CASO GREGORY: POLICIA de Francia detiene a 3 familiares. Crimen sin resolver de hace 30 años

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Los padres de Grégory Villemin, Christine y Jean-Marie, en noviembre de 1984. ERIC FEFERBERG (AFP) Reuters-Quality
Silvia Ayuso
París 16 JUN 2017 - 17:47 CEST
En octubre de 1984, la foto de un niño sonriente inundó los periódicos y las pantallas de televisión de toda Francia, para nunca abandonarlas del todo. El pequeño Grégory Villemin, de cuatro años, había sido hallado muerto, atado de pies y manos, al borde de un río en el departamento de Vosges, en el noreste del país. La pesadilla no acabó allí. A lo largo de los años, varios familiares, incluida la madre, fueron tratados como sospechosos. El padre de Grégory, Jean-Marie Villemin, cumplió una condena de cárcel por matar a su primo, uno de los primeros señalados por la policía. Pero el crimen, que conmocionó a todo el país, nunca fue resuelto. Ni cerrado. Ahora, la justicia ha vuelto a detener a varios familiares. Y el drama se abre de nuevo.

Cuando quedan pocos meses para que se cumplan 33 años del misterioso crimen, tres personas han sido puestas bajo detención preventiva. No son desconocidas. Se trata de los septuagenarios tíos del padre de Grégory, Marcel y Jacqueline Jacob, así como una de sus cuñadas. Según el diario local L’Est Républicain, los cargos por los que permanecen retenidos son “complicidad en asesinato, no denuncia de un crimen, la no asistencia a una persona en peligro y omisión voluntaria de impedir un crimen”. Su detención preventiva ha sido prolongada este jueves. En una localidad donde todos se conocen y todos recuerdan como si fuera ayer el drama del caso Grégory, ha supuesto “un verdadero seísmo”, apuntaba el rotativo.

La policía también interrogó el miércoles a la abuela de Grégory, Monique Villemin, aunque debido a su edad, no ha sido detenida.

El fiscal general de la corte de apelaciones de Dijon, Jean-Jacques Bosc, confirmó este jueves que lo que ha hecho reabrir el caso una vez más, 9 años después del último intento de resolver el crimen, han sido intensas investigaciones grafológicas de las cartas que el presunto asesino o asesinos enviaron a los padres y que ligaban el asesinato del pequeño a una presunta venganza contra los padres de este.

Aunque fue muy cauto, indicó que se sospecha que al menos algunos de los familiares interrogados -citó a la tía abuela y a la abuela de Grégory- podrían haber tenido algo que ver, como mínimo, con las cartas amenazantes. También adelantó la convicción de que la muerte de Grégory fue obra de varias personas, no de un solo asesino, y que antes del día del crimen un hombre "con bigote", acompañado a veces de una mujer, vigilaron la casa familiar del pequeño. "Creo que nos acercamos a la verdad", agregó. Los detenidos han invocado su derecho a permanecer en silencio, reveló Bosc.

La familia, siempre en el centro de las sospechas
Menos de un mes después de que se descubriera el cuerpo de Grégory, el primo de su padre, Bernard Laroche, era detenido y acusado del asesinato, en base al testimonio de su cuñada adolescente, que aseguraba que lo vio partir con el niño en su coche “y regresar solo” más tarde. Laroche fue puesto en libertad en febrero de 1985, después de que la joven se retractara de su testimonio. Pero Jean-Marie Villemin, convencido de que su primo era el asesino de su hijo, lo mató dos meses después con un fusil de caza.

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El padre de Grégory pasó cuatro años en la cárcel por ello. El drama de los Villemin no acabó allí. En julio de ese mismo año, la policía empezó a sospechar de la madre de Grégory, Christine, que sufrió entonces un calvario judicial que no acabó hasta que en 1993 fue declarada “totalmente libre de cargos”.

Después de tantas acusaciones intrafamiliares, basadas en pruebas de ADN y otros análisis nunca concluyentes, la detención de los tíos abuelos de Grégory, y de una de sus tías, confirma al menos que la policía no ha cambiado su línea investigativa, ya que desde un principio sospechó del entorno más próximo del pequeño. Una sospecha compartida por los padres de Grégory, según su abogada, Marie-Christine Chastant-Morant, que pese a todo ha llamado a la “prudencia”, tras tres décadas de una tragedia y un circo mediático en torno al crimen.

El diario Le Parisien afirma que los investigadores están convencidos de que la muerte del niño fue el resultado de un compló “para castigar a Christine y Jean-Marie Villemin, los padres de Grégory, por su éxito social”. Los ahora detenidos ya habían estado bajo sospecha, pero nunca se pudo probar su culpabilidad. De acuerdo con los reportes, el trabajo de dos analistas criminales, que han releído las 12.000 páginas del informe policial, ha vuelto a abrir la esperanza de que se resuelva un crimen que vuelve a obsesionar a los franceses.

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10 May 2017
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Sara de Diego
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13.07.2017 – 13:30 H. - Actualizado: 13.07.2017 - 13:32H.
Hace 32 años Grégory Villemin apareció atado de pies y manos en el río Vologne, al noroeste de Francia. Acababa de cumplir cuatro años. Ahora, uno de los casos más mediáticos del país vuelve a primera línea. Lo hace solo un mes después de que el pasado junio nuevos indicios y detenciones volvieran a desenterrar un caso que lleva tres décadas sin resolverse. Y es que Jean-Michel Lambert, el primer juez encargado de la investigación, ha aparecido muerto en su domicilio con una bolsa en la cabeza atada con un pañuelo.

Para muchos fue uno de los responsables del desastre judicial de este caso, ya que bajo sus pesquisas cometió errores como encarcelar a un inocente que después fue asesinado a tiros por el padre del niño. Según las primeras investigaciones, todo apunta a que Lamberts se habría suicidado en su despacho. En la vivienda no se han hallado indicios de allanamiento ni de forcejo.

El caso de Grégory Villemin le llegó de rebote y muy joven. Tenía poco más de 30 años cuando el cadáver fue encontrado a varios kilómetros de su casa después de que sus padres, Jean-Marie y Christine, recibieran una llamada anónima el 16 de octubre de 1984 en que se les advertía de que su hijo había sido raptado y arrojado al río. Tras varias horas de búsqueda, el cadáver fue encontrado. Para Jean-Michel Lambert era su primer caso importante, siendo, además, el único juez de instrucción que había en la zona.

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Grégory Villemin.
Las investigaciones de Lambert se centraron en el primo del padre, Bernard Laroche, al que se culpó de asesinar al niño tras el testimonio de su hermana Muriel. Poco después, fue puesto en libertad por falta de pruebas pero el padre de Grégory Villemin juró venganza. Convencido de su culpabilidad, en marzo de 1985 cogió una escopeta de caza y le pegó un tiro cuando salía de trabajar. Fue condenado a cinco años de cárcel.

