Computación cuántica

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Los grandes retos que plantea la Computación
cuántica, explicados por uno de los principales investigadores españoles


hace 10 horasActualizado 13 Octubre 2019, 14:39
Juan Carlos López @juanklore
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La computación cuántica va muy en serio. La llegada del primer ordenador cuántico comercial, el Q System One de IBM, nos ha demostrado que esta disciplina ha alcanzado una madurez difícil de imaginar hace no más de cinco años. Pero este no es el único hito del que hemos sido testigos recientemente. Además, IBM ha anunciado que ya tiene listo el primer ordenador cuántico comercial de 53 cúbits y un artículo de Google refleja que esta compañía podría haber alcanzado la «supremacía cuántica».

2019 está siendo un año muy prolífico en materia de computación cuántica, y tenemos razones para prever que durante los próximos meses llegarán logros muy importantes en esta disciplina gracias, sobre todo, al empuje de compañías como IBM, Google o Intel. Esta es la razón por la que creemos que es el momento perfecto para recurrir a un experto que pueda ayudarnos a entender la magnitud real que tienen estos avances y el impacto que la computación cuántica va a tener en nuestra vida a corto plazo.

Nuestro guía a lo largo de este artículo será Juan José García Ripoll, un investigador del Instituto de Física Fundamental del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que desarrolla su actividad investigadora dentro del grupo de Información cuántica y fundamentos de teoría cuántica. En el impresionante currículo de Juan José destaca especialmente su posdoctorado de casi cinco años en el prestigioso Instituto Max Planck de Óptica Cuántica (Alemania), pero, como vais a comprobar a continuación, sus mayores cualidades son su capacidad didáctica y de concreción.

Juan José García Ripoll desarrolla su actividad investigadora dentro del grupo de Información cuántica y fundamentos de teoría cuántica del Instituto de Física Fundamental del Consejo Superior de Investigaciones Científicas

Si estáis mínimamente familiarizados con la computación cuántica no tendréis ningún problema para comprender todo el contenido de este artículo. Y si no lo estáis o queréis refrescar los conceptos sobre los que se afianza esta disciplina os sugiero que echéis un vistazo al artículo que enlazo aquí mismo porque en él encontraréis todo lo que necesitáis para poneros al día en computación cuántica sin esfuerzo. Lo que va a contarnos Juan José es interesantísimo y puede ayudarnos a calibrar la relevancia de una ciencia que promete tener un impacto profundo no solo en computación, sino también en áreas tan dispares como la medicina o la ingeniería de materiales.

Computación cuántica: qué es y por qué es importante

¿Podrías explicar de la forma más sencilla y didáctica posible qué es la computación cuántica y por qué es importante?

La computación cuántica es una noción muy amplia. Consiste en procesar información utilizando sistemas cuánticos aprovechando el hecho de que la naturaleza, en el fondo, es cuántica. Lo curioso es que los ordenadores clásicos que estamos utilizando ahora mismo usan unas reglas muy diferentes a los fenómenos cuánticos que podemos encontrar en la naturaleza. Un ordenador convencional no se diferencia mucho de esos ordenadores electromecánicos que había hace décadas y que utilizaban relés, palancas y válvulas de vacío como conmutadores.

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Utilizar los dos estados (0 o 1, señal o no señal) con los que nos permiten trabajar los ordenadores clásicos es muy cómodo porque existe un formalismo matemático asociado muy potente, el Álgebra de Boole, alrededor del cual se desarrolla toda la teoría de la computación. Sin embargo, la mecánica cuántica nos enfrenta a otro tipo de reglas de la física que engendran una forma de calcular diferente. Ya no tenemos 0 y 1. Tenemos estados cuánticos y también el estado de superposición, que consiste en la posibilidad de tener distintas probabilidades de los estados 0 y 1.

Incluso tenemos la posibilidad de utilizar las superposiciones de muchos estados de un registro cuántico, de manera que si tenemos un registro cuántico de 8 cúbits tendremos 28 posibilidades. Lo realmente importante es que todo esto da lugar a una forma de calcular conocida como Teoría de la información cuántica que es el equivalente a la teoría de la información que se ha utilizado en computación clásica, pero que sugiere un potencial de computación superior utilizando estos sistemas. Aún hay muchas cosas que es necesario demostrar, pero sus posibilidades son prometedoras.

¿Cuál es exactamente tu área de trabajo en el contexto de la investigación en materia de computación cuántica?

El equipo del que formo parte trabaja en dos grandes áreas. Una de ellas es el hardware debido a que queremos crear mejores cúbits y hacer ordenadores más rápidos, lo cual es una paradoja cuando todavía no tenemos ordenadores que funcionen y ya necesitamos que vayan más rápido. Pues sí. Es así debido a que los ordenadores cuánticos que tenemos ahora mismo, como el de IBM o los últimos de Google, tienen el problema de que la información cuántica se destruye en un tiempo dado, por lo que necesitamos hacer en ese tiempo la máxima cantidad posible de operaciones. En nuestro grupo buscamos de manera creativa otras formas de trabajar con los cúbits, como superconductores, átomos atrapados en vacío, iones, etc.

La otra área en la que también trabajamos es la del software o la algoritmia, que consiste en determinar qué podemos hacer con los ordenadores cuánticos que tenemos. Qué operaciones tenemos disponibles. Qué problemas podemos traducir a ese pequeño ordenador cuántico que ahora mismo tiene nada más que 20 cúbits, y que nos pueden dar una pista acerca de lo que podremos hacer cuando tenga, por ejemplo, 100 o 200 cúbits. Esta última es un área que está muy por explorar y no tiene mucha visibilidad porque no hay tantos grupos ni tanta inversión como en lo que se refiere al hardware.

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Los investigadores del CSIC tenéis acceso al ordenador cuántico Q System One de IBM para poder seguir desarrollando vuestra investigación, pero este recurso lo tenéis desde hace solo unos meses. ¿No teníais anteriormente acceso a ninguna otra máquina cuántica? ¿Es posible investigar en computación cuántica sin tener acceso a un ordenador cuántico?

Se puede hacer mucho desde el punto de vista teórico porque los algoritmos surgen de la creatividad. Del papel y el lápiz. Hasta hace unos meses no teníamos ordenadores con los cuales pudiésemos programar esos algoritmos, pero podíamos diseñar pequeños simuladores que en un ordenador convencional y con un coste considerable imitan lo que hace un ordenador cuántico. Esto es lo que hemos estado haciendo hasta ahora, intentando en último término extrapolar cómo funcionará cuando sea tan grande que ya no lo podamos simular.

Hace poco el CSIC decidió potenciar esta investigación y buscar quién podía ofertar computación cuántica en el mundo. Salió un concurso y se presentó IBM, que en realidad es la única compañía que ofrece este servicio de manera regular a través de contratos con empresas, instituciones, universidades, etc. Para nosotros es una oportunidad porque nos permite acceder a un ordenador que, aunque tiene las imperfecciones de las que adolecen todos los ordenadores cuánticos, nos permite descubrir sus capacidades, aprender qué operaciones están disponibles, cómo mejorar los cálculos, qué limitaciones tiene… Es una herramienta útil.

¿Cuál es en tu opinión el grado de desarrollo de España en computación cuántica? ¿Estamos a la altura de otros países de nuestro entorno?

