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De Barbate a Conil en remojo: nos bañamos en las mejores playas de Cádiz
Nos colocamos el bañador para recorrer, de playa en cala, uno de los tramos más deseados de la Costa de la Luz. ¿Seremos capaces de volver a casa?
Cádiz, Cádiz y siempre Cádiz © Getty Images
Sé sincero: estás contando los días para lanzarte de cabeza a las frescas aguas del Atlántico. Sueñas a diario con esas inmensas playas de arena blanca, la más fina que has visto jamás y que cubre cada centímetro de la costa gaditana.
No puedes esperar a respirar ese olor a mar que tanto te relaja. A sentir el salitre en tu piel. A andar todo el día con el pelo enmarañado y los pies descalzos… Ay, ¡es que es pensar en el sur y nos emocionamos!
Pero Cádiz no solo debe imaginarse: lo principal es vivirla. Y para hacerlo de la manera más completa, hoy recorremos sus playas y calas. Aunque no todas, no: nos centramos en aquellas que van desde Barbate hasta Conil. Dos localidades vecinas que esconden en su litoral algunas de las joyas más anheladas por los amantes playeros
Que se prepare la costa gaditana… Porque venimos pisando fuerte.
La salvaje playa del Cañillo © Alamy
PLAYA DEL CAÑILLO (BARBATE)
260 kilómetros de costa que acogen 83 playas diferentes: esas son las cifras que nos hacen brillar los ojos de emoción y que demuestran que Cádiz, amigo, es otra cosa. Y de esos 260 kilómetros, las playas de Barbate se agencian 25, ni más ni menos.
Hacemos parada para mojarnos los pies por primera vez en este viaje en la playa del Cañillo, situada en la franja de costa que une Zahara de los Atunes con Barbate. Justo antes de alcanzar la desembocadura del río Barbate, un pequeño aparcamiento junto a la carretera nos da la pista: habrá que dejar el coche y entregarse al deleite de la vida junto al mar.
Esta playa virgen, situada junto a una antigua zona militar, no suele estar demasiado concurrida, por lo que es perfecta para aquellos que buscan toda esa intimidad que, contando con que estamos en Cádiz y en verano, no es tan fácil hallar. Eso sí, es importante saber que no existe ningún tipo de servicio público: aquí se viene a disfrutar de la playa en estado puro.
Playa Nuestra Señora del Carmen © Turismo de Barbate
PLAYA NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN (BARBATE)
Y aquí sí: llega la hora de embriagarse de la esencia de Barbate. Esta playa se halla en pleno centro urbano de la localidad y es la más frecuentada por la mayor parte de los barbateños, ¡no encontrarás un rincón más auténtico en todo el litoral gaditano!
Familias que, nevera en mano, se animan a echar el día en la playa, grupos de adolescentes que aprovechan las horas tomando el sol y escuchando –en altavoces, por supuesto– todo tipo de éxitos musicales, parejas jugando a las palas en la orilla, niños correteando y construyendo castillos de arena… En resumen: la felicidad en su modo más esencial.
Lo mejor de la zona es que cuenta con todo tipo de servicios y que no suele haber demasiado oleaje, con lo cual tienes asegurado el baño… ¡Y la comida!
Si no eres de los que anda yendo a la playa con el tupper o el bocata de tortilla –ojo, cómo se disfruta uno de estos con los pies metidos en la arena, no se disfruta en ningún lado–, no temas: en el paseo marítimo encontrarás chiringuitos y restaurantes como Variopinto o VIU Espacio Gastronómico, donde catar lo mejor del sur.
A tan solo 5 minutos a pie se halla también El Campero, donde encontrarás el atún de almadraba más exquisito. Y es que, ¡no olvides que estamos en Barbate!
PLAYA DE LA HIERBABUENA Y CALAS DE LA BREÑA (BARBATE)
Salvaje y virgen. Así es este rinconcito del mundo donde el alma se serena al compás de las olas. Llegar hasta la Playa de la Hierbabuena nos lleva a atravesar los pinares del Parque Natural de La Breña, primero en coche y después a pie por pasarelas de madera. Al final, una estampa única formada por hermosas dunas de arena. Absolutamente espectacular.
