CORINNA ZU SAYN-WITTGENSTEIN ‘REPUDIADA’ TAMBIÉN EN LA CORTE DE LOS GRIMALDI

Registrado
4 Dic 2012
Mensajes
14.493
Calificaciones
111.217
WITTGENSTEIN

23/02/2019

‘REPUDIADA’ TAMBIÉN EN LA CORTE DE LOS GRIMALDI

Fue la sombra de Alberto y Charlene de Mónaco, acogida como asesora internacional tras su ‘huida’ de España al conocerse su amistad con Don Juan Carlos. Pero en ‘La Roca’, desde hace tiempo, no hay ni rastro de ella. El distanciamiento de Corinna coincidió con el escándalo por usar el título de princesa al que no tenía derecho.

POR EDUARDO ÁLVAREZ

SE CONVIRTIÓ en la sombra de los príncipes de Mónaco. Durante varios años apenas se despegaba de Alberto y de Charlene, acompañándoles lo mismo en visitas de Estado a la Rusia de Putin que a un front row de Carolina Herrera en Nueva York. Siempre posaba en lugar destacado, hinchada como un pavo real. Porque a Corinna Larsen, más conocida como Corinna zu Sayn-Wittgenstein –o como la ex amiga entrañable del Rey Juan Carlos–, nada le gusta más que estar rodeada de ricos y poderosos. Pero... igual que consiguió hacerse imprescindible en la Corte de los Grimaldi... un día fue repudiada y apartada de un plumazo. Sin explicación oficial. Aunque todo sucedió cuando el cuento de la princesa que en realidad no lo era saltó por los aires. Demasiado escándalo para un principado que lucha por quitarse el sambenito de que es de opereta.

La reciente reaparición de Corinna Larsen en Moscú, dejándose querer por el presidente de la Cámara de Cuentas de la Federación, uno de los hombres fuertes de Putin, la trae de nuevo a primer plano. Y su ausencia esta semana en Montecarlo en la Gala de los Premios Laureus –a los que estuvo tan ligada cuando se codeaba con el Rey Emérito–, presidida por Alberto de Mónaco, confirma un total distanciamiento de los Grimaldi que a LOC no le ha pasado por alto.

A principios de año, este suplemento se puso en contacto con la representante de Corinna para preguntarle por el ostracismo al que parece haber sido condenada en la glamourosa corte de la Costa Azul. Nos respondió que “nunca” ha sido empleada de la Casa Principesca de Mónaco y que estos años atrás sólo había hecho “trabajos puntuales” y que va “a seguir haciéndolos”, insinuando así que nada ha cambiado en su relación con los Grimaldi, informa Marina Pina.

Pero la realidad parece ser bien distinta.

Para empezar, porque en marzo del año pasado se produjo un hecho decisivo. El Boletín Oficial de Mónaco publicó el 30 de aquel mes la Decisión del príncipe Alberto por la que M. Sébastien Gattuso era nombrado consejero privado de Su Alteza Serenísima la princesa Charlene. Gattuso, de 47 años, es un conocido atleta monegasco que participó en campeonatos y Juegos Olímpicos. Y él es quien la acompaña ahora en muchos actos de la misma naturaleza a los que antes la asistía Corinna, como los que están relacionados con las obras filantrópicas de la Fundación de la princesa.

Ya antes de que se institucionalizara su nombramiento como consejero, Gattuso le había quitado el puesto a la polémica socialité en la ceremonia de apertura de las Olimpiadas Especiales de Inverno de Austria, en marzo de 2017, a las que Charlene acudió secundada por el atleta retirado. Una situación bien distinta a la que se había vivido en 2014, cuando Corinna formó triunviratocon los príncipes en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi.

¿Ocurrió algo que pueda explicar el distanciamiento de los Grimaldi y la ex amiga de Don Juan Carlos?

Parece que en el Palacio monegasco no les importó demasiado que durante años se les vinculara con la rubia intrigante que había puesto patas arriba a todo un país, España; que había sido la principal causante de la abdicación del Rey Juan Carlos en 2014; y que había arruinado su historial de discreción bien cultivada para poder ejercer sus labores de intermediación entre mandamases internacionales con entrevistas de despecho en las que lanzaba dardos tan afilados como el de tachar al Emérito de “hombre mayor que necesita toda la ayuda posible” (Vanity Fair, 2013).

