Carlos de Inglaterra: El Príncipe infeliz

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Madre ausente, padre hostil, burlas de sus compañeros y duchas heladas: Carlos de Inglaterra, el príncipe infeliz​

El eterno heredero al trono británico vivió una infancia y adolescencia tristes marcadas por la soledad, el desapego de sus padres y el bullying escolar​

Por
Susana Ceballos
20 de Marzo de 2021









El príncipe Carlos ha vivido entre el rigor de los aposentos reales, la estricta educación de colegio de internado y los cambios en la monarquía británica actual. Victoria Jones/Pool vía REUTERS
El príncipe Carlos ha vivido entre el rigor de los aposentos reales, la estricta educación de colegio de internado y los cambios en la monarquía británica actual. Victoria Jones/Pool vía REUTERS
Un niño está en el puerto de Londres. Quieto y expectante aguarda el barco que traerá a sus papás. Cumplió cuatro años y hace seis meses que no los ve. Su madre y su padre descienden de la imponente embarcación. El pequeño corre hacia ellos pero alguien lo sujeta de su mano y se lo impide. Ve a su mamá estrechar la mano de una interminable legión de funcionarios que saludan con una reverencia. Tres pasos atrás, su padre mantiene una sonrisa diplomática e imperturbable. El niño logra escapar de la mano que lo retiene y se coloca en la fila para saludar. Al verlo, su madre le dice: “No, tú no cariño” y sigue adelante. Queda solo pero rodeado de gente. Alguien le susurra una frase que en todos los niños rompe una ilusión, pero que en su caso muestra una condición: Carlos, los reyes son tus padres.
El 14 de noviembre de 1948 fue un día más para muchos aunque no para todos. En una habitación del palacio de Buckingham, con techos de 14 metros de altura y salas enchapadas en oro nacía Charles Philip Arthur George, el hijo mayor del duque de Edimburgo y la princesa Isabel. La heredera al trono británico se había casado enamoradísima el año anterior, ese hijo era una muestra de ese amor y el tercero en la línea de sucesión al trono. Algo que quedaba para el futuro muy muy lejano ya que con 52 años, su abuelo el rey Jorge VI estaba en la plenitud.

En esta imagen de archivo, tomada el 10 de julio de 1947, la entonces heredera al trono de Inglaterra, la princesa Isabel, y su prometido, el teniente Felipe Mountbatten, posan para una fotografía tras el anuncio de su compromiso en Londres
En esta imagen de archivo, tomada el 10 de julio de 1947, la entonces heredera al trono de Inglaterra, la princesa Isabel, y su prometido, el teniente Felipe Mountbatten, posan para una fotografía tras el anuncio de su compromiso en Londres
A la hora que nació su primogénito, el padre jugaba squash. Al conocerlo afirmó que parecía un “budín de ciruelas”. Su comentario poco mostraba de amoroso, pero se sabía que el humor del duque era algo excéntrico. Cuatro semanas después, Carlos fue bautizado con agua del río Jordan. Isabel estaba encantada con su rol de madre y lo amamantó durante dos meses. Pero se contagió de sarampión y tuvo que desistir. Ese hecho marcaría una constante en la vida de Carlos. Las cosas empiezan bien pero terminan no tan bien. En 1949 Felipe e Isabel se instalaron en Malta. Al año siguiente, Carlos recibió a Ana, su hermana. Todo parecía idílico.

Cuatro años después el panorama era diferente. Su abuelo falleció y su madre con 26 años se convirtió en la monarca de uno de los países más poderosos del planeta. Recién acababa la Segunda Guerra Mundial y como jefa de la Mancomunidad de las Naciones comenzó largas giras. Visitó territorios lejanos y diversos como Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica, Pakistán y Canadá.
Las obligaciones de reina se impusieron al amor de madre. Dejó a sus hijos al cuidado de institutrices y partió. De los primeros ocho cumpleaños que Carlos festejó, sus padres solo estuvieron presentes en dos. El primogénito debía cumplir con estrictos protocolos. Ante otras personas solo podía dirigirse a su madre con un “Su Majestad”. Jamás un cariñoso “mami”, un “ma” ni siquiera un respetuoso “madre”. Parecía que en esa Inglaterra de posguerra no solo la comida estaba racionada, también el cariño, los besos, los abrazos.
[IMG alt="El príncipe Carlos encontraba las largas separaciones por las giras de sus padres muy perturbadoras y confusas
Mandatory Credit: Photo by Everett/Shutterstock (10296203a)
"]https://www.infobae.com/new-resizer...nfobae/EOOVSYNWK5DJJJD5Q7F7QORUE4.jpg[/IMG]El príncipe Carlos encontraba las largas separaciones por las giras de sus padres "muy perturbadoras y confusas" Mandatory Credit: Photo by Everett/Shutterstock (10296203a)
La primera palabra que Carlos escribió, el primer libro que leyó, la noche que se despertó asustado por una pesadilla, la vez que tuvo fiebre, todos sus avances y miedos fueron presenciados por el grupo de funcionarios que lo rodeaban, pero no por sus padres. Creció en un palacio enorme que acrecentó su timidez y aplastó sus emociones. Alguna vez Diana aseguró que su esposo lo único que aprendió sobre el amor de parte de sus padres fue “a estrechar las manos”.

