Cómo a través del virus de los medios, se inocula el virus del miedo

Analicemos esta noticia un poquito


"Varios miles de personas se manifestaron este sábado en Viena para protestar contra el confinamiento decretado por el Gobierno conservador-ecologista, en una marcha que juntó a conspiracionistas, negacionistas del coronavirus, movimientos de extrema derecha y neonazis"

"El gobierno conservador-ecologista"?? Jajajajajaja!! Cuéntame otra que me parto y me troncho...

"una marcha que juntó a conspiracionistas, negacionistas del coronavirus, movimientos de extrema derecha y neonazis" Para haber sido 10.000 personas vaya lío de "etiquetas" y ¿había extrema derecha porque iban con esvásticas, llevaban armas, lo publicaron en "tuita" o cómo va el rollo?

Ojalá toda Europa se levante y, les fundan como el acero a tod@s lo que quieren "el modelo de Chaina"
 

Gran Reinicio (II) La nueva era del poder feudal, por José Javier Esparza​

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Imagen del portal del Foro Económico Mundial sobre ese 'Gran reseteo'
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José Javier Esparza | 27 enero, 2021

El gran proceso se ha desencadenado ya. Todo está pasando al mismo tiempo y a enorme velocidad. Los acontecimientos nos llegan envueltos en una nube de noticias donde ya se ha hecho prácticamente imposible saber qué es información y qué desinformación. Lo más que podemos hacer es tratar de aprehender algunas hebras de esta madeja y reconstruir su camino, en la esperanza de que nos digan hacia dónde nos dirigimos.

Poder público, poder privado

Primer hilo de la madeja: estamos asistiendo a un formidable crecimiento del poder privado en detrimento del poder público. El síntoma más evidente ha sido el ejercicio de fuerza de las grandes compañías que controlan Internet: Facebook, Google, Amazon, etc. Que estas empresas se hayan puesto de acuerdo en silenciar al presidente de los Estados Unidos es un gesto suficientemente elocuente. Esto es de un alcance extraordinario, porque significa que los grandes señores feudales están en condiciones de imponerse sobre el rey, como en ciertos episodios de la Edad Media. Con el relevante matiz, además, de que no estamos hablando sólo de empresas de Internet, sino que cada una de ellas viene de la mano de la gran banca de inversión, como los grupos Vanguard y Black Rock. Así que no estamos ante un problema sectorial, algo que podría arreglarse con una legislación anti monopolio, sino ante una auténtica insurrección de la elite económica global. Es la consumación de aquella “rebelión de las elites” que vislumbró Christopher Lasch: los nuevos señores del mundo, rotos todos los lazos culturales y existenciales con sus naciones, con sus comunidades, se lanzan a construir un poder nuevo.

Que los ricos y poderosos traten de influir en la vida pública hasta determinar la atmósfera política no es nuevo. Basta recordar la amarga queja de Eisenhower cuándo denunció la excesiva influencia del “complejo militar-industrial” en la política de los Estados Unidos. Tampoco sobrará mencionar el desmedido peso de las grandes compañías eléctricas en la política española actual, por ejemplo. Pero aquí no estamos hablando de influencia, sino de algo más. Una cosa es determinar lo público y otra muy distinta es apoderarse de ello. Una cosa es que un agente privado juegue en el tablero como poder de hecho (el tópico “poder fáctico”) y otra es que reivindique para sí, públicamente, el derecho a censurar libertades ajenas. Eso no lo hacía nadie en Occidente desde muchos siglos atrás. Por eso es tan importante este episodio: significa un cambio radical en las reglas del juego y vacía por completo nuestras nociones habituales de democracia y libertad.

La consagración de lo público como espacio de lo político por antonomasia es un rasgo clave de la civilización europea. Buena parte de nuestra historia colectiva puede escribirse como una larga oposición entre el poder privado de los señores de la tierra o el dinero y el poder público de la Corona. La construcción de los estados modernos descansó precisamente sobre la consolidación de estructuras públicas que, justamente por públicas, reclamaban una legitimidad indiscutible.Vox populi, vox Dei, decía el clásico adagio. En nombre de eso pudieron los reyes católicos, por ejemplo, quebrar el poder de los aristócratas castellanos y aragoneses (con alguna frecuencia, colgándolos de una cuerda por el cuello). Desde entonces, el siempre difícil equilibrio entre el poder público y las libertades personales ha sido la clave de arco de la política en Occidente. Ahora ese equilibrio se altera de manera sustancial.

