Ciclismo, los esforzados de la ruta.

Un brindis para Ecuador: análisis del Giro 2019
Publicado por Marcos Pereda.

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Richard Carapaz.

Se llamaba el Pun, por «Punichuquín», que significa Puerta de Oriente. Allí el aire es fino, con ese punto gélido de la montaña. Paisaje verde, multitud de cauces que bajan borboteantes desde el volcán Chiles, un monstruo de más de cuatro mil quinientos metros que se encuentra unos kilómetros al occidente de nuestro pueblo. Que ya no se llama Pun, sino El Carmelo, porque los misioneros carmelitas se empeñaron en que era mejor su nombre recién llegado que ese tan feo con siglos de antigüedad. Y lo cambiaron, vaya. Hace cuatro días, como quien dice, en 1955.

Es allí donde nació, treinta y ocho años más tarde, Richard Carapaz. No le busquen antecedentes al campeón de este Giro de Italia 2019… pertenece a la estirpe de los pioneros, de los descubridores. El primero de su país disputando un Giro, una Vuelta, el primero en ganar etapa en Italia, en vestirse con la maglia rosa. Aquel a quien nadie esperaba. El que siempre estuvo donde tenía que estar, atacando mientras el resto echaba cuentas, sumas, restas, raíces cuadradas basándose en fuerzas que no eran y amenazas que no existían. El que supo, después, conservar la ventaja. Hasta Verona.

Sin tragedia, esta vez.

Bill Murray vestido de ciclista

Pintaba bien el Giro. La italiana es una carrera vigorosa, fresca, con un punto desenfadado, a ratos caótico, a ratos solamente majestuoso, consciente de un pasado mítico que no duda en explotar a la mínima ocasión. Como Italia, vamos. El único sitio donde los ciclistas rozan con sus rodillas iglesias barrocas perdidas en cualquier pueblo de la Toscana sin quejarse. O quejándose poco. El Giro es el Giro, y hay que quererlo así. Con sus gelati, sus cambios de tiempo, su sol primaveral, sus tempestades en las montañas, sus noches larguísimas cuando se llega a alguna población un poco grande. Cuesta poco enamorarse de esta prueba, vamos.

En 2019, además, contaba con participación de campanillas. Se fue cayendo poco a poco, como veremos, pero de primeras epataba. Ya son varios los grandes nombres que dejan al Tour de Francia como un imposible, una quimera secuestrada por el dominio del Sky (en Italia corrieron como Ineos, su nuevo patrocinador) a la que se acude, sí, pero con pocas expectativas y menos ganas. Al menos de boquilla. Entonces las miradas se vuelven hacia Italia, porque la Vuelta queda al final de temporada, y ya para entonces a ver cómo de alto vuela cada uno. Por eso este año el Giro contaba en su star(t)list con los mejores vueltómanos del momento (disculpen las tres o cuatro excepciones). Tom Dumoulin, Simon Yates, Egan Bernal, Vincenzo Nibali, Primož Roglič, Miguel Ángel López, Mikel Landa. Añadan un nutrido grupo de «guadianas montados en bici» (Zakarin, Majka, Mollema, Pozzovivo, Chaves) y toda la Italia libera e redenta sobre dos ruedas (que siempre aparece especialmente motivada en estos saraos) y tendrán los ingredientes para una tormenta perfecta. Una que no se dio, por cierto, se lo vamos adelantando. Porque el asunto se nos ha quedado un poco soso al final.

Y eso que no empezó mal. En Bolonia, nada menos, que ya es estilo. El Santuario della Madonna di San Luca, una sinfonía de curvas anaranjadas que se alza sobre verde bosque y marrón historia. Allí, en un puñado de kilómetros contra el crono, Primož Roglič dio la primera exhibición de la prueba. Seguramente la más anunciada de todas, pero no por ello menos impactante.