Si el trato con su madre era frío y distante, con su padre era peor. El duque era una persona enérgica, de un temperamento que algunos llamaban “volcánico” y otros simplemente definían como “de porquería”. Intimidaba a Carlos. No solo lo veía poco y nada, cuando se encontraban eran casi dos extraños. Su padre solía señalarle sus defectos en público. Al hijo se le llenaban los ojos de lágrimas, algo que lejos de provocar su compasión lo enojaba más ya que lo consideraba un signo de debilidad.
El primogénito se esforzaba en hacer lo correcto, pero le salía mal. Cierta vez, les sirvieron fresas a los invitados. Carlos comenzó a quitarles el tallo porque creía que sería más fácil comerlas, pero le indicaron que “si las tomas del tallo, puedes sumergirlas en azúcar”. Cohibido intentó ponerles el tallo de nuevo.

Su padre temía cada vez más que se volviera débil. Todo el tiempo imponía su disciplina. Muchas años después le preguntaron a Carlos si alguna vez le habían dicho que “se sentara y se callara”. Él respondió sin dudar: “Todo el tiempo. Sí”.
[IMG alt="En una biografía escrita por Jonathan Dimbleby, el autor relata que de niño se asustaba fácilmente con la fuerte personalidad de su padre, quien le hacía llorar con facilidad cuando le reprochaba algún comportamiento que consideraba inadecuado.
(AP Photo/Eddie Worth, file)"]https://www.infobae.com/new-resizer...nfobae/GZYJNHPWPZFPVELJC5Y6VGOMZE.jpg[/IMG]En una biografía escrita por Jonathan Dimbleby, el autor relata que de niño "se asustaba fácilmente con la fuerte personalidad de su padre", quien "le hacía llorar con facilidad" cuando le reprochaba algún comportamiento que consideraba inadecuado. (AP Photo/Eddie Worth, file)
Para empeorar la situación y por esas leyes no escritas de la naturaleza que muestra que los hermanos para diferenciarse suelen ser muy diferentes, Ana era todo lo opuesto. La niña se mostraba segura y extrovertida. Si su padre se dirigía a ella en forma sarcástica le contestaba de igual modo, a diferencia del mayor que se turbaba. Era buena para los deportes y una experta jineta. En cambio, el mayor montaba con temor, no se distinguía en deportes, le costaban las matemáticas, pasaba largas horas leyendo, le gustaba la poesía y escribir. Hoy se definiría como un niño “sensible” pero en esa Inglaterra de la posguerra sus características se consideraban un defecto. Sensibilidad no iba bien con virilidad. Poesía no se asociaba con hombría.

Viendo que el primogénito prefería estar solo que acompañado lo anotaron en Hill House School. Sus padres anhelaban que tuviera una vida normal pero las condiciones eran anormales. El día que lo fueron a visitar, Carlos les presentó a sus compañeros que debían saludarlos con una reverencia. Ni pensar en organizar una pijamada en el Palacio.
Apenas seis meses después y cuando ni siquiera había terminado el período de adaptación, lo anotaron en Cheam School, una escuela fundada en 1645 y que parecía menos rígida que los internados tradicionales. El príncipe tenía 9 años y según cuentan lloraba cada noche abrazado a su oso de peluche. La palabra bullyng no existía y el maltrato escolar se consideraba parte de la vida. Sus compañeros pronto olvidaron que sería su rey, se burlaban de sus orejas y de su falta de habilidad deportiva para el rugby, el críquet y el fútbol. Intentaba jugar, lo incluían en el equipo pero invariablemente lo sacaban por malo. Es que de nada te sirve ser el príncipe y hasta el dueño de la pelota, si sos garantía de perder el partido.
El príncipe Carlos posando en el Palacio de Buckingham el 13 de noviembre de 1957. Solo tuvo lazos estrechos con su abuela materna, que será su consejera y confidente.  (AP Photo, File, Pool)
El príncipe Carlos posando en el Palacio de Buckingham el 13 de noviembre de 1957. Solo tuvo lazos estrechos con su abuela materna, que será su consejera y confidente. (AP Photo, File, Pool)

Siempre rodeado de gente y siempre solo, como relata VanityFair, Carlos “adquirió la rutina de escribir cartas a su casa semanalmente —el principio de su pasión por la correspondencia escrita—. De acuerdo con la tradición de la época aguantó el maltrato físico de dos maestros por desobedecer las reglas. “Yo soy uno de aquellos para los que el castigo corporal sí funcionó”.
En 1957 se enfermó o quizá somatizó su tristeza
. Fue internado para una amigdalectomía y contrajo gripe asiático. Sus padres no lo visitaron porque estaban de gira real por Canadá. Eso sí, le enviaron una carta de despedida. Tres años después se enfermó de sarampión y también la transitó en soledad. Sus padres estaban de gira por la India.

