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Ocho motivos por los que querrás volver a Setúbal una y otra vez
Portugal nos ofrece la escapada perfecta


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8 motivos por los que querrás volver a Setúbal una y mil veces © Alamy



Situada en uno de los enclaves más espectaculares del estuario del río Sado, Setúbal es sinónimo de un verano perfecto para playeros, culturetas y foodies. Hoy os damos ocho motivos por los que querrás echar raíces en la ciudad lusa:

1. LAS PLAYAS DE GALAPOS Y GALAPINHOS


Ya en 2017 se apuntó a Galapinhos como la mejor playa de Europa. Poner el pie en Galapinhos es una sensación muy difícil de explicar, con una finísima arena blanca bajo los pies y un silencio maravilloso. Su acceso es muy complicado, por dos caminos bastante escarpados llamados Galapos (hacia la playa de Galapos, la más pequeña) y Galapinhos.

Ambas playas están juntas y son muy parecidas aunque es Galapinhos la que se ha llevado el gato al agua. Bajo la atenta mirada de la impresionante Sierra de la Arrábida, con un agua cristalina y tranquila, no se puede pedir más. Bueno, quizás mejorar el aparcamiento, pero todo tiene un precio.

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Galapos, otro de los paraísos de Setúbal © Alamy

2. UN SOBRESALIENTE EN RESTAURACIÓN

Posiblemente una de las cosas que más nos impacta a los viajeros en Setúbal es lo bien que se come en esta ciudad. En Setúbal hay un gigantesco ramillete de restaurantes donde se puede encontrar el mejor pescado de la región, muchos de ellos en la Avenida de Luisa Todi donde los sábados se instala la Feria de Antigüedades.




Además, el concepto en Setúbal se acerca más al de Casa de Comidas, sin mucha más pretensión que la de hacernos felices con cada bocado. En la mesa de Setúbal es imprescindible pedir la sardinha o el carapau (jurel) a la parrilla, fundamentalmente porque será el olfato el que lo pida. También la sepia o las lulas (calamares) fritas, y todo ello acompañado con su correspondiente molho.

3. LA SIERRA DE ARRÁBIDA

Este Parque Nacional es uno de los pulmones verdes más importantes de todo Portugal. Forma un matrimonio perfecto con el estuario del Sado, dejando el litoral salpicado de increíbles calas que te trasladarán al paraíso y que están consideradas como las mejores playas de Portugal, como la de Figueirinha.

El recorrido por carretera (Estrada da Escarpa) es un espectáculo para la vista, donde casi en cada curva encontramos un mirador en el que es necesario hacer la foto de rigor. Si se continúa la carretera hasta la Serra do Risco, el espectáculo se convierte en la impresionante vista desde lo alto de sus acantilados, algunos con una altura de más de 300 metros sobre el Atlántico.

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Sierra de Arrábida © Alamy

4. LA MARAVILLOSA DECADENCIA DEL SETÚBAL ANTIGUO

Caminar por el casco viejo de Setúbal es algo más que un simple paseo. El centro histórico de Setúbal se compone de decenas de calles empedradas donde el comercio de toda la vida a pie de calle soporta en muchas ocasiones grandes mansiones que en otra época tuvieron esplendor y que hoy en día se caen en pedazos.




Pero forma parte de la magia del Setúbal antiguo, aquel que presumió de palacetes y mansiones que actualmente se asoman a las calles como casas encantadas, posiblemente habitadas por los fantasmas de quienes allí residieron en otras épocas. Algunos de estos palacetes están siendo restaurados; los otros ya forman parte de la historia misteriosa de la ciudad.

5. LA QUINTA DA BACALHOA

Esta quinta originaria del siglo XIV perteneció a Juan de Portugal hasta que la vendió en 1526 a la familia Alburquerque. Está considerada como una de las más bellas de Portugal y su estado de conservación es envidiable. En su interior se pueden encontrar maravillosos revestimientos de azulejos que evocan motivos árabes y que datan de los siglos XV y XVI, así como un espectacular jardín.

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Los jardines de la quinta da Bacalhoa © iStock

Este palacete además es sede de un museo y una bodega que ofrecen un final de visita con una cata de vino portugués. Y es que, además de ser monumento Nacional, ya vienen siendo protectores del vino portugués desde la década de los 70.

6. EL INCREÍBLE RESPETO POR EL MEDIO AMBIENTE

El estuario del Sado es el abrigo de la mayor parte de las especies animales de la región. La labor de protección que se hace en Setúbal sobre sus aguas es increíble, permitiendo el avistamiento de delfines (ellos los llaman golfinhos) en completa libertad en un tiempo no superior a 30 minutos para no perturbar esa misma libertad.




Los amantes del buceo descubrirán que las posibilidades del fondo marino de Sesimbra ha convertido a esta pequeña parte de Portugal en una de las mecas del buceo más importantes de Europa. Además, sus aguas claras y tranquilas permiten que el espectáculo de la vida submarina sea un lujo al alcance de tan sólo unos pocos privilegiados.

7. EL MERCADO DO LIVRAMENTO

A pesar de que fue reconstruido en los años 30, este pequeño abuelo portugués fue fundado en 1876, celebrando este pasado 31 de julio su 143 cumpleaños nada más y nada menos. Considerado como una de las mejores lonjas del mundo, esta obra de arte en forma de mercado encierra en su interior un panel de azulejos neobarrocos (5.700 piezas) que Pedro Jorge Pinto regaló al mercado en 1929.

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El Mercado do Livramento © Alamy

Tiene dos plantas en superficie y un sótano donde se despacha el mejor producto portugués que uno pueda imaginar, desde el mejor pescado de Sesimbra hasta el queijo do Pico de Évora. Si encontráis el café de María Manuela, pedid unos pastelitos y olvidad que existe el mundo.

8. EL CASTILLO DE SAN FELIPE

Posiblemente tenga las vistas más espectaculares de todo Setúbal. Esta fortaleza fue construida en el siglo XVI con intención claramente defensiva. En su interior se encuentra una espectacular capilla que en 1736 fue revestida de azulejos por Policarpo de ElAceitunoMisogino Bernardes, reflejando en blanco y azul escenas de la vida de San Felipe.




Fue declarada Monumento Nacional en 1933 y es un claro ejemplo de cómo en Portugal se defendían contra piratas e invasores. La pousada posee una terraza que es un verdadero balcón al mundo, perfecta para tomar un gintonic frente a uno de los espectáculos más singulares que la naturaleza puede ofrecer.

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El Castillo de San Felipe tiene las vistas más espectaculares de todo Setúbal © Alamy

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México lindo y 'Spanglich': la vida en Baja California
Baja California es ese México que creció olvidado por México e influido, para bien y para mal, por EE.UU.

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Bahía Los Ángeles © Nuria López Torres



Baja California es ese México que creció olvidado por México e influido, para bien y para mal, por EE.UU. Un mundo fronterizo que recorremos en coche tras sus costas y desiertos, sus platos y vinos, y al ritmo de los corridos que cantan los norteños.

Ezequiel Benítez, don Ezequiel, tiene la piel cobriza, las manos duras y callosas, el pelo plateado y una sonrisa exuberante de orgullo. Don Ezequiel empezó hace casi 50 años a coleccionar cachivaches antiguos. Primero una segadora como las que se usaban en el valle de Mexicali a comienzos del siglo XX. Luego otra. Después rudimentarias máquinas de lavar, botellas, navajas, butacas... Literalmente, de todo. Tenía tantos objetos que un día decidió montar una pequeña exposición en un chamizo. Pero enseguida se le quedó pequeño.


Y así, como cuenta satisfecho, él y dos cuates, como pudieron, mirando fotos en internet, “sin lana ni nada, a ojo de buen cubero, clavando aquí y allá”, han construido un pueblo entero del Lejano Oeste. Uno como los de las películas de vaqueros gringas que ni siquiera le gustan.

