Con H de Humor

Joaquín Xaudaró, el amante de la bohemia francesa que ilustró a los españoles
El Museo ABC dedica su última muestra al célebre dibujante, que se convirtió en el más famoso humorista del país antes de la Guerra Civil
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Bruno Pardo Porto
@brunopardoo
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Actualizado:28/05/2018 18:54h
Los gatos paradójicos de Pablo Amargo, en el Museo ABC

Joaquín Xaudaró (1872-1933) era inconfundible por su obra y por su figura. Cuando salía a la calle, llamaba la atención por su aspecto atildado, sus botines, sus calcetines blancos y su sombrero: todos esos atuendos con los que vestía a los personajes de la burguesía que campaban en sus ilustraciones costumbristas. Incluso podría decirse que parte de esa galanura la heredó su perrito, un animalillo sin nombre que se convirtió en uno de los grandes iconos comerciales y humorísticos de la España anterior a la Guerra Civil. Fue esa mascota la que, precisamente, terminó por abrirle las puertas del olimpo de los dibujantes, convirtiéndolo quizá en el más célebre de su tiempo. Ahora, el Museo ABC recupera su figura en «Xaudaró. La buena gente», una retrospectiva que explora las diferentes facetas del genio.

«Sin duda, fue el dibujante más popular de todos los que trabajaron para Prensa Española, pero también el más popular de todos los humoristas durante su tiempo de gloria, que podemos fechar entre 1921 y 1933», subraya el guionista y crítico Felipe Hernández Cava, comisario de la muestra. Su trayectoria, explica, se vio fuertemente marcada por su infancia, que pasó en Filipinas, donde su padre estaba destinado como ingeniero militar. Allí vivió hasta los once años y allí conoció el arte japonés, que permeó sus comienzos como ilustrador. «Descubrió el virtuosismo técnico de los estampadores japoneses, como Kono Barei o Imao Keinen, y su sentido de lo decorativo en lo tocante tanto al colorido como a la elección del punto de vista», continúa.

Ya en Barcelona, el joven Xaudaró desoyó los imperativos de su padre y se interesó por el dibujo y la pintura, estudiando en diversas academias. Pronto empezó a colaborar en las mejores revistas catalanas, como «Barcelona cómica» o «La hormiga de oro», donde hacía chistes, ilustraciones e historietas. Su labor llamó la atención de Torcuato Luca de Tena, fundador y director de «Blanco y Negro», que se lo llevó a Madrid en 1898. Es precisamente en este momento donde arranca la muestra, que dibuja su trayectoria hasta el estrellato e ilustra todo aquello que, con el paso del tiempo, su famoso perro ha terminado por esconder.

Primera Guerra Mundial, poco podemos colegir, salvo que disfrutó intensamente de la vida bohemia y que, como comentarían algunos amigos, parecía trabajar solo con la finalidad de cobrar unos cuantos francos con los que sufragarse luego unos viajes de auténtico millonario», escribe Hernández Cava en el catálogo de la exposición. Más allá de sus trabajos como ilustrador de cuentos y novelas, no alcanzó las cotas que esperaba. En España era un afrancesado, y en París era un español.

En 1914, con el comienzo de la Gran Guerra, decide volver y empezar un retiro entre Huesca y Lérida, donde continúa su trayectoria profesional y comienza a probar suerte como pionero de los dibujos animados, otra de sus pasiones. En 1921, consciente de que había perdido su fama, volvió a Madrid a trabajar para Luca de Tena en los diferentes medios de Prensa Española. Y es aquí, precisamente, donde inicia su última y esplendorosa etapa como ilustrador, en la que alcanza unas cotas de popularidad que jamás hubiese podido imaginar.

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«Soleares», de 1924, una ilustración donde puede verse ya al célebre perro- ABC
Ese éxito se explica, en parte, gracias a un encuentro con Torcuato Luca de Tena tras una de sus viñetas diarias en ABC. En ella, Xaudaró había dibujado a un perrito que tenía el hocico metido en un tubo de desagüe, escondiéndose así de un guardia que, siguiendo la nueva ordenanza municipal, tenía que vigilar que todos los chuchos llevasen bozal. El fundador de Prensa Española encontró la imagen tremendamente graciosa, lo llamó a su despacho y le dijo: «Ponga todos los días un perrito en sus dibujos». Y así fue, al menos en sus viñetas diarias con ABC.

