Cómo a través del virus de los medios, se inocula el virus del miedo
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Qué horror. Se me pone mal cuerpo. ¿Qué derecho tienen a hacer nada así? ¿Qué clase de amargura y vida vacía llevan para tratar así a un ser indefenso?
Recibirán lo que dan.
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¿Alguien ha leído el informe preparado en el 1972 para el Club de Roma (organización elitista fundada por iniciativa del omnipresente David Rockefeller a primeros de los '70) "The limits of Growth"? (https://en.wikipedia.org/wiki/The_Limits_to_Growth)
Expone, en breve, que si la población mundial sigue con los mismos ritmos de crecimiento y visto que los recursos del planeta son limitados, dentro de pocos decenios se llegará a la catástrofe; y concluye que habrá que buscar modos para hacer la situación "sostenible".
The Limits to Growth - Wikipedia
About The Bellagio Center - The Rockefeller Foundation
www.rockefellerfoundation.org
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Me uno totalmente a la linea @Beltane ahi.
Se ha dado mucha importancia a gente que ...no tiene...ni tablas, ni educacion, ni etica para recibirla. Y se han visto de repente como heroes de toda la sociedad, cuando saben ( ellos lo saben, que ahora o nunca ) que son los pringados forever con techo puesto. Vale. Aplausos, noticias empoderandolos, se vienen parriba.
Mira que me negué a aplaudir a esta chusma infecta. Si es que son unas desgraciadas.
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Yo lo hice al principio. Me cabrea haber caído. A las ocho la peña se desfogaba y pasaba lista. Los 5 minutos de odio de 1984
T
txiki
Guest
Esta es la HDLGP que lo ha grabado , por si queréis decirle cositas. Ha salido también en la tele, dicen que las van a empurar. A ver si es verdad y nunca más pueden trabajar de auxiliares de enfermería , a la vista está que no es lo suyo
La "suerte" es que son muy tontas y las habrán pillado rápido , tontas por grabarse lógicamente y unas hijas de put* por tratar así a una pobre anciana
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Are You Ready for the “No One Could Have Known” Routine?
Thomas Harrington Ready for another rendition of the “no one could have known” routine made famous by all the self-proclaimed liberals who shamelessly went along with the Neo-Cons planned and lie-s…
off-guardian.org¿Estás listo para la rutina de "Nadie podría haber sabido"?
Thomas Harrington
¿Listo para otra interpretación de la rutina de "nadie podía saberlo" hecha famosa por todos los autoproclamados liberales que descaradamente siguieron el plan de los Neo-Cons y la mentira de destrucción del Medio Oriente hace casi dos décadas?
Como en "nadie podría haber sabido" que al cerrar la vida tal y como la conocemos para centrarse obsesivamente en un virus que afecta principalmente a lo que es todavía un número relativamente pequeño de personas al final de sus vidas (sí, oh aprensivos debemos reunir el valor para hablar de los años de vida ajustados por calidad al hacer política pública) probablemente lo haríamos:
1. Causar la devastación económica y por lo tanto el exceso de muertes, suicidios, divorcios depresiones en un número mucho mayor que los muertos por el virus.
2. Proporcionar a un establecimiento de venta al por menor en línea, ya monopolístico y depredador, ventajas competitivas en términos de reservas de capital y cuota de mercado que harán virtualmente imposible en cualquier momento en el futuro cercano o medio que las pequeñas e incluso medianas empresas del país y del mundo puedan alcanzarlas. Y que esto sumirá a enormes sectores de la economía mundial en la ruina como un siervo, con todo lo que esto conlleva en términos de muerte y sufrimiento humano adicional.
3. Causar un gran aumento de la miseria y un sinnúmero de muertes adicionales en el llamado Sur Global, donde muchas personas, con razón o sin ella, dependen de los patrones de consumo de nosotros, relativamente afortunados, que nos sentamos en casa para pasar la semana.
4. Destruir gran parte de lo que era atractivo en la vida urbana tal como la conocemos y conducir a un colapso inmobiliario de proporciones extraordinarias, convirtiendo incluso las pocas ciudades que nos quedan en lugares de exhibición en reservas llenas de crimen de gente cada vez más desesperada.
