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Carolina y Philippe Junot: el romance de la década, el divorcio del siglo
Hace 35 años Carolina de Monaco se divorciaba del playboy Philippe Junot y comenzaba una saga de romances, divorcios y escándalos monegascos que han entretenido al mundo entero.
Por CARMEN GALLARDO
8 de octubre de 2015 / 18:02
Etiquetas:
Alberto de Mónaco
Carolina de Mónaco
Estefanía de Mónaco
Realeza

© Gtresonline
Philippe Junot, Carolina de Mónaco y Grace Kelly durante un partido de tenis en abril de 1980.
Más que una novia, Carolina parecía una niña vestida de comunión, una niña de las de antes, con faldas de organza y casquete floreado. Pero no, era joven, tenía 21 años, pero no hacía la primera comunión: Carolina Grimaldi se casaba vestida de Dior con Phillipe Junot, un niño rico francés, afamado playboy de la costa Azul, de las noches de París y de las discotecas neoyorquinas, 17 años mayor. Era el 29 de junio de 1978, a la boda celebrada en el Palacio de Mónaco asistieron algunos invitados de sangre azul: el ex rey de Italia, los condes de Barcelona y los condes de París… y algunos reyes de Hollywood: Ava Gardner, Cary Grant o Frank Sinatra. Los nacidos en Mónaco en el mismo año que la princesa, 1957, también disfrutaron de comida gratis a costa del Principado.
Aquel día, seguramente los menos felices fueron los padres de la novia, que se habían visto obligados a aceptar la unión ante las provocaciones de su hija, retratada meses antes en top less, en la cubierta de un yate, mientras Junot jugueteaba con los juveniles atributos de la Princesa. Papá Rainiero no podía seguir desayunando aquellas fotos día sí día no. Grace Kelly renunciaba a su sueño de convertir a la mayor de sus niñas en una princesa de alcurnia. Las escandalosas fotos de su hija daban al traste con la posibilidad de que un Windsor, como Carlos, aún soltero; o cualquier heredero de un trono de pro la hiciese su reina.
Una rebelde Carolina había decidido reinar en las portadas de las revistas de todo el mundo, para mayor placer de los paparazzi. People titulaba con una foto de la pareja: la princesa y el playboy , augurando lo que iba a ocurrir durante los dos años y 41 días que duró la unión. Y París Matchofrecía un amplio reportaje del viaje de novios a Tahití, allí tuvieron su primera pelea, al parecer por los fotógrafos, informados por Junot de su paradero paradisiaco.
EL DIVORCIO
La biografía de Junot indicaba sólo que era empresario, diplomado en Finanzas en Nueva York, hijo del presidente de la Westinghouse de Francia, aficionado a varios deportes y a la vida nocturna. Como un Gil y Gil de la vida, Junot posaba junto a la dulce y elegante princesa con la camisa abierta varios botones de más, para dejar ver las cadenas de oro colgando del cuello, imagen made in Marbella que debía atragantarse a la estricta madre de la novia. Los surcos del rostro, el gesto algo chulesco, daban buena cuenta de los excesos vividos.
Excesos que no se calmaron tras convertirse en el marido de la mujer más deseada. Ella vivía demasiado sola, él demasiado acompañado por otras. En julio de 1980, se publicaron las fotos del marido de la princesa junto a una explosiva costarricense que decía ser su secretaria, Giannina Faccio. La supuesta secretaria y la ausencia de Junot en la Gala de la Cruz Roja de ese año, fueron la espoleta: a principios de agosto el Palacio sacaba un comunicado anunciando la ruptura. Pero, el mejor resumen fue el de Le Quotidien de Paris, que titulaba la noticia sobre el final del matrimonio: “Caprice,c'est fini” (“Se acabó el capricho”). El divorcio se hizo público el 9 de octubre de 1980. Hace ya 35años
¿QUÉ TIENE MÓNACO?
Resulta curioso que el católico principado de Mónaco, y el recto matrimonio de Rainiero y Grace, una mujer conservadora y muy católica, hayan proporcionado al mundo de las monarquías tanta promiscuidad. A Rainiero no se le conocen amores tras su matrimonio con la norteamericana, pero tampoco conviene olvidar que el principado se salvó de su absorción por Francia gracias a los amores de Luis II (abuelo de Rainiero) con la lavandera (o cabaretera) Louvet, su fruto, la plebeya y posterior princesa Carlota, madre de Rainiero, salvó al reino y aportó los más bellos genes del clan, solo heredados por Carolina y su hija Carlota.
