¿Cómo ha conseguido Carolina de Mónaco ser aceptada por la nobleza alemana como una Hannover?

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Realeza
¿Cómo ha conseguido Carolina de Mónaco ser aceptada por la nobleza alemana como una Hannover?

https://www.revistavanityfair.es/re...eptada-nobleza-alemana-hannover-ernesto/37603


A pesar de las reticencias iniciales y los problemas de su matrimonio, la aristocracia germana la respeta incluso por delante de su polémico marido.
Por Esteban Mercer
18 de abril de 2019 · 08:45

161094.jpg

Carolina de Mónaco en el Baile de la Rosa, el pasado 30 de marzo. Gtresonline.

Cuando el palacio de Mónaco hizo pública la fotografía que oficializaba el matrimonio de la princesa Carolina con el príncipe Ernesto Augusto de Hannover fueron muchos los que se llevaron las manos a la cabeza. La hija del príncipe soberano de la Roca y la fallecida princesa Grace no estaba a la altura de una casa real tan venerable como la de los Güelfos, de la que Ernesto era entonces jefe venerado.

Dos décadas después Carolina de Hannover es aceptada, querida y admirada en el seno de una de las sociedades más cerradas del mundo, la de la alta nobleza alemana que la quiere como a una de los suyos. Algo que parecía imposible hace no tanto tiempo. Hoy la princesa de Hannover es recibida en las principales casas, es una habitual de las elegantes cacerías que se organizan durante la temporada a las que acude siempre sola, se la ve también muy cómoda en bailes y celebraciones de cumpleaños, o en fines de semana en el campo, al cobijo de los grandes castillos y los tupidos bosques que la protegen de la prensa. En estas ocasiones la princesa adopta una actitud sobria, viste discretamente pero siempre esta perfecta, es amable y se muestra interesada por todo de una manera natural haciendo las delicias de sus anfitriones y del resto de invitados.
Su sentido del humor es mítico. Para todos sigue siendo la princesa de la más antigua de las casas reales alemanas, la esposa de Ernesto Augusto V, en realidad Ernst August Albert Paul Otto Rupprecht Oskar Berthold Friedrich-Ferdinand Christian-Ludwig Prinz von Hannover Herzog zu Braunschweig und Lüneburg Königlicher Prinz von Großbritannien und Irlanda, un hombre al que quieren y protegen conscientes de su dura enfermedad.

Carolina es culta, habladora, aunque no en exceso, y cero protagonista. Tanto es así, que algunos advierten su presencia tras mucho tiempo compartiendo espacio. Con estas armas ha triunfado Carolina de Monaco. Otras en una situación parecida jamás conseguirán el estatus que hoy ocupa la monegasca más universal dentro del circulo aristocrático más exigente del mundo.

Hace tan solo 20 años el divorcio no era habitual en las familias de la nobleza centroeuropea. Tampoco en las protestantes y mucho menos en las católicas cuyos miembros, educados la mayoría en un fuerte conservadurismo, mantenían las apariencias matrimoniales y las costumbres a rajatabla. Entre ellas casarse en el seno de la aristocracia de sangre o la altísima burguesía, llevar una vida discreta alejada de los escándalos que atrajeran a la prensa de todo tipo y sobre todo mantener un estilo de vida similar al de sus ancestros, cuando Alemania era un Imperio formado por decenas de reinos y principados increíblemente prósperos.

Ernesto Augusto, también muy conservador y Alteza Real, es simpático y en sus buenos tiempos extremadamente educado y cariñoso con todos, fueran o no de su casta. Está emparentado con casi todas las casas reales europeas y era un muy buen partido del que se esperaban grandes cosas. Nunca que su imagen apareciera en las portadas de las revistas de todo el mundo. No fue educado para este tsunami que llegó tras su primer fracaso matrimonial.