Las pesquisas continuaron y varios grafólogos analizaron durante meses la letra de las notas que la familia del niño recibía desde el día después de su asesinato. La compararon con la de varios familiares y encontraron una coincidencia. Los expertos identificaron a la madre de Grégory, Christine, como autora de los anónimos. Tras varios años de acusaciones, finalmente fue declarada no culpable en 1993, nueve años después del asesinato de su hijo, por "ausencia total de pruebas". Varios errores judiciales y policiales obligaron al Estado a indemnizar a los padres de Grégory con 35.000 euros. Tras cometer estos errores, regresó al anonimato de las salas de audiencia y se dedicó a la escritura.

Tres familiares detenidos en junio
El caso se cerró poco después, pero se reabrió en el año 2000. Se hicieron pruebas de ADN de los sellos de cada de las cartas que recibieron los padres del niño, pero ninguno de los resultados fueron concluyentes. De nuevo, el caso se cerró y volvió a abrirse en 2008 para analizar la cuerda con la que se le ató de pies y manos, pero tampoco las pruebas determinaron quién era el culpable.

Hasta la fecha se han tomado más de 400 muestras de ADN, se ha interrogado a un centenar de potenciales testigos y se han recibido casi 2.000 mensajes anónimos. Pero no fue hasta el pasado mes de junio cuando varios familiares fueron detenidos: el tío del padre de Grégory, su mujer, la cuñada de Jean-Marie Villemin. Los tres pasaron varios días en prisión preventiva. A ellos hay que sumar el largo interrogatorio al que fueron sometidos los abuelos de Grégory, Monique —cuyo estado de salud no le permite ser encarcelada— y Albert Villemin. Según fuentes policiales, las detenciones se realizaron por "complicidad en asesinato", no denunciar el crimen y negar la asistencia a una persona que está en peligro. Con estas acusaciones se cree que los tres participaron, de una manera o de otra, en el asesinato del pequeño.
 
Después de 33 años, tantas acusaciones que la final no han sido, me parece a mi que tampoco es muy creíble esta de ahora, demasiada gente implicada para que en 33 años nadie se haya descubierto.
De todas formas que mal royo todo, .........
 
El valle de los secretos
32 años después del asesinato del niño francés Grégory Villemin, la comunidad donde vivió y murió sigue guardando silencio
SILVIA AYUSO
Aumontzey 29 JUL 2017 - 19:24 CEST


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Murielle Bolle y Marie-Ange Laroche llegan a los juzgados de Dijon en 1986 por el caso del asesinato de Gregory Villemin en 1984. ERIC FEFERBERG | EPV



El tañido de la campana es lo único que rompe el silencio en Lepanges-sur-Vologne, en el valle de Vologne, en el noreste de Francia. La puerta de la iglesia está abierta, pero nadie atiende. El cura viene solo de vez en cuando. Nadie vio, porque aquí nadie parece ver ni oír nada, quién ni cuándo dejó el desconcertante mensaje hallado el pasado mayo por una profesora de catequesis mientras hojeaba el libro de registros del templo: “Fue Bernard L. el que mató a Grégory, yo estaba con él”. Estaba firmado por Murielle Bolle.

Ni en este valle surcado por riachuelos y de verdes prados protegidos por montañas y densos bosques, ni en ningún otro lugar de Francia, hacen falta más datos para entender el escrito. Grégory o el “pequeño Grégory”, como lo conoce todo el país que sigue con obsesión cada inesperado vuelco de un caso abierto desde hace más de tres décadas, es Grégory Villemin. El niño de cuatro años que el 16 de octubre de 1984 fue hallado muerto, atado de pies y manos, en la orilla del río Vologne, a pocos kilómetros de Lepanges, donde vivía con sus padres, Christine y Jean-Marie Villemin.

“Bernard L.” es Bernard Laroche, primo de Jean-Marie (padre de la víctima) y primer sospechoso de la muerte del pequeño. Fue el testimonio hace 32 años de Murielle Bolle, cuñada de Laroche, el que hizo que el juez de instrucción del caso, Jean-Michel Lambert, lo mandara a la cárcel. Pero Bolle, entonces una adolescente de 15 años, se retractó y el juez puso en libertad a Laroche. Dos meses más tarde, en abril de 1985, el padre del pequeño, convencido de que Laroche era el asesino de su hijo, lo mató con un fusil de caza delante de su casa en Aumontzey, otro pueblo del valle. Mientras Jean-Marie era inculpado por la muerte de su primo, por la que acabaría cumpliendo cuatro años de cárcel, el juez Lambert señalaba a su esposa, Christine, como la nueva principal sospechosa de la muerte de su hijo Grégory, acusación de la que no fue totalmente exonerada hasta 1993, después de que la investigación pasara a manos de otro juez que, igual que otros expertos, acusó de múltiples errores de instrucción a Lambert.

Danielle Didier, una jubilada de Lepanges, conoce cada vuelta del caso. Siempre tiene a mano la gruesa carpeta que contiene todos los recortes de la prensa local sobre el “pequeño Grégory” y su “despreciable asesinato”, como rezaba el primero de los cientos de titulares que ha copado este caso desde 1984. Fue su suegra, vecina de los Villemin, la que empezó con el dossier. Cuando, en 2011, Danielle se instaló definitivamente en la casa familiar situada también a poca distancia de la iglesia de Lepanges donde se encontró la misteriosa nota hace dos meses, continuó la tradición de recopilar las noticias del caso Grégory. Desde hace un mes, la carpeta vuelve a engordar.

Murielle Bolle fue detenida a finales de junio de este año, pero no por el mensaje de la iglesia, que parece ser una pista falsa. En la historia, ha aparecido un nuevo testigo: un primo que ahora asegura que Bolle cambió su testimonio sobre Laroche presionada por sus familiares. Es la misma hipótesis que mantiene desde hace más de 30 años Étienne Sesmat, el capitán de la gendarmería que dirigió las primeras investigaciones y que presenció los interrogatorios de la entonces adolescente. Bolle está imputada en la investigación por "secuestro seguido de muerte". Más tarde, Sesmat escribiría un libro —casi todos los protagonistas, periodistas, jueces, policías, hasta la viuda de Laroche, han escrito uno— sobre la malograda investigación, Los dos casos Grégory.

También en junio pasado, los abuelos de Grégory, Albert y Monique Villemin, fueron interrogados en su casa de Aumontzey. Al mismo tiempo, los tíos-abuelos, Jacqueline y Marcel Jacob, eran detenidos e imputados por “secuestro seguido de muerte”. Nuevos informes grafológicos apuntan a que los Jacob podrían ser los autores de las cartas amenazantes que recibieron los padres de Grégory antes de la muerte del pequeño. El motivo de las amenazas sería la envidia que provocaba el éxito profesional del padre del niño en la fábrica donde trabajaba.