5. Forzar a los gobiernos estatales y locales, que ya estaban luchando antes de la crisis, y que no pueden imprimir dinero a voluntad como los federales, a que recorten sus ya insuficientes presupuestos en un momento en el que sus quebrados y estresados electores necesitan esos servicios más que nunca.
6. Empujar la vigilancia "inteligente" de nuestras vidas, ya intolerable para cualquiera que todavía se aferre a los recuerdos de libertad en el mundo anterior al 11 de septiembre, hasta el punto de que la mayoría de la gente ya no entenderá lo que la gente solía conocer como privacidad, intimidad o la simple dignidad de ser dejado solo.
7. Capacitar a una generación de niños para ser temerosos y desconfiados de los demás desde el primer día, y ver la inclinación a los dictados "para mantenerlos a salvo", (sin importar cuán empíricamente dudosa sea la amenaza real para ellos), en lugar de la valiente búsqueda de la alegría y la plenitud humana, como el objetivo clave de la vida.
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También se nos dirá, sin duda, que nadie podría haber imaginado o conocido en su momento:
Que los gobiernos a menudo hacen política sobre la base de información que saben que es en gran medida infundada o totalmente falsa. Porque saben (Karl Rove lo dijo todo en su famosa entrevista con Ron Susskind) que para cuando los pocos investigadores concienzudos que hay por ahí, dejen de lado la exageración para desacreditar sus historias iniciales, las estructuras favorables para ellos puestas en marcha sobre la base de la falsa narrativa se habrán normalizado, y por lo tanto no estarán en peligro de ser desmanteladas.
Que nuestras instituciones educativas, que ya están fracasando miserablemente en la tarea democrática esencial de educar a los jóvenes para que participen en un conflicto productivo con aquellos cuyas ideas son diferentes a las suyas, sólo promoverán aún más la deshumanización de "el otro" mediante una confianza cada vez mayor en las prácticas incorpóreas del aprendizaje a distancia. Y que esto, a su vez, sólo fomentará un mayor crecimiento del enfoque "drive-by shooting" para "hacer frente" a las nuevas y desafiantes ideas que tan a menudo se han visto en nuestros "debates" públicos en los últimos años.
Que fomentar aún más las prácticas educativas alienadas y alienantes mencionadas anteriormente hará que sea más fácil de lo que ya es para nuestros oligarcas mejorar sus ya obscenos niveles de control sobre nuestras vidas diarias y destinos a largo plazo a través de las tácticas de "divide y vencerás".
Que según el Instituto para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA), dos tercios de las elecciones programadas desde febrero han sido pospuestas debido a COVID. Y que esto hace mucho para acostumbrar a los ciudadanos y a las poblaciones a la idea de que uno de los pocos derechos democráticos que les quedan puede ser esencialmente arrebatado sobre la base de caprichos burocráticos, creando una peligrosa "nueva normalidad" que obviamente favorece los intereses de los centros de poder establecidos.
Que Suecia y otros países desarrollaron formas mucho más proporcionadas, que salvan la cultura y la dignidad para vivir con seguridad y mucho más plenamente con el virus.
Que Anthony Fauci tiene una tendencia bien documentada a considerar que todos los problemas de salud son susceptibles de soluciones farmacéuticas costosas (algunos podrían incluso llamarlo corrupción), incluso cuando existen otras terapias menos intrusivas, menos costosas e igualmente eficaces.
Que la historia reciente del uso de vacunas para combatir las infecciones respiratorias ha sido ineficaz cuando no grotescamente contraproducente.
Que durante la primera mitad del siglo XX la enfermedad infecciosa de la polio fue un peligro constante, que culminó en 1952 con una cifra devastadora de 3.145 muertes y 21.269 casos de parálisis en una población estadounidense de 162.000.000, siendo casi todas las víctimas niños y adultos jóvenes. El peligro entonces para la población menor de 24 años (unos 34 millones) de ser infectados (.169%) paralizados (.044%) o muertos (.0092%) superó con creces en porcentajes y, obviamente, la severidad de cualquier cosa que COVID esté haciendo al mismo grupo de edad. Y aún así no se habló de cierres totales de escuelas, cancelación de escuelas secundarias, universidades y deportes profesionales, o, no hace falta decir, cierres o enmascaramiento para toda la sociedad.