En el campo teórico sí. Pero en el campo del hardware, no. España tiene un gran bagaje en física teórica, una disciplina que no se refiere únicamente a la física de partículas, sino que tiene una noción mucho más amplia. Hay investigadores líderes en el mundo en esta área que se dedican al desarrollo de algoritmos y a la corrección de errores. Incluso hay pequeñas startups que están empezando a transferir tecnología de este mundo teórico a la industria emergente de tecnologías cuánticas.

Actualmente Estados Unidos y China son «la punta de lanza» mundial en computación cuántica

Sin embargo, en el campo del hardware estamos todavía atrás. Y no solo España, sino a nivel europeo. Hay varios ordenadores funcionando en Estados Unidos y China, y, aunque son más pequeños de lo que nos gustaría, al menos cuentan con algo que no tenemos en Europa. Aquí aún no tenemos ningún prototipo funcional más allá del campo de iones atrapados, que están limitados en el tamaño que es posible conseguir.

Nos queda mucho por recorrer, pero creo que España tiene capacidad para contribuir. Tenemos investigadores excelentes en el campo de la física de materiales, que, en el fondo, es el área de la que se nutre la computación cuántica para construir ordenadores con circuitos superconductores, semiconductores u otro tipo de sistemas. Hay una oportunidad muy interesante para crecer en este terreno.

Google y la «supremacía cuántica»

¿Qué opinas acerca del anuncio de hace unos días en el que Google afirmó haber alcanzado la «supremacía cuántica»? La retirada del artículo en el que los investigadores explicaban su logro poco tiempo después de su publicación da que pensar y algunos científicos ponen en duda que Google realmente haya alcanzando este hito.

Es importante tener en cuenta cómo funciona la publicación científica hoy en día. Los resultados de alto nivel están sometidos a periodos de embargo para evitar que haya terceros intereses que perjudiquen el proceso de referato, y que persiguen que la publicación sea juzgada internamente en la revista por sus asesores científicos y de la manera correcta. Además, las revistas y los centros de investigación establecen esos embargos para hacer los anuncios en el momento adecuado. Todo esto contribuye a que las cosas se liberen en el momento oportuno.

El hecho de que haya desaparecido ese borrador no es significativo per sé; probablemente han violado el embargo de forma accidental quizá debido a que la NASA tiene la obligación de almacenar todo lo que produce en un repositorio público. Pero se hace público cuando se tiene que hacer público. Y ha debido producirse un error. De todas formas, hay gente que conoce ese artículo y ha sugerido que es un borrador muy preliminar, por lo que lo prudente es esperar hasta que salga el artículo definitivo o se confirme si realmente eso funciona o no.

«Hay gente que conoce el artículo de Google y ha sugerido que es un borrador muy preliminar, por lo que lo prudente es esperar hasta que salga el artículo definitivo o se confirme si realmente eso funciona o no»

Aun así, todos hemos tenido acceso a ese borrador y la verdad es que es impresionante lo que apunta: un chip superconductor funcional con 53 cúbits de una calidad muy buena, con una velocidad de proceso mucho mayor que la que teníamos hasta ahora en este ámbito y con la posibilidad de crear estados de superposición enormes. Con esta tecnología es posible simular procesos físicos que son difíciles de simular en un ordenador clásico. Esto es lo que en investigación llamamos milestone, un hito al que hay que llegar y que nos permite resolver una tarea que no es fácil hacer con un ordenador clásico. Pero hay que demostrarlo.

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En ese caso ¿tienes la sensación de que Google tiene un hardware muy avanzado con el que realmente ha alcanzado la «supremacía cuántica»?

Lo que han hecho es simular un proceso físico. Han cogido 53 cúbits y los han sometido a una dinámica tal que si quiero imitarla en un ordenador clásico me va a costar muchísimo tiempo. Ellos hablan de 10.000 años, aunque es posible que con la creatividad que hay hoy en día alrededor del mundo sea menos. De cualquier forma, no es una ejecución de unos pocos minutos en el chip, que es lo que Google afirma haber invertido en este proceso. Esta diferencia tan abismal entre lo que es capaz de hacer el ordenador cuántico y lo que podemos hacer con uno clásico es un mensaje muy positivo.

Ahora lo que tenemos que conseguir es aplicar esa capacidad computacional extra a otros problemas. Cuando menos es un hito en hardware porque conseguir controlar 53 cúbits de esa calidad hasta hace poco era impensable. Esto de por sí es un hito, pero si ahora además demuestran que existe una ventaja computacional, será un segundo hito. De alguna manera estamos consolidando este campo, aunque también es cierto que en Google están despegando del resto de los investigadores tanto en recursos como en capacidad de trabajo.

Los desafíos de las tecnologías cuánticas

¿Cuál es el reto de mayor envergadura al que os estáis enfrentando los investigadores en computación cuántica? ¿Quizá cómo mantener bajo control el ruido y las perturbaciones que pueden decantar aleatoriamente la superposición cuántica e impedir el correcto funcionamiento de un ordenador cuántico?

Sí, desde el punto de vista del hardware el mayor reto ahora mismo es tener mejores cúbits y un control preciso de las operaciones que llevamos a cabo con ellos. Hay unos requisitos mínimos para una vez que tienes unos cúbits de una cierta calidad y unas operaciones con un control determinado escalar hacia la corrección de errores. Esta es la hoja de ruta en este campo. Nuestro grupo ahora está trabajando en obtener mejores cúbits, pero hay otro reto muy importante que consiste en encontrar aplicaciones para esta tecnología.

Hay páginas y artículos que se dedican a recoger los algoritmos y las aplicaciones que hay disponibles, y no hay tantas. En el fondo tenemos muy poquitos algoritmos potentes y los estamos reciclando para distintas aplicaciones una y otra vez, no siempre de forma eficiente. Necesitamos tener baterías de problemas que se puedan resolver en un ordenador cuántico o a los que un ordenador cuántico pueda contribuir para mejorar parte de la solución o hacerla más eficiente. Este es un reto computacional muy duro.

No todos los problemas de carácter computacional pueden resolverse mejor recurriendo a un ordenador cuántico, ¿verdad? ¿En qué áreas la computación cuántica es o será claramente superior a la computación clásica?

La computación cuántica en su formulación más amplia parece tener dos o tres nichos de aplicación. Uno muy obvio es la simulación de sistemas cuánticos, algo que suena muy exótico pero que en el fondo consiste en simular objetos, como pequeñas moléculas o macromoléculas, o incluso materiales. Estos sistemas se describen con mecánica cuántica, por lo que ya hay investigadores trabajando en cómo traducirlos al ordenador cuántico de forma eficiente. De hecho, hay artículos que proponen soluciones a problemas con pequeñas moléculas de dos o tres átomos que nos permiten comprender cómo se hace y desarrollar las técnicas.

«Todo lo que se refiere a las bases de datos no es muy accesible a un ordenador cuántico con pocos cúbits»

También hay otro campo llamado optimización cuántica que consiste en resolver problemas que tienen un coste que queremos minimizar. Esto tiene aplicaciones en el campo de la logística y las finanzas, entre otras áreas, y recurre a la capacidad del registro cuántico a la hora de explorar múltiples soluciones a un problema. Y hay otras áreas que se dedican a la física estocástica, a simular procesos aleatorios utilizando el hecho mismo de que el ordenador cuántico es una máquina aleatoria. El sistema de Google, precisamente, empuja en esa dirección porque es una distribución de probabilidad muy compleja creada de manera muy artificial.

