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Arte y Letras, Cómics
Mundo Extraño: ¿Y si los personajes de los videojuegos tuvieran conciencia de sí mismos?
Publicado por Álvaro Corazón Rural
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Puedes adquirir este libro con nuestro pack Jot Down nº25 Futuro imperfecto + Mundo Extraño

Hace ya más de dos décadas en Brut Cómix irrumpió un autor español que recogía el género de la ciencia ficción, que había vivido tiempos mejores en viñetas a los de entonces, para darle un repaso. Era Vicente Montalbá (Valencia, 1969) y su criatura se llamaba Jaw, que en realidad era un tal Javier. Un transportista de cargas pesadas por el espacio, un camionero interestelar, cuyas aventuras en lugar de encerrar acertijos metafísicos o críticas sociales a través de la anticipación estaban motivadas por el s*x*.

Veía por** de venusianos. Se le aparecían, como le pasaba a los personajes de Enano Rojo, encarnaciones de sus pensamientos, anhelos o paranoias, y se acostaba con ellos. Nos hizo descubrir a estudiantes de Perito en Maldades, que debían emular a Adolf Hitler para sacarse la carrera. Con él nos unimos a la tripulación de una nave mercante que en una gran cisterna transporta a otro planeta ni más ni menos que s*men. En un crossover con el universo de Alien, que aquí se ganan la vida zurciendo, la famosa escena del nacimiento de uno de estos bichos se producía a través de la vagina, sin romper nada, y después de un gang bang con varios xenomorfos.

Con la ciencia ficción no hay límites, solo hay que tener imaginación para, paradójicamente, no extralimitarse. Y los enredos sexuales, triángulos amorosos y desparrames varios salpicados de extrema violencia que ofrecía Montalbá eran realmente frescos y divertidos. En el propio dibujo, deudor en parte de Robert Crumb y Richard Corben, ya se adivinaban sus intenciones.

Con el paso de los años Montalbá no ha abandonado el espíritu punk de transgredir los géneros y limpiarles la trascendencia a carcajadas. Su última obra, Mundo extraño (GP Ediciones), es el ejemplo perfecto. En este universo, esta vez basado en los videojuegos de aventura y de rol, volvemos a encontrarnos con personajes que lejos de toda solemnidad, grandes epopeyas o nobles misiones, se mueven motivados por su más bajo instinto sexual.

El esquema es el del un videojuego al uso, pero desde dentro. Los protagonistas encuentran pócimas que aumentan sus fuerzas. También caras, pueden cambiar de avatar. Sus cuerpos mutan, crecen, para ser cada vez más violentos. Pero cuidado, en cualquier momento alguien puede arrebatarles todo lo que han alcanzado sustrayéndole sus cartas. El método, como no, chupándoles la poxx.

La aventura podría estar a medio camino de la inquietud y los escalofríos, a veces náuseas, que provocan las historias psicodélicas del español David Sánchez, la falta de límites de un Tony Millionaire o en la línea de una última aparición, el gore épico y desmadrado del nigromante trotskista del francés Pierre Ferrero.

Es Mundo Extraño la lógica continuación de Carroñero (La Cúpula, 2013), su trabajo anterior con un guion de Ricardo Vílbor, que parodiaba las historias de espada, brujería y fantasía tipo Conan. Con el necesario matiz de que los personajes, aparte de ser duros guerreros metidos en conspiraciones y traiciones entre reinos, eran también una panda de borrachos y cretinos decadentes.

El punto fuerte en Mundo Extraño sigue siendo la introducción de nuestra cotidianeidad en escenarios fantásticos. El templo maldito del escenario que se nos propone en este mundo de criaturas extrañas no es un castillo terrorífico ni una fortaleza infernal, sino un discotecón donde los monstruos se ponen hasta las cartolas. Por otro lado, uno llega a meterse tanto y tan bien en la aventura que unas escenas de humor negro con la muerte injusta y penosa de personas inocentes llegan incluso a conmover.

Montalbá es gamer y el origen de la idea que dio lugar a Mundo Extraño no pudo ser más evidente. Estaba jugando y se preguntó qué le rondaría por la cabeza a su muñequito, si tendría conciencia de sí mismo mientras estaba siendo manejado, mientras otro movía los hilos de su existencia. De hecho los homenajes perceptibles en la historia son para muy gamers.

No obstante, en este aspecto, resulta muy divertido cómo se establece el marco referencial de un personaje de un videojuego, que no recuerda nada anterior a cuando ha sido creado. Queda un retrato muy banal de la identidad, tan sagrada en estos tiempos que corren. El protagonista, que no sabe ni quién es ni adónde va, que huye y se esconde solo guiado por sus instintos primarios y de supervivencia, termina desarrollando un instinto por desfacer el entuerto metafísico. Y con esta evolución naif, pero al mismo tiempo lógica y universal, de personaje principal, se logra uno de los mejores y más descojonantes finales que uno recuerda.
https://www.jotdown.es/2018/11/mund...videojuegos-tuvieran-conciencia-de-si-mismos/
 
Vuelven Calvin y Hobbes: "La vida es mucho más divertida cuando no eres responsable de tus actos"




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Regresan las aventuras del pequeño rebelde de seis años y su amigo imaginario de peluche en una nueva edición de Bruguera y más de 20 años después del retiro prematuro de su autor

-¿Quién es el escritor más importante de los últimos 20 años?

-No sabría decir. ¿Philip Roth?

-No: Salinger. ¿El director de cine más importante?

-Spielberg.

-No: Kubrick. ¿El artista contemporáneo?

-Eh... Jeff Koons. O Marina Abramovic.

-¡Banksy! ¿El grupo de música electrónica?

-No sé absolutamente nada de música electrónica...

-¿Y dice que se ha formado en una buena universidad? Daft Punk [...] ¿Sabe cuál es el invisible hilo rojo que une a todas estas figuras? Ninguna de ellas se deja ver.

Jude Law no está jugando al Trivial cuando le pregunta todo esto a la responsable de marketing del Vaticano en la serie El joven Papa (HBO), sino subrayando una evidencia: no hay nada como el misterio para llegar de verdad al público.

Bill Watterson se esfumó a finales de 1995, cuando tenía 38 años. Estaba en el mejor momento de su carrera como historietista, tras una década de éxito apabullante en periódicos de todo EEUU con una tira cómica protagonizada por un niño (Calvin) y su tigre de peluche (Hobbes). Le dio igual. Desapareció del mapa. Se borró. Pegó una patada a la mesa de dibujo y se marchó al bosque a pintar paisajes con su padre.



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Watterson, en su última imagen conocida, fechada en 1986. C.H. PETE COPELAND




Lejos de todo -se cree que vive en los alrededores de Chagrin Falls (Ohio), la pequeña ciudad donde creció-, su leyenda se ha agigantado. El silencio autoimpuesto no ha hecho sino revalorizar aquella tira cómica en la que Calvin, revoltoso, perspicaz y apasionado, decía: «No me comeré ningún cereal que no pinte la leche de morado»; «Voy a la escuela pero nunca aprendo lo que quiero saber»; «La vida es mucho más divertida cuando no eres responsable de tus actos». Mientras tanto Hobbes, cuando los mayores no miraban, se ponía de pie y hacía lo que se espera de un amigo imaginario: aportar un poco de cordura.

Bruguera reedita ahora en España las aventuras de la singular pareja en dos volúmenes y con un nuevo diseño de cubierta. Son libros que se pueden abrir por una página u otra:en cualquiera se intuye una burla tierna del mundo adulto.

Watterson, en su exilio, tal vez no tenga constancia de esta resurrección. En un documental sobre él y su obra dirigido por Joel Allen Schroeder en 2013, se descubre que el Salinger del cómic huye desde siempre. En el anuario del instituto se autorretrató con otros tres fotógrafos participantes en la publicación. Era una viñeta en negro donde se veían sólo tres pares de ojos. Abajo se leía: «Watterson es el que está en el extremo derecho, parpadeando».

Goomer.

Lo que sí me resultaba novedoso era la mala leche que tenía el pequeño, el cinismo de los padres, la belleza de las líneas del tigre, el sentido del humor fresco y, en general, el magnífico dibujo de Watterson. Desplegaba unos paisajes marcianos valiéndose de la imaginación de Calvin verdaderamente espectaculares y usaba todos los recursos del cómic como yo pocas veces había visto. Hasta tal punto quiso Watterson controlar esos recursos del medio, que terminó diseñando las páginas de manera que no podían ser adaptadas a diferentes formatos de periódico como el resto de series, incluidas las mencionadas Peanuts, Blondie, Beetle Bailey y tantas otras.

Que yo sepa, ha sido el único historietista al que se le ha permitido hacer algo así.

The Miami News cerró en diciembre de 1988. Yo pasé a trabajar a The Miami Herald. Los dueños de este diario se dieron cuenta del error que habían cometido, no por contratarme a mí, sino por haber dejado pasar dos series de cómics tan importantes. Así que Calvin y Hobbes y Far Sidese vinieron conmigo a mi nuevo periódico.

A finales de 1989 me ofrecieron venir a España para fundar EL MUNDO, donde sigo trabajando después de 29 años. Poco después, en 1994, Pedro J. Ramírez, director entonces, quiso que supervisase El Mini Mundo, un suplemento de historietas infantiles. Lo primero que sugerí es que una de las series que teníamos que conseguir era Calvin y Hobbes. Así que la pareja volvió a seguir mis pasos y la serie se publicó un año en esta casa. Ahora vuelve a poder leerse en la revista Máster Pasatiempos. Por ellos no pasa el tiempo.

Ricardo Martínez es ilustrador de EL MUNDO


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https://www.elmundo.es/cultura/comic/2018/12/12/5c0ff0c9fdddff125d8b4620.html





 
LOS ZAPATOS MÁS FEOS DEL MUNDO, DE MARÍA JESÚS MINGOT
María Jesús Mingot nos invita a calzarnos Los zapatos más feos del mundo (Editorial Azulete). Reseña de Carmen Pinedo Herrero.
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CARMEN PINEDO HERRERO25 NOVIEMBRE, 2018

Nadie quiere esos zapatos. ¡Son tan feos! Tanto, que el dueño de la zapatería acaba dejándolos junto a los contenedores de basura. Allí los encuentra Pablo. Comienza la aventura. María Jesús Mingot nos invita a calzarnos Los zapatos más feos del mundo (Editorial Azulete). Reseña de Carmen Pinedo Herrero.

Los zapatos más feos del mundo, de María Jesús Mingot
El año pasado tuvimos la suerte de recorrer con María Jesús Mingot los mundos que albergaba una caja de cartón. La autora nos invita ahora a emprender viaje de nuevo. Para ello nos ofrece algo tan necesario para el caminante como es un calzado adecuado. Pero, dirá alguien, ¡estos son los zapatos más feos del mundo! ¿Quién querría ponerse unos zapatos así? ¿Quién? Pablo, María Jesús, yo, cualquier lector que tenga la dicha de abrir este libro y viajar a través de sus páginas.

un mismo punto como punto de partida y llegada de viajes infinitos.

¿Dónde empieza el viaje? A lo mejor, en el lugar más inesperado y más próximo. En nuestra habitación o a la vuelta de la esquina, delante de nuestra casa o abandonado junto al contenedor de la basura. ¿Quién sabe? La aventura comienza, tal vez, en la mirada que dirigimos hacia objetos cotidianos: vulgares, incluso feos; a veces rechazados por su pobre apariencia. Y, sin embargo, eso que se desprecia puede ser la puerta hacia una realidad «mucho más enigmática y paradójica» de lo que creemos.

el prodigio de que en el límite de lo posible prevaleciera lo imposible.