EL PLAY BOY JUNOT CONTINÚA MOVIÉNDOSE COMO PEZ EN EL AGUA EN LOS NEGOCIOS QUE SE FRAGUAN EN TORNO A LOS PARAÍSOS FISCALES , AUNQUE EN 2008 FUE VÍCTIMA DE LA ESTAFA DE BERNARD MADOFF.
Los hijos de Rainiero y Grace han hecho las delicias de la prensa: hijos secretos, amores furtivos, ligues con tenistas de éxito o matrimonios con guardaespaldas, cuernos públicos, una novia a punto de huir dos días antes del enlace. Sin duda, algo tendrá que ver que la “hermosa” pareja Rainiero-Grace quizá no lo era tanto. La actriz había vivido lo suyo en Hollywood, a pesar del recato del que hacía gala en familia una de las musas de Hitchcock. Quizá, las condiciones matrimoniales que impuso Rainiero, no solo le cortaban las alas, si no que convertían el palacio en una cárcel. Quizás la corte de Mónaco sea más cárcel que ninguna otra, porque una sensación similar ha transmitido la princesa Charlene.
TRAYECTORIAS
Cuando se cumplen 35 años de aquel divorcio sonado, tocan las capitulaciones. Carolina obtuvo la dispensa papal para volver a casarse por la iglesia cuando ya era viuda de su segundo marido, el rico industrial italiano Stephano Casiraghi, y madre de tres hijos. El día de su 42 cumpleaños hacía realidad uno de los sueños de su madre, emparentar con la realeza europea. Se casaba con Ernesto de Hannover ya embarazada de la pequeña Alejandra. Este matrimonio también acabó diez años después. Pero sin divorcio, así Carolina mantiene el título de Su Alteza Real.
El play boy Junot continúa moviéndose como pez en el agua en los negocios que se fraguan en torno a los paraísos fiscales , aunque en 2008 fue víctima de la estafa de Bernard Madoff. Estuvo casado con una rubia espectacular, la modelo Nina Wendelboe-Larsen, con la que tuvo tres hijos; tras su separación de Nina, empató con la princesa y tuvo el cuarto de sus hijos con otra modelo, Helén Wendel. Escribió un libro de Memorias para reivindicar su papel entre los Grimaldi y quejarse, dolido, de las palabras de Carolina sobre su primera boda: “aquello fue un locura de juventud”. Él no lo ve así, reivindica el amor que les llevó al altar, porque, con 75 años, el único de los títulos que le ha hecho universal fue convertirse en el primer marido de la princesa más deseada, la bella Carolina.
Hace 35 años Carolina de Monaco se divorciaba del playboy Philippe Junot y comenzaba una saga de romances, divorcios y escándalos monegascos que han entretenido al mundo entero.
Por CARMEN GALLARDO
8 de octubre de 2015 / 18:02
Etiquetas:
Alberto de Mónaco
Carolina de Mónaco
Estefanía de Mónaco
Realeza

© Gtresonline
Philippe Junot, Carolina de Mónaco y Grace Kelly durante un partido de tenis en abril de 1980.
Más que una novia, Carolina parecía una niña vestida de comunión, una niña de las de antes, con faldas de organza y casquete floreado. Pero no, era joven, tenía 21 años, pero no hacía la primera comunión: Carolina Grimaldi se casaba vestida de Dior con Phillipe Junot, un niño rico francés, afamado playboy de la costa Azul, de las noches de París y de las discotecas neoyorquinas, 17 años mayor. Era el 29 de junio de 1978, a la boda celebrada en el Palacio de Mónaco asistieron algunos invitados de sangre azul: el ex rey de Italia, los condes de Barcelona y los condes de París… y algunos reyes de Hollywood: Ava Gardner, Cary Grant o Frank Sinatra. Los nacidos en Mónaco en el mismo año que la princesa, 1957, también disfrutaron de comida gratis a costa del Principado.
Aquel día, seguramente los menos felices fueron los padres de la novia, que se habían visto obligados a aceptar la unión ante las provocaciones de su hija, retratada meses antes en top less, en la cubierta de un yate, mientras Junot jugueteaba con los juveniles atributos de la Princesa. Papá Rainiero no podía seguir desayunando aquellas fotos día sí día no. Grace Kelly renunciaba a su sueño de convertir a la mayor de sus niñas en una princesa de alcurnia. Las escandalosas fotos de su hija daban al traste con la posibilidad de que un Windsor, como Carlos, aún soltero; o cualquier heredero de un trono de pro la hiciese su reina.
Una rebelde Carolina había decidido reinar en las portadas de las revistas de todo el mundo, para mayor placer de los paparazzi. People titulaba con una foto de la pareja: la princesa y el playboy , augurando lo que iba a ocurrir durante los dos años y 41 días que duró la unión. Y París Matchofrecía un amplio reportaje del viaje de novios a Tahití, allí tuvieron su primera pelea, al parecer por los fotógrafos, informados por Junot de su paradero paradisiaco.