Pero hay otros problemas estocásticos de análisis de riesgo o simulación de distribuciones de probabilidad muy grandes que se podrían beneficiar de su codificación en un ordenador cuántico. Sin embargo, todo lo que se refiere a las bases de datos y a la necesidad de almacenar y procesar grandes cantidades de información no es muy accesible a un ordenador cuántico con pocos cúbits, con un ancho de banda muy pequeño y que ni siquiera tiene una noción de memoria como la que utilizamos en un ordenador convencional. Aquí la computación cuántica no tiene sentido, de la misma forma en que no lo tiene aplicarla a los ordenadores personales.

Los riesgos que conlleva la computación cuántica

Cambiando de tercio, el desarrollo de la computación cuántica hará vulnerables los algoritmos de cifrado que utilizamos actualmente. ¿Cómo podemos resolver este problema?

En principio creo que sí, y por esta razón hay un área de investigación en matemática y criptografía que es la criptografía resistente a ordenadores cuánticos. Es un campo de trabajo muy difícil y [hay gente que me discutirá esto] todavía no hay resultados «serios» que den una solución única. La alternativa al hecho de que muchos códigos se puedan romper con ordenadores cuánticos es utilizar los sistemas cuánticos para la criptografía. Consiste, por ejemplo, en utilizar los sistemas cuánticos para generar claves privadas en distintos puntos del planeta enviando fotones entrelazados a distintos puntos, como ha hecho China con su satélite Micius.

Europa también se ha puesto en marcha con una iniciativa que se llama European Union Quantum Communication Initiative, en la que participa España, para crear redes de criptografía cuántica para infraestructuras, pero en el futuro pueden terminar siendo comerciales y consolidándose como un accesorio para hacer más seguras las comunicaciones. Quizá esta es una de las tecnologías que tienen un grado de madurez más alto; de hecho, es comercial desde hace mucho tiempo. En cualquier caso, la criptografía cuántica puede proporcionar una solución práctica a este tipo de preguntas.

¿No debería entonces preocuparnos que los ordenadores cuánticos que ya están disponibles comercialmente, como los de IBM, puedan estar siendo utilizados para descifrar nuestras comunicaciones?

Para romper claves hacen falta ordenadores muchísimo mejores que los que tenemos ahora mismo. Las estimaciones describen ordenadores cuánticos que ya tienen corrección de errores porque necesitan aplicar algoritmos con muchísimas operaciones para hacer productos muy grandes, con muchos bits, que son los necesarios para las claves que tenemos hoy en día. El ordenador cuántico que rompe claves no es un desarrollo a corto plazo.

No obstante, la posibilidad de que se pueda construir en diez, quince o veinte años supone que comunicaciones que ahora mismo estamos distribuyendo y creemos que son seguras se pueden almacenar y romper en ese plazo. Por esta razón no es tanto la posibilidad de que las comunicaciones sean inseguras ahora como la probabilidad de que se vuelvan inseguras en el futuro. Tenemos que pensar en otro tipo de criptografía que sea resistente a estas incertidumbres futuras.

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¿Hay algún otro peligro o reto derivado del desarrollo de la computación cuántica por el que los ciudadanos debamos preocuparnos?

Por el momento la principal amenaza desde el punto de vista geoestratégico es la posible debilidad de las tecnologías de cifrado actuales. Ahora bien, el desarrollo de la computación cuántica puede representar una ventaja estratégica para una economía. Tener ordenadores cuánticos, ser el poseedor de esa tecnología y que los demás dependan de ti es un poco lo que ocurría hace muchos años con la computación tradicional. Europa ve que países como Estados Unidos y China están tomando la delantera en esta área y necesita ponerse al día para no quedarse atrás como en el campo de la microelectrónica.

«Europa necesita ponerse al día para no quedarse atrás como en el campo de la microelectrónica»

Hace menos de diez años Europa tenía la ventaja científica en este campo. La hemos perdido porque en un plazo de cinco años un par de empresas y laboratorios internacionales han invertido muchísimo dinero en potenciar a unos pocos grupos y conseguir un avance exponencial en esta materia. Esto demuestra lo importante que es observar qué es estratégicamente interesante y no perder la pista. Este es un campo muy claro que de alguna forma construyó Europa porque la computación cuántica hace veinte años era física «de locos». ¿Qué tiene que ver la cuántica con la computación? ¿Para qué sirve una superposición?

Europa fue capaz de mantener una investigación muy básica, muy rompedora que entonces no tenía un futuro muy claro, la avanzó muchísimo y cuando ha llegado el momento de realizar la transferencia al mundo de la industria nos hemos quedado atrás. Probablemente la culpa es de nuestro tejido científico y también de nuestro tejido empresarial, que es menos innovador y le cuesta más meterse en este tipo de líneas arriesgadas. Aun así, hay mucha tecnología cuántica que no estamos viendo. La computación cuántica es la más visible porque de alguna forma es la más loca, pero hay muchas líneas de investigación en tecnologías cuánticas, como los sensores o los simuladores cuánticos, que pueden tener a corto plazo un impacto muy grande en la sociedad.

Es necesario invertir para no quedarnos «descolgados»

¿Está España invirtiendo lo necesario para mantenerse en el «pelotón de cabeza» en materia de desarrollo en computación cuántica? ¿Por qué es importante que invirtamos y no nos quedemos descolgados?

Yo creo que no. No estamos invirtiendo en computación cuántica lo suficiente, pero tampoco lo estamos haciendo en otras muchas áreas. Es un problema de prioridad. Es muy difícil decirle al ministerio «pon dinero aquí y no lo pongas en biotecnología». Hay muchos proyectos competitivos, así que la gente aplica y al final se reparte muy poquito dinero que no es suficiente para mantener un nivel de competitividad como el que es necesario ahora para conseguir dinero de Europa.

«Algunos investigadores españoles han trabajado muy duro y tienen un prestigio internacional que se ve ahora reconocido»

La inversión en tecnologías cuánticas en España ha sido un campo muy marginal hasta hace poco, pero algunos investigadores han trabajado muy duro y tienen un prestigio internacional muy grande que se ve ahora reconocido. Pero si no ha habido una inversión durante los últimos diez años acorde a lo que han puesto Alemania, Austria o el Reino Unido difícilmente vamos a poder llegar a un nivel de competitividad tan alto como estos países. Pero esto no significa que tengamos la carrera perdida.

En muchas áreas pequeñas contribuciones pueden producir un salto no lineal. Hay expertos en España que trabajan en computación cuántica con moléculas. Implantan iones en macromoléculas, guardan la información en ellas y pueden hacer pequeños cálculos. Es una línea muy singular tanto en Europa como en el mundo que se podría potenciar. Hay muchas áreas en las que todavía se puede conseguir algo diferencial y en las que España puede contribuir de manera singular.

¿Qué impacto tiene la computación cuántica en nuestras vidas hoy, si es que tiene alguno? ¿ Y qué impacto tendrá en el futuro, especialmente cuando llegue la tan ansiada «supremacía cuántica»?

