Charlotte en el Milan Fashion Week

Me pregunto qué diría Lagerfeld de la hija de su amiguísima y admiradísima Caroline, al verla con pantalones deportivos.
Según este artículo, él alguna vez dijo "pantalones deportivos son una señal de derrota. Perdiste el control de tu vida, así que te compraste unos pantalones deportivos"

On jogging bottoms: ‘Sweatpants are a sign of defeat. You lost control of your life so you bought some sweatpants.’
Kaiser Karl and his oh-so acid tongue: After he savaged Meryl Streep over her snub for his Oscars dress, the withering put-downs of the Chanel chief
 
Me pregunto qué diría Lagerfeld de la hija de su amiguísima y admiradísima Caroline, al verla con pantalones deportivos.
Según este artículo, él alguna vez dijo "pantalones deportivos son una señal de derrota. Perdiste el control de tu vida, así que te compraste unos pantalones deportivos"

On jogging bottoms: ‘Sweatpants are a sign of defeat. You lost control of your life so you bought some sweatpants.’
Kaiser Karl and his oh-so acid tongue: After he savaged Meryl Streep over her snub for his Oscars dress, the withering put-downs of the Chanel chief
Aunque gracias a Dios Meryl no se puso una de las creaciones de Karl, xq con lo feo que esta diseñando ultimamente, estaba ella muy digna con su Elie Saab, perdon por el off-topic
 
Me pregunto qué diría Lagerfeld de la hija de su amiguísima y admiradísima Caroline, al verla con pantalones deportivos.
Según este artículo, él alguna vez dijo "pantalones deportivos son una señal de derrota. Perdiste el control de tu vida, así que te compraste unos pantalones deportivos"

On jogging bottoms: ‘Sweatpants are a sign of defeat. You lost control of your life so you bought some sweatpants.’
Kaiser Karl and his oh-so acid tongue: After he savaged Meryl Streep over her snub for his Oscars dress, the withering put-downs of the Chanel chief
Cuando Lagerfeld estaba con sobrepeso y comía hamburguesas era majo!
Quizás piense que Charlotte es una "derrotada", pero jamás lo dira porque es un tipo que vive de las apariencias y aunque no lo conozco en personna, se nota que un hipocrita de cuidado!
 
Me pregunto qué diría Lagerfeld de la hija de su amiguísima y admiradísima Caroline, al verla con pantalones deportivos.
Según este artículo, él alguna vez dijo "pantalones deportivos son una señal de derrota. Perdiste el control de tu vida, así que te compraste unos pantalones deportivos"

On jogging bottoms: ‘Sweatpants are a sign of defeat. You lost control of your life so you bought some sweatpants.’
Kaiser Karl and his oh-so acid tongue: After he savaged Meryl Streep over her snub for his Oscars dress, the withering put-downs of the Chanel chief
Ese viejo crápula podrá ser lo que sea, pero ahora mismo, no confiaría en su opinión sobre moda, no mas ver lo que hace en el Baile de la Rosa, los disfraces que le pone a Carolina y parientas y lo que dijo de Meryl Streep y sin contar la caricatura que ya es de sí mismo, no se me hace ya una autoridad en la materia, o mejor dicho, no lo soporto al viejo misogino.
 
Ese viejo crápula podrá ser lo que sea, pero ahora mismo, no confiaría en su opinión sobre moda, no mas ver lo que hace en el Baile de la Rosa, los disfraces que le pone a Carolina y parientas y lo que dijo de Meryl Streep y sin contar la caricatura que ya es de sí mismo, no se me hace ya una autoridad en la materia, o mejor dicho, no lo soporto al viejo misogino.

A mí me ocurre que pienso que Caroline es una mujer de fuerte personalidad y opiniones propias. Me resulta incongruente que sea tan amiga de un hombre que pienso que es prejuicioso, retrógrado, de mente cuadrada y quién además va empeorando en gusto.
 