Hace ocho años Primož Roglič era saltador de esquí. Uno de los buenos, campeón del mundo juvenil, con victorias en la Copa Continental. Vivía muy cerca del trampolín de Planica, que es como hacerlo enfrente de Wembley o el Madison Square Garden, para que se hagan ustedes una idea. Precisamente allí sufrió un accidente de esos que los ves y no sabes cómo ha podido salir indemne el tipo. Peccata minuta para estos deportistas, acostumbrados a los golpes. Fue así, tras una fractura, que Roglič cogió la bicicleta para ayudarse con la rehabilitación. Ya nunca se separó de ella. Dejó su antigua disciplina y se convirtió en el ciclista exótico de pasado extraño. Ahora ha tornado en realidad. Su historia le complementa, pero no es lo único que ofrece. También gana.

Pero en nuestro Giro la primera semana, más descafeinada de lo habitual, tuvo otros dos elementos de interés: las retiradas de algunos favoritos y la aparición fulgurante del Bill Murray ciclista.

Por caída se tuvo que quedar en casa Egan Bernal, el joven talento colombiano de Ineos que llevaba toda la primavera opositando a ganador en Italia. Rotura de clavícula, dijeron, aunque a la semana el mozo andaba otra vez en la carretera destrozando récords privados. Cosas veredes. Por caída, también, se marchó Tom Dumoulin, otro de los grandes contendientes. Este apretó los dientes y logró terminar la etapa cuarta, aunque con la rodilla izquierda supurando sangre. Al día siguiente se borró. Uno menos, y van dos. Sensación de psicosis.

En aquel paso peligroso, entre la lluvia y el asfalto deslizante, perdieron tiempo otros de los llamados a hacer cosas. Entre ellos Bill Murray.

Bill Murray es Mikel Landa, un ciclista alavés de ojos tristes, media sonrisa y un látigo (cuando quiere) en la lengua. Uno de esos que siempre parece poder hacer más de lo que hace, principalmente porque destila tanta clase, tiene tal facilidad en su terreno natural (la escalada) que convierte cada carrera en una exhibición de los «¿y si?».

Porque Mikel Landa vive en el día de la marmota. En la Gran Vuelta de la marmota, más bien, pero ustedes me entienden. Siempre se cae (o le tiran). Siempre le sale un compañero por el córner para quien debe trabajar (a puñados, desde Aru hasta Froome). Siempre maneja las mejores piernas del pelotón pero está atado por intereses de equipo, o por ambiciones ajenas, o por circunstancias de carrera. Observados estos elementos uno a uno, de manera individual y a lo largo de los años (prácticamente) todos son ciertos. Concatenados empiezan a mostrar una tendencia que no puede ser casual.

En Frascati, mientras su equipier Richard Carapaz ganaba la etapa (una anécdota, pensaban muchos) Landa acumulaba más pérdidas. Desastroso contra el crono, cortado en los cortes, caído en las caídas. La suma de segundos transmutados en minutos empezaba a pesarle. Después de la contrarreloj de San Marino (nueva exhibición de Primož Roglič, nuevo naufragio de Landa) la cosa empezó a ponerse imposible. Solo que Mikel tiene un cierto trasfondo de épica, de uno contra todos, de preso en su propio personaje. Un camina o revienta, lo que casi siempre termina en revienta, por otra parte. Pero eso, que nadie se atreva a enterrarlo. Por si acaso.

Ah, en San Marino patinaba también de forma llamativa Simon Yates. «Si fuera mis rivales ahora mismo estaría cagado», dijo después de firmar un gran prólogo. Fue la única vez que destacó en la carrera que estuvo a punto de ganar un año antes. Es el problema de los bocachanclas: cuando no tienen fuerza quedan fatal.

(Pero a mí me encantan, oigan).

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Primož Roglič, etapa 14. Foto: Gian Mattia D’Alberto / Cordon.
Decíamos en 1997

El Giro de 1997 fue casi clandestino en España. Si su cuñado le dice que recuerda dónde estaba mientras veía los hachazos de Rubiera camino de Falzes seguramente le esté mintiendo. No, en 1997 nos enterábamos de cómo iba la carrera italiana por el Teletexto, que era como internet pero en plan más rústico, con solo cuatro colores y sin por**.

O tempora, o mores.