EL DIVORCIO
La biografía de Junot indicaba sólo que era empresario, diplomado en Finanzas en Nueva York, hijo del presidente de la Westinghouse de Francia, aficionado a varios deportes y a la vida nocturna. Como un Gil y Gil de la vida, Junot posaba junto a la dulce y elegante princesa con la camisa abierta varios botones de más, para dejar ver las cadenas de oro colgando del cuello, imagen made in Marbella que debía atragantarse a la estricta madre de la novia. Los surcos del rostro, el gesto algo chulesco, daban buena cuenta de los excesos vividos.
Excesos que no se calmaron tras convertirse en el marido de la mujer más deseada. Ella vivía demasiado sola, él demasiado acompañado por otras. En julio de 1980, se publicaron las fotos del marido de la princesa junto a una explosiva costarricense que decía ser su secretaria, Giannina Faccio. La supuesta secretaria y la ausencia de Junot en la Gala de la Cruz Roja de ese año, fueron la espoleta: a principios de agosto el Palacio sacaba un comunicado anunciando la ruptura. Pero, el mejor resumen fue el de Le Quotidien de Paris, que titulaba la noticia sobre el final del matrimonio: “Caprice,c'est fini” (“Se acabó el capricho”). El divorcio se hizo público el 9 de octubre de 1980. Hace ya 35años
¿QUÉ TIENE MÓNACO?
Resulta curioso que el católico principado de Mónaco, y el recto matrimonio de Rainiero y Grace, una mujer conservadora y muy católica, hayan proporcionado al mundo de las monarquías tanta promiscuidad. A Rainiero no se le conocen amores tras su matrimonio con la norteamericana, pero tampoco conviene olvidar que el principado se salvó de su absorción por Francia gracias a los amores de Luis II (abuelo de Rainiero) con la lavandera (o cabaretera) Louvet, su fruto, la plebeya y posterior princesa Carlota, madre de Rainiero, salvó al reino y aportó los más bellos genes del clan, solo heredados por Carolina y su hija Carlota.
EL PLAY BOY JUNOT CONTINÚA MOVIÉNDOSE COMO PEZ EN EL AGUA EN LOS NEGOCIOS QUE SE FRAGUAN EN TORNO A LOS PARAÍSOS FISCALES , AUNQUE EN 2008 FUE VÍCTIMA DE LA ESTAFA DE BERNARD MADOFF.
Los hijos de Rainiero y Grace han hecho las delicias de la prensa: hijos secretos, amores furtivos, ligues con tenistas de éxito o matrimonios con guardaespaldas, cuernos públicos, una novia a punto de huir dos días antes del enlace. Sin duda, algo tendrá que ver que la “hermosa” pareja Rainiero-Grace quizá no lo era tanto. La actriz había vivido lo suyo en Hollywood, a pesar del recato del que hacía gala en familia una de las musas de Hitchcock. Quizá, las condiciones matrimoniales que impuso Rainiero, no solo le cortaban las alas, si no que convertían el palacio en una cárcel. Quizás la corte de Mónaco sea más cárcel que ninguna otra, porque una sensación similar ha transmitido la princesa Charlene.
TRAYECTORIAS
Cuando se cumplen 35 años de aquel divorcio sonado, tocan las capitulaciones. Carolina obtuvo la dispensa papal para volver a casarse por la iglesia cuando ya era viuda de su segundo marido, el rico industrial italiano Stephano Casiraghi, y madre de tres hijos. El día de su 42 cumpleaños hacía realidad uno de los sueños de su madre, emparentar con la realeza europea. Se casaba con Ernesto de Hannover ya embarazada de la pequeña Alejandra. Este matrimonio también acabó diez años después. Pero sin divorcio, así Carolina mantiene el título de Su Alteza Real.
El play boy Junot continúa moviéndose como pez en el agua en los negocios que se fraguan en torno a los paraísos fiscales , aunque en 2008 fue víctima de la estafa de Bernard Madoff. Estuvo casado con una rubia espectacular, la modelo Nina Wendelboe-Larsen, con la que tuvo tres hijos; tras su separación de Nina, empató con la princesa y tuvo el cuarto de sus hijos con otra modelo, Helén Wendel. Escribió un libro de Memorias para reivindicar su papel entre los Grimaldi y quejarse, dolido, de las palabras de Carolina sobre su primera boda: “aquello fue un locura de juventud”. Él no lo ve así, reivindica el amor que les llevó al altar, porque, con 75 años, el único de los títulos que le ha hecho universal fue convertirse en el primer marido de la princesa más deseada, la bella Carolina.