Pero probablemente hasta en La Roca fuera ya demasiado el escándalo que supuso que se desvelara que Corinna llevaba años paseándose por el mundo con un falso título de princesa y un tratamiento de Alteza Serenísima al que no tenía derecho. No olvidemos que, justamente, los Grimaldi son Sus Altezas Serenísimas, igual que los miembros de la rancia Casa Principesca alemana Sayn-Wittgenstein, originaria de Renania del Norte-Westfalia. Menudo hazmerreír para una dinastía reinante que su tratamiento fuera usado en vano por su asesora.

LOC adelantó en junio de 2017 que Corinna había dejado de ser princesa consorte desde su divorcio en octubre de 2005 de su segundo marido, Casimir Sayn-Wittgenstein. Y, ante la enorme repercusión que tuvo la noticia, su propio ex suegro, el jefe de la dinastía, el príncipe Alexander, explicó a este suplemento que “de acuerdo con la ley alemana y el Código de Familia de la Casa Sayn-Wittgenstein Sayn, es Corinna Larsen Adkins desde el divorcio de nuestro hijo”. “Desde hace más de una década no tiene derecho al título de princesa ni al tratamiento de S.A.S.”, zanjó el aristócrata.

El cuento saltaba por los aires. Y eso que aún habrían de llegar episodios mucho más escabrosos en la historia de Corinna, como el escándalo por las grabaciones de Villarejo. Los Grimaldi respirarían aliviados al verse ya tan distanciados de la mujer que huyó de España prometiendo que no volvería jamás.

Nuestra protagonista siempre ha tenido una ambición y astucia sobresalientes. En 1984, siendo muy joven, conoció al príncipe Alberto de Mónaco al compartir mesa en un Baile de la Rosa. A través de la princesa Ira von Fürstemberg, el padre de Corinna se acercó a Rainiero y consiguió que su hija disfrutara de tan agradable velada. La amistad de Corinna y Alberto se ha prolongado años. Ella fue una de las invitadas a su boda con Charlene, en 2011. Parece que aquél fue el motivo real por el que ni los entonces Príncipes Felipe y Letizia ni Doña Sofía acudieron al enlace –Don Juan Carlos estaba entonces convaleciente–.

LOC adelantó también que, en 2008, Corinna ejerció de acompañante de Alberto en una cena en El Pardo durante una visita del soberano a nuestro país por el Día de Mónaco en la Expo de Zaragoza.

Tras hacerse pública la amistad entrañable de la rubia y Don Juan Carlos, a raíz de su accidente el Bostwana en la cacería de elefantes, los Grimaldi acogieron a Corinna y la convirtieron en su asesora en 2013. La socialité, con una de las agendas de contactos más envidiables del mundo, acompañó al matrimonio o a Charlene en solitario a Nueva York, para la intervención del príncipe ante la Asamblea de la ONU, a la inauguración de la 7ª Iniciativa Global Clinton, a un viaje a Rusia o al funeral de Nelson Mandela, entre otros muchos eventos.

A pesar de que para entonces ya se decía de todo de Corinna, y casi nada bueno, Charlene no dudó en 2014 en definirla como “una amiga fiel” en Point de vue, la biblia de las publicaciones sobre realeza.

Y, claro, la ex princesa encantada, se dejaba querer. Todavía en febrero de 2016, declaraba a la revista Gala que significaba “mucho trabajo” su labor en la Fundación de la princesa. Y meses después, a principios de 2017, la revista Bunte destacaba a Corinna como una de las piezas fundamentales del equipo con el que la consorte monegasca había revolucionado su gabinete personal, y que incluía a su hermano Gareth o a la fotógrafa Vanessa von Zitzewitz.

Eran tiempos en los que Corinna todavía se sentía una mujer fuerte en el Principado. Y por ello seguro que disfrutaba viendo cómo en algunos países la confundían con una princesa más de Mónaco, tal como se referían a ella en noviembre de 2016 periódicos de Zimbabue, donde acudió como estrella invitada a la elección de Miss Turismo, junto a la primera dama Grace Mugabe, y varios miembros de la realeza africana.

El tiempo dirá si los Grimaldi vuelven a confiar en la siempre polémica Corinna. De momento, alejada del palacio de la añorada Grace, parece abrirse hueco en la corte de Putin, que tampoco es moco de pavo.

A pesar de que su trabajo como asesora estratégica para multinacionales y Gobiernos de todo el mundo le obligaban a mantener una escrupulosa discreción, Corinna Larsen salta de escándalo en escándalo desde que se conoció su relación con Juan Carlos I. Y, aun así, durante años la consorte de Mónaco, Charlene, la respaldó en público y no acudía a ningún acto oficial sin ella.