Su divorció tras haber tenido dos hijos de Chantal Hochuli no se tuvo muy en cuenta aunque la cosa cambio hasta el espanto cuando se confirmó su nueva boda con la que entonces era íntima amiga de su exesposa, la glamurosa, distinguida pero también escandalosa princesa de Mónaco, perteneciente a una familia que es un verso suelto en el seno de las otras casas reales europeas.

De Carolina no gustaba nada, ni sus matrimonios y relaciones anteriores, tan públicas, ni su excesiva presencia en los medios como princesa de opereta. A menudo se recuerda con sorna que pese a ser princesa de nacimiento no corre por sus venas ni una sola gota de sangre noble. Es bisnieta de una lavandera de Argel e hija de Grace Kelly, una estrella de Hollywood que protagonizó junto al príncipe Rainiero el mayor cuento de hadas del siglo XX. Ninguneada y humillada por todos, en su boda sólo estuvo acompañada por el destronado rey Faruk de Egipto.

Históricamente los Mónaco habían sufrido el boicot total de los royals hasta que la princesa Grace comenzó a ganárselos uno a uno. La primera fue la reina Victoria Eugenia de España que la instruía, pero también con su actitud distinguida, al menos públicamente, y un carácter generoso , amable, y discreto que ha heredado su hija mayor. Basta comparar la lista de invitados a la boda de los anteriores soberanos del Principado con los actuales, Alberto y Charlene. Si faltó representación de la casa real española, fue sólo por culpa de Corinna Larsen, entonces dama de confianza y maestra de la nueva princesa. El resto de príncipes y reyes acudió en pleno, y según me contó poco después Ira de Fürstenberg, lo único que falló fue el calor. En una de las bodas mejor organizadas de la historia, los invitados fueron agasajados como nunca antes se había visto. Al menos en este Continente poco dado a los excesos.

A aquella boda, organizada de cabo a rabo por Carolina, ya no acudió Ernesto Augusto aunque si estuvieron sus dos hijos, verdaderos “hermanos” de los tres hijos Casiraghi de Carolina, y de Alexandra de Hannover. Ese momento supuso un punto de inflexión muy positivo en la relación de la princesa de Mónaco con sus iguales alemanes. Desde su matrimonio había demostrado una actitud respetuosa con las costumbres de las grandes casas, actitud que se mantiene hoy día.

Su estilo de vestir, hasta entonces fuertemente marcado por las tendencias de moda más chic, paso a ser más sobrio e intelectual. Excepción hecha de las ocasiones en las que había que representar com il faut a la casa de Hannover en las que Carolina dejaba a todos boquiabiertos haciendo un despliegue de joyas y vestidos. Estas puestas en escena mayestáticas gustan en la más alta nobleza porque les ayudan a recordar quienes son y de donde vienen.

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Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover invitados en la boda de Felipe VI y Letizia, en 2004. Gtresonline.
La boda de los príncipes herederos de Dinamarca hizo que las diademas de los Güelfos volvieran a aparecer en público tras muchos años guardadas en sus estuches de Cartier o Mellerio. La aparición estelar de Carolina del brazo de su marido en el Palacio del Pardo confirmó que el glamour había vuelto para quedarse. Fue según muchos la coronación definitiva de la monegasca en el seno de la familia real. Se confirmó con su llegada en solitario a la Catedral de la Almudena para la boda de los príncipes de Asturias, con la cabeza baja y sin peinar, que hizo saltar todas las alarmas. La actitud digna de la princesa impidió que la sangre llegara al río pero el problema que vivía el matrimonio se hizo visible sin remedio, tanto que se produjo una separación real poco después pero nunca un divorcio.

Desde el entorno, aseguran que es la princesa quien más se ocupa del bienestar de su marido. Desde la discreción pero con la ayuda de amigos y de todos sus hijos y nueras, incluidas las esposas de sus “hijos alemanes” con las que mantiene una excelente relación. Esta armonía real y tan mediterránea ha sido muy valorada en un mundo frío y poco acostumbrado a los afectos reales. Ahí quizás está una de las claves de que Carolina de Mónaco pueda decir con toda certeza que es también Carolina de Hannover.
 
