Christina Onassis

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El día en que Cristina Onassis pudo ser marquesa de Griñón

Martín Bianchi 16/11/2013

Con motivo del 25 aniversario de la muerte de la heredera, Carlos Falcó habla para ABC sobre su entrañable amistad con Onassis: «Me dijo que yo era el único al que no le importaba su dinero»

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Cristina Onassis y Carlos Falcó, dando un paseo por la finca del marqués de Griñón en los años 70

«Papá, me he enamorado de un español», dijo Cristina Onassis. La heredera griega no tuvo el valor de realizar su confesión cara a cara, así que la hizo por teléfono. A las pocas horas, su padre, Aristóteles Onassis, el hombre más rico del mundo, aterrizó en Madrid para conocer al pretendiente de su heredera. «Ari, que hablaba perfectamente español, me preguntó cuáles eran mis intenciones con Cristina, y yo le respondí que no tenía ninguna», recuerda Carlos Falcó (76 años) a ABC. En aquel entonces él tenía 30 y ya estaba divorciado de Jeannine Girod; ella apenas tenía 20 y todavía no había saboreado la amargura del desamor. «Ese fue el comienzo de nuestra amistad. Tenía mucha confianza en mí», dice el marqués de Griñón, al que muchos señalan como «el único y gran amor» de Cristina.

La joven Onassis, que falleció el 19 de noviembre de 1988 a la edad de 37 años, conoció a Falcó durante una cacería en los Montes de Toledo en la que se encontraban varios miembros de los Niarchos y los Onassis, los dos grandes clanes de la industria naviera griega. Cristina, que estaba acompañada por su madre, Athina Livanos, no podía apartar su mirada de Griñón. «Yo sabía que ella estaba enamorada de mí, pero no era un amor correspondido. Nunca se lo dije, pero ella entendió que no podíamos estar juntos. En cambio, fuimos grandes amigos e hicimos muchos viajes, a Los Ángeles, St. Moritz y Londres. La prensa siempre la retrató como una chica triste, pero en las distancias cortas era encantadora y tenía mucho sentido del humor. Pese a que recibió una educación internacional, era muy griega, muy cálida», revela Falcó, quien tras su ruptura con Girod disfrutó de una década de soltería antes de casarse con su segunda mujer, Isabel Preysler.

Unos meses después de que el marqués explicara a Ari Onassis que no tenía ninguna intención con su hija, Cristina se casó con su primer marido, el americano Joseph Bolker. Luego vendrían otros tres –el griego Alexandros Andreadis, el ruso Sergei Kauzov y el francés Thierry Roussel¬– y una larga lista de romances mal avenidos.

«Cristina era un alma perdida, se sentía abrumada por su espantoso padre y manipulada por toda su familia», dice a ABC la ex-baronesa Fiona Thyssen-Bornemisza (Fiona Campbell), que fue novia de Alexander, el hermano de la millonaria griega. «Cuando Cristina se iba a divorciar de su primer marido, Joseph Bolker, Alexander y yo descubrimos que Ari Onassis había contratado a un abogado de California para destruir a Bolker. Un día que Cristina vino a tomar el té aproveché para preguntarle: ‘‘¿Quieres divorciarte?’’. Ella me respondió: ‘‘Absolutamente, pero sé que mi padre se va a entrometer y va a convertir todo ésto en un circo mediático’’. Entonces le di un consejo: ‘‘Divórciate sin decir nada a tu padre. Divórciate mañana mismo’’. Y así lo hizo. Creo que fue la única vez que tuvo una separación silenciosa y digna, sin las amenazas de Ari», añade Fiona, quien estuvo casada con «Heini» Thyssen entre 1956 y 1965, veinte años antes de que el barón desposara a Carmen Cervera.