Corinna está considerada como una de las mujeres mejor conectadas del mundo. Y esos contactos le valieron formar parte de la comitiva del príncipe Alberto y su mujer en el viaje oficial que realizaron a Rusia en octubre de 2013, como si se tratara de un miembro más de la dinastía. Allí fueron recibidos no sólo por Putin, sino también por el Santísimo Patriarca Kiril.

La amistad entre Corinna y Charlene se estrechó. Y la primera se convirtió en una de las piezas clave del nuevo gabinete de la consorte, que, después de dar a luz a sus gemelos, empezó a sentirse más segura de sí misma en ‘La Roca’ y a querer empezar a imponer su voluntad en determinados asuntos de Palacio –lo que provocó algunos enfrentamientos con su cuñada Carolina–. Corinna ayudó mucho a la consorte en el desarrollo de su Fundación, que financia proyectos en todo el mundo en apoyo de varias causas filantrópicas. En concreto, uno de los objetivos, en el área del deporte y la educación, es conseguir que niños de países en vías de desarrollo aprendan a nadar.

Corinna ayudó a Charlene a que ganara seguridad, a que se afianzara en sus intervenciones públicas e incluso a depurar su estilo para determinados actos. Por ello la acompañaba a desfiles de moda, como el de la colección de Ralph Lauren en París en 2013.
 
Última edición por un moderador:
Corinna Larsen, es una trepa de 1ª categoría.
Ella solo busca a hombres poderosos para que le solucionen la vida.
Ha conseguido mucho dinero y status, pero no ha logrado casarse con casi ninguno de ellos.
Aunque quizás sea solo eso lo que quiere.


Solo se casó con el aristócrata alemán Casimir zu Sayn-Wittgenstein-Sayn, miembro de la antigua casa condal de Sayn-Wittgenstein-Sayn, hasta su divorcio en 2005. Corinna utiliza de forma irregular el apellido de su ex-marido, así como el título de princesa y el tratamiento de S.A.S (Su Alteza Serenísima). El uso del apellido y del título es sin el consentimiento de la familia, dando lugar a enfrentamientos, finalizando con la futura boda del príncipe alemán con la modelo Alana Bunte, en 2018.

Desde 2006, sus apariciones en los medios vienen ligadas a su relación con el rey emérito Juan Carlos I de España, al que habría organizado safaris en África, incluyendo el de 2012 en Botsuana en el que el monarca se fracturó la cadera, y acompañado en regatas. Le habría representado ante magnates extranjeros y le habría servido de intermediaria en transacciones con altos dignitarios y empresarios de Rusia y de Arabia Saudí.

https://es.wikipedia.org/wiki/Corinna_zu_Sayn-Wittgenstein
 
Es verla, a Corinna, y me produce una sensación de intranquilidad enorme. De ser una persona a la que hay q tener muy lejos de uno mismo, de no involucrarse en ningún sentido con ella, un poquito peligrosa diría yo. Es una opinión, ojo, no digo q sea así.
 
WITTGENSTEIN

23/02/2019

‘REPUDIADA’ TAMBIÉN EN LA CORTE DE LOS GRIMALDI

Fue la sombra de Alberto y Charlene de Mónaco, acogida como asesora internacional tras su ‘huida’ de España al conocerse su amistad con Don Juan Carlos. Pero en ‘La Roca’, desde hace tiempo, no hay ni rastro de ella. El distanciamiento de Corinna coincidió con el escándalo por usar el título de princesa al que no tenía derecho.

POR EDUARDO ÁLVAREZ

SE CONVIRTIÓ en la sombra de los príncipes de Mónaco. Durante varios años apenas se despegaba de Alberto y de Charlene, acompañándoles lo mismo en visitas de Estado a la Rusia de Putin que a un front row de Carolina Herrera en Nueva York. Siempre posaba en lugar destacado, hinchada como un pavo real. Porque a Corinna Larsen, más conocida como Corinna zu Sayn-Wittgenstein –o como la ex amiga entrañable del Rey Juan Carlos–, nada le gusta más que estar rodeada de ricos y poderosos. Pero... igual que consiguió hacerse imprescindible en la Corte de los Grimaldi... un día fue repudiada y apartada de un plumazo. Sin explicación oficial. Aunque todo sucedió cuando el cuento de la princesa que en realidad no lo era saltó por los aires. Demasiado escándalo para un principado que lucha por quitarse el sambenito de que es de opereta.