Por su edad, los septuagenarios Jacob han sido puestos en libertad condicional, aunque viven separados en un lugar no revelado. Su casa en Aumontzey está cerrada a cal y canto, igual que la de los abuelos Villemin, en el mismo pueblo, y la de Bolle, muy cerca también. Ninguno de los detenidos ha hablado y, según Philippe, vecino de Aumontzey, no lo harán.

“Es demasiado tarde”, sostiene el vecino desde la puerta de su vivienda, equidistante de la de los abuelos Villemin y de la de los Jacob, casi escondida en el bosque.“Los Jacob van a morir en silencio. Aquí nos llevamos los secretos a la tumba”.

Tampoco Murielle Bolle ha cambiado su versión pese a que el pasado viernes fue sometida a un careo de más de tres horas con su primo, el nuevo testigo. El pacto de silencio se extiende por todo el valle. Casi nadie quiere hablar. Están hartos de la prensa. Pero también hay miedo, cree Danielle, a abrir viejas heridas. “Todos sospechaban de todos”, recuerda el ambiente de hace tres décadas. “La gente no tenía ganas de hablar ni con sus vecinos, muchas relaciones se pudrieron, algunos se pelearon”. “Nos miramos, nos observamos, y no decimos nada”, corrobora Philippe. En eso, el valle no ha cambiado nada, lamenta el exgendarme Sesmat.

“Desde el principio tuvimos problemas para recopilar testimonios. Hay gente que habló solo años después”, recuerda Sesmat en conversación telefónica desde Marsella, donde trabaja desde hace años. “Hasta hoy día, la gente mantiene el secreto”.

El juez de instrucción Lambert, al que siempre persiguieron los errores que cometió desde que inició la investigación, se suicidó a mediados de julio. Hace diez días, aparecieron sus cartas de despedida en las que aseguraba que no era capaz de vivir otro “infame” giro más del caso. “No se conocerá jamás la verdad”, vaticinó antes de quitarse la vida. Para Danielle, en eso el juez no iba descaminado. “Creo que mis hijos van a tener que seguir coleccionando recortes”, suspira mirando al grueso dossier. “Esto no va a acabar tan rápido”.


POR QUÉ FRANCIA SE OBSESIONA CON UN CRIMEN DE HACE 32 AÑOS
Francia vuelve a estar, aunque realmente nunca dejó de estarlo, obsesionada con un asesinato a cuya sombra han crecido varias generaciones de franceses.

La reapertura del caso del “pequeño Grégory” ha ocupado, en las últimas semanas, casi tantas portadas como las decisiones del nuevo presidente francés, Emmanuel Macron, o graves acontecimientos internacionales. Las cámaras han seguido minuto a minuto a los abogados de los implicados —estos apenas se han dejado ver— y las declaraciones de la fiscalía. Los periodistas volvieron a descender en masa, otra vez, al tranquilo valle de Vologne, donde los habitantes, hastiados, cierran rápido sus puertas en cuanto ven una cara desconocida o se dan la vuelta para marchar en dirección contraria nada más atisbar un micrófono.

Que el caso nunca fuera resuelto, o la intrincada implicación de familiares —solo estos han estado siempre, desde el principio, en el centro de las sospechas— no explican de por sí solos la fascinación que Francia siente desde hace tanto tiempo con este caso. Pero es que no fue un asesinato más, subraya Étienne Sesmat, el antiguo gendarme al frente de las primeras pesquisas. “Es raro que un niño sea asesinado solo para hacer daño a sus padres”, recuerda. Pero “Grégory no fue asesinado para pedir un rescate, no fue un maltrato ni una agresión sexual, fue asesinado porque se sabía que era la mejor manera de hacer daño a su padre, y eso es algo fuera de lo común”, explica. Con un añadido más: “Encima fue un fiasco judicial enorme”.

VIDEO:
https://elpais.com/internacional/2017/07/29/actualidad/1501335359_101903.html
 
Buenas tardes a todos, y una vez màs, les ruego que excusen la ausencia de acentos graficos ya que no se pueden poner con mi teclado francés .

He aqui un caso "sin resolver" que alboroto al pueblo donde vivia la familia Villemin, a toda la region (nordeste de Francia) y a todo mi pais. Los hechos ocurrieron en un pueblecito situado en una region que fue muy importante desde el punto de vista industrial hasta los años 60, con muchisimas fàbricas, acerias, herrerias, minas de carbon y de hierro..Si la labor era dura, la gente no conocian el paro.
Desgraciadamente, la situacion economica se empeoro poco a poco, ls minas y fàbricas se cerraron, dejando desamparada a la gente humilde.

Muchos obreros se convirtieron en desempleados y conocieron una pobreza que les incitaba a emborracharse y cometer actos violentos .Ese desastre humano fue agravado por la sitacion geografica de la region, austera y enclavada entre los montes.Poblacion dolida, de gente enmudecida poco acostumbrada a expresar su sufrimiento.
Esa pobreza, esa ansiedad del futuro, ese retraimiento constituyeron el semillero del cual surgio "l'affaire Gregory".

El niño , primogénito de una pareja bastante acomodada, al seno de una familia de obreros que conocian las dificultades economicas citadas màs arriba. Claro, los Villemin no eran ricos pero a fuerza de trabajo y de ahorros,se ganaban muy correctamente la vida.El padre era supervisor en una nave industrial y la madre de Gregory tenia un puesto de trabajo en una fàbrica de porcelana.Tenian dos coches, muebles confortables y eran padres de un niño hermoso y muy listo.
Su felicidad desencadeno los celos y la amargura de los demàs miembros de la familia, celos empeorados por la tendencia de Jean-Marie Villemin a presumirse de su envidiable situacion economica de la cual era muy orgulloso.

Antes de la muerte del chiquillo y durante un par de años, Jean-Marie Villemin y su familia estuvieron acosados por un "cuervo" (un corbeau) que les enviaban cartas anonimas llenas de faltas de ortografia o que llamaba al teléfono a la pareja o a los padres de Jean-Marie, amenazando vagamente al "Chef' con una voz ahogada y bajisima.Era evidente que "El Cuervo" formaba parte de la familia, ya que se obsesionaba en los detalles màs pequeños e intimos de la vida del "Chef, cuyo apodo venia de su situacion de jefe de grupo en la nave industrial.
La envidia hacia Jean-Marie se extendia al pueblo entero y a su familia se le habian puesto el apodo de "Los Giscard", alusion tan ridicula como patética al presidente de la Repùblica, Valéry Giscard d'Estaing!

Fue en medio de esta tension, de esta atmosfera deletérea y casi envenenada que Gregory termino du corta vida.Estaba jugando en el jardin de la casa situada al lado del rio La Vologne mientras que su madre planchaba ropa en el lavadero. Como el sol declinaba en aquella tarde de invierno, Christine Villemin llamo a su hijo para que merendara pero no contesto. Cuando salio de la casa, el pequeño habia desaparecido. Con los gendarmes (la Guardia Civil francesa) los padres y los vecinos buscaron el chiquillo que encontraron por la noche en La Vologne, con su gorrito de lana bajado en la cara y los pies y manos atados.

