CASO ALCASSER

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8'
CRÓNICA NEGRA
El terrorífico libro sobre el crimen de las niñas de Alcàsser que no te dejará dormir

Joan Manuel Oleaque. El chungo del barrio: el Asuquiqui (mote barrial de... Antonio Anglés). Quedan unos cuantos años para el asesinato de las niñas de Alcàsser (1992/1993), pero ese día —sin que Oleaque fuera consciente— empezó a gestarse en su cabeza uno de los ensayos más desasosegantes escritos los últimos años en España.
Joan Manuel Oleaque cubrió los crímenes de Alcàsser como periodista, y en 2002 publicó un libro sobre el caso —'Desde las tinieblas. Un descenso al caso Alcàsser'—que lleva años descatalogado, se vende a 300 euros de segunda mano y está viviendo un 'revival underground' al calor de la serie de Netflix sobre Alcàsser... y de la resurrección de las teorías de la conspiración sobre el crimen (sí, la serie critica la conspiración, pero da la suficiente cuerda a los conspiratorios como para que una nueva generación se haya enterado de las ramificaciones paranoicas sobre Alcàsser, cuyos presuntos agujeros parecen hechos para la era digital).

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Oleaque pensaba entonces que su libro podría ser el tiro de gracia a las teorías de la conspiración. Se equivocó, sí, pero no por presunción: nadie que lea ‘Desde las tinieblas’ puede seguir pensando en serio cosas como que Anglés y Ricart no fueron los asesinos de las niñas de Alcàsser sino los cabezas de turco de un red de altos cargos degenerados; o que una mano negra del Estado maniobró para que no se conociera la verdad sobre el caso.

En realidad, el mayor impacto (emocional) del libro no es que uno no vuelva a tomarse en serio los ‘enigmas’ de Alcàsser, sino que los días siguientes a la lectura no puedes dormir tranquilo: ‘Desde las tinieblas’ es un relato de terror que deja mal cuerpo para una temporada. Pero no un terror de laboratorio a lo ‘American Psycho’ sino algo mucho más real: horror cotidiano en el inframundo barrial de la España del 92.

El libro es tan salvaje que su meticulosa descripción de lo ocurrido durante el secuestro de las niñas de Alcàsser no es el momento más crudo del texto. Porque el meollo aquí —ignorado por los conspiratorios que piensan que Anglés fue un chivo expiatorio del Estado— es la vida de Anglés previa al triple asesinato de Alcàsser.

Cartel de búsqueda y captura de Antonio Anglés.
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Oleaque se sumergió en el lodazal de su pueblo para construir una descarnada biografía de Anglés basada en los testimonios de familiares, amigos y compinches. Del macarrilla de barrio al delincuente juvenil, de la venta de drogas al asalto de bancos, y de ahí a la violencia extrema, todo ello en un contexto de marginación que uno asocia más a la España de la posguerra que a la de los noventa.

“El Asuquiqui había ido oscureciendo su temperamento hasta convertirse en un tipo extremadamente iracundo. Estallaba a la mínima y utilizaba una violencia salvaje para resolver cualquier situación. Trataba todo el día con toxicómanos que despreciaba y pensaba que lo envidiaban. Y el Chino [socio de Anglés en el tráfico de drogas] consumía una cantidad de cocaína tan exorbitante que Antonio tenía que estar pendiente de todo, como un halcón que todo el mundo quería cazar. Estimaba que para hacerse respetar, la mano dura era la solución. ‘Se hacía mayor y se le cruzaban más los cables”, cuenta el libro.

Portada del libro.
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Un cuesta abajo y sin frenos —de la marginación a la ultraviolencia: violencia contra la competencia, contra sus clientes yonquis, contra sus parejas, contra su madre— que acabó reventando en el delito que le llevó a la cárcel antes de Alcàsser: un espeluznante caso de secuestro y violencia extrema contra una exnovia a la que encadenó varios días en su casa familiar, convertida en túnel del terror de la España noventera, con varios testigos de la fechoría, entre ellos, Ricart. Anglés había entrado en un estado de monstruosidad e impunidad mental que iba a ir a más...