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Vista aérea de San Felipe © Nuria López Torres

Uno con 16 locales ya, con su salón, con su barbería, con su banco, que se le llena los fines de semana de visitantes que acuden a ver sus artilugios y a comer el menudo, esa sopa de caldo rojo con chile guajillo, carne de res y maíz que despierta muertos, que se sirve en sus cantinas.




Los pueblos como este nunca fueron así en el estado de Baja California, en México, ni al otro lado de la frontera en California. Aun así don Ezequiel, que recordaba haber visitado de niño Tombstone, en Arizona, una de las aldeas más famosas de aquel Far West legendario del cine, donde vivió y murió ya octogenario el sheriff Wyatt Earp, decidió que aquello, eso de que se estuviera inventando algo que no existió, era un pequeño detalle que no importaba.

Hoy su Museo del Valle, como se llama oficialmente, es una de las atracciones de una ciudad, Mexicali, que no tiene nada aparte del tradicional deporte local de ver cómo suben los termómetros hasta rozar la climatización del infierno. Y nada es, también literalmente, nada.

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Baile en el Museo Valle de Mexicali © Nuria López Torres

Aunque lo que sí que tiene es la frontera, la valla que Trump quiere convertir en un muro de hormigón aún más alto y grueso y que aquí aparece de repente a dos calles del centro cortando de golpe la ciudad, como si fuera la película El show de Truman o aquellos mapas antiguos donde acababa el mar y empezaban los dragones; y la comida china, herencia histórica desde comienzos del siglo pasado de los chinos que fueron expulsados de Estados Unidos y que bajaron al sur para trabajar el algodón.




Y, sin embargo, tanto Mexicali como la aldea vaquera de don Ezequiel son una metáfora perfecta de Baja California norte. De un estado que ha ido inventándose a sí mismo como buenamente ha podido y le han dejado y como le ha dado la gana.

Estas tierras ni eran México ni Estados Unidos. Eran casi tierra de nadie. Hasta hace pocas décadas el peso mexicano apenas circulaba, porque sólo se conocía el dólar. Como sólo circulaba la señal de televisión y la música que venía del otro lado, de San Diego. Hasta que empezó a llegar la industria norteamericana y a establecer sus plantas de ensamblaje, sus maquiladoras, y la frontera se transformó en un gran negocio y entonces Baja California empezó a interesar en la Ciudad de México.

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San Quintín © Nuria López Torres

Este es un nuevo viejo México. Uno con aire de película de Robert Rodríguez en sus ciudades fronterizas, en esa Tijuana que se fundó y prosperó sobre cimientos líquidos de alcohol durante la época de la Ley Seca en el norte y que aún hoy es destino de farra, de cantinas y de encontrar lo prohibido para los vecinos de arriba, o en esa Mexicali, la capital del estado, de paso.




A este México no puede venir uno a buscar la belleza y la cultura de los otros méxicos. Aquí no se quedaron los colonizadores, sólo los jesuitas y franciscanos que fundaron algunas misiones cuyos esqueletos se mantienen todavía en pie, quienes trajeron la técnica para hacer el vino que necesitaban para las misas –que algún otro trago más echarían...– y plantaron los primeros viñedos.

Por eso sus ciudades, sin apenas historia, resultan tan extrañas, tan como si todo fueran barrios de las afueras o polígonos de talleres. Y sucede lo mismo con las tradiciones. Se celebran, sí, las mismas que en el resto del país, pero con menos colorido, menos intensidad y menos folclore. Porque todo eso llegó mucho más tarde y porque desde arriba calaba y cala la presencia yanqui, cuya influencia cultural es mayor que la del propio país.

Aquí, de hecho, en Baja California, hablan spanglich, como lo definen ellos, así, terminado en “ch”. Y dicen cosas como “echarle un fonazo” cuando van a telefonear a alguien o “echar unos drinks” cuando se quieren tomar un trago.

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Viñedos en Monte Xanic © Nuria López Torres

Pero todo eso es lo que hace especial a este estado. Aunque uno tarda en percatarse de ello. La primera reacción al llegar es añorar ese viejo México en el que hay tanto de todo. Después, como si nos tomáramos la píldora roja de Matrix, se empieza a ver por fin su realidad. Porque es precisamente todo eso, esa ausencia de pasado, esa valla que como un costurón terrible separa el manido sueño americano de la realidad –ya conocen el célebre “pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos” atribuido a Porfirio Díaz–, ese destino hasta hace bien poco sólo visitado por gringos o gabachos, como llaman a los estadounidenses jubilados, ese inventarse y reinventarse, lo que hace tan fascinante y divertida a Baja California.




Ese road trip, porque eso es, en eso consiste viajar aquí, en subirse al coche y recorrerla, tan inédita, tan inesperada, tan –aleluya– poco explotada.

Y uno de los momentos donde todo eso se percibe muy bien, donde se descodifica ese mundo, es en la mesa, cuando uno se sienta a comer. El chef Miguel Ángel Guerrero tenía abuelos de Santander, Granada y Teruel.

Su padre le enseñó a cazar y hoy caza y pesca y cocina y sirve lo que captura. Hace una década se le ocurrió un concepto: cocina Baja-Med. “No podía hablar de cocina de Baja California porque en realidad no existía. Y entonces pensé eso. El hecho de que no haya una tradición culinaria de siglos nos permite ser más atrevidos”, explica en La Querencia, su restaurante de Tijuana, aferrado a una copa de vino. Guerrero definía así, o se inventaba así, la cocina que se realiza aquí.

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Campanario de iglesia colonial en Tijuana © Nuria López Torres

Por el clima, Baja California recuerda al Mediterráneo. Hace que haya olivos y otros productos que no se usan en el resto del país. Además es una península, bañada al Este por el mar de Cortés y al Oeste por el océano Pacífico, y eso llena las cocinas de mariscos y pescados. Así nació un movimiento culinario que está convirtiendo poco a poco a este estado en un referente de la gastronomía nacional.




En Baja California tienen además una joya añadida, también muy mediterránea: el valle de Guadalupe, donde se produce hoy la mayoría del vino del país. Una zona para visitar de bodega en bodega y gozar.

Esto no es el Napa del otro lado de la valla, donde se llega con la tarjeta de crédito a comprar el vino más caro. Esto son grupos o parejas que van allí a pasarlo bien. Mujeres bonitas con vestidos vaporosos y sombreros y hombres sonrientes y las mejillas coloradas que en vez de andar agitando y oliendo el vino de las copas se dedican, sobre todo, a beberlo.

“Nosotros no competimos contra Estados Unidos. Allí es una experiencia sintética. Como un Mcdonald’s, donde ya está todo organizado y elijas lo que elijas ya estaba fijado previamente. Aquí hay más libertad”, explica Alex Ford, sumiller de la bodega Decantos.

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Hotel y bodega Encuentro Guadalupe © Nuria López Torres

Propuestas como la de estas bodegas y restaurantes como La Querencia o Bruma y Encuentro Guadalupe, ambos en el valle, son la parte más chic, más exquisita, más fresa también, como dicen en México a los pijos, del destino.

Pero lo bueno es que después existen también otro lados, otras caras para un destino poliédrico. Como ese México fronterizo que resulta familiar, aunque sea de escuchar hablar de él, como sucede con Tijuana. O como el viaje en sí, la tercera de ellas. Esa bajada hacia el sur por la costa oeste buscando las playas y los mariscos de San Felipe o las aguas del mar de Cortés de San Luis Gonzaga o de la bahía de Los Ángeles, en las que nada el tiburón ballena.




Atravesar desfiladeros de granito y desiertos de cactus saguaros –los redondos con brazos, los de película–, cirios, que parecen colas de ratón clavadas en el suelo, y ocotillos, de cuyas ramas brotan hojas de palmera. Quemar carreteras en las que no hay siquiera señal de teléfono y en las que de repente aparece un pequeño restaurante que anuncia seafood en el cartel y que atienden tres paisanos que se dedican a matar el tiempo y ni siquiera saben si tienen cerveza fría en la nevera.