El perro se convirtió en un icono, en un objeto de márketing del que se vendieron infinidad de productos, pero Xaudaró no se quedó ahí. Con el paso de los años había cristalizado sus influencias y había logrado desarrollar un estilo propio, siempre enmarcado en un costumbrismo que nunca dejó de cultivar. Su humor escrito no era sutil, pero sí efectivo, y se convirtió en una suerte de maestro del chiste malo al tiempo que creó toda una fauna de personajes que se instalaron en el imaginario colectivo español.

Humor contra los soviets
Además, Xaudaró tuvo el tino de convertirse en uno de los primeros dibujantes en denunciar los estragos de la Revolución Bolchevique, adelantándose incluso al primer álbum de Tintín. En la historieta «El señor Bernabé en la Rusia colorada», realizó un ácido retrato de los soviets, alertando de las hambrunas. Esta sátira respondía a una certeza que guardaba desde su infancia y que conservó durante toda su existencia: las ideologías derivan en desastre. «Vivió toda su vida al margen de la política, sin mojarse», resume Hernández Cava.

Aunque no se mojó, sí bebió durante toda su vida, algo que podía apreciarse en todos sus retratos, donde siempre aparecía con una botella a mano. Además de alcohólico, era un fumador incansable, un vicio que, a la larga, le dejó una salud maltrecha que no pudo resistir una neumonía. Xaudaró se despidió de este mundo, a los 61 años, como uno de los últimos humoristas de su especie (modernista, pero no vanguardista), que dejó tras de sí un imaginario imborrable en la ilustración española. «Sin él sería impensable la existencia de Mingote», remata el comisario.

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El (los) célebres perros de Xaudaró - ABC
El día que Xaudaró enterró a su propio perro
El perro más famoso de la ilustración española no tenía nombre, ni raza, y nació por casualidad. De hecho, su creador, Joaquín Xaudaró, odiaba los perros y terminó cansado del famoso animalillo. «En sus primeros años, la presencia de los cánidos obedecía a una cosa tan trivial como que había blancos en la parte inferior de sus dibujos que necesitaban taparse, pues las técnicas de impresión eran tan precarias que esas zonas vacías se llenaban de manchas. Entonces, empezó a meter perritos. Luego, se convirtió en un hábito», explica Felipe Hernández Cava, comisario de la muestra.

Fue en 1922, después de una ilustración que cautivó a Torcuato Luca de Tena, cuando el dibujante, obedeciendo las órdenes del fundador de Prensa Española, comenzó a incluir al perro en todas sus viñetas de ABC. Aunque el perrito ya había rondado sus trabajos anteriores, fue este el momento en el que se convirtió en su seña de identidad, además de en su más preciada fuente de ingresos.

«Es un pichicho mudo, de ojos estáticos, que, sin hablar, subraya con su presencia los sarcasmos y las ironías… Es un perro payaso. Ocupa, en los dibujos, la posición mental del filósofo que se sienta en un “dancing”», describió en su día el propio dibujante.

El perro se convirtió en un icono español (y en un gran negocio) gracias al tino publicitario de Luca de Tena, que lo utilizó como una poderosa herramienta marketing. «Hubo una gran comercialización de su imagen durante los años veinte y treinta: juguetes de trapo, juguetes de hojalata, colgantes, alfileres de corbata, perritos para los coches, perritos en los vasos de Cruzconde…», afirma Hernández Cava.

Su popularidad fue tal que Ricardo Zamora, mítico portero de la selección española de fútbol, terminó adoptando al perro como mascota del equipo. Lo hizo durante una entrevista publicada en «Estampa», donde un periodista preguntó al jugador por qué la selección no tenía mascota y este, ágil, abandonó el café donde se encontraban para comprar uno de los famosos muñecos de trapo de la criatura de Xaudaró.