Conclusión de Oleaque: "Ni Juan Ignacio Blanco ni Fernando García [ideólogos de la conspiración] ni los periodistas ni el público sabían la verdadera crueldad de la tortura a la cual Antonio sometió a su examante Nuria. Una tortura que, en muchos puntos, anticipaba la posterior explosión del crimen de Alcàsser: el triple asesinato parecía, de hecho, una progresión con final —con muerte— de la explosión que Antonio había iniciado con Nuria. Ni Blanco ni Fernando ni los periodistas ni el público sabían tampoco lo que Neusa [madre de Anglés] cuenta: que Ricart, con Antonio, estuvo a punto de tirar a Nuria a un pozo. Y no sabían que Ricart podía haber hablado del crimen de Alcàsser a algunos colegas en términos parecidos a como lo haría en sus primeras declaraciones autoinculpatorias [de las que se desdijo antes del juicio alegando haber sido torturado durante el interrogatorio]".

Anglés sería condenado a prisión por estos hechos, pero desapareció durante un permiso y nadie se tomó la molestia de buscarle en serio (esto sí que es una negligencia estatal y no los disparates sobre 'snuff movies' que no existen). Durante su fuga, cometió el triple asesinato de Alcàsser.

El circo
Sí, es difícil trabajar con este tipo de material sin caer en un sensacionalismo atroz, pero Oleaque sale airoso por varios motivos: escritura tensa, obsesiva y sin contemplaciones. Ritmo torrencial. Conocimiento del terreno (y de la época). Fuentes. Idea clara de lo que quiere contar (y desmentir). Reporterismo, antropología y punk. Uno de los libros olvidados más importantes del periodismo español.

En esa época, según Oleaque, llegó a circular el rumor de que una televisión iba a publicar una foto de Antonio Anglés con Felipe González. O la supuesta imagen que cerraría el gran círculo de la conspiración: todos los poderes del Estado al servicio del engaño. Pero lo único que demostraba esa foto inexistente era el grado de delirio alcanzado por la teoría de la conspiración, analizado en la segunda parte del libro.

"Por primera vez desde la transición democrática, un suceso ha reflejado los miedos, las pasiones oscuras y los errores de una sociedad"

El debate abierto en torno al sensacionalismo mediático de Alcàsser fue “esteril” y se cerró en falso, según Oleaque, al reducirse a la clásica rasgada hipócrita de vestiduras y a la búsqueda de chivos expiatorios. “Considerando a Nieves Herrero culpable de todo, y evitando repetir su tipo de excesos, los medios se consideraron exculpados para continuar mostrando el dolo de manera obscena, comercial… Progresivamente, un montón de programas informativos que tenían los sucesos como eje central fueron apareciendo en las televisiones públicas y privadas. El suceso se impuso a los telediarios, a las revistas, a muchos diarios, incluso a los mejores diarios. Los medios pensaban que el suceso interesaba solo a unos cuantos morbosos. Alcàsser les hizo ver que podía interesar a muchísimos morbosos. El suceso, mayoritariamente tratado, como una lluvia de sangre y mierda sobre el público. A partir de entonces, el suceso abriría telediarios y figuraría con honor en las primeras páginas sin ningún tipo de titubeos”.

"Las teorías sobre la supuesta actuación en el crimen de una red de degenerados muy poderosos sobreviven en el inconsciente colectivo e internet"

Más madera: “Las fantásticas teorías sobre la supuesta actuación en el crimen de una red de degenerados muy poderosos sobreviven en el inconsciente colectivo e inundan internet. Mucho del periodismo de hoy, sobre todo el de televisión, es hijo bastardo de Alcàsser, de un iridiscencia negra y ruidosa. Cualquier noticia relacionada con Anglés continúa ocupando titulares. Por primera vez desde la transición democrática, un suceso ha reflejado los miedos, las pasiones oscuras y los errores de una sociedad”

Lo escribió Oleaque… en 2002.

Y su traca final: "Representantes del estamento judicial —¡y de la prensa!— han hecho duras referencias al caso, pero siempre referencias epidérmicas que no entraban a fondo en sus entrañas, como si diera miedo y vergüenza tan solo recordarlo. Pasar página, hacer como si no pudiera volver a pasar, y perseguir a Fernando y a Blanco, los más culpables: esta ha sido casi la única reacción. Así, la Justicia, las fuerzas de seguridad y la prensa se han podido sentir paladines del bien que andan sin mirar atrás, sin reconocer el propio fracaso en un caso en que, en un tramo u otro del camino, todos fracasaron, y todos contribuyeron a que pudiera darse el delirio" de la conspiración.







