Chiquito de la Calzada, a la gloria a saltitos

Chiquito de la Calzada: "¡Al ataquer!", le decía a las enfermeras desde la cama del hospital
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El humorista en una de sus perculiares formas de expresión Jesús Domínguez
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Repasamos la intensa vida personal y artística del humorista español. Desde su infancia como tocaor, al éxito total a los 62 años

Muere Chiquito de la Calzada, genio del humor y renovador del idioma español

Chiquito de la Calzada ha muerto, pero hasta el último momento no perdió en sentido del humor ni en la UCI del Hospital Regional de Málaga. "¿Cómo estáis, pecadores de la pradera?", "¡Te das cuén!", "¿Cuándo me voy a casa?".

Esta última pregunta no tuvo respuesta. Sus amigos andaban pendientes de su evolución. Antes de ingresar en la UCI saludaba a todos los que iban a verle a con un "¡al ataquer!" aunque estuviera muy malito. Era su frase preferida aunque su ánimo desde que no estaba Pepita, su mujer, junto a él, la decía con menos convencimiento.

se cayó en su casa y tuvieron que sacarle los bomberos. Después de recuperarse en el hospital, pasó cuatro días con su amigo Vicente Pitarch, ya que no querían dejarle solo. Su sobrina Loli estaba convaleciente de una operación en ese momento. Esos cuatro días los pasó recordando anécdotas e historias que vivió junto a su mujer, a la que echaba de menos cada minuto de su vida. Después llegó la angina de pecho y tuvieron que volver a ingresarle. Un cuadro febril que no remitía tras una infección en las vías urinarias hizo que tuvieran que ingresarle finalmente en la UCI. Como me decía su mánager, casi como un hijo para él, Arturo del Piñal: "De ésta sale. Está como loco por ver a su gente".

Su entorno no quería hablar de su salud porque sabía que su estado de ánimo no era el mismo desde hacía dos años. Paz Padilla estaba informada cada día de cómo evolucionaba y nos dijo que "mejoraba favorablemente". Todos hablaban de él como un padre que siempre se ha preocupado por todos los que consideraba sus hijos. Rafael Cremades, desde Aquí Estamos, de Canal Sur Radio, no hay día que no haya dado un parte médico en la voz de sus amigos. Málaga, su ciudad natal, ha estado pendiente de su evolución. En el restaurante Chinitas, en el centro de Málaga, estaban esperándole. Su mesa, la que ocupaba todos los días para comer, está ya vacía bajo su retrato. José Sánchez Rosso y su hijo Ángel estaban deseando volverle a ver por allí con sus característicos pasos cortitos. Ya no se sabe dónde empieza Chiquito y dónde acaba Gregorio.

Desde que le descubriera Tomás Summers contando chistes después de cantar una buena noche de flamenco, obtuvo una fama sin precedentes a la edad de 62 años. Ya había corrido mucho mundo cuando la televisión le catapultó como mago del humor. Se convirtió en un fenómeno social imitado por todos. "Fistro pecador", "No puedor, no puedor", "¿comorrr?", "A candemor e narrrr", "¡Fuegorrrrr!"... fueron frases suyas que hicimos nuestras para expresar todo tipo de situaciones.

Chiquito se convirtió en alguien cercano, un poco de todos, siempre dispuesto a arrancarnos una sonrisa. Convertía un chiste malo en una obra maestra. Sus pasitos cortos, su movimiento de rodilla y de manos pronto formaron parte de nuestras vidas. "¡Pecadorrrrrr!". ¡Qué grande, "por la gloria de mi madre!".

actuaciones musicales flamencas.

Chiquito llevaba desde los ocho años cantando por los bares de Málaga para ganarse unas perrillas. Se subió a un escenario muy pronto con las mejores bailaoras del momento. Era un buen cantaor para el baile, de los que se ponen atrás, junto al cuadro de baile para dejar brillar a la bailaora: Mariquilla, Merche Esmeralda... Se sabía todos los cantes. Por alegrías: Qué bien te sienta la gorra navarrico, navarrico. ¿De qué regimiento eres? De Navarra soy, señora. ¡Ay mandilón, mandilón! Que de cabeza te meto yo en el pilón. Así cantaba Chiquito con mucho arte. "Mucho age"-como dice Cremades.

Una vida en Japón
La bailaora Pilar Astola, que coincidió con él en Japón cuando tenía muy pocos años, lo describe así: "Una persona entrañable. Él y su generación nos abrieron el camino a los jóvenes. Llegamos después de que ellos llevaran años yendo allí. No hablaba japonés, pero se cogía el metro de Tokio todos los días para ir al Flamenco, el tablao japonés, y se hacía entender con la mímica y una gracia indescriptible, esa que tanto nos gustó en sus actuaciones. Chiquito tenía en el escenario mucho compás y mucho sentimiento". "Le aprecio mucho como persona del flamenco [continúa Pilar]. Le tengo un gran respeto y una gran estima. Es una persona además, muy cariñosa".

