Coronavirus

900 policías de Nueva York tienen coronavirus y casi 5.000 están de baja
EFE - Nueva York
30/03/2020 - 00:15h

Cerca de 900 agentes del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD) han dado positivo por laCOVID-19 y casi 5.000 están de baja por enfermedad, según anunció este domingo el cuerpo, que ya ha perdido a tres de sus miembros por el virus.
Las autoridades esperan que el número de casos confirmados siga aumentando en los próximos días, según aseguró el jefe del NYPD, Dermot Shea, que acompañó al alcalde Bill de Blasio en una conferencia de prensa.




Shea explicó que el número de agentes enfermos comenzó a aumentar alrededor del 12 de marzo y que, aunque algunos de los primeros policías que dieron positivo por la COVID-19 están volviendo ya al trabajo, es previsible que los números sigan empeorando.
"Nos estamos acercando a 5.000 miembros actualmente fuera por enfermedad y, para mañana, anticipo que tendremos casi 900 positivos por la COVID-19", dijo el responsable del mayor cuerpo de policía de EE.UU.
En total, el NYPD cuenta con unos 36.000 agentes y unos 19.000 empleados civiles, según cifras de la propia institución.
Tres miembros, un detective y dos civiles, han fallecido hasta ahora como consecuencia de la enfermedad, que tiene en la Gran Manzana el mayor foco de todo Estados Unidos.
El país registra el mayor número de casos en todo el mundo, con más de 135.000 y al menos 2.381 muertos.
Los fallecimientos por la pandemia podrían llegar a los 100.000 y los contagios podrían ser millones, según afirmó este domingo el principal epidemiólogo del Gobierno, Anthony Fauci.
"Mirando lo que estamos viendo ahora, saben, diría que entre 100.000 y 200.000 (muertos), pero no quiero sujetarme a eso", estimó Fauci, miembro del grupo de trabajo de la Casa Blanca frente al coronavirus y director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas, en una entrevista a la cadena de televisión CNN.

 
Última edición por un moderador:
La Administración de Alimentos y Medicamentos ha autorizado el uso de emergencia el domingo para hidroxicloroquina y cloroquina. Los medicamentos contra la malaria han sido promocionados por el presidente Donald Trump, quien espera que los medicamentos puedan ayudar a las personas hospitalizadas con tratamiento de coronavirus.

La FDA permitió que los medicamentos fueran "donados a la Reserva Estratégica Nacional para ser distribuidos y recetados por los médicos a pacientes adolescentes y adultos hospitalizados con COVID-19, según corresponda, aun cuando un ensayo clínico no está disponible o no es factible". La declaración también anunció que Sandoz ha donado 30 millones de dosis de hidroxicloroquina a la reserva y Bayer ha donado 1 millón de dosis de cloroquina.

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Algunos casos se han solucionado con la combinación adecuada, esto lo se por haberlo leído de boca de los sobrevivientes. Dios que funcione para todos los casos... ? ??
 

En Abril esperan poder empezar los ensayos con plasma, Grifols tiene proyecto en espana y eeuu.
En Espana no pueden concertar ensayos en mas hospitales porque estan(los hospitales) desbordados y no tiene manera de poder preparar el ensayo.
 
El personal sanitario ya no aguanta más la mala gestión.

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Personal sanitario

Se acabó la tregua con el Gobierno


Se acabó la tregua. Se acabó mi tregua. Me hice la promesa de moderar las críticas, pero me tiran de la lengua estos canallas. Me dicen que no es momento de polémicas, pero los políticos al mando y sus voceros se encargan de dividir. Me dicen que es mejor guardar silencio por ahora, pero veo que mi silencio sólo sirve para que otros hablen y construyan su relato. Me dicen que hay que estar con el Gobierno, pero el Gobierno no está conmigo. Me dicen que no hay que señalar, pero ellos, además de no ayudar, señalan con dureza a los profesionales sanitarios.

El Gobierno está acojonado. No cabe duda. Es la primera vez en medio siglo que los pacientes y los profesionales de la medicina vamos de la mano en algo. Ha tenido que ocurrir una desgracia para que la sociedad española comprenda que los políticos (todos) han esquilmado –literalmente– la sanidad pública, y que los médicos y las enfermeras no hemos sido los culpables, sino las víctimas. Tan víctimas como los pacientes. Y están acojonados los políticos. Muy acojonados. Esos aplausos a las ocho de la tarde, día tras día, les ponen los huevos de corbata porque entienden (con razón) que los pacientes y los médicos ya formamos una piña. Ya no vale la leyenda construida de que los médicos somos los despilfarradores del sistema, los vagos, los maleantes, los culpables de las demoras, los privilegiados en el sueldo. Ha tenido que llegar un virus para mostrar a las claras las vergüenzas de estos mierdas: la falta de mascarillas, la falta de respiradores, la falta de buenas batas, la falta de profesionales, la falta de organización, la falta de protocolos y la falta de liderazgo.