Normal y lógico que sea mucho más respetada que su marido, primero que Carolina desde su enlace con Stefano Casiraghi ha llevado una vida sin escándalos ( por lo menos de cara a la galería ) tuvo sus hijos, se rumoreo algún romance extra-matrimonial por parte de ambos pero bueno...

Al quedarse viuda tuvo sus amores, como cualquier viuda joven hasta que conoció al príncipe Ernesto de Hannover, se casan y tienen una hija.

Los problemas con el alcohol durante su matrimonio, de nuevo, por partes de ambos pero él desbarrando y siendo un impresentable, cosa que ella, con total control.

Dicho esto, normal que los alemanes estén encantados con ella, no veo el problema de que le acepten o no,
 
Normal y lógico que sea mucho más respetada que su marido, primero que Carolina desde su enlace con Stefano Casiraghi ha llevado una vida sin escándalos ( por lo menos de cara a la galería ) tuvo sus hijos, se rumoreo algún romance extra-matrimonial por parte de ambos pero bueno...

Al quedarse viuda tuvo sus amores, como cualquier viuda joven hasta que conoció al príncipe Ernesto de Hannover, se casan y tienen una hija.

Los problemas con el alcohol durante su matrimonio, de nuevo, por partes de ambos pero él desbarrando y siendo un impresentable, cosa que ella, con total control.

Dicho esto, normal que los alemanes estén encantados con ella, no veo el problema de que le acepten o no,
Caroline alcohólica?????, como os pasais
 
Caroline alcohólica?????, como os pasais

Quien ha dicho alcohólica? hay que sabe interpretar un texto o una opinión...

He dicho que Carolina tuvo problemas con el alcohol, sin llegar a ser una alcohólica como su marido, y lo sé de buena tinta,

Lleva años muy estable en ese sentido, así que no te eches las manos a la cabeza hijo, :penguin::penguin::penguin:
 
Me muero de la risa con que ella organizo la boda de Alberto y Charlene y con aquello de sus “hijos alemanes” para hacerse pis de la risa, Carola consiguió príncipe alemán a la antigua usanza, vía barriga!!! . . . Sin taaan querida es por la aristocracia alemana cómo es que no se hacen presentes en el decadente Baile de las Rosas, cómo es que no se filtran fotos compartiendo con ellos???
 
Como no la van a respetar, si ella es una princesa de verdad y con todas las de la ley! A diferencia de la nobleza alemana que por cortesía les nombran sus títulos nobiliarios que no tienen ninguna validez en la república de Alemania!
Para mí Caroline es más con su título de Princesa de Mónaco y su Alteza Serenísima que la chorrada de Hannover y Alteza Real!!!
 
Me muero de la risa con que ella organizo la boda de Alberto y Charlene y con aquello de sus “hijos alemanes” para hacerse pis de la risa, Carola consiguió príncipe alemán a la antigua usanza, vía barriga!!! . . . Sin taaan querida es por la aristocracia alemana cómo es que no se hacen presentes en el decadente Baile de las Rosas, cómo es que no se filtran fotos compartiendo con ellos???

Yo creo que la misma Caroline no está interesada en que ésa gente se aparezca en su baile. Las casas no reinantes se mueren por ir a cualquier sarao que los inviten y recordar viejas glorias de sus antepasados. Caroline quiere que vayan los multimillonarios (quienes buscan codearse precisamente con gente como ella) y le donen para sus causas benéficas. la nobleza alemana que le puede ofrecer? Sus rancios títulos y tiaras?
 
La situación con su ex-marido, me recuerda ligeramente a la película "Días de Vino y Rosas", él ,un alcohólico y ella uniéndose a las fiestas privadas etílicas como apoyo a su marido, ... gracias a Dios ha salido de eso, no era buena compañía para Carolina, mucho mejor sin él, no hay más que ver como está ahora, estupenda.