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Playa La Lobera, en San Quintín © Nuria López Torres

Arturo, uno de ellos, que aprovecha la visita para tomarse un descanso de no hacer nada, me dice que por allí pasan “miles de personas” y yo lo miro y sonrío y asiento porque no soy quién para contradecirlo.Y después aún queda la costa este, y subirla camino del valle y de sus vinos, por pueblos como San Quintín, feo, muy feo, construido alrededor de la carretera Transpeninsular, pero que a cambio ofrece en sus afueras paisajes de acantilados azules y verdes y una lobera en una cueva que parece un cráter lunar con un centenar de focas que es para echarle horas viendo a los animales bostezar o arrastrarse hasta el agua como si hubieran salido la noche antes.
 

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O Ensenada, donde la señora Sabina posee uno de los mejores puestos de comida callejera del planeta, La Guerrerense, en el que cocina unas tostadas de ceviche –porque ella dice que “si Dios sólo te da limones, haz ceviche”– que te harán después mirarla como se mira a una madre.

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Carretera solitaria © Nuria López Torres

Ensenada es también la zona cero del surf en el estado. Sobre todo la playa de San Miguel, donde cuentan los surfistas que empezó este deporte en el país. Y es además el pueblo más bonito, donde menos echas de menos ese otro México con historia y arquitectura, si es que al llegar aquí uno añora aún ese otro México.

En Ensenada uno ve también por la calle, como en Tijuana o Tecate, a esas bandas de norteños con sus sombreros vaqueros, sus botas y sus instrumentos que ofrecen canciones por pesos.

Cantan eso de: “Mexicali fue mi cuna, Tecate mi adoración, de mi coqueta Tijuana traigo prendido un amor y por allá en Ensenada se quedó mi corazón”. Son los mismos músicos que en cantinas como Hussong’s desbrozan corridos contra el ruido de fondo, pisando la alfombra de cáscaras de cacahuete y haciéndose hueco entre una clientela en la que se mezclan los parroquianos de siempre y los gringos, lo mejor y lo peor de cada casa, de cada mundo, como en el estado, y donde corren las chelas porque es happy hour y hemos quedado para echar unos drinks y poco nomás, en definitiva, importa ahorita.

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Surf en Ensenada © Nuria López Torres




*Este reportaje fue publicado en el número 121 de la Revista Condé Nast Traveler (septiembre). Suscríbete a la edición impresa (11 números impresos y versión digital por 24,75 €, llamando al 902 53 55 57 o desde nuestra web). El número de Condé Nast Traveler de septiembre está disponible en su versión digital para disfrutarlo en tu dispositivo preferido.

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Restaurante Dos Panes en Mexicali © Nuria López Torres

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La quiebra de Wow Air hunde el turismo en Islandia
La llegada de visitantes cae un 22% hasta julio tras diez años de crecimiento y arrastra al conjunto de la economía
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Un grupo de turistas en la cascada de Skogar, en el sur de Islandia (Getty)
Núria Vila, Malmö (Suecia)
18/08/2019 00:59 Actualizado a 18/08/2019 12:12

La burbuja turística de Islandia se desinfla. La quiebra de la aerolínea de bajo coste Wow Air en marzo ha traído consigo un declive sin precedentes en las cifras de visitantes, de más del 20%, después de casi un decenio de incrementos extraordinarios. De rebote, el conjunto de la economía del país se ha visto afectada, con previsiones de recesión cuando hace unos meses los pronósticos auguraban crecimientos cercanos al 2%.

¿Cómo puede la desaparición de una sola aerolínea low cost arrastrar toda una economía de un país? Se hace más fácil de entender cuando se analizan las estadísticas de Islandia, una remota isla con tan sólo 338.000 habitantes y cinco veces más visitantes, que han catapultado el sector turístico hasta representar el 40% de los ingresos en exportaciones y alrededor del 9% del PIB. Esta contribución, que además ha crecido a un ritmo vertiginoso en menos de diez años –el peso del turismo sobre el PIB era del 3,5% en 2009–, explica que un bache en este sector haga tambalear la economía en su globalidad.


Impacto
El Banco Central prevé que el PIB se contraiga un 0,4% este año frente a una estimación previa de aumento del 1,8%


En mayo, el Banco Central de Islandia decidió reducir su tasa de interés principal en medio punto (hasta el 4%) y también anunció una modificación a la baja en las previsiones de evolución del PIB: prevé que la economía se contraiga un 0,4% este año, frente a una estimación previa de crecimiento del 1,8%. Además, revisó su pronóstico de desempleo para el conjunto del año al 3,9%, frente al 3,1% inicial.

El aeropuerto internacional de Keflavik ha visto cómo el número de pasajeros se ha desplomado en más de un 22% entre enero y julio en comparación con el mismo periodo del año pasado. Se trata de la primera reducción del turismo desde el 2010, cuando la furia del volcán Eyjafjalla paralizó el espacio aéreo de Islandia durante una semana entera y provocó el caos en el de otros países de Europa. En vez de afectar todavía más a la tocada economía islandesa, la erupción del volcán contribuyó a situar a Islandia en el mapa y el turismo se convirtió en el bote salvavidas de una economía hundida tras el colapso financiero del 2008. El número de visitantes se multiplicó por cinco en menos de una década, de 460.000 turistas anuales en el 2010 a 2,3 millones en el 2018.

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Uno de los Airbus A321 de Wow Air aterrizando en la pista 07L del aeropuerto de Barcelona-El Prat (Eugeni Reguill)
Ahora, esta tendencia alcista se ha visto truncada de forma abrupta. Ya en los primeros meses del año se empezaron a registrar descensos en el número de viajeros, aunque fue en abril cuando el batacazo se hizo patente, tras la quiebra de Wow Air el 28 de marzo al no lograr un acuerdo con los inversores para inyectar capital nuevo en la aerolínea, y a las puertas del inicio del corto verano islandés. Los pasajeros se redujeron en un 27% en comparación con abril del 2018, a lo que siguieron caídas del 30% en mayo, casi el 28% en junio y el 29% en julio.

“La quiebra de Wow Air es, indudablemente, el principal factor”, asegura a La Vanguardia el analista del banco islandés Arion Bank, Elvar Ingi Möller, aunque añade que también han afectado los problemas de Icelandair, al tener que suspender los vuelos con los Boeing 737 MAX tras el accidente mortal de Ethiopian Airlines, también en marzo. En las últimas semanas los medios islandeses han publicado noticias sobre la posible compra de los activos de Wow Air por parte de una empresa norteamericana, así como el supuestamente inminente nacimiento de una nueva aerolínea l ow cost fundada por exdirectivos de Wow, aunque de momento no hay ninguna confirmación.

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Vista desde la ladera de un volcán que mira hacia la parte suroeste de Lakagigar en el sur de Islandia. (Sasha64f / Getty / iStock)
El número de turistas para el conjunto de este año descenderá un 15%, según la mayoría de pronósticos, hasta los 2 millones. “Es una fuerte caída, pero hay que tener en cuenta que el crecimiento desde el 2011 ha sido extremo”, señala el analista del banco Landsbankinn Daniél Svavarsson, que recuerda que en el 2016 se llegó a registrar un incremento interanual del 40%. “Islandia agradecería un crecimiento del turismo a niveles más bajos y es lo que esperamos –afirma–. Esto ayudará a la industria a ponerse al día con inversiones y allanar el camino para la consolidación”.