Que el mundo perdió alrededor de 1,1 millones de personas en la epidemia de gripe asiática de 1957-58 (más que el número actual de COVID de 760.000), con unos 116.000 en los EE.UU. (el 0,064% de la población) y el mundo, de manera similar, no se detuvo.
Que la gripe de Hong Kong de 1968-69 mató entre 1 y 4 millones de personas en todo el mundo y unas 100.000 en los EE.UU. (.048% de la población muerta) y que la vida de manera similar no se detuvo. De hecho, Woodstock tuvo lugar en medio de ella.
Que las decisiones de seguir adelante con la vida en todos estos casos probablemente no fueron el resultado, como algunos hoy podrían estar tentados a sugerir, de una falta de conocimiento científico o de una menor preocupación por el valor de la vida, sino más bien de una comprensión más aguda en las cabezas más históricas de esa época de que el riesgo siempre forma parte de la vida y que los intentos agresivos de eliminar esta realidad humana tan omnipresente pueden a menudo conducir a graves consecuencias no deseadas.
Que había muchos científicos de prestigio, incluidos los ganadores del Premio Nobel, que nos dijeron ya en marzo que este virus, aunque era nuevo, se comportaría en mayor o menor medida como todos los virus anteriores y se desvanecería. Y, por lo tanto, la mejor manera de hacerle frente era dejar que siguiera su curso, protegiendo a las personas más vulnerables de la sociedad y dejando que todos los demás vivieran sus vidas.
Que los gobiernos a menudo hacen política sobre la base de información que saben que es en gran medida infundada o totalmente falsa. Porque saben (Karl Rove lo dijo todo en su famosa entrevista con Ron Susskind) que para cuando los pocos investigadores concienzudos que hay por ahí, dejen de lado la exageración para desacreditar sus historias iniciales, las estructuras favorables para ellos puestas en marcha sobre la base de la falsa narrativa se habrán normalizado, y por lo tanto no estarán en peligro de ser desmanteladas.
Que nuestras instituciones educativas, que ya están fracasando miserablemente en la tarea democrática esencial de educar a los jóvenes para que participen en un conflicto productivo con aquellos cuyas ideas son diferentes a las suyas, sólo promoverán aún más la deshumanización de "el otro" mediante una confianza cada vez mayor en las prácticas incorpóreas del aprendizaje a distancia. Y que esto, a su vez, sólo fomentará un mayor crecimiento del enfoque "drive-by shooting" para "hacer frente" a las nuevas y desafiantes ideas que tan a menudo se han visto en nuestros "debates" públicos en los últimos años.
Que fomentar aún más las prácticas educativas alienadas y alienantes mencionadas anteriormente hará que sea más fácil de lo que ya es para nuestros oligarcas mejorar sus ya obscenos niveles de control sobre nuestras vidas diarias y destinos a largo plazo a través de las tácticas de "divide y vencerás".
Que según el Instituto para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA), dos tercios de las elecciones programadas desde febrero han sido pospuestas debido a COVID. Y que esto hace mucho para acostumbrar a los ciudadanos y a las poblaciones a la idea de que uno de los pocos derechos democráticos que les quedan puede ser esencialmente arrebatado sobre la base de caprichos burocráticos, creando una peligrosa "nueva normalidad" que obviamente favorece los intereses de los centros de poder establecidos.
Que Suecia y otros países desarrollaron formas mucho más proporcionadas, que salvan la cultura y la dignidad para vivir con seguridad y mucho más plenamente con el virus.
Que Anthony Fauci tiene una tendencia bien documentada a considerar que todos los problemas de salud son susceptibles de soluciones farmacéuticas costosas (algunos podrían incluso llamarlo corrupción), incluso cuando existen otras terapias menos intrusivas, menos costosas e igualmente eficaces.
Que la historia reciente del uso de vacunas para combatir las infecciones respiratorias ha sido ineficaz cuando no grotescamente contraproducente.