La muerte del liberalismo


No es fácil prever las consecuencias del proceso. El Daily Mail informaba en enero de 2021 de que los diez hombres más ricos del mundo han ganado 300.000 millones de dólares más desde que comenzó la gripe china. La fortuna personal de esa gente (Bezos, Gates, Musk, etc.) equivale, cada una de ellas, al PIB de países como Ucrania. Han construido semejantes imperios sobre la base de un monopolio tecnológico transnacional avalado por la alianza con la gran banca de inversión, que multiplica sus beneficios, y con la connivencia de la elite política occidental. ¿Cómo no van a sentirse capaces de callarnos la boca a todos, figuradamente a través de la censura y físicamente con mascarillas? El nuevo equipo de la Casa Blanca está lleno de nombres vinculados directamente con Facebook, Black Rock, etc. Han tomado el mando, lisa y llanamente. Lo llaman “multilateralismo” o “colaboración público/privada”, pero lo que se esconde detrás de esos eufemismos es un giro decisivo en la estructura del poder.

Como primera providencia, todo esto significa que el liberalismo ha entrado en una crisis irreversible, aún mayor que la que sufrió el socialismo en los años 80 del pasado siglo. El liberalismo es ante todo una doctrina de limitación del poder. De ahí su obsesión (no injustificada) por limitar el poder público para garantizar la libertad personal. Pero si la limitación del poder público termina provocando un crecimiento ilimitado de poderes privados que nadie puede controlar y que aniquila las libertades personales, entonces es evidente que el modelo ha fallado.

Lo mismo vale para las libertades políticas y para el concepto mismo de democracia. La democracia descansa en la existencia de un demos, es decir, de una comunidad política que esté en condiciones de elegir y controlar al poder. Pero si el poder trasciende las fronteras nacionales, se hace global, escapa al control de cualquier comunidad política e impone su voluntad sobre el demos sin cortapisa alguna, entonces la democracia ha muerto. Y en eso exactamente estamos hoy.

Es claro que la resistencia a este proceso sólo puede pasar por afianzar la esfera pública, esto es, lo político, frente a los poderes privados, y por reforzar la soberanía de lo nacional, la comunidad política concreta, como garantía de que la democracia sobreviva. Ahora bien, los nuevos señores del mundo también tienen su proyecto: un mundo sin naciones, una democracia sin demos, una ideología de transformación del sistema económico so capa de encumbrar la emancipación de los individuos frente a sus comunidades de origen. Esas son las otras hebras de la madeja. Las veremos en la próxima entrega.

 

Gran Reinicio (II) La nueva era del poder feudal, por José Javier Esparza​

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Imagen del portal del Foro Económico Mundial sobre ese 'Gran reseteo'
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José Javier Esparza | 27 enero, 2021

El gran proceso se ha desencadenado ya. Todo está pasando al mismo tiempo y a enorme velocidad. Los acontecimientos nos llegan envueltos en una nube de noticias donde ya se ha hecho prácticamente imposible saber qué es información y qué desinformación. Lo más que podemos hacer es tratar de aprehender algunas hebras de esta madeja y reconstruir su camino, en la esperanza de que nos digan hacia dónde nos dirigimos.

Poder público, poder privado

Primer hilo de la madeja: estamos asistiendo a un formidable crecimiento del poder privado en detrimento del poder público. El síntoma más evidente ha sido el ejercicio de fuerza de las grandes compañías que controlan Internet: Facebook, Google, Amazon, etc. Que estas empresas se hayan puesto de acuerdo en silenciar al presidente de los Estados Unidos es un gesto suficientemente elocuente. Esto es de un alcance extraordinario, porque significa que los grandes señores feudales están en condiciones de imponerse sobre el rey, como en ciertos episodios de la Edad Media. Con el relevante matiz, además, de que no estamos hablando sólo de empresas de Internet, sino que cada una de ellas viene de la mano de la gran banca de inversión, como los grupos Vanguard y Black Rock. Así que no estamos ante un problema sectorial, algo que podría arreglarse con una legislación anti monopolio, sino ante una auténtica insurrección de la elite económica global. Es la consumación de aquella “rebelión de las elites” que vislumbró Christopher Lasch: los nuevos señores del mundo, rotos todos los lazos culturales y existenciales con sus naciones, con sus comunidades, se lanzan a construir un poder nuevo.