Y en eso coincide la industria turística. “Siempre hemos sabido que los crecimientos anuales de los últimos diez años no eran sostenibles en el tiempo. Sabíamos que vendría una época de descensos y después, la consolidación”, explica el director de la Asociación de la Industria Turística de Islandia, Jóhannes Skúlason. Admite que la quiebra de Wow Air ha acelerado la caída y el sector prevé un año y medio de tendencia bajista en el número de turistas, pero estima que a mediados del 2021 habrá alcanzado un nivel adecuado para garantizar un crecimiento sostenible a largo plazo, de entre el 3% y el 5% anual.

https://www.lavanguardia.com/econom...turismo-economia-quiebra-wow-air-impacto.html
 
Voy a explicar u a experiencia mía en mi último viaje por si os sirve de algo. Fue en Indonesia, Bali. Nos duplicaron la tarjeta a mi y a mi compañero, via skimming. Fué "mi culpa", siempre me confío y nunca tapo con la mano cuando pongo el pin de mi tarjeta de crédito, lo cual pudieron grabarme este y duplicarnos la tarjeta. Dos días después de sacar dinero, mientras dormía tuve tres importes sacados de un cajero que estaba en la otra punta del país.
A parte del error de no tapar el pin está el de no sacar en cualquier cajero. Informándome, aconsejan sacar en cajeros de bancos o de cajeros de supermercado (aún así tapando el pin...)
Por suerte cancelé a tiempo y no pudieron sacarme más dinero. A mi compañero le pasó lo mismo, en minutos correlativos. Y vete a saber si a más gente.
 
Pontinas, Isquia y Capri: de isla en isla por el mar Tirreno
Si quieres olvidarte de las playas llenas de gente y darte un chapuzón en calas espectaculares nada más despertar, tu cuerpo te está pidiendo un viaje en velero


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¡Déjate llevar por el viento rumbo a las Islas Pontinas, Isquia y Capri! © Outcage



DÍA 1

Zarpamos al atardecer del Puerto de Nettuno (Roma) hacia nuestra primera etapa, la isla de Palmarola, una de las más bellas del Mediterráneo. Llegaremos de noche, así que tendremos que esperar hasta la mañana siguiente para poder nadar en una de las prístinas calas de esta isla de aguas cristalinas, ideal para hacer esnórquel.


Por la tarde navegamos hacia Ventotene, un pueblito de pescadores, cuyo puerto ofrece el servicio de duchas (al precio de 4 euros), por si aún no te manejas muy bien con las del barco… Tras haber contemplado la puesta del sol en uno de los puntos panorámicos de la isla, ha llegado el momento de elegir el restaurante para cenar.

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Ventotene, pueblo de pescadores © Alamy

Uno de los más famosos, al igual que espartano, es Mar Pizza, cuyo plato estrella es la pizza al pulpo. Si prefieres optar por algunos lugares un poco más elegantes, te recomendamos Il Giardino, Mezzatorre o Da Maria, especializados en pescado y mariscos.

DÍA 2

De madrugada zarpamos hacia Isquia, así aprovechamos el día para bañarnos en sus aguas espectaculares y para visitar el Castillo Aragonés, que gobierna la isla desde un pequeño islote desde hace miles de años. Tras varios derrumbes, demoliciones y trabajos de restauración, el castillo hoy se presenta en todo su esplendor y es sede de exposiciones periódicas.




Desde aquí es posible divisar unas maravillosas vistas del mar y de las islas cercanas, además un puente de piedra conecta el castillo al casco antiguo de Isquia. Una vez llegados allí podemos disfrutar de un apericena (aperitivo italiano con el también cenas) en Ischia Salumi, una enoteca que elabora sus propios embutidos, porque, contrariamente a lo que se puede pensar, en esta isla no hay tradición marinera, sino más bien ganadera.

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El Castillo Aragonés, hoy se presenta en todo su esplendor © Alamy

Uno de los imprescindibles de la carta es sin duda el casatiello, una torta salada típica de la cocina napolitana que se suele hacer y servir en Semana Santa y que lleva salami, otros embutidos, quesos como el pecorino (de leche de oveja) y huevos cocidos.

DÍA 3

Por la mañana navegamos rumbo a Capri, la isla célebre en todo el mundo por sus Farallones y la Gruta Azul. Nada más entrar se tiene como la sensación de que un foco esté iluminando el agua por debajo, de ahí el nombre de azul, pero en realidad este fenómeno es totalmente natural y se debe a otra apertura, sumergida y situada en la parte inferior de piedra caliza, que permite la entrada de la luz del sol.

Otra curiosidad, los emperadores romanos que descansaban en chalets en la Isla de Capri solían usarla como baño privado.




Tras varios chapuzones con vistas a los Farallones, jugando a ser los guaperrímos protagonistas de un famoso anuncio de un perfume…. Ha llegado el momento de coger el funicular para pasear por la glamourosa isla.

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Capri, la isla célebre en todo el mundo por sus Farallones y la Gruta Azul © Outcage

Una vez arriba, te sugerimos tomar el aperitivo (el italiano, el que se toma por la tarde) en el Bar Funicolare, un lugar desde el cual podemos admirar toda la ciudad desde lo alto, con precios asequibles.

Y para cenar, te señalamos Al Grottino, un restaurante sin pretensiones, con un ticket medio de 30 euros, donde es posible degustar algunas recetas locales, tanto de pescado como de carne, muy bien ejecutadas.

Si te apetece trasnochar al puro estilo de las celebrities de todo el mundo, dirígete a la Taberna Anema & Core, una suerte de karaoke y piano bar donde puedes bailar y cantar al ritmo de la música italiana e internacional hasta altas horas de la madrugada. La entrada, con consumición vale 50 euros, no hay dress code, pero a los chicos recomendamos llevar camisa.

DÍA 4

Navegamos rumbo a Ponza, la isla principal de las Pontinas y nos anclamos en la famosa bahía del Frontone. Uno de los imprescindibles de la isla es tomar el aperitivo en Le Terrazze di Chiaia di Luna al atardecer, para poder contemplar la puesta del sol sobre el mar por un lado y por el otro, el imponente acantilado de la playa de Chiaia di Luna y la ciudad de Ponza desde lo alto.

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Un chapuzón en calas espectaculares © Morena Morante




El buffet de comida (pizza, sushi, pasta, ensaladas), con bebida incluida, vale 30 euros. Si te apetece seguir la noche allí, suele haber a diario piano bar y sesiones de dj set, sino puedes optar por volver al casco antiguo de la ciudad y trasnochar en O’sarracino o en Winspeare.

DÍA 5

Seguimos en Ponza. Nos dirigimos hacia la playa de Chiaia di Luna, para disfrutar de su hermoso paisaje también de día y poder bañarnos en este entorno de ensueño.

Pero esta vez para cenar nos alejamos del puerto unos 10 minutos en coche y alcanzamos la localidad de Campo Inglés, donde se encuentra la Trattoria Il Core, especializada en platos de pescado, como la ensalada de pulpo, el jurel al horno o las linguine con la langosta.

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Ponza, la isla principal de las Pontinas © Getty Images

Si eres de los que siempre tienen un hueco para el postre, no dejes de probar la pastiera, un pastel de masa quebrada típico napolitano con ricota, azúcar, harina y leche, aromatizado con vainilla, naranja e incluso agua de azahar. El mismo restaurante ofrece el servicio de lanzadera gratuito.

DÍA 6

Como todo viaje llega a su fin, hoy navegamos rumbo a Palmarola, para volver a nadar en sus prístinas calas de aguas cristalinas. Y al caer la tarde, nos dirigimos al Puerto de Nettuno, donde llegaremos de noche.




Un consejo, concédete un día más en Roma, pasea por algunos de sus lugares más emblemáticos y reserva mesa en una trattoria, para saborear algunos de sus platos típicos.

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Palmarola, calas de aguas cristalinas © Alamy

Entre todas, te sugerimos Dar Bruttone, célebre por sus espaguetis a la carbonara con tartufo, la gricia(cacio e pepe con guanciale) o la coda alla vaccinara (guiso o estofado de rabo de ternera en salsa de tomate y uva pasas).

EN DATOS

Viajar en velero es una de las formas más cómodas para veranear en algunas islas italianas, porque la mayoría de ellas no disponen de grandes playas y porque casi todas cuentan con muchas restricciones para moverse en coche.