Víctima de un padre

Según la ex-baronesa Thyssen, Aristóteles estaba «obsesionado con el dinero», e inculcó esa «manía» a Cristina. «La convenció de que todos los hombres que se acercaban a ella lo hacían por su fortuna», reconoce la aristócrata. El marqués de Griñón también sostiene esta teoría. «Cristina pensaba que solo la querían por su dinero. Tenía un complejo de inferioridad y una falta de confianza en sí misma terribles. Un día llegó a decirme: ‘‘Todo el mundo que me rodea es muy interesado’’. Entonces le dije: ‘‘No, no todo el mundo, solo la gente que te rodea a ti. Deberías cambiar de amigos’’. Pero nunca me hizo caso», se lamenta Griñón. «A mí nunca me interesó su dinero, ni el de ella ni el de nadie. Y ella lo sabía. Un día me dijo: ‘‘Tú eres la única persona a la que no le importa mi dinero’’».

Las horas más bajas de Cristina llegaron con la inesperada muerte de su hermano Alexander, en 1973. En solo 24 meses perdió a toda su familia: su madre, atormentada por el trágico final de Alexander, se suicidó en octubre de 1974, y Aristóteles falleció de una miastenia gravis en marzo de 1975, dejando a su hija una fortuna estimada en más de mil millones de euros. «Se sentía solísima. Vino a España y pasó una semanas conmigo en mi finca de Malpica del Tajo. Paseamos por el campo, leímos libros juntos y charlamos hasta la madrugada. Ella necesitaba estar lejos de la jet-set, y aquí encontró la paz que buscaba», rememora el marqués.

Durante sus estancias en España la prensa rosa intentó relacionarla con otros españoles, como el empresario de la construcción Ricardo Pérez Oviedo. «No sé quién es ese hombre, pero jamás estuvo vinculado sentimentalmente con Cristina», aclara la socialité argentina Marina Dodero, la confidente que encontró a Onassis muerta en una bañera. «Marina me confesó que Carlos Falcó fue el único hombre que se portó bien con Cristina. Ella se moría por Carlos, y él fue el único que le dijo la verdad, que no la amaba», afirma Cristina Thomas de Carranza, buena amiga de Griñón. Ahora, Marina Dodero prepara un libro sobre su amistad con la pobre niña rica griega. Se titulará «Mi vida al lado de Cristina Onassis». Seguramente dedique un capítulo a aquel día en que «la Onassis» pudo ser marquesa de Griñón.

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Cristina Onassis visitó el parque de animales ubicado en la finca «El Rincón», propiedad de Carlos Falcó

http://www.abc.es/estilo/gente/20131116/abci-carlos-falco-romance-cristina-201311151841.html
 
Última edición por un moderador:
No tenìa ni idea, de que Carlos Falcò habìa sido el amor no correspondido de Cristina Onassis.

A mì me parece un senyor de verdad, de los que quedan pocos. Siempre me ha gustado.
 
A 25 años de la muerte de Christina Onassis, el recuerdo de su amiga Marina Dodero
La mejor amiga y confidente de la hija del armador griego Aristóteles Onassis habla en exclusiva para ¡Hola! Argentina



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Marina Dodero posa en la suite que la hija del célebre armador griego compró en el hotel Alvear. Foto: Hola!


Ya pasaron veinticinco años desde que Marina Dodero –con ese nombre la conoció el mundo a pesar de que en 1991 se divorció de Alberto Dodero tras quince años de matrimonio– se convirtió, por unos días, en la persona más buscada por la prensa internacional. Sucedió en cuanto se supo que la mujer más rica del planeta, Christina Onassis, había perdido la vida en el baño de su casa de fin de semana en Tortugas. Fue la madrugada del 20 de noviembre de 1988, a pocos días de que la heredera de Aristóteles Onassis cumpliera 38 años. Maltratada e incomprendida por la opinión pública, Christina se convirtió en poco tiempo en un misterio y en un personaje deseado para las revistas de actualidad.

Marina Tchomlekdjoglou Embirikos –su padre, Stylianos Tchomlekdjoglou, provenía de una importante familia que por décadas tuvo el monopolio textil en Rumania, y su madre, Mosha, pertenecía a la primera familia de navieros de Grecia– no superó ese estigma y hasta el día de hoy sigue viviendo perseguida por la sombra de la muerte de su mejor amiga.



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Christina y Marina en Río de Janeiro, a finales de los años 60. Foto: Hola!