A mí me ocurre que pienso que Caroline es una mujer de fuerte personalidad y opiniones propias. Me resulta incongruente que sea tan amiga de un hombre que pienso que es prejuicioso, retrógrado, de mente cuadrada y quién además va empeorando en gusto.
Es el mismo que dijo que Adela es algo gordita, que a Heidi Klum no la conoce nadie, que los hombres rusos son horrendos, que Pipa Middleton debería de andar de espaldas para que nadie vea su rostro, que Andy Warhol es físicamente repulsivo...etc.

¿Por qué no te callas un poquito, Karl?
El káiser de la moda siempre ha jugado a provocar con sus declaraciones
Sus comentarios sobre la "excesiva gordura" de la cantante Adele podrían pasarle factura


Una vez tuve una entrevista bastante dura. Fue con una mujer alemana, horrible y fea. Fue justo después de que se marcharan los comunistas, tal vez solo una semana desde la caída del Muro. Ella vestía un jersey amarillo que era medio transparente. Sus t*tas eran enormes y llevaba un sujetador negro. Me dijo: ‘Es de mala educación. Quítese las gafas de sol’. Le respondí: ‘¿Le pido yo que se quite el sujetador?”.

En 2007, la revista Vice tenía
la brillante idea
de mandar al pornógrafo arty Bruce LaBruce a entrevistar a Karl Lagerfeld (Hamburgo, 1933). Una inocente pregunta alrededor de la pasión de ambos por el lucimiento de gafas de sol bajo techo desembocaba en esta anécdota narrada por el káiser. Para más inri, pertenecía a la época, principios de los noventa, en la que “la ropa que se llevaba era muy ancha. Decidí que no importaba engordar”. Si esta ya era su actitud durante su fase oronda, ¿cómo iba a ser este personaje el día que pudiese embutirse en un traje de Dior?

La respuesta llegaría una década después –y 30 kilos menos– en forma de inabarcable catálogo de salidas de tono. Así, el último éxito del diseñador de Chanel no ha sido su colección para Macy’s, ni tampoco la línea Karl, que se vende a través del portal Net-a-Porter, sino unas declaraciones realizadas al diario Metro en las que demostraba todo su amor por Adele calificándola de “un poco demasiado gorda”. Y, ya lanzado, se despachaba también a gusto con los hombres rusos: “Son tan feos que si fuera yo una mujer rusa, me haría lesbiana”, afirmaba el inventor de la nueva modestia.

Uno de los elementos clave para entender el devenir de la pasada década ha sido el advenimiento de la industria de la moda como fuerza de inusitada centralidad cultural, económica y social. Hoy, todo el mundo sabe que Anna Wintour es la editora de Vogue USA. Hasta la madre naturaleza lloró cuando se le fue la cabeza a John Galliano y terminó fuera de Dior. Tom Ford provoca disturbios en centros comerciales cuando presenta su línea de cosméticos. Si algo resulta bello o, al menos, extravagante, lo llamamos fashion, y jamás estamos a más de un par de módems de alguien que tiene un blog de moda. En todo este desbarajuste, la figura de Karl Lagerfeld ha sido clave. Nadie como él ha aprovechado la naturaleza gregaria de una industria y el desarrollo de un modelo de público cautivo que ha comprado incluso sus discos –colecciones de canciones seleccionadas por el tipo, que posee, hay que admitirlo, un gusto exquisito– y se ha atrevido a calificarlo de gran fotógrafo.

Alguien como él, que afirma poseer más de 300 ipods, es adicto a la coca-cola light y odia el pasado, solo podía aspirar a ser mito en vida. Y lo ha logrado. “Es imposible separar al hombre del mito”, comentaba LaBruce tras su encuentro con el diseñador alemán.