Diferentes webs como Sailsquare te permiten organizar el viaje que más se ajuste a tus necesidades, solo o en compañía; la ruta de una semana ronda los 750 euros, a los que tienes que sumar unos 150 euros de gastos por persona para gasoil y despensa.

No se requiere experiencia de navegación, si bien todos los patrones estarán encantados de enseñarte algunos tips.

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Viajar en velero y bañarse en entornos de ensueño © Outcage

https://www.traveler.es/naturaleza/...capri-isquia-islas-pontinas-mar-tirreno/16039
 
Días de sol y paseos por los viñedos...¿de Canadá?
Ontario se está convirtiendo en una de las más reputadas provincias vitivinícolas de Norteamérica

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Los viñedos de Okanagan Valley. © Getty Images



Primero situémonos en un mapa. Estamos en la orilla sur del lago Ontario. Para más pistas, a dos pasos de una de las atracciones turísticas más célebres del planeta: las cataratas del Niágara. Dicen los viticultores de por aquí que si localizamos esta zona en un mapamundi veremos que se encuentra a la misma latitud que Burdeos.

Solo les falta puntualizar algo que no es nada trivial: la corriente del Golfo no suaviza el clima en este lado del Atlántico. Esto supone que aquí los inviernos son fríos —muy fríos— con temperaturas parecidas a las que tiene Escandinavia más bien.


Pero aún así, sus suelos ricos en minerales y un clima soleado han convertido a Ontario en una de las más reputadas provincias vitivinícolas de Norteamérica.

Las uvas de Niagara-on-the-Lake. © Getty Images

VINO DE HIELO

Para conocer de cerca estos paisajes tapizados de viñas de Riesling, Cabernet y Chardonnay podemos acercarnos hasta la península del Niágara, donde se encuentran dos de las regiones del vino más conocidas: Twenty Valley-Niagara Escarpment y Niagara-on-the-Lake.

La primera —que incluye un espacio protegido por la Reserva de la Biosfera por la UNESCO— se extiende alrededor de la localidad de Lincoln y tiene numerosas rutas del vino que pueden recorrerse en coche, pero también en bicicleta o a lomos de un caballo.




Aquí se produce el muy apreciado Ice Wine —primo hermano del alemán Eiswein— cuya vendimia se realiza después de que los viñedos se hayan helado. El prensado de las uvas congeladas da como resultado unos vinos dulces y muy concentrados que son dignos de probar.

Existen cuarenta bodegas familiares en esta región y todas ellas ofrecen catas y venta de estos vinos que resulta casi imposible encontrar en Europa. El área de Twenty Valley, en la que también se cultiva cebada, centeno y árboles frutales, cuenta a su vez con algunas cerveceras artesanas y destilerías de licores.

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Canadá en sus viñedos. © Getty Images

GLAMOUR AÑEJO

La siguiente región vinícola, Niagara-on-the-Lake, toma el nombre de la que fue la primera capital de la colonia británica antes de que ésta se trasladara a York (actualmente, Toronto) en 1812.

Hay veintiséis bodegas que abren sus puertas aquí y la mayoría pueden visitarse por libre o en alguna de las rutas organizadas que parten de la bucólica localidad de Niagara-on-the-Lake.

The Prettiest Town in Canada, como rezan sus folletos turísticos, es uno de los pueblos decimonónicos mejor preservados de Canadá. A su gran fotogenia contribuyen las casas de época de color pastel, los frondosos jardines, los parterres y los cafés con encanto que flanquean Queen Street, la arteria principal de esta población vintage.




Para dormir con estilo conviene reservar habitación en alguno de los hoteles históricos de la localidad. The Prince of Wales, de 1864, sigue ofreciendo el mismo lujo clásico de maderas nobles, terciopelos, pinturas al óleo y camas con dosel desde sus inicios.

Otro en la lista de musts: Queen's Landing, de arquitectura georgiana y larga lista de espera para quienes quieran celebrar su boda en él.

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From-farm-to-table. © Getty Images

FROM-FARM-TO-TABLE

Las buenas mesas y la cocina de terruño es algo consustancial a cualquier región vinícola del mundo y las de Ontario no son una excepción. Aquí abundan las especialidades que se preparan con ingredientes locales de temporada y que por supuesto se maridan con numerosas referencias autóctonas.

El chef local Stephen Treadwell utiliza espárragos, patatas, setas o carnes cuyos granjeros y productores se mencionan en el menú para así enfatizar su procedencia kilómetro cero.

Más cocina from-farm-to-table en Ravine Vineyard, que además de ser bodega productora cuenta con su propio huerto y animales de granja para abastecer el restaurante.

Y también en Vineland Estates Winery, que además de tours y catas de caldos de la propiedad, ofrecen un menú a la carta en el que abundan recetas con aroma europeo elaboradas con ingredientes de la zona.

https://www.traveler.es/naturaleza/articulos/guia-viajar-vinedos-canada/15956
 
Planes bajo tierra para una escapada diferente
Visitar, descubrir, comer o pernoctar en cuevas y grutas
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Montaña de Sal de Cardona (Barcelona) (J2R - iStock)
Las cuevas han sido utilizadas por el hombre desde siempre, como refugio, almacén, escondite, bodega, hogar, lugar de culto... y España cuenta con un patrimonio natural de más de 10.000 cuevas conocidas y exploradas, algunas de ellas son auténticos destinos turísticos, no solo por el interés geológico que puede despertar, sino porque muchas se han convertido en una alternativa para pasar un fin de semana o realizar una escapada diferente bajo el subsuelo.

Más noticias
Weekendesk, una web de reservas de estancias cortas, ha hecho una selección de algunos de los lugares más singulares que se pueden visitar, y en algunos casos, donde se puede comer o pernoctar.


Visitar las cuevas de Requena (Valencia)
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Cuevas en Requena, Valencia (IVANVIEITO / Getty Images/iStockphoto)
El vino es el principal atractivo de esta villa, pero tiene otros encantos. Requena se asienta sobre una gran plataforma de toba caliza que sus habitantes aprovecharon para excavar, y vaciar de arcilla, y que utilizaron como bodega o almacén, así que muchas de las casas del pueblo tienen su propia cueva.

Bajo la plaza de la Villa se hallan 22 cuevas de la época musulmana, que estuvieron en uso hasta el siglo XVII y se pueden visitar. Un recorrido aproximado de 1.200 m2 a una temperatura entre 15 y 16º. Lo curioso es que las cuevas tienen unas ventanas que comunican el interior con el exterior a través del techo. Además de la visitan, no hay que irse sin probar sus vinos.


Dormir en las cuevas de Granada
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Casa cueva museo en Guadix, Granada (KHellon / Getty Images)
En el norte de Granada, especialmente en las comarcas de Guadix y Marquesado, Baza-Huéscar, El Altiplano, y también en el barrio granadino del Sacromonte, las cuevas en las que habitaron los moriscos se han reconvertido en hoteles y casas rurales. Una experiencia diferente que, además, cuenta con todas las comodidades de hoy en día. Las habitaciones excavadas en la tierra resultan frescas en verano y cálidas en invierno, porque la temperatura permanece estable en su interior, además de ser habitaciones silenciosas y tranquilas, perfectas para desconectar unos días.


Visitar las grutas de Mira de Aire en Portugal
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Grutas de Mira de Aire en Portugal (Vitor ElAceitunoMisogino vía Wikimedia Commons)
Para aquellos que quieran hacer una escapada de espeleología fuera de España, las grutas de Mira Aire son el lugar perfecto. Estas cuevas, conocidas también como las cuevas dos Moinhos Velhos, fueron descubiertas en 1947, y hasta el momento son las más grandes de Portugal. Se encuentran unidas por una serie de túneles artificiales de 11 kilómetros.

