautizaría aquella ingente masa de agua como el Mar Dulce, que en su devenir acabaría conociéndose como Río de la Plata.

Para más morbo, la barbacoa se hizo a la vista de la tripulación restante que desde la carabela observaba con impotencia la carnicería

Cuando estaban bordeando la ribera uruguaya del estuario, los indios locales –no se sabe con precisión si guaraníes o tributarios de estos–, seguían a la carabela destacada con una atención más que sospechosa por el contento que demostraban, hecho este que no encajaba bien con las fundadas sospechas que albergaban algunos de los tripulantes de la carabela. A pesar de las prevenciones tomadas y de que bajaron una decena aproximada de hombres bien armados y apoyados con perros, desde la nave se seguía con inquietud el desembarco.



mapa-de-rio-de-la-plata-wikimedia-commons.jpg

Mapa de Río de la Plata. (Wikimedia Commons)


En un primer momento, las demostraciones de amistad y la perentoria necesidad de conseguir víveres frescos sumaron confianza entre los españoles, que se adentraron en el poblado indígena. Pero ese lugar común llamado realidad tiene muchas aristas y lecturas. Los nativos eran más bien de los que les “ponía” la barbacoa y cuando se les acabó el disimulo, pasaron a la acción.

Emboscados en las lindes de la foresta, esperaban a los prevenidos españoles una horda de dos centenares de aborígenes con hambre atrasada. Entonces, una auténtica avalancha subordinada a un griterío estremecedor cayó sobre ellos con una lluvia de flechas envenenadas y boleadoras. No sobrevivió más que un mozalbete de nombre Francisco del Puerto, el grumete de la expedición, que tal vez por su condición de barbilampiño y su notable corta edad fue indultado por aquella horda exultante, quedando cautivo hasta que en al año 1527 seria rescatado por la expedición de Juan Caboto.

¿Qué enfadó a los indígenas?
El canibalismo guaraní se distinguía por la forma estudiada en que se desarrollaba el ritual sacrificial y las diferentes etapas conducentes hasta darles el finiquito a los prisioneros de guerra. Las mujeres y los niños no eran ni maltratados ni ingeridos por estos corteses caníbales que, todo hay que reconocerlo, tenían sus modales. El criterio que prevalecía como coartada para el festín era el de impregnarse de las virtudes del guerrero enemigo caído en combate. En el caso de los guerreros que atacaron a Solís y sus hombres fue algo visto y no visto. Para más morbo, la barbacoa se hizo a la vista de la tripulación restante que desde la carabela observaba con impotencia la carnicería y posterior desenlace.

El jesuita irlandés Lucas C. Marton, erudito e investigador profundo de todo lo concerniente a estos hechos, sostiene que los desembarcados pudieron haber cometido algunas tropelías antes de pasar a mejor vida. Este hecho se sustenta en que el conjunto de los guaraníes eran muy hospitalarios y rara vez entraban en conflicto a no ser que fuera por causa mayor. La historia de Solís nos revela lo peculiar y expeditiva que podía ser la gastronomía local en aquellas latitudes y, como dicen los galenos, la dieta ha de ser siempre variada. Un aviso a navegantes.


https://www.elconfidencial.com/alma...-diaz-de-solis-imprudencia-temeraria_1518717/
 
EL DESCUBRIMIENTO DE RÍO DE LA PLATA
Los corteses caníbales que introdujeron en su dieta a Juan Díaz de Solís
Hombre de ceño fruncido, tenía todo el viento a favor para ser un marino de fama y prestigio, pero no le daría tiempo a ello. Los azares del destino le dieron un final trágico

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Descubrimiento de Río de la Plata. (Wikimedia Cominos)

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TIEMPO DE LECTURA6 min
10.02.2018 –

La condición de carnívoros de los seres humanos –con la salvedad de la de aquellos descarriados herejes que le pegan a lo verde–, es probable que surgiera con el descubrimiento del fuego y los valores añadidos que esto supuso para hacer más atractiva la ingesta del condumio.