¿Algo más? Claro que sí: si eres de los que va a la playa preparado para lo que surja, estás de enhorabuena. Desde este punto parte el sendero que lleva hasta la Torre del Tajo, una torre vigía del siglo XVI situada en lo más alto de los acantilados vecinos.
En el paseo, no solo contemplarás las vistas más espectaculares del océano, sino que, con suerte, podrás descubrir otro tesoro: las Calas de La Breña, una serie de pequeñas calas arrimadas a los acantilados que quedan al descubierto al bajar la marea. Uno de los mayores secretos de la costa gaditana.
Las marismas del Parque Natural de la Breña © Alamy
CAÑOS DE MECA (BARBATE)
¿Qué te podemos decir de Caños de Meca que no sepas ya? Clásico donde los haya, durante años fue refugio de un movimiento hippie y bohemio que, aunque permanece en la zona, no ha tenido más remedido que adaptarse a la llegada del turismo que conquista sus playas y campings cada verano.
Es entonces cuando Caños se transforma, y a sus playas de aguas cristalinas y a su imponente naturaleza salvaje –inciso: la zona del Faro de Trafalgar es un absoluto must, tanto por su belleza como por su importancia histórica– se le añaden el 'buenrollismo' reinante en el ambiente, tardes y noches repletas de buena música y un gran puñado de aficionados al kitesurf y al windsurf que salpica de colores las aguas del Atlántico. Hay quienes dicen que Caños de Meca cuenta con una energía especial, y nosotros no podemos estar más de acuerdo.
Una buena manera de disfrutar de esa oferta de ocio que anima tardes y noches es pasarse por el Chiringuito La Morena, siempre buena opción para tomar algún que otro cóctel mientras suena música en directo.
Caños de Meca: imprescindible © Getty Images
La Jaima-Meccarola, con su decoración estilo árabe, es todo un clásico, mientras que en Ketama la parada es casi obligada. Para los que aguantan toda la noche, el Camping Camaleón suele animar el ambiente hasta el amanecer.
ZAHORA (BARBATE)
Si tuviéramos que ponerle nombre al paraíso, ese sería Zahora, una de las últimas playas vírgenes de la costa gaditana. Este rinconcito, situado entre el Cabo de Trafalgar, donde los británicos vencieron a los españoles y franceses allá por 1805, y El Palmar, es el lugar al que retirarse cuando uno se quiera olvidar del mundo: aquí hay que dejarse llevar para sentir la vida de la manera más pura. Es lo que toca.
Pero es que llegar a Zahora no es fácil. Al menos, no tanto como a las otras playas gaditanas que la rodean. Quizás por eso no será raro disfrutarla casi en solitario incluso durante los meses de verano.
Un puñado de chalets y sinuosos caminos mal asfaltados se levantan junto a ella, y una vez se pisa la arena: la inmensa playa, ancha y larga como pocas.
Una opción estupenda es acercarse hasta Sajorami, una animada hacienda-restaurante donde hospedarse, disfrutar de un rico almuerzo o contemplar uno de los mejores atardeceres de la provincia –con música en directo de fondo, por cierto–. ¿Se te ocurre mejor plan?
Zahora, una de las últimas playas vírgenes de la costa gaditana © Getty Images
EL PALMAR (VEJER DE LA FRONTERA)
Manual de uso y disfrute de la playa de El Palmar: túmbese usted en su toalla sobre la arena, úntese protección solar, combine el arte denominado “vuelta y vuelta” con algún que otro chapuzón, y disfrute todo lo que pueda de uno de los entornos más maravillosos del mundo. Eso sí: al entrar al mar tenga cuidado con todos esos surfistas, kitesurfistas y windsurfistas que conquistan con sus danzas aero-acuáticas el terreno, pero no deje de disfrutar del sorprendente espectáculo.
¿Y qué tiene esta playa de especial que la convierte en el lugar clave del 'postureo' gaditano? Muy simple: la playa de El Palmar es bella, –bellísima–, inmensa –5 kilómetros de largo– y con una arena en tonos tostados que hace que uno quiera quedarse allí eternamente.
Eso sí, apenas está protegida, y esto quiere decir que cuando sopla viento de levante… ¡No hay manera de aguantar en ella si no es en el agua!