Hay distintos impactos. Uno es que yo el mes que viene voy a dar una charla en un instituto y puedo mostrarles cómo funciona un sistema cuántico en vivo. A mí me parece que esto es un hito importante porque nos permite acercar una de las áreas más exóticas de la ciencia a la gente, de manera que este conocimiento esté disponible para todos. En el ámbito de la formación creo que vamos a ver una revolución en la que la cuántica va a empezar a permear en distintas áreas. Va a entenderse mejor. Y va a tener aplicaciones en ingeniería.

Además, la computación cuántica se puede ir introduciendo en nichos de la industria en los que puede hacer contribuciones útiles a corto plazo, como química cuántica, diseño de materiales, problemas de optimización… Y también puede revolucionar la forma en la que entendemos la computación tradicional. La computación cuántica es algo muy exótico, pero algunos de los conceptos que maneja pueden ayudarnos a mejorar la forma en la que computamos tradicionalmente de la misma manera en la que ideas tan exóticas como el aprendizaje de máquinas y la computación neuromórfica han tenido un impacto en la computación clásica. No veremos ordenadores cuánticos en nuestro móvil, pero es posible que la teoría de computación también mejore gracias a lo que estamos aprendiendo en computación cuántica.

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Para concluir nuestra conversación, ¿qué aplicación futura de la computación cuántica es la que más te ilusiona o crees que tendrá un impacto más sólido y positivo en nuestras vidas?

Creo que las tecnologías cuánticas en conjunto van a revolucionar nuestra tecnología en el corto plazo, proporcionándonos formas mucho más eficientes de llevar a cabo procesos que actualmente tienen margen de mejora. Espero que la gente de química cuántica se vuelque en esta área y ayude a los que estamos intentando introducirnos en ella a buscar nuevos métodos y técnicas que reviertan en mejoras prácticas en la manera en que llevamos a cabo los cálculos.

Yo en particular estoy trabajando más en algoritmos numéricos, en la resolución de ecuaciones en derivadas parciales y en la simulación de procesos que tendrán aplicaciones en ecuaciones de fluidos, entre otras áreas. Es un poco más abstracto y quizá suena poco convencional, pero a lo mejor estas técnicas pueden aplicarse en ámbitos tan amplios como la ingeniería aeroespacial u otras disciplinas. Espero que en un plazo de cinco o diez años tengamos una imagen mucho más clara acerca de cómo podemos potenciar nuestra capacidad de computación con estas nuevas herramientas. Me haría feliz encontrar un par de aplicaciones en las que podamos tener una contribución singular, y que luego tiene utilidad. De lo contrario no estaría trabajando en ello.

https://www.xataka.com/investigacio...ados-uno-principales-investigadores-espanoles
 
IBM niega que Google haya alcanzado la «supremacía cuántica»: este es su argumento
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El debate acerca de si Google ha alcanzado o no la «supremacía cuántica» sigue coleando. A mediados del pasado mes de septiembre un artículo publicado fugazmente en la página web de la NASA recogía que un equipo de investigadores de esta compañía liderado por John Martinis había logrado este hito. Sin embargo, el artículo fue eliminado del repositorio de la Agencia Espacial Estadounidense pocas horas después de su publicación.

Actualmente el artículo sigue estando disponible en Internet y es fácil localizarlo, lo que ha provocado que muchos investigadores ajenos a Google hayan podido leerlo y no hayan dudado en expresar su punto de vista. Hay opiniones de todo tipo: a favor, y también en contra. Precisamente, una de las últimas compañías que se ha pronunciado ha sido IBM, que es claramente una de las principales competidoras de Google en el ámbito de la computación cuántica. Y lo que ha hecho ha sido negar que esta última haya alcanzado este hito.

Estas son las razones por las que IBM niega el autoproclamado «logro» de Google
Antes de seguir adelante merece la pena que nos detengamos un momento para recordar qué es la «supremacía cuántica». En realidad es una idea bastante sencilla debido a que no es más que el hito que alcanzaremos cuando un ordenador cuántico sea más rápido en la práctica que un ordenador clásico cuando ambos se enfrenten a la resolución de un mismo problema. Esto es lo que Google afirma haber conseguido y lo que algunas voces discordantes ponen, cuando menos, en seria duda.

La «supremacía cuántica» es el hito que alcanzaremos cuando un ordenador cuántico sea más rápido en la práctica que un ordenador clásico cuando ambos se enfrenten a la resolución de un mismo problema

Para explicar el argumento que sostiene la opinión de IBM necesitamos repasar qué es lo que Google afirma haber logrado exactamente. Lo que los investigadores de esta última compañía recogen en el borrador que aún circula por Internet es que han diseñado un algoritmo que tiene como objetivo generar números aleatorios mediante un procedimiento matemático muy complejo, y que obligaría al superordenador Summit del Laboratorio Nacional Oak Ridge (Estados Unidos), que actualmente es gracias a sus 200 petaflops el más potente del mundo, a invertir en esta tarea nada menos que 10.000 años. Pero, según los investigadores de Google, su procesador cuántico Sycamore de 54 cúbits ha resuelto esta tarea en solo tres minutos y veinte segundos.

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El argumento que utiliza IBM para negar el logro que Google afirma haber alcanzado ataca directamente a su línea de flotación porque afirma que sus investigadores son capaces de resolver ese mismo cálculo utilizando un superordenador convencional, y no uno cuántico, en, como mucho, dos días y medio. Pero esto no es todo. Además, desde IBM insinúan que con más tiempo podrían depurar su algoritmo introduciendo mejoras tanto en el hardware como en el software para recortar esos dos días y medio, por lo que esta cifra parece reflejar el peor escenario posible arrojado por su solución.


Si miramos lo que dicen estas dos compañías con cierta distancia, y lo aceptamos tal y como lo defienden, podemos concluir que la diferencia entre los tres minutos y veinte segundos de Google y los dos días y medio de IBM es abultada. Lo es, efectivamente, pero no lo suficiente para validar la consecución de la «supremacía cuántica». Y es que en la definición de este hito está implícita la necesidad de que el problema resuelto sea inabarcable por un ordenador clásico en un plazo de tiempo razonable. Los 10.000 años que estima Google son claramente inabarcables, pero los dos días y medio como peor de los escenarios posibles que propone IBM plantean un escenario perfectamente abarcable.

Sea como fuere lo más prudente en estas circunstancias es esperar que Google publique la versión final de su artículo. Solo así los expertos podrán estudiarlo a fondo y determinar si esta compañía ha alcanzado, o no, la tan ansiada «supremacía cuántica». Es probable que incluso entonces los expertos y las compañías que compiten en este sector con tanta proyección no consigan ponerse de acuerdo, pero, pase lo que pase, nosotros estaremos aquí para contároslo con la máxima objetividad posible.