La investigacion fue un desastre. El lugar del crimen, pisado por las autoridades pero sobre todo por los transeùntes que acudian curioseando por la zona, no pudo revelar ningun elemento valorable El juez Lambert que murio el año pasado (se suicido) realizo una investigacion catastrofica, llena de contradicciones y revelaciones a la prensa que lo distorcionaron todo.

En cuanto a los periodistas, tuvieron una actitud muy ambigua e imprudente.Una minoridad de ellos se habia puesto del lado de los Laroche (nombre del primo paterno del niño, principal sospechoso del secuestro) pero una mayoria habia tomado partido por los Villemin, con quienes muy a menudo compartian las comidas, avisando a los dos "clanes" de los registros planificados por los gendarmes en las diversas casas de las familias Villemin/Laroche. Hicieron del pueblo la pista de un triste circo mediàtico.

Bernard Laroche no habia tenido la misma suerte que su primo. Casado con una mujer mucho menos guapa que Christine, acababa de ser padre de un niño retrasado. Después de estar en paro, habia conseguido tener un puesto de trabajo para alimentar a su familia,pero estaba lejos de poder darse el lujo de gastar tanto dinero como lo hacia su primo Jean-Marie. Muy poco tiempo antes de la desaparicion de Gregory, Jean-Marie habia invitado a su casa a la pareja Laroche para enseñarle -con cierta maldad sin duda inconsciente- el hermoso salon de cuero que acababa de comprar.

Testigos dijeron que habian cruzado por la tarde a Laroche en su coche cerca de La Vologne y su cuñada Muriel Bolle confeso que esa tarde no habia tomado el autobus como solia hacerlo al salir del colegio: habia subido al coche de Bernard que la esperaba y su cuñado, después de pararse delante de la casa de Gregory y tomar a su primito en sus brazos, se habia dirigido con el niño hacia el rio y que habia regresado solo mientras que ella le esperaba en el coche. El juez Lambert ( apodado "Le Petit Juge") tuvo la inconsciencia de dejar en libertad a Muriel Bolle sobre todo de revelar en una estraña rueda de prensa lo que la chica acababa de confesar. Enorme papelon por parte del juez que, evidentemente,causo un desmentido de Muriel Bolle que denuncio los "malos tratos" infligidos por les gendarmes. El pasado verano,cuando se investigaron al seno de los dos clanes los supuestos "cuervos", un pariente de la chica revelo que ella habia recibido una paliza tremenda en casa de sus padres despues de denunciar a su primo.

Bernard Laroche fue detenido y màs tarde puesto en libertad, mientras que le "Petit Juge" se empeñaba en considerar que Christine, encinta de tres meses, era culpable de la muerte de su hijo.La envio a la carcel, desencadenando las pasiones y los estraños comentarios de la escritora Marguerite Duras , que hizo de la madre de Gregory una Medea de los tiempos modernos "sublime, forcément sublime"(sic). Christine Villemin salio de la carcel, libre de toda sospecha, pero su marido, enloquecido por el dolor y la investigacion catastrofica, mato a su primo Bernard Laroche y fue detenido durante cinco años.

La pareja vendio la casa y vive ahora cerca de Paris donde la seriedad en el trabajo de Jean Marie le permitio conseguir una situacion estable para su esposa y sus tres hijos que han tenido gran exito en sus estudios.
Tenian la ilusion con sus abogados que las recientes investigaciones realizadas en busca del (o de los) "Cuervo(s)"o rasgos significativos de ADN en los sellos o sobres utilizados por el autor de las cartas anonimas llegarian a desvelar la verdad, pero nada...Tampoco se pudo descubrir a quién pertenecia la voz (o las voces) baja(s) y ahogada(s) que amenazaban al "Chef" por teléfono.
Muriel Bolle, acusada por el fiscal de haber mentido y pretendido que su confesion le habia sido arrancada por los supuestos "malos tratos" de los gendarmes fue detenida en pasado verano y liberada hace pocos dias.Sigue afirmando que los gendarmes la amenazaron y la trataron muy mal para extraerle su confesion y que al salir del colegio, subio como de costumbre al autobus escolar en vez de subir al coche de Bernard Laroche.Es de notar que el conductor del autobus afirmo con certeza que Muriel no estaba en su vehiculo aquella tarde, testimonio corroborado por las chicas de su clase que la vieron subir "al coche verde" de su cuñado.

Muriel Bolle se esconde detràs de la denegacion de los hechos mientras que los familiares sospechados por la policia y la justicia mantienen un silencio obstinado.Nunca se sabrà la verdad aunque esté muy, muy cerca de aparecer.Es posible que esa estraña situacion explique la fascinacion que "l'affaire Grégory" sigue despertando entre los Franceses.
 
Buenas tardes a todos, y una vez màs, les ruego que excusen la ausencia de acentos graficos ya que no se pueden poner con mi teclado francés .

He aqui un caso "sin resolver" que alboroto al pueblo donde vivia la familia Villemin, a toda la region (nordeste de Francia) y a todo mi pais. Los hechos ocurrieron en un pueblecito situado en una region que fue muy importante desde el punto de vista industrial hasta los años 60, con muchisimas fàbricas, acerias, herrerias, minas de carbon y de hierro..Si la labor era dura, la gente no conocian el paro.
Desgraciadamente, la situacion economica se empeoro poco a poco, ls minas y fàbricas se cerraron, dejando desamparada a la gente humilde.

Muchos obreros se convirtieron en desempleados y conocieron una pobreza que les incitaba a emborracharse y cometer actos violentos .Ese desastre humano fue agravado por la sitacion geografica de la region, austera y enclavada entre los montes.Poblacion dolida, de gente enmudecida poco acostumbrada a expresar su sufrimiento.
Esa pobreza, esa ansiedad del futuro, ese retraimiento constituyeron el semillero del cual surgio "l'affaire Gregory".

El niño , primogénito de una pareja bastante acomodada, al seno de una familia de obreros que conocian las dificultades economicas citadas màs arriba. Claro, los Villemin no eran ricos pero a fuerza de trabajo y de ahorros,se ganaban muy correctamente la vida.El padre era supervisor en una nave industrial y la madre de Gregory tenia un puesto de trabajo en una fàbrica de porcelana.Tenian dos coches, muebles confortables y eran padres de un niño hermoso y muy listo.
Su felicidad desencadeno los celos y la amargura de los demàs miembros de la familia, celos empeorados por la tendencia de Jean-Marie Villemin a presumirse de su envidiable situacion economica de la cual era muy orgulloso.