Las cavidades mayores de este conjunto de grutas son: el Gran Salón, con 60 metros de alto y 45 de ancho; y la Sala Roja, cuyo tono rojizo de sus paredes se debe al óxido de hierro, y al final de la galería se encuentra el Gran Lago. Una parte es visitable y se asciende a 110 m de profundidad para luego subir a la superficie en ascensor.


Explorar la montaña de Sal de Cardona (Barcelona)
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Montaña de Sal en Cardona, Barcelona (JackF / Getty Images/iStockphoto)
La montaña de Sal de Cardona es una de las dos que existen en el mundo y se encuentra en España. Sus 120 metros son tan sólo la punta de un enorme diapiro de cerca de dos quilómetros de profundidad. En 2003 la antigua mina se convirtió en el Parc Cultural de la Muntanya de Sal, lo que permite visitar las galerías subterráneas, admirar la antigua maquinaria de extracción y aprender sobre la explotación salina.

La visita transcurre por sus túneles a 86 metros de profundidad, y destacan la Sala Coral, con multitud de estalactitas y estalagmitas, y la ‘Capilla Sixtina’, llamada así por su belleza y de la cúpula de la cámara.


Cenar en el Restaurante la Gruta en San José (Castellón)
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Restaurante la Gruta en el parque natural de San José, Castellón (Restaurante la Gruta)
El restaurante La Gruta está situado en la cueva natural Can Ballester, en una de las grutas del parque natural de San José en el paraje homónimo, en la Vall d’Uixó. Las paredes del restaurante de piedra natural contrastan con una decoración actual y una iluminación cálida que invita a probar una comida deliciosa, además de disfrutar de un entorno fascinante bajo las rocas. Los arroces son excelentes.


Descubriendo la cueva de los Enebralejos en Prádena de la Sierra (Segovia)
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Cueva de los Enebralejos, Segovia (IES Miguel Delibes vía Wikimedia Commons)
A una hora de Madrid se encuentra la cueva de los Enebralejos, un tesoro natural repleto de estalactitas, estalagmitas, columnas, coladas y banderas: La cuevase formó mediante la erosión a través de un proceso kárstico. Además de su interés geológico también fue utilizado como necrópolis entre el año 2000 y 1800 a.C.


Se divide en tres niveles pero solo el central puede ser visitado, y a su vez se divide en tres salas: la primera contiene pozos excavados en el suelo, son osarios, acompañados de vasijas con objetos personales y comida, en la segunda sala abundan las pinturas rupestres, y la tercera es conocida como santuario, ya que fue destinada a las ceremonias rituales.


Tomar algo en los Jameos del Agua en Lanzarote
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Cafetería en los Jameos del Agua, en Lanzarote (nmessana / Getty Images)
Los Jameos del Agua se localizan en el interior de un túnel producido por las erupciones del volcán de la Corona hace 3.000 años, y que da lugar a uno de los sistemas de cuevas y tubos más interesantes del mundo. Se trata de un espacio natural y un centro de arte, cultura y turismo localizado en el municipio de Haría, y dentro de la cueva se ubica una cafetería-restaurante que se convierte en una parada obligatoria para tomar algo mientras se disfruta de la belleza del lugar. Luego se puede visitar, si se quiere, el interior donde descubrir espacios y rincones impactantes como un lago natural con aguas transparentes o un auditorio.


Una escapada diferente

https://www.lavanguardia.com/ocio/v...planes-subterraneos-escapada-alternativa.html

 
Aosta: la puerta de Italia
Desde el norte, los glaciares franceses y suizos se asoman al pueblo que una vez fue el arco triunfal de Europa

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Aosta: la puerta de Italia © iStock



Desde las cumbres nevadas de los Alpes Peninos, la ciudad de Aosta (valle de Aosta, Italia), adormilada en el seno del valle al que da nombre, asemeja una puerta cuyos goznes son montañas. Desde el norte, los riscos y glaciares franceses y suizos tratan de asomarse a la verde llanura del Po.

Parecen querer sentir el húmedo cosquilleo de las perennes nieblas del norte de Italia y oler el aroma de los salumi italianos: prosciutti, motsett... Las tierras del sur huelen a vino, a queso de montaña, y a hierbas aromáticas.


Pero frente a ellos, sus hermanos italianos, con el Gran Paradiso en cabeza, custodian, con sus cumbres como almenas, la fuente del deseo mediterráneo, las piazzale y las trattorie bulliciosas. Pero todo muro posee una puerta, y todo terco, un punto débil.

El resultado de este abrazo incompleto entre el mundo franco y germánico con el Mediterráneo, de dos Europas tantas veces amigas como enemigas, es el valle de Aosta, y su capital, la puerta y cerradura que desde hace 1.994 años vigila la frontera entre el norte y el sur de Europa.

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Mont Blanc visto desde el lado italiano © Getty Images

El incesante tráfico de camiones que circulan rumbo al túnel que atraviesa el Mont Blanc es la señal más clara de que Aosta, en pleno siglo XXI, conserva la idiosincrasia viaria, volcada hacia el camino que custodia, que le fue conferida por sus fundadores romanos.




Sin embargo, las legiones de Augusto no fueron las primeras en aprovecharse del valor de Aosta como paso esencial para todo aquel que se aventurase a atravesar los Alpes. La tribu de los Salasios, como muchas tantas, vivió en el anonimato hasta toparse en su camino con la máquina de guerra romana.

Aosta comienza, como muchas de nuestras ciudades, con una victoria, la de Roma, sobre un pueblo que pasa al olvido y del que sólo se recuerda su derrota frente a las legiones de la Ciudad Eterna, quien para más inri, llamaron a la nueva ciudad que levantaron sobre el territorio conquistado con el nombre del pueblo recién oprimido: Augusta Praetoria Salassorum.

Una vez estuvo la “puerta” en manos de Roma, la ciudad se convirtió en el arco triunfal por el que desfilarían los más ilustres personajes de la historia europea. Por Aosta pasó Pipino el Breve rumbo a la conquista del Reino de los Lombardos, así como la mayoría de los emperadores germánicos que pusieron rumbo a Roma para ceñirse la tan deseada corona imperial de manos del Papa.

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La ciudad se convirtió en el arco triunfal por el que desfilarían los más ilustres personajes de la historia europea © iStock

También pisaron sus negros empedrados los mercenarios suizos que hicieron fortuna en las Guerras de Italia, y los condes y reyes franceses que hostigaban los ricos ducados de los Habsburgo españoles en Italia, llevándose consigo las luces del Renacimiento, y portando consigo el protestantismo.




Toda puerta que se precie debe abrirse por ambos lados, y Aosta siempre ha permanecido abierta a las influencias llegadas desde las espaldas del Mont Blanc. Y esto no siempre ha sido aceptado.

En los años 30, Benito Mussolini emprendió la 'italianización' del valle; el deseo de Il Duce era controlar, no sólo militar y políticamente, sino de manera ideológica y supranacional, uno de los puntos débiles del país. Cualquier estratega sabe que las murallas flaquean en sus puertas, y Aosta, con la llegada del fascismo, permaneció cerrada a cal y canto por primera vez en su historia.

Por suerte, aquellos tiempos han pasado. El antiguo decumanus de la ciudad romana, hoy la Via Jean-Baptiste de Tillier, bulle de vida bajo la luz de las farolas y los escaparates de las franquicias. Nada lo distinguiría de un paseo por Milán, Turín o por Viena si no fuese porque las huellas de millones de pies humanos provenientes de un lado y otro de los Alpes se marcan en el negro empedrado de la que durante siglos fue una de las vías de comunicación más importantes de Europa.

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Piazza Chanoux, en Via Jean- Baptiste de Tillier © Alamy

Tras las aceras adoquinadas se levantan altos palazzi neoclásicos barrocos y neoclásicos de severa impronta suiza, pero con los alegres tonos pastel que gustan a las gentes de Italia. De vez en cuando, grises torreones medievales nos remiten a Borgoña y Provenza.