Vía | Financial Times

https://www.xataka.com/investigacio...canzado-supremacia-cuantica-este-su-argumento
 
El español que diseñó el mayor hito de la computación cuántica
El informático y filósofo Sergio Boixo ha sido una pieza central en el equipo< de Google que ha reducido a minutos un cálculo que requiere siglos


Jordi Pérez Colomé
26 OCT 2019 - 19:05 ART
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Sergio Boixo, jefe científico de teoría de la computación cuántica de Google, en la sede de la compañía en Madrid. Archivo personal
Un ordenador cuántico puede funcionar mejor que un supercomputador convencional. Esta frase, tan sencilla de escribir, es una proeza que ha llevado décadas de trabajo y contribuciones de docenas de investigadores. La comunidad científica intuía que se podía alcanzar, pero nadie había cruzado esa frontera. El pionero que planeó el camino es un informático cuántico español de Google, Sergio Boixo: “Estamos explorando nuevas fronteras científicas donde nunca hemos hecho experimentos antes, nos sentimos pioneros”, dice en conversación con EL PAÍS desde Mountain View (California).

La computación cuántica ha vivido una de las semanas más movidas de su historia. El equipo de Google ha anunciado oficialmente que ha logrado la supremacía cuántica: conseguir que un ordenador cuántico haga en unos minutos algo que a un superordenador convencional le llevaría miles de años. Su gran competidor comercial, IBM, ha puesto en duda la magnitud del hallazgo, pero en la comunidad científica hay pocas dudas de que el paso es un hito indudable en ese campo. “El logro científico es enorme si se mantiene, y creo que lo hará”, dijo Scott Aaronson, científico de computación de la Universidad de Texas, en un artículo en Nature.

"Queríamos demostrar que un ordenador cuántico puede ser más rápido que los mayores superordenadores"

“Diseñé la parte teórica del experimento”, explica Boixo. “Empezamos a trabajar hace unos cuatro años. Queríamos demostrar que un ordenador cuántico fundamental puede ser más rápido que los mayores superordenadores del mundo”. Ningún humano había hecho antes algo así. Es como mirar el futuro desde un lugar donde todo lo que hay delante es oscuridad. Boixo llevaba la linterna para encontrar el camino: “Tienes que diseñar una medida para comprobar que el ordenador cuántico funciona bien. Es difícil cuando estás construyendo ordenadores cuánticos cada vez más potentes para hacer algo que no se ha hecho nunca”, añade.

Cuando alguien está en la frontera de lo conocido, por definición no sabe qué hay más allá. Puede de hecho haber “sorpresas fundamentales”, una pared impenetrable puesta ahí por la naturaleza: “Según todas las teorías que conocemos y los desarrollos de los pioneros de la computación cuántica, no conocíamos ningún obstáculo. No obstante, a medida que avanzas en los experimentos y aplicas teorías científicas donde nunca se han aplicado siempre existe la posibilidad de que haya una sorpresa fundamental”.

La magnitud de los experimentos que manejaba el equipo de Boixo es un salto extraordinario respecto a labores previas

El viaje de Boixo hasta la cima cuántica empezó en León en 1973. En su familia había tradición: su padre, Ignacio, se encarga de sensibilizar a la plantilla del Banco de España sobre la importancia de la ciberseguridad, su abuelo fue un veterinario pionero en León, su abuela era una apasionada de la química y su tío trabaja en un centro de investigación en León. Él también empezó pronto: “Recuerdo leer libros científicos de divulgación de Isaac Asimov cuando tenía 12 o 13 años. A medida que iba creciendo iba leyendo cosas cada vez más técnicas”, explica.

“Siempre he tenido la vocación, pero todo en esta vida requiere esfuerzo”, añade. Una compañera de la facultad evoca la mochila de Sergio. Siempre iba con libros científicos encima, aún hoy. Su padre recuerda decirle en un viaje a un festival étnico en Cáceres: “Sergio, no sé como puedes seguir estudiando en estas condiciones. Son las dos de la mañana, tienes solo una luz que alumbra menos que un mechero y esto es una discoteca”.

Número uno en ingeniería
Esa mentalidad le llevó a ser el número uno de la primera promoción de Ingeniería Informática de la Complutense en 1996. Su compañera le recuerda leyendo el periódico en clase. Boixo se explica: “Siempre me ha gustado estudiar por mi cuenta. Muchas veces llegaba a clase y ya había leído el libro que tocaba u otro parecido y a veces estaba en el fondo de clase, prestaba atención pero podía tener un periódico delante porque repasaban algo que ya había leído”, dice.

Por qué estudió filosofía
Boixo estudió filosofía para saber en qué especializarse cuando acabara ingeniería informática: “Me gustaba la ciencia, la informática y la ingeniería. La computación cuántica, que aúna todo eso, e incluso la filosofía, aún no existía. Pensé que estudiar filosofía me ayudaría a decidir en qué especializarme, y también a entender mejor el mundo actual”, explica.

Para alguien como Boixo que trabaja en la frontera del conocimiento, no le ha ido mal el bagaje en filosofía. La física cuántica también tiene sus interpretaciones, según explica: “Como informático cuántico, la filosofía informa la forma en la que interpreto la física cuántica. Aún hay un debate abierto sobre los postulados de la física cuántica, el problema de la medida, y el papel del observador. En filosofía ese debate existe desde el siglo XVIII, y mi interpretación de la física cuántica es más bien kantiana”.

Su faceta vocacional no le cerró el paso al deporte o a las locuras de la juventud. Una vez en pocas semanas cambió de color de pelo y barba tres veces: de amarillo pollo a azul y luego morado. “De tanto cambio se me cayó el pelo de la barba”, recuerda. Mientras estudiaba informática, se licenció en Filosofía y Matemáticas por la UNED. Antes de volver a la investigación, pasó por la empresa privada e instituciones públicas porque quería ahorrar antes de empezar el doctorado. “Estuve en el Banco Central Europeo de prácticas. Me ofrecieron un trabajo estupendo pero yo quería perseguir inquietudes más científicas. Si me quedaba, esa iba a ser mi trayectoria profesional”, dice.

En Barcelona, aprendió física cuántica con el profesor Albert Bramon: “Me enseñó en verano, en su tiempo libre. Me dijo que me leyera un libro y fuera a verle por las tardes”, dice. Al año, le dieron una beca de La Caixa y en 2004 se fue a Estados Unidos para no volver. Fue al California Institute of Technology con John Preskill, que fue quien acuñó el concepto de supremacía cuántica. Después de un año en Harvard, recaló en la Universidad de Southern California, donde trabajó con una máquina considerada el primer procesador cuántico comercial. “Yo fui el primer programador cuántico que contrataron para trabajar con un procesador así”, recuerda. Y así continúa, siendo un pionero.

Para qué sirve un ordenador cuántico
Cuando Boixo empezó a principios de siglo en la computación cuántica no estaba convencido de que vería un ordenador de ese tipo en su carrera: “Seguro que no pensaba que en 2019 íbamos a ser capaces de estar sobrepasando las capacidades de los superordenadores más grandes. Ha avanzado más rápido de lo que esperaba”, dice. El experimento de Boixo ha logrado que un ordenador cuántico haga un cálculo concreto sin errores.

“Siempre he creído que los ordenadores cuánticos van a ser una realidad y van a tener un gran impacto. Y lo he pensado porque unen las dos revoluciones tecnológicas más importantes de la segunda mitad del siglo XX: la computación y la tecnología cuántica”, dice. Los beneficios que han traído los ordenadores son obvios, pero sin principios basados en física cuántica tampoco tendríamos semiconductores, láseres o pantallas planas.