Pero, decíamos, el dibujante terminó cansado de su propia creación. La obligación de incluirrlo en sus ilustraciones diarias lo llevó a colocarlo en los lugares más inesperados. «Cada día, al dibujarlo, pensaba: Acabará por ladrar», llegó a decir Xaudaró, quien afirmaba que los perros le inspiraban «miedo» y le producían «asco».

Fue después de muerto cuando pudo entenderse el verdadero cansancio que provocaba el célebre perro en su creador. En noviembre de 1933, en un pase privado, se proyectó su película de animación «Un drama en la costa». Aunque a día de hoy no .
https://www.abc.es/cultura/arte/abc...rancesa-que-ilustro-a-los-espanoles&ns_fee=27
 
Humor, Ocio y Vicio
La verdad está escrita sobre las puertas de los baños
Publicado por Rubén Díaz Caviedes
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Diseño de relajaelcoco (detalle).
¿Qué es la historia sino una fábula en la que todos estamos de acuerdo?

(Atribuido a Napoleón Bonaparte)

Cada vez que la puerta de un baño público se colma de grafitis, mensajes groseros y garabatos obscenos se le da una nueva capa de pintura, y eso es una lástima. Las puertas de los baños deberían desmontarse de sus goznes y almacenarse ordenadamente para la posteridad. La logística sería sencilla. Por su forma las puertas se apilarían fácilmente en capas y no precisarían conservación, ya que sus imágenes se graban normalmente con muescas, tintas sintéticas y otras técnicas indelebles. El mismo subsuelo serviría y los siglos harían el resto.

Y por su ordinariez no se preocupe, de esto también se encarga el tiempo. Las catedrales y las pirámides son un bonito legado, pero cuando se trata de utilidad nada aventaja a la basura, como podrán confirmarle en Atapuerca. Ningún regalo mejor pudieron hacernos sus moradores que la cronología de su inmundicia delicadamente estratificada. Los libros mienten, para eso se inventaron. La escoria no, por eso se elimina. Y por eso la basura se revaloriza con los siglos, y con los milenios lo hace hasta la auténtica mierda.

Sin duda, las puertas pintarrajeadas constituyen nuestra mejor mierda. Serían la mejor herencia que podríamos dejar, nosotros que tanto vamos a defraudar a las generaciones venideras. Un registro cierto del mundo, un permafrost perfecto con nuestras peores miserias. La clase de confesión que se hace solo en el testamento, cuando ya no se va a pasar vergüenza. Lo mismo da que procediesen de las letrinas públicas de una estación de autobuses, de un centro comercial o de una facultad universitaria. El subconsciente de las naciones está escrito en ellas. Lamentablemente no las almacenamos precisamente por eso y en su lugar las pintamos y repintamos para borrar una y otra vez su contenido como si fuesen discos duros llenos de por**grafía. El subconsciente es feo y a nadie le gusta quedar mal delante de la posteridad.

Pero conjeturemos por un momento que algunas llegasen al futuro lejanísimo, aunque fuese solo una, y el valor inimaginable que tendría entonces esa puerta. Imaginémosla envuelta cuidadosamente en linos y amortiguación y expuesta después con solemnidad en algún museo, si es que en el futuro todavía les quedasen ganas de tenerlos. Y el ajetreo entonces de arqueólogos, paleolingüistas y filólogos de formación clásica —entonces el clasicismo sería nuestra época— ante aquella memorable constelación de pintarrajos. Los dibujos de nepes con gotitas en la punta, hoy groseros y de mal gusto, tendrían tanto valor artístico como lo tienen en nuestro tiempo las venus rechonchas del Paleolítico, y los bosquejos de esvásticas y aguiluchos entrañarían grandes arcanos antropológicos, comparables con el tiempo a los que guardan los bisontes de la Gran Sala de la Cueva de Altamira.