Asimismo, dice la sabiduría popular que no es muy recomendable para un explorador acercarse a hacer aguada, coger bayas o frutas, zascandilear o pillar algún lechón despistado de los que corretean alegremente por los pagos, o en definitiva, aprovisionarse donde habitan gentes que se liman la dentadura con esmero, exhiben huesos de dudosa procedencia entre sus abalorios y sonríen mostrando su argumentada dentadura con ánimo de intimar con el futuro interfecto al tiempo que intimidarlo con una extraña e inquietante mirada que no sugiere nada bueno. A quienes reúnen estas características, por lo general, las gentes de “bien”, les han adjudicado el nombre de antropófagos.

Las tres carabelas de Díaz de Solís salieron de Sanlúcar de Barrameda en 1515. Puso rumbo hacia Brasil y continuó hacia lo que es hoy Uruguay

En aquella época tan hipnótica y prometedora, tan sugerente a la vez que atroz, en que la humanidad de siempre descubre y sorprende ingratamente a esa humanidad apostada al otro lado del Atlántico para civilizarlos, docenas de marinos, soldados, cartógrafos y gentes con necesidad de un porvenir alejado de las inevitables y tediosas rutinas de vidas poco oxigenadas sueñan con la cautivadora seducción y el esplendor de las puestas de sol allá donde el horizonte indica hacia el oeste.

De entre los muchos navegantes que partieron hacia lo ignoto destaca por derecho propio un andaluz de Lebrija, piloto mayor y cartógrafo, licenciado cum laude en las artes del mar en la Real Casa de la Contratación de Indias, institución que a partir de 1503 se crearía para fomentar, controlar y regular el comercio y la navegación con los territorios españoles de ultramar.



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Obelisco a Díaz de Solís en Uruguay. (Wikimedia Commons)


Juan Díaz de Solís se llamaba este ilustre marino al que los azares del destino dieron un final más que trágico. Hombre de ceño fruncido y cara de rasgos muy marcados por la agresión propia del sol inclemente y la permanente erosión de la sal marina, tenía todo el viento a favor para ser un marino de fama y prestigio; pero no le daría tiempo para ello. En 1513 se revela por Núñez de Balboa la existencia de un mar situado más allá de las tierras descubiertas por Colón, llamado luego Océano Pacífico. Esto esbozaba la posibilidad de llegar a la India a través de algún paso eludiendo el obstáculo natural del entero continente. En busca de esa gloria, partió desde Sevilla.

La ruta alternativa que no fue
Era el año del Señor de 1515 cuando salieron de Sanlúcar de Barrameda tres carabelas con una dotación de sesenta hombres. Tras hacer aguada en Tenerife, Solís puso rumbo hacia la costa de Brasil y continuó hacia el sur en lo que actualmente es el territorio configurado por la República de Uruguay. En los primeros días de febrero de 1516, descubrieron un inmenso estuario de unas aguas dulces y de color canela impregnadas por el barro de aluvión. El entonces piloto mayor fue consciente de que podría estar –aunque a la postre su apreciación se demostró errónea–, ante una salida alternativa al tan ansiado Océano Pacífico, y por ende, a las Indias Orientales; en aquel tiempo, ruta alternativa objeto de intensa búsqueda por toda la pléyade de navegantes de la época. Percatado finalmente de su espejismo, bautizaría aquella ingente masa de agua como el Mar Dulce, que en su devenir acabaría conociéndose como Río de la Plata.

Para más morbo, la barbacoa se hizo a la vista de la tripulación restante que desde la carabela observaba con impotencia la carnicería

Cuando estaban bordeando la ribera uruguaya del estuario, los indios locales –no se sabe con precisión si guaraníes o tributarios de estos–, seguían a la carabela destacada con una atención más que sospechosa por el contento que demostraban, hecho este que no encajaba bien con las fundadas sospechas que albergaban algunos de los tripulantes de la carabela. A pesar de las prevenciones tomadas y de que bajaron una decena aproximada de hombres bien armados y apoyados con perros, desde la nave se seguía con inquietud el desembarco.



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Mapa de Río de la Plata. (Wikimedia Commons)


En un primer momento, las demostraciones de amistad y la perentoria necesidad de conseguir víveres frescos sumaron confianza entre los españoles, que se adentraron en el poblado indígena. Pero ese lugar común llamado realidad tiene muchas aristas y lecturas. Los nativos eran más bien de los que les “ponía” la barbacoa y cuando se les acabó el disimulo, pasaron a la acción.