Que los ricos y poderosos traten de influir en la vida pública hasta determinar la atmósfera política no es nuevo. Basta recordar la amarga queja de Eisenhower cuándo denunció la excesiva influencia del “complejo militar-industrial” en la política de los Estados Unidos. Tampoco sobrará mencionar el desmedido peso de las grandes compañías eléctricas en la política española actual, por ejemplo. Pero aquí no estamos hablando de influencia, sino de algo más. Una cosa es determinar lo público y otra muy distinta es apoderarse de ello. Una cosa es que un agente privado juegue en el tablero como poder de hecho (el tópico “poder fáctico”) y otra es que reivindique para sí, públicamente, el derecho a censurar libertades ajenas. Eso no lo hacía nadie en Occidente desde muchos siglos atrás. Por eso es tan importante este episodio: significa un cambio radical en las reglas del juego y vacía por completo nuestras nociones habituales de democracia y libertad.

La consagración de lo público como espacio de lo político por antonomasia es un rasgo clave de la civilización europea. Buena parte de nuestra historia colectiva puede escribirse como una larga oposición entre el poder privado de los señores de la tierra o el dinero y el poder público de la Corona. La construcción de los estados modernos descansó precisamente sobre la consolidación de estructuras públicas que, justamente por públicas, reclamaban una legitimidad indiscutible.Vox populi, vox Dei, decía el clásico adagio. En nombre de eso pudieron los reyes católicos, por ejemplo, quebrar el poder de los aristócratas castellanos y aragoneses (con alguna frecuencia, colgándolos de una cuerda por el cuello). Desde entonces, el siempre difícil equilibrio entre el poder público y las libertades personales ha sido la clave de arco de la política en Occidente. Ahora ese equilibrio se altera de manera sustancial.

La muerte del liberalismo


No es fácil prever las consecuencias del proceso. El Daily Mail informaba en enero de 2021 de que los diez hombres más ricos del mundo han ganado 300.000 millones de dólares más desde que comenzó la gripe china. La fortuna personal de esa gente (Bezos, Gates, Musk, etc.) equivale, cada una de ellas, al PIB de países como Ucrania. Han construido semejantes imperios sobre la base de un monopolio tecnológico transnacional avalado por la alianza con la gran banca de inversión, que multiplica sus beneficios, y con la connivencia de la elite política occidental. ¿Cómo no van a sentirse capaces de callarnos la boca a todos, figuradamente a través de la censura y físicamente con mascarillas? El nuevo equipo de la Casa Blanca está lleno de nombres vinculados directamente con Facebook, Black Rock, etc. Han tomado el mando, lisa y llanamente. Lo llaman “multilateralismo” o “colaboración público/privada”, pero lo que se esconde detrás de esos eufemismos es un giro decisivo en la estructura del poder.

Como primera providencia, todo esto significa que el liberalismo ha entrado en una crisis irreversible, aún mayor que la que sufrió el socialismo en los años 80 del pasado siglo. El liberalismo es ante todo una doctrina de limitación del poder. De ahí su obsesión (no injustificada) por limitar el poder público para garantizar la libertad personal. Pero si la limitación del poder público termina provocando un crecimiento ilimitado de poderes privados que nadie puede controlar y que aniquila las libertades personales, entonces es evidente que el modelo ha fallado.

Lo mismo vale para las libertades políticas y para el concepto mismo de democracia. La democracia descansa en la existencia de un demos, es decir, de una comunidad política que esté en condiciones de elegir y controlar al poder. Pero si el poder trasciende las fronteras nacionales, se hace global, escapa al control de cualquier comunidad política e impone su voluntad sobre el demos sin cortapisa alguna, entonces la democracia ha muerto. Y en eso exactamente estamos hoy.

Es claro que la resistencia a este proceso sólo puede pasar por afianzar la esfera pública, esto es, lo político, frente a los poderes privados, y por reforzar la soberanía de lo nacional, la comunidad política concreta, como garantía de que la democracia sobreviva. Ahora bien, los nuevos señores del mundo también tienen su proyecto: un mundo sin naciones, una democracia sin demos, una ideología de transformación del sistema económico so capa de encumbrar la emancipación de los individuos frente a sus comunidades de origen. Esas son las otras hebras de la madeja. Las veremos en la próxima entrega.