Sin posibilidad de brillar en los deportes ni destacar en los concursos de matemática, Carlos sintió que su oportunidad llegaba cuando lo eligieron para interpretar a Ricardo III en la obra El último barón. Pasó horas ensayando y perfeccionando su personaje. Era noviembre de 1961 y el día del estreno sus padres estaban otra vez en el extranjero, esta vez en Ghana. En su lugar, la reina madre y la princesa Ana observaron al heredero al trono actuar como el monarca del siglo XV famoso por... su deformidad.
Carlos no logró hacer ni un solo amigo a lo largo de sus cinco años en Cheam. Si ese colegio fue malo, el próximo sería peor. Su padre decidió anotarlo en Gordonstoun. Un internado durísimo con normas rígidas y al borde de la crueldad. El hijo sintió que era una “sentencia en prisión”.
En la escuela los alumnos estaban obligados a usar pantalones cortos durante todo el año. Las ventanas siempre debían permanecer abiertas aunque las temperaturas fueran bajo cero o el calor rajara la tierra. El día comenzaba con una salida a correr por el campo seguida de un baño de agua helada, recién después se podía desayunar.
El príncipe de Gales, en una producción fotográfica de 1969. Soy heredero al trono desde los cuatro años dijo en una entrevista de 2018. Es el príncipe de mayo edad que sigue esperando (AP)
El príncipe de Gales, en una producción fotográfica de 1969. "Soy heredero al trono desde los cuatro años" dijo en una entrevista de 2018. Es el príncipe de mayo edad que sigue esperando (AP)
El maltrato escolar se volvió a repetir. Carlos no se podía imponer ni por físico ni por personalidad. Su jefe de dormitorio que debía protegerlo lo hostigaba e incluso le pegaba. Alguna vez los alumnos mayores lo ataron y metieron bajo la ducha helada, sin que nadie lo protegiera.
La soledad volvía a ser su aliada. Pocos se animaban a acompañarlo en las comidas o clases. Aquellos que querían ser sus amigos recibían burlas con “sonidos de succión”. Carlos escribía cartas contando estos maltratos pero nadie se dignó a ayudarlo.
Solo una persona era su confidente y defensor. Donald Green, su guardaespaldas, un fornido hombre de casi dos metros, que más de una vez amenazó a los compañeros que lo molestaban. El día que Carlos cumplió 14 años con otros adolescentes fue por primera vez a un pub y sin saber que tomar pidió un brandy con cerveza. Al otro día, todos los diarios hablaban del heredero bebiendo alcohol. Green fue despedido. Carlos se quedó sin su aliado y amigo. “Nunca pude perdonarlos. Para mí, supuso el fin del mundo”.
Se refugió en el arte, se entusiasmó con la pintura y la cerámica. En 1965 lo eligieron para el papel principal en Macbeth. Esta vez sus padres no estaban de gira y podrían verlo. Sin embargo, mientras él “estaba ahí, tendido y destrozado en el escenario —escribió en una carta—, lo único que podía escuchar era a mi padre y un ‘Ja, ja, ja”. Posteriormente, Carlos le preguntó a Felipe: “¿Por qué te reíste?”. “Sonaba a los Goons”, dijo su progenitor en alusión al programa de comedia radial.
Siguió intentando conseguir el amor de su padre. Se interesó por el polo, pero fue un jugador de la media para abajo. Aprendió a cazar, pero la primera vez que le disparó a un venado, a los 13 años, tuvo que reprimir sus deseos de vomitar.
Cuando su padre se dio cuenta de que, en realidad, su primogénito se había convertido en un niño tímido, ordenó que fuera a un gimnasio a aprender boxeo.. (AP Photo, File)
Cuando su padre se dio cuenta de que, en realidad, su primogénito se había convertido en un niño tímido, ordenó que fuera a un gimnasio a aprender boxeo.. (AP Photo, File)
En 1966 decidieron anotarlo en la escuela Geelong Church of England. El detalle es que quedaba en Australia. Apenas aterrizó el avión, 300 reporteros se abalanzaron sobre él. Otra vez estaba tan solo como acompañado. La experiencia resultó mejor de lo esperado. Maestros y alumnos lo trataban como a una persona real y no de la realeza. Salvo algún “Pommie” que es como los australianos llaman a los ingleses, no hubo bromas crueles, maltratos, ni golpes.
Se sintió libre por primera vez. Realizó expediciones, escaló montañas y durmió bajo las estrellas. Pasaba los fines de semana en una granja donde ayudaba en las tareas de la casa. En los seis meses que duró su estadía participó en 50 compromisos oficiales y logró vencer su timidez para interactuar con la gente. Cuando se despidió ocurrió algo infrecuente: recibió aplausos sinceros y no burlas.
Después del paraíso, Carlos regresó al infierno Gordonstoun en el otoño de 1966 para cursar su último año. Volvió a ser ese muchacho torpe que ocultaba sus emociones.

Diana sigue siendo un nubarrón que oscurece intermitentemente su presente.
Diana sigue siendo un nubarrón que oscurece intermitentemente su presente.
Años después, Carlos conocería a Camila el amor de su vida, pero se casaría con Diana por conveniencia. Vería que su preocupación por la agricultura y la protección del medio ambiente dejaban de ser consideradas excentricidades y pasaban a llamarse genialidades. Sería mejor padre que el que tuvo. La trágica muerte de la madre de sus hijos lo entristecería, pero no se sentiría culpable. “En todo caso, me siento culpable de no sentirme culpable”. Con 73 años se convirtió en heredero eterno. Hoy es más probable que le ceda la corona a su hijo que se la ciña él.
Quizá alguna vez, mientras viaja en su auto oficial, mira por la ventanilla y ve a una familia común haciendo algo tan común como reírse a carcajadas y besar a los hijos. Seguramente en ese momento gira su cabeza y se recuerda que es un príncipe. Porque si no se lo recuerda, tal vez solo tal vez bajaría del auto y aunque sea por un rato cambiaría títulos y beneficios por sentirse un hombre común, que se ríe, disfruta la vida y sobre todo se siente un hombre real y no ese príncipe que nunca logró que sus padres lo amaran como hijo en vez de solo formarlo como heredero.
La vida del príncipe ha sido una larga espera dada la buena salud de la soberana, quien a pesar de sus años no renuncia a su función de jefa de Estado ni tiene intención de abdicar, después de prometer de joven que sería reina hasta la muerte - Chris Jackson/Pool via REUTERS
La vida del príncipe ha sido una larga espera dada la buena salud de la soberana, quien a pesar de sus años no renuncia a su función de jefa de Estado ni tiene intención de abdicar, después de prometer de joven que sería reina hasta la muerte - Chris Jackson/Pool via Reuters
 