Bochornoso el espectáculo que dio este señor en la boda de Felipe y Letizia, y ella, como una auténtica reina , sola ante el peligro, y muy digna, sin llevar a ese espantajo al lado, así que si hablamos de aceptar o no aceptar, con un canto en los dientes se darían.
 
Yo creo que Carolina ha heredado de su madre una fantástica habilidad para mantener su imagen impecable como “cara de Mónaco” y salir airosa de los escándalos en los que se involucraba. Hace décadas no estaba bien visto que una princesa católica hiciera la vida que hacía Carolina, que andaba de escándalo en escándalo. Es muy hábil en el manejo de su imagen y siempre prevaleció más que su vida privada su imagen impecable, moderna, fashionista, etc. Una de las mujeres más fotografiadas del mundo, irreverente, que estuvo por décadas en el centro de la vida del “jet set”, internacional, como se decía antes. Cuando la fórmula 1 era de elite, pasearse por Polinesia una excentricidad, fumar en eventos del principado una provocación , codearse en Paris con corredores de fórmula 1, etc, ahí estaba siempre Carolina. Se casó dos veces embarazada y no afectó en nada su imagen. Su hermana Stephanie, con una vida no más escandalosa, padeció las críticas y no salió tan airosa como Carolina. La férrea influencia materna de Grace sobre Carolina y, seguramente, cuestiones de personalidad.
Nunca ha sido bien vista por otras princesas reales de su generación ni ha compartido intereses con ellas.
Su vida estuvo más cerca del jet set y las actividades para sostener a Mónaco como centro de negocios que de la realeza.
 
La situación con su ex-marido, me recuerda ligeramente a la película "Días de Vino y Rosas", él ,un alcohólico y ella uniéndose a las fiestas privadas etílicas como apoyo a su marido, ... gracias a Dios ha salido de eso, no era buena compañía para Carolina, mucho mejor sin él, no hay más que ver como está ahora, estupenda.

Bochornoso el espectáculo que dio este señor en la boda de Felipe y Letizia, y ella, como una auténtica reina , sola ante el peligro, y muy digna, sin llevar a ese espantajo al lado, así que si hablamos de aceptar o no aceptar, con un canto en los dientes se darían.
cierto que no ha sido tan espantosa como su horrible marido, pero traicionó a su amiga, la entonces esposa de él, quedó embarazada y así fue como se casaron.
No se si es alcohólica, pero en algunas oportunidades se han visto fotografías de ella en fiestas "no oficiales" dando espectáculos no agradables. Asi que gusto por el alcohol ha tenido.
Cierto es que los rancios se sienten superiores al resto, pero ella ha ejercido toda su vida como princesa de un principado de cuento de hadas, el mayor, el de su madre al casarse con el príncipe reinante.
Que ahora se ha apartado de los escándalos, es cierto, pero su vida no ha sido el decálogo de la mujer ni la princesa perfectas.
Si no se divorcia y mantiene este status quo, es por gusto de luste, así es una alteza real, aún por encima del rango de su hermano, el príncipe reinante.
De la rancia aristocracia alemana...sólo viven de recuerdos, sus títulos ya no existen.
Sólo mantienen sus fortunas, lo que también beneficia a Carolina, que dentro de no mucho tiempo (según los derroteros de su marido) será una viuda con más dinero que el que tenía.
Carolina los hace quedar bien, es bella, elegante y tiene mucha presencia mediática.
Pero esencialemente siempre será un Grimaldi, representante de Mónaco.
 
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¿Cómo ha conseguido Carolina de Mónaco ser aceptada por la nobleza alemana como una Hannover?

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A pesar de las reticencias iniciales y los problemas de su matrimonio, la aristocracia germana la respeta incluso por delante de su polémico marido.
Por Esteban Mercer
18 de abril de 2019 · 08:45

161094.jpg

Carolina de Mónaco en el Baile de la Rosa, el pasado 30 de marzo. Gtresonline.