Pero algo está cambiando. Hasta el mes pasado, las únicas críticas que podían verterse sobre el hombre que no tuvo pudor en utilizar versos del Corán en una de sus colecciones para Chanel a mediados de los noventa tenían que ver con algunas de sus salidas de tono, aunque el resultado final de la controversia siempre era más publicitario o cómico que punitivo. Ser un bocazas siempre le ha salido gratis. Después de todo, en la era de la universalización de la moda y del “opine usted sobre esta colección en su blog o en su peluquería preferida”, Lagerfeld se ha erigido en el bastión de la verdadera idiosincrasia de este exclusivo negocio ante las embestidas de una democratización que él ha gestionado desde el desprecio y con resultados sorprendentemente exitosos. Si caía en la tentación de diseñar para H&M –con éxito masivo de ventas, por cierto–,
se arrepentía inmediatamente, convencido de que diseñar para pobres o siluetas poco canónicas era el equivalente a meterse en una bañera con agua hirviendo. Si le preguntaban sobre su compatriota la supermodelo Heidi Klum, declaraba no saber quién es. ¿Milán? Le falta glamour.

Pero, como decíamos, algo parece estar cambiando. En las últimas semanas han aparecido prácticamente tantos artículos censurando sus declaraciones al respecto de la cantante Adele (a los hombres rusos nadie parece querer defenderlos) como cuestionando su vigencia como creador, e incluso el legado que puede dejar en Chanel.

Ellen Grace Jones, editora de The Real Runway, escribía en The Huffington Post al respecto de su línea Karl, publicitada por el diseñador como su intento “de dotar de clase a la clase media”: “Si saliera de su torre de marfil, descubriría que esa clase media a la que se dirige se halla en declive. Sus alucinaciones no tienen límites”. A renglón seguido, Jones procedía a enumerar algunas de las piezas de la colección y sus precios. “Su calzado es realmente poco inspirado. Ahorraré cien euros más y me haré con unos Louboutin”. Lo peor que le puede pasar al diseñador que crea una línea supuestamente económica es que le digan que no solo es fea, sino que resulta cara.

Su desprecio a la democratización de la moda le ha beneficiado sorprendentemente

Más dura incluso era la pieza escrita por Robin Ghivan en Newsweek. Aquí, la ganadora de un Pulitzer se preguntaba si Lagerfeld está sobrevalorado y si, después de todo, no ha llegado la hora de que la prensa de moda se emancipe y se decida de una vez por todas a cuestionar el consenso alrededor de figuras como las de Tom Ford o el propio Lagerfeld. “Si un diseñador se juzga por la silueta que popularizó, la sensibilidad que desarrolló o unos preceptos estéticos que le son propios, entonces Lagerfeld ha fracasado”.

Un día después de haber llamado gorda a Adele, el teutón ensayaba una suerte de disculpa. “Sé lo mal que sienta que la prensa sea cruel contigo por culpa de tu aspecto”, declara obviando el hecho de que los comentarios sobre el peso de Adele los había hecho él, no un periodista. Menos amable era con Ghivan. “No sé quién es esta periodista. Leí algo que escribió sobre la señora Obama y me hizo odiarla, a ella, no a la señora Obama”.

Todo indica que el genio creador Lagerfeld desaparecerá antes que el genio cómico.
LAS PERLAS DEL KÁISER[/paste:font]

• “Los estampados florales son para mujeres gordas de mediana edad”. • “La mitad de la prensa la forman guapas tontas; la otra mitad, mujeres embarazadas”. • “La clase media no tiene suficiente clase”. • “El cuerpo debe ser algo impecable; si no lo es, come menos y cómprate ropa de tallas menores”. • “Jamás fui feminista porque no soy lo suficientemente feo”. • “No me interesa la historia; es muy infantil, muy orgullo gay”. • “En esencia, soy la persona más superficial del planeta”. • “Odio a los niños”. • “Hay gente que me dice que estoy demasiado delgado, pero esto siempre me lo dice alguien a quien no le sentaría mal perder unos kilos”.
 
Char no tiene nada que hacer en su vida verdad? Por eso la cara de tedio siempre, ya pasa de los 30 y no tiene propósito en la vida, su hijo tal vez, pero algo propio? Una fundación, aaaalgo...
 