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Los zapatos más feos del mundo. Ilustraciones de José María Gallego

Son puertas que se abren a mundos como aquel en el que la autora, según nos cuenta, ha tenido la sensación de habitar durante el año que duró la escritura de la novela, «mientras uno pasea, mientras come, mientras va en el tren, en cualquier parte y en cualquier lugar». Un mundo junto al mundo. Un encuentro.

porque cuando uno entra en contacto con algo así ya no puede desentenderse de ello. Lo saben los adultos y lo saben los niños, que hay encuentros que son solo un comienzo, encuentros que nos están aguardando de algún modo y que han de seguir siendo lo que son, un misterio, para llegar a ser vividos.

Encuentro o reencuentro. Cuando vi el documental La cueva de los sueños olvidados pensé: «pies y piernas caminando con todo tipo de calzado, descalzos, piernas de recolectores y cazadores prehistóricos, de soldados, de prisioneros, prófugos, derrotados. Muchas formas de caminar sobre superficies distintas: tierra, piedras, arena, caminos, carreteras». Mientras leía la novela de María Jesús Mingot, recordé el documental de Wim Wenders. Y, de pronto, la cueva, la linterna de Pablo «enfocando el haz de luz sobre algunos trazos rudimentarios pintados en las paredes». Encuentro de sensibilidades, sí. Reencuentro.

Creo que tu soledad nos encontró. ¿O fue la nuestra la que encontró a la tuya? Tratándose de soledades nunca se sabe quién encuentra a quién.

Amistad. Compromiso. También el humor, y la compasión, y la ternura. El valor de la palabra dada: «Sintió por segunda vez la importancia que tiene el simple hecho de dar la palabra a otro y el compromiso que comporta, y, sin saberlo, celebró la grandeza de que algo así pueda tener cabida en este mundo».

El calor de tu mano me hace bien. También el calor de las palabras.

Pero es preciso atreverse a abandonar el territorio conocido, arriesgarse al salto, aceptar que hay «cosas que no se pueden prever ni explicar, que no se repiten ni figuran en ningún mapa». Hay que atreverse: por uno mismo, por el niño que fuimos o somos y, sobre todo, por los demás. Hay que ir a su encuentro.

«Así pues, habían ido a la búsqueda de lo que no esperaba ser encontrado y habían encontrado lo que no esperaba ser buscado».

Zapatos de cristal y zapatillas rojas, botas —con o sin gato— y unos zapatos tan feos, tan feos, que son los zapatos más feos del mundo. Vamos a calzárnoslos y a recorrer con ellos esos caminos que no aparecen en los mapas.

Y antes de partir, una advertencia que nunca debes olvidar: bajo ningún concepto podremos abandonar el tren en marcha. ¿Lo entiendes? Lo que se comienza, se acaba. De lo contrario no tendremos una segunda oportunidad.

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O zapatos como estos, de Vincent Van Gogh

¿Abandonar el tren en marcha? ¿Abandonar la lectura? Imposible. «Y como la historia me divierte —dice uno de los personajes de la novela—, no tengas prisa, que dure mucho, que sea trepidante, que… que podamos meternos en ella». Es lo que hacemos. Y, al terminar la lectura, pensamos en cuánto trecho les queda por recorrer a esos zapatos y aguardamos, entre la felicidad y la impaciencia, que María Jesús Mingot vuelva pronto a relatarnos las aventuras de todos estos personajes que ya se han convertido en nuestros amigos. No tardes, María Jesús. Queremos más.

Sobre la autora
María Jesús Mingot es profesora titular de Filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid. Ha publicado la novela El vértigo de las cuatro y media (Ed. Libertarias, dos ediciones), los libros de poemas Cenizas (Ed. Libertarias), Hasta mudar en nada (Bartleby Editores) y Aliento de luz (Ediciones Vitruvio, tres ediciones), así como el cuento largo, ilustrado por Luis Herrero Mateo, Un mundo en una caja (Guías Azules España. Casa Editorial Azulete) y la novela Los zapatos más feos del mundo, ilustrada por José María Gallego (Guías Azules España. Casa Editorial Azulete).



María Jesús Mingot nos invita a calzarnos Los zapatos más feos del mundo para recorrer los caminos que no vienen en los mapas. Con ilustraciones de José María Gallego. #LIJ. #Reseña: @arteyprecine.CLIC PARA TUITEAR






Los zapatos más feos del mundo
María Jesús Mingot

Guías Azules España. Casa Editorial Azulete

Páginas: 208

Tamaño: 21 x 14 cm.

Encuadernación: tapa blanda

ISBN: 8417368906

ISBN-13: 9788417368906

Año: 2018

https://www.moonmagazine.info/los-zapatos-mas-feos-del-mundo-de-maria-jesus-mingot/
 
Los 12 mejores cómics del año que nos quitó a Stan Lee y Steve Ditko


Seguimos nuestro repaso de lo mejor del año que ahora despedimos, esta vez con los tebeos que más y mejor han sabido conquistarnos

¿Crees que algún título imprescindible se nos ha pasado? Comparte tus cómics favoritos en los comentarios

Francesc Miró / José Antonio Luna
31/12/2018 - 20:32h

Los mejores cómics de 2018

El 2018 no ha sido un año especialmente feliz para el cómic. Hace escasas semanas despedíamos a Stan Lee, el editor de cómics estadounidense y padre de Hulk, Los Vengadores o Iron Man. El mundo del cómic decía adiós a uno de sus mayores embajadores a nivel mundial, tras haber tenido que hacer lo mismo con Steve Ditko en julio: el cocreador de Spider-Man y Dr. Extraño fallecía en Nueva York a los noventa años.

Sus muertes se suman a la del dibujante español Carlos Ezquerra, cocreador del popular personaje del Juez Dredd, y colaborador de series como Bloody Mary, War Stories o Predicador. Aunque en nuestro país no todo han sido malas noticias: Ana Penyas se convirtió en la primera mujer en ganar el Premio Nacional del Cómic.

Con todo, nosotros preferimos recordar, ya no lo bueno, sino lo mejor de un año en el que se han publicado excelentes tebeos. Algunos de autores patrios y otros de latitudes muy distintas. Pero todos y todas, con una mirada certera y moderna sobre el cómic de hoy.

Lobezno en la Guerra civil española


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¿Por qué buscarlo en las estanterías? Lobezno matando fascistas en la Guerra Civil española. No es necesario decir mucho más. Tampoco se trata de una nueva publicación, sino de un cómic de 1991 reeditado en la actualidad. Aun así, la rareza de imaginar al mutante más popular de los X-Men sacando sus garras contra el ejército de Franco hace que la historia sea digna de mención.


Y no solo eso, sino que Logan acaba visitando la Guernika de 1937 justo antes de uno de los ataques aéreos más devastadores de la contienda española. Además, se encuentra acompañado de autores como Orwell o Hemingway, los cuales combatieron por la causa republicana antes de ser reconocidos autores a nivel internacional.

¿Dónde puedo encontrarlo? Publica: Panini Cómics

Filosofía en viñetas

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¿Por qué buscarlo en las estanterías? A pesar de que se aprobó en el Congreso, parece que la filosofía obligatoria se queda fuera de la próxima reforma educativa. Por ello, en tiempos donde el pensamiento crítico es más necesario que nunca, siempre es recomendable pasear por el río de la sabiduría en busca del porqué de las cosas.


Es justo lo que pretende este cómic de Michael Patton y Kevin Cannon, el cual está diseñado tanto para entretener como para educar. Demócrito, Nietzsche, Aristóteles… y así hasta recorrer más de 2.500 años para conocer a los mayores exponentes del pensamiento occidental.

¿Dónde puedo encontrarlo? Lo ha publicado en nuestro país la editorial Penguin Random House.

Cuéntalo


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¿Por qué buscarlo en las estanterías? La novela gráfica de Laurie Halse Anderson dibujada por Emily Carroll narra la historia de Melinda, una adolescente que comienza en un nuevo instituto y es incapaz de comunicarse con los demás debido a un suceso ocurrido en verano. No quiere hablar, no tiene amigos y nadie quiere escucharla. Está sola. Pero, ¿qué esconde el silencio?


"Lo escribí para combatir la depresión y la ansiedad que me perseguían desde que fui violada a los trece años", dijo la autora a este periódico. La historia de Melinda es la suya. Fue consciente de los hechos en primera persona, y por ello ha decidido canalizarlos a través de una obra de gran sensibilidad artística en torno al abuso sexual que, creemos, debería ser estudiada en los institutos.

¿Dónde puedo encontrarlo? Lo ha publicado ediciones La Cúpula.

Esclavos del trabajo

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¿Por qué buscarlo en las estanterías? Para escapar de la esclavitud laboral no basta con huir de un país. Es lo que refleja el cómic autobiográfico Daria Bogdanska, que escapó a Suecia en busca del paraíso del bienestar y acabó encontrando una pesadilla kafkiana de trámites administrativos.


A ellos se sumó la dificultad de encontrar un empleo digno, las largas jornadas de trabajo y los desamores. Un buen día, su indignación alcanzó tal punto que decidió rebelarse: contactó con un sindicato y una periodista.

Fue así cómo comenzó su lucha por los derechos laborales. "Nos han lavado el cerebro para pensar que cada uno es responsable de su propio éxito o fracaso", nos decía la autora.

¿Dónde puedo encontrarlo? En España lo publica Astiberri.

La vida de la Capitana Marvel

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¿Por qué buscarlo en las estanterías? Capitana Marvel se está convirtiendo en el buque insignia de la editorial de cómics, uno con diferentes inquietudes y deseoso de encontrar la relevancia femenina que no siempre las viñetas supieron reflejar.


La película de la superheroína llegará en marzo de 2019, y se plantea como un nexo crucial para el desenlace de Infinity War. Mientras tanto, el mundo del papel puede servir para contextualizar lo que más tarde veremos en la gran pantalla.

Esta nueva serie, escrita por Margaret Stohl y dibujada por Carlos Pacheco, se retrotrae a los orígenes de Carol Danvers, a cuando simplemente era una chica de Boston a la que le gustaba la ciencia. Al menos, esa es la premisa inicial. Una que, como es de esperar, cambia de forma radical.

¿Dónde puedo encontrarlo? Publica Panini Cómics y llegará muy pronto a España.

Piruetas


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¿Por qué buscarlo en las estanterías? Otra obra autobiográfica, en este caso de Tillie Walden. Y aunque lo parezca, no se trata de una novela sobre patinaje, sino de cómo este se convirtió en su única constante en un momento de la vida donde todo cambia: la adolescencia.


El estrés del colegio, el bullying, su primera novia... hacerse mayor también implica pasar una serie de barreras de autodescubrimiento y aceptación, que quizá sea la parte más complicada. Se trata, en definitiva, de encontrar un hueco en una sociedad que no parece aceptar a cualquiera.

¿Dónde puedo encontrarlo? Este éxito editorial ha llegado con ediciones La Cúpula.

Vida y muerte de Federico García Lorca


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¿Por qué buscarlo en las estanterías? El hispanista Ian Gibson ha investigado tanto la biografía de Lorca -al que llama " el desaparecido más llorado de este país", que teme perseguirlo hasta su propia tumba. Es, sin duda, uno de los mayores conocedores de su figura a nivel mundial y el peso del apelativo no es poca cosa.


Sin embargo, en esta ocasión se ha repartido el cometido con el dibujante Quique Palomo para realizarVida y muerte de Federico García Lorca. Y el resultado es una aproximación biográfica en viñetas que tienden a la poesía cuando es necesario, y dotan a la narración de un lirismo ciertamente poderoso. Pero que no olvidan ser absolutamente rigurosos en su narración del provenir de la generación del 27.