Estoy de acuerdo con que su infancia y adolescencia no fueron precisamente felices y, sumado a que inicialmente no pudo casarse con la mujer que quería, pues si debió ser una vida muy frustrante.
Sin embargo, de unos años a esta parte yo creo sinceramente que es feliz haciendo lo que más le gusta que es administrar sus granjas de cultivos ecológicos en Cornwall, abocado a iniciativas a favor del medio ambiente, pintando sus acuarelas y rodeado del arte y la naturaleza que tanto ama. Está casado con la mujer que siempre quiso, la cuál parece ser bastante independiente e inteligente como para darle todo el espacio personal que desea.
No lo veo con mucha prisa por ser rey teniendo en cuenta que se sabe que buena parte de la administración del reino ya la lleva él en nombre de la Queen.
En resumen: en este mismo momento lo veo feliz en su propia piel y satisfecho con lo que hace.
 
Yo creo que en otras circunstancias, el Principe Felipe y la Reina podrian ser mas duramente cuestionados

Pero ponganse dos segundos en las vidas de ellos dos: Felipe lo habia perdido todo. Para que se entienda mas: su padre y su madre estuvieron a punto de ser ejecutados. Su padre lo dejo a merced de su tio y su madre termino en un manicomio. E Isabel se encontro en medio de un conflicto familiar complejo.

Mostrar debilidad para ambos no era opcion. Se habrian comido viva a Isabel cuando con 26 años asumio el reinado. Y Felipe no tuvo una brillante carrera militar siendo debil

Carlos tuvo la mala suerte que sus padres tuvieran que asumir una responsabilidad que no esperaban hacerlo en ese momento, y que mas encima tuvieran que hacerlo bien porque no habia margen para el error. Y asi querian educar a Carlos, sin margen para el error.

Si la Reina y Felipe hubieran tenido una vida comoda y sin problemas, hacerle lo que le hicieron a su hijo habria sido cruel. Pero no lo hicieron por crueldad, sino porque Carlos, por nacer primero, iba a heredar y tenia que mostrar ser digno de heredar la Corona. Los crueles fueron sus compañeros de colegio, cruel fue la prensa que lleva años ensañándose con el. Pero Felipe y Elizabeth siempre quisieron que Carlos entendiera lo que es ser principe, no querian tener otro Eduardo y volver a pasar por lo mismo.

Ahora, con Camilla, Carlos ha mostrado muchas mas cualidades: bromea, esta menos rigido, muestra mas sus emociones, incluso se lo ve con sus nietos que le pasan por encima de la cabeza y Carlos lo disfruta mucho. Pero yo no creo que le ceda la corona a William. No porque la ambicione, Carlos sabe muy bien que quien deberia ceñirla es Ana y nunca se murió por ser rey, sino porque William aun tiene hijos pequeños, y el peso de la Corona y lo mucho que demanda Carlos lo sabe mucho mejor que William. Asi como Carlos le aconsejo a William a tomarse tiempo antes de casarse, y asi como le aconsejo que primero vivieran como matrimonio antes de asumir deberes, ahora le aconsejara esperar un poco, mientras trabajan al unisono (como lo llevan haciendo desde hace años), para asumir la Corona. Mas ahora, que Harry esta siendo un imbecil. Si hay ataques, Carlos los podra recibir mejor que William. Ya tiene 70 años de experiencia.
 

Porque Ana es tan fuerte como su padre y tan inteligente como su madre.

“Valiente, pragmática, brillante e independiente”. Así la calificó el principe Felipe. Carlos siempre ha dicho que quien es la persona fuerte de los cuatro es Ana, y que era de la que sus padres sí estaban orgullosos. Felipe no lo estaba mucho de Carlos, aunque su verdadera decepcion era Eduardo, que ni siquiera quiso hacer entrenamiento militar. Andres... bueno, cuando se gano el apodo del Fogoso tampoco es que su padre lo aplaudio.

De hecho, ahora mismo, cuando los militares exigian que se terminara el patrocinio de Harry porque llevaban un año sin verle un pelo, querian que se los dieran a William, pero la Reina sugirio a Ana y los militares quedaron mas que satisfechos que sea ella la que asuma los patrocinios.

Ana es la mujer que mas trabaja para la Corona, incluso mas que la misma Reina. Y no falla, esta impecable siempre.

Y lo de su secuestro... totalmente cierto. Ian Ball le disparo al chofer, creo que tambien a los guardaespaldas, le puso la pistola en la cara a Ana y le exigio salir del coche, y Ana no lo hizo, se nego.

Andres era popular porque era simpatico y dale con lo de heroe de guerra, pero nunca tuvo muchas neuronas y todos lo sabian. Y Eduardo nunca estuvo en quinela para el reinado.
 
Porque Ana es tan fuerte como su padre y tan inteligente como su madre.

“Valiente, pragmática, brillante e independiente”. Así la calificó el principe Felipe. Carlos siempre ha dicho que quien es la persona fuerte de los cuatro es Ana, y que era de la que sus padres sí estaban orgullosos. Felipe no lo estaba mucho de Carlos, aunque su verdadera decepcion era Eduardo, que ni siquiera quiso hacer entrenamiento militar. Andres... bueno, cuando se gano el apodo del Fogoso tampoco es que su padre lo aplaudio.