El problema sería el texto. ¿Se entenderá plenamente lo que dicen las puertas? ¿Se comprenderá su cualidad de mentidero, de aliviadero del teatro del mundo y de refugio espiritual contra los rigores insoportables del ordenamiento civilizado? Cuesta imaginarlo. Se necesitó una piedra de Rosetta para interpretar los paneles egipcios y hará falta más que eso para descifrar este dialecto inaudito de las puertas de los baños, solo propio de nuestra era, que mezcla imágenes grotescas, verbalidad brutal y símbolos de muerte y ferocidad. Y que se pone exclusivamente por escrito y a puerta cerrada en el cubículo de una letrina pública, porque no tiene una variante hablada. Latrinalia, han llamado algunos ya a esta jerigonza extravagante. Más que un discurso, la puerta de un baño es un Pollock; más que un Pollock, son los arañazos de una fiera por dentro de una jaula; y más que eso, es una página escrita en la única lengua universal. Caos, violencia y genitalidad, el argot del mismo Dionisos. Si a algo se parece la puerta de un baño es al Jardín de las delicias y a nada más.

Por eso queremos dedicar estas letras al alivio de esta tarea tan dificultosa, la comprensión de nuestras puertas, confiando en la posibilidad remotísima de que estas palabras sobrevivan a los fuegos de las bibliotecas y el aporreo de los servidores y lleguen de alguna forma al futuro, donde puedan asistir al contrariado especialista en quien recaiga la faena. Los soldados de Napoleón encontraron la piedra de Rosetta entre la mampostería de un fuerte otomano de época medieval, a fin de cuentas. Cosas más raras se han visto.

Debe considerar el especialista que en las puertas de los baños del siglo XXI se cultivan principalmente cuatro géneros literarios. El primero es la declaración cafre con función conativa, pues se dirige al interpelado en segunda persona del singular con la esperanza instintiva de que pase algún día por allí y lo lea. Ejemplo canónico: «Manolo cabrón». Un subgénero particularmente pintoresco son los agravios de lesa majestad dirigidos a figuras políticas. Ejemplo canónico: «ZP cabrón», «Rajoy traidor». Seguido del vocativo también suele invitarse a los sujetos a desempeñar afanosas tareas sexuales, entre las que destacan asumir el rol pasivo en la sodomía («tomar por culo») o el rol activo en la satisfacción oral («mamarla»).

En esta categoría caen también las blasfemias políticas: proclamas ilegales o acaso tan severas que su autor solo se presta a enunciarlas amparado por la amnistía de una letrina pública. El esquema habitual incluye una fórmula desiderativa en primer lugar —con más frecuencia «Arriba», «Gora», «put*», «Visca» o «Muerte a»— y el sujeto en segundo lugar —con más frecuencia, «España», «Cataluña», «ETA», «el rey» y «el Betis»—. El repertorio de combinaciones posibles es casi ilimitado pero incluye, en la práctica, dos excepciones: seguramente no encontrará escrito ni «Visca el rey» ni «Gora Betis». Casi seguro.

Cuando el nombre de alguna de estas nociones incorpore la letra «O» y esta aparezca cruzada por dos trazos perpendiculares, se trata entonces del esbozo de una mirilla y significa que el sujeto u objeto está —alce en este punto los dedos índice y corazón, flexione con vigor y dibuje en el aire unas comillas— «en el punto de mira» —cierre comillas—. Con frecuencia son adiciones añadidas a posteriori por alguno de los grandes talentos de la semiótica que frecuentan nuestras letrinas. Otro anagrama frecuente es la «A» encerrada en una «O», emblema formal de la anarquía que se dibuja incansablemente en las puertas de los baños con la esperanza, atávica en esas latitudes de la izquierda, de que a alguien le importe absolutamente un carajo. Son habituales también las cruces gamadas o esvásticas, de las que existe un surtido catálogo dominado por las versiones al revés y los intentos chuchurríos. Es un hecho universalmente reconocido que no es fácil ser nazi.