¿Dónde puedo encontrarlo? Publica Ediciones B.

Lo que más me gusta son los monstruos


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¿Por qué buscarlo en las estanterías? Se trata, sin duda alguna, del fenómeno comiquero más celebrado del año. Llegó a España en abril, con dos premios Ignatz y tres Eisner bajo el brazo y poco más hizo falta para ganar el premio Carlos Giménez a mejor guión y ser nombrada cómic del año por el Gremio de Libreros.


Pero es que al margen de los premios, de lo atractivo que resulta descubrir la obra debut de una autora de 55 años, y de lo particular de su dibujo a boli, Lo que más me gusta son los monstruos es una obra gigantesca. Su combinación de tonos entre el terror y la comedia, su forma de bucear por una cultura pop, hipnotizan. Además de la habilidad para construir una narración que maneja distintos discursos constantemente -y no todos ellos cómodos de sostener-, convierten el primer cómic de Emil Ferris en toda una experiencia.

¿Dónde puedo encontrarlo? Publica aquí Reservoir Books.

¡Universo!


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¿Por qué buscarlo en las estanterías? Albert Monteys empezó a publicar online esta serie de ciencia-ficción en 2014 en la plataforma para creadores Panel Syndicate. Tres años después contaba con cinco aventuras y nominación a los Eisner. Y este año ha llegado a nuestro país el primer recopilatorio de un trabajo único.


Monteys no sólo maneja con tremendo ingenio un universo visual absolutamente delicioso, también es capaz de dotar a sus relatos de espejos que reflejan la sociedad en que vivimos. O a la que nos proyecta un futuro cada vez más turbio y dado a la especulación. Una divertidísima, eso sí, si es con cómics como este.

¿Dónde puedo encontrarlo? Publica: Astiberri.

¡Cuidado que te asesinas!


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¿Por qué buscarlo en las estanterías? Con su debut, La muerte y Román Tesoro, Lorenzo Montatore ya proponía un viaje alucinado y existencialista que divertía a la vez que tocaba la patata del lector, si este se prestaba a la aventura delirante. Pero con ¡Cuidado que te asesinas!, su particular estilo ha llegado a alcanzar nuevas cotas de complejidad para ofrecer una lectura apasionante llena de emoción y personajes valleinclanescos.


En ella seguimos los pasos de Centramina y Optalidón durante una noche en la que la nostalgia de juventud, la precariedad, la rabia, el desenfreno y las ansias de futuro se dan la mano. Hasta que todo explota. Pero lo hace en un estallido socarrón que recuerda a aquellas palabras de Don Filiberto en Luces de Bohemia, "En España podrá faltar pan, pero el ingenio y el buen humor no se acaban nunca".

¿Dónde puedo encontrarlo? Publica: ediciones La Cúpula.

El día 3


¿Por qué buscarlo en las estanterías? En 2018 se cumplían doce años del peor accidente de metro de la historia de España. A cinco días de la llegada del Papa a Valencia fallecían en la ciudad 43 personas y otras 47 resultaban heridas. También empezaba un largo camino de la lucha de familiares y heridos por dirimir responsabilidades. Por acabar con el olvido consciente y premeditado de las instituciones. Este cómic es su historia.


La ilustradora Cristina Durán y el guionista Miguel A. Giner unen fuerzas con el relato colectivo que consiguió construir la periodista Laura Ballester -cuyas investigaciones también se pueden leer en su ensayo periodístico publicado por la editorial valenciana Sembra Llibres-, para crear un cómic que duele leer, que emociona y que impresiona. Pero lo mejor: que lanza un mensaje esperanzado en pos de la implicación social y la reivindicación colectiva como camino de consecución de progresos comunes.

¿Dónde puedo encontrarlo? Lo ha publicado Astiberri.

Antología del alma

¿Por qué buscarlo en las estanterías? En España tenemos la suerte de tener varias obras publicadas de uno de los autores más particulares del panorama viñetero europeo. Hablamos de Tommi Musturi, un historietista finlandés nacido en Juupajoki que nos voló la cabeza con la dupla Paseando con Samuel y Simplemente Samuel. Pero que también nos rompió el corazón con la desoladora Sr. Esperanza.


Y sin embargo, lo que propone Antología del alma va mucho más allá: si aquellas nos llegaron sin contexto, esta propone un repaso por veinte años de carrera y experimentación formal hasta llegar a la indefinición absoluta de sus obras más actuales. Un extenso recorrido brillantemente editado que, más allá de adentrarnos en la mente de Musturi, también nos propone una mirada distinta al cómic europeo más salvaje y desconocido.

¿Dónde puedo encontrarlo? Esta vez, a Musturi lo publica Fulgencio Pimentel.

Artículo completo en:
https://www.eldiario.es/cultura/comics/mejores-Stan-Lee-Steve-Ditko_0_851115479.html
 
'Una historia de perros viejos': 'western' en viñetas contra el maltrato animal


Manuel H. Martín escribe y Juanma Espinosa dibuja un tebeo con ecos a Sin Perdón y Hasta que llegó su hora protagonizado por canes callejeros abandonados

"Hay que tener animales con respeto y responsabilidad. No se les puede tratar como juguetes. Ahora en estas fechas, hay que recordarlo"

Francesc Miró
01/01/2019 - 21:44h
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Portada de 'Una historia de perros viejos'

Cuando pensamos en animales que hablan, discuten, ríen y lloran como los seres humanos, suele venirnos a la cabeza una imagen recurrente y disneyificada del asunto. Tenemos muy asimilada la idea dulce que el cine de animación ha proyectado de un recurso narrativo tan antiguo como el de humanizar a otras especies.

Recordamos a Timón y Pumba bailando en El Rey León, a Sebastian y sus ritmos caribeños en La sirenita, a Baloo buscando lo más vital en El libro de la selva o a Fagin haciendo de las suyas en Oliver y su pandilla. Pero difícilmente vamos a imaginar a dos perros matándose por un trozo de carne, o animales heridos y abandonados por los seres humanos. Esa historia no se nos suele contar.

Sin embargo, el documentalista y realizador Manuel H. Martín quería narrar unwestern crepuscular sobre dos perros que se ayudaban mutuamente para hacer frente a su destino en la calle. Tras dirigir proyectos tan distintos como La vida en llamas y el impresionante documental animado 30 años de oscuridad, se aventura en el mundo del cómic con Una historia de perros viejos, publicado por Dolmen Editorial. Y lo hace con la ayuda del ilustrador Juanma Espinosa, que aporta un trazo oscuro y ambientación propia del cine negro. El resultado es un tebeo que recuerda a propuestas revitalizantes del cómic noir contemporáneo como La escena del crimen, a la vez que alude al imaginario del oeste de Blueberry.

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Viñetas de 'Una historia de perros viejos'

Western perruno sin medias tintas
"Cuando me enfrento a proyectos audiovisuales como director mi mayor preocupación es la narrativa. Es decir, que la historia funcione", explica a eldiario.es Manuel H. Martín sobre su paso del cine al cómic. "De hecho, creo que un guion de cine puede llegar a estar más limitado que el de un cómic por diferentes elementos -presupuesto, rodaje…-. En un cómic, al tener menos elementos externos, puedes llevar a cabo casi todo lo que tienes plasmado por escrito", describe.

La suya era una historia clásica con espíritu de western clásico. Un viejo perro abandonado, de nombre Munny, vaga por una ciudad sin nombre cuando encuentra a una cría de chihuahua -llamada Chica- a quien un robo ha dejado muy lejos de su familia. No sabe cómo volver y la calle no perdona a los despistados. Así que Munny decide ayudarla a buscar su hogar, aunque eso le lleve a recordar fantasmas de un pasado que él creía olvidado.

Sólo con su sinopsis, Una historia de perros viejos ya recuerda a determinados lugares comunes de las narrativas del western. "Es cierto que, en mi caso, al venir del audiovisual, no puedo dejar de pensar en cine y cómics al mismo tiempo a la hora de abordar la escritura", explica Manuel. "Al final, los dos son artes secuenciales y tienen muchos elementos comunes. Y en cualquier caso, el cómic tiene una capacidad de síntesis y elipsis brutal".

En ese sentido, el trabajo de Juanma Espinosa aporta una sobriedad formal muy acorde con lo narrado, que juega los recursos propios del noir - y por momentos pueden recordar al uso del blanco y negro de Richard Piers Rayner en Camino a la perdición-.

"Con su dibujo, Juanma no solo aportó estupendas líneas y sombras sino también textura", explica H. Martín. "Creo que era necesario que Una historia de perros viejos tuviese cierta 'suciedad', con la que intentamos hablar de los bajos fondos de las ciudades y del alma de los personajes… lo cual, sin duda, aporta un prisma de género negro a la trama western que le va muy bien al relato", describe.

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Viñetas de 'Una historia de perros viejos'



De Sin Perdón a Alan Moore
En este sentido, guion y dibujo parecen dialogar con distintos referentes, aportando una riqueza inesperada a las viñetas del tebeo. Sin estridencias y con influencias claras y variadas que no convierten el relato en un mero homenaje sin personalidad, ni entorpecen el desarrollo narrativo, pero que aportan contexto y definición.

"Antes de comenzar, analizamos muchos cómics clásicos y también obras de autores que trabajan muy bien el género. Entre ellos, algunos títulos de Alan Moore y, especialmente, los trabajos conjuntos de Ed Brubaker y Sean Phillips. Para nosotros, la máxima es que guion y dibujo estén al servicio de la historia. Como en el cine clásico". Aunque, confiesa, "también hay cierto espíritu nostálgico que puede recordar al maestro Will Eisner".



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Según el director de 30 años de oscuridad, "lo importante ha sido que Juanma ha buscado un estilo muy acorde a la historia que hemos querido contar, más allá de los referentes". "Lo cierto es que han pasado casi 8 años desde la primera vez que anoté ideas para escribir Una historia de perros viejos. Han pasado muchas cosas en mi vida, buenas y malas, que han ido impregnando el relato hasta el más mínimo detalle. Pero hay dos conceptos que se han mantenido inamovibles: la esencia western y el protagonismo de los perros", explica.


Hay, en el tebeo que nos ocupa, multitud de elementos reconocibles del imaginario del oeste: "el protagonista frente al mundo, la soledad, el peso del pasado, la redención, la venganza e incluso los duelos… Con todos estos elementos hemos intentado homenajear a uno de mis géneros favoritos del cine y muy especialmente a grandes del western moderno como Sam Peckinpah, Sergio Leone o Clint Eastwood", describe Manuel H. Martín.

Aunque admite que la mezcla de ingredientes noir no fue idea suya- Todo "fue tomando oscuros tintes por el propio relato y, especialmente, por la gran ambientación de género negro de los dibujos de Juanma. El trasfondo de las peleas ilegales es una referencia directa a un gran filme como Amores perros. A mí me interesa mucho la mezcla de géneros. Además, no puedo quitarme de la cabeza las influencias del género negro patentes en las grandes películas que hemos citado".

De maltrato animal y abandono
Una historia de perros viejos es un tebeo cuyas raíces no cuesta rastrear. Pero no se acomoda en su condición de obra de creadores marcados por el audiovisual. Se las arregla para ofrecer una fábula sobre los cuidados y los animales domésticos que apunta hacia el abandono y el maltrato animal como males sociales a desterrar.