Que durante la primera mitad del siglo XX la enfermedad infecciosa de la polio fue un peligro constante, que culminó en 1952 con una cifra devastadora de 3.145 muertes y 21.269 casos de parálisis en una población estadounidense de 162.000.000, siendo casi todas las víctimas niños y adultos jóvenes. El peligro entonces para la población menor de 24 años (unos 34 millones) de ser infectados (.169%) paralizados (.044%) o muertos (.0092%) superó con creces en porcentajes y, obviamente, la severidad de cualquier cosa que COVID esté haciendo al mismo grupo de edad. Y aún así no se habló de cierres totales de escuelas, cancelación de escuelas secundarias, universidades y deportes profesionales, o, no hace falta decir, cierres o enmascaramiento para toda la sociedad.
Que el mundo perdió alrededor de 1,1 millones de personas en la epidemia de gripe asiática de 1957-58 (más que el número actual de COVID de 760.000), con unos 116.000 en los EE.UU. (el 0,064% de la población) y el mundo, de manera similar, no se detuvo.
Que la gripe de Hong Kong de 1968-69 mató entre 1 y 4 millones de personas en todo el mundo y unas 100.000 en los EE.UU. (.048% de la población muerta) y que la vida de manera similar no se detuvo. De hecho, Woodstock tuvo lugar en medio de ella.
Que las decisiones de seguir adelante con la vida en todos estos casos probablemente no fueron el resultado, como algunos hoy podrían estar tentados a sugerir, de una falta de conocimiento científico o de una menor preocupación por el valor de la vida, sino más bien de una comprensión más aguda en las cabezas más históricas de esa época de que el riesgo siempre forma parte de la vida y que los intentos agresivos de eliminar esta realidad humana tan omnipresente pueden a menudo conducir a graves consecuencias no deseadas.
Que había muchos científicos de prestigio, incluidos los ganadores del Premio Nobel, que nos dijeron ya en marzo que este virus, aunque era nuevo, se comportaría en mayor o menor medida como todos los virus anteriores y se desvanecería. Y, por lo tanto, la mejor manera de hacerle frente era dejar que siguiera su curso, protegiendo a las personas más vulnerables de la sociedad y dejando que todos los demás vivieran sus vidas.
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El hecho de que importantes plataformas de información prohibieran o dejaran de lado los puntos de vista de estos científicos de alto prestigio, al tiempo que hacían circular agresivamente las palabras de bromistas como Neil Ferguson del Imperial College, cuyas estúpidas y alarmistas predicciones sobre la mortalidad por COVID (la última de una carrera llena de predicciones estúpidas y alarmistas, pero no por casualidad, favorables a la industria farmacéutica), dieron a los políticos el pretexto para poner en marcha quizás el experimento de ingeniería social más agresivo de la historia del mundo.
Que, al igual que los niveles de mortalidad por el virus disminuían rápidamente a finales de la primavera y principios del verano de 2020, lo que aumentaba la esperanza de un muy necesario retorno a la normalidad, se produjo un cambio de rumbo sin fisuras en los principales medios de comunicación, que pasaron de un discurso centrado en el objetivo lógico y loable de "aplanar la curva" a otro centrado en el objetivo absurdamente utópico (y no por casualidad orientado a la vacunación) de eliminar nuevos "casos".
Que el hecho de que los medios de comunicación se centraran estrecha y obsesivamente en el crecimiento de los "casos" cuando el 99% o más de ellos no amenazan la vida en absoluto fue una negligencia periodística de primer orden, comparable, si no superior en su efecto siniestro, a la que generó la charla totalmente infundada de los medios de comunicación sobre las nubes de hongos y las armas de destrucción en masa hace dos décadas, charla que llevó (a los morenos, que lo sienten mucho) a la muerte de millones de personas y a la destrucción de civilizaciones enteras en el Oriente Medio.
Que los titulares del poder gubernamental y empresarial, tras haber habituado con éxito a la gente a participar en importantes cambios sociales que destruyen la solidaridad mediante la repetición del término "caso", en gran medida sin sentido, seguramente llegará a depender de él y de otros significantes repetidos sin aliento, aunque en gran medida vacíos, para paralizar la sociedad a voluntad, especialmente en aquellos momentos en que la gente parece estar despertando y uniéndose para exigir un cambio en el equilibrio de poder social existente.