De hecho, ahora mismo, cuando los militares exigian que se terminara el patrocinio de Harry porque llevaban un año sin verle un pelo, querian que se los dieran a William, pero la Reina sugirio a Ana y los militares quedaron mas que satisfechos que sea ella la que asuma los patrocinios.

Ana es la mujer que mas trabaja para la Corona, incluso mas que la misma Reina. Y no falla, esta impecable siempre.

Y lo de su secuestro... totalmente cierto. Ian Ball le disparo al chofer, creo que tambien a los guardaespaldas, le puso la pistola en la cara a Ana y le exigio salir del coche, y Ana no lo hizo, se nego.

Andres era popular porque era simpatico y dale con lo de heroe de guerra, pero nunca tuvo muchas neuronas y todos lo sabian. Y Eduardo nunca estuvo en quinela para el reinado.
Pero la corona no va al más fuerte ni más inteligente, ni al más trabajador, ni al más popular. La corona sigue la línea sucesoria del primogénito. Ana no tenía ninguna posibilidad, primero desde el momento en que nacieron sus hermanos menores, desplazándola, y menos aún cuando los varones de la familia tuvieron descendencia.
Por otra parte, Ana es la que más trabaja, pero, de darles crédito, eso no se refleja en las encuestas.
 
Seria ppr esa infancia y adolescencia difíciles, Carlos dejo más relajados a sus propios hijos? William como heredero además resultó más fácil de guiar mientras a Harry sin guía y sin carácter para madurar. También creo que A william los Middleton le acogieron sutilmente en un momento ideal, casi a la par que Charles se caso con su amante que tanto odio Diana, eso les tuvo que calar a los hijos. Espero realmente que Charles demuestre inteligencia y mano firme cuando le llegue el trono , y también soy de la idea que el heredero es èl.
 
Pero la corona no va al más fuerte ni más inteligente, ni al más trabajador, ni al más popular. La corona sigue la línea sucesoria del primogénito. Ana no tenía ninguna posibilidad, primero desde el momento en que nacieron sus hermanos menores, desplazándola, y menos aún cuando los varones de la familia tuvieron descendencia.
Por otra parte, Ana es la que más trabaja, pero, de darles crédito, eso no se refleja en las encuestas.

Si hubiera sido por el Principe Felipe, Ana seria la sucesora

Pero sí, no siempre la persona mas capaz es la que va a reinar. Solo que hay que agradecer que no sea Andres el que sea el primogenito.
 

Madre ausente, padre hostil, burlas de sus compañeros y duchas heladas: Carlos de Inglaterra, el príncipe infeliz​

El eterno heredero al trono británico vivió una infancia y adolescencia tristes marcadas por la soledad, el desapego de sus padres y el bullying escolar​

Por
Susana Ceballos
20 de Marzo de 2021









El príncipe Carlos ha vivido entre el rigor de los aposentos reales, la estricta educación de colegio de internado y los cambios en la monarquía británica actual. Victoria Jones/Pool vía REUTERS
El príncipe Carlos ha vivido entre el rigor de los aposentos reales, la estricta educación de colegio de internado y los cambios en la monarquía británica actual. Victoria Jones/Pool vía REUTERS
Un niño está en el puerto de Londres. Quieto y expectante aguarda el barco que traerá a sus papás. Cumplió cuatro años y hace seis meses que no los ve. Su madre y su padre descienden de la imponente embarcación. El pequeño corre hacia ellos pero alguien lo sujeta de su mano y se lo impide. Ve a su mamá estrechar la mano de una interminable legión de funcionarios que saludan con una reverencia. Tres pasos atrás, su padre mantiene una sonrisa diplomática e imperturbable. El niño logra escapar de la mano que lo retiene y se coloca en la fila para saludar. Al verlo, su madre le dice: “No, tú no cariño” y sigue adelante. Queda solo pero rodeado de gente. Alguien le susurra una frase que en todos los niños rompe una ilusión, pero que en su caso muestra una condición: Carlos, los reyes son tus padres.
El 14 de noviembre de 1948 fue un día más para muchos aunque no para todos. En una habitación del palacio de Buckingham, con techos de 14 metros de altura y salas enchapadas en oro nacía Charles Philip Arthur George, el hijo mayor del duque de Edimburgo y la princesa Isabel. La heredera al trono británico se había casado enamoradísima el año anterior, ese hijo era una muestra de ese amor y el tercero en la línea de sucesión al trono. Algo que quedaba para el futuro muy muy lejano ya que con 52 años, su abuelo el rey Jorge VI estaba en la plenitud.

En esta imagen de archivo, tomada el 10 de julio de 1947, la entonces heredera al trono de Inglaterra, la princesa Isabel, y su prometido, el teniente Felipe Mountbatten, posan para una fotografía tras el anuncio de su compromiso en Londres
En esta imagen de archivo, tomada el 10 de julio de 1947, la entonces heredera al trono de Inglaterra, la princesa Isabel, y su prometido, el teniente Felipe Mountbatten, posan para una fotografía tras el anuncio de su compromiso en Londres
A la hora que nació su primogénito, el padre jugaba squash. Al conocerlo afirmó que parecía un “budín de ciruelas”. Su comentario poco mostraba de amoroso, pero se sabía que el humor del duque era algo excéntrico. Cuatro semanas después, Carlos fue bautizado con agua del río Jordan. Isabel estaba encantada con su rol de madre y lo amamantó durante dos meses. Pero se contagió de sarampión y tuvo que desistir. Ese hecho marcaría una constante en la vida de Carlos. Las cosas empiezan bien pero terminan no tan bien. En 1949 Felipe e Isabel se instalaron en Malta. Al año siguiente, Carlos recibió a Ana, su hermana. Todo parecía idílico.