"El protagonismo de los perros aporta un tono de fábula a la obra que pueden convertir a esta sencilla historia en un relato universal. Eso, al menos, hemos intentando", explica Manuel H. Martín. "Hemos intentado acercarnos a la fábula protagonizada por animales que viven en un mundo 'realista' de humanos… como podría ser, marcando las distancias y diferencias con nuestra novela gráfica,Rebelión en la granja, uno de mis libros favoritos, o la estupenda nueva trilogía deEl planeta de los simios. En dichas obras puedes identificarte con los animales y con el trato que reciben por parte de los humanos".

"Y, por supuesto, es un homenaje a esos seres maravillosos. Los perros han formado parte de mi vida desde muy pequeño. Toda mi vida he estado acompañado por perros de diferente carácter pero con un común denominador: su amor incondicional. Nunca me han hecho sentirme dueño, como si se tratara de objetos, sino como unos compañeros de los más fieles", describe.

En ese sentido, su relación personal con los canes ha terminado por impregnar la narración. Una que no tiene, directamente, un carácter de denuncia social pero que se revela eficazmente incisiva en una sociedad en la que un policía puede matar a tiros a un perro en plena calle. Según el autor de Una historia de perros viejos, en temas de maltrato animal a los españoles "nos queda mucho por avanzar".

"El cuidado y el respeto a los animales también implica mucha responsabilidad. Lo primero que habría que evitar es el abandono, porque puede terminar afectándonos a todos", explica. Para él, es esencial "tener animales de forma responsable. Son seres vivos con sentimientos y no se les puede tratar como juguetes. Ahora que llegan las Navidades, hay que recordarlo. Y a quien decida tener un perro, además, le recomiendo siempre que adopte".

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Munny tras abandonar su casa en 'Una historia de perros viejos'
https://www.eldiario.es/cultura/comics/historia-perros-viejos-western-maltrato_0_850415170.html
 
Maldito Milo Manara
Publicado por Bárbara Ayuso
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La mirada contraída en una mueca de impostada modosidad. Los labios entreabiertos, jugosos, silabeando una invitación. Aquí reposa, inconfundible, Gullivera, la mujer de nueve metros, en el momento exacto en el que la poción la vuelve minúscula. Con la enagua remangada, más abajo, el cuerpo imperioso de Molly Mallone está dispuesto a devorar a un cualquiera irlandés. Danza por ahí la bailarina Beatriz, en cueros, todo pierna y toda s*x*. Hembras dibujadas con la perfección de lo imposible, con un parecido en absoluto casual, porque son las diez mil mujeres de Manara, o acaso una sola. La turbación se nota desde la calle.

El lugar parece la sala de máquinas de Eros. Hay bocetos, láminas, viñetas. Con y sin diálogo. Carboncillo, óleo y explosión coloreada. Aunque al principio la mirada no atina a distinguir nada de eso. Está atrapada por ella, la justamente erigida en diosa, Miel. O Miele, depende del recuerdo de cada cual. La creación más húmeda y universal de Manara domina la primera exposición retrospectiva del genio italiano en España, en la galería el Arte del Cómic (C/ Acuerdo 10, Madrid) que reúne casi un centenar de originales. Ajena al porqué de esta tardanza, el icono erótico reposa, con deje calculadamente distraído, ante un campo de girasoles en la portada de El perfume del invisible, la historieta que rivaliza con El click por encumbrarse como la obra más afamada del dibujante.

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No hay objeciones en cuanto a su antihéroe: el trono es de Giuseppe Bergman, trasunto del propio Manara y de los lectores que partieron con él Orinocco arriba. Lo que comenzó como un homenaje a su reverenciado Hugo Pratt, como una carta de amor a Fellini, acabó siendo algo más. Más que una aventura, una fantasía dentro de otra o una desquiciada epopeya. Algo que se aprecia al contemplar en la muestra al errabundo aventurero que lucha con una anaconda en la octava página del H.P. y Giuseppe Bergman junto al que, solo unos metros más allá, aparece en Las aventuras orientales, las africanas, las mitológicas o en busca de Macondo. No son el mismo, aunque lo parezcan. La deconstrucción se valora especialmente en los originales de La Odisea, su historieta más ambiciosa, a la que el color no hizo ningún favor. Gracias al primigenio blanco y negro en el que están expuestas, su personalísimo Ulises es más onírico y a la vez perfila a Manara como lo que siempre ha sido: un ilusionista de lo erótico.

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En cinco décadas de trayectoria el erotómano dibujante ha acuñado multitud de definiciones sobre el significado de lo erótico en su obra —para él es «energía primaria», «impulso vital» y está convencido de que «el erotismo que dibujo es tranquilizante»— pero quizá la más conveniente para esta retrospectiva sea esa en la que afirmaba que el erotismo es «la posibilidad de ser eternos». Quizá por eso hay desnudos, hay felaciones invisibles, pubis, damas a veinte uñas… pero rara vez dos personas haciendo el amor. De ahí la habilidad de Manara para plasmar una necesidad de fantasía que ninguna de las variantes cinematográficas del s*x* ha logrado capturar del todo. Sus creaciones van más allá de satisfacer un ansia morbosa de usar y tirar.

La muestra presenta una eternidad conocida, como las mujeres de Los Borgia en ese libidinoso Renacimiento, la frescura y descaro de Claudia Cristiani, o la enigmante épica de El gaucho o Viaje a Tulum. Supone en sí misma un repaso por los distintos coqueteos de Manara con los géneros, de la sátira política al relato de aventuras o de ciencia ficción, con escalas en la ensoñación cachonda y tontorrona. Y, simultáneamente, presta ojos para asomarse a lo prohibido, a otras fantasías manarianas mucho menos celebradas, como una pequeña historieta llamada Tre ragazze nella rete,tres páginas que son de una rareza suculenta, y que despiertan el hambre de más. O sus ilustraciones de Asterix y Obélix, bastante sepultadas en una trayectoria prolífica a la que es díficil seguir la pista. Muy cerca, se brinda la posibilidad de descubrir el nacimiento de una imagen icónica: la portada francesa de Revolución, después de la que «sentarse en la cara» de alguien se convirtió en otra cosa. Y por mencionar solo una de sus colaboraciones con franquicias, también asisten a la insólita reunión las mutantes de Ragazze in fuga, su reimaginación de X-Men, las X-Woman.

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El trazo de Manara siempre ha oscilado entre lo prestado (de Moebius, Botticelli o Crepax) y lo homenajeado (Fellini, Pratt, Jodorowsky) para acabar en otro lugar. Uno tan personal como emulable. Esa singularidad, siempre presente, se enfatiza cuando el dibujante cumple con encargos ajenos como el Deseo de Sandman, u otras presentes en la exposición en las que retrata a iconos del Hollywood contemporáneo. Viendo el boceto —con el impulso fisgón que comporta— de las actrices Zoe Saldaña, Gemma Aterton o Blake Lively, de alguna forma indefinible uno sabe que está ante un Manara, aunque el trazo pudiera haberlo replicado cualquier otro y ellas no sean precisamente rostros anónimos. Ocurre lo mismo con otras basadas en alegorías mil veces retratadas: Hendrickje, Helena de Troya, la Dánae de Klimt… tienen ese esplendor que no caduca, ese fulgor radiante tan peculiar. Manara siempre ha defendido la intrascendencia de su arte, pero a dos palmos de la belleza avasalladora de la serie Zodiaco (doce ilustraciones, una por signo) dan ganas de discrepar, abrazar la astrología… o todo al mismo tiempo.

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Los corrillos, sin embargo, se forman frente a la portada de Viaje a Tulum. Aquella obra sin argumento aprehensible ejerce un poder de atracción casi fantasmagórico. Tampoco sabemos dónde empieza Manara y acaba Fellini, o al revés, y no es que importe demasiado. Es una oportunidad de puro nirvana para, simplemente, contemplar.

Contemplar a (casi) todas sus mujeres y a (casi) todos los Manaras: Manara, el joven enamorado de Barbarella, el amigo que aún añora las tardes con Fellini en la plaza del Popolo de Roma, el adulto al que La balada del mar salado le cambió la vida, el septuagenario que arrobado confiesa que todavía se enamora diez veces al día. El dibujante que presta ojos a lo prohibido, y que, irónicamente, sigue sudando sangre para dibujar la mirada de sus mujeres.

De todas ellas, ya hemos dicho, Miel sigue al frente. Tan carnal y lúbrica como las demás, pero infinitamente más deseada. Pudo ser el azar o la dulzona fantasía de sus flujos. O quizá se debe a que la verdadera fantasía no era tanto ella como su sexualidad: autosuficiente, agresiva, desinhibida. Con Miele, las protagonistas eran sus ganas de gozar. Su dignidad. No un voyeur, no un lector. Manara siempre ha sabido que el deseo solo se expresa en desmesura, que contenerlo es falsificarlo. Por eso sus mujeres son diez mil, aunque pudieran ser una sola.

L’ Essenziale, Milo Manara

El Arte del Cómic

Calle Acuerdo, 10
Madrid
28015

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https://www.jotdown.es/2019/01/maldito-milo-manara/
 
CÓMIC
1929, el año de dos cracs del cómic
Hace ahora 90 años, y con una semana de diferencia, nacieron los personajes de Tintín y Popeye. Ambos trascendieron el tebeo para convertirse en iconos populares del siglo XX


ÁLVARO PONS
Valencia 10 ENE 2019


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Popeye el Marino. CORDON PRESS


Este año plagado de aniversarios en el mundo del cómic —Batman, que llega a octogenario; Astérix, un jovenzuelo de 60 años o nuestro Guerrero del Antifaz, que cumple 75— comienza con la conmemoración del nacimiento de dos personajes que comparten edad y estatus de iconos de la cultura popular: los archifamosos Tintín y Popeye. Ambos nacieron hace nueve décadas, en 1929, el año del crac, que quedó asociado en la historia al inicio de la Gran Depresión y que, sin embargo, arrancó con estos dos hitos fundacionales del noveno arte como supremo arte de la gran evasión.

La creación de Hergé comenzó a publicarse en las páginas de Le Petit Vingtième el 10 de enero de 1929. El joven y pizpireto reportero de flequillo indomable, irrenunciables bombachos y fiel fox terrier Milú iniciaba sus aventuras con El país de los Soviets, una visión ingenua de la Unión Soviética, muy influenciada por el anticomunismo del abate Wallez, director de la publicación y declarado admirador de Mussolini. Un “pecado de juventud” como el autor remarcó muchas veces, pero que tuvo un éxito brutal pese al todavía tosco estilo del joven dibujante, muy influenciado por el elegante trazo de fina línea de dibujantes como George McManus o Alain Saint-Ogan.

Tintín nacía como evolución natural del anterior personaje de Hergé, el boy scout Totor, pero empapado por la actualidad al seguir modelos de intrépidos reporteros como Robert Sexé, que acababa de dar la vuelta al mundo en moto, o del joven danés Palle Huld, un quinceañero pelirrojo de pantalones bombachos que había emulado a Phileas Fogg, pero reduciendo el trayecto a solo 44 días. Tintín se convirtió pronto en un icono de la cultura francobelga, instaurando todo un estilo gráfico y narrativo. Aunque la mayoría de los álbumes fueron publicados antes de los años cincuenta (el último, inacabado, se editó en 1986), la creación de Hergé trascendió por completo el cómic, adaptándose al cine (con una de las películas rodada en parte en la Comunidad Valenciana, Tintín y el misterio de las naranjas azules), a dibujos animados y creando toda una cultura del merchandising a su alrededor, tan referencial y reconocible como lucrativa. Pese a las muchas polémicas que siempre envolvieron al personaje y a su creador, en muchos casos con acusaciones que olvidaban el contexto histórico de su producción, Tintín se erigió en referente absoluto de todo un estilo de hacer cómics e ilustración, que el dibujante Joost Swarte bautizó como línea clara. Aunque Hergé comentó en muchas entrevistas que no quería que su creación sobreviviera a su creador (como ha ocurrido con la mayoría de los clásicos del cómic francobelga, de Spirou a Astérix), se elucubra con que antes de 2052, año en que el personaje pasaría al dominio público, la controvertida compañía Moulinsart, gestora de los derechos de Hergé, no dudará en relanzar al joven reportero, para alegría de muchos y horror de otros. Lo que no cabe duda es que, 90 años después, Tintín mantiene su magia, y su dinámica narrativa visual sigue siendo ejemplo para nuevos autores.