Aquel 1997 un corredor venido del este (Pavel Tonkov) había empezado como un avión, domeñando la cronometrada que terminaba en San Marino y llevando una maglia rosa que amenazaba no quitarse hasta el final de la carrera. Varios favoritos debieron abandonar por caídas (el más llamativo fue Marco Pantani, a quien se le cruzó un gato negro en la carretera…literalmente), y todo parecía jugarse entre dos hombres: Tonkov y Leblanc.

La etapa decisiva fue la que terminaba en Cervinia. Aquel día un segunda espada saltó desde lejos. Su nombre era Ivan Gotti y tenía como victoria más importante una etapa en la edición anterior del Giro. Leblanc y Tonkov dejaron hacer, cruzaron miradas, midieron sus nervios. Tira tú, no, tira tú, ¿no querrás que yo haga todo el trabajo?, pues anda que yo. Ese tono, ustedes saben. El caso es que Gotti llegó con casi dos minutos de ventaja sobre los importantes y se vistió de rosa. Lo malo vino más tarde, cuando todos se dieron cuenta de su error: aquel tipo caminaba como el que más. Ni siquiera el Mortirolo sirvió para devolver las cosas a su sitio. Imposible. Acabó ganando su primer Giro ante un atribulado Tonkov, que no sabía muy bien lo que había pasado.

La decimocuarta jornada del Giro 2019 tuvo ese regusto noventero. La familiaridad de lo ya visto. De saber lo que está ocurriendo. Richard Carapaz, ciclista relativamente gris que había ganado una etapa el año antes, salta a unos kilómetros de la cima de San Marco, un coloso asfaltado casi a los pies del Mont Blanc. Por detrás Roglič, magliarosa (al menos maglia rosa virtual, porque la real la llevaba su compatriota Jan Polanc), y Nibali, quizá el gran favorito, empiezan a jugar a los nervios. El ecuatoriano no se lo piensa y aprieta con todas sus fuerzas, sabedor de la enorme oportunidad que se le presenta. ¿Consecuencia? Casi dos minutos en meta, victoria de etapa y liderato. Tranquilos, pensaban, aun quedan otras etapas. La del Mortirolo, por ejemplo. Me imagino a Tonkov en casa, rumiando sinsabores pasados. Y a Gotti, claro, sonriendo levemente…

Antes de eso las primeras montañas habían clarificado en asunto. El debut vino en Montoso, camino de Pinerolo, en lo que se pretendía un homenaje a Coppi y acabó siendo algo mucho más descafeinado. Porque ya no hay maillot Bianchi, ni Buzzatti escribiendo, ni Bartali es el viento Bóreas, ni siquiera los uomos se quedan solos al comando durante cientos de kilómetros. Otra época.

Allí, en Montoso digo, atacó Landa, y con él se fue Miguel Ángel López. El colombiano es un ciclista enigmático, desesperante, ciclotímico….en definitiva, alguien a quien se puede amar sin miedo a que te tachen de mainstream. Coge todas las caídas, mete las ruedas en los baches, sería capaz de pinchar aunque rodase por un tapete donde se juega al snooker. Además no sabe medir sus fuerzas, ataca para luego descolgarse, se queda en los descensos, esprinta cuando no toca y acaba provocando reacciones en cadena cuyo primer damnificado suele ser él. Por si fuese poco el sainete, un espectador le tiró al suelo en la última etapa de montaña de este Giro y López, ni corto ni perezoso, le propinó cuatro buenas hostias mientras decidía si subirse otra vez a la bicicleta o dedicarse de forma definitiva a la apicultura ecológica…

Pero todo eso no lo sabíamos en Montoso, y estuvo bien su empeño. Como lo estuvo al día siguiente el ataque, otra vez, de Mikel Landa. El de Murguía quería hacernos creer que sí, que es posible, puedes mirarme a los ojos y ver que no te miento. A orillas del Lago Serrù, en la carretera del Nivolet, Landa masticaba otro cachito de renta sobre sus rivales. Le han dejado irse, decían algunos. ¿Quiénes? Pues quienes van a ser. Los importantes. Los dos capos. Roglic y Nibali.

Ilusos.

