Cómics. Un mundo de este mundo

No sé por dónde empezar xD pero venga, para variar, voy a recomendar producto nacional: Paco Roca. Seguramente a muchas os suene su nombre por la película de animación "Arrugas", pero tiene muchos cómics/novelas gráficas (nunca aprendí cuál es la diferencia) que merecen mucho la pena. Dos que me gustaron mucho a pesar de no ser de lo más conocido de él fueron "El ángel de la retirada" y "la casa" (este último me pilló en una época chunga y vez que lo releía, vez que lloraba). Y por supuesto "Arrugas".

Y bueno, a pesar de no ser mucho de mi estilo, pero por molarme tantísimo Loulogio, me compré el cómic que hizo la última vez que estuve en Espanya: "Taxus, el último en llegar". Me sorprendió gratamente y ahora está trabajando en la segunda parte ;)
 
Recomiendo The Boys, del escritor de Preacher, Garth Ennis, para quien quiera una deconstrucción de super héroes clásicos con mucha mala leche. Más duro pero super bonito es Habibi de Craig Thompson, está basado en Las Mil y una Noches y historias religiosas del Corán y la Biblia. Japonés, por supuestísmo, Berserk, una obra maestra que llevo comprando desde que salió en España. Y españoles está Black Sad que es brutal, al menos los dos primeros libros.... Y a ver si me acuerdo de más cosas :confused:
 
Muere Stan Lee, el mayor creador de superhéroes y padre de Spiderman, Los 4 Fantásticos y Thor

CÓMIC

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El hombre que ideó Spiderman, Los 4 Fantásticos, Iron Man, Daredevil y Thor fallece a los 95 años, según informan fuentes de su familia.

Stan Lee, guionista de cómics y creador de personajes como Spiderman, Thor y Los 4 Fantásticos, ha fallecido este lunes en Los Ángeles a los 95 años debido a complicaciones de una neumonía, según ha confirmado su hija al portal 'TMZ'.

Lee es el hombre detrás de personajes como Hulk, Daredevil, los Vengadores, el universo de mutantes en torno a los X-Men y muchos otros que conforman la iconografía más amplia del universo de superhéroes.

Lee fue también el motor detrás de la denominada Edad de Plata de las historietas, que eclosionó en torno a los años 60 del siglo XX y que se caracterizó por héroes que, lejos de aparecer como dioses invencibles, mostraban sus vulnerabilidades y dudas existenciales.

En ese sentido, acuñó una de las frases definitorias de la posmodernidad: "Un gran poder conlleva una gran responsabilidad". Apareció en el primer número de las aventuras de Spider-Man y resumió el espíritu de la generación de los 'baby-boomers', los nacidos tras el final de la segunda Guerra Mundial.

"Los charlatanes son los hombres más discretos: hablan y hablan y no dicen nada". La cita de Alfred d'Houdetot describe perfectamente la figura de Stan Lee, ese joven neoyorquino que tras llevar unos meses en Timely Comic, la editorial de su primo político Martin Goodman, ascendió a guionista (dos páginas del personaje estrella de la compañía, el Capitán América) y decidió firmar con pseudónimo. Su verdadero nombre, Stanley Martin Lieber, lo dejaría para cuando creara esa gran novela que lo elevaría a la altura de sus admirados Arthur Conan Doyle o Robert Louis Stevenson.

Nunca la escribió, pero aún así su nombre quedará asociado para siempre al entretenimiento. Su imaginación, junto a la titánica labor de dibujantes como Jack Kirby y Steve Ditko, dio vida a personajes como Spiderman, Los Cuatro Fantásticos, los X-Men o Los Vengadores, los mismos personajes que se han convertido en fenómenos globales con el salto del Universo Marvel al cine. Y junto a Thor, Hulk o Iron Man ha brillado él mimo, gracias a los cameos que hacía en cada superproducción, los mismos que lo conviertieron en un personaje sumamente atractivo para la prensa sensacionalista, que ha desmigajado hasta la extenuación los últimos años de su extensa vida.

Pero por mucho que han profundizado en él, todo lo que ha trascendido de su figura ha sido estrictamente lo que él dejó ver. Y así ha sido desde sus inicios, cuando al finalizar la II Guerra Mundial, la Era de Oro del comic-book tocó a su fin. El nacimiento del Comic Code -una especie de autorregulación de la industria ante la Caza de Brujas desatada contra el medio por el psicólogo Fredric Wertham- hizo que el cómic norteamericano se convirtiese en "cosas de niños". Durante 20 años, Lee hizo de todo en la maltrecha división de cómics de Magazine Managment Company, la misma que iba cambiando de nombres hasta quedarse con el de Marvel Cómics: guionista, editor de revistas y obras pulps...