Emboscados en las lindes de la foresta, esperaban a los prevenidos españoles una horda de dos centenares de aborígenes con hambre atrasada. Entonces, una auténtica avalancha subordinada a un griterío estremecedor cayó sobre ellos con una lluvia de flechas envenenadas y boleadoras. No sobrevivió más que un mozalbete de nombre Francisco del Puerto, el grumete de la expedición, que tal vez por su condición de barbilampiño y su notable corta edad fue indultado por aquella horda exultante, quedando cautivo hasta que en al año 1527 seria rescatado por la expedición de Juan Caboto.

¿Qué enfadó a los indígenas?
El canibalismo guaraní se distinguía por la forma estudiada en que se desarrollaba el ritual sacrificial y las diferentes etapas conducentes hasta darles el finiquito a los prisioneros de guerra. Las mujeres y los niños no eran ni maltratados ni ingeridos por estos corteses caníbales que, todo hay que reconocerlo, tenían sus modales. El criterio que prevalecía como coartada para el festín era el de impregnarse de las virtudes del guerrero enemigo caído en combate. En el caso de los guerreros que atacaron a Solís y sus hombres fue algo visto y no visto. Para más morbo, la barbacoa se hizo a la vista de la tripulación restante que desde la carabela observaba con impotencia la carnicería y posterior desenlace.

El jesuita irlandés Lucas C. Marton, erudito e investigador profundo de todo lo concerniente a estos hechos, sostiene que los desembarcados pudieron haber cometido algunas tropelías antes de pasar a mejor vida. Este hecho se sustenta en que el conjunto de los guaraníes eran muy hospitalarios y rara vez entraban en conflicto a no ser que fuera por causa mayor. La historia de Solís nos revela lo peculiar y expeditiva que podía ser la gastronomía local en aquellas latitudes y, como dicen los galenos, la dieta ha de ser siempre variada. Un aviso a navegantes.


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Interesantísimo episodio, no lo conocia.
 
LAS PERIPECIAS DEL PAPA FORMOSO VIVO Y DESPUÉS DE MUERTO, EL CONCILIO CADAVERICO

Esperpentos en la historia de la Iglesia ha habido muchos, como es sabido, pero pocos tan grandes e injustos como el llamado Concilio cadavérico, con el que no se dejó descansar al Papa Formoso en su tumba. La cuestión se enmarca, como se puede imaginar en una de las muchas luchas de poder en la que La sede romana se vió envuelta, en esta ocasión especialmente violenta, entre italianos y germánicos, en pleno siglo de hierro del papado, periodo terrible como pocos -y por ello tristemente famoso- de nuestra historia sobre el cual tendremos que volver muchas veces en este blog, pues es de gran interés y muy desconocido para la mayoría.

Originario de la Urbe romana, donde había nacido hacia el 816 (aunque no conocemos la fecha exacta), el polémico obispo de la diócesis suburbicaria de Porto, Formoso, llegó al Sumo Pontificado precedido de una gran fama como diplomático. En efecto, enviado por Nicolás I a Bulgaria, logró la conversión del rey Boris y de sus súbditos. Bajo Adriano II, se desempeñó brillantemente en la Curia Romana, lo que le granjeó la envidia de los mediocres de siempre y por ello, aun siendo papable, no llegó a ser elegido en el siguiente cónclave, en el que por el contrario fue elegido Juan VIII, su rival político.

En 877, al apoyar coronar rey de Italia a Arnulfo, se enfrentó a dicho pontífice, que por su parte apoyaba a Carlos II el Calvo, lo que le valió a Formoso el ser expulsado de su diócesis y la excomunión. Excomunión que sería levantada, en 883, al acceder al papado Marino I, siendo restituido en su sede, dignidad que ocupaba al ser elegido Papa. Contra Formoso se multiplicaron las acusaciones, pero no falta historiador que ve en éste proceso político muchos puntos oscuros y procura la defensa de Formoso. Años más tardes, al morir Esteban V, el obispo de Porto fue elegido Papa el 6 de octubre del 891, y se vio en la tesitura de seguir la política de su predecesor contraria a Guido y Lamberto de Espoleto, pretendientes a la corona imperial de Occidente, vacante desde 887 por la deposición del último carolingio directo.