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Richard Carapaz, etapa 14. Foto: Marco Alpozzi / Coron.
Al día siguiente Carapaz ataca en San Marco y termina el Giro de Italia. Ni Landa puede seguir entrando en emboscadas locas, ni los supuestos jefazos tienen, a la postre, tanto gas. Más bien son ellos los que penan tras la rueda del ecuatoriano.

Sospecho que Nibali tardó poco en darse cuenta de su enorme error. Un día, concretamente, cuando comprendió que su enemigo (su único enemigo) se llamaba Richard Carapaz y le sacaba un par de minutos. A esa certeza contribuyó decisivamente Primož Roglič. O, más bien, el equipo de Primož Roglič. Veamos. Queda una veintena de kilómetros para terminar la jornada y los ciclistas están subiendo y bajando por esas carreteras estrechas, escarpadas, que se cuelgan de la montaña sobre el Lago di Como disfrazándose de acantilados marinos. Una delicia para los sentidos, también una tortura para las piernas, pueden creerme. Pues bien, allí pinchó Roglič. Ningún problema demasiado grave, si no fuese porque su coche no está. Y no está. Y no llega. En realidad el incidente les ha pillado meando en una cuneta (les juro que es cierto), así que no pueden atender a su líder. Sí, señor, bien jugado. Y llega a un río / la bebe el pastor / la beben las vaquitas / riega los campos / mi agüita amarilla. Etcétera. Que luego Roglič, llevando la bici de un compañero, se estazase mientras bajaba el último passo era más o menos lo esperable teniendo en cuenta el estado de crispación que llevaba.

Por delante Nibali lanza un ataque para ganar el Giro de Italia, y Carapaz lo sofoca como quien sopla, fiu, una cerilla. El siciliano empieza a comprender.

Pero bueno…tiene experiencia, tiene fondo, tiene equipo. Y tiene la etapa del Gavia y el Mortirolo. Allí se jugará la carrera…

Esperando a Godot

Solo que Italia es caprichosa en primavera (no… Italia es caprichosa también en primavera) y a veces, coqueta, se empolva de blanco la faz como si estuviese en una fiesta barroca. Y así no hay quien ande en bici, señores.

El Gavia no se pudo subir. Ningún reproche a la organización: a la hora prevista para su ascenso una cellisca imponente se cierne sobre la zona. Los días anteriores el paso permanecía cerrado y muros de hasta diez metros de nieve marcaban, amenazantes, la senda. No, pasar hubiera sido una temeridad.

Solo que sin Gavia la etapa se nos quedaba en bien poquito. Porque el recorrido alternativo… pues oigan, tampoco daba para demasiado. Dos puertecillos simpáticos, pero lejos del monstruo helado. Así que, por arte de birlibirloque, todo quedaba reducido a la subida del Mortirolo. Nibali, a estas alturas, juraba en dialecto meridional.

Sin razones, veremos. Nos hemos pasado toda la última semana esperando a Godot para descubrir, al final, que Godot habla con acento sudamericano y tiene sonrisa tímida. Y que ya había llegado.

Porque en el Mortirolo todo quedaba más o menos diáfano. Carapaz controla sin problemas. Y, por si hiciera falta, tiene ahí a Landa, que se mueve entre dos aguas: buscar una relativamente cercana plaza de pódium o cubrir las espaldas de su líder. Y, puestos a proteger, también estaba Antonio Pedrero. Y Andrey Amador un poco más adelante, en la escapada. El equipo Movistar, muchas veces criticado por lo poco que propone en las carreras, ha bordado el Giro de Italia. Por completo. Ni un solo error y muchos más aciertos de los que se pueden enumerar aquí.

Así que hasta Verona (precioso y atípico final, con los ciclistas entrando en la majestuosa Arena) nos pasamos unos días a la espera de algo que no llegó nunca. Que, de hecho, intuíamos que podía no llegar. El ataque de Nibali, el todo o nada desde Mesina. Ya les digo, razonando un poco aquello era imposible. Sí, Nibali es zorro, es perro viejo, sabe aprovechar cualquier resquicio, la más mínima debilidad. Pero, siendo honestos, iba menos que Carapaz. Y, quizá, menos que Landa. Y su equipo era peor equipo que el de la maglia rosa.

