El caso es que a esa teoría de la gancho se llega por descarte porque los datos de los testigos oficiales no tienen lógica en el tiempo, (por incongruencias horarias), ni en el espacio, (ya que Cano Llácer no pudo haber visto mientras conducía su ciclomotor desde la gasolinera como un coche blanco las alcanza a la altura de la ermita por el ángulo curvado de la calle principal de Picassent que une la gasolinera y Coolor, y encima conduciendo en sentido contrario a Coolor).
Asimismo, la subida voluntaria de las niñas en el coche de los dos robaperas es bastante improbable de haberse dado, mientras que fácilmente podrían haber subido en el de la supuesta gancho por generarles confianza.
Además, en el trayecto de Picassent a La Romana se atraviesan tres poblaciones y siendo tres podrían haber golpeado las ventanas o haber gritado por su incipiente secuestro para llamar la atención de peatones, y no hay constancia de ello.
Igualmente, el padre coraje en 1997 en una entrevista en Cambio 16 dice que a las niñas las convencen para ir a otra fiesta tras ver él mismo como inverosímiles los relatos de los testigos oficiales y presuntamente tras haber hablado con el vecindario intentando recopilar extrajudicialmente indicios de por donde andaron las niñas antes de desaparecer.
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