La reciente reaparición de Corinna Larsen en Moscú, dejándose querer por el presidente de la Cámara de Cuentas de la Federación, uno de los hombres fuertes de Putin, la trae de nuevo a primer plano. Y su ausencia esta semana en Montecarlo en la Gala de los Premios Laureus –a los que estuvo tan ligada cuando se codeaba con el Rey Emérito–, presidida por Alberto de Mónaco, confirma un total distanciamiento de los Grimaldi que a LOC no le ha pasado por alto.

A principios de año, este suplemento se puso en contacto con la representante de Corinna para preguntarle por el ostracismo al que parece haber sido condenada en la glamourosa corte de la Costa Azul. Nos respondió que “nunca” ha sido empleada de la Casa Principesca de Mónaco y que estos años atrás sólo había hecho “trabajos puntuales” y que va “a seguir haciéndolos”, insinuando así que nada ha cambiado en su relación con los Grimaldi, informa Marina Pina.

Pero la realidad parece ser bien distinta.

Para empezar, porque en marzo del año pasado se produjo un hecho decisivo. El Boletín Oficial de Mónaco publicó el 30 de aquel mes la Decisión del príncipe Alberto por la que M. Sébastien Gattuso era nombrado consejero privado de Su Alteza Serenísima la princesa Charlene. Gattuso, de 47 años, es un conocido atleta monegasco que participó en campeonatos y Juegos Olímpicos. Y él es quien la acompaña ahora en muchos actos de la misma naturaleza a los que antes la asistía Corinna, como los que están relacionados con las obras filantrópicas de la Fundación de la princesa.

Ya antes de que se institucionalizara su nombramiento como consejero, Gattuso le había quitado el puesto a la polémica socialité en la ceremonia de apertura de las Olimpiadas Especiales de Inverno de Austria, en marzo de 2017, a las que Charlene acudió secundada por el atleta retirado. Una situación bien distinta a la que se había vivido en 2014, cuando Corinna formó triunviratocon los príncipes en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi.

¿Ocurrió algo que pueda explicar el distanciamiento de los Grimaldi y la ex amiga de Don Juan Carlos?

Parece que en el Palacio monegasco no les importó demasiado que durante años se les vinculara con la rubia intrigante que había puesto patas arriba a todo un país, España; que había sido la principal causante de la abdicación del Rey Juan Carlos en 2014; y que había arruinado su historial de discreción bien cultivada para poder ejercer sus labores de intermediación entre mandamases internacionales con entrevistas de despecho en las que lanzaba dardos tan afilados como el de tachar al Emérito de “hombre mayor que necesita toda la ayuda posible” (Vanity Fair, 2013).

Pero probablemente hasta en La Roca fuera ya demasiado el escándalo que supuso que se desvelara que Corinna llevaba años paseándose por el mundo con un falso título de princesa y un tratamiento de Alteza Serenísima al que no tenía derecho. No olvidemos que, justamente, los Grimaldi son Sus Altezas Serenísimas, igual que los miembros de la rancia Casa Principesca alemana Sayn-Wittgenstein, originaria de Renania del Norte-Westfalia. Menudo hazmerreír para una dinastía reinante que su tratamiento fuera usado en vano por su asesora.

LOC adelantó en junio de 2017 que Corinna había dejado de ser princesa consorte desde su divorcio en octubre de 2005 de su segundo marido, Casimir Sayn-Wittgenstein. Y, ante la enorme repercusión que tuvo la noticia, su propio ex suegro, el jefe de la dinastía, el príncipe Alexander, explicó a este suplemento que “de acuerdo con la ley alemana y el Código de Familia de la Casa Sayn-Wittgenstein Sayn, es Corinna Larsen Adkins desde el divorcio de nuestro hijo”. “Desde hace más de una década no tiene derecho al título de princesa ni al tratamiento de S.A.S.”, zanjó el aristócrata.

El cuento saltaba por los aires. Y eso que aún habrían de llegar episodios mucho más escabrosos en la historia de Corinna, como el escándalo por las grabaciones de Villarejo. Los Grimaldi respirarían aliviados al verse ya tan distanciados de la mujer que huyó de España prometiendo que no volvería jamás.