Cuatro años después el panorama era diferente. Su abuelo falleció y su madre con 26 años se convirtió en la monarca de uno de los países más poderosos del planeta. Recién acababa la Segunda Guerra Mundial y como jefa de la Mancomunidad de las Naciones comenzó largas giras. Visitó territorios lejanos y diversos como Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica, Pakistán y Canadá.
Las obligaciones de reina se impusieron al amor de madre. Dejó a sus hijos al cuidado de institutrices y partió. De los primeros ocho cumpleaños que Carlos festejó, sus padres solo estuvieron presentes en dos. El primogénito debía cumplir con estrictos protocolos. Ante otras personas solo podía dirigirse a su madre con un “Su Majestad”. Jamás un cariñoso “mami”, un “ma” ni siquiera un respetuoso “madre”. Parecía que en esa Inglaterra de posguerra no solo la comida estaba racionada, también el cariño, los besos, los abrazos.
[IMG alt="El príncipe Carlos encontraba las largas separaciones por las giras de sus padres muy perturbadoras y confusas
Mandatory Credit: Photo by Everett/Shutterstock (10296203a)
"]https://www.infobae.com/new-resizer...nfobae/EOOVSYNWK5DJJJD5Q7F7QORUE4.jpg[/IMG]El príncipe Carlos encontraba las largas separaciones por las giras de sus padres "muy perturbadoras y confusas" Mandatory Credit: Photo by Everett/Shutterstock (10296203a)
La primera palabra que Carlos escribió, el primer libro que leyó, la noche que se despertó asustado por una pesadilla, la vez que tuvo fiebre, todos sus avances y miedos fueron presenciados por el grupo de funcionarios que lo rodeaban, pero no por sus padres. Creció en un palacio enorme que acrecentó su timidez y aplastó sus emociones. Alguna vez Diana aseguró que su esposo lo único que aprendió sobre el amor de parte de sus padres fue “a estrechar las manos”.

Si el trato con su madre era frío y distante, con su padre era peor. El duque era una persona enérgica, de un temperamento que algunos llamaban “volcánico” y otros simplemente definían como “de porquería”. Intimidaba a Carlos. No solo lo veía poco y nada, cuando se encontraban eran casi dos extraños. Su padre solía señalarle sus defectos en público. Al hijo se le llenaban los ojos de lágrimas, algo que lejos de provocar su compasión lo enojaba más ya que lo consideraba un signo de debilidad.
El primogénito se esforzaba en hacer lo correcto, pero le salía mal. Cierta vez, les sirvieron fresas a los invitados. Carlos comenzó a quitarles el tallo porque creía que sería más fácil comerlas, pero le indicaron que “si las tomas del tallo, puedes sumergirlas en azúcar”. Cohibido intentó ponerles el tallo de nuevo.

Su padre temía cada vez más que se volviera débil. Todo el tiempo imponía su disciplina. Muchas años después le preguntaron a Carlos si alguna vez le habían dicho que “se sentara y se callara”. Él respondió sin dudar: “Todo el tiempo. Sí”.
[IMG alt="En una biografía escrita por Jonathan Dimbleby, el autor relata que de niño se asustaba fácilmente con la fuerte personalidad de su padre, quien le hacía llorar con facilidad cuando le reprochaba algún comportamiento que consideraba inadecuado.
(AP Photo/Eddie Worth, file)"]https://www.infobae.com/new-resizer...nfobae/GZYJNHPWPZFPVELJC5Y6VGOMZE.jpg[/IMG]En una biografía escrita por Jonathan Dimbleby, el autor relata que de niño "se asustaba fácilmente con la fuerte personalidad de su padre", quien "le hacía llorar con facilidad" cuando le reprochaba algún comportamiento que consideraba inadecuado. (AP Photo/Eddie Worth, file)
Para empeorar la situación y por esas leyes no escritas de la naturaleza que muestra que los hermanos para diferenciarse suelen ser muy diferentes, Ana era todo lo opuesto. La niña se mostraba segura y extrovertida. Si su padre se dirigía a ella en forma sarcástica le contestaba de igual modo, a diferencia del mayor que se turbaba. Era buena para los deportes y una experta jineta. En cambio, el mayor montaba con temor, no se distinguía en deportes, le costaban las matemáticas, pasaba largas horas leyendo, le gustaba la poesía y escribir. Hoy se definiría como un niño “sensible” pero en esa Inglaterra de la posguerra sus características se consideraban un defecto. Sensibilidad no iba bien con virilidad. Poesía no se asociaba con hombría.

