Cristina Pedroche repite en las Campanadas de A3

Deseando estoy ver algún día las campanadas con alguien elegante y de buen gusto, que no haga discursos con los que después no promulga y que en el que prime más la elegancia que el exhibicionismo. Que no tengo absolutamente nada en contra de esta mujer, pero es que a mi ya me cansa el hecho de que prime la presencia física antes que las aptitudes necesarias. Me agotan este tipo de hechos.

Se sabe quién va a presentar en el resto de cadenas??
 
Ya hay fotos promocionales!!! El vestido es muy bonito el de las fotos el que lleve ella ya será otra cosa jajaja

 
Deseando estoy ver algún día las campanadas con alguien elegante y de buen gusto, que no haga discursos con los que después no promulga y que en el que prime más la elegancia que el exhibicionismo. Que no tengo absolutamente nada en contra de esta mujer, pero es que a mi ya me cansa el hecho de que prime la presencia física antes que las aptitudes necesarias. Me agotan este tipo de hechos.

Se sabe quién va a presentar en el resto de cadenas??
En tve Anne Igartiburu y Roberto Leal. Me parece que en telecinco Lara Álvarez con Jesús Calleja desde Mallorca.
Me parece que optaré por la clásica Anne porque la Pedroche me aburre muuucho ya.
 
Pedroche o el cansancio
CRÍTICA
NocheviejaOPINIÓN
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  • 1 ENE. 2019 13:52
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Cristina Pedroche posa con su vestido de Nochevieja. Instagram
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Hubo un tiempo en el que la Nochevieja era mala y punto. Sin dramatismos. Nadie se quejaba. A nadie parecía importarle. No pasaba absolutamente nada. Nos reuníamos, fingíamos estar felices y hasta comíamos polvorones. Nadie, salvo por tradición o ante amenaza de muerte, come polvorones. Había, acuérdense, matasuegras. Y ahí estábamos, dispuestos a todo por pasarlo bien. Qué digo bien, muy bien incluso. La televisión, por supuesto, contribuía a ello. La tele destilaba caos. La tele era un animal extraño de modales analógicos por definición imprevisible. Todo podía ocurrir. No pasaba nada, pero la sensación, que es lo que cuenta, era que sí, que algo podía suceder. Los presentadores de las galas gritaban semiborrachos mientras hacían equilibrios sobre espesas capas de confetis, los humoristas contaban con voz gangosa lamentables chistes sexistas y en las campanadas alguien se equivocaba en los cuartos.

Los cuartos, para entendernos, aún es la metáfora perfecta de un país, de una forma de vida, de cómo algo completamente inútil que nadie es capaz de dar razón de su existencia acapara todas las conversaciones. Es decir, todo iba mal, pero como si no. Era bueno que todo fuera malo.

Pues se acabó. Ahora ya lo malo es simplemente malo. Y así fue la noche del 31 camino del 1: todo mal. De repente, cada segundo programado se antojó tan previsible, aburrido y triste que hasta la imperecedera Anne Igartiburu(acompañada de un extraño alien rojo colgado del brazo que no era Roberto Leal) se antojó fuera de lugar. La tele de Nochevieja de 2018 pasará a la historia como la del fin de ciclo o el principio del Apocalipsis, como se quiera. Mota confeccionó un programa tan calculado y pendiente de sí mismo que, por momentos, hasta parecía una despedida. Pedroche consiguió no sorprender sorprendiendo con un ropaje floral hawaiano que, directamente, era ya, y sin mediación de las redes sociales, meme de sí mismo. ¿Y qué decir de las evidentes dificultades para no vocalizar vocalizando de su compañero Chicote? '

Cachitos ocupó La 2 con modales consolidados de radio fórmula donde la música es ya sólo una excusa para reírse de los músicos. Y de Bárbara Rey, que también cantó (o, en su caso, cantuvo). La 1, en funciones de La 1, promocionaba a La 1 (y a Leal, claro). Y los demás, directamente, ni comparecieron. Todo era comida de lata caducada. En las cadenas de Mediaset, por cierto, hubo una pareja dando las uvas por su cuenta. Igual, ahí siguen.