El segundo gran tema de las puertas es el haiku escatológico, declamado este en primera persona y que versa habitualmente sobre el hecho excretor en sí mismo, simplemente confesado, afirmado con decisión o directamente celebrado con rimas y tonadillas, dependiendo ya del grado de festejo con el que cada cual viva sus propias deposiciones. «Aquí cagué yo» constituye el ejemplo canónico, a la postre el más frecuente, aunque no es raro encontrar incluso breves coplas de métrica formal y rimas esmeradas, normalmente a una altura media de la puerta. Es corriente acompañar estos elogios con el dibujo de una mierda, por si acaso no se entendían, y a la mierda con moscas y flujos humeantes encima, por si no se entendía que era una mierda. Si la mierda no tiene ojos, su puerta se remonta a la era predigital. Enhorabuena.

El tercer género literario de las puertas de los baños es escribir la palabra «farlopa».

El cuarto y último tópico, el sexual, es quizá el más completo no por sí mismo, sino por la amplitud de maniobras expresivas que se despliegan en las puertas cuando se trata del querer o del follxx —considere que en nuestra era todavía se diferencia entre ambas cosas—. Sobre esto se escriben palabras, se hacen pictogramas e incluso se da rienda suelta a la creatividad, ora con bosquejos apresurados de parejas durante el coito, ora con bustos femeninos ejecutados con más pasión que auténtica maña, ora con vaginas de una imprecisión anatómica que ni las esvásticas. Los falos son los protagonistas de esta forma de expresión y es habitual encontrarlos también con la forma alada a la que los romanos reservaron el nombre elocuente tintinabulum, además de astados o con atributos antropomorfos. Quitando las poll*s motorizadas, nada que no se pueda encontrar en los petroglifos preincaicos de América y en los bajorrelieves de los frisos de la antigua Sumeria.

También mediante el s*x* las puertas de los baños acogen la última función del lenguaje que les quedaba por acometer, la fática o de contacto, principalmente en las letrinas de los baños masculinos. Es usual encontrar la declaración autógrafa de algunos sujetos abnegados prestos a satisfacer oralmente a sus conciudadanos, al efecto de lo cual se anuncian con retórica sugerente y un número de teléfono. Es frecuente, sin embargo, que aquel número no se corresponda con el del auténtico autor del mensaje y que el voluntarioso interesado se encuentre de repente hablando con la exnovia de un psicópata o mismamente con el Ayuntamiento de Palencia. Para combatir esta lacra, en la era digital se ha normalizado el aporte de una dirección de correo electrónico que connote indudablemente la voluntad de consumar el encuentro, como «lacomoenlaestación@hotmail.com».

Habría que retirar, fechar y almacenar las puertas de los baños, insistimos, aunque lo más probable es que los años venideros deparen su abolición o peor, su sustitución por ejemplares de usar y tirar que hasta serán biodegradables, para colmo de males. Salvo oportuna erupción como la de Pompeya o que un corrimiento de tierra fosilice alguna como el fémur de un brontosaurio, la posteridad no conocerá los aliviaderos literarios del siglo XXI y su resultado, la latrinalia, aquel género con el que los ciudadanos rasos plasmaban sus inquietudes inconfesables y estas resultaban ser chabacanas, cerriles, ordinarias y muy, muy poco edificantes.

De nosotros y de nuestro tiempo quedará solo la gloria, claro, y la visión triunfal que deje el optimismo oficialista, siempre más épico y resultón. La memoria de que acometimos la revolución digital que parió el futuro y de que fuimos nosotros quienes investimos al primer presidente negro. Pero de nuestra condición de patanes nada se dirá ni quedará constancia, que para eso se pinta y repinta el único soporte que registra regularmente nuestra simpleza como si fuera una película fotográfica. Haga caso a Napoleón, que de esto sabía; así es como se escribe la historia.
https://www.jotdown.es/2019/01/sobre-las-puertas-de-los-banos/
 
Juan Amodeo: "Se debe hacer un humor más femenino, no sólo para hombres"
ENTREVISTA AL HUMORISTA JUAN AMODEO
NOTICIA
    • MANUELA REYES
    • Palma
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  • 27 ENE. 2019 10:44
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El humorista Juan Amodeo, que el viernes 1 de febrero actúa en Trui Teatre.
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Juan Amodeo (Sevilla, 1993) tiene una arroba en su nombre que lo persigue. Sus vídeos publicados a diario a través de su cuenta de Instagram @amodeo13 y su perfil de Facebook lo han llevado a llenar teatros por toda España, a colgar el cartel de no hay entradas en Madrid, Barcelona o Sevilla y a sentirse «profeta en Andalucía y fuera de ella». Ahora regresa por tercera vez a Palma y esta vez lo hace con su espectáculo La máquina del tiempo. Como siempre vuelve acompañado de su equipo, Pablo, Alberto, Irene y Curro. Todos, amigos y familia, estarán el próximo 1 de febrero en Trui Teatre con el propósito de arrancar carcajadas.