Viendo que el primogénito prefería estar solo que acompañado lo anotaron en Hill House School. Sus padres anhelaban que tuviera una vida normal pero las condiciones eran anormales. El día que lo fueron a visitar, Carlos les presentó a sus compañeros que debían saludarlos con una reverencia. Ni pensar en organizar una pijamada en el Palacio.
Apenas seis meses después y cuando ni siquiera había terminado el período de adaptación, lo anotaron en Cheam School, una escuela fundada en 1645 y que parecía menos rígida que los internados tradicionales. El príncipe tenía 9 años y según cuentan lloraba cada noche abrazado a su oso de peluche. La palabra bullyng no existía y el maltrato escolar se consideraba parte de la vida. Sus compañeros pronto olvidaron que sería su rey, se burlaban de sus orejas y de su falta de habilidad deportiva para el rugby, el críquet y el fútbol. Intentaba jugar, lo incluían en el equipo pero invariablemente lo sacaban por malo. Es que de nada te sirve ser el príncipe y hasta el dueño de la pelota, si sos garantía de perder el partido.
El príncipe Carlos posando en el Palacio de Buckingham el 13 de noviembre de 1957. Solo tuvo lazos estrechos con su abuela materna, que será su consejera y confidente.  (AP Photo, File, Pool)
El príncipe Carlos posando en el Palacio de Buckingham el 13 de noviembre de 1957. Solo tuvo lazos estrechos con su abuela materna, que será su consejera y confidente. (AP Photo, File, Pool)

Siempre rodeado de gente y siempre solo, como relata VanityFair, Carlos “adquirió la rutina de escribir cartas a su casa semanalmente —el principio de su pasión por la correspondencia escrita—. De acuerdo con la tradición de la época aguantó el maltrato físico de dos maestros por desobedecer las reglas. “Yo soy uno de aquellos para los que el castigo corporal sí funcionó”.
En 1957 se enfermó o quizá somatizó su tristeza
. Fue internado para una amigdalectomía y contrajo gripe asiático. Sus padres no lo visitaron porque estaban de gira real por Canadá. Eso sí, le enviaron una carta de despedida. Tres años después se enfermó de sarampión y también la transitó en soledad. Sus padres estaban de gira por la India.

Sin posibilidad de brillar en los deportes ni destacar en los concursos de matemática, Carlos sintió que su oportunidad llegaba cuando lo eligieron para interpretar a Ricardo III en la obra El último barón. Pasó horas ensayando y perfeccionando su personaje. Era noviembre de 1961 y el día del estreno sus padres estaban otra vez en el extranjero, esta vez en Ghana. En su lugar, la reina madre y la princesa Ana observaron al heredero al trono actuar como el monarca del siglo XV famoso por... su deformidad.
Carlos no logró hacer ni un solo amigo a lo largo de sus cinco años en Cheam. Si ese colegio fue malo, el próximo sería peor. Su padre decidió anotarlo en Gordonstoun. Un internado durísimo con normas rígidas y al borde de la crueldad. El hijo sintió que era una “sentencia en prisión”.
En la escuela los alumnos estaban obligados a usar pantalones cortos durante todo el año. Las ventanas siempre debían permanecer abiertas aunque las temperaturas fueran bajo cero o el calor rajara la tierra. El día comenzaba con una salida a correr por el campo seguida de un baño de agua helada, recién después se podía desayunar.
El príncipe de Gales, en una producción fotográfica de 1969. Soy heredero al trono desde los cuatro años dijo en una entrevista de 2018. Es el príncipe de mayo edad que sigue esperando (AP)
El príncipe de Gales, en una producción fotográfica de 1969. "Soy heredero al trono desde los cuatro años" dijo en una entrevista de 2018. Es el príncipe de mayo edad que sigue esperando (AP)
El maltrato escolar se volvió a repetir. Carlos no se podía imponer ni por físico ni por personalidad. Su jefe de dormitorio que debía protegerlo lo hostigaba e incluso le pegaba. Alguna vez los alumnos mayores lo ataron y metieron bajo la ducha helada, sin que nadie lo protegiera.
La soledad volvía a ser su aliada. Pocos se animaban a acompañarlo en las comidas o clases. Aquellos que querían ser sus amigos recibían burlas con “sonidos de succión”. Carlos escribía cartas contando estos maltratos pero nadie se dignó a ayudarlo.
Solo una persona era su confidente y defensor. Donald Green, su guardaespaldas, un fornido hombre de casi dos metros, que más de una vez amenazó a los compañeros que lo molestaban. El día que Carlos cumplió 14 años con otros adolescentes fue por primera vez a un pub y sin saber que tomar pidió un brandy con cerveza. Al otro día, todos los diarios hablaban del heredero bebiendo alcohol. Green fue despedido. Carlos se quedó sin su aliado y amigo. “Nunca pude perdonarlos. Para mí, supuso el fin del mundo”.
Se refugió en el arte, se entusiasmó con la pintura y la cerámica. En 1965 lo eligieron para el papel principal en Macbeth. Esta vez sus padres no estaban de gira y podrían verlo. Sin embargo, mientras él “estaba ahí, tendido y destrozado en el escenario —escribió en una carta—, lo único que podía escuchar era a mi padre y un ‘Ja, ja, ja”. Posteriormente, Carlos le preguntó a Felipe: “¿Por qué te reíste?”. “Sonaba a los Goons”, dijo su progenitor en alusión al programa de comedia radial.
Siguió intentando conseguir el amor de su padre. Se interesó por el polo, pero fue un jugador de la media para abajo. Aprendió a cazar, pero la primera vez que le disparó a un venado, a los 13 años, tuvo que reprimir sus deseos de vomitar.
Cuando su padre se dio cuenta de que, en realidad, su primogénito se había convertido en un niño tímido, ordenó que fuera a un gimnasio a aprender boxeo.. (AP Photo, File)
Cuando su padre se dio cuenta de que, en realidad, su primogénito se había convertido en un niño tímido, ordenó que fuera a un gimnasio a aprender boxeo.. (AP Photo, File)
En 1966 decidieron anotarlo en la escuela Geelong Church of England. El detalle es que quedaba en Australia. Apenas aterrizó el avión, 300 reporteros se abalanzaron sobre él. Otra vez estaba tan solo como acompañado. La experiencia resultó mejor de lo esperado. Maestros y alumnos lo trataban como a una persona real y no de la realeza. Salvo algún “Pommie” que es como los australianos llaman a los ingleses, no hubo bromas crueles, maltratos, ni golpes.
Se sintió libre por primera vez. Realizó expediciones, escaló montañas y durmió bajo las estrellas. Pasaba los fines de semana en una granja donde ayudaba en las tareas de la casa. En los seis meses que duró su estadía participó en 50 compromisos oficiales y logró vencer su timidez para interactuar con la gente. Cuando se despidió ocurrió algo infrecuente: recibió aplausos sinceros y no burlas.
Después del paraíso, Carlos regresó al infierno Gordonstoun en el otoño de 1966 para cursar su último año. Volvió a ser ese muchacho torpe que ocultaba sus emociones.