Todo cambió cuando en 1961, después de despedir nuevamente a casi todos sus dibujantes y colaboradores, Lee recibió el encargo de crear un grupo de superhéroes. Goodman había visto en una partida de golf cómo el editor imbatible editorial rival, Jack Liebowitz, se pavoneaba del dinero que estaban ganando reuniendo a sus superhéroes. "Róbales la idea, hagamos lo mismo nosotros", le transmitió.

Según Stan, cuando recibió la orden de crear un supergrupo su ánimo tocaba fondo. Llevaba más de dos décadas en el negocio y sólo había pasado penurias. Fue entonces cuando su mujer, Joannie, le abrió los ojos "hazlos como a ti te gustaría. Mete tus ideas en el cómic. ¿Qué es lo peor que podría pasarte? ¿Qué te despidieran?". Y de su prosa y del dibujo de Jack Kirby surgió Mr. Fantástico, La Cosa, La Antorcha Humana y La Mujer Invisible: la Primera Familia de Marvel. Así nacieron los Los 4 Fantásticos primero y los cimientos del Universo Marvel después.

Ni Stan ni el resto de de los dibujantes que lo acompañaron (Steve Ditko, John Romita Sr, John Buscema, Gene Colan...) eran conscientes de lo que estaban haciendo. Daban palos de ciego, reciclaban ideas y conceptos. Pero supieron mostrárselo a los lectores como algo nuevo, diferente, especial. Con los "superhéroes con superproblemas" nacía la Edad de Plata, también conocida como la Era Marvel de los Cómics.

Lee utilizaba un lenguaje rimbombante, que a veces recordaba a Shakespeare, otras a la Biblia y otras a cualquier latiguillo que estuviese de moda en ese momento. El editor y guionista decidió convertirse en la cara de Marvel: un particularísimo relaciones públicas de la empresa y de sí mismo. Se puso un peluquín e hizo suyo un lenguaje desenfadado y juvenil que saltó de las páginas de los correos de los cómics a sus apariciones públicas. Con palabras de cosecha propia como 'nuff said' o 'excelsior' y sonados pulsos con la censura, buscó atraer a un público universitario que no dudó en acudir a la llamada.

Con la fama y la escasez de tiempo, sus guiones fueron mutando. A mediados de los 60 prácticamente todo el Bullpen (así se autodenominaba el equipo de autores de la editorial) trabajaba utilizando el Método Marvel: Lee dictaba una directrices, el dibujante las plasmaba con su arte y posteriormente las páginas volvían a él para que dialogara las escenas. Pero conforme el universo se expandía, el autodenominado The Man cedía cada vez más parte del argumento a sus dibujantes. Alguno de ellos sintió que cargaban sobre sus espaldas el peso de las historias. Sobre todo uno: el propio Jack 'The King' Kirby, el mismo que después reclamaría más autoría de la que la editorial le daba. Estas reclamaciones de Kirby (fallecido en 1994) y continuadas con su familia (que llegó a un acuerdo extrajudicial con Marvel hace unos saños) sembró la duda de si Lee se atribuyó más mérito del que debía con sus creaciones le persiguió hasta sus últimos días.

Pero lo que nadie podrá negar es que Lee tenía un ojo único para captar el talento y el zeitgeist de la época. Ya en los 70, cuando Martin Goodman había malvendido Marvel a Cadence Industries, convenció a los dueños para que lo enviaran a Hollywood para trasladar los superhéroes de Marvel a la gran pantalla. Acumuló fracaso tras fracaso con adaptaciones horrendas a la televisión... Hasta que a mediados de los 90, cuando la editorial estaba en bancarrota, sus deudores decidieron que la mejor salida era vender los derechos cinematográficos al mejor postor. Y poco después, cuando las películas de Spiderman triunfaban bajo el manto de Sony y las de X-Men en Fox, la propia Marvel se animó a producir películas con los personajes que nadie había querido: Iron Man, Thor, el Capitán América... Crearon Los Vengadores y los superhéroes se convirtieron en el género preferido de los espectadores.