El libro es infumable, en el artículo parece que se trata de un segundo A sangre fría.

A ver, volvemos a lo de siempre, Anglés no era ningún santo pero esa especie de monstruo sádico tampoco.

Las fuentes del libro son las de siempre: su familia y sus amigos del lumpen. Sí, esos mismos que decían en televisión una cosa y en el juicio otra, según pagasen o no.
 
Sabía la policía que la hoguera fué el lugar donde quema el asesino este a sus hijos, y necesitan pruebas contra el, buscan en la hoguera restos de los niños y la tipa dice sin ninguna prueba con un solo vistazo, que son de animales... Que salvaje
Siii, que error tan grave.
En su favor debo decir que le pidieron valoración en situ, tenía 10 mins para decir si o no.
En contra, que era visible el tamaño de los huesos, color, textura para saber que eran humanos.

En estas nuevas muestras de Alcasser es bastante dificil reconocer trozos de huesos a primera vista.
 
Ésto lo encontré en un blog sobre el caso. Como veis, hay versiones para todos los gustos:

"El 27 de enero de 1993, unos apicultores vieron un brazo semienterrado de una de las tres adolescentes desaparecidas 74 días antes en Alcàsser (Valencia), Toñi, Miriam y Desiré. Los que estuvimos aquellas primeras semanas en el escenario de los hechos o siguiendo el rastro de la fuga de Antonio Anglés por media España fuimos testigos de lo vivido esos días de 1993: la caza de testimonios previo pago, un pequeño pueblo convertido en plató televisivo, el altavoz de los medios para todo aquel que desease sus minutos de fama, dijese lo que dijese, por disparatado que fuese.

En las siguientes semanas, meses y hasta años comenzó una carrera de dislates, alimentada por el siniestro criminólogo Juan Ignacio Blanco, el presentador Pepe Navarro y Fernando García, el padre de una de las víctimas, que descubrió que si los medios no tenían noticias –porque no las había-, él las crearía. Los primeros años de ese delirio son narrados de forma minuciosa en la serie de Ramón Campos y Elías León Siminiani 'El caso Alcàsser', estrenada recientemente en Netflix.

Lo que pasó después, aún pervive. Si uno echa hoy un vistazo a las redes leerá teorías que echan por tierra la sentencia que condenó a 170 años de cárcel a Miguel Ricart e individuos que aseguran tener pruebas que desmontan lo que los defensores de la conspiranoia llaman despectivamente "versión oficial".
Una de las pruebas es esa grabación en vídeo que asegura en el documental de Netflix tener en su poder Juan Ignacio Blanco en la que se ve a un grupo de notables de la Comunidad Valenciana pasándolo muy bien mientras las niñas de Alcàsser son torturadas. Blanco nunca entregó, ni a los responsables del documental ni a nadie, esa supuesta cinta. Sencillamente, porque no existe.

Los delirios de Blanco y García se difundían cada noche en el programa de Pepe Navarro, 'Esta noche cruzamos el Mississippi'. Allí se acusó a personas honorables, como el subdelegado del Gobierno en Alicante Alfonso Calvé, de participar en snuff movies de las que fueron víctimas Toñi, Miriam y Desiré. En directo, se llegó a afirmar que se subastaba quién mataba a las víctimas y que el que más pagaba se podía quedar, por ejemplo, con una mano de las víctimas como trofeo. Nadie parecía recordar que los cuerpos de las tres niñas de Alcàsser conservaban todas sus extremidades. Por supuesto, Ricart era una cabeza de turco y a Anglés le habían eliminado esos poderosos. Estas afirmaciones tuvieron sus sentencias, aunque Alfonso Calvé, por ejemplo, murió antes de ver cómo la Justicia reparaba su honor.