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¿Este señor iba de incógnito?
¿Es Jared Letto, verdad?
Mi amiga vive en París y fue a un concierto de este señor, precisamente en la sala Bataclan unos meses antes de los atentados.
Pues me contó que él iba con un gorro y muy tapado, porque estaba rodando una peli y no podía enseñar su look.
A mí me parece un excéntrico de narices.
 
Es el mismo que dijo que Adela es algo gordita, que a Heidi Klum no la conoce nadie, que los hombres rusos son horrendos, que Pipa Middleton debería de andar de espaldas para que nadie vea su rostro, que Andy Warhol es físicamente repulsivo...etc.

¿Por qué no te callas un poquito, Karl?
El káiser de la moda siempre ha jugado a provocar con sus declaraciones
Sus comentarios sobre la "excesiva gordura" de la cantante Adele podrían pasarle factura


Una vez tuve una entrevista bastante dura. Fue con una mujer alemana, horrible y fea. Fue justo después de que se marcharan los comunistas, tal vez solo una semana desde la caída del Muro. Ella vestía un jersey amarillo que era medio transparente. Sus t*tas eran enormes y llevaba un sujetador negro. Me dijo: ‘Es de mala educación. Quítese las gafas de sol’. Le respondí: ‘¿Le pido yo que se quite el sujetador?”.

En 2007, la revista Vice tenía
la brillante idea
de mandar al pornógrafo arty Bruce LaBruce a entrevistar a Karl Lagerfeld (Hamburgo, 1933). Una inocente pregunta alrededor de la pasión de ambos por el lucimiento de gafas de sol bajo techo desembocaba en esta anécdota narrada por el káiser. Para más inri, pertenecía a la época, principios de los noventa, en la que “la ropa que se llevaba era muy ancha. Decidí que no importaba engordar”. Si esta ya era su actitud durante su fase oronda, ¿cómo iba a ser este personaje el día que pudiese embutirse en un traje de Dior?

La respuesta llegaría una década después –y 30 kilos menos– en forma de inabarcable catálogo de salidas de tono. Así, el último éxito del diseñador de Chanel no ha sido su colección para Macy’s, ni tampoco la línea Karl, que se vende a través del portal Net-a-Porter, sino unas declaraciones realizadas al diario Metro en las que demostraba todo su amor por Adele calificándola de “un poco demasiado gorda”. Y, ya lanzado, se despachaba también a gusto con los hombres rusos: “Son tan feos que si fuera yo una mujer rusa, me haría lesbiana”, afirmaba el inventor de la nueva modestia.

Uno de los elementos clave para entender el devenir de la pasada década ha sido el advenimiento de la industria de la moda como fuerza de inusitada centralidad cultural, económica y social. Hoy, todo el mundo sabe que Anna Wintour es la editora de Vogue USA. Hasta la madre naturaleza lloró cuando se le fue la cabeza a John Galliano y terminó fuera de Dior. Tom Ford provoca disturbios en centros comerciales cuando presenta su línea de cosméticos. Si algo resulta bello o, al menos, extravagante, lo llamamos fashion, y jamás estamos a más de un par de módems de alguien que tiene un blog de moda. En todo este desbarajuste, la figura de Karl Lagerfeld ha sido clave. Nadie como él ha aprovechado la naturaleza gregaria de una industria y el desarrollo de un modelo de público cautivo que ha comprado incluso sus discos –colecciones de canciones seleccionadas por el tipo, que posee, hay que admitirlo, un gusto exquisito– y se ha atrevido a calificarlo de gran fotógrafo.

Alguien como él, que afirma poseer más de 300 ipods, es adicto a la coca-cola light y odia el pasado, solo podía aspirar a ser mito en vida. Y lo ha logrado. “Es imposible separar al hombre del mito”, comentaba LaBruce tras su encuentro con el diseñador alemán.