Así que, al final… nada. Ni siquiera en el tappone del último sábado, donde su subía el monstruoso Manghen. Allí, casi en la cima, Nibali y Roglič se volvieron a quedar. Ya no jugaban al ratón y al gato… era, sencillamente, que no podían seguir el ritmo de los mejores. Y esos eran Carapaz, Landa y el ciclotímico López. Al final todos se reagruparon y el grupo fue pastoreado lentamente durante unas horas, antes de volver a acelerarse al final, ver las hostias de Miguel Ángel López al espectador, y contemplar cómo Pello Bilbao ganaba la etapa al sprint sobre Landa. Era su segundo triunfo. Gran premio.

Al final la crono quedaba solo para pequeños detalles. Si Mikel Landa podría mantener el pódium ante Roglič. Si el esloveno sería capaz de ganar su tercera etapa. Dos o tres toques cosméticos en el top ten. Y poco más, la verdad. Las respuestas son conocidas: la etapa la ganó Chad Haga porque Roglič tenía el piloto de gasolina encendido desde hace unos días… pero su actuación le bastó para descabalgar a Landa del pódium. Por un puñado de segundos, otra vez, como en el Tour hace un par de años. Marmota de los coj*nes. Ya está, c´est fini. Tanto para tan poco.

Ha sido un Giro raro. Poco espectacular a ratos, manteniendo una tensión artificial en pos de algo que nunca acabó llegando. Esa jornada heroica. Ese ataque a la desesperada. No ayuda, tampoco, el (por ahora) escaso carisma de su ganador, un Richard Carapaz que se ha mostrado intratable en la carretera pero nada exagerado ante los micrófonos. Sin duda para triunfar en ciclismo es más importante lo primero, claro, pero a veces se agradece tanto un poco de lo segundo…

Qué más da. Todo quedó allí, en Italia. Las lágrimas de Dumoulin. Las bravatas de Yates. La cara hastiada de Bill Murray anunciando que, sí, la put* marmota asoma el morro también hoy. El director de Roglič mingitando con un gemido de satisfacción mientras contempla la dulce estampa del lago di Como. Godot, al que ni se le intuye. Todo ello se perderá como lágrimas en la lluvia (no sé si alguien usó antes esta expresión, pero es buena…)

Larga vida al Giro, amigos.

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Richard Carapaz. Foto: Marco Alpozzi / Cordon.

https://www.jotdown.es/2019/06/un-brindis-para-ecuador-analisis-del-giro-2019/
 
Ecuador recibe como un héroe a Richard Carapaz
“Sí, se puede” gritó la multitud que rodeaba el autobús descubierto que paseó al ganador del Giro
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El ecuatoriano Richard Carapaz, ganador del Giro de Italia, es recibido a su llegada el lunes en Quito (Ecuador). (José Jácome / EFE)
QUITO. AGENCIAS
11/06/2019 11:35 Actualizado a 11/06/2019 12:54

Richard Carapaz, flamante ganador del Giro de Italia, fue recibido como un héroe en el aeropuerto Mariscal Sucre, unos 35 kilómetros al este de Quito. El avión de Iberia fue recibido en la misma pista de aterrizaje por dos camiones cisterna de la unidad de bomberos del aeropuerto, que lanzaron chorros de agua sobre el avión y formaron un arcoiris visible desde varios metros de distancia. Numerosos aficionados se apostaron en la carretera de acceso a la terminal, la mayoría vestidos de color rosa.

Posteriormente, Carapaz montó en un autobús descubierto y decenas de ciclistas aficionados acompañaron el recorrido del vehículo, que circuló entre la masa de aficionados que ondeaba banderas de Ecuador y gritaba “Sí, se puede”. Finalmente, el autobús aceleró la marcha y trasladó al campeón del Giro hasta la sede de Telefónica Movistar, donde atendió a los medios de comunicación.