Como muchos años después, en los atentados del 11 de marzo de 2004, las teorías conspiranoicas de Alcàsser nacieron de pequeñas verdades o de grandes errores, todo ello moldeado para que cuadre en la teoría a desarrollar. La mochila hallada en la comisaría de Vallecas sin explosionar en el 11M fue uno de los cimientos de todas las barbaridades que se dijeron entonces. En Alcàsser, un deficiente levantamiento de los cadáveres y una pésima inspección ocular fueron a lo que se agarraron los conspiranoicos para comenzar a levantar un edificio de disparates. Llegado el momento del juicio, la acusación particular ejercida en nombre del padre de Miriam, Fernando García, lejos de acusarle, hizo de abogado defensor de Ricart, presentándole como víctima de una enorme conspiración. Los medios que se resistieron a dar pábulo a las teorías de la conspiración de Alcàsser, especialmente los diarios locales Levante y Las Provincias, pagaron muy caro su compromiso con la verdad, en forma de insultos, bajas de suscripciones y descalificaciones casi diarias. Pese a ello, un grupo de profesionales honrados como Javier Martínez, Teresa Domínguez o Yolanda Laguna aguantaron el tipo sin sucumbir a la conspiranoia. En el caso del 11M aún resuenan los alaridos de Pedro Jota o de Jiménez Losantos contra ABC y sus periodistas por dinamitar las teorías que lanzaban la Cope y el diario El Mundo. Mención aparte merece el ex policía Jero Boloix, que se fajó aquellos meses posteriores al crimen de Alcàsser en los platós de Canal 9 y dejó varias veces al descubierto las patrañas de Blanco, aún a sabiendas del coste profesional que podría tener para él lo que entonces era nadar a contracorriente.

Han pasado más de 25 años desde los crímenes de Alcàsser. Ricart está ya en libertad, Antonio Anglés sigue siendo un objetivo prioritario para la Guardia Civil, que mantiene abierta la Operación Deseada, para cazarle.
Nieves Herrero sigue siendo el nombre al que se recurre para recordar los abusos de los medios aquellos meses. Juan Ignacio Blanco y Fernando García han sido condenados por injurias..."
 
Ésto lo encontré en un blog sobre el caso. Como veis, hay versiones para todos los gustos:

"El 27 de enero de 1993, unos apicultores vieron un brazo semienterrado de una de las tres adolescentes desaparecidas 74 días antes en Alcàsser (Valencia), Toñi, Miriam y Desiré. Los que estuvimos aquellas primeras semanas en el escenario de los hechos o siguiendo el rastro de la fuga de Antonio Anglés por media España fuimos testigos de lo vivido esos días de 1993: la caza de testimonios previo pago, un pequeño pueblo convertido en plató televisivo, el altavoz de los medios para todo aquel que desease sus minutos de fama, dijese lo que dijese, por disparatado que fuese.

En las siguientes semanas, meses y hasta años comenzó una carrera de dislates, alimentada por el siniestro criminólogo Juan Ignacio Blanco, el presentador Pepe Navarro y Fernando García, el padre de una de las víctimas, que descubrió que si los medios no tenían noticias –porque no las había-, él las crearía. Los primeros años de ese delirio son narrados de forma minuciosa en la serie de Ramón Campos y Elías León Siminiani 'El caso Alcàsser', estrenada recientemente en Netflix.

Lo que pasó después, aún pervive. Si uno echa hoy un vistazo a las redes leerá teorías que echan por tierra la sentencia que condenó a 170 años de cárcel a Miguel Ricart e individuos que aseguran tener pruebas que desmontan lo que los defensores de la conspiranoia llaman despectivamente "versión oficial".
Una de las pruebas es esa grabación en vídeo que asegura en el documental de Netflix tener en su poder Juan Ignacio Blanco en la que se ve a un grupo de notables de la Comunidad Valenciana pasándolo muy bien mientras las niñas de Alcàsser son torturadas. Blanco nunca entregó, ni a los responsables del documental ni a nadie, esa supuesta cinta. Sencillamente, porque no existe.

Los delirios de Blanco y García se difundían cada noche en el programa de Pepe Navarro, 'Esta noche cruzamos el Mississippi'. Allí se acusó a personas honorables, como el subdelegado del Gobierno en Alicante Alfonso Calvé, de participar en snuff movies de las que fueron víctimas Toñi, Miriam y Desiré. En directo, se llegó a afirmar que se subastaba quién mataba a las víctimas y que el que más pagaba se podía quedar, por ejemplo, con una mano de las víctimas como trofeo. Nadie parecía recordar que los cuerpos de las tres niñas de Alcàsser conservaban todas sus extremidades. Por supuesto, Ricart era una cabeza de turco y a Anglés le habían eliminado esos poderosos. Estas afirmaciones tuvieron sus sentencias, aunque Alfonso Calvé, por ejemplo, murió antes de ver cómo la Justicia reparaba su honor.