Cuando los ordenadores cuánticos sean programables y funcionen a pleno rendimiento, su capacidad será difícil de imaginar hoy. Boixo espera una segunda revolución industrial de mayor eficiencia energética que ayude a combatir el calentamiento global: “Habrá 8.000 o 9.000 millones de personas en el mundo y con las tecnologías que tenemos ahora no todos podemos disfrutar de un estilo de vida occidental. Con computación cuántica creemos que a largo plazo se pueden simular procesos químicos, físicos.

El calentamiento global es un problema de energía y la energía es física y química. Ahora estamos un poco ciegos porque hay cálculos que no podemos hacer con la computación clásica”, explica Boixo. La computación cuántica puede permitir crear mejores baterías, materiales más ligeros que gasten, por tanto, menos energía.

https://elpais.com/tecnologia/2019/10/26/actualidad/1572105568_087306.html
 
Aquí empieza la revolución cuántica

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Darío Gil, director de investigación de IBM, frente al IBM Q System, en su edificio de Yorktown Heights, en Nueva York

Patricia Fernández de Lis
Fotografía de Kevin Cooley (Redux / Contacto)

20 JUN 2020 - 19:00 ART

La carrera en busca del ordenador más inteligente que ha conocido la humanidad acaba de comenzar. Pero resulta tan prometedora que ya ha desatado una feroz competición con inversiones millonarias en busca de la tecnología que lo cambiará todo. Entramos en los laboratorios de Google e IBM para conocer sus apuestas en esta fascinante nueva era tecnológica.



El laboratorio está en un lugar apartado, en una pequeña oficina sin identificar. Tiene un aire caótico, antiguo, un poco vintage. Hay cables sueltos, destornilladores, piezas de ordenador, pizarras con fórmulas matemáticas, ordenadores desmontados. Y dentro de una campana roja, conectado con decenas de cables, una especie de imponente candelabro de medio metro que entona un suave y constante chip, chip, chip. Cuesta creer que en este lugar apartado, a unas dos horas de Los Ángeles, se produjera en octubre un gran hito de la tecnología que saltó a la primera página de todos los diarios. Aquí, en el laboratorio de computación cuántica de Google en Santa Bárbara (EE UU), la compañía ha logrado que esa especie de lámpara gigante realice en 3 minutos y 20 segundos una operación para calcular números aleatorios que al ordenador más potente del mundo le llevaría miles de años. Esa lámpara alberga un chip cuántico y su logro (denominado “supremacía cuántica”) es para el leonés Sergio Boixo, jefe científico de teoría de la computación cuántica de Google, como el primer vuelo de los hermanos Wright: un hito aún modesto pero que abre paso a toda una nueva industria que cambiará radicalmente la sociedad en la que vivimos. Rivales e investigadores independientes creen que la comparación puede ser exagerada, ya que la revolución cuántica está aún muy lejos, pero todos los expertos coinciden en que, cuando llegue, lo cambiará absolutamente todo.


Esta es la historia de un mundo fascinante y misterioso, donde las reglas de la física que conocemos, esas que rigen el bote de una pelota o la caída de una manzana, no funcionan. El mundo subatómico es una especie de país de las maravillas, un lugar minúsculo y extraño donde Alicia podría estar a caballo entre situaciones aparentemente incompatibles, donde lo que se hace en un lugar puede afectar instantáneamente a un objeto que está muy lejos, y donde no se puede mirar impunemente porque esa mirada altera el objeto observado, como explica Andrés Cassinello, autor de La realidad cuántica. Y también es la historia de los pioneros que intentan dotar de sentido a este extraño mundo para fabricar los ordenadores más inteligentes y potentes que ha conocido la humanidad. En la carrera por la computación cuántica, países como China y Estados Unidos y empresas como IBM y Google han invertido miles de millones de dólares en construir un coche que, en el símil de la carrera, no es que adelante a los demás, es que llegaría a la meta unos instantes después del pistoletazo de salida. Es lo que Juani Bermejo, investigadora de la Universidad de Granada, llama “poderío cuántico”.

La clave para entender esta revolucionaria tecnología está en la base de su funcionamiento. Los ordenadores que conocemos funcionan con bits de programación binarios, “0” o “1”. Pero los bits cuánticos o cúbits tienen tres características que los hacen especiales. Una es la superposición, por la que dos cúbits pueden ser las cuatro combinaciones de “0” y “1” a la vez, lo que multiplica exponencialmente su capacidad de cálculo. Es algo parecido a lo que sucede cuando una moneda gira: es una combinación de cara y cruz, según explica el director de investigación de IBM, Darío Gil. La segunda idea se llama “entrelazamiento” y es muy romántica: el estado de cúbits entrelazados no puede ser descrito de manera independiente. En el ejemplo de Gil, si dos monedas entrelazadas giran, al medirlas veremos que si una es cara, la otra también lo será, y si una es cruz, lo mismo será la otra; las probabilidades no son independientes. Y la tercera idea, la de la interferencia, es como ocurre con las olas en el mar, que tienen picos y valles, que pueden interferir en los picos y valles de otras olas, explica Gil. Esta combinación tan singular de características, y tan contraintuitiva, hace que la cuántica no sea una categoría más de la informática que conocemos. “Es otro mundo, es la primera vez donde se realiza una bifurcación en la categoría de computación”, explica Gil. “Para mí, estamos en el momento más emocionante en el mundo de la tecnología de la información en los últimos 50 o 60 años”, añade este experto murciano, que es el primer europeo que dirige la potente división de investigación de IBM en sus 75 años de historia.

El procesador cuántico de IBM.
El procesador cuántico de IBM.

Hay cosas que los ordenadores clásicos hacen muy bien y que los superordenadores hacen mejor. Pero los ordenadores cuánticos están en otra dimensión, y por eso no seremos capaces de saber exactamente qué van a poder hacer hasta que se desarrollen en toda su capacidad. Pero sí podemos intuir en qué podrían ayudarnos. Los campos más claros son aquellos donde las reglas cuánticas funcionan al margen de nuestra realidad: la física y la química. Los ordenadores cuánticos podrían simular nuevas moléculas para la industria farmacéutica que nos ayudaran, por ejemplo, a lograr fármacos en tiempo récord para una pandemia mundial como la de la covid-19. También pueden mejorar nuestro conocimiento sobre cómo se originó el universo, descubrir nuevos materiales, mejorar las baterías de los coches eléctricos, lograr un uso más eficiente de la energía. Y, aunque no parezca demasiado sexy, otro ejemplo relevante es mejorar la fijación de nitrógeno para producir fertilizantes, que genera más del 2% de las emisiones de CO2 del mundo.



"Este es el momento más emocionante del mundo de computación de los últimos cincuenta, sesenta años"
DARÍO GIL, director de Investigación de IBM


La cuestión es que, como explica Boixo, la informática clásica usa el mismo tipo de reglas desde que se inventó el ábaco. “Hemos tenido, claro, avances tecnológicos y en ingeniería impresionantes: en un ábaco tienes unas pocas piezas y las mueves con las manos, y un superordenador tiene billones de piezas que se mueven miles de millones de veces por segundo. Pero las operaciones fundamentales son las mismas. Ahora tenemos un nuevo método de computación distinto a los métodos con los que llevamos trabajando 3.000 años”. Gil está de acuerdo: “Hay una clase de problemas en el mundo que no podremos resolver de manera eficiente con un ordenador clásico. Ni ahora, ni dentro de 20.000 millones de años, ni nunca. No estamos diciendo que la cuántica vaya a resolver todos los problemas que son difíciles, sino que es la única tecnología que altera lo que es posible resolver”.