¿Cómo se pone en marcha La máquina del tiempo?
La máquina del tiempo empieza con una idea que surge en la gira del año pasado. Normalmente he hecho un humor más costumbrista, con el que todo el mundo se pudiera sentir identificado desde primera hora, pero aquí mi objetivo ha sido demostrar que siempre hemos vivido las mismas cosas a lo largo de la historia. Tal vez hemos reaccionado de forma diferente, pero hemos vivido lo mismo. Desde las peleas con las parejas, las reacciones de tu madre...
Por ejemplo, ¿una homo sapiens cómo reaccionaría a los cuernos de su marido?
Seguramente si alguien te ponía los cuernos en esa época te lo acababas comiendo porque como tenía cuernos, te valía para comértela. Es ese rollo. Voy a la Prehistoria o la época de Cristóbal Colón y voy yo, que vivo en el presente del 2019. Mi objetivo es mostrar cómo nos tomaríamos ahora mismo ciertos acontecimientos históricos.
Hasta llegar a Palma ha llenado teatros por toda la geografía española. ¿Cómo recibe el resto del público español su humor tan andaluz, tan de la calle?
Muy bien, la verdad. He llenado en Madrid, en Barcelona... Incluso he actuado en Andorra. Estoy llenando todo lo de fuera de Andalucía. El público genial, para comérselo. Me siento profeta en mi tierra pero también fuera y eso es gracias al cariño de la gente y al esfuerzo que pongo en cada vídeo publicado en redes sociales.
Precisamente se dio a conocer a través de Facebook pero su boom vino con Instagram, red donde actualmente tiene más de un millón de seguidores. ¿Qué diferencias encuentra entre las repuestas de las redes sociales y las que tiene en el teatro?
Muchas, incluso mi humor es diferente en teatro y en las redes sociales, donde es mucho más simple. En internet todo se consume muy rápido y sólo tienes un minuto de vídeo. La gran diferencia es que en el teatro todo el mundo se sorprende porque encuentran algo diferente a lo que hay en las redes sociales. Es más, les gusta mucho más lo que ven.
¿Prefiere el like de los followers o el aplauso del teatro?
Me quedo con el aplauso del teatro. En realidad, uso el like para conseguir ese aplauso. Las redes sociales son las herramientas para darme a conocer, no es el fin.
Publica un vídeo de humor cada día en Instagram. ¿No se le agotan las ideas?
Precisamente ayer comenté con mis seguidores que a partir de ahora en vez de subir un vídeo cada día, voy a subir tres a la semana porque gracias a ellos tengo muchos trabajos que no puedo compaginar con hacer un vídeo de calidad. La responsabilidad es mayor ahora y lo que quiero es que la gente vea contenido bueno. Necesito tener tiempo para elaborarlo.
¿Cuál es la fórmula que sigue para hacerlos?
Normalmente los suelo grabar yo. Se puede decir que de 1.400 vídeos que tengo, casi el 95 por ciento están grabados por mí. Me gusta incluso editarlos en el móvil y subirlos al momento.
Su personaje más conocido es El Juanini, un cani sevillano al que le encanta dar bocadillos de codo. ¿Se siente cansado de algún personaje?
No me he cansado de ninguno. Juanini es un personaje con el que ahora me lo paso muy bien haciéndolo, pero cuando empecé no tuvo mucho éxito. Más tarde la gente me pidió que lo recuperara y hoy día es un personaje que encanta. Aunque tengo que decir que no es de mis favoritos.
¿Cuál es su personaje favorito?
Mi favorito es hacer de mujer. Es algo que me divierte mucho. Intento representar a la mujer de verdad, a la que se siente libre para opinar de lo que quiera y no la que está estereotipada por la sociedad. Hablo como lo hacen mis amigas y eso conlleva mucha verdad.