Se conocieron un soleado día del verano de 1966 en la playa de Punta del Este y desde entonces sus vidas jamás se separaron. Aquella mañana, la medio hermana de Aristóteles Onassis, Meropi Konialidis, las presentó porque pensó que su sobrina y la nieta del millonario George Embirikos podían llegar a ser buenas amigas, ya que las dos eran griegas y provenían de importantes dinastías navieras. Por supuesto, no se equivocó. Desde aquel primer momento se hicieron confidentes y Marina se convirtió en testigo privilegiado del mundo de los Onassis. Hoy habla en exclusiva para ¡Hola! y cuenta los motivos que la llevaron a escribir este libro de memorias. En una entrevista inédita, recuerda a su amiga como una mujer de gran corazón que durante toda su vida solamente luchó por ser feliz y encontrar al verdadero amor. Una mujer bondadosa y sensible que tristemente murió cuando su hija Athina, el ser al que amó por sobre todas las cosas, solamente tenía 3 años.

–¿Qué la llevó a escribir sobre Christina después de tantos años? –La primera vez que me propusieron escribir sobre ella fue a los pocos días de que perdió la vida en mi casa de fin de semana. Abrumada, triste y en estado de shock, me fue imposible hacerlo. A pesar de que di varias entrevistas, nunca quise publicar un libro porque no quería lucrar con la muerte de mi mejor amiga, una mujer en la que pienso todos los días y que, más allá de haberse convertido en la heredera más famosa del siglo XX, para mí era simplemente una mujer de carne y hueso con la que reí, lloré y viví momentos llenos de felicidad y de tristeza.

–¿Cómo era su relación?

–La primera vez que nos vimos fue en el verano de 1966 y hasta la última noche de su vida nuestra relación fue única. Muy distinta a la de dos amigas que simplemente se quieren. Porque ella fue para mí una madre, una hermana, una compañera, la guardiana de mis hijas… Pasamos juntas momentos únicos y el cariño que nos teníamos estuvo siempre presente. Todas las noches, antes de irme a dormir, pido por ella y sé que desde algún lugar me protege.

–¿Cuánta verdad hay sobre todo lo que se escribió acerca de la hija de Aristóteles Onassis?

–Después de veinticinco años leyendo y viendo cómo la memoria de Christina era ensuciada con las historias más insólitas, quise rendirle un homenaje y contarle al mundo sobre la gran mujer que existía detrás de la fortuna Onassis. También lo hice porque quería que Athina, el ser al que Christina más amó en su vida, supiera cómo fue en realidad su madre. Que conociera el lado humano de la persona que la trajo al mundo.

–¿Cuál es hoy su vínculo con Athina?

–Por desgracia, después de la muerte de Christina, jamás volví a ver a su hija. Es algo que me duele profundamente porque yo sé que ella tiene muchos rasgos de su madre, tanto físicos como de personalidad. Siempre que la veo en alguna revista, se me estruja el corazón al percibir muchas cosas de Christina en ella. Debo confesar que una de las mayores razones que me llevaron a escribir este libro fue para que su hija conociera un poco más sobre su madre, ya que tristemente cuando Christina murió, a Athina le borraron todos sus recuerdos, sus fotos, sus pertenencias e inclusive el contacto conmigo. Pocos días antes de morir, Christina me pidió que si le llegaba a pasar algo, no descuidara a Athina y que siempre estuviera muy pendiente de ella. Fue gracias a una gran amiga mía que trabajó por muchos años para Thierry Roussel, el padre de Athina, que me enteraba de que estaba creciendo rodeada por el cariño de una familia. Repaso mis álbumes y puedo detenerme horas viendo la mirada de Athina, ya que en ella veo la de su madre: sus mismos ojos, sus mismas manos, su misma cara temerosa…



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La boda por civil de Christina Onassis en París en 1984. A la derecha está Marina; junto a Thierry está su madre Francine. Foto: Hola!


–¿Extraña a Christina?