Por las tardes, en cambio, Aosta es indudablemente italiana. Las terrazas hierven a la hora del aperitivo, y flota el olor de los afamados quesos del valle: el suave Séras, el fresco Réblec... Todos ellos regados con los célebres vinos de Aosta, cuyo microclima permite crecer la uva en pleno corazón de los Alpes.

Después de calmar el apetito, Aosta nos ofrece una amplia oferta cultural que camina de la mano con su riqueza arqueológica. Las actuaciones teatrales y los conciertos, sobre todo en verano, son cotidianos. Las voces de los tenores resuenan entre las piedras del teatro como lo hacían en tiempos de Adriano, y aún hoy Edipo continúa lamentándose entre las columnas cenicientas del Teatro Romano, recortado contra el imponente macizo del Gran Combin, que ejerce como telón de fondo.

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El Teatro Romano y el imponente macizo del Gran Combin © Alamy

En invierno, la ópera y los conciertos al aire libre dejan paso a los deportes de temporada. Mientras reinan las nieves, desde la propia Aosta se escucha el continuo chirrido de los teleféricos y telesillas que parten desde los mismos arrabales de la ciudad rumbo a las estaciones que se reparten en las faldas de las montañas, mientras el entrechocar de las botas de esquí resuena entre las plazuelas.

Cervinia, Champoluc, Courmayeur... Las boscosas laderas y las altas cotas atraen a miles de visitantes hacia este paraíso de los deportes de invierno. Pero mientras en las pistas reina el bullicio, en Aosta huele a chimenea y a descanso après-ski entre tazas del mejor chocolate italiano mezclado con leche suiza.




¿Imaginan una ciudad donde lo mejor de la repostería francesa se encuentre con su homónima italiana? Existe, y es Aosta.

Pero el paraíso nunca fue fácilmente alcanzable. Llegar hasta el valle era, hasta bien entrado el siglo XX, un desafío para muchos caminantes y viajeros. Los puertos de montaña que lo rodean fueron durante siglos temidos y respetados. En todos ellos se erigieron menhires, templos e iglesias que trataban de aplacar las tormentas invernales y dotar de esperanza a los caminantes.

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Cervinia, un paraíso para los deportes de invierno © Alamy

Los más celebres son los pasos del Pequeño y Gran San Bernardo. Fue en este último donde los monjes que cuidaban el hospicio desde tiempos inmemoriales debieron criar una raza de perros resistente y dócil a la par que valiente que supiese encontrar a los viajeros perdidos entre la niebla y las ventiscas.

Los monjes, sabedores de las necesidades del superviviente, colgaban del collar del perro un barril lleno de licor de hierbas alpinas. La puerta de Italia costó la vida a muchos que no tuvieron la fortuna de encontrarse con un perro San Bernardo.

Hoy en día, las siempre iluminadas torres medievales y romanas de Aosta sirven de guía para el viajero que desciende de las montañas. Destaca entre todos el campanario románico de la coqueta iglesia de Sant’Orso. La fachada del templo es un buen exponente de la impronta en Aosta del gusto germánico por la policromía.

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La trattoria Bella Napoli brinda ese pedazo de Mediterráneo © Pizzeria Bella Napoli




Pero la plaza que se abre entre iglesia y campanario es italiana, y excepto por la temperatura y los vivos colores de la fachada de Sant’Orso, aquello bien podría ser el Lazio. Doscientos pasos después, se nos presenta el símbolo de Aosta; la Porta Pretoria.

Prácticos como eran los romanos, y amantes de la prosa clara y concisa, no dudaron en dotar a la Puerta de Italia de un esqueleto en condiciones. La Porta Pretoria preside la muralla de Aosta, infranqueable durante los siglos de invasiones, perenne, siempre lista a ofrecer refugio al caminante y sosiego al vagabundo.

En mi caso, busco un refrigerio. Y por suerte para el bucólico milennial que escribe estas líneas, aún resiste entre las callejas de Aosta un trozo de la Italia más económica, alejada de los precios de estación de esquí que imperan en la ciudad.

Quiero pizza, y la trattoria Bella Napoli me brinda ese pedazo de Mediterráneo necesario para proseguir mi camino hacia el sur, entre aromas a chocolate, crépes y gofres que me recuerdan que, aunque acabe de entrar en Italia, aún me encuentro en el norte.

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La coqueta iglesia de Sant’Orso © Alamy

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Grandes viajes para pequeños aventureros: cinco nuevas tendencias de viajar con niños
Talleres de cocina, visitar escuelas, yincanas por las ciudades... Destinos desde una óptica infantil donde la autenticidad se impone
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Las actividades al aire libre son clave en los viajes con niños (Imgorthand / Getty Images)
Antònia Justícia, Barcelona
12/09/2019 08:00 Actualizado a 12/09/2019 10:25

¿Hasta qué punto influyen los hijos a la hora de planificar un viaje? ¿Ha pasado a la historia el trío resort, pulsera y playa? ¿Es posible equilibrar la balanza entre lo apropiado para niños y los deseos de los padres? Cada vez son más las familias que con el apoyo de una agencia especializada detrás o a su libre albedrío se aventuran a conocer el mundo de la mano de sus hijos. Familias que buscan la comodidad y la seguridad de sus menores pero sin que para ello se pierda la magia o la esencia del destino.

Varias son las tendencias que se han ido imponiendo poco a poco en los últimos años, algunas tan específicas como visitar una escuela en algún poblado de la ruta o participar en talleres de cocina para que los pequeños viajeros conozcan aspectos de la gastronomía del destino de primera mano. Estas son algunas de las tendencias que despuntan en el sector de viajes con niños.

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Pequeñas viajeras e Gulfoss, Islandia (Foto cedida por a agencia Trip-Trup)

Una aventura autentica fuera de ruta
“Si se viaja a Costa Rica y se les ofrece hacer chocolate, quieren hacer chocolate, pero de verdad, y no una turistada. Que sus hijos vean de dónde sale el cacao, que lo recolecten, que lo muelan y que después se lo tomen”, explica Sílvia Martí, CEO fundadora de Children Friendly, agencia especializada con seis años se experiencia en grandes viajes para familias. Y es que la autenticidad se impone.

Las cosas que están dispuestas para los turistas ya no gustan y los padres buscan que sus hijos vivan experiencias auténticas. “Buscan el contacto con la gente local, bien sea pasando uno o dos días en alojamientos que permitan una mayor interacción como los homestay (quedarse con una familia) o los bed &breakfast , bien a través de actividades como una cena o una comida”, explica Natalia Ruiz, fundadora de Trip-Trup con diez años de experiencia en el sector.


No hace falta volar a lugares exóticos para dar al viaje ese componente de aventura que todo padre busca


Visitar una escuela en el destino se encuentra entre las peticiones más demandadas entre los padres cuando se viaja a destinos lejanos. “Forma parte de ese componente educativo que se le quiere dar al viaje; que los niños vean que existen otros mundos e incluso piden colaborar de alguna manera llevando libretas o colores”, añade Nacho Barragan, responsable de Travel Kids, pionera en este segmento de viajes con 15 años de experiencia. “Les gusta sentirse que están haciendo un viaje especial, visitar lugares que no salen en las revistas ni guías para turistas”, concluye Hissora Linse, responsable de Paso Junior.

Pero no hace falta volar a lugares exóticos para dar al viaje ese componente de aventura que todo padre busca. “Para añadir a la salida más sensación aventurera solicitan hacer parte de la ruta en tren, autocar o incluso en globo cuando la ocasión lo permite”, comenta Natalia Ruiz. Mientras que en destinos urbanos el trending toppic se encuentra ahora en las yincanas por las ciudades.

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Una de las familias viajeras Children Friendly en su aventura por Costa Rica (Foto cedida por Children Friendly)
“Hay que estar preparado para que un niño pueda aguantar atento tres horas y media en un monumento. Por ello vivimos la ciudad en forma de retos, búsqueda de pistas... Son fórmulas que atraen tanto a padres como a hijos y que aportan momentos para que puedan reconectar como familia”, explica Estefanía Olmos, fundadora junto a su hermana de Fabulist Travel.