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El paseo triunfal en autobús de Richard Carapaz a su llegada a Ecuador (Daniel Tapia / Reuters)
En sus declaraciones, Carapaz destacó la aportación de Mikel Landa a su victoria y dijo que “también fue pieza clave para que podamos tener el rosa por más días”. Para el ecuatoriano, el alavés es “un hombre con bastante experiencia en correr grandes vueltas. Nos transmitió la confianza de que estábamos bien como equipo”. “Esa euforia, ese furor” que se da en el Giro “me encanta”, además que el trofeo al ganador que se entrega en esa competencia es uno de los más lindos de esta disciplina, señaló. Y explicó como anécdota que el trofeo “pesa mucho” y contó que cuando lo recibió en Verona, tras concluir la última contrarreloj, empezó “a sudar del peso que llevaba” cuando lo cargaba por la pasarela. “Le voy a hacer un lugar muy especial en casa”.

También se refirió a la prensa deportiva ecuatoriana, muy dedicada al fútbol, y le recriminó que sólo sepa “dos o tres cosas de ciclismo”. Carapaz hizo una petición a su país: “El mejor regalo que me puede dar Ecuador es que cuando (los ciudadanos) vayan por la carretera respeten al ciclista”.

El mejor regalo que me puede dar Ecuador es que cuando vayan por la carretera respeten al ciclista”

Entre las próximas citas de Carapaz figura la recepción con las autoridades, este martes, y el reconocimiento oficial por parte del presidente, Lenín Moreno, y el alcalde de Quito, Jorge Yunda. El miércoles tiene previsto trasladarse en avión hasta Tulcán, la capital de la provincia de Carchi, donde las autoridades locales también han previsto un homenaje en el Estadio Olímpico, ante decenas de miles de aficionados.




Movistar Ecuador

✔@MovistarEC

https://twitter.com/MovistarEC/status/1138296954495078403

Resumen del día:

Las calles se vistieron de rosa. El corazón de los ecuatorianos se pintó de rosa.

Gracias por este magnífico recibimiento. @RichardCarapazM #EcuadorDeRosa #EcuadorEsCarapaz


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6:08 - 11 jun. 2019

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Reportaje original:
https://www.lavanguardia.com/deportes/ciclismo/20190611/462795860707/richard-carapaz-ecuador.html
 
Froome se fractura el fémur y se perderá el Tour
El ciclista británico chocó contra un muro en el entrenamiento del Dauphiné
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Christopher Froome, en una imagen de la primera etapa del Dauphiné, el domingo 9 de junio (Anne-christine Poujoulat / AFP)
XAVIER G. LUQUE

12/06/2019 13:55 Actualizado a 12/06/2019 16:05

Noticia de impacto en el Dauphiné, donde una de sus máximas estrellas, el británico Chris Froome, se ha visto obligado a abandonar. Una caída en el entrenamiento previo a la contrarreloj individual de este miércoles ha forzado a tomar esta decisión, anunció el equipo Ineos en las redes sociales. Según testigos presenciales, Froome chocó contra un muro y sufrió un duro golpe en la cadera que en primera instancia hizo pensar en una posible fractura de pelvis pero que finalmente se trataría de una rotura abierta del fémur y otras partes afectadas, según revelaron fuentes cercanas al equipo.

Ha sido una caída muy, muy seria. Está claro: no va a correr el Tour”

DAVE BRAILSFORD Mánager del Ineos
“El equipo Ineos puede confirmar que Chris Froome se ha caído durante el reconocimiento de la etapa cuarta del Critérium del Dauphine...” fue la primera indicación oficial. También explicó el Ineos que Froome había sido trasladado al hospital más cercano y que sin la menor duda ya no tomaría la salida en la contrarreloj, una de las jornadas determinantes de este Dauphiné 2019. Sin embargo, poco más tarde el mánager del Ineos aseguró a la agencia France Presse: “Está claro: no va a correr el Tour”. “Ha sido una caída muy, muy seria. Incluso tenía problemas para hablar”, añadió Dave Brailsford. Después de una primera revisión en el hospital de Roanne, el ciclista del Ineos fue trasladado en helicóptero a un centro hospitalario de más importancia, a Saint Étienne o a Lyon.

Ver imagen en Twitter


Team INEOS

✔@TeamINEOS

https://twitter.com/TeamINEOS/status/1138772821503557632

Team INEOS can confirm that Chris Froome crashed during a recon of stage four of the Criterium du Dauphine today.