Cuando el palacio de Mónaco hizo pública la fotografía que oficializaba el matrimonio de la princesa Carolina con el príncipe Ernesto Augusto de Hannover fueron muchos los que se llevaron las manos a la cabeza. La hija del príncipe soberano de la Roca y la fallecida princesa Grace no estaba a la altura de una casa real tan venerable como la de los Güelfos, de la que Ernesto era entonces jefe venerado.

Dos décadas después Carolina de Hannover es aceptada, querida y admirada en el seno de una de las sociedades más cerradas del mundo, la de la alta nobleza alemana que la quiere como a una de los suyos. Algo que parecía imposible hace no tanto tiempo. Hoy la princesa de Hannover es recibida en las principales casas, es una habitual de las elegantes cacerías que se organizan durante la temporada a las que acude siempre sola, se la ve también muy cómoda en bailes y celebraciones de cumpleaños, o en fines de semana en el campo, al cobijo de los grandes castillos y los tupidos bosques que la protegen de la prensa. En estas ocasiones la princesa adopta una actitud sobria, viste discretamente pero siempre esta perfecta, es amable y se muestra interesada por todo de una manera natural haciendo las delicias de sus anfitriones y del resto de invitados.
Su sentido del humor es mítico. Para todos sigue siendo la princesa de la más antigua de las casas reales alemanas, la esposa de Ernesto Augusto V, en realidad Ernst August Albert Paul Otto Rupprecht Oskar Berthold Friedrich-Ferdinand Christian-Ludwig Prinz von Hannover Herzog zu Braunschweig und Lüneburg Königlicher Prinz von Großbritannien und Irlanda, un hombre al que quieren y protegen conscientes de su dura enfermedad.

Carolina es culta, habladora, aunque no en exceso, y cero protagonista. Tanto es así, que algunos advierten su presencia tras mucho tiempo compartiendo espacio. Con estas armas ha triunfado Carolina de Monaco. Otras en una situación parecida jamás conseguirán el estatus que hoy ocupa la monegasca más universal dentro del circulo aristocrático más exigente del mundo.

Hace tan solo 20 años el divorcio no era habitual en las familias de la nobleza centroeuropea. Tampoco en las protestantes y mucho menos en las católicas cuyos miembros, educados la mayoría en un fuerte conservadurismo, mantenían las apariencias matrimoniales y las costumbres a rajatabla. Entre ellas casarse en el seno de la aristocracia de sangre o la altísima burguesía, llevar una vida discreta alejada de los escándalos que atrajeran a la prensa de todo tipo y sobre todo mantener un estilo de vida similar al de sus ancestros, cuando Alemania era un Imperio formado por decenas de reinos y principados increíblemente prósperos.

Ernesto Augusto, también muy conservador y Alteza Real, es simpático y en sus buenos tiempos extremadamente educado y cariñoso con todos, fueran o no de su casta. Está emparentado con casi todas las casas reales europeas y era un muy buen partido del que se esperaban grandes cosas. Nunca que su imagen apareciera en las portadas de las revistas de todo el mundo. No fue educado para este tsunami que llegó tras su primer fracaso matrimonial.

Su divorció tras haber tenido dos hijos de Chantal Hochuli no se tuvo muy en cuenta aunque la cosa cambio hasta el espanto cuando se confirmó su nueva boda con la que entonces era íntima amiga de su exesposa, la glamurosa, distinguida pero también escandalosa princesa de Mónaco, perteneciente a una familia que es un verso suelto en el seno de las otras casas reales europeas.