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Portada de la primera publicación protagonizada


Apenas una semana después, el 17 de enero de 1929, las viñetas de la tira diaria Thimble Theatre, de E. C. Segar (iniciada 10 años antes y protagonizada por los hermanos Castor y Olive Oyl, conocida en España como Rosario), presentaban un particular y estrambótico personaje: un marino tuerto, de eterna pipa y musculosos antebrazos que, ante la pregunta del protagonista sobre si era marino, respondía con sorna: “Ja think I’m a cowboy?” (¿Crees que soy un vaquero?). El personaje tuvo tanta aceptación que pronto la serie pasó a llamarse Thimble Theatre Starring Popeye, adueñándose de las aventuras de la tira y dando casi de inmediato el salto a los dibujos animados, de la mano de uno de los grandes genios de la animación, Max Fleischer, que lo incluyó como personaje de los episodios de Betty Boop. De nuevo, el marino monopolizó las aventuras y se convirtió en una estrella que reclamaba su serie propia, Popeye the Sailor, que se prolongó durante más de 200 episodios. Entre las características más famosas de Popeye están su increíble fuerza y su invulnerabilidad, por las que muchos teóricos lo consideran como uno de los fundadores del género de superhéroes. Curiosamente, en sus inicios, los poderes del marinero tuerto tenían un origen bien distinto: nacían de haber frotado la cabeza de la gallina mágica Bernice. Pero el gobierno estadounidense aprovechó el éxito del personaje para promover el consumo de espinacas durante la Gran Depresión (a las que erróneamente se les había asignado un increíble contenido en hierro), introduciendo la ingesta de estas verduras como la razón de la increíble fuerza de Popeye.

La campaña fue un éxito sin precedentes y la figura de Popeye abriendo su lata de espinacas se convirtió en un icono de la cultura americana, que llegó a tener incluso su propio serial radiofónico, lo que le certifica como uno de los primeros fenómenos transmedia. Segar firmó aventuras maravillosas del personaje, casi delirantes, pero siempre con un poso de denuncia y crítica social que se insinuaba gracias al sentido común (y algo de cinismo) del famoso marino. La serie fue tan conocida que muchos de sus personajes forman parte de la cultura comercial americana: el glotón Wimpy dio nombre a una de las cadenas de hamburgueserías más importantes del país; mientras que el fantástico Eugene el Jeep, una mascota de increíbles poderes, inspiró el nombre de los famosos todoterrenos militares.

El mes de enero de 1929 fue pródigo para el cómic de EE UU: a la serie de Segar hay que añadir el inicio de las adaptaciones al tebeo de series de la literatura popular tan famosas como Buck Rogers o Tarzán, que aportaron nuevos géneros al cómic que luego se reconvirtieron en necesarios espacios de evasión y exotismo escapista durante la depresión.

Tintín y Popeye lograron traspasar las viñetas para alzarse en parte fundamental de la imaginería del siglo XX, iconos reconocibles de una cultura popular construida alrededor del noveno arte.

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Una viñeta de Popeye de 1929.


https://elpais.com/cultura/2019/01/09/actualidad/1547061745_112667.html
 
50 ANIVERSARIO
Toros, turismo y gitanos: los tópicos españoles según Astérix y Obélix (y olé)
Este año volverá a editarse ‘Astérix en Hispania’, el primer cómic de los héroes galos publicado en España en 1969; una publicación que repasa con mucho humor los clichés patrios


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La fiesta y los "ole" continuos son casi los protagonistas de 'Astérix en Hispania'.


PAULA CANTÓ
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CÓMIC

15/01/2019 1


Los héroes galos más conocidos llegaron a España hace medio siglo, en 1969. Aunque Astérix y Obélix cumplen en octubre sesenta años, todavía tuvo que pasar una década desde su lanzamiento para que se publicaran por primera vez en nuestro país con un título acorde: ‘Astérix en Hispania’. En esta aventura, los dos protagonistas debían rescatar a Pepe, el hijo del jefe Sopalajo de Arriérez y Torrezno -sí, se llama así-, secuestrado por los romanos.


El próximo mes de marzo, para celebrar sus cincuenta años de vida, volverá a publicarse su aventura española. Un cómic que recopila los clichés de unos españoles aficionados a los toros, a la fiesta, a gritar ruidosos “¡ole!” y acostumbrados a recibir marabuntas de turistas. Un todavía obsesionado Don Quijote también tiene su pequeño cameo. 'Astérix en Hispania' es una divertida parodia que logra mezclar los estereotipos actuales con un poco probable siglo I a.C.


Gitanos y agresivos… pero nobles
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El chaleco de torero y los cuernos en la cabeza que no falten.
‘Astérix en Hispania’ plasma unos españoles morenos y de tez oscura, más bien gitanos, malhumorados y belicosos. Sus personajes se muestran amenazantes y lucen orgullosos cuernos y chaleco de toreros. Eso sí, también muestran una cara amable: “Como los íberos pertenecen a una raza orgullosa y noble, siempre están dispuestos a admirar a los luchadores valerosos”, describen en una viñeta.


Toros y Semana Santa


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Astérix inventando el toreo por casualidad.


En una escena, el pequeño Astérix termina condenado a torear en una plaza, como un ‘gladiator’ patrio. Allí termina “inventando” el toreo al recoger la capa roja nueva que se le cae a una mujer noble. Astérix, todo un caballero, va a devolvérsela y la aparta de la trayectoria del toro para que no se manche. “No la toques, que la vas a ensuciar”, dice haciendo una perfecta verónica.



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La Semana Santa antes de Cristo.


En cuanto al resto de tradiciones, la Semana Santa también aparece un poco mejor adaptada, como si fuera un desfile de druida nada más Astérix y Obélix entran al pueblo.

Gastronomía mediterránea


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Amenazar sí, pero respetando la tradición.




La comida también tiene un peso importante a lo largo de la historia, como cuando el niño Pepe se niega a comer otra cosa que no sea pescado, lo que trae de cabeza a Obélix. En una posada andaluza, la cena cuenta con un plato del día: salchichas, coles y tocino. Con cerveza, claro. En la misma viñeta alguien se queja de que los precios van subiendo, a lo que otro responde: “¡Pero la comida es deliciosa!”, dejando clara una de las mejores virtudes del país.

En otra ocasión, el jefe del pueblo se niega a dejar entrar a César, por lo que le grita: “Si te tuviera en mi poder, romano, te haría freír en aceite de oliva”. Porque amenazar no está reñido con respetar la dieta mediterránea.

Turistas


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El Benidorm de entonces.


Por supuesto, Astérix y Obélix se van a desayunar a una posada llamada ‘El turista satisfecho’. “Se habla godo y se habla bretón”, pone en el cartel de la entrada como si un hotel de Benidorm se tratase. Algunos visitantes a la posada comentan otro tópico español: las carreteras siempre están en construcción: “Trabajan mucho en ellas”.

La fiesta (¡ole!)


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¿A quién no le ha pasado esto alguna vez?


En 'Astérix en Hispania' lo más fácil es montar un espectáculo, ya sea bailando, dando palmas o cantando sevillanas. En un momento, Astérix y Obélix se encuentran con unos “nómadas muy divertidos que bailan continuamente” y se lanzan a celebrar con ellos. Esa noche, Obélix pronuncia “ole” en sueños, lo que arranca contagiosos gritos de “¡ole!” desde los demás carromatos. La fiesta entonces continúa como si nadie se hubiera ido a dormir.



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'¡Ole, César!'


Los ‘ole’ también son algo constante, utilizado como un saludo más allá del ámbito del toreo. “¡Ave!” dice César al llegar a la puerta del pueblo. “¡Ole!” responde Sopalajo de Arriérez y Torrezno enfundado en su atuendo de torero antes de Cristo.

https://www.elconfidencial.com/cult...-en-hispania-topicos-espanoles-toros_1759250/
 
50 ANIVERSARIO
Toros, turismo y gitanos: los tópicos españoles según Astérix y Obélix (y olé)
Este año volverá a editarse ‘Astérix en Hispania’, el primer cómic de los héroes galos publicado en España en 1969; una publicación que repasa con mucho humor los clichés patrios


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La fiesta y los "ole" continuos son casi los protagonistas de 'Astérix en Hispania'.


PAULA CANTÓ
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CÓMIC

15/01/2019 1


Los héroes galos más conocidos llegaron a España hace medio siglo, en 1969. Aunque Astérix y Obélix cumplen en octubre sesenta años, todavía tuvo que pasar una década desde su lanzamiento para que se publicaran por primera vez en nuestro país con un título acorde: ‘Astérix en Hispania’. En esta aventura, los dos protagonistas debían rescatar a Pepe, el hijo del jefe Sopalajo de Arriérez y Torrezno -sí, se llama así-, secuestrado por los romanos.


El próximo mes de marzo, para celebrar sus cincuenta años de vida, volverá a publicarse su aventura española. Un cómic que recopila los clichés de unos españoles aficionados a los toros, a la fiesta, a gritar ruidosos “¡ole!” y acostumbrados a recibir marabuntas de turistas. Un todavía obsesionado Don Quijote también tiene su pequeño cameo. 'Astérix en Hispania' es una divertida parodia que logra mezclar los estereotipos actuales con un poco probable siglo I a.C.



Toros y Semana Santa


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Astérix inventando el toreo por casualidad.


En una escena, el pequeño Astérix termina condenado a torear en una plaza, como un ‘gladiator’ patrio. Allí termina “inventando” el toreo al recoger la capa roja nueva que se le cae a una mujer noble. Astérix, todo un caballero, va a devolvérsela y la aparta de la trayectoria del toro para que no se manche. “No la toques, que la vas a ensuciar”, dice haciendo una perfecta verónica.



La Semana Santa antes de Cristo.


En cuanto al resto de tradiciones, la Semana Santa también aparece un poco mejor adaptada, como si fuera un desfile de druida nada más Astérix y Obélix entran al pueblo.

Gastronomía mediterránea



Amenazar sí, pero respetando la tradición.




La comida también tiene un peso importante a lo largo de la historia, como cuando el niño Pepe se niega a comer otra cosa que no sea pescado, lo que trae de cabeza a Obélix. En una posada andaluza, la cena cuenta con un plato del día: salchichas, coles y tocino. Con cerveza, claro. En la misma viñeta alguien se queja de que los precios van subiendo, a lo que otro responde: “¡Pero la comida es deliciosa!”, dejando clara una de las mejores virtudes del país.

En otra ocasión, el jefe del pueblo se niega a dejar entrar a César, por lo que le grita: “Si te tuviera en mi poder, romano, te haría freír en aceite de oliva”. Porque amenazar no está reñido con respetar la dieta mediterránea.

Turistas



El Benidorm de entonces.


Por supuesto, Astérix y Obélix se van a desayunar a una posada llamada ‘El turista satisfecho’. “Se habla godo y se habla bretón”, pone en el cartel de la entrada como si un hotel de Benidorm se tratase. Algunos visitantes a la posada comentan otro tópico español: las carreteras siempre están en construcción: “Trabajan mucho en ellas”.