Diana sigue siendo un nubarrón que oscurece intermitentemente su presente.
Diana sigue siendo un nubarrón que oscurece intermitentemente su presente.
Años después, Carlos conocería a Camila el amor de su vida, pero se casaría con Diana por conveniencia. Vería que su preocupación por la agricultura y la protección del medio ambiente dejaban de ser consideradas excentricidades y pasaban a llamarse genialidades. Sería mejor padre que el que tuvo. La trágica muerte de la madre de sus hijos lo entristecería, pero no se sentiría culpable. “En todo caso, me siento culpable de no sentirme culpable”. Con 73 años se convirtió en heredero eterno. Hoy es más probable que le ceda la corona a su hijo que se la ciña él.
Quizá alguna vez, mientras viaja en su auto oficial, mira por la ventanilla y ve a una familia común haciendo algo tan común como reírse a carcajadas y besar a los hijos. Seguramente en ese momento gira su cabeza y se recuerda que es un príncipe. Porque si no se lo recuerda, tal vez solo tal vez bajaría del auto y aunque sea por un rato cambiaría títulos y beneficios por sentirse un hombre común, que se ríe, disfruta la vida y sobre todo se siente un hombre real y no ese príncipe que nunca logró que sus padres lo amaran como hijo en vez de solo formarlo como heredero.
La vida del príncipe ha sido una larga espera dada la buena salud de la soberana, quien a pesar de sus años no renuncia a su función de jefa de Estado ni tiene intención de abdicar, después de prometer de joven que sería reina hasta la muerte - Chris Jackson/Pool via REUTERS
La vida del príncipe ha sido una larga espera dada la buena salud de la soberana, quien a pesar de sus años no renuncia a su función de jefa de Estado ni tiene intención de abdicar, después de prometer de joven que sería reina hasta la muerte - Chris Jackson/Pool via Reuters
Bueno, las familas comunes tampoco se rien a carcajadas, como sugiere el articulo, mas bien se rien y sufren tanto como las otras, solo que con menos dinero, lo que a veces agudiza las patologias de los padres, si las tienen. Lo que quiero decir es que en esa epoca, la infancia todavia no existia, como el periodo que ahora conocemos. Y la vida de cualquiera no solo la de Carlos, en los colegios, resultaba bastante dura comparada con la de hoy en dia.
En Espana y resto del llamado mundo civilizado, los castigos en las escuelas podian ser brutales, en muchas de ellas, yo he escuchado de gente a la que le hacian estar de rodillas horas, con un garbanzo debajo de cada rodilla! Todos hemos oido de los internados irlandeses, donde robaban los ninos de las madres solteras para darlos en adopcion, y se golpeaban a los chiquillos hasta dejarlos inconscientes, en fin, era otra epoca, otro modo de pensar y educar, y llegaba a todos. Aun asi, creo que los privilegios de Carlos le ayudaron, hoy parece un hombre amable y comprensivo. Ha hecho trabajo consigo mismo, y probablemente el dinero le ha ayudado mucho . Claro que tenia que tener ese deseo de mejorar, eso es algo que ayuda a todos los que quieren evolucionar, pero sin dinero, estos se enfrentan mas obstaculos, y a veces no lo consiguen.
 
Seria ppr esa infancia y adolescencia difíciles, Carlos dejo más relajados a sus propios hijos? William como heredero además resultó más fácil de guiar mientras a Harry sin guía y sin carácter para madurar. También creo que A william los Middleton le acogieron sutilmente en un momento ideal, casi a la par que Charles se caso con su amante que tanto odio Diana, eso les tuvo que calar a los hijos. Espero realmente que Charles demuestre inteligencia y mano firme cuando le llegue el trono , y también soy de la idea que el heredero es èl.
Carlos, en mi opinion, ha demostrado fuerza de caracter. Ha sido leal a su unico amor, durante años, algo que no es tan usual cuando se tiene el dinero que el tiene. Tambien ha demostrado que sabe como gestionar sus tierras y bienes, aumentando en muchos tantos por cien sus beneficios, y recuerdo haberle escuchado hablar del cambio climatico, y su preocupacion medioambiental siendo yo una nina, cuando nadie lo hacia. Es verdad que la relacion con Diana, muy desgraciada para ambos, lo etiqueto como el malo de la pelicula, pero creo que hay otra realidad en su caso.
 
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