Aunque no te preocupes, todo tiene remedio: existen múltiples escuelas de surf en primera línea de playa –9 PIES Surf, O´Neill Surf Academy Spain y On the Sea son solo algunas de ellas– en las que aprender a dominar las olas. ¿Quién dijo miedo?
Además cuenta con uno de los atardeceres más bellos de toda la costa gaditana, perfectos para disfrutar, mojito en mano, desde cualquiera de los bares a pie de playa. ¿Y para comer? Un clásico: en el restaurante Casa Francisco, el de siempre, podrás elegir entre propuestas de temporada y su extensa carta basada en el producto estrella de la zona: el atún de almadraba. Lo difícil será saber escoger.
El Palmar, todo un clásico © Getty Images
PLAYA DE LA FONTANILLA (CONIL DE LA FRONTERA)
Y llegamos de nuevo a zona urbana: La Fontanilla, que cambia de nombre hasta cuatro veces a lo largo de toda su extensión, –Los Bateles, El Chorrillo, La Fontanilla y El Roqueo–, es de esas playas en las que vivir en primera persona la esencia más auténtica de la vida local.
Y aquí volvemos a encontrarnos con los kits completos de 'mesa-sombrilla-nevera-sillasdeplaya' que solo los lugareños tienen el arte de montar y desmontar en dos minutos. Mayores, jóvenes, padres y niños buscan el hueco perfecto frente al mar para ubicar su campo base, aunque eso suponga hacerlo rozando la esquina de tu toalla.
Pero también hay lugar en La Fontanilla para los turistas, claro que sí. Muchos de ellos escogen Conil como destino de vacaciones, y qué mayor placer que olvidarse del coche, del aparcamiento, y poder ir caminando hacia esa ansiada playa con la que se lleva soñando todo un año, ¿no crees?
Al tratarse de una de las playas más concurridas y hallarse junto al centro urbano de Conil, cuenta con todo tipo de servicios, como chiringuitos y restaurantes a pie de playa. Nos quedamos con el Restaurante La Fontanilla, un elegante negocio en el que probar el mejor pescaíto frito y marisco de la zona. ¡Damos fe!
La Fontanilla cambia de nombre hasta cuatro veces a lo largo de su extensión © Alamy
FUENTE DEL GALLO (CONIL DE LA FRONTERA)
Siguiendo la línea de la costa dirección norte, y justo donde tienen comienzo los escarpados acantilados que dan forma a esta parte del litoral gaditano, nos topamos con la playa Fuente del Gallo. El enclave es de una belleza bastante singular: recogido por escarpadas paredes de roca y tierra, acceder a ella es fácil gracias a unas escaleras que parten de la urbanización Fuente del Gallo.
Se trata de una de esas playas un poco más relajadas, aunque aún así suele ir bastante gente. La playa es tan estrecha que durante las horas de marea alta apenas queda zona de arena en la que poder tumbarse.
Un poco más adelante, la última de las playas a las que se puede acceder andando desde la zona urbana: Cala Puntalejo. Con solo 180 metros de extensión, dos son sus puntos fuertes: la absoluta tranquilidad que se respira en ella y la ausencia de grandes olas.
Fuente del Gallo: una belleza singular © Alamy
CALA DEL ACEITE (CONIL DE LA FRONTERA)
Y llegamos a otro de los clásicos de Conil: la cala del Aceite. Rodeada de altos acantilados, es uno de esos lugares especiales en los que, a pesar de no ser único, ni secreto, ni exclusivo, uno se siente “bien”.
Y cuando decimos bien, nos referimos a relajado, siendo consciente de que a veces la naturaleza regala enclaves maravillosos de los que disfrutar de cualquier manera. En este caso: tumbados en la arena, bronceando nuestras pieles, y refrescándonos, cada vez que el cuerpo nos lo pide, en las limpias y frescas aguas del Atlántico.
¿Te contamos un secreto? La cala del Aceite se halla muy cerquita del puerto pesquero de Conil, mirando hacia el sur, y este detalle es digno de tener muy en cuenta: cuando sopla el viento de levante en Cádiz, ¡aquí uno ni se entera!