Antes de la muerte del chiquillo y durante un par de años, Jean-Marie Villemin y su familia estuvieron acosados por un "cuervo" (un corbeau) que les enviaban cartas anonimas llenas de faltas de ortografia o que llamaba al teléfono a la pareja o a los padres de Jean-Marie, amenazando vagamente al "Chef' con una voz ahogada y bajisima.Era evidente que "El Cuervo" formaba parte de la familia, ya que se obsesionaba en los detalles màs pequeños e intimos de la vida del "Chef, cuyo apodo venia de su situacion de jefe de grupo en la nave industrial.
La envidia hacia Jean-Marie se extendia al pueblo entero y a su familia se le habian puesto el apodo de "Los Giscard", alusion tan ridicula como patética al presidente de la Repùblica, Valéry Giscard d'Estaing!

Fue en medio de esta tension, de esta atmosfera deletérea y casi envenenada que Gregory termino du corta vida.Estaba jugando en el jardin de la casa situada al lado del rio La Vologne mientras que su madre planchaba ropa en el lavadero. Como el sol declinaba en aquella tarde de invierno, Christine Villemin llamo a su hijo para que merendara pero no contesto. Cuando salio de la casa, el pequeño habia desaparecido. Con los gendarmes (la Guardia Civil francesa) los padres y los vecinos buscaron el chiquillo que encontraron por la noche en La Vologne, con su gorrito de lana bajado en la cara y los pies y manos atados.

La investigacion fue un desastre. El lugar del crimen, pisado por las autoridades pero sobre todo por los transeùntes que acudian curioseando por la zona, no pudo revelar ningun elemento valorable El juez Lambert que murio el año pasado (se suicido) realizo una investigacion catastrofica, llena de contradicciones y revelaciones a la prensa que lo distorcionaron todo.

En cuanto a los periodistas, tuvieron una actitud muy ambigua e imprudente.Una minoridad de ellos se habia puesto del lado de los Laroche (nombre del primo paterno del niño, principal sospechoso del secuestro) pero una mayoria habia tomado partido por los Villemin, con quienes muy a menudo compartian las comidas, avisando a los dos "clanes" de los registros planificados por los gendarmes en las diversas casas de las familias Villemin/Laroche. Hicieron del pueblo la pista de un triste circo mediàtico.

Bernard Laroche no habia tenido la misma suerte que su primo. Casado con una mujer mucho menos guapa que Christine, acababa de ser padre de un niño retrasado. Después de estar en paro, habia conseguido tener un puesto de trabajo para alimentar a su familia,pero estaba lejos de poder darse el lujo de gastar tanto dinero como lo hacia su primo Jean-Marie. Muy poco tiempo antes de la desaparicion de Gregory, Jean-Marie habia invitado a su casa a la pareja Laroche para enseñarle -con cierta maldad sin duda inconsciente- el hermoso salon de cuero que acababa de comprar.

Testigos dijeron que habian cruzado por la tarde a Laroche en su coche cerca de La Vologne y su cuñada Muriel Bolle confeso que esa tarde no habia tomado el autobus como solia hacerlo al salir del colegio: habia subido al coche de Bernard que la esperaba y su cuñado, después de pararse delante de la casa de Gregory y tomar a su primito en sus brazos, se habia dirigido con el niño hacia el rio y que habia regresado solo mientras que ella le esperaba en el coche. El juez Lambert ( apodado "Le Petit Juge") tuvo la inconsciencia de dejar en libertad a Muriel Bolle sobre todo de revelar en una estraña rueda de prensa lo que la chica acababa de confesar. Enorme papelon por parte del juez que, evidentemente,causo un desmentido de Muriel Bolle que denuncio los "malos tratos" infligidos por les gendarmes. El pasado verano,cuando se investigaron al seno de los dos clanes los supuestos "cuervos", un pariente de la chica revelo que ella habia recibido una paliza tremenda en casa de sus padres despues de denunciar a su primo.

Bernard Laroche fue detenido y màs tarde puesto en libertad, mientras que le "Petit Juge" se empeñaba en considerar que Christine, encinta de tres meses, era culpable de la muerte de su hijo.La envio a la carcel, desencadenando las pasiones y los estraños comentarios de la escritora Marguerite Duras , que hizo de la madre de Gregory una Medea de los tiempos modernos "sublime, forcément sublime"(sic). Christine Villemin salio de la carcel, libre de toda sospecha, pero su marido, enloquecido por el dolor y la investigacion catastrofica, mato a su primo Bernard Laroche y fue detenido durante cinco años.

La pareja vendio la casa y vive ahora cerca de Paris donde la seriedad en el trabajo de Jean Marie le permitio conseguir una situacion estable para su esposa y sus tres hijos que han tenido gran exito en sus estudios.
Tenian la ilusion con sus abogados que las recientes investigaciones realizadas en busca del (o de los) "Cuervo(s)"o rasgos significativos de ADN en los sellos o sobres utilizados por el autor de las cartas anonimas llegarian a desvelar la verdad, pero nada...Tampoco se pudo descubrir a quién pertenecia la voz (o las voces) baja(s) y ahogada(s) que amenazaban al "Chef" por teléfono.
Muriel Bolle, acusada por el fiscal de haber mentido y pretendido que su confesion le habia sido arrancada por los supuestos "malos tratos" de los gendarmes fue detenida en pasado verano y liberada hace pocos dias.Sigue afirmando que los gendarmes la amenazaron y la trataron muy mal para extraerle su confesion y que al salir del colegio, subio como de costumbre al autobus escolar en vez de subir al coche de Bernard Laroche.Es de notar que el conductor del autobus afirmo con certeza que Muriel no estaba en su vehiculo aquella tarde, testimonio corroborado por las chicas de su clase que la vieron subir "al coche verde" de su cuñado.

Muriel Bolle se esconde detràs de la denegacion de los hechos mientras que los familiares sospechados por la policia y la justicia mantienen un silencio obstinado.Nunca se sabrà la verdad aunque esté muy, muy cerca de aparecer.Es posible que esa estraña situacion explique la fascinacion que "l'affaire Grégory" sigue despertando entre los Franceses.
Conozco el caso (pues vivo en Francia), pero desconocía que Duras hubiera escrito sobre él. Tendrías alguna referencia, Lucrezia? (Adoro a Duras, es mi escritora favorita).
Gracias por la completa crónica et bonne soirée !
 
Conozco el caso (pues vivo en Francia), pero desconocía que Duras hubiera escrito sobre él. Tendrías alguna referencia, Lucrezia? (Adoro a Duras, es mi escritora favorita).
Gracias por la completa crónica et bonne soirée !

Aqui el pdf del articulo de Duras:

http://www.ali-aix-salon.com/M.Duras Sublime, forcément sublime Christine V..pdf

Y una entrada en la wikipedia sobre el articulo:

https://fr.wikipedia.org/wiki/Sublime,_forcément_sublime_Christine_V.
 