He is currently on his way to a local hospital and won’t start today’s fourth stage.

We will provide a further update in due course.


1.024

13:39 - 12 jun. 2019

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La caída de Froome se produjo en una recta en descenso, cuando los corredores del Ineos circulaban a unos 60 kilómetros por hora, y fue producto de una fuerte ráfaga de viento, según señalaron testigos presenciales. “Con él o sin él nada es lo mismo”, comentó Christian Prudhomme, director del Tour. “Le deseamos un rápido restablecimiento, pero todo cambia porque Froome ha sido protagonista de la carrera desde 2013”.

La baja de Froome para el próximo Tour aparta al corredor, de 34 años, del sueño de la quinta victoria en la carrera francesa, en la que de nuevo partía como el favorito número uno. El Tour de Francia 2019 dará comienzo dentro de poco más de tres semanas, el 6 de julio en Bruselas.

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La ambulancia donde se atendió a Froome, en la zona en descenso donde se produjo el choquen contra un muro lateral (Anne-christine Poujoulat / AFP)
https://www.lavanguardia.com/deport...-caida-abandono-dauphine-tour-de-francia.html
 
Bruselas se viste de amarillo para el Tour
El ayuntamiento avisa de las dificultades de circulación del 4 al 7 de julio | Los transportes públicos serán gratuitos
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Bicicleta amarilla ante el Arco del Cincuentenario para conmemorar el “Grand Départ” del Tour 2019 en Bruselas (Francois Lenoir / Reuters)
XAVIER G. LUQUE
27/06/2019 12:58
Actualizado a 27/06/2019 13:12

Bruselas se engalana para recibir al Tour de Francia y sus habitantes están bajo aviso: mejor no utilizar los vehículos particulares la semana próxima, a partir del jueves 4 de julio y especialmente el sábado 6 y el domingo 7, los dos días de competición en Bruselas y de mayor impacto del Tour en la vida ciudadana.

“Algunas calles se cerrarán por completo, habrá prohibiciones de estacionamiento en numerosas zonas y también se verá afectado el transporte público”, ha indicado el ayuntamiento de la capital belga. Como contrapartida, anuncia, los días 6 y 7 será gratuita la utilización de metro, tranvía y autobús.

Al mismo tiempo, Bruselas se ha vestido de amarillo y son diversas las actividades programadas en torno al Tour de Francia. Naturalmente, el popular Manneken-Pis estará ataviado con un maillot amarillo a partir del jueves 4 de julio, pero también edificios emblemáticos de la capital lucen o lo harán en breve emblemas del color del maillot del líder del Tour.

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Cartel de la salida del Tour 2019 en Bruselas (Tour de Francia)
Entre las actividades más destacadas se indican la apertura de una fan zone en la plaza Brouckère desde el 4 de julio, la ceremonia de presentación de todos los ciclistas en la Grand Place el mismo jueves y un desfile de los equipos entre las 17.15 y las 19.45 y por supuesto la celebración de las dos primeras etapas. El sábado 6 con salida y meta en Bruselas y un recorrido de 195 kilómetros, y el domingo 7 con una contrarreloj por equipos que tiene fijada su meta ante el conocido Atomium.

Además, desde el 28 de marzo hasta el 14 de julio se lleva a cabo en el Espace Wallonie una exposición dedicada al centenario de la creación del maillot amarillo y en el Museo de la Vida Flamenca (desde el pasado 22 de septiembre hasta el 7 de julio) se exhibe la llamada Velomuseum, sobre la relación de Bruselas con la bicicleta en los últimos 150 años.

Entre las numerosas decoraciones en torno al Tour que ha preparado Bruselas cabe citar igualmente el arco de las bicicletas (en Mont des Arts), el maillot amarillo gigante (plaza Brouckère), las ruedas de bicicleta colgantes (Galería Anspach), el revestimiento de las columnas de la Bolsa, los árboles decorados, las banderolas suspendidas... Todo por el Tour.