El desastre organizativo ha sido tan absoluto, la incompetencia tan burda, la imprudencia tan visible, la mentira tan palpable, la desidia tan evidente, que el Gobierno (o los Gobiernos) nos piden ahora silencio para ir ellos construyendo su relato. El relato que los salve. El chivo expiatorio que revuelva de nuevo a los pacientes contra quienes se encargan de la salud. La ignominia llevada a un grado sumo. Maestros de miserables.

En un país donde los médicos y las enfermeras se protegen con bolsas de la basura para atender a sus pacientes, en un país donde se confeccionan mascarillas con papel higiénico o con bordados de punto de cruz, en un país donde ya están cayendo médicos, enfermeras y guardias civiles en acto de servicio, en un país que ya supera a China en número de fallecidos por el coronavirus, se dice por una consejera socialista de sanidad que los médicos se están contagiando por viajar mucho. Por viajar mucho. Por viajar mucho. No por trabajar mucho y en penosas condiciones. No. No por la criminal negligencia de quienes, a fecha de hoy, han tenido que pedir ayuda a la OTAN para traer a España los test del coronavirus. No. No por quienes han incumplido la promesa realizada hace dos semanas de que, “en pocos días”, tendríamos a nuestra disposición las mascarillas FPP2 y FPP3. No. No por quienes ya permiten, con manifiesta impotencia, que los propios profesionales nos vistamos con bolsas de la basura y con caretas de papel de celofán. No. Ha sido por viajar. Por viajar mucho. Los médicos nos contagiamos por viajar.

Ya estamos otra vez en lo de siempre. En lo de siempre. En escupir a la cara a quien nos cuida para salvar ellos el culo. En intentar explicar lo inexplicable atacando al punto débil del sistema. El jefe sioux haciéndole la vida imposible al indio. El general de cinco estrellas abofeteando al soldadito bajo su mando.

Un artículo publicado anteayer en El País demuestra la incompetencia y la desidia criminal de este Gobierno. Un Gobierno que, durante los cruciales meses de enero, febrero y marzo, estuvo distraído en los tres problemas “más acuciantes” de España. A saber: la lucha contra el heteropatriarcado opresor de las mujeres, la colocación de Pablo Iglesias en el CNI y la satisfacción de los antojos a los desleales catalanes, incluido un proyecto inminente de amnistía. Y mientras tanto, mientras todo eso sucedía, afirmaba Pedro Sánchez con rotundidad que “la sanidad española estaba perfectamente preparada” (sic) para la pandemia de coronavirus que se nos venía encima. Hoy sabemos que no era así. Que nos mentía. Que le importaba una higa poner a los sanitarios a los pies de los caballos. Que lo suyo era el feminismo, y la formación sexual en las escuelas, y los talleres de mas***bación para mujeres empoderadas, y el ofrecer millones de euros a quien decía sin pudor en el Congreso que la estabilidad de España le importaba una putísima mierda: a los independentistas catalanes.

Y por todo eso, por esa criminal negligencia, porque a 25 de marzo estamos igual que en febrero, el Consejo Estatal de Médicos ha presentado una denuncia ante el Tribunal Supremo para que el nefasto Gobierno de ensoberbecidos inútiles que nos ha tocado padecer haga por fin su trabajo y nos permita realizar el nuestro sin enfermar, sin que caigamos como moscas en esta guerra en la que nos han metido sin un maldito fusil, sin una bala.

Hay tantos izquierdistas de caché ingresados en la Ruber que ya la llaman Ruberlingrado. Y allí, en Ruberlingrado, me imagino que estarán pensando y discutiendo la forma de dimitir. De dimitir, cabrones. De dimitir. Que no es un nombre ruso dimitir, sino la única acción honorable que le queda a un irresponsable cuando se ha demostrado sobradamente su irresponsabilidad.

Y no digo que dimitáis ahora, en plena crisis, sino luego: cuando estemos en la calle los que queden. Porque en la calle nos veremos, sí. No lo dudéis. Iremos todos, de la mano. Y se abrirán para nosotros las grandes alamedas, como decía Salvador Allende poco antes de morir asesinado. Y allí, en la calle, en esas grandes alamedas, estaremos todos juntos: las enfermeras, los celadores, las auxiliares de las residencias, los pacientes, los médicos, los conductores de las ambulancias, los taxistas, los bomberos, los jubilados, las cajeras, los transportistas, las amas de casa, los autónomos, los farmacéuticos… Todos. Todos juntos, de la mano. Todos en defensa de la Sanidad Pública. Todos contra el mal Gobierno. Y esta vez nada de batas blancas, ni de lazos amarillos, ni morados feministas, ni verde de los maestros. Todos de riguroso negro. De negro color de luto. De negro como las negras togas del Tribunal Supremo que os habrán de juzgar algún día. De negro como las negras bolsas de basura que se han de poner mis compañeros.

El autor, Juan Manuel Jimenez Muñoz,
es médico y escritor malagueño.


 
:(

Eso lo construye Samaritan's purse, organización cristiana para ayuda ante desastres, en Central Park. Ayudarán a los pacientes del hospital Monte Sinaí.

 
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