Muchísimas gracias, me ha encantado leerlo. Es muy Duras, en estilo y en esa forma tan suya de empatizar con la madre, de elevarla y salvarla aun a pesar de considerarla culpable.
Aunque creo que hoy en día está fuera de toda duda que Christine Villemin fuera la autora del crimen.
 
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Pour les articles homonymes, voir Sublime (homonymie).
« Sublime, forcément sublime Christine V. » est un texte de Marguerite Duras publié le 17 juillet 1985 dans le journal Libération à propos de l'affaire Grégory.

Sommaire
Historique[modifier | modifier le code]
En 1985, Marguerite Duras se rend à Lépanges-sur-Vologne pour le journal Libération à la demande de Serge July, le directeur de la publication de l'époque. Alors que Duras demande à rencontrer Christine Villemin, la mère du petit Grégory retrouvé mort dans la Vologne le 16 octobre 1984, l'intéressée refuse de s'entretenir avec l'écrivaine[1].

Le 17 juillet 1985, Libération publie une tribune signée Duras, qui pose comme une évidence la culpabilité criminelle de Christine Villemin. L'article est précédé d'un avertissement, « La transgression de l'écriture », rédigé par Serge July, qui rappelle la liberté inhérente à l'écriture de l'artiste. Le style du texte, empirique et pythique, met en place une méthode « d'imprégnation du réel ». Sans avoir rencontré Christine Villemin, sans preuve matérielle et en ne respectant pas la présomption d'innocence, l'écrivaine se fait médium pour accéder à la vérité du crime : « Dès que je vois la maison, je crie que le crime a existé. Je le crois. Au-delà de toute raison […]. On l’a tué dans la douceur ou dans un amour devenu fou[2]. » À sa parution, l'article ne manque pas de susciter la polémique.

En 1998, dans sa biographie Marguerite Duras, Laure Adler déclare que « Marguerite Duras se défendra toujours de ce « sublime, forcément sublime » ; elle dira l’avoir barré avant de remettre son texte au journal et reprochera à Serge July de l’avoir rétabli sans l’avoir consultée. Mais, pour le reste, elle confirmera ce qu’elle a alors, sous le coup de l’émotion, écrit, relu sous forme manuscrite puis corrigé sur les épreuves d’imprimerie. »

En 2006, Denis Robert, qui suivait en 1985 l'affaire Grégory pour Libération, révèle que le texte publié est une « version allégée » d'une première tribune, refusée par la rédaction du journal, dans laquelle Marguerite Duras « développait l’idée qu’une mère qui donne la vie a le droit de la retirer »[3].

Le texte de Marguerite Duras[modifier | modifier le code]
Pour Hamida Drissi, dans « Sublime, forcément sublime Christine V. », Marguerite Duras « justifie et excuse en quelque sorte l’infanticide présumé de Christine Villemin par une oppression millénaire exercée sur la femme et une maternité vécue dans la douleur et le morcellement »[4] :

« Regardez bien autour de vous : quand les femmes sont comme celle-ci, inattentives, oublieuses de leurs enfants, c’est qu’elles vivent dans la loi de l’homme, qu’elles chassent des images, que toutes leurs forces, elles s’en servent pour ne pas voir, survivre[2]. »

Hamida Drissi poursuit en soulignant que Duras « confère au geste infanticide de Christine Villemin une dimension tragique et universelle, révélatrice de la condition de toute femme pour conclure enfin sur l’innocence de l’accusée ». Ainsi l'écrivaine sublime l'image de Christine Villemin et fait d'elle une figure mythique de la galaxie durassienne. Christine V. devient sous sa plume une figure féministe, victime de la domination masculine – élément déclencheur de l'acte meurtrier commis par la femme. Selon le Journal du dimanche, « Marguerite Duras prend fait et cause pour la mère, tout en l’estimant coupable. L’écrivain estime que Christine Villemin est « sublime, forcément sublime » et justifie son geste par une vie terne, et une rancœur contre son époux[5] :

« Aucun homme au monde ne peut savoir ce qu’il en est pour une femme d’être prise par un homme qu’elle ne désire pas. La femme pénétrée sans désir est dans le meurtre. Le poids cadavérique de la jouissance virile au-dessus de son corps a le poids du meurtre qu’elle n’a pas la force de rendre : celui de la folie[2]. »

Christine Villemin apparaît ainsi comme le « centre aveugle » de l'acte infanticide, assimilé à la figure d'une meurtrière exempte de culpabilité, ignorante de son crime :

« Les progrès de ce malheur elle ne les voit pas se faire, c’est certain, elle ignorerait de plus en plus où elle va : une nuit qui descendrait sur elle. Christine V. innocente qui peut-être a tué sans savoir comme moi j’écris sans savoir, les yeux contre la vitre à essayer de voir clair dans le noir grandissant du soir de ce jour d’octobre[2]. »

En fin d'article, Marguerite Duras marque la subjectivité du texte. Tout en assumant ses convictions quant au crime, elle réaffirme la portée féministe de ce texte : « Je parle du crime commis sur l’enfant, désormais accompli, mais aussi je parle du crime opéré sur elle, la mère. Et cela me regarde. Elle est encore seule dans la solitude, là où sont encore les femmes du fond de la terre, du noir, afin qu’elles restent telles qu’elles étaient avant, reléguées dans la matérialité de la matière »[2].

Un article controversé[modifier | modifier le code]
Dès sa parution, le texte fait l'objet d'une très vive controverse. Pour Aliette Armel, « la femme inculpée dans un fait divers devient un mythe durassien, Christine V., et les lecteurs interpellés dans leur quotidien sont invités à porter leur regard sur leur environnement le plus proche et ils ne supportent pas ce déplacement, cette abolition de la distance »[6].

De nombreux artistes, et plus particulièrement des femmes, jugent sévèrement le texte de Duras : Françoise Sagan et Benoîte Groult se disent indignées et scandalisées par le texte ; Simone Signoret en souligne la confusion et l'ambiguïté ; Régine Deforges, quant à elle, parle d'un acte de délation et de complaisance impudique dans le malheur des autres[7].

Angelo Rinaldi écrit à l'époque dans L'Express : « Le drame de Lépanges est assez compliqué et douloureux comme cela. Il n'était pas nécessaire que s'y ajoutât, pour l'obscurcir encore, la suffisance pâmée d'une femme de lettres qui donne à lire les ouvrages de la collection Harlequin au Penseur de Rodin. L'horreur d'une telle histoire se sera augmentée des rires que Mme Duras a suscités »[8]. Revenant sur cet épisode en 1998, L'Express juge que, dans ce contexte, Marguerite Duras était « ridicule, forcément ridicule »[9]. La Dépêche du Midi cite en 2002 un journaliste pour lequel cet article était l'épisode le plus extravagant de la « curée médiatique » autour de l'affaire Grégory[10]. Dans son spectacle de 1986, l'humoriste Pierre Desproges fait référence au texte concerné en qualifiant Duras d' « apologiste sénile des infanticides ruraux ». Revenant en 2008 sur l'affaire, Georges Moréas qualifie cet écrit de « divagation intello »[11].