El Papa temía justamente que la Santa Sede fuera subyugada por los espoletanos, por lo cual apoyó al rival de éstos, Arnulfo de Carintia, designándole emperador en contra de Lamberto de Espoleto, que había sido coronado Emperador en Ravena en 894. De Lamberto se sabe que había estado asociado con su padre, como rey y emperador desde abril de 892 en Pavía. Cuando su padre murió en 894, reinó en solitario y le sucedió en el Ducado de Spoleto. Tuvo que hacer frente a las pretensiones de Berengario de Friuli y Arnulfo de Carintia que deseaban obtener el Reino de Italia. En el año 898 Lamberto fue derrotado por su rival Berengario, y después de la batalla murió asesinado. Existen otras teorías que afirman que murió en un accidente ecuestre.

Arnulfo era hijo natural del rey Carlomán y de madre eslovena, Litswinde, hija del conde Eberhard de Carantania (Carintia), de donde le viene su sobrenombre. Después de ser depuesto su tío el emperador Carlos III el Gordo, se convirtió en rey de la Francia Oriental y de Lotaringia (887). Obtuvo una victoria frente a los vikingos en Lovaina, actual Bélgica, en septiembre de 891. Arnulfo invadió Italia en el año 896. Vacante el título imperial, Arnulfo logró ser designado emperador. Atraversando los Alpes, llegó hasta las puertas de Roma, ciudad que toma sin resistencia por parte de los Espoleto que se habían retirado al sur de Italia para preparar un contraataque.

Arnulfo entró en Roma atravesando el histórico Ponte Milvio y, después de liberar a Formoso, que había sido hecho prisionero en Castel Sant’Angelo por los Espoleto, fue coronado en la escalinata de San Pedro en 896. Arnulfo se quedó solamente 15 días en Roma, desde dondé viajó al sur para combatir contra sus enemigos, propósito que no pudo cumplir porque le sobrevino una parálisis cuando iba de camino y decidió volverse a Baviera. Continuó la lucha Berengario de Friuli, que como hemos visto en 898 derrotó a Lamberto.

Formoso, que de pronto se vio solo en Roma y sin la ayuda del emperador, murió en abril de aquel año, probablemente envenenado, y fue enterrado en la antigua basílica de San Pedro. El biógrafo Nicolás I lo menciona como “obispo de gran santidad y ejemplares costumbres"; hasta el maldiciente escritor Liuprando de Cremona elogia su piedad y su ciencia de las cosas divinas, y lo mismo hacen otros cronistas. Fue patrono de las artes y embelleció la basílica de San Pedro (la de entonces, no se confunda con la actual). Le sucedió Bonifacio VI, que falleció a los quince días de pontificado. Entonces salió elegido Esteban VI, antiguo rival de Formoso y partidario incondicional de Lamberto de Espoleto. Éste, aprovechando la retirada del emperador Arnolfo debido a una enfermedad, entró triunfalmente en Roma junto a su madre Angeltrudis, una auténtica arpía de mucho cuidado como se verá por lo que sigue.

El caso es que Esteban VI se mostró complaciente hasta el servilismo con el nuevo ocupante de la Ciudad Eterna, lo cual aprovechó Angeltrudis para exigir del Papa la pública humillación del enemigo que tanto había perjudicado la causa de su difunto marido y de su amado hijo, y que no era otro que Formoso. El problema era que estaba ya muerto y enterrado. No importaba. Tenía que quedar bien clara la perfidia del difunto, así que, a inicios de 897, se le instruyó proceso en medio de un concilio, ante el cual compareció nada menos que su momia. Ésta había sido sacada de su sepulcro y, revestida aún de sus hábitos pontificales, fue sentada ante el tribunal erigido en la basílica constantiniana.

Asignósele un clérigo para que respondiera en su nombre a las acusaciones. Naturalmente, la sentencia de este concilio -conocido en la historia con el apelativo de «cadavérico»- fue adversa a Formoso. Se le condenó a la degradación, despojándosele de todas sus insignias papales, que le fueron arrancadas a jirones, quedando al descubierto el cilicio que llevó en vida pegado a las resecas carnes. Todas sus ordenaciones fueron declaradas inválidas y se llegó a la suprema ignominia de cortarle los dedos pulgar, índice y medio de la mano derecha, con que solía bendecir. El cuerpo mutilado de Formoso fue arrojado al cementerio profano, de donde las turbas, presas de un frenesí salvaje a ejemplo de sus autoridades, lo cogieron para echarlo al Tíber después de indecibles profanaciones. A todo ello condescendió Esteban VI, más preocupado por complacer a la tigresa espoletana que por la dignidad de la silla de Pedro.