De Carolina no gustaba nada, ni sus matrimonios y relaciones anteriores, tan públicas, ni su excesiva presencia en los medios como princesa de opereta. A menudo se recuerda con sorna que pese a ser princesa de nacimiento no corre por sus venas ni una sola gota de sangre noble. Es bisnieta de una lavandera de Argel e hija de Grace Kelly, una estrella de Hollywood que protagonizó junto al príncipe Rainiero el mayor cuento de hadas del siglo XX. Ninguneada y humillada por todos, en su boda sólo estuvo acompañada por el destronado rey Faruk de Egipto.

Históricamente los Mónaco habían sufrido el boicot total de los royals hasta que la princesa Grace comenzó a ganárselos uno a uno. La primera fue la reina Victoria Eugenia de España que la instruía, pero también con su actitud distinguida, al menos públicamente, y un carácter generoso , amable, y discreto que ha heredado su hija mayor. Basta comparar la lista de invitados a la boda de los anteriores soberanos del Principado con los actuales, Alberto y Charlene. Si faltó representación de la casa real española, fue sólo por culpa de Corinna Larsen, entonces dama de confianza y maestra de la nueva princesa. El resto de príncipes y reyes acudió en pleno, y según me contó poco después Ira de Fürstenberg, lo único que falló fue el calor. En una de las bodas mejor organizadas de la historia, los invitados fueron agasajados como nunca antes se había visto. Al menos en este Continente poco dado a los excesos.

A aquella boda, organizada de cabo a rabo por Carolina, ya no acudió Ernesto Augusto aunque si estuvieron sus dos hijos, verdaderos “hermanos” de los tres hijos Casiraghi de Carolina, y de Alexandra de Hannover. Ese momento supuso un punto de inflexión muy positivo en la relación de la princesa de Mónaco con sus iguales alemanes. Desde su matrimonio había demostrado una actitud respetuosa con las costumbres de las grandes casas, actitud que se mantiene hoy día.

Su estilo de vestir, hasta entonces fuertemente marcado por las tendencias de moda más chic, paso a ser más sobrio e intelectual. Excepción hecha de las ocasiones en las que había que representar com il faut a la casa de Hannover en las que Carolina dejaba a todos boquiabiertos haciendo un despliegue de joyas y vestidos. Estas puestas en escena mayestáticas gustan en la más alta nobleza porque les ayudan a recordar quienes son y de donde vienen.

161105.jpg

Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover invitados en la boda de Felipe VI y Letizia, en 2004. Gtresonline.
La boda de los príncipes herederos de Dinamarca hizo que las diademas de los Güelfos volvieran a aparecer en público tras muchos años guardadas en sus estuches de Cartier o Mellerio. La aparición estelar de Carolina del brazo de su marido en el Palacio del Pardo confirmó que el glamour había vuelto para quedarse. Fue según muchos la coronación definitiva de la monegasca en el seno de la familia real. Se confirmó con su llegada en solitario a la Catedral de la Almudena para la boda de los príncipes de Asturias, con la cabeza baja y sin peinar, que hizo saltar todas las alarmas. La actitud digna de la princesa impidió que la sangre llegara al río pero el problema que vivía el matrimonio se hizo visible sin remedio, tanto que se produjo una separación real poco después pero nunca un divorcio.

Desde el entorno, aseguran que es la princesa quien más se ocupa del bienestar de su marido. Desde la discreción pero con la ayuda de amigos y de todos sus hijos y nueras, incluidas las esposas de sus “hijos alemanes” con las que mantiene una excelente relación. Esta armonía real y tan mediterránea ha sido muy valorada en un mundo frío y poco acostumbrado a los afectos reales. Ahí quizás está una de las claves de que Carolina de Mónaco pueda decir con toda certeza que es también Carolina de Hannover.
Pues dejando a mil años luz de ella al Hannover con el q se casó, q es el jefe de todos ellos.

Solo haber aguantado a ese tipo más de 2 días, le abre las puertas del cielo, cuanto más el respeto de los aris salchicheros. Y ser madre de una Hannover, y más educada y más culta q todos ellos juntos. Le sobran méritos.
 
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