La fiesta (¡ole!)



¿A quién no le ha pasado esto alguna vez?


En 'Astérix en Hispania' lo más fácil es montar un espectáculo, ya sea bailando, dando palmas o cantando sevillanas. En un momento, Astérix y Obélix se encuentran con unos “nómadas muy divertidos que bailan continuamente” y se lanzan a celebrar con ellos. Esa noche, Obélix pronuncia “ole” en sueños, lo que arranca contagiosos gritos de “¡ole!” desde los demás carromatos. La fiesta entonces continúa como si nadie se hubiera ido a dormir.




'¡Ole, César!'


Los ‘ole’ también son algo constante, utilizado como un saludo más allá del ámbito del toreo. “¡Ave!” dice César al llegar a la puerta del pueblo. “¡Ole!” responde Sopalajo de Arriérez y Torrezno enfundado en su atuendo de torero antes de Cristo.

https://www.elconfidencial.com/cult...-en-hispania-topicos-espanoles-toros_1759250/

Este cómic es, para mí, sagrado. Lo tengo desde pequeña, de la colección Pilote. Me reía hasta entrarme hípo. Al principio por los apuros en que metía Pepe al centurión e incluso a Asterix y Obelix.

De todos modos, la España que refleja es la de los años 60, cuando España se abría al turismo y ante los precios bajos los europeos venían en tropel. Y se encontraban con carreteras maltrechas, procesiones, corridas de toros... En el cómic, Goscinny mezcla prodigiosamente la España de los 60 con la supuesta Hispania romana. Y me hace mucha gracia que remonte el tema de las procesiones a supuestas procesiones de druidas, jajajaja...

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Respecto al pueblo indígena, pues lo simplifica poniéndolo entre gitano y andaluz, pues si recurre al tópico de los gitanos, y me troncho cuando duermen en un campamento gitano y Obelix sale a bailar por bulerias y una gitana le rodea la cintura diciéndole "pero, ponte erguido, hombre, ponte erguido" y él le responde: "Ya estoy erguido".

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También el detalle del romano vestido de ibero para capturar a Pepe, que ante los galos y el niño se muere de miedo y al decir que es un nómada, empieza a decir "ole, ole" y Obelix le pregunta a Pepe si lo ha hecho bien y el niño le responde: "No está mal, conjunta mucho con las rodillas" (el tipo en vez de palmas chocaba las rodillas, jajajaja).

En resumen, yo creo que es un album superconseguido, muestra una España ya superada, pero muy acertada respecto a la que era en los 60, con esas casas rodantes de la frontera imitando a las caravanas, los hoteles...

Y ese niño, Pepe, la pesadilla de cualquier adulto, jajaja...

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o el pastor que pasa gente de contrabando por la montaña y casi le da un infarto cuando sus clientes se ponen a morder y golpear a la patrulla romana, jajaja...

En fin, una auténtica gozada, retrataba los tópicos de cada país a la perfección.
 
Última edición:
'Niño prodigio', las consecuencias de explotar a un genio televisivo de siete años

Creación cultural

Llega a España la novela gráfica más aclamada de Michael Kupperman, ganador del Harvey, Ignatz y el premio EISNER, el mayor galardón de la industria de la viñeta

Se trata de una fascinante historia autobiográfica en la que el autor intenta explicar su relación con su padre que fue estrella televisiva a los siete años gracias a un concurso de preguntas matemáticas

Francesc Miró
24/02/2019 - 20:27h
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Joel Kupperman dibujado por su hijo en 'Niño prodigio'

Después de la cena de Acción de Gracias de 2004, Michael Kupperman se sentó con sus padres a ver la televisión. Haciendo un inocente y desganado zapping, vieron que en TCM estaban echando una película de Abbot y Costello. Todo parecía de lo más normal hasta que su padre dijo: "Esos dos me regalaron un perro, un terrier escocés negro. Lo llamé Lassie". Así, como si tal cosa. Con una sonrisa poco convincente dibujada en el rostro.

Michael Kupperman no daba crédito a lo que estaba escuchando. La infancia de su padre siempre había sido un tema tabú en su casa. Él no sabía más de lo que le habían contado, que era poco o nada. Pero esa noche tomó dos decisiones: iba a descubrir quién había sido su padre y a documentar el proceso.

Resultó que él era de las pocas personas que no sabían quien había sido Joel Kupperman. Ahora, el dibujante y viñetista comparte su descubrimiento en Niño prodigio, que llega a España publicado por Blackie Books y traducido por Regina López. Novela gráfica de carácter intimista y biográfico que explora la relación entre un padre que fue estrella infantil y un hijo que quiere comprender por qué nunca le contó quién era.

Genios tempranos y explotados


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Aunque nunca habló de ello a su propio hijo, Joel Kupperman era un nombre célebre porque había sido un niño célebre. Fue la estrella de un concurso radiofónico y televisivo llamado Quiz Kids, uno de los más populares entretenimientos de los años cuarenta en Estados Unidos. A los seis años hizo el test Stanford-Binet y puntuó 219, uno de los mayores cocientes intelectuales medidos de la época. A los siete años se convirtió en un concursante fijo del programa y durante mucho tiempo fue -básicamente- el chaval más conocido de Norteamérica. Consuelo de tropas durante la Segunda Guerra Mundial, ejemplo de conducta para toda una generación y el ojito derecho de una comunidad que supo utilizarlo a su antojo.


Cuenta Michael Kupperman que la expresión 'niño prodigio' apareció por primera vez en la década de 1860, para referirse a los inmigrantes prepúberes que actuaban en los escenarios de los cabarés urbanos. Se ganaban el pan pero también, y más a menudo de lo que a los historiadores les gustaría reconocer, resultaban ser el sustento de sus familiares. En los años veinte, la figura del 'niño prodigio' se había popularizado tanto, que copaba todos los ámbitos: deportes, ciencia, artes, matemáticas... Para una familia de inmigrantes, "un niño prodigio era una oportunidad de prosperar, era como si te tocase la lotería", describe Kupperman en su libro.

Pero lo que fue una lotería para los abuelos del autor también fue una maldición para su nieto, el autor de Niño prodigio. Antes de significarse como una reflexión sobre las relaciones padre-hijo, Michael Kupperman dedica parte de su cómic a hablar del programa que hizo famoso a su padre y lo que significó para el país.

Quiz Kids nació de la mano del productor Louis G. Cowan, uno de los principales artífices de la CBS que conocemos hoy y gran conocedor del uso propagandístico de la radio. Amigo de Franklin Delano Roosevelt, había trabajado en la Oficina de Información Bélica y como director de Voice of America. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, hizo todo lo posible para contribuir a que su país fuese un ejemplo de conducta. Creó héroes de la nada y utilizó a los participantes de Quiz Kids para sus intereses.

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Viñetas de 'Niño prodigio', de Michael Kupperman



"Veía la guerra como una lucha por la supervivencia de la raza judía", defiende Michael Kupperman. Y en consecuencia, convirtió su programa en una máquina para recaudar fondos para las tropas estadounidenses. También aupó al estrellato a Joel Kupperman por el simple hecho de que era judío. "¿Fue mi padre propaganda? Ahora opino que sí. Ya por designio, ya por accidente, mi padre fue un símbolo debido a su raza", escribe el autor.

"¿Por qué si no iba a convertirse en tamaña obsesión nacional un niño mono con un don para las matemáticas? No solo hacía pasayadas en la radio, sino que conoció a los peces gordos que gobernaban el país", describe. Era solo un niño, pero era inteligente, era judío y proyectaba una imagen que cuajaba con las intenciones de la cadena. Así que se lo llevaron de giras interminables y le presentaron a los más importantes hombres. Salió en televisión acompañando a Bob Hope, Bing Crosby, Chico Marx e incluso intentaron que tuviese éxito en el cine con una película de Charles Lamont llamada De tal palo, tal astilla. Un día conoció a Orson Welles, que quiso impresionarle con un truco de magia cuya trampa la joven estrella supo captar al momento. Cuando le preguntaron, el director de Ciudadano Kane dijo: "Asombroso. Es tan sincero y puro como Albert Einstein".

Durante años, aquello generó en el chaval un estrés con el que aprendió a convivir. También una serie de carencias emocionales básicas. No tuvo amigos de la infancia y no sabía relacionarse cuando pisó el instituto. Tampoco tuvo un hogar dónde refugiarse de los focos, ni unos padres que le protegiesen -al contrario, estaban encantados con el éxito-. Pasó años recorriendo su país, siendo el genio que querían que fuese. Pasó una niñez de marioneta en manos de intereses adultos. Y cuando él mismo se convirtió en un adulto, bloqueó toda su infancia -consciente o inconscientemente-, y su cerebro borró todo lo que había vivido. No recordaba casi nada de todo aquello por lo que era conocido.

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Póster de 'De tal palo, tal astilla', el primer papel de Joel Kupperman (Quiz Kid)



Paternidades difíciles, infancias difíciles
Debido a todo esto, era de esperar que Michael Kupperman utilizase Niño prodigio para narrar la historia de su padre. Homenajearle en cierto sentido. Pero nada más lejos, la denuncia explícita de la explotación de estrellas infantiles no excluye la crítica a pecho descubierto sobre cómo le educó quien tenía que ser un ejemplo y qué tipo de influencia ejerció en él.

Niño prodigio es también un viaje hacia la comprensión de las causas del dolor que tuvo que sobrellevar el autor ante la incomunicación y falta de empatía de sus padres. Su madre, historiadora, estuvo siempre consagrada al ejercicio de su profesión. Lo mismo que su padre, que se convirtió en profesor de filosofía. Ninguno le prestó especial atención.

"En el núcleo de mi familia había un vacío, una falta de vínculos reales, o de una voluntad común de fingirlos", describe el autor. "Nuestros intercambios se caracterizaban por una forzada ligereza que ocultaba la negativa a verbalizar nada que pudiera generar incomodidad o dolor", empezando por la infancia que el pater familias había ocultado en algún lugar de su memoria. "Cuando evitas hablar en familia de un asunto obvio, enseguida dejas de hablar de cualquier otro tema. Es una forma de putrefacción".

En algún momento de su vida, Michael Kupperman supo entender que el silencio perpetuo también vivía en su hogar. La distancia emocional que le separaba de sus padres era algo a lo que habían contribuido todos. Y cuando quiso darse cuenta de que había necesitado una educación más inteligente en el terreno emocional, alguien que le escuchase y le comprendiese, ya tenía su propia familia. Entonces entendió que no debía ni podía repetir los errores de su padre. Así que escribió y dibujóNiño prodigio.

El viñetista propone comprender a quienes nos educaron como forma de comprendernos a nosotros mismos. En ese sentido, Niño prodigio es una carretera circular difícil de transitar en ocasiones. Un viaje de ida hacia la traumática infancia de un genio, y uno de vuelta hacia la psique más profunda de un artista que jamás entendió a su padre. Que no comprendió por qué no compartieron con él ese trauma que se convirtió en colectivo. Por qué tuvo que crecer en el silencio. Y sin escatimar en recursos gráficos ni en pericia narrativa, en la línea de la extraordinaria Fun Home de Alison Bechdel, convierte esta novela en un extenso y bellísimo intento no de perdón sino de reconciliación.