Y en cada película de la factoría, ahí estaba Lee: haciendo de cartero, de viejo cascarrabias, de ligón intergaláctico, de DJ... Muchas veces, su aparición era lo más esperada, no sólo de las películas Marvel, sino también de series como The Big Bang Theory o incluso de producciones de las de la competencia. Tan sólo sumando la recaudación de la veintena de películas producidas por Marvel Studios (lo que deja fuera las de Spiderman y X-Men) se alcanzan los 17.000 millones de dólares, lo que convierte al Universo Cinematográfico Marvel en la franquicia que más dinero ha recaudado en toda la historia del cine.


Con su imagen de abuelo sonriente, millonario y despreocupado cayó tan bien que acabó adquiriendo mala fama en algunos sectores, pero para muchos siempre será el padre de la nueva mitología del siglo XX y XXI.

En una entrevista con EL MUNDO en 2014, bromeaba con su rol de demiurgo del moderno universo de superhéroes: "Todo eso está muy bien... ¿pero dónde está mi regalo del día del padre?".


También con la frase que definió aquel mundo: "Lo escribí y en realidad era una casualidad, como todo lo que haces cuando eres un escritor. Parecía lo correcto en ese momento y eso es todo. Nunca pensé que esa frase fuese a pegar tanto, que se convirtiera en algo tan conocido", reconocía: "Si lo hubiese sabido, le habría dicho al rotulista que pusiese la letra más grande y mi nombre debajo, pero no pensé en ello".

VIDEOS:
https://www.elmundo.es/cultura/comic/2018/11/12/5be9cc12e2704e345b8b47b4.html
 
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In memoriam: Stan Lee
Publicado por Bárbara Ayuso
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Stan Lee. Fotografía: Ringo Chiu / Cordon.
Solo hacía falta una frase, una sola, para que los duros de la paga pasaran de tus manos a las del quiosquero. «Stan Lee presenta». Tenían un poder magnético, voraz. Debajo de ellas podía estar silueteado Spider-Man, Los Cuatro Fantásticos o Hulk, daba igual. Dentro había viñetas. Y onomatopeyas campanudas. Villanos con iniciales gemelas. Superhéroes con problemas tontísimos y poderes de verdad. Al principio no teníamos ni idea de la cara que tenía el tal Stanli, pero si él lo presentaba una cosa estaba clara: se venía con nosotros a casa.

Murió ayer, pero seguía en nuestra casa. En nuestra habitación, más bien. Donde sea que nos tumbáramos a hundir nariz entre páginas coloreadas, hasta que alguien más alto que nosotros farfullara: «¡Pero qué aprendes con eso!». Algunos respondían, los más dábamos un portazo brusco que nos devolviera a Queens o a Brooklyn. Esperaban que aprendiéramos pero nos desvivíamos por divertirnos.

Él, el chico judío enamorado de Shakespeare, nació en Manhattan. Durante mucho tiempo esperó de sí mismo algo muy concreto: escribir la gran novela americana. Un sueño muy grande en una casa muy pequeña. Fantaseaba con verse en letras serias coronando portadas: Stanley Martin Lieber, escritor. Conservó viva la fantasía junto a su nombre real. Acudía de tanto en tanto a alimentarlas. Mientras, casi por azar, empezó a crear fantasías para otros. Un día, Jack Kirby y Joe Simon le prestaron a su Capitán, y el chico judío se inventó una historia para el héroe y un pseudónimo para sí: nacía Stan Lee.

Sin embargo, a la guerra se fue como Mr. Lieber, destinado al Cuerpo de Comunicaciones para reparar postes de telégrafos. Hizo lo que pudo, pero era cuestión de tiempo que Lee tomara el control. Por eso le transfirieron a otra unidad, con menesteres menos prosaicos como crear eslóganes, guiones, y manuales militares. Y alguna caricatura. Su expediente lo atestigua: fue oficialmente un «dramaturgo» de la guerra, uno de los únicos nueve que tuvieron las fuerzas armadas estadounidenses.

Nada bueno le esperaba a su regreso de la contienda. Stanley compartió el mismo futuro de incertidumbre que los superhéroes: ¿cuál sería su papel? ¿Qué eran todos ellos sin guerra? Sin la Segunda Guerra Mundial para enfocar su heroísmo se habían vuelto carcasas vacías. Ni la Antorcha Humana, Batman ni el Capitán Marvel levantaban cabeza. Superman se tambaleaba en su pedestal. La llamada Edad de Oro de los cómics había muerto, y ni las capas ni los superpoderes eran ya capaces de seducir a quienes antes hicieron volar.