¿Nota también esa diferencia de favoritismo entre sus seguidores?
El más querido es El Juanini pero el que más gusta son las conversaciones de chicas. Casi un 60 por ciento de mi público es mujer y eso se nota. Tradicionalmente el hombre ha hecho humor para los hombres. Se debe hacer un humor más femenino, no sólo para lo masculino.
Entonces es usted un humorista feminista...
Sí. Yo soy feminista y el que no lo sea se equivoca porque hay que luchar por la igualdad de los hombres y las mujeres. Soy un humorista al que le gusta hacer humor para todos y para todas. No sólo para los hombres.
Humorista en Instagram que también usa las redes sociales. ¿Con quién se ríe en su timeline?
No soy muy de meterme en Instagram para ver a otros humoristas. Lo uso más para comunicarme con mis amigos. No suelo ver humoristas en Instagram porque no quiero dejarme influenciar por lo que otros hacen. Soy más de ver shows de Estados Unidos. Me gusta mucho el humor agrio, el negro pero con clase. No ese que se mete con alguien por hacerlo. Lo prefiero con un punto de inteligencia.
¿Esa clase de humor se puede hacer en España?
Aquí no se puede hacer. Está más en manos de la sociedad que de los humoristas que se puedan hacer chistes y bromas de todo. Debemos trabajarlo sobre todo en España, donde estamos en una época complicada para los humoristas. Antes se pasaban unos límites que ahora no se pasan. Ahora no se deja hacer humor porque está muy vigilado.
Vive en Sevilla, donde las tradiciones como la Semana Santa o la Feria están muy arraigadas. ¿Se ríe de estas fiestas o mejor no tocarlas?
Yo he usado los tópicos andaluces para hacer monólogos de cómo nos ven desde fuera de Andalucía. Aunque creo que el ser andaluz me da licencia para hacerlo. Por ejemplo, si hablara de los tópicos catalanes, no sentaría igual de bien. No soy catalán y la gente se lo puede tomar como una ofensa y no como un chiste. Uno debe hacer humor de lo que vive, de lo que sabe y de lo que ve.
¿Cree que los políticos tienen sentido del humor o lo han perdido por completo?
Viendo algunas leyes que plantean está claro que tienen mucho sentido del humor (risas). Realmente creo que tendrán sentido del humor pero lo tienen muy escondido. No lo dejan ver.
¿Cómo se ve en su propia máquina del tiempo del futuro?
Espero seguir teniendo pelo (risas). En realidad, me gustaría seguir trabajando en esto, haber llenado espacios más grandes y hacer reír a más gente. Cuando era pequeño estaba muy obsesionado con actuar en una película, pero ahora no. Actualmente me divierte mucho el escenario y me pasaría encima de él toda la vida.
https://www.elmundo.es/baleares/2019/01/27/5c4cbe47fc6c8313708b4586.html
 
Los Morancos parodian la derrota de Susana Díaz al ritmo de Lola Índigo: "Yo ya no pinto ná"








Los Morancos han estrenado este viernes un divertido vídeo musical en el que parodian la derrota de Susana Díaz en Andalucía. La socialista ha tenido que ceder su "trono" por el pacto entre PP, Ciudadanos y Vox. Los hermanos Cadaval han cantado y bailado a ritmo del exitoso tema Yo ya no quiero ná de Lola Índigo, que han tuneado y han cambiado por Yo ya no pinto ná.

Entre los comentarios a su anuncio de esta nueva parodia, los seguidores del dúo cómico formado por Jorge y César han destacado la presencia del líder de Vox, Santiago Abascal, montado a lomos de un caballo (por supuesto, no es el de verdad sino César caracterizado de él).



https://www.20minutos.es/gonzoo/not...rota-susana-diaz-ritmo-lola-indigo-3552124/0/
 
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