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Viñetas de 'Niño prodigio', de Michael Kupperman

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Trump, Ocasio-Cortez, los nazis… La guerra política de los cómics en Estados Unidos
Desde hace casi un siglo, las viñetas son un campo de batalla donde se disputa el carisma de los políticos

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La congresista demócrata de moda se convierte en heroína de cómic
VÍCTOR LENORE
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PUBLICADO 28.2.2019 - 12:21

Alexandria Ocasio-Cortez, estrella pujante de la política estadounidense, tendrá muy pronto un cómic donde es idealizada como la Mujer Maravilla. Se trata de una una apuesta de la compañía independiente Devil’s Due, que la representa como un ser todopoderoso, dispuesta a merendarse a sus enemigos y a fundar una nueva formación política a la izquierda del partido Demócrata. Ocasio-Cortez es conocida por su afición a los tebeos de superhéroes, especialmente los de gama alta. El pasado mes de enero, en un tuit de respuesta a sus detractores, cito una frase de ‘Watchmen’(serie de culto del legendario Alan Moore) para subrayar que rendirse no estaba entre sus opciones. “Ninguno de vosotros lo entendéis. No estoy encerrada aquí con VOSOTROS, sois vosotros quienes estáis encerrados aquí CONMIGO”. Una exhibición de confianza en su poder para cambiar estructuras de siglos en la política estadounidense. Además de vestirla como Mujer Maravilla, también se la imagina sobre un elefante desplomado (símbolo de su deseado triunfo sobre el partido Republicano) blandiendo un teléfono inteligente que refleja sus 3.2 millones de seguidores en redes. La historieta, con fecha de publicación prevista para mayo, es un recopilatorio de historias diversas sobre la joven (29 años) y rompedora congresista.

Qué es 'Excelsior', la palabra clave que Stan Lee ha usado durante medio sigloQué es 'Excelsior', la palabra clave que Stan Lee ha usado durante medio siglo
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Alexandria Ocasio Cortez, imaginada como heroína de cómic DEvil's Due comics
El actual presidente, Donald Trump, también ha sido personaje de aventuras de cómic, antes incluso de llegar a la Casa Blanca. Por ejemplo, en 2008, el superhéroes afroamericano Luke Cage apartó de una calle de Nueva York la limusina del magnate para abrir paso a una ambulancia, dentro de la serie 'Los Vengadores'. Como era previsible, el Trump de ficción se pone hecho una fiera y amenaza con denunciar judicialmente a Cage por su buena acción. No todas las viñetas le retratan como un ogro: en 2011, cuando ya se conocían sus ambiciones presidenciales pero casi nadie las tomaba en serio, una pequeña editorial llamada Bluewaterpublicó 'Political power: Donald Trump', donde se intentaba pintar al presidente como un líder mundial, ni peor ni mejor que el resto. Por supuesto, también existen numerosas historietas donde nos encontranos con la Trump Tower de Nueva York, que desde los años ochenta se ha colado en ‘Los Vengadores’, ‘Los Cuatro Fantásticos’ y en ‘El hombre de acero’, especialmente en el capítulo donde el multimillonario Tony Starkcompra una planta entera. Ya que estamos con Stark, la prensa anglosajona no ha dejado nunca de compararle con el magnate tecnológico Elon Musk, otra prueba que pensar en los líderes políticos como superhéroes es un marco mental típico de aquella cultura.

Viñetas contra los nazis
La obsesión de los estadounidenses con los cómics y la política queda bien documentada en un ensayo de pequeño formato titulado ‘Con capa y antifaz. La ideología de los superhéroes’, firmado por Julio Embid, que además es director general de Relaciones Institucionales y Desarrollo Estatutario en el gobierno de Aragón. Por ejemplo, Embid nos recuerda queentre 1943 y 1944, el ejercito de Estados Unidos distribuyó entre sus tropas cien mil cómics cómics mensuales. Los objetivos eran entretener, levantar la moral y confirmar a los soldados que estaban del lado del bien. Poco antes de la Segunda Guerra Mundial, la creación más potente de Marvel fue el Capitán América. Hoy muchos le perciben como un icono derechista, pero en realidad se trata del mayor símbolo pop del antifascismo, ya que fue diseñado para oponerse a Adolf Hitler. Sus autores, Joe Simon y Jack Kirby, recibieron toneladas de amenazas por parte de simpatizantes del nazismo.

"La elección de la Mujer Maravilla en 2016 como Embajadora de buena voluntad de la ONU para el empoderamiento de las mujeres y las niñas suscitó una cruda polémica entre miembros del propio organismo, que consiguieron que se retirara la iniciativa a los pocos meses"

El autor también recuerda la intensa polémica que suscitó en una cumbre de la ONU en 2016 cuando la directiva de la organización nombró a la Mujer Maravilla “embajadora honoraria de buena voluntad para el empoderamiento de las mujeres y las niñas en el mundo”. Se llegó a organizar una fiesta con invitados como el secretario general Ban Ki-moony las actrices Lynda Carter y Tal Gadot. Poco después, estallaban las críticas, señalando que quizá no era tan buena idea ensalzar como símbolo de empoderamiento un icono tan ‘yanqui’ y explícito. Esto decía el comunicado de protesta firmado por varios trabajadores del organismo, hombres y mujeres de distintas nacionalidades: “Es alarmante que la ONU haya considerado utilizar un personaje cuya imagen es tan abiertamente sexual en una época en la que los principales titulares de la prensa en EE.UU y el mundo tratan acerca de la objetificación de las mujeres y las niñas. Además, su vestuario, compuesto por unos relucientes leotardos que dejan ver los muslos, adornados con la bandera de EE.UU y con botas hasta las rodillas, son una muestra de insensibilidad por parte de la ONU acerca de las diferentes culturas del mundo”. Como era de esperar, el título honorífico de la Mujer Maravilla fue retirado inmediatamente, dos meses después de recibirlo. Se podía adivinar que la iniciativa no iba a caer en blando en países como Irán, entre otros.

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Ensayo de Julio Embid sobre la relación de los superhéroes con la política
El periodista satírico Bill Maher, una de las caras más conocidas de la franja televisiva nocturna, generó un intenso debate hace unas semanas al criticar el infantilismo de los lectores de cómics de superhéroes es su programa. “No creo que sea muy arriesgado decir que Donald Trump solo podía ser elegido presidente en país que ama los tebeos de superhéroes”, dijo. Como era de esperar, los fans del universo Marvel se lanzaron a despellejarle en Twitter. En realidad, Mahler tenía una posición menos feroz de lo que pueda parecer. “No tengo nada contra los tebeos de superhéroes. Los leía de vez en cuando en mi niñez y me encantaban los Hardy Boys. Pero en aquella época se asumía, tanto por los pequeños como por los mayores, que eran una cosa infantil y que al crecer todo el mundo pasa a otras cosas, como los libros sin dibujos”, recuerda. La tormenta de reproches e insultos que le cayó le hicieron dedicar unos hilarantes minutos a responder en su programa. Allí subió el voltaje retórico: “La gente que piensa que los cómics son literatura y que las películas de superhéroes son gran cine viven atrapados en una infancia eterna. Cuando un adulto presume de su adicción al universo Marvel es como si se pavoneara de que su madre todavía le cose los guantes al baby de clase para que no se le pierdan”, explicó entre carcajadas del público del estudio.

detallado reportaje que DC había ingresado un total de 3.760 millones de dólares por sus películas, mientras su rival Marvel había alcanzado los 13.500 millones de dólares. El gancho de sus historias tiene que ver con los altos estándares de calidad, pero también con el hecho de que son un impagable pasaporte de vuelta a la infancia. Michael Carbonaro, directivo de una emblemática feria de cómics en Nueva York, explica el lado emocional de la industria: "Estamos en un negocio abierto veinticuatro horas al día. La gente vende sus historietas cuando quiere venderlas. Hay coleccionistas a quienes conozco desde que tenía doce años que me decían que nunca venderían nada de su colección. De repente, en mitad de la noche, me llaman para decir que están listos para vender. Si no respondo inmeditamente, buscan otro comprador. Lo guay del mercado de cómics es que es muy líquido. Si necesitas dinero, vendes algo inmediatamente, sin necesidad de intermediarios. Para mí, cerrar un trato en mitad de la noche es mi vda, el sueño que tenía y que se ha hecho realidad", explica.
https://www.vozpopuli.com/altavoz/cultura/comics-Trump-Ocasio-Cortez-politica-eeuu_0_1222677951.html
 
Dos cómics sobre el poder
Publicado por Jorge Galindo
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Durante algún tiempo estuve convencido de que el primer libro sobre política que leí fue Socialismo y anarquía de Errico Malatesta, uno de los teóricos del anarquismo de entre siglos y entre guerras mundiales. Lo robé de la estantería de mis padres con doce o trece años. Obviamente, no entendí ni una sola palabra. En el medio camino entre la infancia y la adolescencia la política me apasionaba y me frustraba a partes iguales. La veía en todas partes: se respiraba en las conversaciones de los mayores en torno a la mesa, en el sofá frente a la televisión, en películas y libros que me envolvían, incluso en el instituto. Pero cuando intentaba mirarla de frente se mostraba tozudamente incomprensible. El problema no es que no entendiese nada, es que no entendía por qué no entendía nada. Estaba ahí, por todas partes, una presencia constante, ostensible e imposible de ignorar, en el rabillo del ojo. Pero al mirarla de frente y alargar la mano, lo que para mí era la idea básica del mundo (que había buenos y malos, y yo quería ser de los buenos) se esfumaba entre palabras de origen incomprensible. Así que allá por la página noventa del libro de Malatesta debí cerrarlo con un bufido, decepcionado por el fracaso del que creía que había sido mi primer intento. Probablemente lo dejé sobre mi mesita de noche y en mi regazo lo sustituyó un tomo recopilatorio de mi cómic predilecto: Calvin & Hobbes. Ahora, desde hace unos años, sé que el primer libro sobre política que leí fue precisamente ese, y no otro.

Allí estaban, un chaval y su tigre de peluche con vida imaginada, explicándome con palabras extremadamente sencillas que el mundo era complejo porque los humanos estábamos en él para bien y para mal, y por qué eso de pensar en término de buenos y malos no tenía demasiado sentido. El niño, con nombre de religioso con fe en la predestinación de los seres humanos, y el tigre, que, como el filósofo homónimo, creía que la humanidad era en el fondo un pozo oscuro que era mejor no explorar, se pasaron diez años, entre 1985 y 1995, planteando todos los temas del mundo. No es una forma de hablar. Amor, ciencia, religión, muerte, imaginación, escuela, comida, cine, literatura, muñecos de nieve, trabajo. Todo cabía en cuatro viñetas. Pero lo que yo más encontraba era política. Para mí, y reconozco que esta es una lectura bastante personal, si hay algún hilo conductor en esos diez años de trabajo es la relación con la autoridad. Tanto Calvin como Hobbes presentan conflictos de manera permanente en su manera de relacionarse entre ellos y con respecto al mundo que les rodea, y la distribución del poder es la constante que explica todos ellos. Calvin y sus padres. Calvin y Moe, el matón de la escuela. Calvin y Rosalyn, su niñera. Calvin y sus profesores. Calvin y el propio Hobbes, quien posee al mismo tiempo las intenciones de un niño, los hábitos de un animal y el conocimiento de un adulto. Es Hobbes quien tiene la personalidad más compleja de toda la tira, y en quien se concentran las obsesiones de su autor, comenzando precisamente por el poder como desagradable —pero inevitable— constante en el ser humano.