–Mucho, sobre todo cuando estoy atravesando momentos difíciles, porque ella siempre tenía una solución para las cosas. Extraño sus llamadas por teléfono para saber cómo estaba y ponernos al día, porque desde que me casé con Alberto mi familia y yo nos convertimos también en su familia, lo cual me llenaba de orgullo porque sé lo mucho que ella sufrió después del divorcio de sus padres, en 1960. Obviamente que extraño los maravillosos momentos que pasábamos juntas en Skorpios disfrutando del mar y del sol del Jónico o las interminables tardes que caminábamos por el Faubourg Saint Honoré haciendo compras. De hecho, desde que murió jamás regresé a París, ya que si lo hiciera no pararía de llorar. Porque, para mí, París es Christina.

–Algunos especulan con que usted utilizó la muerte de Christina para buscar fama…

–Mi conciencia está tranquila de todo lo que hice y dije sobre Christina. Y aunque me hice famosa mundialmente por su muerte, muy pocos saben que esa muerte me hizo pasar momentos muy difíciles hasta el día de hoy. Creo que este libro es el último eslabón de un proceso de veinticinco años que solamente ha sembrado dudas. Si decidí escribirlo fue para poner un poco de luz en una historia que me persigue. La sospecha de una muerte dudosa es otra de las razones por las que hoy cuento con lujo de detalles lo que realmente sucedió. Y creo que es con este libro que quedará plasmada la verdad para las futuras generaciones, ya que el día que yo muera no habrá nadie más para defender el apellido Onassis como corresponde.

HABLA LA AHIJADA DE CHRISTINA


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Marina Dodero posa en el Salón de los Bustos del Teatro Colón con su hija Cristina, ahijada de la desaparecida Christina Onassis. Foto: Hola!


A fines de 1982, nació Cristina, la segunda hija de Marina y Alberto Dodero, y a quien Christina Onasis quiso como a una hija. De hecho, el día que nació, la heredera de Onassis le confesó a su gran amiga que le encantaría ser su madrina y, a principios de 1983, organizó todo para bautizarla en la catedral ortodoxa griega de París, donde la cargó en sus brazos para que monseñor Meletios le vertiera las aguas del río Jordán sobre su cabeza.

–¿Cuál es tu mayor recuerdo de Christina, tu madrina?

–Cuando ella murió yo tenía 6 años. Siempre la recuerdo como una persona dulce y tierna. Cuando veo fotos de nuestras vacaciones con ella vienen a mi mente sus largas carcajadas con mamá y sus chistes cómplices con papá. Pero creo que el mayor recuerdo que tengo de ella es escuchando sin parar "Voyage Voyage", una de sus canciones favoritas, desde una grabadora roja portátil. Siempre que escucho ese tema me acuerdo de Athina, Christina y yo sentadas en el baño después de haber salido de la bañadera cantando y bailando. Christina amaba la música y siempre había bullicio en su casa, algo que realmente me encantaba.

–¿Cómo era la personalidad de Christina?

–Era una mujer muy disciplinada que jamás hizo diferencia entre Athina y yo. Todos los horarios se cumplían a rajatabla y siempre se desvivía por que estuviéramos entretenidas en todo momento. Pero el recuerdo más cómico que tengo de ella es auscultándome la cabeza y sacándome los piojos que una vez llevé desde mi colegio en Buenos Aires. [Risas]. Esa fue la Christina que yo conocí, una mujer que no solo era la mejor amiga de mi madre, sino un miembro más de mi familia. Fue con el paso de los años que entendí la dimensión de lo que ella representaba mundialmente, sin embargo siempre intento recordarla como un ser humano que me cuidó y me mimó como si fuera su propia hija.

–¿Qué es lo que más recordás de tus veranos con Athina?

–Me encantaba viajar a Europa porque realmente yo quise mucho a Athina. Siempre que llegaba me abrazaba y me decía en francés: "Tweety, je t’attendais depuis toujours". Pasábamos los días más divertidos del mundo dibujando, nadando, esquiando... Era muy chica para darme cuenta de que veraneaba en la casa de la mujer más rica del mundo, porque Christina era una mujer sencilla que educó a su hija de la misma forma en que mi madre me educó a mí. Cuando murió me di cuenta de lo mucho que la quería. Extrañé mucho a Athina cuando supe que ya no sería más parte de mis vacaciones.