Dos trabajadores del centro de investigación de IBM en Yorktown Heights mueven el IBM System Q, desprovisto de su carcasa.
Dos trabajadores del centro de investigación de IBM en Yorktown Heights mueven el IBM System Q, desprovisto de su carcasa.


Mientras habla, Gil recorre los pasillos del impresionante edificio de IBM Research en Yorktown Heights, a una hora y media en coche de Nueva York. Esta mole gigantesca, a lomos de una colina rodeada de bosques, tiene poco que ver con el pequeño laboratorio de Google, a 4.700 kilómetros de distancia. IBM presume también de sus cifras frente a las de su competidor: 109 años de historia, seis premios Nobel, 4.000 personas trabajando en I+D en todo el mundo (aunque la compañía no aclara cuántas de ellas lo hacen en su división cuántica). Tiene 16 sistemas cuánticos en la nube con 220.000 usuarios de más de 100 organizaciones que han escrito más de 225 trabajos científicos con sus sistemas conectados. Y una máquina que presentó el año pasado, Q System One, y que va a ser instalada en Japón, como parte de la colaboración con la Universidad de Tokio, y en Alemania, con el Instituto Fraunhofer.


Al otro lado del país, Boixo presume de la supremacía cuántica de Google, un logro nunca antes conseguido. “Comenzamos a hacer cálculos hace ya tres años”, explica. “La idea era demostrar que realmente existe un método de computación distinto y que en la práctica sí funciona. Nos parece un hito científico muy importante en la historia de la computación”.

Sergio Boixo, jefe científico de teoría de la computación cuántica de Google.
Sergio Boixo, jefe científico de teoría de la computación cuántica de Google.





"La computación cuántica va a ser una realidad y va a afectar nuestras vidas.
Quizás antes de lo que pensamos"

SERGIO BOIXO, jefe científico de teoría de la computación cuántica de Google

Ninguna de las cifras de IBM, ni tampoco el logro de Google, impresionan demasiado a Juan Ignacio Cirac. El investigador español, director del Instituto Max Planck de Óptica Cuántica, es una de las personalidades más relevantes de la ciencia cuántica en el mundo. Reflexiona: “Es un momento interesante, muy interesante, pero lo que tenemos no es todavía la computación cuántica. Ese momento, que sabemos que tendrá un impacto enorme en la sociedad, está todavía muy lejos”. Y explica por qué: “Si ha visitado los laboratorios de Google o IBM, habrá visto que sus chips tienen muchísimos cables solo para manejar unos 50 cúbits. La clave está en pasar de 50 cúbits a 50 millones. Y ese momento está muy lejos”.

Siistema cuántico de Google en Santa Bárbara (EE UU).
Siistema cuántico de Google en Santa Bárbara (EE UU).

Para que ese coche de carreras cuántico llegue a la línea de meta cuando suene el pistoletazo de salida, aún debe superar un camino repleto de dificultades. Como explica Cirac, el máximo de cúbits alcanzado en este momento por los chips de IBM y Google ronda los 50. Pero esa cantidad es aún minúscula. Y los investigadores no pueden aumentarla sin más. Los chips cuánticos son de una delicadeza extrema. Están en laboratorios muy controlados, aislados, rodeados de una tecnología complejísima para hacerlos funcionar. Antonio Córcoles, investigador del equipo cuántico de IBM Research en Yorktown Heights, explica en el laboratorio qué es lo que ocurre en ese hermoso candelabro rodeado de cables: los cúbits superconductores funcionan con microondas y hay que enfriarlos, ya que todo calor en el sistema se traduce en ruido que puede producir errores. El procesador cuántico está en la parte inferior, que es la más fría. Esta parte está unas 250 veces más fría que el espacio exterior, y esta temperatura se alcanza progresivamente a lo largo de varias horas desde temperatura ambiente. De ahí el tamaño del sistema y la cantidad de cables que lo sostienen. Todo eso significa que no puedes aumentar el número de cúbits de tu ordenador a lo loco; el problema es hacerlo sin aumentar también brutalmente su tamaño y el número de cables enchufados a él, manteniendo la estabilidad y sin incrementar los errores, porque un ordenador con errores, por muy cuántico que sea, no sirve para nada.

Miembros del equipo cuántico de IBM.
Miembros del equipo cuántico de IBM.

En el laboratorio de Google, Boixo se muestra de acuerdo: “Para pasar de 50 cúbits a un millón hay muchos problemas muy difíciles que resolver. Queremos seguir aumentando ese número, pero el nivel de errores tiene que bajar”. Por eso, los chips cuánticos aún hacen tareas muy simples; son los bebés de los verdaderos ordenadores que, según los expertos consultados, podrían tardar entre 10 y 30 años en llegar. “En tecnología es muy difícil predecir nada más allá de 10 años”, explica Juani Bermejo, que es investigadora Athenea3i-Marie (Sklodowska) Curie en computación cuántica. “Pero las predicciones de cuándo serán útiles los ordenadores cuánticos requiere que se desarrolle la tecnología de corrección de errores que aún no se ha desarrollado”. Bermejo insiste: los ordenadores cuánticos no están volando ni cerca de volar, en la metáfora de los hermanos Wright que usa Google. “Están en pañales”.

Treinta años son toda una vida para un individuo. Pero para las grandes empresas, centros de investigación y Gobiernos significa que el momento para prepararse para la gran era cuántica es ahora. Federico Carminati es el director de innovación del CERN, la Organización Europea para la Investigación Nuclear, el mayor laboratorio de investigación en física de partículas en el mundo y lo más parecido a una catedral de la ciencia, si la ciencia creyera en Dios. El CERN trabaja ya en computación cuántica con IBM, Google, Intel o Microsoft, y Carminati explica por qué: “Para mí es como comprar un billete de lotería. Si me pregunta si llegará la computación cuántica, mi respuesta es que sí. La cuestión es cuándo. Pero, mientras tanto, es muy importante que al menos unas cuantas personas en la organización entiendan y conozcan qué es y cómo usar computación cuántica. Si no llega, será una interesante aventura intelectual. Y si llega, estaremos preparados para usarla y explotarla”. Katie Pizzolato, directora de la red de clientes de tecnología cuántica de IBM, explica que el trabajo de la empresa con esos clientes que usan ya su tecnología cuántica en la nube (farmacéuticas, empresas de automoción, compañías financieras o el propio CERN) es algo distinto del habitual: “Nos dicen: ‘Estas son las cuestiones que podrían ser interesantes, valiosas o disruptoras en nuestra industria. ¿Cómo podemos empezar a afrontar esos problemas desde una óptica cuántica?’. Ha pasado mucho tiempo desde que en tecnología tenemos una pizarra en blanco, así que lo que les preguntamos es qué querrían hacer ahora que no pueden hacer con la tecnología actual. Y empezamos a trabajar”. Para Ismael Faro, responsable de software y servicios cloud de IBM Quantum en Yorktown Heights, lo mejor de trabajar día tras día en un método que aún no está claro para qué va a servir es “compartir tiempo con gente que tiene pasión por tecnologías que solo hace unos años sonaban a ciencia-ficción; es como una ventana al futuro”.