Pero la vida da muchas vueltas. Hallándose el rastrero Pontífice con su capítulo en su residencia del palacio de Letrán, las piedras de la contigua basílica de San Juan, cabeza y madre de todas las iglesias de la ciudad y del mundo, lanzaron un terrible gemido desplomándose todo el templo desde el altar hasta el pórtico, lo cual fue interpretado como una señal inequívoca de la cólera divina ante el horrendo atentado del que había sido objeto el cadáver del papa Formoso. A1 poco tiempo del concilio cadavérico, en mayo de ese mismo año de 897, los partidarios de éste alzaron al pueblo -siempre voluble y presto a secundar cualquier alboroto- contra Esteban VI, el cual fue depuesto y encarcelado. El infeliz acabó sus días estrangulado en prisión en el mes de octubre.

De esta manera fue vengado el inaudito ultraje inferido a la momia del papa Formoso, que fue varada por el Tíber y trasladada nuevamente a San Pedro por orden del nuevo papa Teodoro II y en medio de grandes demostraciones de honor, no sólo de parte de los vivos, sino hasta de las inanimadas estatuas del Vaticano, que, al parecer, se inclinaron al paso de los despojos como póstumo homenaje a aquel a quien pertenecían. Al menos es lo que cuenta el cronista Liutprando de Cremona (+972), a quien, junto al autor de la Invectiva in Romam pro Formoso Papa y a Flodoardo en sus Anales, quien transmite las noticias más cercanas de que disponemos sobre el esperpéntico concilio que juzgó a Formoso ya que las actas de dicho evento fueron quemadas.

Sin embargo, en 898, un nuevo Papa, Teodoro II, c onvocó un sínodo romano que revirtió la sentencia y nuevamente el cadáver de Formoso fue perdonado y sepultado en la Basílica de San Pedro, de acuerdo a su investidura papal donde permanecería hasta el año 904 cuando el Papa Sergio III, a poco de acceder al trono, revierte la disposición y promueve un nuevo juicio contra el cadáver. La condena dictamina arrojarlo a las aguas del río Tíber para que se lo trague el mar. Pero el cuerpo sin vida del Papa persiste en su lucha por no desaparecer de la historia y se sujeta en las redes de un pescador que lo rescata y lo esconde durante algunos años. En el año 911, cuando termina el pontificado de Sergio III, el persistente cuerpo de Formoso es devuelto a la sede papal donde pudo por fin, luego de tantas vueltas, descansar hasta nuestros días, sin ningún otro juicio post-mortem que soportar.
 
¿Sabías que la canción ‘Libre’ de Nino Bravo está basada en un hecho real?

La canción ‘Libre’ es una de la más conocidas del popular cantante valenciano Nino Bravo quien la grabó en 1972 y que, a pesar de las cuatro décadas que tiene, sigue sonando en infinidad de emisoras de radio, ha sido versionada por múltiples artistas o se ha utilizado como banda sonora de anuncios de televisión.

Pero detrás de esa pegadiza melodía se encuentra una historia real ocurrida diez años antes en Berlín oriental: el sueño del joven Peter Fechter de cruzar al otro lado del muro y poder sentirse libre por primera vez en su vida.

Peter, junto a su amigo de infancia Helmut Kulbeik, estuvieron planeando durante varios meses el modo de escapar de ese lado de la ciudad saltando el muro de Berlín (también conocido como ‘muro de la vergüenza’) que había sido levantado un año antes. El 17 de agosto de 1962 fue la fecha escogida para hacerlo.

Los dos jóvenes arrancaron a correr pero la mala suerte hizo que los guardias que custodiaban la parte oriental del muro se percatasen y disparasen sobre ellos, hiriendo de muerte a Peter. Helmut tuvo mejor fortuna y consiguió pasar al otro lado.

Lo más desafortunado del asunto está en que Peter Fechter cayó herido justo en la parte conocida como tierra de nadie, por lo que los soldados de uno y otro lado no quisieron acercarse a socorrerlo ante el temor de que los guardianes del bando contrario les disparasen.