Cala del Aceite, otro de los clásicos de Conil © Alamy
Nos colocamos el bañador para recorrer, de playa en cala, uno de los tramos más deseados de la Costa de la Luz. ¿Seremos capaces de volver a casa?
Cádiz, Cádiz y siempre Cádiz © Getty Images
Sé sincero: estás contando los días para lanzarte de cabeza a las frescas aguas del Atlántico. Sueñas a diario con esas inmensas playas de arena blanca, la más fina que has visto jamás y que cubre cada centímetro de la costa gaditana.
No puedes esperar a respirar ese olor a mar que tanto te relaja. A sentir el salitre en tu piel. A andar todo el día con el pelo enmarañado y los pies descalzos… Ay, ¡es que es pensar en el sur y nos emocionamos!
Pero Cádiz no solo debe imaginarse: lo principal es vivirla. Y para hacerlo de la manera más completa, hoy recorremos sus playas y calas. Aunque no todas, no: nos centramos en aquellas que van desde Barbate hasta Conil. Dos localidades vecinas que esconden en su litoral algunas de las joyas más anheladas por los amantes playeros
Que se prepare la costa gaditana… Porque venimos pisando fuerte.
La salvaje playa del Cañillo © Alamy
PLAYA DEL CAÑILLO (BARBATE)
260 kilómetros de costa que acogen 83 playas diferentes: esas son las cifras que nos hacen brillar los ojos de emoción y que demuestran que Cádiz, amigo, es otra cosa. Y de esos 260 kilómetros, las playas de Barbate se agencian 25, ni más ni menos.
Hacemos parada para mojarnos los pies por primera vez en este viaje en la playa del Cañillo, situada en la franja de costa que une Zahara de los Atunes con Barbate. Justo antes de alcanzar la desembocadura del río Barbate, un pequeño aparcamiento junto a la carretera nos da la pista: habrá que dejar el coche y entregarse al deleite de la vida junto al mar.
Esta playa virgen, situada junto a una antigua zona militar, no suele estar demasiado concurrida, por lo que es perfecta para aquellos que buscan toda esa intimidad que, contando con que estamos en Cádiz y en verano, no es tan fácil hallar. Eso sí, es importante saber que no existe ningún tipo de servicio público: aquí se viene a disfrutar de la playa en estado puro.
Playa Nuestra Señora del Carmen © Turismo de Barbate
PLAYA NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN (BARBATE)
Y aquí sí: llega la hora de embriagarse de la esencia de Barbate. Esta playa se halla en pleno centro urbano de la localidad y es la más frecuentada por la mayor parte de los barbateños, ¡no encontrarás un rincón más auténtico en todo el litoral gaditano!
Familias que, nevera en mano, se animan a echar el día en la playa, grupos de adolescentes que aprovechan las horas tomando el sol y escuchando –en altavoces, por supuesto– todo tipo de éxitos musicales, parejas jugando a las palas en la orilla, niños correteando y construyendo castillos de arena… En resumen: la felicidad en su modo más esencial.
Lo mejor de la zona es que cuenta con todo tipo de servicios y que no suele haber demasiado oleaje, con lo cual tienes asegurado el baño… ¡Y la comida!
Si no eres de los que anda yendo a la playa con el tupper o el bocata de tortilla –ojo, cómo se disfruta uno de estos con los pies metidos en la arena, no se disfruta en ningún lado–, no temas: en el paseo marítimo encontrarás chiringuitos y restaurantes como Variopinto o VIU Espacio Gastronómico, donde catar lo mejor del sur.
A tan solo 5 minutos a pie se halla también El Campero, donde encontrarás el atún de almadraba más exquisito. Y es que, ¡no olvides que estamos en Barbate!
PLAYA DE LA HIERBABUENA Y CALAS DE LA BREÑA (BARBATE)
Salvaje y virgen. Así es este rinconcito del mundo donde el alma se serena al compás de las olas. Llegar hasta la Playa de la Hierbabuena nos lleva a atravesar los pinares del Parque Natural de La Breña, primero en coche y después a pie por pasarelas de madera. Al final, una estampa única formada por hermosas dunas de arena. Absolutamente espectacular.