Bienvenida de nuevo?
 
O segun las palabras del padre de la "modernidad líquida", el plurigalardonado pensador judío (polaco) y alumno del London School of Economics Zygmunt Bauman (https://en.wikipedia.org/wiki/Zygmunt_Bauman) ;)...los "problemas" del mundo moderno - inseguridad, miedo, tensión...responsabilidad compartida ...tienen como única solución: un gobierno mundial que ponga orden en todo este caos a nivel planetario. gobierno que tiene que dar legitimidad y los mecanismos del control al ya existente y efectivo poder global:

Aquí sus palabras textuales - muy barrocas, altisonantes y superguai pero con el claro y tristemente muy prosaico significado, pronunciadas ante la London School off Economic, en 2005, hace ya 15 años:

“Having leaked from the society forcefully laid open by the pressure of globalizing forces, power and politics drift ever further in opposite directions. The problem, and the awesome task that will in all probability confront the current century as its paramount challenge, is the imperative to bring power and politics together again.
The reunion of the separated partners inside the domicile of nation- state is perhaps the least promising of the possible responses to that challenge. On a negatively globalized planet, all the most fundamental problems – the meta-problems conditioning the tackling of all other problems – are global, and being global they admit of no local solutions; there are not, and cannot be, local solutions to globally originated and globally invigorated problems. The reunion of power and politics may be achieved, if at all, at the planetary level. ”
“The future of democracy and freedom may be made secure on a planetary scale – or not at all.”


“Those insecurity and uncertainty, in their turn, are born of the sense of impotence: we seem to be no longer in control, whether singly, severally or collectively. To make things worse yet, we lack the tools that could allow politics to be lifted to the level where power has already settled, and so enable us to recover and repossess control over the forces that shape our shared condition while setting the range of our options and the limits to our freedom to choose: control which has now slipped or has been torn out of our hands.
The demon of fear won’t be exorcised until we find (or more precisely construct) such tools.”


Lecture at the LSE, 2005, THE DEMONS OF AN OPEN SOCIETY
http://www.lse.ac.uk/publicEvents/pdf/20051020-Bauman1.pdf

El gran reseteo de Davos, por la mediación y gracias a la operación "Pandemia Covid-19" responde, verbaliza y construye las herramientas políticas a nivel planetario que los nuevos feudales necesitaban ya algunos decenios. El objetivo prosaico es que estas herramienta políticas oficiales puedan reflejar ya institucionalmente el estatus quo del poder fáctico de la oligarquía, "legalizando" y "legitimandolas" ante los ojos de la masa del 99%...
 
Si total, no sirven para na...
Dentro de 10 años igual sale la verdad y ahora nos llaman "zumbaos" pero, como muchas personas están enseñadas para no tener memoria...
Si no sirve para nada pues sólo habremos perdido dinero y puede que nervios y otros intangibles.
Pero ¿y si perjudican? ¿a quién le pides cuentas? Que no se noten los perjuicios inmediatos no quiere decir que no los haya.
Si alguien piensa que lo hacen por nuestra salud que expliquen por qué los estancos siempre han sido comercios "esenciales" ¿fumar es sano?
Hasta hace poco nos decían que el exceso de higiene, el hacer vivir a niños en ambientes asepticos, era la causa de muchas alergias. Pero desde la era covid ya si pasa algo pues es covid. Hay tantas cosas que no tienen sentido.
 
Si no sirve para nada pues sólo habremos perdido dinero y puede que nervios y otros intangibles.
Pero ¿y si perjudican? ¿a quién le pides cuentas? Que no se noten los perjuicios inmediatos no quiere decir que no los haya.
Si alguien piensa que lo hacen por nuestra salud que expliquen por qué los estancos siempre han sido comercios "esenciales" ¿fumar es sano?
Hasta hace poco nos decían que el exceso de higiene, el hacer vivir a niños en ambientes asepticos, era la causa de muchas alergias. Pero desde la era covid ya si pasa algo pues es covid. Hay tantas cosas que no tienen sentido.
Alcohol y tabaco no faltaron el el confinamiento..... Eso sí, no se podía andar por la calle, mucho menos hacer deporte de otro tipo, salvo para algo esencial, como ir a un estanco....
Lo de los niños y dejarlos dos meses sin actividad física al aire libre o vitamina d en primavera, eso da para otro capítulo....
 
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