Texto y producción: Rodolfo Vera Calderón

Fotos: María Teresa de Jesús Alvarez .
 
Marina Dodero la mejor amiga de la heredera griega habla en exclusiva para ABC sobre los últimos días de Onassis: «Bebía veinticuatro Coca-Colas diarias y por eso no dormía»
 
GENTE
Marina Dodero: «Cristina Onassis no se suicidó. La mataron los refrescos de cola»
MARTÍN BIANCHIMARTINBIANCHI / MADRID
Día 22/12/2013 - 01.02h

La mejor amiga de la heredera griega habla en exclusiva para ABC sobre los últimos días de Onassis: «Bebía veinticuatro Coca-Colas diarias y por eso no dormía»

FOTO: TADEO JONES
Marina Dodero, amiga y confidente de Cristina Onassis, posa para ABC en su casa de Buenos Aires


Veinticinco años. Ese es el tiempo que lleva la «socialité» argentina Marina Dodero custodiando los secretos de su íntima amiga, la multimillonaria griega Cristina Onassis (1950-1988). Se conocieron en las exclusivas playas uruguayas de Punta del Este durante el verano de 1966. Marina tenía 17 años, y la hija de Aristóteles Onassis, 15. «Desde entonces, nunca más nos separamos. Estuve con ella hasta el final», dice Marina en exclusiva para ABC.

El apellido Dodero está muy vinculado al de Onassis, al del emigrante griego que levantó un imperio naviero en el Buenos Aires de los años veinte del siglo pasado. Nada menos que diez veces aparece citado Alberto Dodero, suegro de Marina, en «Ari», la biografía de Onassis escrita por Peter Evans. Según el autor del «best seller», fue Dodero quien bautizó a Aristóteles como Ari. Los rumbos de ambas dinastías de armadores quedaron unidos para siempre. Fue en la casa bonaerense de Alberto Dodero Jr., hijo del amigo de Onassis, donde murió Cristina un caluroso día de noviembre de 1988, víctima de un edema pulmonar. Su confidente, Marina, fue quien la encontró sin vida en la bañera.

«Me ofrecieron escribir libros y hacer muchas entrevistas. ‘‘Paris Match’’, ‘‘¡Hola!’’, ‘‘Life’’, los estudios Paramount... Durante veinticinco años todos me han preguntado sobre Cristina, sobre su muerte, sobre sus adicciones, sobre sus amores. Y siempre he dicho que no. Ahora estoy escribiendo un libro en el que voy contar la verdad, pero sin maldad», aclara en una conversación telefónica con ABC desde su piso en el barrio porteño de Recoleta. Las memorias, que se titulan «Mi vida con Cristina Onassis» (Random House), se publicarán en abril de 2014. Serán veinticinco capítulos, uno por cada año de silencio de Marina.

—¿Alguna vez la Fundación Onassis le pidió que no hablara de Cristina?

—¡Jamás! Solo una vez me pidieron, a través de la Iglesia ortodoxa, que hablara mal de Thierry Roussel, el tercer marido de Cristina y padre de Athina. Recibí presiones de la Iglesia, de la Fundación e incluso del Gobierno griego, y yo obviamente dije que sí, que hablaría mal de Thierry. Organizaron una rueda de prensa, pero yo escapé a Brasil. No podía decir «no» a los Onassis, pero ¿cómo iba a decir algo en contra de Thierry? Si decía algo, me demandaba.

—¿Cristina tenía caprichos de rica?

—Se compraba las faldas en Yves Saint Laurent y después iba a Dior y decía: «Hágame esta misma falda en veinte colores». ¡Y se las hacían!Tenía un presupuesto de cuatro millones de dólares anuales para vestuario. Pero, para ser la mujer más rica del mundo, no gastaba como una loca. No despilfarró la fortuna de su padre, supo conservarla.

—¿Fue una «pobre niña rica»?

—Fue rica y gracias al dinero hizo todo lo que le dio la gana. Pero Barbara Hutton hizo cosas mucho peores y nadie la llamó «pobre niña rica».

—De hecho, la frase «pobre niña rica» nació con Barbara Hutton.