Como muchos años después, en los atentados del 11 de marzo de 2004, las teorías conspiranoicas de Alcàsser nacieron de pequeñas verdades o de grandes errores, todo ello moldeado para que cuadre en la teoría a desarrollar. La mochila hallada en la comisaría de Vallecas sin explosionar en el 11M fue uno de los cimientos de todas las barbaridades que se dijeron entonces. En Alcàsser, un deficiente levantamiento de los cadáveres y una pésima inspección ocular fueron a lo que se agarraron los conspiranoicos para comenzar a levantar un edificio de disparates. Llegado el momento del juicio, la acusación particular ejercida en nombre del padre de Miriam, Fernando García, lejos de acusarle, hizo de abogado defensor de Ricart, presentándole como víctima de una enorme conspiración. Los medios que se resistieron a dar pábulo a las teorías de la conspiración de Alcàsser, especialmente los diarios locales Levante y Las Provincias, pagaron muy caro su compromiso con la verdad, en forma de insultos, bajas de suscripciones y descalificaciones casi diarias. Pese a ello, un grupo de profesionales honrados como Javier Martínez, Teresa Domínguez o Yolanda Laguna aguantaron el tipo sin sucumbir a la conspiranoia. En el caso del 11M aún resuenan los alaridos de Pedro Jota o de Jiménez Losantos contra ABC y sus periodistas por dinamitar las teorías que lanzaban la Cope y el diario El Mundo. Mención aparte merece el ex policía Jero Boloix, que se fajó aquellos meses posteriores al crimen de Alcàsser en los platós de Canal 9 y dejó varias veces al descubierto las patrañas de Blanco, aún a sabiendas del coste profesional que podría tener para él lo que entonces era nadar a contracorriente.

Han pasado más de 25 años desde los crímenes de Alcàsser. Ricart está ya en libertad, Antonio Anglés sigue siendo un objetivo prioritario para la Guardia Civil, que mantiene abierta la Operación Deseada, para cazarle.
Nieves Herrero sigue siendo el nombre al que se recurre para recordar los abusos de los medios aquellos meses. Juan Ignacio Blanco y Fernando García han sido condenados por injurias..."
Fenomenal. Seguimos con lo de siempre.

Desmontar a Juan Ignacio Blanco es muy fácil, lo que no hace el documental es dar explicación a todas las incógnitas del caso.

Ni siquiera es un buen documental, como fue el de Asunta.
 
Anda que en todos estos años no han pasado por esa fosa, curiosos,morbosos y de todo y no apareció nada ..., y ojo que ni creo ni dejo de creer que se llevaran manos o lo que sea ( aunque gente desgraciadamente hay para todos los gustos ) pero parece que han tenido que escarbar de cojovnes no? y justo cuando sale a la palestra el caso con lo del documental de Netflix.
Y sí también puede ser como posibilidad ( que no probable ) que los pusieran ahí sea lo que sea.

Vete tú a saber, yó en este caso ya ni creo ni no creo nada, en stand by, pero como sí sean de las supuestas manos faltantes se va a liar tanto los que opinan una cosa como otra.

Saludos
 
Con sábanas saltó , que sábanas??? Si la casa era un vertedero, ya tendría el todo preparado para cuando lo visitarse la GC, pq si no es imposible, en esa mierda de casa tener sábanas ni nada...
Las primeras informaciones de este caso, salió un vídeo de la parte trasera de la casa donde la policía decía que se había escapado saltando. No con sábanas, entonces no se dijo nada. Pero ni con sábanas ni saltando. A menos de ser un superhéroe imposible saltar desde aquel piso en diagonal. Ya ahí empecé a no creer.....
 
Las primeras informaciones de este caso, salió un vídeo de la parte trasera de la casa donde la policía decía que se había escapado saltando. No con sábanas, entonces no se dijo nada. Pero ni con sábanas ni saltando. A menos de ser un superhéroe imposible saltar desde aquel piso en diagonal. Ya ahí empecé a no creer.....
Igual entre tanto hermano y basuras, salió por la puerta y ni lo vieron...
 
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