Hobbies en la mochila
Los viajes con niños se convierten también en una maratón de actividades para que estén en todo momento entretenidos. Pero hay que tener prudencia, recomiendan los expertos viajeros, y dejar tiempo también para el descanso e incluso el aburrimiento. Dicho esto, las actividades son clave en los viajes en familia donde predominan las actividades al aire libre como hacer senderismo, bicicleta o similares.

Ultimamente también destacan los talleres gastronómicos, señalan desde Paso Junior y Children Friendly. Una manera diferente de acercarse a la gastronomía de un lugar preparando comidas sencillas en una actividad que divierte tanto a padres como a hijos. “Yo intento incluir los talleres en cada viaje y hacerlos en algún lugar que añada un componente social, como una cooperativa o asociación, de manera que las familias participen en actividades con impacto social, otra tendencia importante a mi modo de ver” señala Hissora Linse.


Cada vez más agencias y destinos ponen especial esmero en facilitar la vida de los padres en cuestiones de alimentación


Y es que la sostenibilidad y la concienciación medioambiental van muy ligados y se dejan entrever en todas las tendencias de viajes actuales, sea desestimando visitas a zoológicos (pocas son las familias que pidan visitar un zoo) o interactuar con los animales (subirse a un elefante en Tailandia) a favor de visitas a centros de recuperación de animales, sea pidiendo alojamientos sostenibles que respeten el entorno.


La prueba del ColaCao
En un viaje por Europa la comida no preocupa, pero la percepción cambia cuando se trata de destinos exóticos. Entonces aparecen las dudas: ¿qué comerán mis hijos? La comida y el tipo de alojamiento son dos de las claves del éxito de cualquier viaje con niños, y ya no valen los sofás cama al lado de la del matrimonio para decir que un hotel es children friendly . Por ello, cada vez más agencias y destinos ponen especial esmero en facilitar la vida de los padres en este aspecto.

“No significa encarecer el viaje, si no facilitar la vida de los padres. Nosotros procuramos que en todos los bufés, vayamos done vayamos, haya pasta y arroz para poder hacer una comida sencilla para los niños”, explica el responsable de Travel Kids. O tomar leche caliente en Laponia (en el país se toma siempre a temperatura ambiente) o “procurar que además de que haya unos estándares de seguridad para los niños también puedan encontrar ColaCao en el desayuno, que no siempre es fácil”, añade la fundadora de Children Friendly. “Un sofá cama no es siempre una opción cómoda para dormir los niños ni para que la familia esté cómoda. Tampoco todo sirve para todos. Por ejemplo, si se va a alojar en apartamentos, comprobar la accesibilidad para los que viajan con cochecitos y maletas y evitar así sorpresas desagradables como encontrarte con un tercer piso sin ascensor”, concluye la fundadora de Fabulist Travel.

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Una de las familias viajeras Children Friendly en su aventura por Costa Rica (Foto cedida por Children Friendly)

Niños con niños
Los viajes organizados para familias son un segmento claramente al alza. Y varios son los motivos: “El que haya otras familias que se lanzan a un viaje de este tipo con un coordinador, anima a muchas otras familias que no lo harían”, señala la responsable de Paso Junior. “Para nosotros la clave es que los niños compartan experiencias y juegos con otros niños en situación similar”, añade Nacho Barragán de Travel Kids. Una tendencia a la que se suman también las familias monoparentales ante la oportunidad que el viaje organizado les abre para que sus hijos jueguen durante el viaje con otros niños. “Es una oportunidad para los padres de poder disfrutar de un viaje a un país con una cultura muy diferente y que a sus hijos no les parezca un rollo. Todos ganan, todos disfrutan”, concluye Hissora Linse.

Es esta línea, la animación a bordo también es clave y una tendencia al alza. Agencias que se llevan su propio grupo de monitores . “No son guías ni canguros, son animadores profesionales que velan para que todos los niños interactúen y que de forma puntual pueden quedarse con los niños para que los padres hagan una actividad concreta ellos solos”, explica Nacho Barragan.


Aumenta el número de niños que piden a sus padres el poder viajar, conocer mundo


Envuelto en papel de regalo
Finalmente, el concepto de viaje enfocado para los niños está cogiendo una dimensión nueva al contemplarse ya como un regalo; algo no material, que aporta valores y con lo que obsequiar a los pequeños las buenas notas en el colegio, el buen comportamiento o también como regalo de cumpleaños, entre otros.

Es una regalo que se va a vivir en familia y que puede aportar más que un juguete, y más en la actualidad donde en muchas casas ya no se sabe ni donde ponerlos”, analiza Estefanía Olmos. Ella no es la única que explica que cada vez son más lo niños los que piden a sus padres el poder viajar, conocer mundo. Porque cada vez más los viajes forman parte de sus vidas de una forma muy natural.

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Un niño pintando durante un viaje en avión (Tatiana Kolesnikova / Getty)
https://www.lavanguardia.com/ocio/v...61488/viajar-con-ninos-viajes-en-familia.html
 
La Alhambra abre de forma excepcional este mes la Torre de las Infantas
Se podrá visitar todos los martes, miércoles, jueves y domingos con la entrada Alhambra General y Alhambra Jardines
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La Alhambra de Granada (WillSelarep / Getty Images / Archivo)
EFE, Granada
02/09/2019 10:32 Actualizado a 02/09/2019 11:05

El Patronato de la Alhambra y Generalife abrirá de forma excepcional durante septiembre la legendaria Torre de las Infantas, una construcción defensiva que también fue residencia y que es el escenario de la leyenda de las princesas Zayda, Zorayda y Zorahayda que recogió Washington Irving. Cerrado habitualmente al público por motivos de conservación, la Torre de las Infantas está situada entre el Partal y el extremo oriental de la muralla, en el paseo ajardinado y con restos arqueológicos que conduce al Generalife.

Representa una de las torres más emblemáticas del conjunto monumental, según ha detallado en un comunicado el Patronato de la Alhambra, y además de construcción defensiva sirvió como residencia. En su interior se encuentra uno de los espacios más exquisitos de toda la arquitectura nazarí, en el que sorprende el contraste entre la sobriedad exterior y la riqueza arquitectónica y decorativa interior por medio de alicatados, yeserías y cubiertas.

Se podrá visitar todos los martes, miércoles, jueves y domingos, con la entrada Alhambra General y Alhambra Jardines, para conocer este escenario que protagoniza además la conocida leyenda de las tres princesas, Zayda, Zorayda y Zorahayda, recogida por el escritor norteamericano Washington Irving (1783-1859) en sus famosos Cuentos de la Alhambra.


La Torre de las Infantas se considera una torre-palacio y fue el último edificio de importancia que se construyó en la ciudad palatina


La Torre de las Infantas, construida durante el reinado del sultán Muhammad VII (1392-1408), presenta una estructura arquitectónica semejante a la de su vecina, la Cautiva, se considera una torre-palacio y fue el último edificio de importancia que se construyó en la ciudad palatina.

El acceso a la Torre de las Infantas es en recodo y destaca la bóveda de la entrada, con grandes mocárabes que conservan restos de su pintura original. El interior de la torre se distribuye alrededor de un patio centrado por una fuente poligonal de mármol que reparte en su entorno las estancias principales, tres núcleos de alcobas con ventanas al exterior.

La más destacada se sitúa al fondo y cuenta con los habituales alhamíes en sus lados menores y cuenta desde el siglo pasado con una armadura de madera que sustituyó a un techo que estaba cubierto originalmente con una bóveda de mocárabes.


La Torre se encuentra habitualmente cerrada al público por motivos de conservación


https://www.lavanguardia.com/local/...e-de-las-infantas-excepcional-septiembre.html
 
Buenas! Alguien que haya estado en Islandia?? Alguna consejo/recomendación?
Gracias de antemano ;)
 
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