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José Mota, como el Rey Felipe VI, en 'Retratos salvajes'
Lo de José Mota, por empezar por donde se debe, fue de nuevo lo más o, directamente, lo único salvable. Por los pelos, pero a salvo. Le costó arrancar, eso sí. La primera mitad de su Retratos salvajes era más un quiero y no puedo enfrentado a la ingente labor de decir sin decir; de reírse, pero bajito. Se notaba demasiado ese empeño por no molestar ni a unos ni a sus contrarios en una clara demostración de que, y aunque duelan las equidistancias, los extremeñosnacionalistas siempre acaban por tocarse. El programa andaba aturullado incapaz de dar una respuesta convincente a la que era su tesis de partida: es imposible hacer humor con los políticos actuales porque, sencillamente, no dan la talla, no son imitables. Y así hasta que surgió el gag estrella (el del cambio de voz del Rey) y de su mano, todos los demás: la comparecencia de Faemino y Casado, el sketchdesopilante sobre Fariña y el tráfico de másters, la parodia del machismo irreflexivo... Al final, el programa se cerró con una reelaboración del anuncio de Campofrío a vueltas con estos difíciles tiempos para el humor que, aunque sólo sea por su evidente coincidencia, va camino de ser síntoma. En efecto, vivimos tiempos sin gracia.

Y luego está lo de Pedroche. Lo suyo sería abrir aquí un paréntesis para discutir hasta qué punto es sensato convertir en bandera del feminismo la libertad de hacer lo que a una le venga en gana incluida la más evidente, alegre e irreflexiva reproducción de los comportamientos que se intentan criticar. Aunque todo ello venga acompañado de un speech tan comprometido con la causa como, todo sea dicho, vergonzante.

Ya saben, cada uno se suicida como quiere. Pero claro, para ponernos seriamente a debatir la cuestión haría falta que, cuanto menos, el vestido, biquini o lo que quiera dios que era eso, no fuera tan feo. Y por feo entiendo algo absurdo con flores. Alguno habrá, empezando por el autor o autora de eso, que replique. Y nos parece bien. Al fin y al cabo, y de nuevo, cada uno es libre de elegir árbol desde el que colgarse.

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Jesús Calleja, con Lara Álvarez, en las Campanadas desde Mallorca. / MEDIASET
Otra línea de posible discusión, ya que estamos, podría ser hasta qué punto puede llegar a ser sorprendente una sorpresa que se anuncia como sorpresa cada día desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre. Por un momento, soñé con la posibilidad de que debajo de la capa apareciera Pedroche con una camiseta blanca. Sin más. Sin logos, sin eslóganes, sin más intención que la blancura. Fue un sueño. Además, quién es nadie para soñar siquiera cómo se tiene que disfrazar la gente.

¿Y si hablamos ahora de Igartiburu? Llegará un día en que las campanadas las tendrá que dar alguien que no sea ella. Llámenme loco, pero creo que ese momento ha llegado. No es que ella estuviera mal, cuidado. Ella, de hecho, siempre está bien. Y aquí está precisamente el problema. Antes, y por antes me refiero a ayer mismo, la presentadora vasca por vocación se erigía como faro y luminaria entre el caos reinante. Ella era la garantía de que aunque a su lado apareciera alguien con capa o con tupé extraño, aunque todo a su alrededor fuera bala perdida, Anne estaba ahí para tranquilizarnos. Era la tranquilidad entre la excitación, el tranquimazín entre tanto estupefaciente euforizante. Pues bien, la tristura de previsibilidad, la medianía de lo políticamente correcto, la vulgaridad de lo evidente que todo lo puede ha hecho que ahora mismo Igartiburu deje de tener función. Ahora lo único extravagante son sus mangas rojas. Y para eso, para vestir raro, ya tenemos a Pedroche.

Lo dicho, el apocalipsis empieza hoy mismo. Todo mal.
https://www.elmundo.es/television/2019/01/01/5c2b4d03fdddffae698b46a4.html
 
Nose si lo habéis dicho ya pero cuando la vi el 31, lo primero que pensé fue que ese vestido ya lo había visto yo en otro momento.
Y sin duda, no me equivocaba. El “vestido” que llevaba es una copia barata al que llevo Laetitia Casta en 1999 en el desfile de YSL pero en la conocida marca lo vendían como vestido de novia :whistle:
 
Nose si lo habéis dicho ya pero cuando la vi el 31, lo primero que pensé fue que ese vestido ya lo había visto yo en otro momento.
Y sin duda, no me equivocaba. El “vestido” que llevaba es una copia barata al que llevo Laetitia Casta en 1999 en el desfile de YSL pero en la conocida marca lo vendían como vestido de novia :whistle:
en otro foro han puesto la foto del YSL,mucha diferencia..
 
El peinado no era peinado, el vestido no era vestido..............la verdad que los de años anteriores no se los ve tan mal..................................................
 
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