Nuestra protagonista siempre ha tenido una ambición y astucia sobresalientes. En 1984, siendo muy joven, conoció al príncipe Alberto de Mónaco al compartir mesa en un Baile de la Rosa. A través de la princesa Ira von Fürstemberg, el padre de Corinna se acercó a Rainiero y consiguió que su hija disfrutara de tan agradable velada. La amistad de Corinna y Alberto se ha prolongado años. Ella fue una de las invitadas a su boda con Charlene, en 2011. Parece que aquél fue el motivo real por el que ni los entonces Príncipes Felipe y Letizia ni Doña Sofía acudieron al enlace –Don Juan Carlos estaba entonces convaleciente–.

LOC adelantó también que, en 2008, Corinna ejerció de acompañante de Alberto en una cena en El Pardo durante una visita del soberano a nuestro país por el Día de Mónaco en la Expo de Zaragoza.

Tras hacerse pública la amistad entrañable de la rubia y Don Juan Carlos, a raíz de su accidente el Bostwana en la cacería de elefantes, los Grimaldi acogieron a Corinna y la convirtieron en su asesora en 2013. La socialité, con una de las agendas de contactos más envidiables del mundo, acompañó al matrimonio o a Charlene en solitario a Nueva York, para la intervención del príncipe ante la Asamblea de la ONU, a la inauguración de la 7ª Iniciativa Global Clinton, a un viaje a Rusia o al funeral de Nelson Mandela, entre otros muchos eventos.

A pesar de que para entonces ya se decía de todo de Corinna, y casi nada bueno, Charlene no dudó en 2014 en definirla como “una amiga fiel” en Point de vue, la biblia de las publicaciones sobre realeza.

Y, claro, la ex princesa encantada, se dejaba querer. Todavía en febrero de 2016, declaraba a la revista Gala que significaba “mucho trabajo” su labor en la Fundación de la princesa. Y meses después, a principios de 2017, la revista Bunte destacaba a Corinna como una de las piezas fundamentales del equipo con el que la consorte monegasca había revolucionado su gabinete personal, y que incluía a su hermano Gareth o a la fotógrafa Vanessa von Zitzewitz.

Eran tiempos en los que Corinna todavía se sentía una mujer fuerte en el Principado. Y por ello seguro que disfrutaba viendo cómo en algunos países la confundían con una princesa más de Mónaco, tal como se referían a ella en noviembre de 2016 periódicos de Zimbabue, donde acudió como estrella invitada a la elección de Miss Turismo, junto a la primera dama Grace Mugabe, y varios miembros de la realeza africana.

El tiempo dirá si los Grimaldi vuelven a confiar en la siempre polémica Corinna. De momento, alejada del palacio de la añorada Grace, parece abrirse hueco en la corte de Putin, que tampoco es moco de pavo.

A pesar de que su trabajo como asesora estratégica para multinacionales y Gobiernos de todo el mundo le obligaban a mantener una escrupulosa discreción, Corinna Larsen salta de escándalo en escándalo desde que se conoció su relación con Juan Carlos I. Y, aun así, durante años la consorte de Mónaco, Charlene, la respaldó en público y no acudía a ningún acto oficial sin ella.

Corinna está considerada como una de las mujeres mejor conectadas del mundo. Y esos contactos le valieron formar parte de la comitiva del príncipe Alberto y su mujer en el viaje oficial que realizaron a Rusia en octubre de 2013, como si se tratara de un miembro más de la dinastía. Allí fueron recibidos no sólo por Putin, sino también por el Santísimo Patriarca Kiril.

La amistad entre Corinna y Charlene se estrechó. Y la primera se convirtió en una de las piezas clave del nuevo gabinete de la consorte, que, después de dar a luz a sus gemelos, empezó a sentirse más segura de sí misma en ‘La Roca’ y a querer empezar a imponer su voluntad en determinados asuntos de Palacio –lo que provocó algunos enfrentamientos con su cuñada Carolina–. Corinna ayudó mucho a la consorte en el desarrollo de su Fundación, que financia proyectos en todo el mundo en apoyo de varias causas filantrópicas. En concreto, uno de los objetivos, en el área del deporte y la educación, es conseguir que niños de países en vías de desarrollo aprendan a nadar.

Corinna ayudó a Charlene a que ganara seguridad, a que se afianzara en sus intervenciones públicas e incluso a depurar su estilo para determinados actos. Por ello la acompañaba a desfiles de moda, como el de la colección de Ralph Lauren en París en 2013.


https://www.elmundo.es/loc/celebrities/2019/02/23/5c700d0d21efa02d4b8b45e8.html
 

Temas Similares

2
Respuestas
19
Visitas
2K
Back