Stan Lee, que ya no era un chico, quiso tirar la toalla. Convertido en guionista de plantilla de Timely Comics (futura Marvel) sufría cada cancelación de Capitán América como la muerte de un hijo. Tras probar con el wéstern, con los detectives… estaba exhausto. Quizás era hora de trabajar en las fantasías propias, de cederle el turno a Stan Lieber y su novela aplazada. Se concedió un último intento, porque una mujer con la que no se suponía que tenía que acabar casándose le insistió. «Haz lo que siempre has querido hacer, sea lo que sea», fueron sus palabras.

No fue la gran novela americana, fue mucho mejor. Una familia, el cuarteto en bronca constante, sin identidades secretas ni ciudades ficticias. Eran superhéroes, pero otros superhéroes distintos, revitalizados. Fantásticos. No solo tenían poder, tenían personalidad, humanos defectos. Se medían el lomo enfundados de azul: había llegado la hora de las tortas. Lo demás es historia contada, que contaremos de nuevo ahora que se ha ido, porque para eso están las gestas. En un lustro, Lee —en triunvirato con Kirby y Steve Ditko— nos proporcionaron un mundo entero que habitar. Spider-Man, Iron Man, El Doctor Extraño, Nick Furia… Un lugar en el que lo innato era luchar contra la maldad, donde sabías que en algún rincón estaba la esperanza. El Universo Marvel se creó en cinco años, pero perdurará otros mil. Como mínimo.

No es exageración, ni hipérbole. Con la marcha de Stan Lee fallece, quizás, el último creador de mitologías de nuestra era. Con todos los claroscuros que su vida y su carrera llevan a rastras. Ahora que la muerte impone desempolvar todos los títulos acumulados («Hacedor de Mundos», demiurgo, «Stan The Man») no hay motivo para no celebrar también el asesinato de Stanley Martin Lieber. Porque gracias a que un chico judío aplazó su fantasía tuvimos un refugio para las nuestras. Porque en lugar de aprender escogió divertir.

Pocas veces un refugio albergó tantas plazas, tanta gente. Tan diferente. Quien se veía atribulado como Peter o los que se sentían despeñar como Harry Osborn. Da igual si provienes de la época en la que Stan Lee no tenía rostro y los tebeos eran baratos, o si creciste con él convertido ya en una figura de merchandising global. Si le recuerdas posando en pelota picada con anillo en el meñique, sin canas; o si apareció en tu vida con pantalón de jubilado y gafas de ahumado setentero. Cuando en la penumbra de una sala de cine su figura aparece unos segundos, todos esos entusiasmos forman parte del mismo aplauso.

Todos esos son los que se divirtieron aunque les reprocharan que no aprendían nada. Con blockbusterso con viñetas. Todos los que sabíamos que esta muerte la íbamos a llorar. Un ejército de agradecidos a los que Lee impartió, sin querer, una lección fundamental: que divertirse lo es todo. Que el entretenimiento, por sí mismo, es ya un aprendizaje. ¿En qué consiste, si no, el sense of wonder?

Cada vez que se muere un héroe nos sentimos un poco más viejos, un poco más solos. La infancia se va disipando poco a poco por el cristal de detrás, hasta volverse minúscula. Cuando el que se muere no es un héroe, sino el padre de ellos, el vacío es extraño, inconcluso. Como si faltara un pedazo de narración: «Stan Lee presenta: Farewell».

Nos duró casi un siglo y ha sabido a poco, qué cosas. Se va sin ver en la pantalla una adaptación cinematográfica a la altura de sus Cuatro Fantásticos, sin llorar la marcha del Capi. Dejando un almacén de gemas preciosas en su Stan’s Soapbox, habiendo cultivado el noble arte del segundo desayuno, como los hobbits. Habiéndose divertido como un cabrón, acuñando frases eternas. Stan Lee, constructor de refugios. Se va, en definitiva, como lo que quiso ser: un cameo en nuestras vidas. Le estaremos despidiendo un tiempo, porque tardará en extinguirse.

Mensaje a Tierra 616: Stan, tenemos una deuda enorme contigo. Ven a cobrártela si tienes huevos, Excelsior!

PD: Saluda al tío Ben.