Que, como parecen demostrar numerosos estudios existentes y emergentes, la hidroxicloroquina es, cuando se combina con otros medicamentos igualmente asequibles, un tratamiento seguro y bastante eficaz en las primeras etapas de COVID 19.
Que los estudios negativos sobre la eficacia de la hidroxicloroquina publicados en dos de las revistas médicas más prestigiosas del mundo, The Lancet y el New England Journal of Medicine, y que fueron aducida una y otra vez en un momento clave del debate inicial sobre posibles tratamientos para desacreditar la eficacia de la droga, se basaron en conjuntos de datos falsos. (ver entrada anterior sobre cómo los centros de poder juegan el juego del retardo de percepción con información falsa para lograr cambios estructurales a largo plazo)
El hecho de sugerir que los atletas profesionales de clase mundial de entre 20 y 30 años, o incluso sus homólogos de secundaria y universitarios menos talentosos y menos en forma, corrían el riesgo de sufrir consecuencias mortales incluso en un número mínimo al jugar en medio de la propagación de COVID era, a la luz de las cifras conocidas relacionadas con la edad sobre la letalidad de la enfermedad, en el mejor de los casos ridículo y, en el peor, una estratagema muy cínica para fomentar el miedo.
Repitan después de mí, "nadie podría haber sabido estas cosas".
Que, al igual que los niveles de mortalidad por el virus disminuían rápidamente a finales de la primavera y principios del verano de 2020, lo que aumentaba la esperanza de un muy necesario retorno a la normalidad, se produjo un cambio de rumbo sin fisuras en los principales medios de comunicación, que pasaron de un discurso centrado en el objetivo lógico y loable de "aplanar la curva" a otro centrado en el objetivo absurdamente utópico (y no por casualidad orientado a la vacunación) de eliminar nuevos "casos".
Que el hecho de que los medios de comunicación se centraran estrecha y obsesivamente en el crecimiento de los "casos" cuando el 99% o más de ellos no amenazan la vida en absoluto fue una negligencia periodística de primer orden, comparable, si no superior en su efecto siniestro, a la que generó la charla totalmente infundada de los medios de comunicación sobre las nubes de hongos y las armas de destrucción en masa hace dos décadas, charla que llevó (a los morenos, que lo sienten mucho) a la muerte de millones de personas y a la destrucción de civilizaciones enteras en el Oriente Medio.
Que los titulares del poder gubernamental y empresarial, tras haber habituado con éxito a la gente a participar en importantes cambios sociales que destruyen la solidaridad mediante la repetición del término "caso", en gran medida sin sentido, seguramente llegará a depender de él y de otros significantes repetidos sin aliento, aunque en gran medida vacíos, para paralizar la sociedad a voluntad, especialmente en aquellos momentos en que la gente parece estar despertando y uniéndose para exigir un cambio en el equilibrio de poder social existente.
Que, como parecen demostrar numerosos estudios existentes y emergentes, la hidroxicloroquina es, cuando se combina con otros medicamentos igualmente asequibles, un tratamiento seguro y bastante eficaz en las primeras etapas de COVID 19.
Que los estudios negativos sobre la eficacia de la hidroxicloroquina publicados en dos de las revistas médicas más prestigiosas del mundo, The Lancet y el New England Journal of Medicine, y que fueron aducida una y otra vez en un momento clave del debate inicial sobre posibles tratamientos para desacreditar la eficacia de la droga, se basaron en conjuntos de datos falsos. (ver entrada anterior sobre cómo los centros de poder juegan el juego del retardo de percepción con información falsa para lograr cambios estructurales a largo plazo)
El hecho de sugerir que los atletas profesionales de clase mundial de entre 20 y 30 años, o incluso sus homólogos de secundaria y universitarios menos talentosos y menos en forma, corrían el riesgo de sufrir consecuencias mortales incluso en un número mínimo al jugar en medio de la propagación de COVID era, a la luz de las cifras conocidas relacionadas con la edad sobre la letalidad de la enfermedad, en el mejor de los casos ridículo y, en el peor, una estratagema muy cínica para fomentar el miedo.
Repitan después de mí, "nadie podría haber sabido estas cosas".