Así fue como Peter Fechter acabó muriendo desangrado tras estar cincuenta minutos tirado en el suelo. Fue transcurrido ese tiempo cuando un soldado de la República Democrática Alemana se acercó hasta él, lo cogió en brazos y lo llevó a que lo atendieran, pero ya era demasiado tarde para el joven que falleció pocos minutos después.
 
¿Sabías que la canción ‘Libre’ de Nino Bravo está basada en un hecho real?

La canción ‘Libre’ es una de la más conocidas del popular cantante valenciano Nino Bravo quien la grabó en 1972 y que, a pesar de las cuatro décadas que tiene, sigue sonando en infinidad de emisoras de radio, ha sido versionada por múltiples artistas o se ha utilizado como banda sonora de anuncios de televisión.

Pero detrás de esa pegadiza melodía se encuentra una historia real ocurrida diez años antes en Berlín oriental: el sueño del joven Peter Fechter de cruzar al otro lado del muro y poder sentirse libre por primera vez en su vida.

Peter, junto a su amigo de infancia Helmut Kulbeik, estuvieron planeando durante varios meses el modo de escapar de ese lado de la ciudad saltando el muro de Berlín (también conocido como ‘muro de la vergüenza’) que había sido levantado un año antes. El 17 de agosto de 1962 fue la fecha escogida para hacerlo.

Los dos jóvenes arrancaron a correr pero la mala suerte hizo que los guardias que custodiaban la parte oriental del muro se percatasen y disparasen sobre ellos, hiriendo de muerte a Peter. Helmut tuvo mejor fortuna y consiguió pasar al otro lado.

Lo más desafortunado del asunto está en que Peter Fechter cayó herido justo en la parte conocida como tierra de nadie, por lo que los soldados de uno y otro lado no quisieron acercarse a socorrerlo ante el temor de que los guardianes del bando contrario les disparasen.

Así fue como Peter Fechter acabó muriendo desangrado tras estar cincuenta minutos tirado en el suelo. Fue transcurrido ese tiempo cuando un soldado de la República Democrática Alemana se acercó hasta él, lo cogió en brazos y lo llevó a que lo atendieran, pero ya era demasiado tarde para el joven que falleció pocos minutos después.

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HOY ESTARÍA PROHIBIDA
s*x* sin fin en las lupercales: la gran fiesta sexual romana
La festividad pagana era demasiado lasciva y obscena para el cristianismo emergente, que la prohibió en el año 494 y la antepuso a San Valentín

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Lupercalia, lienzo de Andrea Camassei.

AUTOR
ADRIÁN LÓPEZ
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@Adri_L_P
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19.02.2018 – 05:00 H. - ACTUALIZADO: 2 H.

Imagina que vas andando por la calle de tu ciudad y la gente corre desnuda y borracha mientras se azotan unos a otros y tienen s*x* desenfrenado en cualquier rincón. No es una invención ni ha ocurrido solo en tu imaginación: así eran las lupercales, una fiesta pagana que se celebraba el 15 de febrero en la Antigua Roma.

Su nombre deriva de lupus (lobo, animal que representa a Fauno Luperco, romanización del griego Pan, dios de la fertilidad y sexualidad masculina), un animal clave en la fundación de la mítica ciudad. Desde los primeros días de Roma, esta fecha, rito para la fecundidad, estaba reservada para este extraño festival. Era tan inusual que Cicerón menospreciara una fiesta


Rómulo y Remo

Según la leyenda, el legítimo rey de Alba Longa, ciudad que fundó el hijo de Eneas, fue destituido por su hermano Amulio, que acabó con todos los retoños varones de este y convirtió a su única hija, Rea Silvia, en una sacerdotisa para que no tuviera descendientes. Pero el dios de la guerra, Marte, se enamoró de ella y engendraron a dos gemelos, Rómulo y Remo. Temeroso de que en el futuro pudiera tener rivales, Amulio ordenó su asesinato a un hombre que, sin asegurarse de que los niños hubieran muerto, los abandonó en el río Tíber.