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Las empresas están invirtiendo mucho dinero en esta tecnología que además es carísima. Ni Google ni IBM hacen públicas las cifras de lo que gastan en ella, ni los clientes que la usan cuentan cuánto gastan, pero basta un dato para hacerse una idea: el prototipo cuántico 2000Q de la empresa D-Wave cuesta 15 millones de dólares (algo más de 13 millones de euros). Las empresas de capital riesgo invirtieron alrededor de 1.oo0 millones de dólares en empresas recién creadas (start-ups) en 2017, según datos de Statista. También se registraron 925 patentes ese año relacionadas con tecnología cuántica, el doble del año anterior, según la misma fuente, lo cual demuestra cómo ha aumentado el interés de diferentes compañías y empresas en este campo. El interés ha provocado también que se intensifique la búsqueda de profesionales cuánticos, que aún no existen en la cantidad que se reclama: “En algunas empresas han contratado estudiantes sin doctorado”, explica Bermejo. “Se forma con relativa lentitud, también porque no hay tantos profesores de universidad que sepan de esto; hasta hace poco, los cuánticos éramos los frikis de las universidades. Hay que formar a gente para que forme a otros”, añade. Cirac cuenta que en sus centros de formación de Múnich empiezan a realizar másteres en computación cuántica, y también los están poniendo en marcha en universidades como Berkeley, Stanford, el MIT o Harvard. “Los profesionales del futuro tienen que estar preparados en campos como la física y la computación cuántica. Habrá nuevos trabajos relacionados con la ingeniería y, más adelante, cuando tengamos ordenadores cuánticos, incluso la programación”, explica. El español Paco Martín, líder de desarrollo cloud de IBM Quantum en Yorktown Heights, recomienda a los jóvenes que quieran formarse en esta tecnología que “abran su mente, que no piensen de forma clásica mientras asimilan los conceptos básicos”.

Detalle del procesador cuántico de Google.
Detalle del procesador cuántico de Google.

Según la consultora BCG, el negocio de la cuántica podría alcanzar los 60.000 millones de dólares en 2035 y los Gobiernos no quieren quedarse al margen de esta revolución. El que va a la cabeza, a gran distancia de los demás, es China. Su laboratorio para las ciencias de la información cuántica invertirá 10.000 millones de dólares entre 2017 y 2020. Estados Unidos anunció el año pasado una estrategia nacional por la que invertirá 1.200 millones hasta 2023. Y la Unión Europea puso en marcha en 2016 una iniciativa que invertirá 1.000 millones en 10 años. Y es que aquí no se trata solo de ser el primero en conseguir ordenadores potentes que realicen grandes descubrimientos; se trata también de ocultar tus secretos actuales a tu futuro rival cuántico.
La madre del cordero de la tecnología cuántica es la criptografía. Los sistemas de seguridad actuales están protegidos por claves criptográficas que pueden ser más o menos descifrables según su complejidad y lo hábiles que sean los hackers que tratan de vulnerarlos. Pero la tecnología cuántica cambia completamente las reglas del juego, así que hay que encontrar un nuevo protocolo de seguridad que proteja los datos, pero no ya los del futuro, sino los de hoy. “Sabemos que la tecnología cuántica es capaz de descifrar los sistemas de cifrado que se usan ahora mismo; lo sabemos desde hace mucho, y eso también quiere decir que hemos tenido bastante tiempo para prepararnos”, explica Boixo. Gil incide en la idea: “El problema es real y hay que actuar ahora”. El almacenamiento de datos es muy barato, así que un hacker inteligente o un Gobierno rival puede almacenar tus datos encriptados y, en el futuro, utilizar una máquina cuántica para desencriptar tranquilamente el pasado.

China ya ha anunciado que quiere ser el líder cuántico en 2035 y está trabajando en una red de comunicación impenetrable de la que ya ha hecho las primeras pruebas. Los movimientos chinos han puesto muy nerviosos a algunos senadores estadounidenses, que han empujado al Gobierno de Donald Trump a realizar sus propias inversiones. “De la misma manera en que las armas atómicas simbolizaron el poder en la Guerra Fría, las capacidades cuánticas definirán posiblemente la hegemonía en nuestra economía cada vez más digital, global e interconectada”, ha escrito el senador republicano Will Hurd en la revista Wired. Por eso, las empresas llaman a implementar cuanto antes un nuevo protocolo de encriptación que sea seguro. “Hay una urgencia en cambiar nuestros datos más sensibles al nuevo protocolo. Cada día que pasa utilizando el sistema del pasado es otro día que dejas vulnerable a la desencriptación del futuro”, explica Gil.

Detalle del interior del sistema cuántico de Google.
Detalle del interior del sistema cuántico de Google.

Ese nuevo futuro, cuyas posibilidades empezamos solo a atisbar, puede verse perjudicado por lo que los expertos denominan el “invierno cuántico”, una caída en las expectativas e inversiones dedicadas a este negocio si la tecnología avanza más lentamente de lo que se espera, más aún ahora que se va a producir una recesión de consecuencias imprevistas debido a la pandemia del coronavirus. “Creo que puede haber desilusión, y menos dinero, cuando la gente se dé cuenta de que ocurre lo que los científicos decimos constantemente, y es que los ordenadores cuánticos cuesta mucho construirlos”, dice Bermejo. “La mejor manera de evitarlo es seguir trabajando en aplicaciones prácticas y un ordenador tolerante a fallos. Procuramos no esconder las dificultades: estamos al principio de esta carrera”, dice Boixo. Cirac es más contundente: “Yo estoy convencido de que el invierno cuántico va a suceder. Esos son los 10, 15 o 20 años de los que hablamos hasta que tengamos un ordenador. En estos momentos tenemos lo que los americanos llaman un hype [promoción exagerada] acerca de la computación cuántica. Y luego, con el tiempo, habrá una resurrección”.

Ese hype, que nadie niega, tampoco oculta la relevancia que va a tener este cambio tecnológico en la economía, la industria y en nuestras vidas, hasta lo que Boixo espera que sea “una nueva revolución industrial”. Hasta entonces, hay algunas tareas por el camino, como la solución de errores que transforme nuestros procesadores cuánticos bebés en auténticos ordenadores cuánticos adultos. También habrá que mejorar la formación de una nueva generación de físicos, ingenieros y programadores. Y también hay que reflexionar sobre lo que Bermejo llama “investigación cuántica responsable, porque la tecnología, si no se realiza de manera humana, puede acabar mal”. La idea es que no ocurra como con la inteligencia artificial, lastrada por la ausencia de ese factor humano que explica que tenga tantos sesgos y carezca a menudo de ética. Pero sean cuales sean los obstáculos, y sea cual sea el tiempo que se tarde en esquivarlos, todos los expertos confían en que esta nueva manera de resolver problemas nos llevará a realizar descubrimientos y alcanzar logros que nuestra limitada mente de Homo sapiens, que apenas entiende qué ocurre en el pequeño submundo cuántico, ni siquiera es capaz de empezar a imaginar.—eps

 
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