¿Algo más? Claro que sí: si eres de los que va a la playa preparado para lo que surja, estás de enhorabuena. Desde este punto parte el sendero que lleva hasta la Torre del Tajo, una torre vigía del siglo XVI situada en lo más alto de los acantilados vecinos.
En el paseo, no solo contemplarás las vistas más espectaculares del océano, sino que, con suerte, podrás descubrir otro tesoro: las Calas de La Breña, una serie de pequeñas calas arrimadas a los acantilados que quedan al descubierto al bajar la marea. Uno de los mayores secretos de la costa gaditana.
Las marismas del Parque Natural de la Breña © Alamy
CAÑOS DE MECA (BARBATE)
¿Qué te podemos decir de Caños de Meca que no sepas ya? Clásico donde los haya, durante años fue refugio de un movimiento hippie y bohemio que, aunque permanece en la zona, no ha tenido más remedido que adaptarse a la llegada del turismo que conquista sus playas y campings cada verano.
Es entonces cuando Caños se transforma, y a sus playas de aguas cristalinas y a su imponente naturaleza salvaje –inciso: la zona del Faro de Trafalgar es un absoluto must, tanto por su belleza como por su importancia histórica– se le añaden el 'buenrollismo' reinante en el ambiente, tardes y noches repletas de buena música y un gran puñado de aficionados al kitesurf y al windsurf que salpica de colores las aguas del Atlántico. Hay quienes dicen que Caños de Meca cuenta con una energía especial, y nosotros no podemos estar más de acuerdo.
Una buena manera de disfrutar de esa oferta de ocio que anima tardes y noches es pasarse por el Chiringuito La Morena, siempre buena opción para tomar algún que otro cóctel mientras suena música en directo.
Caños de Meca: imprescindible © Getty Images
La Jaima-Meccarola, con su decoración estilo árabe, es todo un clásico, mientras que en Ketama la parada es casi obligada. Para los que aguantan toda la noche, el Camping Camaleón suele animar el ambiente hasta el amanecer.
ZAHORA (BARBATE)
Si tuviéramos que ponerle nombre al paraíso, ese sería Zahora, una de las últimas playas vírgenes de la costa gaditana. Este rinconcito, situado entre el Cabo de Trafalgar, donde los británicos vencieron a los españoles y franceses allá por 1805, y El Palmar, es el lugar al que retirarse cuando uno se quiera olvidar del mundo: aquí hay que dejarse llevar para sentir la vida de la manera más pura. Es lo que toca.
Pero es que llegar a Zahora no es fácil. Al menos, no tanto como a las otras playas gaditanas que la rodean. Quizás por eso no será raro disfrutarla casi en solitario incluso durante los meses de verano.
Un puñado de chalets y sinuosos caminos mal asfaltados se levantan junto a ella, y una vez se pisa la arena: la inmensa playa, ancha y larga como pocas.
Una opción estupenda es acercarse hasta Sajorami, una animada hacienda-restaurante donde hospedarse, disfrutar de un rico almuerzo o contemplar uno de los mejores atardeceres de la provincia –con música en directo de fondo, por cierto–. ¿Se te ocurre mejor plan?
Zahora, una de las últimas playas vírgenes de la costa gaditana © Getty Images
EL PALMAR (VEJER DE LA FRONTERA)
Manual de uso y disfrute de la playa de El Palmar: túmbese usted en su toalla sobre la arena, úntese protección solar, combine el arte denominado “vuelta y vuelta” con algún que otro chapuzón, y disfrute todo lo que pueda de uno de los entornos más maravillosos del mundo. Eso sí: al entrar al mar tenga cuidado con todos esos surfistas, kitesurfistas y windsurfistas que conquistan con sus danzas aero-acuáticas el terreno, pero no deje de disfrutar del sorprendente espectáculo.
¿Y qué tiene esta playa de especial que la convierte en el lugar clave del 'postureo' gaditano? Muy simple: la playa de El Palmar es bella, –bellísima–, inmensa –5 kilómetros de largo– y con una arena en tonos tostados que hace que uno quiera quedarse allí eternamente.
Eso sí, apenas está protegida, y esto quiere decir que cuando sopla viento de levante… ¡No hay manera de aguantar en ella si no es en el agua!