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El Manneken-Pis con el maillot amarillo (Bruselas)

https://www.lavanguardia.com/deport...3134617323/bruselas-tour-de-francia-2019.html
 
50 años de la irrupción de Eddy Merckx, 'El Caníbal'
Jueves, 4 julio 2019 - 10:06
El Tour homenajea al legendario ciclista belga, que hace medio siglo logró su primer triunfo con una asombrosa etapa en el Tourmalet

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Eddy Merckx en la famosa subida al Tourmalet en 1969 MUNDO
Su esposa, Claudine, rompía aguas por las prisas de Sabrina mientras él cabalga en solitario durante 140 kilómetros por los Pirineos en la etapa reina del Tour de 1969. Esa mañana del 15 de julio, Eddy Merckx estaba rabioso porque no lograba contactar telefónicamente con su mujer, que estaba Bélgica a punto de dar a luz, y porque en la salida de Bagneres de Luchon se enteró de la traición de su mejor gregario: Martin Vandenbossche, que anunció dejaba el equipo Faema. El Caníbal tenía un humor de perros y quería acabar la jornada los más pronto posible. Por delante, 214 kilómetros y los colosos Aspin, Pyresourde, Tourmalet y Aubisque antes de la meta de Mourenx.

El belga (24 años) era líder -ocho minutos de ventaja sobre el segundo- de un Tour en el que debutaba y el que perseguía dejar una marca incomparable. «Cuando los demás lleguen a Mourens yo ya me habré duchado», advirtió en la salida. Todo transcurría con tranquilidad hasta que en los últimos metros del Tourmalet aceleró Vandenbossche y al instante Merckx, encorajinado como nunca, saltó para neutralizar y humillar a su compatriota. Pasó primero y en ese momento inició una escapada antológica, imprevisble, loca. Portaba el maillot amarillo y en lugar de controlar la situación se lanzó a un descenso vertiginoso, con 140 kilómetros por delante, incluida la subida al Ausbisque. No escuchó los consejos de su director y aceleró con una potencia descomunal. Los perseguidores, bajo un sol abrasador, estaban atónitos con la exhibición del belga, que avanzaba por las sinuosas carreteras en las que los aficionados le jalean como un héroe. Se presentó en la meta con otro minutos de ventaja sobre sus perseguidores: Dancelli, Vandenbossche, Pingeon, Poulidor... Gimondi y Janseen entraron a un cuarto de hora. El pelotón, con sólo 60 unidades, llegó agotado a media hora. L' Equipe tituló Merckxissimo! «Fue mi victoria más bella. Nunca más me sentí tan fuerte», reconoció el belga, poco después de enterarse del nacimiento de su hija Sabrina.

Seis jornadas después, El Caníbal selló la primera conquista del Tour con unos números asombrosos: aventajó al segundo (Pingeon) en 17 minutos y 54 segundos, ganó seis etapas y se anotó los premios de la Montaña, Puntos, Combinada y Equipos. Fue el inicio de una trayectoria sin parangón: cinco Tours, cinco Giros, una Vuelta, tres campeonatos del mundo, siete Milán-San Remo, récord de la hora, cinco Lieja-Bastoña-Lieja. Ahora, 50 años después el Tour de Francia rinde homenaje al mejor ciclista de todos los tiempos con la salida, en Bruselas, de la ronda que arranca el próximo sábado

https://www.elmundo.es/deportes/ciclismo/2019/07/04/5d18f26ffdddff87b88b4597.html
 
Comienza la edición 106 del Tour de Francia

Este sábado 6 de julio dará comienzo el Tour de Francia con una etapa que se disputa íntegramente en Bélgica

REDACCIÓN
05/07/2019 08:30


La 106 edición del Tour de Francia que comienza este sábado en Bruselas señala a un escalador para hacerse con el maillot amarillo el próximo día 28 en París. Será uno de los más montañosos de la historia. Con tan solo 54 kilómetros contrarreloj repartidos a partes iguales en individual y por equipos, la clave estará en los 30 puertos del recorrido, cinco de ellos con la pancarta de meta en su cima.

https://www.lavanguardia.com/deport...-106-edicion-sabado-6-julio-video-seo-lv.html
 
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