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Stan Lee, 2017. Fotografía: Cordon.

https://www.jotdown.es/2018/11/in-memoriam-stan-lee/
 
Abro hilo para que podamos hablar de todo lo relacionado con el mundo del cómic desde las grandes editoriales como Marvel y DC, pasando por editoriales mas pequeñas o independientes y como no nuestro el gran Ibañez con su Mortadelo y Filemón, Rompetechos o 13 rue del percebe que fueron los primeros que leí.

Empiezo recomendado el comic de Sandman, es bastante caro yo me lo descargue pero estoy ahorrando para hacerme con la edición especial porque es un cómic que me encanta.

A modo de sinopsis, The Sandman narra unos 70 años en la existencia del Señor de los Sueños (conocido por, entre otros, los nombres de Morfeo, Sandman, Kai'chul o, simplemente, Sueño), desde que es capturado por unos ocultistas que pretendían encerrar a su hermana, la Muerte, hasta que se se ve obligado a tomar una decisión trascendental que afectará por completo al mundo de los Sueños. En este tiempo tienen lugar una serie de acontecimientos que, de una forma o de otra, afectan al mundo de los Sueños o al mismo Morfeo, y que a menudo tienen que ver con su familia: Los Eternos.

Aunque se puede clasificar dentro del género fantástico, existen muchas variaciones de género, atmósfera y estilo a lo largo del desarrollo de la saga: es frecuente las incursiones en los géneros terroríficos, históricos y dramáticos, además de constantes pinceladas de comedia. A pesar de esto, hay un elemento de cohesión narrativa en todo el relato: el sueño, entendido tanto como un estado mental de los personajes como un espacio real en el que se desenvuelven los acontecimientos. Con la excepción de algunos álbumes fuera de la serie regular, prácticamente todo el argumento se desarrolla, o tiene que ver, con Morfeo, al mismo tiempo señor del reino de los sueños y representación antropomórfica del sueño mismo, o sus dominios.

PD: en este hilo podemos recomendarnos películas, series, videojuegos... todo lo relacionado con este mundo no solo cómics


Me gusta el comic aunque lo conozco poco. Me gustan mucho Paco Roca, autor del famoso Arrugas. También me gusta Alan Moore, el autor de V de Vendetta, From Hell - Desde el infierno, con un giro onirico y muy critico social alrededor de los asesinatos de Jack el Destripador - Watchmen, La liga de los hombres extraordinarios, etc... Es un grande.

En la infancia (y ahora) me encantaron los Axterix, principalmente los del guionista Goscinny, que tenia una gracia sutil personal intransferible cuya falta se dejó sentir en los albumes publicados a solas por el dibujante Uderzo y los actuales guionista y dibujante.

Nunca pude con Tintín, nada, y sigo sin aguantarlo.

Y me encantan Mortadelo y Filemón.

Tengo un album muy antiguo contando "La flecha negra", de Robert Louis Stevenson. Me marcó tanto que para mí Richard y Jane y Sir Daniel y demás personajes son tal y como los dibujó el autor y los actores u otros albumes que vea sobre la novela me parecen falsos, jajaja... Es maravilloso, con unos colores, unas viñetas de diferentes tamaños, casi parecen 3D, unos detalles sobre la decoración de los escenarios, los vestidos, la sangre en la batalla... espectacular.

Y, naturalmente, en la adolescencia leí a Esther, esa muchachita inglesa tan progre, que ganaba su dinerillo, tenia padrastro adorable, hermana mayor más hermosa e inaguantable, mejor amiga, y su amor eterno, Juanito, un Beckham.
Me llamaba la atención porque mostraba realidades distinas, familias diferentes. Poe ejemplo, los padres de Rita estaba divorciados, la propia Esther en huérfana de padre y tiene padrastro, Juanito vive con su abuela. Eso en los 80 de España no era aún habitual. Te partías de risa con su sinvivir con Juanito, que la consideraba su mejor amiga. Ella siempre sufriendo por él a pesar de que le salian novios muy guays, pero nada, ella era de Juanito, nada más.

Hace unos años sacaron dos albumes sobre Esther adulta, enfermera, divorciada con una hija adolescente y dejaron la historia sin terminar, con Juanito, mister de equipo de futbol, viudo de la manipuladora Fenella, que habia echado los tejos al cuñado doctor de Esther. Y te dejan con la duda si la noche de amor que logró por fín la Esther de 20 años con un Juanito estrella de futbol tuvo fruto en su hija o no.

Cordial saludo
 
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