Pero algo está cambiando. Hasta el mes pasado, las únicas críticas que podían verterse sobre el hombre que no tuvo pudor en utilizar versos del Corán en una de sus colecciones para Chanel a mediados de los noventa tenían que ver con algunas de sus salidas de tono, aunque el resultado final de la controversia siempre era más publicitario o cómico que punitivo. Ser un bocazas siempre le ha salido gratis. Después de todo, en la era de la universalización de la moda y del “opine usted sobre esta colección en su blog o en su peluquería preferida”, Lagerfeld se ha erigido en el bastión de la verdadera idiosincrasia de este exclusivo negocio ante las embestidas de una democratización que él ha gestionado desde el desprecio y con resultados sorprendentemente exitosos. Si caía en la tentación de diseñar para H&M –con éxito masivo de ventas, por cierto–,
se arrepentía inmediatamente, convencido de que diseñar para pobres o siluetas poco canónicas era el equivalente a meterse en una bañera con agua hirviendo. Si le preguntaban sobre su compatriota la supermodelo Heidi Klum, declaraba no saber quién es. ¿Milán? Le falta glamour.

Pero, como decíamos, algo parece estar cambiando. En las últimas semanas han aparecido prácticamente tantos artículos censurando sus declaraciones al respecto de la cantante Adele (a los hombres rusos nadie parece querer defenderlos) como cuestionando su vigencia como creador, e incluso el legado que puede dejar en Chanel.

Ellen Grace Jones, editora de The Real Runway, escribía en The Huffington Post al respecto de su línea Karl, publicitada por el diseñador como su intento “de dotar de clase a la clase media”: “Si saliera de su torre de marfil, descubriría que esa clase media a la que se dirige se halla en declive. Sus alucinaciones no tienen límites”. A renglón seguido, Jones procedía a enumerar algunas de las piezas de la colección y sus precios. “Su calzado es realmente poco inspirado. Ahorraré cien euros más y me haré con unos Louboutin”. Lo peor que le puede pasar al diseñador que crea una línea supuestamente económica es que le digan que no solo es fea, sino que resulta cara.

Su desprecio a la democratización de la moda le ha beneficiado sorprendentemente

Más dura incluso era la pieza escrita por Robin Ghivan en Newsweek. Aquí, la ganadora de un Pulitzer se preguntaba si Lagerfeld está sobrevalorado y si, después de todo, no ha llegado la hora de que la prensa de moda se emancipe y se decida de una vez por todas a cuestionar el consenso alrededor de figuras como las de Tom Ford o el propio Lagerfeld. “Si un diseñador se juzga por la silueta que popularizó, la sensibilidad que desarrolló o unos preceptos estéticos que le son propios, entonces Lagerfeld ha fracasado”.

Un día después de haber llamado gorda a Adele, el teutón ensayaba una suerte de disculpa. “Sé lo mal que sienta que la prensa sea cruel contigo por culpa de tu aspecto”, declara obviando el hecho de que los comentarios sobre el peso de Adele los había hecho él, no un periodista. Menos amable era con Ghivan. “No sé quién es esta periodista. Leí algo que escribió sobre la señora Obama y me hizo odiarla, a ella, no a la señora Obama”.

Todo indica que el genio creador Lagerfeld desaparecerá antes que el genio cómico.
LAS PERLAS DEL KÁISER[/paste:font]

• “Los estampados florales son para mujeres gordas de mediana edad”. • “La mitad de la prensa la forman guapas tontas; la otra mitad, mujeres embarazadas”. • “La clase media no tiene suficiente clase”. • “El cuerpo debe ser algo impecable; si no lo es, come menos y cómprate ropa de tallas menores”. • “Jamás fui feminista porque no soy lo suficientemente feo”. • “No me interesa la historia; es muy infantil, muy orgullo gay”. • “En esencia, soy la persona más superficial del planeta”. • “Odio a los niños”. • “Hay gente que me dice que estoy demasiado delgado, pero esto siempre me lo dice alguien a quien no le sentaría mal perder unos kilos”.


Así es. Debe ser intratable. Pero me encantaría saber si es tan expresivo con sus opiniones cuando se refiere a la hija de Caroline.
 

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