—¡Es verdad! (Risas). Cristina tenía auténtico pánico, pavor, de terminar como Barbara Hutton. Era una de sus obsesiones.

—¿La prensa fue injusta con ella?

—En muchos momentos, sí. No dudaban en publicar fotos de ella cuando estaba muy gorda. En cambio, a Jackie Kennedy la cuidaron muchísimo.

—Entonces es verdad que Cristina sufrió mucho su lucha contra los kilos...

—Sí, vivía a dieta y cuando se salía de ella engordaba. Yo la acompañé muchas veces a la clínica Buchinger en Marbella. Se quedaba diez días en cama y no le daban de comer. Allí bajaba de peso, pero era una batalla perdida. Tomaba veinticuatro Coca-Colas al día.

—O sea, una por hora...

—Sí, era una tras otra durante todo el día. Eso fue lo que realmente le provocó o le aceleró la muerte.

—Entonces, ¿cree que la Coca-Cola mató a Cristina?

—¿Usted sabe lo que es beber veinticuatro Coca-Colas diarias? Es una bomba de cafeína. Cristina no se suicidó. Bebía mucha Coca-Cola y, como después no podía dormir, tomaba somníferos para conciliar el sueño. Era dramático.

—La prensa fue injusta con ella. ¿Y los hombres?

—No todos. Más bien ella fue injusta con los hombres. Su primer gran amor fue mi primo, Peter John Goulandris. Ella le hizo las mil y una. Es mentira que los hombres la utilizaran.

—Usted fue testigo de la boda de Cristina y Thierry Roussel. ¿Cómo fue?

—¡El horror! La noche antes de casarse Cristina me confesó que Thierry no quería la separación de bienes. Yo le dije: «Estás loca», y ella me respondió: «Sí, estoy un poco loca, pero le quiero». Cuando el juez anunció que la boda era sin separación de bienes, se escuchó un «¡ohhh!» de todos los invitados. Le dijimos: «Cristina, ni las mucamas se casan sin separación de bienes». La fiesta fue como un funeral, todos queríamos matar a Thierry.

—¿Él era un poco interesado?

—Mire que es buen periodista (risas)... ¿Un poco interesado? El padre de Thierry le dijo: «O te casas con Cristina o con Nabila Khashoggi». Y eligió a Cristina. Ese era el arreglo. Tuvo la suerte de casarse con una mujer que lo amaba. Si él hubiera sido un buen hombre con ella, la historia de Cristina habría sido otra. ¡Que Dios lo juzgue!

—¿Fue Thierry el hombre de su vida?

—Ella lo amaba. Pero al otro lado del río, en Ginebra, se estaba engendrando Erik, el hijo de Thierry y Gaby Landhagei. Dicen que Erik tiene dos años de diferencia con Athina, pero es mentira. Solo se llevan tres meses.

—Thierry viajó a Argentina a buscar el cadáver de la heredera y lo llevó hasta la isla de Skorpios, en Grecia. ¿Estaba triste?

—Los franceses no son muy tristes. Él ya sabía que Cristina se iba a casar con mi hermano, Jorge Tchomielkgjoglou. Cristina se comprometió dos días antes de su muerte y me dijo que tenía mucho miedo de que Thierry le hiciera un chantaje para quitarle a Athina.

—¿Los últimos días estaba feliz?

—Muy feliz. Mi hermano Jorge y ella estaban construyendo una casa en Buenos Aires y querían comprar otra de fin de semana en el «country club» Tortugas, a las afueras de la capital. Su sueño era vivir aquí con Athina. Sentía que este era su lugar en el mundo y que nosotros éramos su familia. Ella intuía que algo no estaba bien, que algo malo le iba a ocurrir, y quería que nosotros nos hiciéramos cargo de Athina.

—Pero tras la muerte de Cristina nunca más vio a Athina...

—Nunca más. Y me duele en el alma. Thierry hizo lo imposible para que no nos veamos. Tanto hizo el padre, que ahora ella ni lo ve. En el momento que murió Cristina, Athina fue despojada de todos los recuerdos de su madre.

—Ahora que Athina es mayor, ¿ha intentado hablar con ella?