Pour sa part, Christine Villemin déclare à l'époque, à propos de Marguerite Duras : « Mais elle est folle celle-là ! »[12]. Elle intente par la suite à Serge July et Marguerite Duras un procès en diffamation pour atteinte à la présomption d'innocence et à son droit à l'image, mais est déboutée en janvier 1994[13].

Certains auteurs prennent, quant à eux, la défense de Marguerite Duras. Christian Jouvenot estime que « Duras est toujours Duras, à la fin de sa vie comme au début. C'est la densité fulgurante de cet écrit, sa folie qui témoigne d'un agrippement désespéré à ce que nous observons d'invariable dans l'œuvre (...). L'article mérite le détour parce que dans sa forme hallucinée et dans sa fulgurance il éclaire Marguerite Duras bien plus évidemment qu'il n'éclaire l'affaire V. avec laquelle en réalité il n'a que très peu à voir. Ces déclarations sont seulement fidèles à leur auteur, pas plus déplacées que son œuvre tout entière si ce n'est d'avoir été publiées dans une presse à grand tirage[14]. » Dans la même perspective, Edmonde Charles-Roux juge le texte « remarquable » et note : « Bien sûr que Marguerite Duras croit Christine coupable. Là-dessus elle ne laisse planer aucun doute. Mais elle cherche à travers les causes profondes du crime. Dès ce moment, le lecteur est appelé à partager l'avis de Duras[15] ».

Les pages Courrier des lecteurs du défunt Événement du jeudi publient, de leur côté, des lettres prenant la défense de Duras en se moquant, note Laure Adler, « de ces femmes écrivains, grenouilles de bénitier qui n'ont pas le courage d'assumer la violence de leur féminité. Madame Bovary, Violette Nozière sont citées pour réhabiliter Marguerite Duras et la replacer dans la lignée des écrivains qui transforment le réel pour mieux le transcender »[7].

Laure Adler rend également compte de la réaction de François Mitterrand, alors président de la République : « Le lendemain de la publication de l'article, elle rencontre François Mitterrand dans une librairie du Quartier latin. Mitterrand l'attrape et lui dit : "Dites donc vous, vous n'y allez pas par quatre chemins !" » Et Duras de lui répondre : « Oui, c'est vrai, je vais comme ça. Le crime, à de rares exceptions près, je ne le vois jamais comme un mal ou un bien mais toujours comme un accident qui arrive à la personne qui le commet. Excusez-moi je ne le juge pas[16].

Réponses de Marguerite Duras[modifier | modifier le code]
Perçue comme une écrivaine « impulsive et péremptoire, voire déraisonnable et irrationnelle »[17] et prise à partie tant pour sa posture que pour son approche de l'affaire, Marguerite Duras déclare à l'époque : « Ma réputation, je m'en tape »[9]. Elle fait paraître le 23 juillet 1985 dans Libération une série de courtes réponses, adressées à ses détracteurs, sous le titre « Avec ou sans les amitiés de M. D. »[18]. Elle s’attelle ensuite à rédiger une « Lettre à Isabelle C. », une lectrice anonyme. Elle entame la rédaction de cette réponse en 1987 mais la lettre n'a jamais été publiée. Elle est restée inédite jusqu'à sa publication en 1998 dans la biographie Marguerite Duras de Laure Adler[19].

Dans ce texte, Duras affirme la souveraineté de son écriture et de son jugement quant à la culpabilité de Christine Villemin : « Tous ces gens qui me parlent de ce qu'on doit écrire ou pas, quel ennui, quelle erreur. Comme si on en était encore au Père Sartre qui faisait la loi ». Duras y réfute tout argument d'autorité qui se voudrait moralisateur et se présente comme le médium d'une vérité que l'opinion veut faire taire :

« Comme si les crimes étaient répréhensibles, comme si d'en parler faisait du tort aux accusés, c'est le contraire. Comme si inventer les raisons c'était ça la délation, comme s'il n'y avait que les intellectuels de responsables, alors que tout le monde l'est, même le prolétariat, même les faux écrivains, même les analphabètes (...) Vous êtes pour le silence. Et moi j'ai parlé (...) Beaucoup auraient souhaité que je fasse du tort à C.V., que je sois condamnée pour cela et qu'ils soient débarrassés de la gêne endémique que je représente dans leur vie (...) Ce que l'on me reproche, au fond, c'est que Libé m'a demandé ce papier et que ce soit moi qui l'aie écrit. Voici donc je suis déshonorée à leurs yeux, définitivement déshonorée. Cela arrive, vous voyez. Je suis assez honorée d'être déshonorée. »

Duras rappelle par ailleurs qu'elle s'est intéressée à ce fait divers car il évoquait, dans une certaine mesure, une tragédie antique dans laquelle elle aurait endossé le rôle du narrateur omniscient, jusque-là absent : « Là où l'homme lit de la philosophie, je lis l'histoire de l'homme qui fait de la philosophie et celle de l'homme qui lit la philosophie. Cela parce que je lis tout. (...) Le crime de Lépanges est inaccessible, tellement inaccessible que je crois que personne n'en est l'auteur. »

De plus, comme dans l'article paru dans Libération, Duras souligne la portée féministe de son texte, « le vrai problème étant encore une fois celui des femmes, la recherche du sens par les femmes de la vie qu'elles mènent et qu'elles n'ont pas désirée. » Suite aux courriers reçus en réaction à son article, Duras écrit que « les hommes sont contre [elle], pas les femmes en général, très peu. Presque toutes les lettres d'hommes relèvent d'un formalisme éprouvé et très éprouvant », soulignant ainsi que le meurtre du petit Grégory est avant tout une histoire liée à la féminité et à la quotidienneté telle qu'elle est éprouvée par les femmes :

« Le problème de ce crime est un problème de femmes. Le problème des enfants est un problème de femmes. Le problème de l'homme est un problème de femmes. L'homme l'ignore. Tant que l'homme s'illusionnera sur la libre disposition de sa force musculaire, matérielle, la profondeur de l'intelligence ne sera pas masculine. Seule la femme sera avertie de l'erreur de l'homme sur lui-même. Il y a bien pire que les gifles pour un steak mal cuit, il y a la vie quotidienne. »

Toutefois, face à l'ampleur de la polémique, les propos de Duras se font plus équivoques quant à sa responsabilité dans le déchainement médiatique qui entoura l'affaire Grégory : « Je voulais dire ceci : je n'ai fait aucun tort à Christine V. (...) Si j'avais cru possible de faire du tort à Christine V., je n'aurais pas fait cet article. Peut-être est-ce une aberration de ma part, ce n'est pas sûr du tout, mais peut-être, auquel cas je serais inexcusable. »

En 2010, dans le deuxième tome de C'était Marguerite Duras, Jean Vallier présente un second « projet de réponse », rédigé par Marguerite Duras en 1985. Dans ce texte, si Duras reconnaît « ne pas avoir respecté la règle de la prudence » et s'être laissé dépasser par « un emportement d'écriture », elle accuse ses contradicteurs - cette « avalanche de fureur » - de l'avoir mise « au ban de l'humanité pendant plusieurs jours, plusieurs semaines » : « pour des milliers de gens (...) cet article était une chance, un bonheur, celui de pouvoir accuser un écrivain d'avoir commis une faute morale. » Enfin, elle rend légitime son texte en expliquant que « ce n'est pas un reportage, la littérature, ce n'est pas un récit non plus, c'est une transgression de soi vers l'autre, une prise en charge de l'autre jusqu'à son crime, nu, entier, pas défiguré par la morale »[20].