Fueron cuidados y alimentados en Cermalus por una loba llamada Luperca y un pájaro carpintero, los animales sagrados de Marte. Tras crecer junto a un pastor local, los hermanos volvieron para matar a Amulio y liberar de su encierro a su abuelo, que fue repuesto en su trono.

La obscenidad y gran carga sexual de esta festividad para el cristianismo emergente hizo que el Papa Gelasio I la prohibiera en el año 494

Años más tarde, los hermanos preguntaron al oráculo de la diosa Juno qué hacer con las mujeres romanas que se hicieron estériles y este respondió: "Madres del Lacio, que os fecunde un macho cabrío velludo". Desde entonces un cuerpo especial de sacerdotes, los Luperci o loberos empezaron a ser elegidos anualmente (el 15 de febrero) entre los adolescentes (a menudo cazadores) de la ciudad en la cueva del Lupercal, en la esquina suroeste del monte Palatino (aunque el lugar preciso no se sabe con seguridad).

Según la tradición, fue allí donde los gemelos fueron amantados por la loba (en cuyo honor se hacía la fiesta) y donde los sacerdotes sacrificaban un perro y un macho cabrío para marcar con la sangre la frente de los elegidos. Además, cortaban la piel de los animales en tiras y desnudos o tapados solo por unos trozos de cuero, salían alrededor del monte Palatino a golpear a todos los que encontraban a su paso. Era (para muchos) un acto de despurificación que aumentaba la fertilidad de las mujeres cuando sus pieles se ponían moradas.



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Escultura de Luperca amamantando a Rómulo y Remo.


Ellas se interponían deliberadamente en el camino y estaban ansiosas por ser azotadas en varias partes del cuerpo porque se suponía que les ayudaba a concebir y dar a luz. La evidencia literaria y visual muestra que todo era juego limpio y los golpes estaban lejos de ser una paliza sádica. Tal interacción entre hombres y mujeres estaba reservada solo para esta festividad, normalmente no permitida el resto del año, por lo que no era de extrañar que el festival fuese tan popular.

Con la Iglesia hemos topado
La lasciva, obscenidad y gran carga sexual de la anterior festividad para el cristianismo emergente hizo que el Papa Gelasio I la prohibiera en el año 494. Este ritual anual para la fertilidad que tantos ansiaban fue sustituido por la conmemoración del martirio de San Valentín el 14 de febrero del año 270.


Este sacerdote cristiano, que también había sido médico, se opuso a una ley que prohibía casarse a los soldados y celebraba en secreto los matrimonios de los enamorados desafiando el poder del Emperador Claudio II. Este ordenó su encarcelación y muerte, siendo ejecutado en el 270. Esta festividad se siguió festejando hasta 1969, cuando Pablo VI decidió que fuese eliminada del calendario y pasara a ser un santo sin celebración.

https://www.elconfidencial.com/alma...s-fiesta-sexual-romana-hoy-prohibida_1522381/
 
Existe la sospecha cierta de que la reina Isabel II y su hermana Luisa Fernanda no eran hijas de Fernando VII sino del que seria segundo marido de la reina madre Maria Cristina de Borbón, Fernando Muñoz, después duque de Riansares, pues al rey siempre le habia costado engendrar y llegar Maria Cristina y engendrar inmediatamente dos es sospechoso. Y se casaron inmediatamente después de la muerte del rey y esta vez la reina tuvo que engendrar otros ocho hijos en secreto. La pareja se hizo de oro con todo tipo de negocios especulativos como los ferrocarriles pero lo que se ignora es que la reina madre fué socia mayoritaria de una compañia en Cuba donde su representante traficaba con esclavos negros. Después, la reina hizo de la compañia una sociedad anónima, pero siguió ganando millonadas con el trafico ilegal, la caña de azucar, etc. Lo he leido en una historia de Cuba de Hugh Thomas, que parece haber estado allí por la cantidad de datos que da sobre la historia de esa isla.

De ser cierto el primer chisme, la propia Isabel II solo seria medio Borbon, su hijo Alfonso XII un cuarto de Borbon y Don Juan se casó con otra Borbón para asegurar la sangre Borbon en los actuales titulares.

Pero lo más importante es ver que la corrupción del Campechano le viene de lejana familia y lo del enriquecimiento con el trafico de esclavos es para vomitar.

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La caja de puros tiene mas de 1200 páginas pero es apasionante.​
 
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