—Athina no quiere saber nada ni de la familia ni de los amigos de su madre. Yo creo que su marido, Álvaro de Miranda, tiene mucho que ver con ello. No sé cuál de los dos males es peor: el padre que la apartó de su familia o el marido. Porque Athina está muy apartada. Y la venta de Skorpios ha sido la gota que colmó el vaso. ¡Vendió la isla donde están enterrados los huesos de su abuelo, de su madre y de su tío!

—¿La hija sigue los pasos de su madre?

—No. Athina no está cometiendo errores. Está casada con un señor y se comporta bien. No sé por qué no tiene hijos... Los caballos le gustan demasiado.
 
Ay madre lo que tiene una que oir.........Yo tomo mucha cocacola y duermo perfectamente,viendo la cara de la señora esta,se ve claramente que el botox le afectado al cerebro y que dice tonterias sin pensar,porque no da pa mas esta señora.No se como murio Cristina Onassis,pero si se suicido con pastillas,seria porque el trastorno era grave y no por tener la bariga hasta los topes de cocacola,esta tia es directamente imbecil,estoy por pensar que hay una epidemia de imbecibilidad o atontamiento,porque esto ya no es normal,por favor decir que no se suicido,que fue la cocacola,para mi que esta señora,es imagen de la competencia y por eso se mete con la cocacola,si esque el botox hace estragos,coxx......
 
Ay madre lo que tiene una que oir.........Yo tomo mucha cocacola y duermo perfectamente,viendo la cara de la señora esta,se ve claramente que el botox le afectado al cerebro y que dice tonterias sin pensar,porque no da pa mas esta señora.No se como murio Cristina Onassis,pero si se suicido con pastillas,seria porque el trastorno era grave y no por tener la bariga hasta los topes de cocacola,esta tia es directamente imbecil,estoy por pensar que hay una epidemia de imbecibilidad o atontamiento,porque esto ya no es normal,por favor decir que no se suicido,que fue la cocacola,para mi que esta señora,es imagen de la competencia y por eso se mete con la cocacola,si esque el botox hace estragos,coxx......

El botox es un veneno. No me extrañaria nada que "mate" neuronas, acabara siendo uno de esos efectos secundarios que nadie tenia en cuenta. Cuanto más botox se mete una persona, más tonterias dicen.
 
Ay madre lo que tiene una que oir.........Yo tomo mucha cocacola y duermo perfectamente,viendo la cara de la señora esta,se ve claramente que el botox le afectado al cerebro y que dice tonterias sin pensar,porque no da pa mas esta señora.No se como murio Cristina Onassis,pero si se suicido con pastillas,seria porque el trastorno era grave y no por tener la bariga hasta los topes de cocacola,esta tia es directamente imbecil,estoy por pensar que hay una epidemia de imbecibilidad o atontamiento,porque esto ya no es normal,por favor decir que no se suicido,que fue la cocacola,para mi que esta señora,es imagen de la competencia y por eso se mete con la cocacola,si esque el botox hace estragos,coxx......
laika igual la coca-cola tiene un doble sentido, no? y se lo tomaba solo con la primera parte .,..jajja
 
Aunque lo que diga parezca chistoso, pues creo que tiene algo de razón. El problema de Cristina era su estilo de vida, su abuso de las sustancias, su falta de comida sana, entre otras cosas. Eso aceleró su final. Ella le echa la culpa a la coca cola, pero fue un cóctel de cosas. Y seamos sinceros: tanta coca cola no debe ser buena. Yo también tomo un montón, pero sé que me estoy metiendo tal vez la más artificial de todas las bebidas y a esos niveles de consumo, uno no sabe qué procesos puede desencadenar en el cuerpo si se junta con otras sustancias. Por lo menos la gran cantidad de celulitis que tenía Cristina se explica un poco si uno sabe que la coca cola era lo único que tomaba (estamos hablando de una persona que se dice que no consumía agua, solo coca cola y bebidas alcohólicas). Lo que dice no lo veo tan descabellado, porque no está hablando de alguien que consumía racionalmente coca cola.

http://www.muyinteresante.es/salud/...n-exceso-de-coca-cola-es-fatal-para-el-cuerpo
 
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