Influence du texte[modifier | modifier le code]
En 2011, lors de la publication, dans Libération, d'une tribune signée Christine Angot, « Le problème de DSK avec nous[21] traitant de l'affaire Dominique Strauss-Kahn, Le Nouvel Observateur souligne l'influence du texte « Sublime, forcément sublime Christine V. ». Jérôme Garcin note en effet que la tribune « rappelle les riches heures de Marguerite Duras, dont [Christine Angot] est la digne héritière »[22]. De fait, à la manière de Duras, l'écrivaine désigne ici publiquement la culpabilité d'une personnalité, sans tenir compte de la présomption d'innocence et dans un style pythique. En 2000, Christine Angot faisait déjà allusion à l'article de Marguerite Duras, se qualifiant elle-même, dans Quitter la ville, d'héritière de cette écriture : « Je suis tellement Duras tendance Villemin »[23].

Annexes[modifier | modifier le code]
Éditions du texte[modifier | modifier le code]
Bibliographie[modifier | modifier le code]
Lien externe[modifier | modifier le code]
Notes et références[modifier | modifier le code]
  1. Laure Adler, Marguerite Duras, Paris, Gallimard, 1998.
  2. a b c d et e Marguerite Duras, « Sublime, forcément sublime Christine V. », Libération, 17 juillet 1985.
  3. Denis Robert : "J'ai dérapé au moment de l’inculpation de Bernard Laroche" [archive], 20 Minutes, 26 octobre 2006.
  4. Hamida Drissi, L'Œuvre de Marguerite Duras ou l’expression d’un tragique moderne [archive], thèse de doctorat en littérature française, Université Paris-Est, 2009.
  5. « Osez le crime féministe ! » [archive], sur Monde en question (consulté le 26 juillet 2010).
  6. Aliette Armel, « De la mendiante à Christine V : les errances féminines de M. Duras » [archive], sur Remue.net, 6 mars 2006.
  7. a et b Laure Adler, Marguerite Duras, Paris, Gallimard, 1998, p. 538.
  8. Angelo Rinaldi, « Marguerite D. comme détective » [archive], L'Express, 26 juillet 1985.
  9. a et b « BIographie Ombres et lumières de Marguerite » [archive], sur L'Express [archive], 27 août 1998.
  10. « Affaire Grégory : la justice plaide coupable » [archive], La Dépêche du Midi, 26 septembre 2002.
  11. « L’Affaire du petit Grégory » [archive], blog de Georges Moréas, 3 décembre 2008.
  12. « Le Meurtre du petit Grégory : la tribu Villemin-Jacob enterre Gregory » [archive], Libération, 13 juillet 2007.
  13. Laure Adler, Marguerite Duras, Paris, Gallimard, 1998, p. 541.
  14. Christian Jouvenot, La Folie de Marguerite : Marguerite Duras et sa mère, Paris, L'Harmattan, 2008, p. 53.
  15. L'Événement du jeudi, 25-31 juillet 1985.
  16. Entretien de Laure Adler avec François Mitterrand (8 avril 1994), dans Marguerite Duras, Paris, Gallimard, 1998, p. 539.
  17. Alexandra Saemmer et Stéphane Patrice, Les Lectures de Marguerite Duras, Presses universitaires de Lyon, 2003, p. 152.
  18. « Chronologie », Œuvres complètes de Marguerite Duras, Bibliothèque de la Pléiade, 2014, p. 1322-1323.
  19. Laure Adler, Marguerite Duras, Paris, Gallimard, 1998, p. 586-589. Origine du document : archives d'Henri Chatelin ; note 108, p. 613. Toutes les citations sont extraites de cette édition du texte.
  20. Marguerite Duras, « Projet de réponse », Le Monde, hors-série : « Marguerite Duras : la voix et la passion », août/octobre 2012, p. 81.
  21. Christine Angot, « Le problème de DSK avec nous » [archive], sur Libération, 24 mai 2011.
  22. Jérôme Garcin, « Tendance : Christine Angot, forcément sublime » [archive], sur Le Nouvel Observateur, 11 juin 2011.
  23. Christine Angot, Quitter la ville, Paris, Stock, 2000.
  24. (en) Marguerite Duras, « Sublime, necessarily sublime, Christine V. » [archive]
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Me acuerdo del crimen porque por entonces era yo todavía una colegiala, por las tarde iba a la academia de idiomas a perfeccionar el francés y allí leíamos artículos sobre el crimen. Hará unos 10 años también se creían ante la solución y no fue así.
-Para mí está claro que es alguien dela familia, por eso el interés en que se encontrara el cadáver. Hay no hay dudas
-Apostaría que el cuervo es alguien de la generación de la madre +/- 5 años, pues tienen caligrafías casi idénticas, generalmente la caligrafía depende mucho del colegio y del profesor, sobre todo en personasque después no han desarrollado profesiones en las que es necesario escribir mucho, como aquí el caso.
-Recordando como se trató el asesinato entonces me llama la atención el fenómeno madre. Ya entonces vemos el patrón de madre sonríe, puede ser asesina, o hace tal, puede ser asesina. Porque unos decían que tenía el dolor grabado en el rostro. Otros decían que había sonreído o hablado d etal o tal manera. Esto se repitió con la madre de DQ, incluso con la madre de los niños Bretón, en este caso lo acusatorio es que tenía el rictus muy duro, lo mismo que Dolore Vázquez. Es un fenómeno.

Lo realmente cruel es que se mate a un familiar niño para castigar a los padres y que toda la familia lo tape. Cuanto odio no puede haber en esta gente.
De la Duras recuerdo que consideraba a la madre la asesina ¿no?

Conozco bastante bien esa zona porque está cerca del triángulo Suiza-Alemania-Alsacia donde hay muchas empresas. Lo he atravesado en coche numerosas veces, es desolador, triste, gris y de gente, a primera vista, más dura que en otros sitios de Francia. Con esos pueblos donde no hay vida. Me puedo imaginar el hermetismo.

Seguid comentando el caso, por favor.
 
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