Bill Watterson empezó a dibujar copiando las tiras de Peanuts de Schulz cuando era solo uno o dos años mayor que Calvin. Estaba fascinado con el estilo personal del maestro, con su cuidado y dedicación al elaborar cada tira una a una él mismo, sin emplear fotocopias. Watterson soñaba con ser el próximo Schulz, e incluso le escribió una carta al dibujante, quien de hecho le respondió, llenándole (aún más, si cabe) de ganas por conseguir su objetivo. Al acabar el instituto hizo como los mejores periodistas y estudió una carrera de ciencias sociales, en su caso Ciencias Políticas. Sus primeros pinitos en las viñetas venían directamente de sus estudios: se encargó de la viñeta de comentario político del Cincinnatti Post durante solo seis meses, hasta que le despidieron porque no era capaz de captar las particularidades del día a día de la política local. Paradójicamente, esta es su mayor cualidad. Yo, como todos, leía El Jueves. Y todos leíamos también a Forges y a Quino y a El Roto y a Ricardo y a Gallego y Rey. Pero a mí nunca me satisfizo demasiado esa aproximación al debate político que de tan evidente era casi pornográfica; me recordaba demasiado a cuando creía que, efectivamente, uno podía simplemente ser de los buenos. Watterson tampoco parecía sentirse demasiado cómodo en la dicotomía exigida por el corsé de meter la actualidad dentro de un cuadrado. Así que decidió apostar por lo permanente en lugar de lo efímero. Filosofía y cotidianidad.

El año en que nací también nació Calvin & Hobbes para el público. El éxito fue instantáneo, quiero pensar que por dos razones. La que se cita más habitualmente es el absoluto derroche de imaginación que suponía el trabajo de Watterson sin perder la universalidad y cercanía de los temas y el enfoque empleados. El universo creado por el niño de seis años era tan acaparador como familiar, tan desbordante como recogido. Eso hacía que el lector se sintiese al mismo tiempo identificado y cómplice. Pero hay un motivo más profundo y a la vez más sencillo para explicar por qué el seguimiento de las aventuras de Calvin y su tigre fue y es tan grande: Watterson hablaba a su público con una complejidad inusitada en las tiras cómicas. No se trataba de emplear referencias rebuscadas. Tampoco alegorías enrevesadas o sarcasmo afilado. No. Watterson transmitía cosas muy difíciles con un estilo extremadamente sencillo. Esto hacía que el lector pudiese no solo escoger el nivel de lectura de cada tira, sino saltar de uno a otro con toda la facilidad del mundo. Cuando por ejemplo Calvin gritó que la felicidad no era suficiente, que demandaba euforia, encerraba en esa frase todos los problemas que tenemos para explicar por qué el incremento del bienestar genera una demanda aún mayor del mismo, dejándonos encerrados en un círculo vicioso en el que más riqueza no parece correlacionarse totalmente con más felicidad subjetiva. En otro momento, Calvin y Hobbes se ponen a jugar a la guerra, se disparan a la vez en la frente con una pistola de ventosas y, tras un segundo de reflexión, Calvin dice que qué juego más tonto, ¿no? Watterson va aquí desde el más sencillo alegato pacifista hasta la teoría de la «destrucción mutua asegurada», según la cual ninguna superpotencia nuclear debería tener incentivos para atacar a la otra aunque sí para armarse al mismo nivel, dado que cualquier movimiento ofensivo significaría desencadenar una guerra que acabaría con ambos bandos. La misma idea que hay detrás de la película infantil Juegos de guerra, por cierto; era este un tema bastante recurrente hacia el final de la guerra fría.

Pero lo que yo veía cuando leía a Watterson era, insisto, poder. Calvin no entiende por qué su padre tiene que ir a trabajar y él a la escuela, ni por qué tienen que dejarle vigilado por Rosalyn cuando se queda solo. Se niega en redondo, de manera constante (y tremendamente imaginativa y variada), a seguir las directrices de su profesora. Cuando triunfa se jacta de cómo la saca de quicio. Cuando pierde se queja de la opresión a la que se ve sometido, citando incluso a George Orwell. La obra entera de Watterson está dentro de un triángulo en el que los dos vértices principales son Calvin y todo el mundo adulto. Calvin intenta vivir de acuerdo a sus normas e intereses, pero se encuentra con que es imposible no estar bajo los dictados de los mayores. Trata incluso de establecer una democracia con respecto a la elección de quién ocupará su puesto de padre, incluyendo reportes, encuestas e informes en los cuales él es al mismo tiempo votante, analista, medio de comunicación y spin doctor. Al final todo acaba chocando con la insalvable barrera del poder adulto. Por eso Calvin toma un camino tangencial que le lleva al tercer vértice: su mundo con Hobbes. Un mundo aparentemente imaginario, pero en el que en realidad caben todas las posibilidades que no son viables de la otra forma. En términos gramscianos, Calvin desafía la hegemonía adulta estableciendo una definición distinta de la realidad. Sin embargo, Calvin nunca puede escapar al hecho de que son los demás y no él quienes disponen del monopolio de la violencia, y en general de todo lo material. Sus debates con Hobbes suelen, pues, terminar con el tigre siendo capaz de librarse del sometimiento, no así el niño. Dentro de esta tensión también tiene lugar el debate entre la fe en la humanidad (más bien en sí mismo) de Calvin y la pesimista y escapista visión de Hobbes. Pero el eje principal, anterior, sigue siendo el poder. Que sigue, en todas sus dimensiones, en manos ajenas a Calvin. Y yo no podía sino dejar de admirar la tozudez de un chaval de seis años que intentaba lo imposible, como una revolución tanto ideal como material, constante, en un régimen totalitario de rutina. En ese pozo sin fondo se hundían y de él surgía todo lo demás.

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En los años siguientes nada que encontrase entre viñetas consiguió captar realmente mi atención como lo hicieron los personajes de Watterson. Sí, Mafalda y sus amigos resultaban reconfortantes, pero también un tanto maniqueos. El Roto proporcionaba una falsa profundidad en la que sumergirse era tan peligroso como tirarse de cabeza a una piscina medio llena. Forges era costumbrista y divertido, pero nada más que eso. Un Berlanga sin crónica. También recuperé (más bien me topé con) ciertas obras de la Transición, particularmente el trabajo de Carlos Giménez después recopilado en los tomos España, una, grande y libre. Un buen retrato del momento, sin duda. Pero contado desde un punto de vista muy particular, un tanto exasperante para mi gusto, por simplista. Así que durante el resto de mi adolescencia dediqué mis horas de cómic a la ciencia ficción, es decir, a Moebius. Muy alejado de las orillas de la política, no era sino un descanso. Fue temporal: duró hasta que Watchmen llegó a mis manos.

Estaba acabando mi propia carrera de ciencias sociales, Sociología, con una aspiración parecida a la de Watterson. No en el dibujar, sí en el entender el mundo que me rodeaba y ser capaz de hilvanar siquiera un poquito del mismo en una narración de cualquier formato. Ya para entonces, uno de los asuntos que más espacio ocupaba de mi estrecha mente era qué podía hacer Calvin aparte de sus pequeñas rebeldías diarias y su constante establecer una definición paralela de su entorno a través de su no menos constante dialéctica con Hobbes. Bueno, más ampliamente me preocupaba cómo controlar y contrarrestar al poder. Un poder que, en cualquier caso, necesitábamos. La explicación hobbesiana del poder es que todos nosotros, seres humanos, nos ponemos de acuerdo para otorgar la capacidad de ejercerlo a una entidad libre, en principio, de la captura por la fuerza de nadie. Lo hacemos así para evitar la dominación y el abuso. Lo hacemos así para poder cooperar. Sin embargo, esto no es una solución al problema de cómo y por qué se mantiene así. Océanos de tinta, de letras, de modelos teóricos y matemáticos se han venido ocupando de este problema en múltiples variantes: por qué la democracia se sostiene a sí misma a veces y otras sucumbe a un golpe de fuerza, por qué el mercado funciona en ciertas ocasiones sin que una parte intente expropiar a la otra pero no en otras, por qué la corrupción es la forma prevalente de asignación de recursos solo en ciertos países mientras en otros la cooperación se produce por otros cauces. En Watchmen no encontré una respuesta al interrogante. Pero sí una forma descarnada de plantearlo publicada, casualmente, al mismo tiempo que yo era concebido y los primeros Calvin & Hobbes aparecían en periódicos estadounidenses. No soy demasiado amigo del azar, pero tener la misma edad que mis cómics predilectos encierra un cierto encanto que se pierde en la mezcla de páginas e infancia.

Las preguntas de quién ha autorizado a estos tipos, los superhéroes, a cuidar de nosotros, por qué se erigen en guardianes de la libertad y, sobre todo, qué asegura que se vayan a comportar de acuerdo a lo que de ellos se espera están presentes en prácticamente todas las historias con uno o varios superhéroes. Alan Moore decidió cogerlas y ponerlas sobre la mesa de la manera más cruda posible. En el mundo de Watchmen una pintada llena las paredes de la ciudad: quién vigila a los vigilantes. El problema eterno de los superhéroes es, pues, también el dilema central de la ciencia política.

Todos los autores han jugado con la faceta humana de los héroes, mostrando sus debilidades y sus dudas, sus inseguridades y el peso específico de la «gran responsabilidad» que conlleva el «gran poder» con que han sido agraciados, o maldecidos. La mayoría dejan incluso entrever que estos personajes no actúan en un vacío, sino que hay algo llamado Estado e instituciones con las cuales deben interactuar. En Watchmen el centro de la historia es la gestión de ese poder dentro de un contexto determinado, y es de hecho el Estado quien lo crea, para después destruirlo ante la convicción de que habían creado un imposible dentro de un sistema democrático liberal. Una idea central en democracia es que, dado que cualquier facción o grupo es susceptible de perder el poder en cualquier momento (mediante elecciones) y todos acuerdan funcionar de acuerdo a ese sistema de turnos, el monopolio de la violencia no pertenece a ninguna parte de la sociedad que pueda ejercerlo sobre otra. Si el Estado cuenta con una fuente, así sea potencial, de poder superior a los actuales medios (superior al ejército), y es incapaz de controlar quién ejerce el control sobre dicha fuente, ha roto el equilibrio o ha sentado las bases para romperlo. Eso era el Doctor Manhattan. Y también todos los «superhéroes sin poderes» que coprotagonizan la serie, particularmente Ozymandias.

Hay poca distancia entre el planteamiento de Moore en Watchmen y cualquier duda de cariz liberal sobre una parte del aparato estatal que goce de autonomía. Por poner un ejemplo reciente, la NSA y su aparente capacidad para compilar información sobre nuestras comunicaciones cotidianas. Sirve igualmente cualquier recelo que en cualquier momento se haya podido tener respecto a una parte del ejército en, no sé, la Grecia de finales de los sesenta o la España de la transición a la democracia. En realidad poca respuesta puede darse ante estos miedos. No hay ninguna fórmula que, hoy por hoy, nos permita asegurar totalmente que no va a existir un abuso de poder. Más aún: ni siquiera sabemos del todo por qué este abuso no es constante, por qué no existen facciones, en forma de superhéroes o de lo que sea, que intentan tomar el poder de las democracias occidentales por la fuerza. Tenemos algunas intuiciones y algunas regularidades empíricas, tales como que los países con ingresos per cápita medios en adelante que se convierten en democracia no vuelven atrás. Pero no tenemos ninguna solución definitiva a la cuestión de por qué el mundo, nuestro mundo, no se parece más a la pesadilla de Alan Moore. Esa es la cuestión que me acecha al final de cada página de Watchmen, siempre que regreso a él.

Llegado a un punto de lectura y profunda reflexión, uno no puede sino decidir, simplemente, seguir el ejemplo de Calvin y buscar un nuevo vértice ajeno al círculo vicioso que nos encierra. Pero, ah, no todos tenemos un tigre de peluche tan excepcional a mano para construir un modelo alternativo que nos explique por qué el mundo que nos rodea no se viene abajo.
https://www.jotdown.es/2019/03/dos-comics-sobre-el-poder-2/
 
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