La experiencia de Japón le sirvió para muchos de sus chistes posteriores: cuántas veces ha comentado que a fuerza de saludar a todo el mundo como es preceptivo en Japón, sus amigos se metían con él porque no se trataban de personas distintas, sino del portero con diferentes uniformes.

Málaga-Barcelona en coche sin ningún problema", dice su mánager.

El tren se convirtió en su mejor aliado. Eso sí, siempre junto a su mujer. No había programa de televisión en el que Pepita no apareciera entre el público. Antes había preparado su ropa con mimo. Se transformó en sus manos y en sus pies. "Pepita y él eran una sola persona", afirman Vicente Pitarch y Pilar Astola.

La historia de amor de Pepita y Gregorio viene de muchos años atrás. Ella fue con su madre a escuchar flamenco a un tablao de Córdoba y allí se cruzaron sus miradas. "Aquello fue un flechazo", afirma Pitarch, que fue su biógrafo en el libro Hasta luego, Lucas. No hicieron falta muchas palabras, aquellos ojos lo dijeron todo. Y su cante por soleá. De qué le sirve a su madre ponerte guardia ni centinela, si has de venirte conmigo por las malas o por las buenas. ¡Qué buena gitana eres! Que me como tus carnes y soy yo lo que más quieres. Pepita se rindió a sus pies. Chiquito ya era mucho Chiquito.

Pepita era lo que llaman su media naranja. Una mujer bien parecida, rubia, siempre arreglada y muy sonriente. "Era todo para él", como dicen sus amigos. "Sus manos y sus pies", afirman otros. Pero de golpe, hace dos años, un infarto fulminante se la llevó para siempre y Chiquito se quedó completamente "tocado". No hubo enfermedad de por medio y no le dio tiempo a prepararse para su ausencia. Los amigos intentaron verle y acompañarle, pero Chiquito no quería salir nada más que a comer al restaurante Chinitas, de su amigo José Sánchez Rosso y volver a casa. Se pasaba horas viendo las fotos de su mujer. Su pena era muy honda y profunda. La luz de su vida se apagó para siempre y la echaba de menos a cada momento. Muchas noches, cuando Vicente Pitarch le llamaba, le decía lo que estabahaciendo: "Aquí me tienes viendo fotos de Pepita".

No pararon de reírse los que les escuchaban. Hilaban una anécdota con otra y "el pecador de la pradera" no dejaba ni respirar, entre las carcajadas, a su audiencia improvisada.

El genio salía siempre a la luz. Siempre había alguien que le decía: "¡cántate unas letritas!". Y allí, entre amigos, se cantaba un fandango: ¡Qué bonito es el fandango al amanecer del día, en el silencio del campo, cuando voy de romería. Y unos tragos de aguardiente con agua de manantiales. ¡Ay si supiera la gente estos ratos cuánto valen! El cante, el humor, los amigos... y la ausencia. ¿Cómo se cura la pena? Esa es la pregunta que se hacía su entorno.

Le alaban: "Es un ser excepcional", dice Rafael Cremades. "Como artista delflamenco es toda una institución", comenta la bailaora Pilar Astola. Paz Padilla y sus compañeros del humor: "Es el más grande". No hay palabras para definirle. Se quedan cortas las definiciones para este rey del absurdo. Sus vídeos son virales en la red. Si uno pone en Google: "Vacaciones en el mar", hasta puede ver un capítulo donde aparece Chiquito cantando junto al capitán "A cande morrr".

gran persona, maestro del humor blanco y gran cómico. ¡"Agromenauer" donde los haya! ¡El mejor "fistro de la pradera" del mundo!"

Pepita, el único amor de su vida
Chiquito (Gregorio) conoció a Pepita en los años 50 en un tablao de Córdoba. Se enamoraron al instante. Estuvieron casados más de 50 años y no tuvieron hijos, "pero sí tantos sobrinos como para alicatar tres cuartos de baño", contó el humorista en una entrevista a este periódico hace 15 años. Pepita era "sus manos y sus pies", lo era todo en su vida, dicen quienes les conocían. Viajaba con él siembre a todas partes. Le preparaba la ropa antes de salir a actuar. Se sentaba entre el público de los programas en los que salía su marido. Un infarto fulminante se la llevó hace dos años y desde entonces el humorista no tiene el mismo estado de ánimo, pero no ha perdido el sentido del humor ni en la cama del hospital donde está.

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