Aunque no te preocupes, todo tiene remedio: existen múltiples escuelas de surf en primera línea de playa –9 PIES Surf, O´Neill Surf Academy Spain y On the Sea son solo algunas de ellas– en las que aprender a dominar las olas. ¿Quién dijo miedo?
Además cuenta con uno de los atardeceres más bellos de toda la costa gaditana, perfectos para disfrutar, mojito en mano, desde cualquiera de los bares a pie de playa. ¿Y para comer? Un clásico: en el restaurante Casa Francisco, el de siempre, podrás elegir entre propuestas de temporada y su extensa carta basada en el producto estrella de la zona: el atún de almadraba. Lo difícil será saber escoger.
El Palmar, todo un clásico © Getty Images
PLAYA DE LA FONTANILLA (CONIL DE LA FRONTERA)
Y llegamos de nuevo a zona urbana: La Fontanilla, que cambia de nombre hasta cuatro veces a lo largo de toda su extensión, –Los Bateles, El Chorrillo, La Fontanilla y El Roqueo–, es de esas playas en las que vivir en primera persona la esencia más auténtica de la vida local.
Y aquí volvemos a encontrarnos con los kits completos de 'mesa-sombrilla-nevera-sillasdeplaya' que solo los lugareños tienen el arte de montar y desmontar en dos minutos. Mayores, jóvenes, padres y niños buscan el hueco perfecto frente al mar para ubicar su campo base, aunque eso suponga hacerlo rozando la esquina de tu toalla.
Pero también hay lugar en La Fontanilla para los turistas, claro que sí. Muchos de ellos escogen Conil como destino de vacaciones, y qué mayor placer que olvidarse del coche, del aparcamiento, y poder ir caminando hacia esa ansiada playa con la que se lleva soñando todo un año, ¿no crees?
Al tratarse de una de las playas más concurridas y hallarse junto al centro urbano de Conil, cuenta con todo tipo de servicios, como chiringuitos y restaurantes a pie de playa. Nos quedamos con el Restaurante La Fontanilla, un elegante negocio en el que probar el mejor pescaíto frito y marisco de la zona. ¡Damos fe!
La Fontanilla cambia de nombre hasta cuatro veces a lo largo de su extensión © Alamy
FUENTE DEL GALLO (CONIL DE LA FRONTERA)
Siguiendo la línea de la costa dirección norte, y justo donde tienen comienzo los escarpados acantilados que dan forma a esta parte del litoral gaditano, nos topamos con la playa Fuente del Gallo. El enclave es de una belleza bastante singular: recogido por escarpadas paredes de roca y tierra, acceder a ella es fácil gracias a unas escaleras que parten de la urbanización Fuente del Gallo.
Se trata de una de esas playas un poco más relajadas, aunque aún así suele ir bastante gente. La playa es tan estrecha que durante las horas de marea alta apenas queda zona de arena en la que poder tumbarse.
Un poco más adelante, la última de las playas a las que se puede acceder andando desde la zona urbana: Cala Puntalejo. Con solo 180 metros de extensión, dos son sus puntos fuertes: la absoluta tranquilidad que se respira en ella y la ausencia de grandes olas.
Fuente del Gallo: una belleza singular © Alamy
CALA DEL ACEITE (CONIL DE LA FRONTERA)
Y llegamos a otro de los clásicos de Conil: la cala del Aceite. Rodeada de altos acantilados, es uno de esos lugares especiales en los que, a pesar de no ser único, ni secreto, ni exclusivo, uno se siente “bien”.
Y cuando decimos bien, nos referimos a relajado, siendo consciente de que a veces la naturaleza regala enclaves maravillosos de los que disfrutar de cualquier manera. En este caso: tumbados en la arena, bronceando nuestras pieles, y refrescándonos, cada vez que el cuerpo nos lo pide, en las limpias y frescas aguas del Atlántico.
¿Te contamos un secreto? La cala del Aceite se halla muy cerquita del puerto pesquero de Conil, mirando hacia el sur, y este detalle es digno de tener muy en cuenta: cuando sopla el viento de levante en Cádiz, ¡aquí uno ni se entera!
Cala del Aceite, otro de los clásicos de Conil © Alamy